Típico, te despiertas a escribir y te encuentras transformado en insecto. |
La primera vez que lo leí estaba en el colegio, aunque no era la primera vez que lo escuchaba mentar. Sobre Kafka, García Márquez había escrito que era una influencia a la vez que una referencia. Y como consideraba a Gabo uno de mis maestros literarios, consideré a Kafka el maestro de mi maestro. Por lo que al leer la frase inicial en la que nuestro desafortunado protagonista despierta transformado en insecto, no me sorprendí, sino que sonreí alegre de toparme de nuevo con el realismo mágico.
Kafka carece de esa calidez latinoamericana presente en la mayoría de relatos que se inscriben en el realismo mágico. El clima en "La Metamorfosis" es frío, neutral, de personas que apenas y se saludan, dadas a la introspección y a la soledad. En ese sentido, para mí, Kafka es más cercano a la realidad que García Márquez. A mí realidad. Porque yo no soy una persona acostumbrada a la rumba, a las charlas espontaneas ni a la necesidad de socializar. La única parte familiar de "Cien años de soledad" desde mi perspectiva, fue cuando aparecieron fugazmente los antagónicos cachacos.
Bichos de ciudad, hijos de la modernidad, amantes de la vida urbana. De esas personas habla Kafka. No solamente lo es Gregorio Samsa, esclavo de un trabajo que lo obliga a viajar constantemente y sacrificar sus sueños y juventud. También lo son los padres, dispuestos a vender a su hija a un buen matrimonio. Al igual que lo es la hija, quien a pesar de ser la que más ama a Gregorio Samsa no hace nada para ayudarlo después de que se ha convertido en bicho.
Esto requiere una observación. En otro tipo de historia, el cambio de un hombre en bicho podría haber sido motivo de maravilla científica, de aventuras, una cruzada épica para salvar su humanidad. Sin embargo "La Metamorfosis" es una obra encerrada que hasta su mismísimo final transcurre dentro de una casa, donde los temas son la vergüenza, el qué dirán, la normalidad y la moralidad. Es una batalla mental entre la psicología del individuo contra la ideología de la sociedad: una pelea perdida.
Es triste, porque mi ser optimista quiere protestar al final del libro, afirmando que no todos los casos son así. Pero así fue la vida que Kafka conoció, su realidad. Nunca pudo llevarse bien con su padre, sólo escribió para exorcizar a sus demonios, las desgracias lo perseguían a donde quiera que llegara, y sufrió una muerte prematura causada por las fatigas de un trabajo ingrato.
Cada vez que pienso sobre mi decisión de ser escritor, pienso en Kafka, y siento temor. Porque no se trata nada más de escribir mejor que él, lo que parece imposible, sino de vivir mejor que él, lo que no deja de ser improbable. Al menos mi hermano salió del hospital y ahora está en recuperación, aunque no está bien del todo todavía. Únicamente nos queda prepararnos para lo peor, y esperar lo mejor.
Me disculpo si los he desanimado, mis cambios de humor son así. Un día un rayo de sol, al siguiente un nubarrón negro. Ni siquiera tiene que ver con lo que sucede a mi alrededor, sino con el preocupante futuro que desconozco, y el pasado que temo repetir. Al menos espero que la imagen les haya dado risa. Pueden encontrar la foto del escarabajo pelotero sin alterar aquí.
No olviden votar por "Nullius in verba" en el Reto temático de Junio "Los Cullen."
Si todavía no le tienes miedo a los hospitales, podemos corregir eso con el siguiente artículo:
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