Siento frío, mis brazos tiemblan, mis dientes rechinan y, en general, mi cuerpo tirita con tal fuerza que apenas puedo respirar. Pero no pienso quejarme. No diré una sola palabra sobre el indolente frío, ni comentaré cosa alguna sobre mi malestar. Simplemente continuaré de pie, con la mirada intermitente entre el tablero de arribos y el piso de la terminal. En todo caso, mi autobús está próximo a llegar y en una hora más estaré en casa, en mi hogar. ¿Cuál es la razón de mi silencio? ¿Por qué me debo abstener de hablar?
Quizás se deba a los 33 centígrados que, según la información en el tablero de arribos, son los grados a los que asciende la temperatura de la ciudad. Ahora mismo puedo sentir sobre mí la mirada de algunos viajeros mientras procuro controlar mi temblor corporal.
No se trata de una enfermedad terminal ni de un virus tropical. Mi malestar tiene otro origen. Algunos lo llamarían crisis existencial, pero no soy tan refinada como para sufrir males filosóficos. Si tuviese que describirlo diría que... tengo muerta el alma y nada más.
No se trata de una enfermedad terminal ni de un virus tropical. Mi malestar tiene otro origen. Algunos lo llamarían crisis existencial, pero no soy tan refinada como para sufrir males filosóficos. Si tuviese que describirlo diría que... tengo muerta el alma y nada más.
Lo
sé. Tener el alma podrida en estos días es tan común como sufrir un
resfriado en invierno. Pero, cuando digo que tengo muerta el alma me
refiero exactamente a eso... cuando la vida termina las emociones se
apagan... no existen más. Llevo años caminando, respirando, sonriendo y
nada más. El acto de vivir se ha transformado en un reflejo naturalizado en mi comportamiento por continua
repetición. Nada más. No hay detrás de mis acciones algo más. ¿Acaso eso no es el equivalente a estar muerto en vida?
Algunas veces me sorprendo a mi misma con la mirada perdida entre la multitud preguntándome, casi con incredulidad, cómo es posible que sean tantas las personas que viven sus anodinas vidas sin preguntarse siquiera sobre su propia humanidad.
Mientras las observo comprendo que gran parte de mi malestar proviene del reflejo que asoma a través de sus falsas sonrisas... miles de rostros autoconvencidos de su propia autosatisfacción... tanta falsedad, tanta negación, caldo perfecto para la violencia... autodestrucción. Quiero vomitar. Quiero escapar. Dejar atrás mi humanidad. Transmutar...
Inclino un poco hacia abajo mi cabeza y cerrando mis ojos los presiono suavemente con los dedos corazón y pulgar, de mi mano derecha. Intento parecer casual. ¿Un dolor de cabeza, quizás? Algunas personas lo notan y se alejan un poco de mi, posiblemente temiendo ser contagiados por alguna gripe de temporada.
El autobús se acerca. Pronto estaré en casa. Pronto dejaré atrás este terrible malestar. Lo repito en mi mente una y otra vez, dándome ánimos para continuar.
De una cosa estoy segura. Esta será la última vez que tenga que escucharles. A partir de hoy no tendrán duda alguna. Si. Soy anormal. No cumplo con sus expectativas, ni me ajusto a sus estándares de realidad. Soy a-normal. Sin-norma. Lo he comprendido finalmente, justo ahora. Es por eso que no me pienso detener. No tengo norma alguna de la cual deba depender. Pronto cumpliré mi sueño. Despertaré de mi crisálida y como un ser nuevo todos verán lo A-normal que puedo ser.
Subo al autobús...la cuenta regresiva comienza... es inevitable.
However, one thing we do know is that, regardless of whether you've love and won or adored and lost, when love is genuine, it's constantly justified, despite all the trouble. Mejor Frases De Amor Tumblr
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