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jueves, 17 de abril de 2014

Un mundo sin Gabo es Imposible


La sombra de Gabo
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La preocupación entre los seguidores del Nobel finalmente se ha hecho realidad. Envejecer y morir es natural, pero aún así sigue siendo doloroso perder a nuestros seres queridos. Y para algunos, los relatos de Gabo son como nuestros padres, hijos, hermanos y primos.

Tras releer Cien Años de Soledad 37 veces deje de contar. A los quince años me di cuenta que la clave para escribir como Gabo era ser tan honesto y sincero con uno mismo que al final que las fronteras que dividen a la imaginación y la realidad se van cayendo por sí solas.

Cuando leí Vivir para contarla, noté lo mundana y a la vez milagrosa que era la vida misma, que cada obstáculo era una posibilidad, que toda mi vida me había preparado para ser escritor. Sentí a Gabo más joven que nunca, a la vez que travieso y nostálgico. Pero al leer Memoria de mis putas triste, supe lo viejo que ambos nos habíamos vuelto, de lo cerca que estaba la muerte, de lo intransigente que era el tiempo.

Libros de Gabo
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Unas palabras de Gabo me daban consuelo, unas que escribió en un artículo periodístico por allá en los ochenta, donde hablaba del otro Gabo, de la sombra que nunca trabajaba y sin embargo gozaba de todos los beneficios, ese otro escritor nada más aparecía en los medios comiendo caviar y derrochando su dinero en orgías. Puede que esa sombra nunca haya escritor ni escriba nada nuevo, mas es seguro que obtendrá ganancias con renovadas ediciones de las viejas obras: después de todo la sombra necesitará comer y los niños de las próximas generaciones necesitaran conocer al verdadero Gabo.

Sin embargo, la desazón me invade al escribir esta anécdota. ¿Y si la sombra no está dispuesta a vivir con moderación tras la ausencia creativa de Gabo? ¿Si no está dispuesto a conformarse con lo producido por las re-ediciones?

A veces creo que la sombra envenenaba sutilmente cada escrito de Gabo, ponzoña que generó cientos de imitadores, incluso convirtiéndome a mí. La mayoría están condenados al inmisericorde olvido... ¿Y si sólo hiciera falta uno que fuera capaz de convertirse en el nuevo Gabriel GarcíaMárquez, pero con distinto nombre? ¿La sombra conseguiría un nuevo escritor que sería a su vez la sombra del Gabo original?

¿Y si el último que queda soy yo?

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