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miércoles, 29 de mayo de 2019

Recopilación de los mejores libros de amor que no te puedes perder


frases de amor cortas
Foto por Aung Soe Min en Unsplash

Por lo general sólo le muestro mi lado romántico a mi novia y lo oculto del resto del mundo como si de un monstruo horripilante se tratase. Pero hace poco ella y yo celebramos 10 años de estar juntos, y como se trata de una relación a distancia, creo que tiene bastante mérito.

Nuestra lucha sigue siendo para vivir juntos, y aún no nos hemos rendido, por eso he querido hacer un listado con mis frases de amor cortas de algunas de mis novelas de romance favoritas. Además, añado a un par de autores que si bien no se enfocaron en el romance con su escritura, lo supieron definir a la perfección.

"Nunca es mi deseo ofender, pero soy tan neciamente tímido que a menudo parezco desatento, cuando sólo me retiene mi natural torpeza".


Una frase dicha por Edward Ferrars, el interés amoroso de Elinor Dashwood, en el libro Sensatez y Sentimiento. Es una frase con la cual me identifico mucho por mi propia timidez, de la cual nunca me curé, sin embargo aprendí a disimular mejor. Si bien mi personaje favorito es el Coronel Brandon, me gusta mucho más la relación de Edward y Elinor. El personaje de Marianne se me hace detestable, y lo peor es que a veces yo he sido igual de sentimental y tonta que ella, una parte de mí mismo que debo rechazar a menudo y por lo tanto no me agrada Marianne, quien tendría que haberse caído por un barranco junto con Willoughby.

"Son pocas las personas que en verdad amo, y aún menos de las que pienso bien. Entre más veo este mundo, más insatisfecha estoy con él. Cada día confirma mi creencia en la inconsistencia del humano y de la poca dependencia que se puede tener en la apariencia del mérito o el sentido".


Una frase de Elizabeth Bennet en Orgullo y Prejuicio que a mí me parece muy romántica para dedicar, aunque quizá no se le haga así a personas menos racionales o que no quieran estar conscientes de la decadencia de la mayoría de las personas. A pesar del paso de los años, creo que las frases dichas por Jane Austen a través de sus personajes, siguen siendo igual de relevantes en la actualidad cuando se trata del amor.

"No te acomplejes. Si pudiera soñar, sería contigo. Y no me avergonzaría de ello".


¡Lo sé, es terrible que incluya una frase de Crepúsculo! Lo que pasa es que no puedo evitarlo, el primer libro de la saga de vampiros brillantes tenía tanto potencial, potencial que luego se fue a la porra con los libros que fueron siguiendo. En todo caso, cuando Edward Cullen le habla así a Bella Swan, me recuerda un poco como le hablo yo a mi novia para coquetear. Estoy consciente que Stephenie Meyer difícilmente llegará a ser considerada una escritora de verdad, pero lo cierto es que su novela marcó la forma de amarse de toda una generación.

"Tu madre murió para salvarte. Si hay algo que Voldemort no puede entender es el amor. No se dio cuenta de que un amor tan poderoso como el de tu madre hacia ti deja marcas poderosas. No una cicatriz, no un signo visible... Haber sido amado tan profundamente, aunque esa persona que nos amó no esté, nos deja para siempre una protección".


Sí, la mayoría no piensa en Harry Potter cuando se trata de romance, pero como dice Albus Dumbledore, el amor es la magia más poderosa. Todo empieza con el amor maternal con que Lily protege a su hijo, al menos hasta que sea mayor de edad, lo que me parece una perfecta metáfora para cuando se debe dejar que los hijos tengan su propia vida amorosa y lo único que un padre puede hacer es tener fe. No me gusta mucho la relación de Harry con Ginny, sin embargo él y Hermione nunca fueron el uno para la otra, es una verdad amarga que se debe aceptar al releer la saga de manera imparcial.

"Nunca fui loco, excepto en las ocasiones en que se tocó mi corazón".


Una frase de Edgar Allan Poe que me fascina. Hace parte de una carta a su madre donde manifiesta que está muy enfermo, desdichado a causa de la pérdida de su esposa Virginia Eliza Clemm, y sin deseos de seguir viviendo. De un dolor tan grande surgieron algunas de las mejores obras de Poe, una historia real y tan triste que me conmueve siempre que pienso en ella.

"Hay siempre algo de locura en el amor; pero siempre hay algo de razón en la locura".


Friedrich Nietzsche, siempre tan mentado, rara vez citado con precisión. Aún en la actualidad se debate si él creía que el fin justificaba los medios o no. Lo importante para mí es que tenía razón al establecer esta paradoja con respecto a la locura del amor. A pesar de los celos infundados, de los sentimientos a flor de piel, de las dificultades surgidas de intentar fusionarse en un solo ser, el amor es la dificultad que más vale la pena, la cadena que más libera, la ceguera que permite ver mejor, etcétera.

Espero que les hayan gustado estas frases y encuentren a alguien a quien dedicarlas. En lo que a mí respecta, le voy a enviar esta entrada a Melissa para presumir lo mucho que la quiero.

Gracias por leer.

miércoles, 22 de mayo de 2019

El pelo en la comida y los métodos de la racionalidad


barba
Foto por Nathon Oski en Unsplash

1. ¿Por qué a ciertas personas les sale cabello en la comida frecuentemente?


1.1. Las respuestas más comunes a esta pregunta provienen de creencias supersticiosas o están basadas en ideologías, por lo que no son otra cosa que falsas hipótesis: mala suerte, buena suerte, envidia, maldición, malas energías de la persona, etcétera.

1.2. Las causas más comunes para el pelo en la comida, vistas desde una perspectiva científica, son los errores que se cometen al no seguir las reglas para la manipulación higiénica de alimentos: no usar guantes o red para el cabello o delantal, permitir que las mascotas se acerquen a la cocina, etcétera.

1.3. Una causa no tan común, pero probable, es la gente loca que por creer en la brujería le echa cabello a la comida de modo consciente.

1.4. Hipótesis racional: las personas que con frecuencia encuentran pelo en su comida son observadoras y quisquillosas.

2. ¿Cuáles son las probabilidades de tragar cabello sin que nos demos cuenta?


2.1. De acuerdo a un estudio de la Universidad de Michigan, las mujeres cuyos novios tienen barba pueden tragar hasta 5.000 pelos al día.

2.2. Ser observador y quisquilloso puede reducir la probabilidad de tragar cabello, lo que es bueno para la salud. Sin embargo la sociedad condena esta dos cualidades, tildando a las personas de molestas o groseras si se fijan demasiado en lo que hacen los demás. Hay que recordar que la sociedad es regida por ideologías, no por el sentido común.

3. ¿Cómo podemos minimizar la probabilidad de que nos salga pelo en la comida?


3.1. Cocinar nosotros mismos tomando todas las precauciones higiénicas pertinentes.

3.2. Si debemos comer por fuera de nuestra casa, asegurarnos que quienes preparen la comida cumpliendo con los requisitos mínimos para una buena manipulación de alimentos.

3.3. Volverse más observador y quisquilloso aunque la sociedad lo desapruebe. Nuestra salud debería ser más valiosa que la opinión ajena.

3.4. Tener nuestro cabello corto y depilarse en todas las zonas apropiadas.

Esta entrada fue posible gracias a Rocio Tou, Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp y Richard


Puedes aprender más sobre los métodos de la racionalidad leyendo Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad. Si quieres ir al infinito y más allá, puedes apoyarme en Patreon


Gracias por leer.

martes, 21 de mayo de 2019

El intercambio


profesor
Foto por Liam Macleod en Unsplash

Me di cuenta de que sucedía algo extraño cuando el estudiante Emilio quedó de primero en la prueba de atletismo. Emilio había sido mi peor alumno en la clase de Educación Física durante todo el año. Que se convirtiera en el mejor justamente el día del examen final, fue muy sospechoso.

—Bien hecho Emilio. ¿Te sientes bien después de haber corrido tanto?

—Me siento bien Profesor, no sé preocupe. —Contestó Emilio jadeando.

En ese momento tuve la certeza de que ante mí no tenía a Emilio. Él era un niño muy tímido, apenas y contestaba con monosílabos.

—Ya veo. Por cierto Emilio, no veo a tu hermana gritando y apoyándote como siempre. ¿Dónde está?

El supuesto Emilio tragó saliva con dificultad. Respiró profundamente y luego habló con fingida normalidad.

—¿Mi hermana? Está allí sentada en las gradas, esperándome.

Me giré y pude ver a la supuesta Emilia sentada en el punto más retirado de las gradas. Desde tan lejos, el engaño era aún más creíble.

De acuerdo al reglamento, debía reportar la situación de inmediato. Pero temí lo que una denuncia semejante podía hacer sobre esos dos niños. La verdadera Emilia ya se había esforzado bastante para quedar de primera tanto en la prueba de los hombres como de las mujeres. Y el verdadero Emilio tendría que estar bastante atormentado sentado allí, a la vista de todos, usando las faldas de su hermana.

—Ya se pueden retirar. Eso sí te advierto, no vuelvan hacer esto, porque la próxima vez podrían meterse en serios problemas, ¿de acuerdo? —Hablé en voz baja, aunque lo más severa que pude.

Emilia dentro del uniforme de Educación Física de su hermano gemelo, con expresión de pavor, asintió y se apresuró a recoger sus cosas para irse.

—Una última cosa, ¿por qué es tan importante para tu hermano no reprobar? Espero que no esté ocurriendo nada malo en su casa.

Emilia se quedó sorprendida, luego sonrió sonrojada.

—Para nada Profesor. Es que nuestros padres nos advirtieron que si llegábamos a reprobar aunque fuera una sola materia, no nos iban a llevar con la abuela para las vacaciones. Yo me aburro mucho allí, sin embargo mi hermano en cambio la pasa muy bien, Emilio está aprendiendo a cocinar con ella. De seguro algún día será un gran chef, o algo así.

Suspiré y le hice un gesto con la mano para despacharla. Estaba convencido de haber hecho lo correcto, era fácil imaginar a Emilio como cocinero y a Emilia como corredora. El futuro me dio la razón, y me alegré de haber sido un puente en lugar de una piedra en su camino.

Nota de autor


Quería escribir un cuento bonito en esta ocasión. No tenía aspiraciones racionales ni de grandeza literaria, nada más escribí sobre el tipo de profesor que me habría gustado tener. Muy sentimental de mi parte, lo sé.

Esta entrada fue posible gracias a Rocio Tou, Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp y Richard


viernes, 17 de mayo de 2019

La muerte en vida


noble mansion
Foto por Joao Tzanno en Unsplash

La Duquesa y el Duque recibieron a su sobrino con una sonrisa desdeñosa y aprehensión, respectivamente. Ella porque no les corría la misma sangre por las venas, él por temor a su esposa.

—Mi corazón rebosa alegría al ver que gozan de buena salud, tíos míos. —Saludó el mancebo.

—¿De verdad? Es lo mismo que todos dicen, y siempre me parece que mienten. —Replicó la Duquesa. Su sonrisa se hizo más ancha y siniestra, mostrando que había decidido comerse al pequeño pez que se había atrevido a nadar frente a ella.

—Escuché que trajiste un precioso pañuelo de seda de tu viaje, como regalo a la Duquesa. —El Duque no se atrevió a hacer más por su sobrino, presintiendo que ya todo estaba perdido.

El joven, nervioso, extrajo de su bolsillo una pequeña caja decorada con delicadeza. La Duquesa la cogió con una mano, se detuvo por un segundo, y luego su rostro se iluminó ante el prospecto de una nueva maldad.

—No tienes razón para presumir fortunas que no posees, sobrino político. Os haré el favor de no abrir éste presente, para no tener que desmentir la falsedad de su tela con mis sabios dedos. Espero que me estaréis debidamente agradecido por ello.

La Duquesa habló en voz alta y clara, para que todos en el salón la pudieran escuchar. El joven se descompuso: el rostro rojo de la vergüenza, sudando profusamente y con una expresión entre la ira y el llanto. No gritó, sino que hizo una reverencia y desapareció bajo la mirada burlona del resto de invitados.

La Duquesa no humilló a nadie más el resto de la velada, se limitó a repetir la historia unas diez veces. El Duque se contentó con suspirar.

Nota del autor


Otro cuento que envié a un concurso y nada ganó, hasta donde sé.

La razón por la que me gustan series como Gilmore Girls, es que a veces una simple cena puede ser un campo de batalla. Quería escribir una cena corta e intensa. con la que fuera posible imaginarse todo un mundo.

No me tomó más tiempo con esta nota, HPMOR me está llamando, ¡hasta pronto!

Esta entrada fue posible gracias a Rocio Tou, Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp y Richard

miércoles, 15 de mayo de 2019

El jefe


villano
Foto por Rahul Pariharacodu en Unsplash

El 20 de Julio, cuando se celebra la independencia de Colombia, completé un año de trabajo en Dulce Guarapo, la tienda de Don Daniel. Fue un día bastante movido, con muchos clientes y poco tiempo para estar sentado. Sin embargo yo estaba contento, porque al día siguiente iba a tener un aumento de sueldo. Aunque lo diga yo mismo, trabajé con eficacia y honradez, al igual que los otros trescientos sesenta y cuatro días anteriores.

El guarapo en una bebida elaborada con el jugo de la caña de azúcar al ser pasada por un trapiche. Se le añade hielo para que se conserve mejor y zumo de limón al gusto. No es un proceso complicado, aunque pocos pueden presumir de servir entre cien y doscientos vasos al día como lo hacía yo.

El 21 de Julio llegué a mi turno con cinco minutos de antelación, y esperé a que llegara Don Daniel. Siempre insistía para que lo llamara así: no Daniel, ni Don, sino Don Daniel.

—¡Buenos días Don Daniel! —Lo saludé emocionado cuando lo vi llegar.

—¿Por qué tanta felicidad muchacho? ¿Acaso tuviste una conquista anoche? —Inquirió Don Daniel, pasando la lengua entre sus labios y dientes de manera lasciva.

Me esforcé por ignorar su comportamiento, como hacía siempre. No quería que me arruinara un buen día. Me concentré en el aumento del 20% que, finalmente, me iba a permitir presumir de que ganaba un salario mínimo mensual.

—Nada de eso Don Daniel. Es que estoy muy contento porque hoy empiezo a recibir el aumento que usted me prometió.

De inmediato le cambió la expresión al viejo desgraciado: se le contrajeron las arrugas por el desagrado y los ojos se le pusieron vacíos.

—¿De qué aumento hablas muchacho?

El alma se me vino un poco a los pies. Quise creer que se trataba de un olvido genuino, no como cuando prometió una compensación cuando mis ventas diarias fueran grandiosas, compensación que nunca recibí porque Don Daniel jamás especificó cuánto era una venta grandiosa.

—Recuerde Don Daniel, me prometió que tras un año de trabajar para usted, me iba a aumentar el sueldo. Ahora mismo ni siquiera me estoy ganando el mínimo...

—¡Jamás! ¿Cuándo iba yo a decir semejante barbaridad? Habiendo tantas personas desempleadas por ahí, ¿cómo me exige que le aumente el sueldo? ¡Descarado!

Aquí es donde los policías no me quieren creer, donde dicen que mi reacción no pudo haber sido tan exagerada; que a lo mejor alguien me pagó por liquidar al viejo. ¡Como si alguien hubiera estado dispuesto a gastarse una moneda para perjudicar a ese mequetrefe! ¡Es que ellos no se lo tuvieron que aguantar un año entero!

Tener que ver a ese viejo verde comiéndose con la mirada a las chicas y además les susurraba tonterías al oído. Luego me guiñaba el ojo, como si además yo le tuviera que celebrar sus estupideces.

No perdía oportunidad para gritarme. Cuando yo hacía todo bien, se inventaba tareas para mantenerme ocupado.

¡Lo peor era como robaba a los clientes! Mezclando agua al jugo de la caña para hacerlo rendir más, vendiendo productos vencidos, ignorando las más básicas medidas al momento de manipular los alimentos. ¡No usaba tapabocas y se la pasaba hablando todo el tiempo! Con las mismas manos que hundían la basura para que le cupiera más al tarro, ¡iba y trituraba el hielo para que el guarapo tuviera granizado en la superficie! ¡Era un cerdo asqueroso y le hice un favor al mundo cuando lo maté!

No fue un acto premeditado, fue la ira del momento. Cogí el garrote de madera, el que Don Daniel usaba para aporrear el hielo, y le di un fuerte golpe en la cabeza. Aunque me vio venir, Don Daniel no se defendió ni huyó. Siguió gritando, ordenando que me detuviera, que me iba a despedir o meterme a la cárcel. Ese viejo charlatán sólo sabía amenazar. No le presté mucha atención, yo sólo quería que se callara. Después del primer golpe si se quedó bien callado, con los ojos abiertos de par en par, como si no pudiera creer que yo realmente lo había hecho. Aunque yo tampoco me lo acababa de creer, mi paciencia había rebasado el límite en ese momento, por lo que le di un segundo golpe, luego un tercero y ahí perdí la cuenta.

Se me hace tan injusto esta situación. El malo del paseo era Don Daniel, no yo. Solamente quería un trato justo, un sueldo decente para mí, y que los clientes pudieran recibir el mejor guarapo posible. Matar a alguien como Don Daniel no debería ser un crimen, ¿cómo es que yo terminé siendo el villano?

Nota del autor


Este cuento es uno que envié a un concurso de escritura cuya temática eran los villanos, Hasta dónde sé no ganó nada, por lo que decidí compartirlo aquí. Como escritor, lo frecuente es enfrentar rechazos constantes.

No creo que sea un mal cuento, tal vez un poco simple. Está basado ligeramente en mis experiencias como vendedor de guarapo, aunque mi jefe no es tan malo como el del protagonista.

Creo que estoy organizando un poco mejor mi tiempo últimamente. Espero publicar tres entradas de blog semanalmente, al menos ése es el objetivo.

Esta entrada fue posible gracias a Rocio Tou, Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp y Richard