Tengo un grupo de amigos
en Internet con los que me reúno de vez en cuando a través de un
foro para jugar rol. Hace unos días inventé un juego de rol de
supervivencia en un mundo pos-apocalíptico zombi, nada inusual,
excepto magia y ciencia avanzada. Todo transcurría como otras veces
cuando uno de mis jugadores invitó a una amiga a jugar con nosotros.
Pronto comenzaron los
rumores de que esa chica era en realidad mi amigo haciéndose pasar
por una mujer.
Mi reacción ante ese
rumor fue demorada. En un principio sentí desconfianza y recelo de
mi amigo; a pesar de no haberlo conocido en persona lo tenía en muy
buena consideración. Semejante artimaña se me hacía muy baja
proviniendo de él.
Tras reflexionar un
par de días, decidí que no era tan importante. Si una persona
siente la necesidad de hacerse pasar por otra, sus razones tendrá. A
lo mejor es un modo de sentirse mejor consigo mismo, compensar las
falencias de su vida. Incluso puede ser una especie de terapia. Y si
no es más que el acto inmaduro de un troll
que quería burlarse de otros, era su propio tiempo el que
desperdiciaba, no el mio. Yo no me dejaría perturbar por un
comportamiento tan infantil.
Con ese pensamiento dentro
de mí, opté por creer en mi amigo y en su amiga, concentrándome en
dirigir una buena partida de rol. Mi amigo siguió con un
comportamiento casi normal, era más bien sobre-protector hacia la
chica. Ella por su parte resultó ser una muy buena jugadora, y me
temo que eso despertó la envidia de otros.
Cuando ella estaba en su
momento de triunfo, otros tres jugadores comenzaron a acosarla.
Dijeron que tenían pruebas de que la dirección IP de ella y mi
amigo eran la misma, que reconociera su mentira o que demostrara
quién era con fotos.
Su reacción fue abandonar
el juego.
Cuando mi amigo
regresó (por coincidencia él y yo estuvimos ausentes durante las
acusaciones) se enfadó muchísimo, y yo también cuando él explicó
que su amiga había escapado de casa porque sus padres la golpeaban y
había asumido otra identidad para no ser reconocida por ellos, que
además una amiga de ella había sido asesinada por compartir
demasiada información personal en Facebook
y para colmo tenía un ex-novio abusador que también le seguía el
rastro.
Al final resultó que los
otros tres no tenían ninguna prueba. Sólo dos de ellos se
disculparon. El tercero insistió con su demanda de fotos.
Todo el suceso me dejo
algo deprimido. Me encanta inventar juegos y dirigirlos, mas me
cuesta creer los alcances que tienes algunas personas para satisfacer
su necesidad de sentirse mejor que otros.
Tras comunicarnos con ella
un par de días después, ella decidió regresar. No quería que
otros la juzgaran por un momento de debilidad e ignoraría a quienes
la quisieran hacer sentir mal. Seguimos con nuestra diversión y
dejamos que el otro siguiera con sus asuntos, solo.
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