Capítulo 38 Capítulo 40
Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad
Capítulo 39
Pretendiendo Ser
Sabio, Parte 1
...
Fiu. Ras. Zzzzz.
Din. Glub. Plop. Plas. Tilín. Toc. Puf. Dilín. Burp. Bip. Pum.
Crac. Uf. Ssshhh. Pfff. Crash.
...
El Profesor Flitwick
le había pasado silenciosamente a Harry un pergamino doblado durante
la clase de Encantamiento ese Lunes, y la nota decía que Harry debía
visitar al Director para su conveniencia y en tal forma que nadie más
se diera cuenta, especialmente no Draco Malfoy o el Profesor
Quirrell. Su clave de un-uso para la gárgola sería "quebrantahuesos
aprensivos". Esto había sido acompañado por un dibujo en tinta
extremadamente artístico del Profesor Flitwick mirándolo
severamente, los ojos del cual parpadeaban ocasionalmente; y al fondo
de la nota, subrayado tres veces, estaba la frase NO TE METAS EN
PROBLEMAS.
Y así Harry había
finalizado la clase de Transformación, y estudiado con Hermione, y
comido la cena, y hablado con sus tenientes, y finalmente, cuando el
reloj dio las nueve, se volvió invisible y regresó a las 6PM y
cansina y penosamente se fue hacia la gárgola, las escaleras
giratorias en espiral, la puerta de madera, el cuarto lleno de
pequeños y quisquillosas cosas, y la figura de barba plateada del
Director.
Esta vez, Dumbledore
se veía bastante serio, la sonrisa acostumbrada ausente; y estaba
vistiendo pijamas de un oscuro y más sobrio purpura que el usual.
"Gracias por
venir, Harry," saludó el Director. El anciano mago se levantó
de su trono, empezando a caminar lentamente a través del cuarto y
los extraños objetos. "Primero, ¿tienes contigo las notas del
encuentro de ayer con Lucius Malfoy?"
"¿Notas?"
espetó Harry.
"De
seguro
lo has escrito..." titubeó el anciano mago, y su voz se fue
apagando.
Harry
se sintió muy avergonzado. Sí, si tú te tropezabas con una
conversación misteriosa llena de pistas significantes que tú no
entendías, la maldita
cosa más obvia
para hacer era escribir todo inmediatamente después, antes de que la
memoria se desvaneciera, para que así pudieras intentar descubrirlo
después.
"Está bien,"
reparó el Director, "de memoria entonces."
Harry
tímidamente recitó tan bien como pudo, y llegó casi a la mitad
hasta que comprendió que no era inteligente nada más ir y contarle
todo al posiblemente-loco Director, al menos no sin haberlo pensado
primero, pero claro Lucius era definitivamente
un tipo malo y el oponente de Dumbledore así que probablemente era
una buena idea informarle, y Harry ya había iniciado a explicar y
era demasiado tarde para calcular las cosas ahora...
Harry finalizó su
relato honestamente.
La expresión de
Dumbledore se había vuelto más remota a medida que Harry seguía, y
al final había una mirada de antigüedad sobre él, una severidad en
el aire.
"Bueno,"
concluyó Dumbledore. "Le sugiero que tome las mejores de las
precauciones para que el heredero de Malfoy no
sufra daño, entonces. Y yo haré lo mismo." El Director estaba
petrificado, sus dedos tamborileando sin producir sonido a través de
la superficie de tinta negra de un plato inscrito con la palabra
Leliel.
"Y creo que sería extremadamente sabio para ti evadir toda
interacción con Lord Malfoy de ahora en adelante."
"¿Usted
sí
interceptó los búhos que eran para mí?" preguntó Harry.
El Director
contempló a Harry por un largo momento, entonces asintió
reluctante.
Por
alguna razón Harry no se estaba sintiendo tan ofendido como debería
haber estado. Tal vez no era otra cosa que Harry encontraba muy fácil
simpatizar con el punto de vista del Director ahora mismo. Incluso
Harry podía comprender por qué Dumbledore no querría que él
tuviera interacción con Lucius Malfoy; no parecía un acto malvado.
A
diferencia del chantaje del Director sobre Zabini... para el cual
ellos sólo tenían la palabra de Zabini, y Zabini era salvajemente
no-confiable, de hecho era difícil ver otra cosa que Zabini no
contando la mejor historia para obtener la mayor cantidad de simpatía
de parte del Profesor Quirrell...
"Que tal si, en
lugar de protestar, yo admito que entiendo su punto de vista,"
continuó Harry, "¿y usted sigue interceptando mis búhos, mas
usted me informa de quién?"
"He
interceptado una gran cantidad de búhos para ti, me temo,"
Dumbledore respondió sobriamente. "Tú eres una celebridad,
Harry, y recibes una docena de cartas al día, algunas de afuera y
muy lejos de este país, yo no las regresé."
"Eso,"
Harry replicó, empezando a sentir un poco de indignación, "es
ir demasiado lejos -"
"Muchas de esas
cartas," el anciano mago interrumpió con calma, "te
pedirán cosas que tú no puedes dar. No las he leído, por supuesto,
nada más las regreso a sus remitentes sin haber sido entregadas. Sin
embargo sé lo que contienen, por que yo mismo he recibido cartas
similares. Y eres demasiado joven, Harry, para tener tu corazón roto
seis veces antes del desayuno cada mañana."
Harry
bajo la vista a sus zapatos. Debería
insistir sobre leer las cartas y juzgar por sí mismo, pero... había
una pequeña voz de sentido común dentro de él, y estaba gritando
muy fuerte ahora mismo.
"Gracias,"
Harry farfulló.
"La otra razón
por la que te pedí venir aquí," siguió el anciano mago, "es
que deseaba consultar tu genio único."
"¿Transformación?"
inquirió Harry, sorprendido y halagado.
"No,
no ese
genio único," corrigió Dumbledore. "Dime, Harry, ¿qué
maldad podrías lograr si se le permitiera a un Dementor penetrar
dentro de los terrenos de Hogwarts?"
...
Sucedió que el
Profesor Quirrell había solicitado, o más bien demandado, que sus
estudiantes probaran sus habilidades contra un Dementor de verdad
después de haber aprendido las palabras y gestos para el
Encantamiento Patronus.
"El
Profesor Quirrell es incapaz de lanzar el Encantamiento Patronus por
sí mismo," continuó Dumbledore, al tiempo que caminaba
lentamente a través de los dispositivos. "Lo que nunca es una
buena señal. Sin embargo, él voluntariamente
me reveló aquello para exigir que instructores externos fueran
traídos para enseñar el Encantamiento Patronus a todo estudiante
que deseara aprenderlo; se ofreció a pagar el gasto por sí mismo,
si yo no lo hacía. Esto me impresionó enormemente. Pero insiste en
traer a un Dementor -"
"Director,"
Harry dijo con calma, "El Profesor Quirrell cree firmemente
en pruebas de fuego-en-vivo bajo condiciones de combate realistas.
Querer ingresar un Dementor de verdad está completamente
en carácter para él."
Ahora el Director le
estaba otorgando a Harry una mirada extraña.
"¿En
carácter?"
preguntó el anciano mago.
"Me
refiero a que," respondió Harry, "es enteramente
consistente con la forma que el Profesor Quirrell actúa
usualmente..." Harry perdió el hilo. ¿Por qué lo había
puesto de ese modo?
El
Director asintió. "Así que tienes la misma sensación que yo
tengo; que es una excusa. Una excusa muy razonable,
para estar seguro; más de lo que podrías darte cuenta. A menudo,
magos aparentemente incapaces de lanzar un Encantamiento Patronus
tendrán éxito en la presencia de un Dementor verdadero, yendo de ni
siquiera un único amago de luz hasta un Patronus totalmente
corpóreo. Por qué esto ocurre, nadie lo sabe; sin embargo es así."
Harry se quedó
paralizado. “Entonce realmente no veo por qué tiene usted
sospechas -"
El
Director extendió sus manos como gesto de impotencia. "Harry,
el Profesor
de Defensa
me ha pedido que deje pasar a la más oscura de todas las criaturas a
través de las puertas de Hogwarts. Yo debo
tener sospechas." El Director suspiró. "Y aún así el
Dementor estará vigilado, con protecciones mágicas, en una jaula
muy poderosa, yo mismo estaré allí para observarlo todo el tiempo –
No puedo pensar en ninguna maldad que pudiera
ser hecha. Mas quizá meramente soy incapaz de verlo. Y por eso te lo
estoy solicitando."
Harry contempló al
Director con la boca abierta. Estaba tan conmocionado que ni siquiera
se podía sentir halagado.
"¿Yo?"
inquirió Harry.
"Sí,"
contestó Dumbledore, sonriendo ligeramente. "Hago mi mayor
esfuerzo para anticipar a mis enemigos, para igualar sus retorcidas
mentes y predecir sus pensamientos malvados. Pero yo
nunca hubiera imaginado afilar los huesos de los Hufflepuff para
usarlos como armas."
¿Iba
Harry alguna
vez
a dejar eso atrás?
"Director,"
Harry alegó con precaución, "sé que no se oye muy bien, mas
en toda seriedad: no soy malo, nada más soy muy creativo -"
"No afirmé que
fueras malo," Dumbledore corrigió seriamente. "Hay
aquellos que aseveran que comprender el mal es volverse malo; sin
embargo todo lo que hacen es pretender que son sabios. Más bien
maldad es lo que no conoce el amor, y no se atreve a imaginar el
amor, y nunca puede entender el amor sin cesar de ser malo. Y
sospecho que tú puedes imaginar tu camino dentro de las mentes de
los Magos Oscuros mejor de lo que yo nunca podría, al tiempo que
siguen conociendo el amor por ti mismo. Por lo que, Harry." Los
ojos del Director eran intensos. "Si estuvieras en los zapatos
del Profesor Quirrell, ¿que perjuicios podrías lograr tras haberme
engañado al permitir que un Dementor penetrará en los terrenos de
Hogwarts?"
"Un
momento,"
pidió Harry, y con una especie de carrerilla se lanzó sobre la
silla en frente del escritorio del Director, y se sentó. Era una
larga y confortable silla en esta ocasión, no un taburete de madera,
y Harry pudo sentirse envuelto en cuanto se hundió en ella.
Dumbledore le estaba
pidiendo ser más listo que el Profesor Quirrell.
Punto uno: Harry le
tenía mucho más cariño al Profesor Quirrell que a Dumbledore.
Punto
dos: La hipótesis era que el Profesor de Defensa estaba planeando
hacer algo malo, y en ese caso subjuntivo, Harry estaba obligado
a ayudar al Director a prevenirlo.
Punto tres...
"Director,"
Harry dijo, "si el Profesor Quirrell está
tramando algo, no estoy seguro de que yo pueda
superar su ingenio. Él tiene mucha más experiencia que yo."
El anciano mago
sacudió su cabeza, de algún modo logrando parecer muy solemne a
pesar de su sonrisa. "Te subestimas a ti mismo."
Esa
fue la primera vez que alguien le había dicho eso
a Harry.
"Recuerdo,"
el anciano mago prosiguió, "a un jovencito en esta misma
oficina, frío y controlado cuando se enfrentó al Jefe de Casa de
Slytherin, chantajeando a su propio Director para proteger a sus
compañeros de clase. Y creo que ese jovencito es más astuto que el
Profesor Quirrell, más astuto que Lucius Malfoy, que crecerá para
ser el igual del propio Voldemort. Es a él a quien deseo consultar."
Harry suprimió el
escalofrío que lo recorrió ante ese nombre, mirando pensativa y
fijamente al Director.
¿Cuánto sabe
él...?
El
Director había visto a Harry agarrándose a su misterioso lado
oscuro, más profundamente de lo que se había sumergido antes. Harry
todavía recordaba lo que había sido observar, invisible y con
Giratiempo, a su yo pasado enfrentando a los Slytherins mayores; el
chico con la cicatriz en la frente que no actuaba como los otros. Por
supuesto
el Director hubiera notado algo raro sobre el chico en su oficina...
Y Dumbledore había
concluido que su héroe mascota tenía astucia para compararse a su
enemigo destinado, el Señor Oscuro.
Lo que no era
demandar mucho, considerando que el Señor Oscuro había puesto una
Marca Oscura claramente visible sobre todos los brazos izquierdos de
sus sirvientes, y que había asesinado a un monasterio entero que
enseñaba el arte marcial que él había querido aprender.
Suficiente
astucia para enfrentar al Profesor
Quirrell
sería un tipo de problema completamente
diferente.
Pero
también era claro que el Director no estaría satisfecho hasta que
Harry se pusiera totalmente frío y oscuro, e inventara alguna clase
de respuesta que sonara impresionante e inteligente... que mejor
no fuera a estorbar el método de enseñanza de Defensa del Profesor
Quirrell...
Y
por supuesto Harry acudiría
a su lado oscuro y pensarlo desde esa dirección, nada más para ser
honesto, y nada más por si acaso.
"Dígame,"
Harry dijo, "todo sobre cómo va a ser traído el Dementor, y
cómo va a estar protegido."
Las cejas de
Dumbledore se arquearon por un momento, y entonces el anciano mago
empezó a hablar.
El Dementor sería
transportado a los terrenos de Hogwarts por un trío de Aurores, los
tres conocidos personalmente por el Director, y los tres capaces de
lanzar un Encantamiento Patronus corpóreo. Serían recibidos al
borde de los terrenos por Dumbledore, quien haría entrar al Dementor
a través de las protecciones de Hogwarts -
Harry preguntó si
el pase era permanente o temporal – en caso de que alguien pudiera
traer el mismo Dementor de nuevo al día siguiente.
El pase era temporal
(replicó el Director asintiendo con la cabeza de manera aprobadora),
y la explicación siguió: El Dementor estaría dentro de una celda
con barras de titanio sólido, no Transformadas sino
verdaderamente-forjadas; tras un tiempo en presencia de un Dementor
el metal sería corroído hasta ser polvo, pero no en un mismo día.
Los estudiantes
esperando su turno aguardarían muy alejados del Dementor, detrás de
dos Patronus corpóreos mantenidos por dos de los tres Aurores en
todo momento. Dumbledore esperaría al lado del Dementor con su
Patronus. Sólo un estudiante se aproximaría al Dementor; y
Dumbledore disiparía su Patronus; y el estudiante intentaría lanzar
su propio Encantamiento Patronus; y si fallaban, Dumbledore
restauraría su Patronus antes de que el estudiante pudiera sufrir
cualquier daño permanente. El anteriormente campeón de duelo
Profesor Flitwick también estaría presente mientras hubiera
estudiantes cerca, únicamente para añadir un margen de seguridad.
"¿Por
qué sólo usted
esperando al lado del Dementor?" inquirió Harry. "O sea,
no deberían ser usted además de un Auror -"
El Director negó
con su cabeza. "Ellos no podrían tolerar la repetida exposición
al Dementor, cada vez que disipe mi Patronus."
Y si el Patronus de
Dumbledore fallaba por alguna razón, mientras uno de los estudiantes
estuviera cerca del Dementor, el tercer Auror lanzaría otro Patronus
corpóreo y lo enviaría a escudar al estudiante...
Harry pinchó y
cortó, mas no pudo ver ninguna debilidad en la seguridad.
Por lo que Harry
respiró profundamente, se sumergió dentro de la silla, cerró sus
ojos, y recordó:
"Y eso
serán... ¿cinco puntos? No, que sean diez puntos de Ravenclaw por
replicar."
El frío descendió
con mayor lentitud, más reluctante, Harry no había estado llamando
mucho su lado oscuro últimamente...
Harry tuvo que
recorrer la sesión entera de Pociones en su mente, antes de que su
sangre se congelara en algo cercano a la claridad cristalina y letal.
Y entonces pensó en
el Dementor.
Y fue obvio.
"El Dementor es
una distracción," Harry dijo. La frialdad clara en su voz, ya
que eso era lo que Dumbledore quería y esperaba. "Una gran,
sobresaliente amenaza, pero al fin y al cabo directa, y de la cual
era fácil defenderse. Así que mientras toda tu atención estaba
enfocada en el Dementor, el plan real estaría pasando en otro
lugar."
Dumbledore
contempló a Harry por un momento, y entonces concedió un lento
asentir con la cabeza. "Sí..." dudó el Director. "Y
creo saber de qué
podría ser una distracción, si el Profesor Quirrell pretende algún
mal... gracias, Harry."
El Director seguía
mirando a Harry, con una extraña expresión en aquellos ojos
antiguos.
"¿Qué?"
preguntó Harry con una pizca de molestia, el frío aún presente en
su sangre.
"Tengo
otra inquietud jovencito," contestó el Director. "Es algo
que yo mismo he meditado por mucho tiempo, mas he sido incapaz de
comprender. ¿Por
qué?"
Había un trazo de dolor en su voz. "¿Por qué alguien
deliberadamente se convertiría en un monstruo? ¿Por qué hacer mal
sólo por maldad? ¿Por qué Voldemort?"
...
Crash, zzzzz,
ras; din, puf, plas...
Harry miró al
Director sorprendido.
"¿Cómo
voy a saberlo yo?"
cuestionó Harry. "¿Se supone que mágicamente entenderé al
Señor Oscuro porque soy un héroe, o algo así?"
"¡Sí!"
exclamó Dumbledore. "Mi propio gran enemigo fue Grindelwald, y
a él
lo entendía muy bien en efecto. Grindelwald era mi espejo oscuro, el
hombre que fácilmente pude haber sido, de haber cedido a la
tentación de creer que yo era una buena persona, y que por lo tanto
siempre estaba en lo correcto. Por
el bien mayor,
ese era su gran eslogan; y en verdad él creía en sí mismo, incluso
cuando partió a Europa como un animal herido. Y a él, lo derroté
al final. Sin embargo tras él llegó Voldemort, para destruir todo
lo que yo había protegido en Bretaña." La herida era patente
en la voz de Dumbledore, expuesta sobre su cara. "Él cometió
actos mucho peores que lo peor de Grindelwald, horror por el mero
horror. Yo sacrifiqué todo únicamente para contenerlo, ¡y todavía
no sé por
qué!
¿Por
qué,
Harry? ¿Por qué lo hizo? Él nunca fue mi enemigo destinado, sino
tuyo, por lo que si tienes cualquier tipo de suposición, Harry, ¡por
favor cuéntame! ¿Por
qué?"
Harry bajó la vista
a sus manos. La verdad era que Harry no había leído aún algo sobre
el Señor Oscuro, y ahora mismo no tenía la más mínima pista. Y de
algún modo esa no era parecía una respuesta que el Director
quisiera escuchar. "Demasiados rituales Oscuros, ¿tal vez? Al
principio pensó que podía hacer uno solo, pero sacrificó parte de
su lado bueno, y eso lo hizo menos reluctante a realizar otros
rituales Oscuros, así que hizo más rituales en un ciclo de
retroalimentación positiva que finalizó con un monstruo
tremendamente poderoso -"
"¡No!"
Ahora la voz del Director era agónica. "¡No puedo creer eso,
Harry! ¡Tiene que haber algo más que sólo eso!"
¿Por
qué debería haberlo?
pensó Harry, mas él no pronunció palabra, porque era claro que el
Director creía que el universo era una historia y tenía un plan, y
que a las grandes tragedias no se les permitía pasar excepto por
igualmente grandes, significantes razones. "Lo siento, Director.
El Señor Oscuro no parece un espejo oscuro para mí, para nada. No
hay ni siquiera una cosa que encuentre lo más mínimo
interesante sobre clavar las pieles de la familia Yermy Wibble en la
pared de una sala de prensa."
"¿No
tienes sabiduría para compartir?" preguntó Dumbledore. Había
suplica en la voz del anciano mago, casi mendicidad.
El
mal pasa,
pensó Harry, no
significa ni nos enseña algo, ¿excepto no ser malos? El Señor
Oscuro probablemente no era más que un bastardo egoísta a quien no
le importaba los que fueran lastimados, o un idiota que cometió
errores estúpidamente evitables que luego crecieron como una bola de
nieve. No hay destino detrás de los males del mundo; si a Hitler se
le hubiera permitido entrar en la escuela de arquitectura como él
quería, la historia completa de Europa hubiera sido diferente; si
viviéramos en un mundo donde cosas horribles pasaran por buenas
razones, sólo no sucederían en el primer lugar.
Y nada de eso,
obviamente, era lo que el Director deseaba oír.
El anciano mago
seguía viendo a Harry por encima de un complicado aparato que era
como un chorro de humo congelado, una penosa desesperación en
aquellos antiguos, expectantes ojos.
Bueno, sonar sabio
no era difícil. Era mucho más fácil que ser inteligente, de hecho,
ya que no tenías que pronunciar algo sorprendente o inventar alguna
nueva perspectiva. Tan sólo permitías que el software de
buscador-de-patrones de tu cerebro completara el cliché, usando
cualquier Profunda Sabiduría que hubieras guardado previamente.
"Director,"
Harry habló solemnemente, "preferiría no definirme por mis
enemigos."
De algún modo, aún
en el medio de todo ese rompimiento y rasgueo, hubo algún tipo de
silencio.
Eso había resultado
un poco más Profundamente Sabio de lo que Harry había pretendido.
"Podrías ser
muy sabio, Harry..." el Director murmuró lentamente.
"Desearía... que yo hubiera podido ser definido por mis
amigos." El dolor en su voz había crecido profusamente.
La mente de Harry
buscó apresuradamente por algo más Profundamente Sabio que añadir
que suavizara la fuerza no intencional del golpe anterior -
"O tal vez,"
Harry sugirió más blandamente, "es el enemigo el que hace al
Gryffindor, como es el amigo el que hace al Hufflepuff, y la ambición
lo que hace al Slytherin. Yo sé que es siempre, en cada generación,
el rompecabezas lo que hace al científico."
"Es un destino
aterrador al que condenad a mi Casa, Harry," comentó el
Director. La pena seguía en su voz. "Porque ahora que lo
señalas, yo sí creo que fui prácticamente hecho por mis enemigos."
Harry contempló sus
propias manos, yaciendo sobre sus rodillas. Quizá él debía
callarse mientras estuviera ganando.
"Sin
embargo has
respondido mi pregunta," concluyó Dumbledore con menos dureza,
como pensando en voz alta. "Debí darme cuenta que esa sería la
clave de un Slytherin. Por su ambición, todo por el bien de su
ambición; y eso
lo sé, aunque no el
por qué..."
Por un tiempo Dumbledore miró hacia la nada; luego se enderezó, y
sus ojos parecieron enfocarse de nuevo sobre Harry.
"Y
tú, Harry," prosiguió el Director, "¿te nombras a ti
mismo un científico? "
Su voz estaba atada con sorpresa y desaprobación.
"¿No le gusta
la ciencia?" preguntó Harry un poco fatigado. Había esperado
que Dumbledore tuviera apego a las cosas Muggle.
"Supongo que
puede ser útil a aquellos sin varitas," contestó Dumbledore,
haciendo una pausa. "Pero me parece una cosa extraña para
definirse a uno mismo. ¿Es la ciencia tan importante como el amor?
¿Como la amabilidad? ¿Como la amistad? ¿Es la ciencia lo que hace
que le tengas aprecio a Minerva McGonagall? ¿Es la ciencia lo que
hace que te importe Hermione Granger? ¿Será la ciencia a la que
acudas, cuando intentes encender con calidez el corazón de Draco
Malfoy?"
Sabes, la cosa
más triste es que, probablemente piensas que acabas de soltar alguna
clase de argumento increíblemente sabio para noquear.
Ahora, cómo
parafrasear el contra en tal manera que también sonara
increíblemente sabio...
"Usted no es
Ravenclaw," Harry dijo con calmada dignidad, "y por ello
podría no haber pensado que para respetar la verdad, y buscarla
todos los días de tu vida, también podría ser un acto de gracia."
Las cejas del
Director se elevaron. Y luego suspiró. "¿Cómo te convertiste
tan sabio, tan joven...?" El mago anciano se oía triste, en
cuanto pronunciaba. "Tal vez probará ser valioso para ti."
Únicamente
para impresionar magos antiguos que están sobre-impresionados
consigo mismos,
pensó Harry. De hecho estaba algo decepcionado de la credulidad de
Dumbledore; no era que Harry hubiera mentido,
sino que Dumbledore se mostraba demasiado impresionado con la
habilidad de Harry de parafrasear las cosas para que sonaran
profundas, en lugar de ponerlas en términos simples como Richard
Feynman había hecho con su sabiduría...
"El amor es más
importante que la sabiduría," propuso Harry, nada más para
probar los limites de tolerancia de Dumbledore por los clichés
obviamente cegadores completados por puro encaje de patrones sin
ninguna clase de análisis detallado.
El Director asintió
gravemente, y añadió, "En efecto."
Harry
se levantó de la silla, y estiró sus brazos. Bueno,
mejor en voy y amo algo, entonces, eso está destinado a ayudarme a
derrotar al Señor Oscuro. Y la próxima vez que usted me pida
consejo, mejor sólo le doy un abrazo -
"Este día me
has ayudado mucho, Harry," continuó el Director. "Y además
hay una última cosa que quisiera indagar contigo jovencito."
Grandioso.
"Cuéntame,
Harry," inició el Director (y ahora su voz se escuchaba
simplemente intrigada, aunque había un indicio de dolor en sus
ojos), "¿por qué los Magos Oscuros le tienen un miedo tan
grande a la muerte?"
"Eh,"
respondió Harry, "lo siento, tengo que respaldar a los Magos
Oscuros en esta ocasión."
...
Uf, ssshhh, tilín;
glub, plop, burp -
"¿Qué?"
espetó Dumbledore.
"La muerte es
mala," dijo Harry, descartando la sabiduría por el bien de una
comunicación clara. "Muy mala. Extremadamente mala. Tener miedo
a la muerte es igual a estar asustado a causa de un enorme y grande
monstruo con garras venenosas. En realidad tiene mucho sentido, y en
cambio no, de hecho, indica que tengas un problema psicológico."
El Director lo
estaba contemplando como si se hubiera convertido en un gato.
"De
acuerdo," prosiguió Harry, "déjeme ponerlo de este modo.
¿Usted quiere
morir? Porque de ser así, hay una cosa Muggle llamada linea de
prevención de suicidios -"
"Cuando sea el
momento," el mago anciano aclaró con calma. "No antes.
Nunca buscaría apresurar ese día, ni lo voy a rehusar cuando
llegue."
Harry estaba
frunciendo el ceño con severidad. "¡Eso no suena como que
usted tenga una fuerte voluntad para vivir, Director!"
"Harry..."
La voz del mago anciano empezaba a oírse algo impotente; y caminó
hasta un lugar donde su barba blanca, sin notarlo, había penetrado
dentro de la cristalina pecera de vidrio de un pez dorado, y estaba
adquiriendo lentamente un tinte verdoso que se deslizaba hasta su
cabello. "Creo que no me hecho entender. Los Magos Oscuros no se
sientes ansiosos por vivir. Ellos temen
la muerte.
Ellos no se alzan para tocar la luz del sol, sino que huyen ante la
llegada de la noche dentro de cavernas infinitamente oscuras hechas
por ellos mismos, sin lunas ni estrellas. No es vida lo que desean,
sino inmortalidad;
¡y están tan desesperados por obtenerla que sacrificarían sus
propias almas! ¿Quieres vivir por siempre,
Harry?"
"Sí, y usted
también," respondió Harry. "Quiero vivir un día más.
Mañana todavía querré seguir viviendo otra día más. Por lo tanto
quiero vivir por siempre, probado por la inducción de enteros
positivos. Si usted no quiere morir, significa que usted desea vivir
por siempre. Si usted no quiere vivir por siempre, significa que
quiere morir. Usted tiene que hacer uno o el otro... No me estoy
haciendo comprender, ¿verdad?"
Las dos culturas se
observaron entre sí a través de un enorme espacio de
inconmensurabilidad.
"He
vivido ciento diez años," el mago anciano inició con calma
(extrayendo su barba de la pecera, y agitándola para sacudirse el
color). "He visto y hecho muchas cosas grandiosas, demasiadas de
las cuales nunca hubiera querido ver o hacer. Y aún así no me
arrepiento de estar con vida, porque ver a mis estudiantes crecer es
una alegría que no ha empezado a cansarme. ¡Pero no desearía vivir
hasta cuando eso suceda! ¿Qué harías
tú con la eternidad, Harry?"
Harry respiró
profundamente. "Conocer a todas las personas interesantes en el
mundo, leer todos los buenos libros y entonces escribir algo aún
mejor, celebrar el cumpleaños número diez de mi primer nieto en la
Luna, celebrar el cumpleaños número cien de mi primer
tátara-tátara-tátara nieto en los Anillos de Saturno, aprender las
más profundas y definitivas reglas de la Naturaleza, entender la
naturaleza de la consciencia, descubrir si algo existe en primer
lugar, visitar otras estrellas, descubrir extraterrestres, crear
extraterrestres, reunirme con todos en una fiesta al otro lado de la
Vía Láctea una vez que la hayamos explorado por completo,
encontrarme con todos los demás que nacieron en la Vieja Tierra para
ver el Sol desaparecer finalmente, y solía preocuparme por encontrar
una forma de escapar este universo antes de que se le acabara la
negatoentropía sin embargo me siento mucho más esperanzado ahora
que he descubierto que las tan-llamadas reglas de la física no son
más que guías opcionales."
"No entendí
mucho de eso," dijo Dumbledore. "Pero debo preguntar si
estas son cosas que en verdad deseas tan desesperadamente, o si nada
más te las imaginas así para no imaginarte estar cansado, mientras
corres y corres de la muerte."
"Vida no es una
lista de cosas finitas que vas marcando antes de que se te permita
morir," Harry habló firmemente. "Es vida, sólo vas y la
vives. Si no estoy haciendo esas cosas es porque encontré algo
mejor."
Dumbledore suspiró.
Sus dedos tamborilearon sobre un reloj; mientras lo tocaban, los
numerales cambiaron a una escritura indescifrable, y brevemente las
manecillas aparecieron en posiciones diferentes. "En el
improbable evento que se me permita quedarme hasta los ciento
cincuenta," argumentó el mago anciano, "no creo que me
importe. Sin embargo doscientos años sería por completo demasiado
de algo bueno."
"Sí,
bueno," Harry replicó, su voz algo seca al pensar en su Mamá y
Papá y su
recortado lapso si Harry no hacía algo al respecto, "Sospecho,
Director, que si usted viniera de una cultura donde las personas
estuvieran acostumbradas a vivir durante cuatrocientos años, que
morir a los doscientos parecería igual de trágico y prematuro que
morir a los, por ejemplo, ochenta."
La voz de Harry se endureció, sobre la última palabra.
"Quizá,"
al mago anciano admitió pacíficamente. "No desearía morir
antes que mis amigos, ni vivir después de que todos ellos se hayan
ido. El tiempo más difícil es cuando aquellos a los que más amas
se han ido antes que tú, y aún así otros siguen viviendo, por cuyo
bien debes quedarte..." Los ojos de Dumbledore estaban fijos
sobre Harry, y aumentando su tristeza. "No me lamentes
exageradamente, Harry, cuando mi tiempo llegue; estaré con aquellos
a quienes desde hace mucho extraño, en nuestra siguiente gran
aventura."
"¡Oh!"
Harry exclamó con repentina comprensión. "Usted cree en una
vida
después de la muerte.
¿Tenía la impresión de que los magos no tenían religión?"
...
Toc. Bip. Pum.
"¿Cómo
puedes tú no creerlo?"
interrogó el Director, mostrándose enteramente asombrado. "Harry,
¡eres un mago! ¡Has visto fantasmas!"
"Fantasmas,"
Harry murmuró, su voz monótona. "Te refieres a esas cosas como
retratos, memorias guardadas y personalidades sin consciencia o vida,
accidentalmente impresas en los materiales cercanos por la explosión
mágica que acompaña la muerte violenta de un mago -"
"He
escuchado esa teoría," lo interrumpió el Director, con voz más
afilada, "repetida por magos que confunden el cinismo con la
sabiduría, que creen que mirar a otros hacia abajo es elevarse ellos
mismos. ¡Es una de las ideas más tontas que he escuchado en ciento
diez años! Sí, los fantasmas no aprenden o crecen, ¡porque no
es aquí donde pertenecen!
Las almas tienen que seguir avanzando, ¡no hay vida para ellos aquí!
Y si no por los fantasmas, ¿entonces qué hay del Velo? ¿Qué hay
de la Piedra de la Resurrección?"
"De
acuerdo," Harry clamó, procurando mantener su voz calmada,
"Escucharé su evidencia, porque es
lo que un científico hace.
Mas antes, Director, permita que le cuente una pequeña historia."
La voz de Harry estaba temblando. "Sabe, cuando llegué aquí,
cuando me bajé del tren en King's Cross, no me refiero a ayer sino
en Septiembre, cuando me bajé del tren entonces, Director, yo nunca
había visto un fantasma. Yo no estaba esperando fantasmas. Así que
cuando los vi, Director, hice algo realmente tonto. Salté
a conclusiones.
Yo, yo pensé que había
una después de la muerte, creí que nadie jamás moría en verdad,
creí que todos los que la especie humana había perdido desde
siempre estaban bien después de todo, creí que los magos podían
hablar con las personas que habían muerto, que nada más se
necesitaba el hechizo correcto para invocarlos, que los magos podían
hacer
eso, pensé que podía conocer a mis padres que habían muerto por
mí, y contarles que había escuchado sobre su sacrificio y que había
empezado a llamarlos mi madre y padre -"
"Harry,"
susurró Dumbledore. Agua resplandeció en los ojos del mago anciano.
Él se adelantó un paso a través de la oficina -
"Y
entonces,"
espetó Harry, la furia surgió totalmente en su voz, la ira fría
hacia el universo por ser como era y consigo mismo por ser tan
estúpido, "le pregunté a Hermione y ella dijo que no son más
que imágenes
residuales,
quemadas dentro de la piedra del castillo por la muerte de un mago,
como las siluetas dejadas en las paredes de Hiroshima. ¡Y yo debí
haberlo sabido! ¡Debí saberlo sin tan siquiera preguntar! ¡No debí
haberlo creído ni siquiera durante esos treinta segundos! Porque si
las personas tuvieran almas no había tal cosa como el daño
cerebral, si tu alma pudiera seguir hablando después de que todo tu
cerebro se hubiera ido, ¿cómo podría el daño al hemisferio
cerebral izquierdo quitar la habilidad para hablar? Y la Profesora
McGonagall, cuando me contó sobre cómo murieron mis padres, ella no
actuó como si nada más se hubieran ido a un largo viaje en otro
país, como si hubieran emigrado a Australia en los tiempos de los
barcos de vela, que es como las personas actuarían si de
hecho supieran
que la muerte sólo es ir a otro lugar, si tuvieran evidencia
fehaciente para la vida después de la muerte, en vez de inventar
cosas para consolarse a sí mismos, cambiaría todo,
no importaría
que todos hubieran perdido a alguien en la guerra, ¡sería algo
triste pero no horrible!
¡Y ya había visto personas en el mundo mágico que no actuaban así!
¡Por lo que tenía que haberlo sabido! Y ahí fue cuando supe que
mis padres realmente estaban muertos y se habían ido para siempre
jamás, que no quedaba nada de ellos, que nunca tendría una
oportunidad de conocerlos y, y, y los otros niños pensaron que yo
estaba llorando porque le tenía miedo
a los fantasmas -"
La expresión del
mago anciano era horrorizada, abrió su boca para hablar -
"¡Así
que dígame, Director! ¡Informe a mi persona sobre la evidencia! Sin
embargo no
se atreva
a exagerar ni siquiera un fragmento, porque si me da falsas
esperanzas de nuevo, y luego descubro que usted me mintió o exageró
las cosas aunque fuera un poco, ¡jamás lo perdonaré! ¿Qué
es el Velo?"
Harry levantó la
mano y se limpió sus mejillas, mientras que las cosas de vidrio en
la oficina dejaron de vibrar a causa de su último grito.
"El Velo,"
informó el mago anciano únicamente con un ligero temblor en su voz,
"es un gran arco de piedra, guardado en el Departamento de
Misterios; un portal a la tierra de los muertos."
"¿Y
cómo sabe alguien eso?" preguntó Harry. "No me cuente lo
que usted cree, ¡cuénteme lo que ha visto!"
La manifestación
física de la barrera entre los mundos era un gran arco de piedra,
antigua y alta y llegando a una punta afilada, con un andrajoso velo
negro igual a la superficie de una piscina de agua, alargado entre
las rocas; ondulando, siempre, del constante camino de ida que servía
de pasaje a las almas. Si te ponías de pie al lado del Velo podías
escuchar las voces de los muertos llamando, siempre llamando en
susurros apenas en el lado equivocado de la comprensión, sonando más
fuertes y más numerosas si te quedabas e intentabas escuchar, como
si procuraran comunicarse; y si escuchabas demasiado tiempo, irías a
encontrarlos, y en el momento que tocaras el Velo serías succionado
por ahí, y nunca se escucharía de ti de nuevo.
"Eso
ni siquiera suena como un fraude interesante,"
Harry dijo, su voz más calmada ahora que no había nada que lo
hiciera tener esperanzas, o enojarse por tener sus esperanzas
aplastadas. "Alguien construyó un arco de piedra, hizo una
pequeña superficie negra ondulante en el medio que Desvanecía
cualquier cosa que tocara, y lo encantó para susurrar a las personas
e hipnotizarlas."
"Harry..."
el Director susurró, comenzando a verse muy preocupado. "Puedo
contarte la verdad, pero si te rehúsas a escucharla..."
Tampoco
es interesante.
"¿Qué es la Piedra de la Resurrección?"
"No te lo
revelaría," el Director inició con lentitud, "salvo que
temo lo que esta incredulidad podría hacerte... así que escucha,
entonces, Harry, por favor escucha..."
La Piedra de la
Resurrección era una de las tres legendarias Reliquias de la Muerte,
emparentada con la capa de Harry. La Piedra de la Resurrección podía
llamar las almas de los muertos – traerlas de regreso al mundo de
los vivos, aunque no como solían ser. Cadmus Peverell usó la piedra
para llamar a su amor perdido de entre los muertos, sin embargo su
corazón permaneció con los muertos, y no en el mundo de los vivos.
Y con el tiempo eso lo volvió loco, y se mató a sí mismo para
estar con ella de verdad una vez más...
Con total cortesía,
Harry alzó su mano.
"¿Sí?"
el Director preguntó reluctante.
"La
prueba obvia es ver si la Piedra de la Resurrección realmente
llama a los muertos, o nada más proyecta una imagen de la mente del
usuario, es plantear una duda cuya respuesta usted
desconozca, mas la persona muerte sí
sepa, y que eso pueda ser verificado definitivamente en este mundo.
Por ejemplo, llamar -"
Entonces
Harry hizo una pausa, porque esta
vez se las arregló para pensar un paso adelante de su lengua, tan
rápido como para no
pronunciar el primer nombre y prueba que surgió en su mente.
"...su esposa
muerta, e inquirir en dónde ella dejó sus aretes perdidos, o algo
por el estilo," Harry finalizó. "¿Acaso alguien hizo
alguna prueba como esa?"
"La Piedra de
la Resurrección ha estado perdida durante siglos, Harry," el
Director informó en voz baja.
Harry
se encogió de hombros. "Bueno, soy un científico, y siempre
estoy dispuesto a ser convencido. Si en verdad
cree que la Piedra de la Resurrección llama a los muertos –
entonces debe creer que una prueba como esa tendría éxito,
¿correcto? ¿Así que sabe algo sobre dónde hallar la Piedra de la
Resurrección? Ya poseo una
Reliquia de la Muerte debido a circunstancias altamente misteriosas,
y, bueno, ambos sabemos cómo el ritmo del mundo funciona con este
tipo de cosas."
Dumbledore contempló
a Harry.
Harry miró al
Director del mismo modo.
El mago anciano pasó
una mano a través de su frente y murmuró, "Esto es locura."
(De alguna forma,
Harry se las arregló para evitar reírse.)
Y Dumbledore le dijo
a Harry que sacara la Capa de Invisibilidad de su monedero; bajo la
dirección del Director, Harry contempló adentró del revés de la
capucha hasta que la vio, débilmente dibujada sobre una incrustación
plateada en tono escarlata que se desvanecía como sangre seca, el
símbolo de las Reliquias de la Muerte: un triangulo, con un circulo
trazado adentro, y una linea dividiendo ambos.
"Gracias,"
Harry clamó con educación. "me aseguraré de mantener un ojo
abierto para una piedra con esa marca. ¿Usted tiene alguna otra
evidencia?"
Dumbledore
aparentaba estar luchando internamente consigo mismo. "Harry,"
el mago anciano retomó, su voz elevándose, "es peligroso el
camino que estás caminando, no estoy seguro de hacer lo correcto al
decir esto, ¡pero debo
apartarte de este sendero! Harry, ¿cómo
podría Voldemort haber sobrevivido la muerte de su cuerpo si no
poseyera un alma?"
Y
ahí
fue cuando Harry se dio cuenta que desde un principio había
exactamente una persona que originalmente
le contó a la Profesora McGonagall que el Señor Oscuro seguía con
vida; y que era el Director loco de su manicomio de escuela, quien
pensaba que el mundo funcionaba con clichés.
"Buena
pregunta," Harry respondió, tras un debate interno sobre cómo
proceder. "Tal vez él descubrió alguna forma de duplicar el
poder de la Piedra de la Resurrección, sólo que el la cargó por
adelantado con una copia completa
de su estado cerebral. O algo por el estilo." Harry estaba de
repente muy inseguro de estar intentando inventar una explicación
para algo que de
hecho había pasado.
"En verdad, ¿puede usted nada más seguir y revelarme cómo
sobrevivió el Señor Oscuro y qué podría necesitarse para
matarlo?" Si
es que tan siquiera todavía existe aparte de ser un titular en el
Quibbler.
"No me estás
engañando, Harry," protestó el mago anciano; su rostro
viéndose cansado, y delineado por más que unos años. "Sé por
qué estás indagando esa cuestión realmente. No, no he leído tu
mente, no tengo que hacerlo, ¡tú titubeó te delata! ¡Buscas el
secreto de la inmortalidad del Señor Oscuro para poder usarlo
contigo mismo!"
"¡Equivocado!
¡Quiero el secreto de la inmortalidad del Señor Oscuro para poder
usarlo con todos!"
...
Ras, crac, pfff...
Albus Percival
Wulfric Brian Dumbledore únicamente se quedó allí de pie mirando a
Harry con su boca abierta tontamente.
(Harry se premió a
sí mismo con una calificación alta para el Lunes, ya que había
logrado explotar la mente de alguien antes del final del día.)
"Y
en caso de que no quede claro," añadió Harry, "por todos
también me refiero a los Muggles, no sólo todos los magos."
"No,"
espetó el mago anciano, sacudiendo su cabeza. Su voz alzada. "¡No,
no, no! ¡Esto
es locura!"
"¡Mua ja ja!"
se mofó Harry.
La
expresión del mago anciano era repleta de ira y preocupación.
"Voldemort robó el libro del cual recogió su secreto; no
estaba allí cuando fui a buscarlo. Pero esto sí lo sé, y esto es
lo que te diré: su inmortalidad nació de un ritual terrible y
Oscuro, ¡más negro que el más negro de los tonos! Y fue Myrtle, la
pobre y dulce Myrtle, quien murió por ello; su inmortalidad requirió
sacrificio, requirió asesinato
-"
"¡Bueno
obviamente
no voy a popularizar un método de inmortalidad que requiere el
asesinato de las personas! ¡Eso derrotaría el propósito
por completo!"
Se produjo una pausa
sobresaltada.
Lentamente la cara
del mago anciano se relajó hasta quedarse sin ira, aunque seguía
habiendo preocupación allí. "No usarías un ritual que
requiera sacrificios humanos."
"No
sé que piensa usted de mí, Director,"
Harry habló con frialdad, su propia rabia creciendo, "¡sin
embargo no olvidemos que soy
yo
quien desea que las personas vivan!
¡Aquel que quiere salvar
a todos! ¡Usted
es el
que cree que la muerte es asombrosa y que todos estamos obligados a
morir!"
"Me
perdiste, Harry," afirmó el mago anciano. Sus pies una vez más
empezaron a pasear a través de su extraña oficina. "Desconozco
qué debo decir." Cogió una bola de cristal que parecía
contener una mano rodeada de flamas, la miró con expresión triste.
"Únicamente que he sido grandemente malentendido por ti... ¡No
quiero
que todos mueran, Harry!"
"¡Nada
más no quiere que todos sean inmortales," Harry replicó con
considerable ironía. Era como si las tautologías lógicas
elementales como Todo
x: Muere(x) = No Existir x: No Morir(x)
estuvieran más allá de las habilidades razonadoras del mago más
poderoso del mundo.
El mago anciano
asintió. "Tengo menos temor que antes, mas sigo bastante
preocupado por ti, Harry," él reconoció con calma. Su mano, un
poco envejecida por el tiempo, pero aún fuerte, ubicó la bola de
cristal firmemente sobre su repisa. "Porque el miedo a la muerte
es una cosa amarga, una enfermedad del alma por la cual las personas
son retorcidas y deformadas. Voldemort no es único Mago Oscuro que
ha descendido por ese camino desolador, aunque temo que él lo ha
llevado más lejos que cualquiera antes que él."
"¿Y
usted cree que usted
no le tiene miedo a la muerte?" Harry inquirió, sin tan
siquiera intentar enmascarar la incredulidad en su voz.
El rostro del mago
anciano era pacífico. "No soy perfecto, Harry, sin embargo creo
que he llegado a aceptar mi muerte como parte de mí mismo."
"Aja,"
Harry carraspeó. "Verá, hay una pequeña cosa llamada
disonancia
cognitiva,
o en términos simples, uvas
agrias.
Si las personas fueran golpeadas en sus cabezas con cachiporras una
vez al mes, y nadie pudiera hacer nada al respecto, muy pronto habría
todo tipo de filósofos, pretendiendo
ser sabios
como usted dice, que encontrarían toda clase de increíbles
beneficios
de ser golpeado en la cabeza con una cachiporra una vez al mes. Por
ejemplo, que te hace más rudo, o te hace más feliz en los días en
que no
estás siendo golpeado con una cachiporra. Mas si usted fuera con
alguien que no
estuviera
siendo golpeado, y usted le preguntara si quiere iniciar,
a cambio de esos maravilloso
beneficios,
él diría que no. Y si usted
no tuviera
que morir, si usted proviniera de un lugar que ni siquiera ha llegado
a escuchar
alguna vez sobre la muerte, y yo le sugiriera a usted que sería una
sorprendente
y fantástica y grandiosa idea
para las personas arrugarse y envejeces y eventualmente cesar de
existir, en ese caso, ¡usted haría que me encerraran en un asilo
para lunáticos! ¿Así que por qué posiblemente alguien pensaría
algo tan tonto como que la muerte es algo bueno?
Porque le tiene miedo, porque usted en verdad
no quiere morir, y ese pensamiento le duele tanto por dentro que
tiene que racionalizarlo para hacerlo a un lado, hacer algo para
anestesiar el dolor, para que no tenga que pensar sobre ello -"
"No, Harry,"
el mago anciano lo cortó. Su expresión era gentil, su mano recorrió
una luminosa pileta de agua que producía campanillas musicales en
cuanto sus dedos la movían. "Aunque puedo entender cómo tú
debes pensar eso."
"¿Usted
quiere comprender a los Magos Oscuros?" Harry preguntó, con voz
dura y siniestra. "Entonces miré dentro de la parte de usted
mismo que huye no de la muerte sino del miedo
a la muerte, que halla el miedo tan insoportable que abraza a la
Muerte como una amiga y se engaña con eso, intentando convertirse en
uno solo con la noche para poder pensar en usted mismo como el
maestro del abismo. ¡Tienes que tomar los más terribles de todos
los males y llamarlos bien! Con nada más que un ligero cambio esa
misma parte suya mataría inocentes, y lo llamaría amistad. Si usted
puede nombrar la muerte mejor que la vida entonces puede girar su
compás moral para que apunte a cualquier
lado -"
"Creo,"
dijo Dumbledore, sacudiéndose gotas de agua de su mano al sonido del
titilar de las campanillas, "que tú comprender a los Magos
Oscuros muy
bien, in ser tú uno de ellos." Fue expresado con perfecta
seriedad, y sin acusación. "Pero tu comprensión de mí,
me temo, brilla por su ausencia." El mago anciano estaba
sonriendo, y había una gentil risa en su voz.
Harry estaba
procurando no enfriarse más de lo que ya estaba; de algún lugar
manaba dentro de su mente una resplandeciente furia de resentimiento,
ante la condescendencia de Dumbledore, y toda las risas que los
viejos sabios tontos habían usado en lugar de argumentos. "Lo
divertido, sabe, es que pensé que iba ser igual de imposible hablar
con Draco Malfoy, y en vez de eso, en su infantil inocencia, él era
cien veces más fuerte que usted."
Una mirada de
confusión cruzó el rostro del mago anciano. "¿A qué te
refieres?"
"Me
refiero," Harry explicó, con voz mordaz, "a que Draco en
verdad
tomaba sus propias creencias seriamente
y procesó mis palabras en lugar de tirarlas
por la ventana
al sonreír con gentil superioridad. Usted es tan viejo y sabio, ¡ni
siquiera puede notar
nada de lo que digo! ¡No entender, notar!"
"Te
he
escuchado, Harry," protestó Dumbledore, mostrándose más
solemne ahora, "pero escuchar no siempre es lo mismo que
concordar. Desacuerdos a un lado, ¿qué es lo que crees que yo no
comprendo?"
Que si usted
realmente creyera en la vida después de la muerte, usted iría a San
Mungo y asesinaría a los padres de Neville, Alice y Frank
Longbottom, así ellos podrían avanzar a su próxima gran aventura,
en vez de dejarlos dilatarse aquí en su estado perturbado -
Harry
apenas, apenas
se contuvo de hablar en voz alta.
"De
acuerdo," Harry declaró con frialdad. "Contestaré su
pregunta original, entonces. Usted inquirió por qué los Magos
Oscuros le tienen miedo a la muerte. Pretenda, Director, que usted
realmente
creyera en las almas. Pretenda que cualquiera pueda verificar la
existencia de las almas en todo momento, pretenda que nadie llora en
los funerales porque saben
que sus seres amados siguen con vida. ¿Ahora puede usted imaginarse
destruyendo
un alma? Rasgándola en pedazos hasta que no quede nada para ir a su
próxima gran aventura? ¿Puede imaginar que cosa tan terrible sería,
el peor crimen que jamás se haya cometido en la historia del
universo, por el cual usted haría cualquier cosa para evitar que
sucediese tan siquiera una vez? Porque eso
es lo que la Muerte es en realidad - ¡La aniquilación de un alma!"
El
mago anciano estaba observándolo, una expresión triste en sus ojos.
"Supongo que ahora sí
entiendo," él dijo en voz baja.
"¿Oh?"
dudó Harry. "¿Entender qué?"
"Voldemort,"
respondió el mago anciano. "Al fin lo comprendo. Porque para
creer que el mundo es verdaderamente así, debes creer que no hay
justicia alguna, que está tejido de oscuridad hasta el núcleo. Te
pregunté por qué él se convirtió en un monstruo, y no pudiste
darme razón alguna. Y si pudiera interrogarlo a él,
supongo, que su respuesta sería: ¿Por qué no?"
...
Se quedaron de pie
sumergidos en los ojos del otro, el mago anciano dentro de su túnica,
y el jovencito con la cicatriz en forma de rayo sobre su frente.
"Contesta,
Harry," pidió el mago anciano, "¿te convertirás tú
en
un monstruo?"
"No,"
replicó el chico, con una certeza de hierro en su voz.
"¿Por qué
no?" insistió el mago anciano.
El
jovencito estaba de pie muy enderezado, su mandíbula levantada alta
y con orgullo, y declaró: "No hay justicia en las leyes de la
Naturaleza, Director, no hay espacio para la justicia en las
ecuaciones del movimiento. El universo no es malvado, ni bueno,
simplemente no le importa. A las estrellas no les importa, o al Sol,
o al cielo. ¡Pero no tienen por qué! ¡A nosotros
nos importa! ¡Hay luz en el mundo, y somos nosotros!"
"Quiero saber
en que te convertirás, Harry," concluyó el mago anciano. Su
voz era suave, con un extraño asombro y arrepentimiento. "Es
suficiente para hacerme desear vivir y poder verlo."
El chico hizo una
reverencia con pesada ironía, y se fue; y la puerta de roble se
cerró tras él con un portazo.
Capítulo 38 Capítulo 40
Nota del traductor
En la parte donde se menciona a Richard Feyman, Harry explica que este escribía su sabiduría en Inglés simple. Normalmente los traductores traducen esa frase como "Español simple." En lo personal, a mí nunca me ha gustado, se me hace falsear demasiado el sentido de la frase, por lo que preferí traducirlo de un modo más universal: términos simples.
Confieso que leí sobre negatoentropía y no comprendí mucho el término, algo así como un residuo negativo, como lo que serían los desperdicios, aplicado a las fuerzas que dictaminan el funcionamiento del universo.
No fue sencillo traducir las onomatopeyas.
El próximo capítulo debería estar listo en una semana.
...
Escrito por Less Wrong / Eliezer Yudkowsky
Traducido al español por Rhaidot
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