Celebremos la Afrocolombianidad con la foto de este presidente muy blanco. Fuente |
La discriminación racial aún es palpable en algo tan simple como la terminología. El uso de la palabra negro ha sido estigmatizado como políticamente incorrecto por parte de unos blancos temerosos de ofender sensibilidades. Yo estoy de acuerdo con el uso de la palabra negro siempre y cuando sea sinónimo de afrodescendiente, de una raza orgullosa que fue esclavizada y logró sobrevivir. No me gusta cuando las personas, en especial los jóvenes que creen que se las saben todas, utilizan la palabra negro de modo despectivo, para significar feo, malo, peligroso, ladrón; como si el mal tuviera color de piel. Me opongo a esos epítetos despectivos con la misma fuerza con que defiendo el buen uso del término negro, porque como escritor uno no puede defenderse más de unos cuantos párrafos con afroamericano, afrodescendiente, y piel oscura como el ébano, todas palabras muy lindas que sin embargo, carecen de precisión cuando se comparan con el simple pero poderoso negro.
Mucho blanco y poco negro. Fuente |
Yo recuerdo mi primer amigo negro, se llamaba Ricardo y lo conocí en quinto de primaria. Tenía la cabeza muy redonda, los dientes blancos junto con una sonrisa coqueta, ojos negros y grandes, y rizos muy cortos de ángel. Se me hacía muy apuesto, y confieso que me sentía como el patito feo nada más de estar a su lado, siendo yo gordito y menudo. Nunca supe si él era consciente de sus atributos, lo único por lo que demostraba interés eran las buenas notas y el fútbol. Lo recuerdo como un buen amigo que destacaba de los demás no por su piel sino por sus logros.
¡Esto sí es un negro bello carajo! Fuente |
Sinceramente me desagrada el racismo porque he sido victima suya. Cuando tenía unos doce años finalmente comprendí que la razón para que muchas personas se burlaran de mí era que parecía oriental; fue entonces cuando esos apodos de chino y japones tuvieron sentido. Solamente en ese momento entendí lo cruel que habían sido conmigo y tuve una Pantalla Azul de la Muerte en mi sistema. ¿Cómo podían ser las personas tan crueles? No me dolía que me clasificaran como parte de la cultura oriental, a la cual admiré desde muy niño por su literatura y de la cual me enamore en la adolescencia por el manga y el anime, me carcomía era la intención de los otros de quererme hacer sentir mal nada más porque me veía diferentes a ellos.
Lo manejé de diferentes maneras, pretendí ignorarlo sin éxito, busqué en mi árbol genealógico la posibilidad de en verdad ser oriental y finalmente quedé en paz conmigo mismo al asumirme como descendiente indígena. Mis ojos rasgados no eran por una herencia niponesa, eran porque demostraban lo mucho que pertenecía a este país. Se me hace irónico haber sido molestado por ser más colombiano que aquellos quienes se burlaban de mí. A veces considero una lastima no conocer más de mis orígenes, no tengo ninguna costumbre o lenguaje ancestral del cual presumir.
Si el humor no detiene el racismo, estamos jodidos. Fuente |
Yo tengo una prima que cuando era niña le tenía miedo a los negros, no por crianza, sino por falta de contacto. Ella provenía de una familia muy blanca y de ojos claros, por lo que un afrodescendiente era para ella como un extraterrestre. Mi prima creció y no se convirtió en racista, aunque sí en la victima de chistes en nuestras reuniones familiares.
¡No lo nieguen! ¡Esta imagen los hizo llorar! Fuente |
Mas no todo es para reír en esta época. En Colombia existe una esclavitud que no distingue color de piel y es la de la pobreza. Miles de niños son forzados a trabajar diariamente en las calles en lugar de estar estudiando o divirtiéndose. Colombia es un país de esclavos sin esclavitud oficial, y a nuestros gobernantes eso les tiene sin cuidado. En ocasiones es como si incluso ellos contaran con la pobreza como herramienta para mantener el Statu quo: ellos arriba y nosotros abajo.
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