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La
primera vez que escribí mi nombre no fue porque estuviera loco; al
contrario, era lo correcto poner primero el nombre del escritor y
luego el título del cuento.
Y
entonces se me ocurrió la genial idea, ¿por qué no escribo un
cuento con mi nombre? De esa forma mi obra y mi persona se darían a
conocer a la vez. Así que la segunda vez fue por causa de esa idea,
no porque estuviera loco.
La
tercera vez que escribí mi nombre fue porque no encontré una mejor
manera de iniciar. ¿Qué mejor frase para definir la historia que su
título y su autor combinados en un triple golpe de ingenio?
La
cuarta vez que escribí mi nombre, fue para recalcar el rol de los
padres en la inclusión del individuo en la sociedad. Se tiende a olvidar la influencia de nuestros progenitores, cuando es a través
de ellos que somos regulados por primera vez en los mecanismos de
poder.
La
quinta vez mi nombre se deslizo con suavidad por sí mismo, brincó
ante mí con vida propia y supe que era lo correcto; era el ritmo y
la cadencia, el aliento de mi escrito que ya respiraba con vida
propia.
La
sexta vez fue cuando me confundí. Porque, por más que tecleara la
combinación de letras que ordenadas de determinada manera me
definían como individuo, ya no pude descifrar su significado. Lo
escribí una y otra vez, pero nunca pude recupera mi nombre.
...
Nota del Autor
Escribir sobre la locura es interesante. Creo que este cuento se inspira particularmente de una escena de El resplandor, esa donde Jack escribe "Sin televisión ni cerveza Homero pierde la cabeza."
Espero que no les haya parecido demasiado corto, últimamente, el tiempo escapa de mí como si fuera el correcaminos.
Irónico que en la búsqueda del significado de sarcasmo, el cual obviamente se,encontré esta joya que me llegó y me atrapó.
ResponderEliminarHermoso gracias!!