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miércoles, 24 de junio de 2020

Memorias de un mago enamorado 19

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Memorias de un mago enamorado


muerte y amor
Foto original por Leonardo Yip

Capítulo 19: Muerte de un mago enamorado


Demasiado alta su figura, demasiado oscura su túnica negra, demasiado viejo su sombrero bombacho, así había aparecido el Mago Hartwell frente a ellos.

El Capitán Jace, los miembros de su Escuadrón, y Abdullah, quedaron petrificados por el terror, recordando todas las historias que se contaban sobre el Primer Hechicero.

Convirtió el sistema circulatorio del Duque Verdinal en un montón de cianuro y chocolate.

Hizo que el famoso matemático Paradero quedase reducido a un retrasado mental, literalmente, porque demoraba cinco minutos en replicar a lo que le habían dicho: su cerebro procesaba la información con la misma velocidad que una persona normal, pero era como si él estuviese cinco minutos en el pasado. Se suicidó tras una semana de vivir así.

Riku intentó levantar su mano. Sólo logró que sus dedos se movieran ligeramente. Un pequeño carrillo fue lanzado en dirección al Mago Hartwell, aunque no cayó ni cerca de él.

Zeferino y Masaki siguieron muertos sobre los escombros.

Nana, Mori y Suki se concentraron sobre la figura cuyo rostro no se podía ver con claridad. Lo vieron intensamente, sin embargo nada ocurrió.

El Mago Hartwell se echó para atrás y soltó una carcajada inhumana, más similar al aullido de un lobo.

—Niñas, ¿acaso su padre no les enseñó nada de nada? Sus trucos no servirán contra mí, ¡porque yo soy asombroso! Como sea, voy a extraer veintidós gramos de ese muerto mago enamorado y luego me iré, por lo que no tienen porque preocuparse. Hoy no representó un peligro para ustedes. Hoy.

Hubo un temblor y un pilar de fuego surgió desde el mismo cielo, apartando las nubes grises del cielo nocturno. De la incandescente llama surgió una mujer con el cabello violeta, ojos de color índigo y diez alas abiertas de par en par, de plumas blancas y larga envergadura. Un aura de fuego, similar a la del pilar del que había emergido, la rodeaba.

El Mago Hartwell hizo una profunda reverencia, su sombrero estuvo a punto de caer y reveló un poco de su cabello: se vio como la melena negra de un león.

—¡Vaya! ¡Pero yo digo vaya! ¿Cómo estás Fuego? ¡Desnudo como siempre! ¿O debería decir desnuda? Ustedes siempre me confunden, me han repetido un montón de veces que prefieren el pronombre masculino, pero luego se encariñan con sus bolsas de carne y de repente prefieren el género biológico. Como sea, te ves genial, la apariencia de este cuerpo es bastante imponente.

—¡INSOLENTE PELAFUSTÁN! ¿CÓMO TE ATREVES A INTERVENIR DIRECTAMENTE? ¡SI TANTO DESEAS UNA CONFRONTACIÓN, ESTOY DISPUESTO A COMBATIR CONTIGO AHORA MISMO! —Gritó el Dios Dragón del Fuego.

Abdullah, Jace y el resto de la Guardia Dragón cayeron de rodillas. Las cuatro hermanas perdieron el conocimiento.

 —Ay Fuego, extremista como siempre. Sabes que si peleamos solamente vamos a destruir a todos los mortales sin herirnos realmente. Ni tú ni yo queremos eso, ¿o si? —El Mago Hartwell sonrió, mostrando una doble hilera de dientes.

—SI NO VIENES A PELEAR, ¿POR QUÉ ESTÁS AQUÍ, MAGO?

—Solamente vengo por lo que me pertenece. El buenazo de Zeferino hizo dos tratos conmigo. Del primero no voy a decir nada. El segundo sólo lo podía cobrar en el momento de su muerte. He venido a reclamar su alma, nada más que eso. Puedes quedarte con el cuerpo, no me importa.

El Mago Hartwell se fue acercando al cadáver de Zeferino. El Dios Dragón del Fuego lo contempló sin moverse ni un centímetro.

—¿A CAMBIO DE QUÉ VENDIÓ SU ALMA EL VÁSTAGO DEL VIENTO?

—Por amor a los juegos de vídeo Fuego, era tu sobrino. Al menos lo puedes llamar por su nombre. Es más corto, ¿sabes?

—¡RESPONDE, INFELIZ!

El Mago Hartwell metió un dedo dentro de la nariz de Zeferino, un dedo que a pesar de estar dentro de un guante blanco, se veía más como una pezuña de cerdo.

—En realidad no tendría por qué hacerlo, pero de hecho el que tú lo sepas hará que mis planes avancen. Ustedes los "Dioses" Dragones se creen tan poderosos y capaces de prever el futuro, pero siempre que se topan conmigo yo soy el que ríe al final. Perdona mi verborrea, me siento nostálgico con tan sólo verte. ¿Has vuelto a ponerte en contacto con Key? Espero que esté bien. Volviendo a nuestro asunto. Zeferino sólo tenía a una persona en su cabeza, así que es evidente que sólo habría vendido su alma a cambio de una cosa, sobretodo en caso de morir. Piénsalo detenidamente por un segundo y lo descubrirás por ti mismo, Fuego.

Los ojos índigo resplandecieron.

—¿DEBO SUPONER QUE LA MELODÍA DE LA MUERTE ESTÁ BAJO TU PROTECCIÓN AHORA?

—Correcto, mi sensual Fuego. Lo digo por tu vasija, no por ti, no quiero que nuestra relación energética vaya por esos derroteros. Lo intenté con Agua y aprendí mi lección. ¡Nunca más!

Por primera vez, en lugar de mostrar su divina magnificencia, su voz enseñó una nota de emoción, de asqueada y preocupada emoción.

—¿AGUA Y TÚ QUÉ?

El Mago Hartwell retiró su dedo de la nariz de Zeferino. Una sustancia plateada estaba empapando ese dedo. Era como una especie de plasma, que luego el Mago Hartwell introdujo dentro de un vial. Se limpió los restos sobre su túnica negra, que no mostró ni una sola mancha.

—Oye, si ella (o él) no te lo contó, mejor no digo más. Luego se enoja conmigo y ya sabes como es tu hermana. O hermano. Si la ves, o lo ves, envía mis saludos. ¡Hasta la próxima! Probablemente sea en una épica batalla final para decidir el destino de este mundo. ¡O no! ¿Quién sabe?

El Mago Hartwell hizo otra reverencia, pero en vez de levantarse, se fue hundiendo en la tierra hasta desaparecer como una sombra negra.

Al rato Abdullah se puso de pie, sintiéndose mareado. Se acomodó su turbante y se alisó su frac negro con la otra mano. Vio una expresión de pensamiento profundo en el rostro del Dios Dragón del Fuego y aunque no lo quería interrumpir, no hacerlo podría ser más perjudicial.

—Capitán Jace. Procedamos como le indique antes. Amo, desea usar los cuerpos de Zeferino y Masaki, ¿verdad?

La cabeza de cabello violeta asintió. Al Dios Dragón del Fuego le habría gustado tener a alguien con quien hablar, un igual. Pero prefería morir mil veces a ponerse en contacto con Oscuridad por iniciativa propia. ¿Y si era eso lo que el Mago Hartwell quería? Hablar con Oscuridad podía ser parte de los planes de ese entrometido, al igual que usar el cuerpo de Zeferino. Como Dios Dragón, Fuego era excelente para predecir el comportamiento de las sociedades humanas. Pero los individuos eran un capítulo aparte. Y el Mago Hartwell era completamente extraterrestre, sin punto de comparación.

El Dios Dragón del Fuego decidió que no tenía sentido romperse la cabeza. Después de todo, ya había decidido cuál era el mejor curso de acción para dominar este mundo.

Lo iba a quemar hasta las cenizas, y volver a empezar desde cero.

...

La misma noche que Melodie le había dado una bofetada a Celestino, ella estaba quedándose dormida, cuando la despertó que su cama se sacudió fuertemente.

—¿Qué fue eso? —Exclamó asustada, medio incorporándose.

—Creo que fue una explosión. Voy a revisar si hay alguna mención en las noticias. —Dijo Celestino, poniéndose a teclear en la computadora.

Iba a añadir que tenía la impresión que el origen del estallido, que él sí había captado, provenía de la misma área donde vivía Camilo. Se contuvo porque ya la había hecho llorar y no quería tener más de esa sensación de ahogo en el pecho que Celestino no entendía, pero que le provocaba dolor, aunque ninguno de los dos estaba herido.

Cinco minutos después aparecieron los primeros reportes de una explosión en la ciudad. Diez minutos más tarde, se había precisado la localización.

Melodie se había puesto la cobija y acercado a Celestino para ver la pantalla del computador por encima de su hombro. El olor de su carne lo perturbó a él por completo.

—En esa zona queda la casa de Camilo. —Señaló Melodie preocupada.

Celestino sintió una punzada de molestia ante la preocupación de ella, y también culpa por la molestia que lo invadió. ¿Qué no era normal preocuparse por un amigo? ¿Por qué sentía enojo?

Melodie cogió su celular y marcó varias veces sin recibir contestación.

—Camilo no contesta. Zefer tampoco. ¿Podría tener algo que ver con el Dios Dragón?

—¿Quieres que vaya a investigar, Mel?

Ella lo pensó antes de responder.

—Sí, pero no te pongas en peligro. Debes ser lo más sigiloso y cauteloso que puedas, ¿vale?

Celestino asintió y salió volando por la ventana, lleno de alegría ante la confianza que ella tenía en sus habilidades.

...

Celestino pudo determinar que, si bien la explosión que había causado el cráter no había sido mágica, había rastros de tierra y viento manipulados mediante maná, rastros que definitivamente pertenecían a Masaki y a Zeferino. También el Dios Dragón del Fuego había estado allí.

Celestino no pudo encontrar nada más.

En la mansión de Zeferino, y el apartamento que estaba ubicado cerca del hogar de Melodie, Celestino no pudo encontrar a nadie.

Zeferino no asistió el día de los exámenes de recuperación, lo que no despertó sospechas de parte de la escuela, pues él no estaba obligado a asistir. La alarma ante su desaparición no se produjo hasta el inicio del siguiente año.

Camilo tampoco fue encontrado, ni su padre adoptivo Abdullah. Se creyó que habían muerto durante la explosión.

Con el pasar de los días, Celestino extendió su búsqueda a los lugares que únicamente los hechiceros podían acceder. Había rumores de una confrontación entre el Vástago del Viento, el Dios Dragón del Fuego y el Mago Hartwell. Nadie se ponía de acuerdo con respecto a quién había sido el vencedor.

Celestino y Persea le recomendaron a Melodie no hacer nada. Salir en busca de Camilo o Zeferino era arriesgarse a llamar la atención indeseada.

—Zeferino puede estar entrenando a Camilo en secreto. Necesitaba tiempo y por eso organizó todo el incidente. Es una posibilidad. —Insistió Celestino.

—Lo que él menos quería era que te vieras involucrada en todo eso. —Recalcó Persea.

Melodie se tragó sus sentimientos y se comportó del modo más sensato. Su decisión la hizo mortificarse todos los días. Sabía que si se adentraba en el misterio de la desaparición de Zeferino y Camilo, Persea y Celestino la iban a seguir a donde quiera que ella fuera. Además estaba su hermano Fernando y sus padres. No podía ser tan egoísta de ponerlos a todos en peligro al actuar a ciegas.

Tuvieron que pasar cuatro años para que Atahualpa, la Llama en la Mano, se cruzase en el camino de Melodie, la Melodía de la Muerte.

...

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Nota de autor (24 de Junio de 2.020)


Me demoré más de lo que pensaba escribiendo este capítulo. Espero sacar pronto la primera recopilación en formatos EPUB y PDF. ¿Pueden creer que quedó de 40.000 palabras solamente esta primera parte? Increíble, no puedo creer que haya escrito tanto en tan poco tiempo. La magia de la cuarentena.

A partir del primer capítulo de la segunda parte, los Patreon van a recibir los capítulos con una semana de antelación.

Esta entrada fue posible gracias a Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.

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