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martes, 30 de julio de 2019

Harry x Harry Capítulo 1

Capítulo 2


Harry x Harry




fanfic portada
Foto de portada por Anton Darius | @theSollers en Unsplash


Capítulo 1: El Síndrome del Superviviente


Harry Potter, el Niño-Que-Vivió, Campeón del Torneo de los Tres Magos, y Jefe de la Oficina de Aurores, no sabía qué decir ante lo que estaba mirando. Hasta la semana pasada, su mayor preocupación era que a pesar de estar rondando los cuarenta años, le seguían llamando el Niño-Que-Vivió.


Pero Harry, ¿por qué te inquieta esa tontería? Aunque es obvio que ya no eres un niño, el Hombre-Que-Vivió o el Adulto-Que-Vivió no suenan igual de bien. Aún estás muy bien conservado, a diferencia de Ron. —Ginny Potter concluyó su argumentación con un tierno beso en los labios.


Eso le había dicho su esposa una semana atrás, cuando se visualizó a sí mismo tan viejo como Dumbledore y aún cargando el título del Niño-Que-Vivió, lo que le causó una diminuta crisis existencial. Esa era su mayor preocupación antes de que todo perdiera sentido.


Ahora, Harry Potter estaba silencioso ante la masacre que los Muggle estaban cometiendo entre sí. La mayoría usaban palos para romperse las cabezas y cuchillos para abrirse las entrañas. Algunos pocos usaban pistolas. Menos eran los que daban puños y patadas. A lo lejos se escuchaban explosiones


Es como la película La Purga, ¿nunca la viste? En la mayoría de dimensiones salió en el 2013, cuando tenías 33 años. ¿Ni siquiera escuchaste hablar de ella, Gryffindor? La ejecución es mala, sin embargo la premisa es interesante, al menos estudiada desde la filosofía especulativa. —Dijo el otro Harry Potter.


Harry aún tenía problemas para asimilar la realidad del multiverso. Su socio, el otro Harry, era quien lo había apodado "Gryffindor". El nombre completo del otro Harry era Harry James Potter-Evans-Verres, y él mismo le había pedido a Harry que lo llamara Verres. Verres era un científico, además de hechicero.


E inmortal, no debía olvidar ese pequeño detalle sobre el otro Harry.



Una vez al año, durante una noche, las leyes dejan de existir. Todos los actos, sin importar qué tan despreciables, no serán castigados al día siguiente. Por lo que durante una noche unos pocos se convierten en monstruos, y el resto del año son mansos corderos, en teoría. Desde luego, es una distopía disfrazada de utopía. Los monstruos nunca dejan de ser monstruos, únicamente se visten con piel de oveja. Los gobiernos alteran las estadísticas para justificar su bárbara medida de control de la sobrepoblación mundial. Si hacemos un cruce entre Nietzsche y Rousseau para criticar... —La explicación de Verres quedó cortada ante la aparición de un Muggle con una pistola.


¡Gracias a Merlín! Eso fue lo que pensó Harry.


¡Expelliarmus!


La pistola brincó desde la mano del Muggle en dirección a Harry, quien la atrapó con su mano libre dando un pequeño salto. Al aterrizar, ya estaba apuntando de nuevo al Muggle con su varita.


¡Petrificus Totalus!


Un asomo de asombro se mostró en el rostro de Vernes.


Me parece increíble que en tu universo no exista el Maleficio de Sueño. Y aún más increíble que puedas usar el Encantamiento de Desarme en un segundo exacto, ¡y que le hayas ganado a Quien-Tú-Sabes con eso!


No deberías tener miedo de llamar a Voldemort por su nombre. —Afirmó Harry Potter, rememorando las palabras de Dumbledore.


Escucha, camarada Gryffindor, no tienes ni idea de los diversos y peligrosos Maleficios de Tabú que Quien-Tú-Sabes realizó a través del multiverso. Hubo uno en donde nada más pronunciar la primera sílaba de su nombre te hacía volar los sesos. Ni siquiera podían usar la palabra volar, ahora que lo pienso. Creo que tú fuiste muy afortunado, tu Señor Oscuro no era ni la mitad de inteligente que el mio. Ni un cuarto diría yo. —Verres hablaba con un tono entre frío y jocoso.


Una manera de hablar que a Harry se le hizo demasiado similar a la del propio Voldemort, hasta el punto de que le causaba escalofríos.


En cambio la mirada juzgadora de Harry, a Verres le recordó demasiado a Dumbledore, lo que le causaba culpa y recelo.


Durante la conversación, Verres había estado manipulando un cadáver, y Harry había estado a su lado para protegerlo y soportar su verborrea. Usando instrumentos que eran a la vez ciencia y magia (y que escapaban a la compresión de Harry) Verres había penetrado la cabeza del cadáver, extraído el cerebro, modificado su funcionamiento, insertado el cerebro de nuevo, cerrado y curado todas las heridas del muerto y, finalmente, revivir al difunto que ahora era, técnicamente, un ser vivo.


Excepto que dotado de mayor inteligencia, un cuerpo casi indestructible, e incapacitados para realizar el mal.


¿Usar el Imperius para controlar a otros? Malo. ¿Usar artes de Necromancia para revivir personas y hacerlas mejor? Cuestionable, pero no malo per se. Aún pueden escoger entre el pastel de fresa y el de chocolate, o cualquier sabor disponible en su pastelería más cercana. Eso es suficiente libre albedrío para un criminal reformado. —Argumentó Verres cuando Harry cuestionó sus métodos.


¿Y qué hay del alma? —Inquirió Harry en medio de la quinta crisis existencial que experimentaba en esa semana.


Verres se destornillaba de la risa.


¡Oh, Gryffindor! El alma no es más que una energía de 22 gramos cuya masa es invisible para la mayoría, aunque no para mí. Si quieres te presto mis gafas, para que veas en cuál punto exacto del cerebro se encuentra.


Harry había declinado el ofrecimiento.


Verres parecía tener un control absoluto sobre la materia, su dominio sobre la Transformación era superior incluso al de Dumbledore, por lo menos del Dumbledore que había conocido Harry. Para la misión actual, Verres había escogido la apariencia de Harry Potter a los once años, vistiendo las ropas de un Muggle ordinario, y una mochila de aspecto normal que contenía los secretos del multiverso.


Harry tenía la túnica más negra que Verres le pudo ofrecer, una túnica apropiada para quien lo había perdido todo. Portaba una escoba miniatura cruzada en la espalda, esperando un comando para convertirse en una escoba de tres puestos. Su fiel varita de acebo firme en su mano derecha, y un anillo dorado en su dedo índice que le permitiría realizar magia en cualquier mundo como si se encontrara en el suyo propio.


No hay que permitir que las leyes locales de la física nos arruinen la diversión. —Había dicho Verres cuando le entregó el anillo. Lo dejó sobre una mesa para que Harry lo cogiera: ambos procuraban mantener una distancia de por lo menos tres metros entre sí.


Verres parecía encontrar muy divertida la situación en que se encontraba, doblando las leyes de la realidad a su amaño para esparcir su fría y buena voluntad científica.


Sólo porque sean idiotas, no merecen la autodestrucción. Evitar que todos mueran, aunque posible, sería demasiado extenuante. ¿Te imaginas intentar hacerlos más racionales hablando? Y de nuevo, obligarlos con el lavado cerebral no sería ético, lastimosamente. Además, las personas aprecian más la paz mundial cuando luchan por ella. Revivimos a doce personas por hora, trabajamos seis horas para no exigirnos demasiado, y en menos de un año mis 72 Übermensch habrán solucionado el problema de La Purga.


¿Estás seguro de eso? —Preguntó Harry.


Funciona cada vez. Esta será La Purga número 33 que resuelva usando este método en particular, Podemos regresar en un año a comprobarlo, si te place. —Propuso Verres con el entusiasmo de un niño que obtuvo calificación perfecta en un examen.


Un año. Piensas que en un año aún no habremos encontrado la salvación para mi mundo, ¿no es así? —Dijo Harry sin dejar de vigilar los alrededores, con aprehensión palpable en su voz.


Gryffindor, llevo seis años combatiendo la Paradoja del Niño Maldito sin éxito. Y seis años de mi tiempo son más valiosos de lo que puedas concebir. —Verres contestó sin dejar de jugar con los muertos.


Harry se hacía una idea. Lunes, Miércoles y Viernes los destinaban a salvar una dimensión alterna con sus problemas particulares, como estaban haciendo ahora mismo. Martes, Jueves y Sábados a analizar cualquier ruta de investigación para salvar el mundo de Harry.


No, no solamente el mundo de Harry. Para salvar todos los mundos. El multiverso era un cuerpo canceroso, la Paradoja del Niño Maldito era la enfermedad, y ellos dos eran la cura. Así lo había explicado Verres, con palabras que Harry pudiera entender.


Gryffindor, aunque las Reliquias de la Muerte te habrían ayudado a resistir más que al resto, no tiene sentido que hayas sobrevivido. Mis análisis de las dimensiones destruidas demuestran que la entidad conocida como Harry Potter fue la última en desaparecer en la mayoría de los casos, sobretodo en aquellas donde las Reliquias de la Muerte fueron la solución al problema de Quien-Tú-Sabes. Sin embargo, de entre todos los Harry Potter atacados por la Paradoja, tú fuiste el único que siguió con vida aún después de la desaparición de tu propio mundo. Necesito pensar en un título apropiado para ti, el Niño-Que-Vivió ya te queda pequeño. ¿Paradoja paradójica? ¿Entelequia? ¿Liminalidad Paradójica? Como sea, cuando te encontré flotando a la deriva en medio de la nada, supe que eras la clave. Sabemos que la causa de la Paradoja del Niño Maldito fue un Giratiempo sin límites que provocó una onda expansiva de destrucción dimensional. Hubo otros Giratiempos sin límites, ¿por qué uno en particular fue el responsable de la Paradoja del Niño Maldito? Hubo otros Harry Potter con las Reliquias de la Muerte, ¿por qué solamente tú sigues con vida? Esa causa, y tu inmunidad, algún día nos llevará a la respuesta. Pero es imposible predecir cuándo obtendremos esa respuesta. Créeme, yo soy más perezoso que tú, quisiera acabar con este problema hoy mismo. Por cierto, estaría más tranquilo si fueras verdaderamente inmortal, como yo. No sabes la angustia que me produce el pensamiento de que algo aleatorio te mate. ¿Qué tal si al revivir pierdes tu inmunidad?


Sólo cuando sea demasiado viejo, o esté muerto, tienes mi permiso para realizar tus experimentos conmigo. —Las palabras de Harry eran duras, al igual que su determinación.


Verres suspiró y se encogió de hombros.


Iban pasando de un muerto a otro, protegiendo a cada revivido con hechizos de protección que iban a durar hasta el amanecer. Mientras Verres silbaba para divertirse, la mente de Harry regresaba al pasado una y otra vez.


El rayo tan blanco como un Patronus y tan frío como la voz de Voldemort. Las personas desintegrándose ante sus ojos, entre sus brazos.


El vacío, ni blanco ni negro, ausencia absoluta que le hizo perder la noción del tiempo y por poco su cordura.


La aparición espontánea de otro Harry Potter, con los mismos ojos verdes, la misma cicatriz en forma de rayo sobre la frente. La mano que el otro Harry Potter le ofreció para guiarlo en una Aparición muy lejana, no solamente porque fue de un universo a otro, también porque tomar esa mano fue como tocar a Voldemort de nuevo, una sensación que había casi olvidado tras pasar tantos años.


Las explicaciones de Verres, la existencia del multiverso, el peligro imparable de la Paradoja del Niño Maldito.


Harry aún no había procesado todo ese enredo. ¿Qué iba a suceder con él cuando aceptará su situación actual? ¿Qué ocurría después de aceptar lo bizarro como una costumbre cotidiana?


Harry no quería volverse como Verres, No era que supiera quién era realmente su asociado. Aunque se veía como Harry Potter, se sentía como Voldemort. Hablaba como el más extraño de los bichos raros, sus metas eran loables y sus métodos cuestionables, cuando menos. En el mejor de los casos, Verres era un loco bienintencionado, poderoso, pero loco al fin y al cabo.


El propio Harry ya no se sentía como él mismo. Se sentía angustiado en el interior, incapaz de poderlo manifestar apropiadamente. Se había cubierto con un manto de apatía porque no sabía cómo expresar lo que sentía. Y francamente, Verres no estaba ayudando. No era una persona apropiada con la cual hablar.


¡Y ese fue el número 50! ¡Muestra los dientes Gryffindor, sonríe! Ya casi terminamos, podremos regresar a casa, descansar, y mañana estaremos trabajando contra la Paradoja de nuevo.


Regresaremos a tu casa. —Corrigió Harry secamente.


Lo mío es tuyo y lo tuyo es mío, Gryffindor. Mi casa, tu casa. Tus problemas, mis problemas. Después de todo, somos casi el mismo. Claro, la diferencia es que yo soy más listo.


¡Alerta! —Exclamó Harry, con la vista fija sobre un hombre que venía corriendo hacia ellos.


No estaba armado, solamente agitaba los brazos en el aire y lanzaba gritos de desesperación. Tenía una túnica que no era de mago, estaba compuesta por pedazos de muchos colores que hacían pensar en los coloridos cristales de una iglesia.


¡Insensatos! ¡Demonios! ¡Desgraciados! —Y con otros epítetos más groseros los insultó el extraño de la túnica colorida, quien era un anciano de cabello gris y corto.


Gryffindor, ¿qué estás esperando? Paraliza a ese viejo o algo.


No es una amenaza. Sólo nos grita, no tiene intención de atacarnos, creo. —Aseveró Harry. Por alguna razón, no tenía ganas de atacar a ese anciano en particular.


¡Malditos! ¡Desconsiderados! ¡Insensatos!


Pues sus gritos me distraen, y tu trabajo es evitar las distracciones. Hazlo callar de una vez.


Como quieras. —Con un cierto disgusto cuyo origen Harry no pudo precisar, levantó su varita en dirección al anciano.


No alcanzó a lanzar el hechizo, porque un temblor lo hizo tambalear.


El anciano cayó al suelo cuan largo era y quedó inconsciente, aunque Harry no vio que recibiera golpe alguno. Al verlo ahí tirado, como muerto, Harry supo quién era, y supo por qué no lo había querido atacar: era un Dumbledore alterno, sin barba y con cabello corto.


Verres estaba de rodillas, intentando sostenerse con las dos manos. Un aura de color lila se había manifestado a su alrededor.


¡Diantres! Mi esfera de Repulsión apenas y está aguantando. Gryffindor, ¿cómo es que te mantienes en pie como si nada? —La voz de Verres exudaba cansancio, como si hablar le requiriera un gran esfuerzo.


¿No se trata de un simple temblor? Es cierto que está durando demasiado...


¿Acaso se trata de la Paradoja? No, es más lento y menos poderoso. Rayos, no me puedo concentrar con este dolor de cabeza. ¡Gryffindor, toma mi mano!


Sin pensarlo, Harry lo hizo, empujado por el apremio en la voz de Verres. De inmediato fue mordido por el dolor recalcitrante. Intentó soltar a Verres, quien no lo permitió.


¡A mí también me duele, pero tenemos que aguantar! Porque necesito pensar, y no puedo pensar con un martillo destripando mi cabeza desde adentro.


A no me dolía la cabeza. —Masculló Harry entre sus apretados dientes.


El aura de color lila creció hasta convertirse en una esfera de perfecta redondez, tan grande como para cubrirlos a ambos. Luego Verres metió la mano a su mochila y extrajo lo que parecía ser una bufanda roja.


Sujeta la bufanda Gryffindor, ¡no vayas a soltar mi mano sin haber cogido la bufanda primero!


Harry siguió la indicación. La esfera lila ahora los protegía sin que tuvieran que tocarse entre sí y seguirse con la tortura. Verres procedió con otros encantamientos, algunos requirieron el uso de su Varita de Saúco, y otros apretar botones dentro de su mochila.


¡Ya localicé la fuente de la distorsión dimensional! Nada más tiene un alcance planetario, por lo que es débil en comparación a la Paradoja del Niño Maldito. Creo que puedo vencer lo que sea que lo provoque. ¡Prepara tu escoba Gryffindor, nos dirigimos a la mitad del océano! ¡Y no sueltes la condenada bufanda!


...


Con movimientos sincronizados, eficientes no por el entrenamiento sino por su condición de ser casi los mismos, para cuando los dos estuvieron sentados en la escoba de tres puestos, ya estaban flotando sobre las agitadas olas del mar.


El mar estaba encrespado porque un monstruo con cuerpo de hombre musculoso y cabeza de calamar gigante, con los brazos extendidos hacia el cielo, la mitad del cuerpo por fuera del agua, recitaba algún extraño encantamiento en una lengua que era desagradable de escuchar. Rayos caían desde los nubarrones grises, y también pesada lluvia, aunque nada de eso los afectaba dentro de la esfera lila.


Oh, un Primigenio. No lo detecté cuando investigué este mundo, supongo que estaba dormido. —Declaró Verres tras echar un vistazo, como si se tratara de un pequeño error en una fórmula matemática, y no del monstruo más grande que Harry había visto en su vida.


¿Qué es un Primigenio? —Preguntó Harry con sequedad, como si no estuviera gritando como loco por dentro.


Son seres muy antiguos y poderosos. En algunos mundos son los responsables de la creación de los seres humanos, un mal chiste según ellos. Son aberraciones cósmicas, su poder es tan enorme que incluso suelen influenciar las pesadillas en mundos en los que no existen. En fin, tengo algo para encargarme de seres así, aunque lo tendré que debilitar primero. Vamos a convertir una crisis en una oportunidad, ¡oportuncrisis! Tienes que estar listo para esquivar, en cuanto noté nuestra presencia intentará atacarnos físicamente, porque no querrá detener su hechizo de destrucción dimensional por un par de insectos como nosotros. La confianza divina es su mayor vulnerabilidad...


Harry se desconectó. Dejó de escuchar a Verres y se enfocó en sujetar la escoba con fuerza, sus ojos verdes fijos sobre el Primigenio, calculando su propio peso para imaginar cuáles maniobras podía hacer y cuáles no, el peso de Verres en el asiento de atrás, el asiento vacío en medio de los dos, la fuerza del viento, hasta que se hartó y no pudo más.


¡Por las barbas de Merlín nada más cállate y haz lo que tienes que hacer!


Oye, sólo quería educarte. Como sea, ¡Unus Fulgor Concidens Noctem, in Mea Manu Ens Inimicum Edat! ¡Fulguratio Albicans!


Sin usar su varita, una ráfaga de electricidad surgió de la mano libre de Verres, con la que no estaba cogiéndose de la escoba. El relámpago se estrelló contra el Primigenio sin producir daño alguno. Lo único que cambió fue que la cabeza de calamar gigante parecía estar mirándolos, quizá.


Mmm, el Rayo Blanco no lo afectó. Aunque sabía que no lo iba a derribar, esperaba que le hiciera más daño. ¡Es tan difícil capturarlos con vida! Y no conozco lo suficiente de su anatomía para revivirlos apropiadamente bajo mi control.


Espera, ¿quieres capturar esa cosa con vida? ¿Por qué?


Sus poderes dimensionales podrían ayudarme a avanzar mi investigación sobre la Paradoja. Tengo hechizos y armas a mi disposición para acabar con ellos, sin embargo capturarlo vivo es otro asunto totalmente diferente. Si se sienten en peligro real, se Aparecen en otra dimensión. Voy a molerlo a palos con mi Patronus un rato, eso debería agotarlo un poco. Mejor cierras los ojos Gryffindor, o serás incapaz de invocar tu Patronus el resto de tu vida.


¿Qué?


¡Expecto Patronum!


Harry cerró los ojos justo antes de que el brillo plateado cogiera forma. Fuera lo que fuera, era más brillante de lo que un Patronus era normalmente, aún con los ojos cerrados Harry pudo determinar eso. Apenas y se atrevió a imaginar que perversiones tendría que haber cometido Verres sobre el Encantamiento Patronus.


¡Gryffindor, hacia arriba!


Harry empujó la escoba hacia adelante y ascendió con toda la velocidad que pudo. Por debajo de ellos, a un metro más o menos, sintió el viento golpeando con violencia.


Lo bueno es que ya llamamos su atención. Lo malo es que con esta técnica tendrás que seguir esquivando a ciegas durante, digamos, una hora. Más o menos.


¡Una hora!


¡Arriba, arriba! ¡Abajo, abajo! ¡Izquierda, derecha, izquierda, derecha! ¡Gira!


Harry siguió las órdenes de Verres como un profesional. Lo malo fue que Verres no especificó hacia dónde debía girar Harry, quien como venía desplazándose a la derecha, hizo el giro en la misma dirección.


El puñetazo hercúleo del Primigenio vino por la derecha.


Harry sintió como si un torbellino lo acabara de golpear. Gracias a la esfera lila, que fue destrozada con el ataque, Harry no recibió el impacto directamente, sin embargo, requirió toda su fuerza sostenerse encima de la escoba.


Cuando por fin sintió que ya no estaba sacudiéndose de pies a cabeza, cayó en cuenta de que ya no le dolían los ojos a causa del Patronus de Verres. También sintió la escoba más ligera, y los oídos más agradecidos por no escuchar el parloteo de su asociado.


Harry abrió los ojos con precaución. El Primigenio estaba lejos, todavía a tiro de piedra. Seguía sosteniendo la bufanda roja, enrollada sobre la mano que no había soltado el palo de la escoba.


No se veía rastro de Verres ni su extraño Patronus por ningún lado.


Sin tristeza y con total desespero, Harry se imaginó la posibilidad de que Verres había muerto por el golpe del Primigenio. En ese caso, la vida del propio Harry ya no tenía sentido. No le tenía mucha estima a Verres, pero aún así él era la única esperanza de Harry para recuperar todo lo perdido.


Luego, con esperanza, Harry pensó que quizá Verres había caído al mar, donde luchaba por no ahogarse, sufriendo a causa del hechizo del Primigenio.


Aunque Harry buscó por todos lados, tuvo que reconocer que ni siquiera sus ojos de Buscador podrían encontrar a Verres a tiempo para ayudarlo.


El hechizo del Primigenio, tenía que detenerlo.


Verres había logrado lastimar al Primigenio con su Patronus, ¿por qué Harry no?


Puso las manos en posición, hizo los movimientos de varita correctos, y descubrió que no tenía ni un pensamiento feliz con que alimentar su Patronus.


Nada.


Todos se había ido, y él estaba solo, como en un principio.


La sonrisa de Ginny. Los rostros de sus hijos James, Lily y Albus. La expresión de confianza de Ron y el ceño fruncido de Hermione. Todas las personas que podrían haber alimentado un pensamiento feliz, habían desaparecido de su vida, para siempre.


Harry lo había temido, cuando flotaba en medio de la nada, sin sentido del tiempo y del espacio, que había perdido la capacidad de invocar el Patronus, por lo que ni siquiera lo había intentado, no había querido enterrar el último clavo en su ataúd.


Antes no había sido capaz de intentarlo, y ahora no era capaz de lograrlo.


No había luz dentro de Harry. La muerte de todo lo que le era querido lo había aplastado hasta dejarlo casi vacío.


Casi.


Todo lo que le quedaba, lo que había estado conteniendo por temor a lo que iba a ocurrir con él al salir, era la ira. Una ira justa ante lo mucho que había perdido.


Harry sintió como si el manto de un Dementor lo estuviera arropando por completo.


Peor aún, se sintió podrido, como si él mismo fuera el Dementor.


Y Harry odiaba sentirse así.


¡Expecto Patronum!


El odio de Harry Potter hizo ebullición hasta que dejó salir todo lo que se había estado tragando durante días: la rabia, la tristeza, el miedo y el disgusto por fin escaparon de su interior, en un llamado a su Patronus en el cual puso todo, toda la oscuridad que lo había invadido, y al final de la oscuridad encontró la luz.


La alegría que iba a experimentar cuando finalmente fuera a destruir la Paradoja.


El ciervo enorme y plateado golpeó con su cornamenta el estómago del Primigenio, quien se dobló hasta que el agua le llegó al pecho. Harry siguió dirigiendo el Patronus para que embistiera al Primigenio una y otra vez, para que no pudiera entonar su maldito Encantamiento.


Y entonces lo vio.


De entre las aguas, volando sin varita ni escoba, Verres flotó sobre el mar como lo habría hecho el propio Voldemort. Verres se aproximó al Primigenio, que estaba ocupado recibiendo los golpes del ciervo plateado, metió la mano a su mochila y extrajo lo que parecía una Snitch de algún metal oscuro.


¡Bola Racional, ve! —Grito Verres, arrojando la Snitch oscura hacia el Primigenio.


Cuando estuvo a un centímetro del monstruo, las alas de la Snitch se expandieron de repente hasta volverse una tela gigantesca que lo cubrió por completo. Con sus brazos y tentáculos, el Primigenio intentó liberarse sin éxito. Cuando lo único visible fue la tela negra, esta se fue reduciendo de tamaño hasta volver a ser una pequeña Snitch oscura que Verres atrapó en el aire para evitar que se la tragara el mar.


Las olas se calmaron, el cielo se despejó y el sol los iluminó como si fuera la primera vez que lo veían desde hace mucho tiempo. El ciervo plateado se disolvió delante de Harry, quien sólo entonces cayó en cuenta que no había sido la lluvia lo que había puesto su vista borrosa.


¿Estás bien, Gryffindor? —Inquirió Verres acomodándose en el asiento trasero.


Sí. Físicamente, sí. —Respondió Harry secándose las lágrimas.


Me alegro, de verdad. Nunca he sido bueno para ayudar a otros con sus problemas emocionales. Te habría llevado con mi Hermione, pero, bueno, habría sido raro para ti, supongo. ¿Leíste los libros que te presté?


Por supuesto que no. ¿Qué pasó contigo? No te veía por ningún lado. No pareces lastimado.


Ahora no estoy lastimado. Ese puñetazo cósmico me partió un poco. Me estaba ahogando, mi esfera de Repulsión destruida y no podía concentrarme en mi reparación con esa distorsión en mi cabeza. Tu Patronus llegó cuando estaba comenzando a desesperarme un poco. No se me había ocurrido que tus hechizos, al igual que tú, son capaces de resistir, no, de destruir las distorsiones dimensionales. ¡Bien pensado!


Harry abrió la boca para explicar que no había sido una deducción aguda de su parte, pero había sido un día demasiado largo por lo que nada más se encogió de hombros y tomó el cumplido.


Siento que además de felicitarte debo disculparme. No me fijé en los motivos que tenían para matarse entre sí las personas de este mundo, asumí que era lo mismo de siempre. Me he acostumbrado tanto a los viajes entre dimensiones que he dejado de lado las precauciones más básicas, un error que nos podría haber costado la vida. O al menos un par de años. Seré más cuidadoso la próxima vez, lo prometo.


Verres parecía sincero en su disculpa, por lo que Harry le ofreció la mano como señal de paz.


¿Acaso eres masoquista? —Inquirió Verres mirándolo con extrañeza.


Ah, cierto. Lo olvidé.


Oye, si te gustan ese tipo de cosas no te voy a juzgar, aunque tendrás que buscarte a alguien más. Debe existir un universo paralelo con otro Harry masoquista para ti, mañana te lo busco. —Ofreció Verres en tono amistoso.


¡No soy masoquista!


...


Una semana después, Harry estaba recostado sobre un mullido sofá, leyendo uno de los libros más pequeños que Verres le había regalado. Trataba sobre judíos supervivientes a los campos de concentración de los Nazis. Estaban dentro de una torre negra, moldeada por los caprichos de Verres, en una dimensión habitada únicamente por ellos dos.


De repente, Verres entró corriendo con el rostro iluminado por la emoción. Harry se dio cuenta que Verres había retomado la apariencia de Harry Potter a los once años.


¿Por qué eres un niño otra vez?


Se me hizo la apariencia más apropiada para este momento. Un logro científico grandioso debería ser valorado por todos, sin embargo sólo un niño podría manifestar la alegría más pura ante lo que estás apunto de observar. ¡Por fin el Primigenio está bajo mi control absoluto!


Verres alzó la Snitch de metal oscuro triunfante entre sus manos.


Verres, tenemos literalmente un mundo allá afuera. No vayas a sacar eso aquí adentro. —Harry habló con pavor, preparándose para saltar por una ventana. Lo usual era que Verres no le hiciera caso.


Relájate Gryffindor, y mira con atención. ¡Lily, yo te elijo! —Exclamó Verres tirando la Snitch oscura al suelo.


Con un resplandor blanco, la Snitch oscura se abrió, y de ella surgió una versión miniatura del Primigenio, que llegaba como a la cintura de Harry. El pequeño monstruo se acercó a Verres, quien le acarició su cabeza de calamar con cariño.


Esta forma es menos agotadora para el Primigenio. De ser necesario, puedo hacerlo crecer en unos cuantos segundos. Gracias a Lily nuestra investigación sobre las distorsiones dimensionales podrá avanzar mucho más rápido. ¿Por qué haces esa cara, Gryffindor? No me dirás que no te gusta Lily, me parece que con este tamaño se ve adorable.


¿Le pusiste el nombre de nuestra madre a esa cosa? ¡Le pusiste el nombre de mi hija a esa cosa!


¿Eso te mortifica? Creo que la mayoría se sentirían honrados de que un ser cósmico sea renombrado con su nombre.


Los ojos verdes se quedaron fijos entre sí por un largo rato, el único ruido perceptible eran los murmullos incomprensibles del Primigenio, regocijado ante las caricias de Verres.


Voy a tocarte, voy a tocarte hasta que te arrepientas. —Amenazó Harry, extendiendo su mano hacia Verres.


¡Ya te dije que te busques a otro Verres, yo no soy masoquista! —Aulló Verres empezando a correr, lamentando sus pequeñas piernas de niño.


Mientras el Harry Potter adulto perseguía al Harry Potter niño, el Primigenio se sentó en el suelo y trazó misteriosos círculos en el suelo. Pequeños humanos fueron apareciendo uno por uno, hasta ser una multitud de Liliputienses que reverenció al Primigenio con alabanzas de temor.


El Primigenio se los fue comiendo uno por uno.



Capítulo 2



Nota de Autor



Este omake me ha dado la oportunidad de dejar volar mi imaginación. Para los que no lo sepan, está basado en los libros de Harry Potter creados por J. K. Rowling y el fanfic de Los Métodos de la Racionalidad escrito por Eliezer Yudkowsky y traducido al Español por mí.

Harry x Harry es una de las recompensas superiores de mi Patreon, quienes lo pueden leer con una semana de anticipación. Se publicará un capítulo mensualmente. Este capítulo es el correspondiente al mes de Junio, estoy atrasado con el de Julio pero espero publicarlo próximamente.

No sé cuántos capítulos serán, mínimo 3, máximo 12. Ya tengo claro cuál va a ser el final, sólo necesito llegar allí.

Esta entrada fue posible gracias a Javier Cruz Esquivel



Puedes aprender más sobre los métodos de la racionalidad leyendo Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad. Si quieres ir al infinito y más allá, puedes apoyarme en Patreon


Gracias por leer.

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