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jueves, 29 de agosto de 2013

Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad Capítulo 9

Capítulo 8             Capítulo 10

HARRY POTTER Y LOS MÉTODOS DE LA RACIONALIDAD

Capítulo 9
Consciencia del Ser, Parte I

Snape Enojado
El rostro de Severus había ido más allá de la furia hasta alcanzar alguna clase de placentera indiferencia. Una desfallecida sonrisa jugaba sobre sus labios. Estaba viendo en la dirección de Harry Potter, no hacía la mesa de Gryffindor, y sus manos sostenían los estropeados restos de lo que antes era una copa de vino.

Todas tus bases le pertenecen a J. K. Rowling.


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Carraspeo.

La tercera generación de cuarks también fueron llamados “verdad” y “belleza” antes de que “cima” y “fondo” prevalecieran; mi cumpleaños es alrededor del de Hermione, y cuando tenía once, usaba “verdad” y “belleza”.

Cuando la Parte I de este capítulo fue posteada por primera vez, dije que si cualquiera adivinaba de qué estaba hablando la última frase antes de la siguiente actualización, les diría todo el resto de la trama.

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Nunca supiste que ese diminuto evento podría desajustar el curso de tu plan maestro.

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"¡Abbott, Hannah!"

Pausa.

"¡HUFFLEPUFF!"

"¡Bones, Susan!"

Pausa.

"¡HUFFLEPUFF!"

"¡Boot, Terry!"

Pausa.

"¡RAVENCLAW!"

Harry miró por encima brevemente a su nuevo compañero de Casa, más para obtener un rápido vistazo de su rostro que cualquier otra cosa. Aún estaba intentando controlarse por su encuentro con los fantasmas. Lo triste, lo realmente triste, lo realmente verdaderamente triste era que parecía estar recuperando el control. Se sentía como un ajuste enfermizo. Como que le debió haber tomado por lo menos un día. Tal vez toda una vida. Tal vez nunca.

"¡Corner, Michael!"

Larga pausa.

"¡RAVENCLAW!"

Al lado del taburete delante de la Mesa de Profesores se erguía la Profesora McGonagall, viéndose sagaz y viendo sagazmente alrededor, mientras llamaba un nombre tras otro, aunque únicamente había sonreído para Hermione y unos cuantos otros. Tras ella, en la más alta silla de la mesa – más bien un trono de oro – se sentaba un arrugado anciano y con gafas, con una larga barba blanco-plateada que se veía como que llegaría hasta el suelo si fuera visible, mirando hacia el Sombrero Seleccionador con una expresión benevolente; tan estereotípico en apariencia como un Viejo Hombre Sabio podía posiblemente ser, sin ser Oriental claro está. (Sin embargo Harry había aprendido a ser cauto de las apariencias estereotípicas desde la primera vez que conoció a la Profesora McGonagall y pensó que ella estaba obligada a reírse con malevolencia.) El anciano mago había aplaudido a cada estudiante Seleccionado, con una sonrisa radiante que de algún modo parecía exclusivamente encantadora para cada uno.

A la izquierda del trono de oro estaba un hombre con unos ojos afilados y un rostro austero quien no había aplaudido a nadie, y quien se las arreglaba en todo momento para estar mirando a Harry cada vez que Harry lo miraba a él. Más allá a la izquierda, el hombre de cara pálida que Harry había visto en el Caldero Chorreante, cuyos ojos lanzaron dardos en todas direcciones como si tuviera pánico de la multitud que lo rodeaba, y quien ocasionalmente como que se quejaba y retorcía en su asiento; por alguna razón Harry se seguía encontrando a si mismo contemplándolo. A la izquierda de ese hombre, una fila de tres brujas mayores que no parecían muy interesadas en los estudiantes. Luego al lado derecho de la alta silla dorada, una bruja de cara redonda y mediana edad con un sombrero amarillo, quien había aplaudido a cada estudiante excepto a los Slytherins. Un pequeño hombre que estaba parado su silla, con una esponjada barba blanca, quien había aplaudido a cada estudiante, pero sólo se había sonreído a los Ravenclaws. Y a lo más lejos de la derecha, ocupando el mismo espacio de tres seres más pequeños, la montañosa entidad que los saludó a todos después de que desembarcaron del tren, nombrándose a si mismo Hagrid, Guardián de las Llaves y Terrenos de Hogwarts.

"¿Es el hombre que está parado en su silla el Jefe de Casa de Ravenclaw?" Harry susurró hacia Hermione.

Por una vez Hermione no respondió instantáneamente; estaba intercambiando constantemente su pie de apoyo, observando al Sombrero Seleccionador, e inquieta de manera tan energética que Harry pensó que sus pies podrían no estar tocando el piso.

"Sí, él es," intervino una de las prefectos que los había acompañado, una joven mujer que usaba el azul de Ravenclaw. Señorita Clearwater, si Harry recordaba correctamente. Su voz era sosegada, pero contenía un ápice de orgullo. "Ese es el Profesor de Encantamientos de Hogwarts, Filius Flitwick, el mayor conocedor Maestro de Encantamientos con vida, y en el pasado Campeón Duelista -"

"¿Por qué es tan bajito?" chilló un estudiante cuyo nombre Harry no retenía. "¿Es un mestizo?"

Una fría mirada provino de la joven prefecta. "El Profesor tiene en efecto ancestros duende -"

"¿Qué?" Harry espetó involuntariamente, causando que Hermione y otros cuatro estudiantes lo chitaran.

Ahora Harry estaba recibiendo una mirada sobresalientemente intimidatoria de parte de la prefecta de Ravenclaw.

"Me refiero a que -" Harry susurró. "No que yo tenga un problema con eso – es que – quiero decir - ¿cómo es posible? ¡No puedes sólo mezclar dos especies diferentes y obtener una progenie viable! Debería replegar las instrucciones genéticas para cada órgano que es diferente entre las dos especies – sería como intentar construir," ellos no tenían carros por lo que no podía usar una analogía de proyecto de ingeniería replegado, "un mitad-carruaje mitad-bote o algo..."

La prefecta de Ravenclaw aún estaba viendo a Harry severamente. "¿Por qué no puedes tener un mitad-carruaje mitad-bote?"

"¡Chito!" chitó otro prefecto, aunque la bruja de Ravenclaw aún había hablado sosegadamente.

"Me refiero -" Harry explicó con una voz incluso más baja, intentando descubrir cómo preguntar si era que los duendes habían evolucionado desde de los humanos, o evolucionaron de un ancestro común como el Homo erectus, o si los duendes habían sido fabricados a partir de humanos de alguna manera - si, digamos, aún eran genéricamente humanos bajo un encantamiento hereditario cuyo efecto mágico era diluido si uno de los padres era un 'duende', lo que explicaría como el cruce de especie era posible, y en cuyo caso los duendes no serían un increíblemente valioso segundo punto de datos para cómo la inteligencia había evolucionado en otras especies además del Homo sapiens – ahora que Harry lo consideraba, los duendes en Gringotts no le habían parecido genuinos extraterrestres, inteligencias no humanas, nada como los Dirdir o los Titerotes – "Me refiero a que, ¿de dónde provienen los duendes, a todas estas?" (1)

"Lituania," Hermione susurró ausente, sus ojos aún fijados firmemente sobre el Sombrero Seleccionador.

Hermione recibió una sonrisa de la prefecta.

"No importa," susurró Harry.

Al taburete, la Profesora McGonagall llamó, "¡Goldstein, Anthony!"

"¡RAVENCLAW!"

Hermione, al lado de Harry, estaba saltando con tanta fuerza sobre las puntas de sus dedos que sus pies se separaban del piso en cada salto.

"¡Goyle, Gregory!"

Hubo un largo, tenso momento de silencio bajo el Sombrero. Casi un minuto.

"¡SLYTHERIN!"

"¡Granger, Hermione!"

Hermione se separó y corrió a toda hasta llegar al Sombrero Seleccionador, lo cogió e incrustó rudamente al remendado, raído y sucio sobre su cabeza, haciendo que Harry hiciera una mueca. Hermione había sido la que le había explicado a él sobre el Sombrero Seleccionador, pero ciertamente ella no lo trató como a un irreemplazable, valiosamente importante, artefacto de 800 años de antigua magia olvidada que estaba apunto de ejecutar intrincada telepatía sobre su mente y que no demostraba estar en muy buena condición física.

"¡RAVENCLAW!"

Y hablando de conclusiones predecibles. Harry no veía por que Hermione había estado tan tensa al respecto. ¿En qué extraño universo alternativo esa chica no sería Seleccionada en Ravenclaw? Si Hermione Granger no iba a Ravenclaw entonces no había una buena razón para que la Casa Ravenclaw existiera.

Hermione llegó a la mesa de Ravenclaw y recibió el debido aplauso; Harry se preguntó si el aplauso hubiera sido más ruidoso, o menor, si hubieran tenido idea de el nivel de competición que habían recibido en su mesa. Harry sabía que pi era 3.141592 porque precisión a una parte en un millón era suficiente para la mayoría de propósitos prácticos. Hermione sabía cien dígitos de pi porque esa era la cantidad de dígitos que habían sido impresos en la contraportada de uno de sus libros escolares de matemáticas.

Neville Longbottom fue a Hufflepuff, Harry estuvo feliz de ver. Si esa Casa en verdad contenía la lealtad y la camaradería que se suponía ejemplificar, entonces una Casa llena de amigos confiables le haría a Neville un montón de bien. Chicos listos en Ravenclaw, chicos malos en Slytherin, aspirantes a héroes en Gryffindor, y todos los que en verdad hacen el trabajo en Hufflepuff.

(Sin embargo Harry había estado en lo correcto al consultar a la prefecta de Ravenclaw primero. La joven mujer ni siquiera había levantado la vista de su lectura o identificado a Harry, sólo apuntó una varita en la dirección de Neville y murmuró algo. Tras lo cual Neville había adquirido una expresión ofuscada y tambaleó hasta el quinto vagón desde el frente y el cuarto compartimiento a la izquierda que en efecto había contenido su sapo.)

"¡Malfoy, Draco!" fue a Slytherin, y Harry exhaló un pequeño suspiró de alivio. Parecía como una cosa segura, pero nunca sabías que diminuto evento podría desajustar el curso de tu plan maestro.

La Profesora McGonagall llamó "¡Perks, Sally-Anne!", y de los niños agrupados de separó una pálida y desvalida chica quien se veía raramente etérea – como si pudiera desaparecer misteriosamente en el momento en que dejaras de verla, y nunca fuera vista de nuevo o incluso recordada.

Y luego (con una note trepidante tan firmemente oculta en su voz y rostro que tendrías que conocerla muy bien para notarlo) Minerva McGonagall inhaló profundamente, y llamó, "¡Potter, Harry!"

Hubo un repentino silencio en el pasillo.

Todas las conversaciones se detuvieron.

Todos los ojos se giraron para observar.

Por primera vez en toda su vida, Harry sintió como si estuviera teniendo una oportunidad para experimentar el pánico escénico.

Harry inmediatamente aplastó este sentimiento. Un cuarto repleto de personas contemplándolo era algo a lo que tenía que acostumbrarse, si quería vivir en la Bretaña mágica, o lo que era lo mismo hacer algo más interesante con su vida. Arreglando una confiada y falsa sonrisa en su cara, levantó un pie para avanzar -

"¡Harry Potter!" gritó la voz ya fuera de Fred o George Weasley, y luego "¡Harry Potter!" gritó el otro gemelo Weasley, y un momento después toda la mesa de Gryffindor, y poco después una buena porción de Ravenclaw y Hufflepuff, se habían unido al griterío.

"¡Harry Potter! ¡Harry Potter! ¡Harry Potter!"

Y Harry Potter se adelantó. Muy lentamente, se dio cuenta una vez que comenzó, pero para entonces era demasiado tarde para alterar su ritmo sin que se viera incómodo.

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"¡Harry Potter! ¡Harry Potter! ¡HARRY POTTER!"

Con una noción demasiado buena de lo que vería, Minerva McGonagall se volteó a ver tras ella al resto de la Mesa de Profesores.

Trelawney abanicándose frenéticamente, Filius mirando con curiosidad, Hagrid aplaudiendo sin parar, Sprout mirando con severidad, Vector y Sinistra maravillados, y Quirrell contemplando vacíamente a la nada. Albus sonriendo con benevolencia. Y Severus Snape sujetando su copa de vino vacío, nudillos-blancos, tan fuerte que la plata se estaba deformando lentamente.

Con una gran mueca, girando su cabeza para saludar a un lado y otro mientras caminaba entre las cuatro mesas de las Casas, Harry Potter avanzaba a un enormemente mesurado ritmo, un príncipe heredando su castillo.

"¡Sálvanos de algunos Señores Oscuros!" aulló uno de los gemelos Weasley, y luego el otro gemelo Weasley gritó, "¡Especialmente si son Profesores!" para el deleite de todas las mesas excepto Slytherin.

Los labios de Minerva se quedaron como una linea blanca. Tendría algunas palabras con los Horrores Weasley sobre esa última parte, si pensaban que ella estaba atada de manos porque era el primer día de escuela y Gryffindor no tenía puntos que perder. Si no se preocupaban por las detenciones entonces ella encontraría algo más.

Entonces, con un repentino asfixió de horror, miró hacía la dirección de Severus, seguramente él se dio cuenta que el chico Potter no debía tener idea de quien estaban hablando -

El rostro de Severus había ido más allá de la furia hasta alcanzar alguna clase de placentera indiferencia. Una desfallecida sonrisa jugaba sobre sus labios. Estaba viendo en la dirección de Harry Potter, no hacía la mesa de Gryffindor, y sus manos sostenían los estropeados restos de lo que antes era una copa de vino.

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Harry Potter avanzó con una sonrisa arreglada, sintiéndose a gusto por dentro y de algún modo horrendo al mismo tiempo.

Lo estaban aplaudiendo por un trabajo que había hecho cuando tenía un año de edad. Un trabajo que él no había terminado realmente. En algún lugar, de algún modo, el Señor Oscuro aún estaba vivo. ¿Lo habrían aplaudido tan fuerte, de haberlo sabido?

Pero el poder del Señor Oscuro había sido roto una vez.

Y Harry los protegería de nuevo. Si había en efecto una profecía y eso era lo que decía. Bueno, de hecho sin importar lo que revelará cualquier condenada profecía.

Todas esas personas creyendo en él y apoyándolo - Harry no podía soportar permitir que eso fuera falso. Deslumbrar y desvanecerse como tantos otros niños prodigios. Ser una decepción. Fallar en vivir al nivel de su reputación como símbolo de la luz, cómo lo había conseguido no era relevante. Él absolutamente, positivamente, sin importar cuánto se demorara e incluso si lo mataba, cumpliría sus expectativas. Y luego seguiría hasta exceder sus expectativas, para que las personas se sorprendieran, en retrospectiva, que ellos hubieran pedido tan poco de él.

"¡HARRY POTTER! ¡HARRY POTTER! ¡HARRY POTTER!"

Harry dio sus últimos pasos hacía el Sombrero Seleccionador. Le dedicó una reverencia a la Orden del Caos en la mesa de Gryffindor, y luego se volteó y le dedicó otra reverencia al otro lado del salón, y esperó a que el aplauso y las risas murieran.

(En la parte trasera de su mente, se preguntó si el Sombrero Seleccionador era efectivamente consciente en el sentido de estar consciente de su conciencia, y de ser así, si estaba satisfecho con hablar únicamente a niños de once años una vez al año. Su canción lo había implicado así: Oh, soy el Sombrero Seleccionador y estoy bien, duermo todo el año y trabajo un día...)

Cuando de nuevo hubo silencio en el cuarto, Harry se sentó en el banquillo y cuidadosamente ubicó sobre su cabeza el artefacto telepático de 800-años-de-antigua magia olvidada.

Pensando, tan duro como pudo: ¡No me Selecciones aún! ¡Tengo preguntas que necesito hacerte! ¿He sido Desmemorizado? ¿Seleccionaste al Señor Oscuro cuando era un niño y puedes contarme su debilidad? ¿Puedes decirme por qué obtuve la varita hermana a la del Señor Oscuro? ¿Está el fantasma del Señor Oscuro conectado a mi cicatriz y es por eso que me enojo tanto a veces? Aquellas son las preguntas más importantes, ¿pero si tienes otro momento puedes contarme cualquier cosa sobre cómo re-descubrir la magia perdida que te creó?

Dentro del espíritu silencioso de Harry, donde nunca antes había habido otra voz excepto una, surgió una segunda y nada familiar voz, sonando claramente preocupada:

"Oh, querido. Esto nunca había pasado antes..."




Capítulo 8             Capítulo 10


Notas del traductor

(1) Como reza Wikipedia, “Los dirdir son una especie alienígena de ficción que aparece en los libros del ciclo de Tschai, creada en 1968 por Jack Vance.”
Los Titerotes de Pierson son una raza extraterrestre presente en la serie de novelas Espacio Conocido de Larry Niven.


¿Creen que puedan con el reto de Yudkowsky? ¿Adivinar de qué va la última frase? Bueno, podrían simplemente ir a la versión en inglés, pero entonces, ¿dónde quedaría la diversión?

Opté por dibujar a Severus Snape cómo ilustración de este capítulo. Originalmente iba a ser Harry, pero mi caprichoso estilo de dibujo me lo impidió, no podía sacarme la furia asesina de este personaje.

Por recomendación de mi editora me empecé a ver esta semana el dorama coreano “El jardín secreto”. Me enamorado de los personajes y de la banda sonora. Me ha enviciado en el mejor de los sentidos, reírse tanto debe ser bueno para la salud, lo malo es que estaba tan emocionado que me golpeé fuertemente el codo con una pared, y ahora no puedo apoyarme en el brazo izquierdo. Soy diestro y eso no me ha impedido escribir, ¡pero cómo duele hacerlo!

En su nota de autor más reciente, Yudkowsky confirma las sospechas de sus lectores sobre su desorden de sueño, el mismo que tiene el Harry Potter de su historia. Pero por fortuna, gracias a una organización llamada MetaMed, finalmente ha logrado encontrar una cura, un tratamiento a base Melatonina. Si alguien padece un desorden de sueño similar, o alguna enfermedad tan extraña que parece un caso para House, pueden encontrar más información en ingles aquí, si realmente necesitan ayuda para traducir algo de ahí, contáctenme.

Visita HPMOR para encontrar todo sobre esta historia en inglés.

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