Páginas

viernes, 31 de julio de 2020

Memorias de un mago enamorado 24

Capítulo 23              Índice           Capítulo 25

Memorias de un mago enamorado


Foto original Alexander Krivitskiy
Foto original Alexander Krivitskiy

Capítulo 24: Flor Inmortal


Jiro observó a Persea mientras se retorcía, sacudiendo sus brazos cortados, todavía sangrantes. Él había participado en diversas actividades violentas durante sus dieciocho años de vida, sin embargo había algo grotesco sobre lo que estaba viendo en ese momento. Tenía un mal presentimiento a pesar de tener a su oponente mal herida.

Tras reflexionar, se dio cuenta que había demasiada sangre. Persea no se desangraba como una persona real sino como una actriz en una película de Quentin Tarantino.

―Ya puedes dejar la payasada, Persea. ¿De qué se trata? ¿Acaso me hiciste oler alguna planta y ahora estoy alucinando? ―Cuestionó Jiro con seriedad.

Persea se paró en seco. Bajó sus muñones, que siguieron goteando sangre profusamente. Se enderezó y le dedicó a su oponente una sonrisa pedante. Ambos eran rubios, aunque el tono de Jiro era más cercano al blanco y el de Persea al dorado.

La única iluminación seguía proviniendo de la potente linterna del celular, todavía sostenido por uno de los brazos cercenados de ella.

―No creíste que fuera a ser tan fácil matar a alguien que obtuvo el título de Flor Inmortal, ¿o sí? ―Replicó ella con mofa en su voz.

―En realidad sí lo creí. De acuerdo a nuestros espías, has desarrollado bastante tu talento con la flora, y te has vuelto más cautelosa, por lo que sueles cargar plantas para sanación y defensa. No has vencido a nadie poderoso ni tuviste éxito en una misión legendaria. Lo más probable es que hubieses desarrollado una medicina secreta. Pensé que no eras más que una sanadora de fama exagerada. ―Respondió Jiro con una honestidad que lo sorprendió a sí mismo.

―Ya veo. Entonces, ¿cuál es tu verdadero nombre? ―Persea echó un vistazo disimulado a su habitación.

―Soy Jiro, segundo hijo del Dios Dragón del Viento.

―Oh, ¿en serio? ¿Así que fuiste tú el que manipuló a Melodie para que intentase cometer suicidio? También llegaste a trastocar mi amor en odio, y me hiciste ser abusiva con ella. Usaste tu control mental para hacerme tener sexo contigo, ¡y yo sólo tenía catorce años! Había pensado que eras una víctima, como yo. Confieso que sufrí más por tu desaparición que por la de Zeferino. Ahora dime, ¿qué pasó con él realmente?

―Zeferino murió hace cuatro años combatiendo a las quintillizas. ―Jiro intentó ocultar la verdad, y no pudo.

Persea no recibió la noticia con expresión serena.

―¡Diantres! Tenía la esperanza de que ese no fuera el caso. Melodie va a estar muy triste cuando se entere. Ahora dime, ¿cómo fue que mis brazos fueron cortados?

Jiro intentó resistirse, pronunciar una mentira o no abrir la boca. Sintió las palabras salir contra su voluntad y comprendió que había caído en una trampa.

―Tengo cinco mujeres-camaleón conmigo. Están bajo mi control mental y además les di ciertos narcóticos para que sean más obedientes. Están desnudas y atacan con sus afiladas garras. ¡Maldita seas Persea! ¡Matenla, ataquen sin cuartel!

Las sombras difusas se abalanzaron sobre Persea quien, en vez de intentar esquivar, dijo:

―Si son víctimas inocentes de tu control mental, tendré que hacer esto del modo difícil.

Persea fue partida en cuarenta y siete pedazos diferentes. Jiro aulló de alegría hasta que se quedó sin aliento.

Intentó moverse para irse de allí y no le fue posible: su cuerpo se había entumecido por entero. Apenas y podía respirar. No pudo comandar nada a sus esclavas invisibles: tuvo la sospecha de que ellas estaban tan paralizadas como él.

Los pedazos que constituían a Persea se pusieron a vibrar. Diminutos brotes de hierba fueron surgiendo del lado interno de la carne, seguidos por hojas y ramas de madera que se conectaron entre sí, para luego volver a unir el rompecabezas que al ponerse de pie era nuevamente Persea, indemne.

―La inmortalidad duele, ¿sabes? No te preocupes si todavía no lo entiendes, pronto lo harás.

Persea se estiró por un rato para confirmar que todo estaba en su lugar. Después fue y se puso una blusa blanca y un pantalón jean a la carrera. Por último fue al baño y al regresar traía en una mano lo que parecía ser un pétalo de girasol. En la otra un cuchillo grande para tasajear carne.

―El proceso tarda un poco, así que mientras tanto dime: ¿cuál es la verdadera identidad de la persona que se hizo pasar por Zeferino para atacar la Aldea Pielroja?

Ante la orden de Persea Jiro pudo hablar sin inconveniente alguno. Al tiempo que la secreta estratagema le era revelada, Persea desabrochó la elegante camisa de Jiro, pomposa seda que Celestino jamás habría elegido para sí. Luego le abrió el pecho con el enorme cuchillo, para luego introducir el pétalo de girasol. Jiro no pudo proferir queja alguna, por lo que de su garganta únicamente salió el relato del impostor. Sólo sus ojos carmesí, inundados de lágrimas, fueron evidencia de su dolor.

―Cáspita, lidiar con ella no va a ser sencillo. Algo pensaré. No creo que Celestino y Atahualpa sean oponentes indicados para ella. Uno es demasiado sentimental y el otro tiene más músculos que sesos. Preferiría que Melodie no manche sus manos con esa bruja.

Jiro se carcajeó. De la herida en su pecho se habían asomado varios brotes de hojas.

―Oh. ¿Incluso en tu situación actual te queda algo de sentido del humor? Tu desfachatez es admirable. Anda, dime qué te parece tan gracioso. ―Ordenó Persea, molesta de que él no estuviera sufriendo.

―Melodía de la Muerte tiene más sangre en sus manos de la que puedes imaginar. ¡Suicídate! ―Ordenó Jiro.

Persea se degolló a sí misma. De su cuello surgió una cortina de sangre. Tosió un par de veces. Después se limpió el cuello con el dorso de la misma mano que seguía empuñando el cuchillo. La herida ya se había cerrado.

Persea miró a Jiro con amargura.

―Con que aún tenías un comando implantado dentro de mí. Ni siquiera fue un buen intento: tu victoria se limita a un cambio de guardarropa.. Además, estas equivocado, traidor. Hace dos años el Mago Hartwell me contó todo lo relacionado a mi querida Melodie. Veo el temor en tus ojos, y con razón. En efecto, él es la fuente de mi poder actual. Durante varias generaciones mi familia ha poseído afinidad con las plantas, nada espectacular, solamente nos podíamos comunicar con ellas para fortalecer su crecimiento. Por eso mi familia siempre se mantuvo al margen de la comunidad mágica: apenas y éramos mejores que los ordinarios. Alguien tan insignificante no era más que una carga para Melodie si ella insistía en buscar a Zeferino. Cuando me di cuenta que no la podía retener en el mundo ordinario, salí a las calles a deambular sin rumbo, llamando al Mago Hartwell con todo mi corazón, hasta que su nefasta Tienda apareció frente a mí. Él me atendió en persona. Detrás de la ventana sólo había un objeto que yo pudiera ver. Era un animal repulsivo, pequeño y asqueroso cuya única comparación justa es la de un feto humano abortado.

El cuerpo de Jiro se fue inflamando, hinchándose hasta romper su elegante ropa, incluso sus zapatos. Una por una, las uñas de las manos y los pies fueron saltando con un sonoro clac. Luego pedazos de su piel se fueron desprendiendo, aunque su textura ya era más de gelatina, una muy babosa y fétida.

―Le dije a Hartwell que quería el poder para luchar al lado de Melodie. Él se rió en mi cara, una risa horripilante. Afirmó que lo que yo en verdad anhelaba era hacerla mía, pero que eso nunca pasaría mientras Melodie fuera Melodie. En cambio me ofreció la segunda mejor opción: inmortalidad. Así Melodie podría usar su don con libertad en mi presencia. Así ella nunca tendrá que preocuparse por defenderme. Así yo la podré ver envejecer y cuidar de ella con todo mi amor. No sé qué voy a hacer cuando Melodie ya no esté. Tengo miedo a enloquecer. De hecho, tengo miedo de ya estar loca. ¿Puedes creer que el precio para obtener mi inmortalidad fue, precisamente, mi mortalidad? Aparentemente es un don muy preciado, sobretodo para los que ya se cansaron de existir. Comer ese pequeño ser deforme fue asqueroso. Me convirtió en lo que soy ahora. Supongo que soy una mujer planta, o algo por el estilo.

Luego se fue descomponiendo el tejido nervioso, prontamente seguido por los órganos: páncreas, hígado, entrañas, corazón y otros cayeron sobre el suelo, todos con aspecto macilento y gris.

―Perdona mi larga diatriba, no había tenido la oportunidad de comentar todo esto con nadie. Celestino sospecha de mi desarrollo, aunque creo no lo ha mencionado por la misma razón que yo: mientras más ignorante sea Melodie, más feliz será. ¡Oh Camilo! Digo, Jiro, ¡Soy tan feliz que me hayas venido a buscar a mí! Celestino te habría dejado con vida porque, después de todo, eres el hermano de su creador. Melodie únicamente te habría matado en defensa propia, y eso habría sido demasiado rápido y bueno para ti. Lo que yo te estoy haciendo es mucho, mucho mejor. Eres la segunda persona a la que transmito parcialmente mi inmortalidad. Serás una bella planta decorativa a la que podré lastimar tanto como quiera. ¡La vamos a pasar tan bien! Tranquilo, te voy a permitir conservar tu rostro, y en ciertas ocasiones podrás usar tus ojos y tu boca. De no ser así, ¿cómo podría gozar tus muecas de dolor? ¿Cómo privarme de esos ojos carmesí desbordados por el pánico? ¿Cómo podría no bailar ante la dulce tonada de tus gritos?

Los huesos, amarillos en vez de blancos, fueron lo último en caer, y se hicieron añicos a causa de lo deteriorado de su estado. Nada más quedó un girasol tan alto como era Jiro, con su rostro dormido dentro de los pétalos amarillos. Tenía el ceño fruncido, como si estuviese teniendo una pesadilla. Sus raíces estaban descubiertas sobre el suelo de la habitación.

Finalizada la batalla, Persea le dio prioridad al tratamiento de las mujeres-camaleón, que ya se habían hecho visibles. Eran lagartos humanoides de casi dos metros de largo, teniendo en cuenta la cola. Tras acomodar los cinco cuerpos escamosos por toda su habitación, Persea les hizo tragar hierbas y aguacates, para que pudieran dormir y sanar más velozmente. Procedió a escribir una nota y la clavó en el rostro de girasol de Jiro con una puntilla.


"Este es Jiro, el hombre que las tenía como esclavas. Yo lo transformé así. Lo pueden atacar a su gusto, aunque no se lo vayan a llevar, por favor: planeo torturarlo para siempre. Debo ir a casa de una amiga y no sé cuándo pueda regresar. Pueden quedarse tanto tiempo como gusten. No vayan a destruir nada de mi casa, excepto a Jirosol. No les recomiendo comerlo, puede ser venenoso como yo.

La Flor Inmortal


Con una toalla mojada se limpió el cuello y el pecho. Se puso un sujetador y una blusa negra. Se contempló en el espejo y se consideró lo suficientemente sensual. Aunque en realidad no le importaba mucho su aspecto, valoraba mucho la ventaja que obtenía cuando los demás creían que no era más que una mujer bonita.

Antes de salir, optó por revisar las pertenencias de Jiro. Encontró un celular y una varita mágica. No parecía más que un frágil trozo de madera, pero Persea había oído varios relatos de idiotas que habían agitado varitas mágicas sin tomar precauciones y terminaron convertidos en excremento. La guardó en su mochila, en medio de sus aguacates sanadores y sus semillas de enredaderas de crecimiento acelerado.

Entonces revisó el celular. No estaba bloqueado de ninguna manera, así que tras un par de minutos de inspección, se dio cuenta que Melodie corría un gran peligro. En teoría, Melodie era invencible. Pero cuando los enemigos eran los lacayos de un Dios, lo más sensato era no confiarse. Se maldijo a sí misma por haber perdido tanto tiempo monologando.

Bajó al primer piso, cogió su bicicleta, le dio vida a unas ramas que rodearon sus piernas y empezaron a pedalear por ella. Tras un par de cuadras, se dio cuenta de dos anormalidades. La primera, todas las personas se la quedaron mirando a ella y sus piernas potenciadas por las ramas. Comprendió que el velo que separaba lo mágico de lo no mágico se había roto. Lo segundo, el cielo en dirección a la casa de Melodie estaba oscurecido, no por nubes de lluvia, sino por un enjambre compuesto por miles y miles de Harpías.

La Persea de antes se hubiese desmayado porque el mundo se había puesto de cabeza y sus amigos estaban en peligro.

Ignorando a propósito los gritos y dedos trémulos que la señalaban, la Persea del presente hizo que las ramas la ayudarán a pedalear a toda prisa.

...

Capítulo 23              Índice           Capítulo 25

Nota de autor (24 de Julio de 2.020)


Últimamente me cuesta mucho dormir. ¿Será por tanto estrés acumulado, a causa de todas las situaciones bizarras propiciadas por la pandemia? Espero que ustedes tengan un buen día a pesar de de todo. Me pasaron muchas cosas desagradables esta semana. Me robaron con un billete falso, me acusaron de no dar una devuelta correctamente, tuve que presenciar una horrible pelea de pareja en mi lugar de trabajo, en fin, el 2.020 no deja de atacar.

A veces pienso que me mantengo ocupado para no pensar en tantas cosas que no quiero pensar. Algún día, quizá, mi realidad será mejor. Tengo la fe.

Esta entrada fue posible gracias a Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.

Si te gustó lo que acabas de leer y quieres apoyarme puedes:

  1. Ser un Patrocinador de Rhaidot.
  2. Dejar un comentario
  3. Recomendarme en tus redes sociales

Gracias por leer.

jueves, 30 de julio de 2020

Correctos sinvergüenzas


Foto original por Simon John-McHaffie
Foto original por Simon John-McHaffie

Gritar, ¡no quiero! ¿¡Para qué!?
Si entre tantos vanos ecos mi desgarrada voz perecerá sin gloria,
y morirá callada, de cualquier forma.

¡Guardaré silencio!
Mientras relamo el sabor ferroso de mi sufrimiento,
y calladamente oiré de lejos,
los gritos infames de los victimistas eternos;
¡De ellos, quienes han condenado mi dolor a lo superfluo,
imponiendo sobre mi su visión de lo funesto!

Quiero gritar, pero no debo;
porque sé lo que no quiero:
perpetuar mentiras a medias,
condenar verdades incompletas,
participar en su vasto circo,
propósito de miserias.

Prefiero el silencio,
elijo mi condena,
abrazo mis designios,
y niego las cadenas
que sobre mi imponen
los correctos sinvergüenzas.

Vivir cada día,
entre gritos voraces
de exigencias imposibles,
de señalamientos infames,
confirmando mis carencias,
reafirmando mis creencias,
trascendiendo en consigna,
por sobre miedos y flaquezas.

Que si gritar no puedo,
en mi libertad prefiero
residir en mi silencio
con voluntad de acero,
resistiendo a sus pretextos
con paciencia y sin apegos,
llevando conmigo un canto sincero,
expresión sencilla de mis propios anhelo:
¡Que sea mi voz silente mi fuerza omnipresente!
¡Que sea mi voz silente mi grito más potente!

sábado, 25 de julio de 2020

Memorias de un mago enamorado 23

Capítulo 22              Índice           Capítulo 24

Memorias de un mago enamorado


Foto original por Christopher Campbell
Foto original por Christopher Campbell

Capítulo 23: Una muerte inesperada


Abdullah no siempre fue un anciano de rostro cetrino y canas grises cubiertas por un turbante. Alguna vez fue un niño muriendo de hambre, tirado sobre la arena del desierto. Había escapado de su hogar porque se había cansado de los puños de su padre. Había deambulado durante dos días y se le habían agotado los víveres que había sustraído de la cocina familiar. Había equivocado el rumbo y ya no tenía esperanza de hallar el asentamiento nómada al que había querido unirse.

Sin fuerzas para continuar, perdió el conocimiento. Se sorprendió cuando despertó, no tanto por la cadena en su tobillo que lo unía a una pesada bola de metal, sino por el hecho de seguir con vida. Había sido capturado por un grupo que vendía esclavos, y Abdullah les había llamado la atención por su latente talento mágico.

Fue vendido al mejor postor, una y otra vez hasta que dejó de ser joven y cayó en manos del recién aparecido Dios Dragón del Fuego.

A pesar de su condición de esclavo no había tenido una vida tan mala. Había sido una herramienta preciada para todos sus amos, la perfecta calculadora tasadora de maná imposible de engañar. Sin embargo, sus dueños lo vendían cada dos años más o menos, porque les causaba desagrado las prácticas sexuales de Abdullah. Como a muchos esclavos, se le daba un sueldo marginal que él ahorraba escrupulosamente hasta el punto de ser tacaño consigo mismo, todo con tal de tener dinero los fines de semana, el suficiente para pagar una prostituta y emborracharse a gusto. Los Sábados el austero Abdullah desaparecía y era reemplazado por un hombre grosero y violento.

Por mucho, el Dios Dragón de Fuego era su jefe favorito. No solamente porque le había regalado su libertad sin condiciones. La verdad eso apenas y le importaba. No, lo mejor era que su nuevo jefe le había obsequiado cinco mujeres jóvenes y hermosas: sus propias esclavas.

―Trate de no romper todos sus juguetes, señor papá. ―Había dicho el joven Jiro con una sonrisa.

Abdullah no se permitió llorar delante de Jiro. Si bien él las había secuestrado, sólo lo había hecho por indicación del Dragón del Fuego. Sólo lloró cuando estuvo a solas con sus nuevas cinco posesiones, mientras las golpeaba.

Abdullah no estaba dispuesto a morir por su jefe, pues nunca había sido un hombre de acción. Pero dudaba que pudiera conseguir un mejor trabajo, y allí estaba muy cómodo. Tales eran los sentimientos de Abdullah la noche que Melodie destruyó al Mago Hartwell.

La reacción del Dios Dragón del Fuego fue inmediata. Al ser una entidad cósmica compuesta de energía pura, la desaparición de otro ser similar dejó una ausencia en el universo que el Dragón del Fuego pudo sentir dentro de su capullo de carne. Lo que el Dragón del Fuego no pudo prever, fue que con la desaparición del Mago Hartwell, también su Asistente debía ser desterrado.

El conjuro del Asistente que tenía paralizada a las dos Harpías cesó por completo, por lo que las Harpías se fueron multiplicando una y otra vez y partieron en busca de la identidad conocida como Vástago del Viento. Las Harpías eran el castigo dirigido a Zeferino por intentar romper el pacto de Melodie. Por ende, el maná que alimentaba su hechizo de multiplicación provenía directamente del Dragón del Fuego, quien sintió su vasija desmoronarse al ser drenada de toda su magia.

No podía ser asesinado de ese modo, ni siquiera lastimado. Lo que sí podía ocurrir es que su vasija fuese destruida y obligado a abandonar este mundo. El Dragón del Fuego tuvo la certeza de que todo era parte del plan del Mago Hartwell, toda una cadena de acciones enlazadas para llevar a un empate donde ambos iban a desaparecer de este mundo. Hartwell incluso podía obtener una victoria si el resto de sus piezas estaban mejor acomodadas.

Las manipulaciones de Jiro.

El intento de suicidio de Melodie.

La intervención de Zeferino.

Las Harpías paralizadas y liberadas en masa.

Su vasija herida de gravedad, una herida mortal a causa de la gran cantidad de maná que le había sido quitada al mismo tiempo.

El Velo roto, el límite que mantenía los números y creatividad de los seres mágicos bajo control, la medida preventiva del Dragón del Aire, rota por completo.

Hartwell desaparecido de un mundo que ya no lo necesitaba para resistir la influencia de los Dragones, con defensas que pronto construirían.

Melodía de la muerte.

Quizá ya todo estaba perdido.

En ese momento de agonía, el Dios Dragón del Fuego estableció su propio plan de contraataque, cuyo primer paso era mantener su vasija con vida. Por lo que rompió la maldición de Zeferino, así el recién nacido ejército de Harpías se limitó a cincuenta mil.

En ese punto, sin ver mucha diferencia entre Abdullah y el Capitán Jace, extendió su mano hambrienta hacia el que tenía más cerca.

Los femeninos dedos se posaron sobre el arrugado rostro de Abdullah, quien sintió como si lo hubiesen tocado con hierros encendidos.

Luego un calor infernal lo devoró de pies a cabeza cuando los líquidos de su cuerpo fueron evaporados.

Su pene se convirtió en un carbón negro al mismo tiempo que su lengua, un grito ahogado alcanzó a presentirse aunque no a oírse.

Para cuando sus ojos se derritieron ya estaba muerto, cubierto de llamas por todos lados. Esa imagen fue la que con mayor claridad se grabó en la memoria del Capitán Jace.

En un par de segundos, Abdullah dejó de ser un ser humano y se convirtió en cenizas.

El Dios Dragón del Fuego se giró hacia el Capitán Jace, su divino cabello violeta flotaba volátil, sus ojos índigo chispeaban y su cara era una máscara de dolor sagrado. Dominado por un horror mudo, el simple mortal le rogó al universo por una muerte rápida.

―¡QUIERO A MELODÍA DE LA MUERTE Y A TODOS SUS ALIADOS MUERTOS! ¡A TODOS Y CADA UNO, DE INMEDIATO!

El Capitán Jace se meó en sus lujosos pantalones de prestigioso guerrero. Se levantó tambaleante y casi se tropieza en el umbral de la oficina cuando su jefe habló de nuevo.

―¡VOY A SALIR A DEVORAR A TODOS EN ESTA CIUDAD! ¡SI PARA CUANDO TERMINE DE COMER MIS ÓRDENES NO HAN SIDO CUMPLIDAS, USTEDES SEGUIRÁN EN MI MENÚ!

Sin aguardar más, el Capitán Jace salió corriendo, al tiempo que sacó su celular y empezó a escribir un desesperado mensaje para todos los que figuraban en la nómina del Dios Dragón del Fuego:


"El Dios Dragón del Fuego ha decretado que Melodie la Melodía de la Muerte, Celestino el Segundo Vástago del Viento, Blaise el Fabricante, Atahualpa la Llama en la Mano, y Persea la Flor Inmortal deben ser exterminados de inmediato. Divisiones Ocho, Nueve y Diez vayan respectivamente a confrontar a los tres últimos en sus hogares. El resto vamos a donde vive Melodía de la Muerte."


Jace subió a la terraza y sin demora montó su lagarto alado. El resto de su Escuadrón estaba sobrevolando la Torre del Comercio. Él se unió a ellos con unos cuantos aleteos de su montura.

―Capitán Jace, ¿sintió esa perturbación? ¡El Velo se ha roto! ¿Qué vamos a hacer? ―Preguntó Johnson, su Segundo al Mando. También era un Detector, como Abdullah, aunque no igual de hábil.

Su montura se agitó, inquieta por el olor de humedad en los pantalones de su jinete.

Jace sintió un nudo en el pecho. No había sido cercano a Abdullah ni mucho menos. Sólo que su muerte había ocurrido delante de sus ojos. Abdullah nunca había cometido ni un error bajo el servicio del Dragón del Fuego, y este lo había destruido sin razón.

No, no sin razón, no simplemente destruido. El Dios Dragón del Fuego estaba hambriento y se lo comió. Pensó Jace, comprendiendo horrorizado, que el muerto podría haber sido él.

¿Qué le había sucedido al Dragón del Fuego? ¿Acaso había recibido un ataque invisible? ¿El Velo se había roto porque el Dragón del Fuego había sido debilitado, o había sido al revés? ¿Abdullah únicamente había muerto para saciar a su jefe? ¿O estaba enojado con Abdullah por no haber percibido el ataque? ¿O quizá el Dragón del Fuego había decidido que sus servicios ya no eran necesarios, porque los tiempos de las pretensiones y estratagemas habían terminado?

Eso último fue lo que eligió creer el Capitán Jace, porque le permitía creer que aún no era prescindible.

―¿Capitán?

―Estamos en guerra. Debemos dirigirnos de inmediato a enfrentar a Melodía de la Muerte.

A pesar del casco que ocultaba gran parte de su rostro, Jace pudo ver el temor en los ojos de su Escuadrón.

―No se preocupen. Las Divisiones Uno y Dos van con nosotros, junto con la Cuatro, Cinco, Seis y Siete. Probablemente la Señorita Key será la única en pelear. Después de todo, para eliminar a un monstruo hace falta otro monstruo, ¿no es así? ―Bromeó el Capitán Jace.

Sus hombres sonrieron trémulamente. Era la primera vez que Jace intentaba hacer un comentario chistoso con ellos. Se les antojó un indicio claro del final del mundo.

El Capitán Jace y su Escuadrón Dragón se estaban alejando de la Torre del Comercio cuando esta fue partida en dos. Horrorizados, Jace y sus hombres vieron al Dragón del Fuego, perdida para siempre su figura humana en este mundo: ahora era un Dragón de escamas rojas tan grande como un estadio que de un solo bocado se tragó un puñado de personas, y luego siguió y siguió comiendo.

...

Cuando la puerta del cuarto de Persea se abrió, ella estaba despierta y preparada: iluminó al intruso con su celular directo a la cara. Pudo ver claramente los ojos carmesí y el cabello rubio con la poderosa linterna de su móvil.

―¿Celestino? ¿Qué haces aquí a esta hora?

El aludido sonrió y levantó sus manos de forma apaciguadora,

―Lamento mucho venir a estar horas Persea. Se trata de una emergencia.

Ella asintió. Tenía puesto un camisón rosado de tiras que le caía por encima de las rodillas. El recién llegado no pudo contener una mirada de aprobación ante sus largas piernas y los pechos que se insinuaban suculentamente.

Súbitamente, Persea movió su brazo hacia él y le lanzó varias semillas sobre la ropa. Una serie de gruesas enredaderas nacieron de las semillas a velocidad increíble y en un parpadeo inmovilizaron al joven de ojos carmesí, de los pies a la cabeza.

El joven se mostró sorprendido por un momento. Luego sonrió maliciosamente.

―Reconozco que eres más inteligente de lo que pensé. ¿Cómo supiste que no era ese falso Bastardo del Viento?

Persea se llevó la mano hacia su rubio cabello de princesa y lo echó para atrás.

―Porque lo hiciste todo mal, desde el principio. El verdadero Celestino no habría entrado a mi cuarto por la puerta de ser una emergencia. Habría tumbado mi ventana y me habría llevado volando en sus brazos sin preguntar nada. Celestino no me agrada ni un ápice, pero compartimos la misma definición de emergencia: sólo es una emergencia si Melodie está en peligro. Además, él nunca me ha echado ni una mirada lasciva encima. Por último, Celestino siempre me llama Per, nunca Persea.

―Que interesante. ¿Entonces son rivales en el amor? Eso es tierno.

―Te puedes ahorrar tus comentarios, impostor. Lo único que quiero escuchar de tu boca es la razón que tuviste para atacar la Aldea Pielroja, y cualquier información que tengas sobre el paradero de Zeferino.

El llamado impostor se mostró verdaderamente sorprendido.

―Oh, pensé que ya habías descubierto mi identidad, pero me equivoqué. ¿Es porque han pasado cuatro años desde que nos conocimos? ¿O es por qué es la primera vez que observas mi verdadera apariencia? ¿Tan poco significó para ti perder tu virginidad conmigo, Persea?

Los ojos verdes se abrieron de par en par. Los pies descalzos de Persea por poco y no la sostienen.

―¿Camilo?

Demasiado tarde, Persea vio delante de ella un par de siluetas borrosas. Escuchó dos objetos rompiendo el viento que acompañaron a esas siluetas casi invisibles. Y entonces sus dos brazos fueron cortados limpiamente por encima de la altura de sus codos.

Uno de los brazos todavía sostenía el celular cuando rebotó sobre el suelo.

Persea gritó salvajemente y agitó sus muñones patéticamente.

La sangre derramada salpicó el rostro de Jiro.

―Es una lastima, tener que asesinar a una mujer tan hermosa como tú.

...

Capítulo 22              Índice           Capítulo 24

Nota de autor (17 de Julio de 2.020)


Creo que aquí se nota la influencia que series como Bleach o Naruto han tenido sobre mí. Me gusta cuando ocurren diversos combates al mismo tiempo y tenemos la oportunidad de ver a los integrantes de un grupo luchar individualmente. Me viene sobretodo a la mente la misión para rescatar a Sasuke, que para mí habría estado mejor si Neji y Chouji hubiesen muerto: creo firmemente que la eliminación de personajes es necesaria en las historias largas. Pero bueno, esa es mi humilde opinión.

Esta entrada fue posible gracias a Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.

Si te gustó lo que acabas de leer y quieres apoyarme puedes:

  1. Ser un Patrocinador de Rhaidot.
  2. Dejar un comentario
  3. Recomendarme en tus redes sociales

Gracias por leer.

viernes, 17 de julio de 2020

Memorias de un mago enamorado 22

Capítulo 21              Índice           Capítulo 23

Memorias de un mago enamorado


Foto original por Martino Pietropoli
Foto original por Martino Pietropoli

Capítulo 22: Hágase tu voluntad, querida...


Melodie abrió sus párpados ligeramente rasgados y Celestino pudo ver sus ojos de color avellana.

―¿Qué estás esperando? ―Preguntó ella con su voz aguda.

―Lo siento, me distraje. ―Se disculpó Celestino y procedió a besarla.

No fue un beso largo ni corto. No fue muy apasionado, ni totalmente desapasionado. Fue definitivamente confuso para ambos. Melodie sabía que no era solamente la necesidad de mantener a Celestino con vida. Tarde o temprano tendría que confrontar sus propios sentimientos. ¿En qué momento habían cambiado los besos de él? ¿Cuándo dejaron de ser una incómoda necesidad y pasaron a ser un momento anhelado? ¿En qué momento Celestino se había vuelto tan, humano?

¿Qué iba a suceder cuando volviera a ver a Zeferino?

Separaron sus rostros y por un par de segundos se contemplaron sin decir nada. Celestino levantó una mano. Melodie alcanzó a temer que fuera a acariciar su cara, cuando su celular vibró y ella lo cogió apresurada.

―¡Es Atahualpa! ¡Qué nombre tan extraño! ¡Me preguntó si en realidad es un descendiente del Atahualpa original!¡ Oh, es un vídeo! ¡Ven, vamos a verlo juntos! ¡Siéntate allí! ―Habló Melodie acelerada.

Celestino suspiró y se acomodó sobre la cama, a la distancia prudencial que ella le había indicado.

Debajo del vídeo que aparecía en la pantalla, Atahualpa había escrito lo siguiente:


"Sea quien sea ese impostor, es bastante bueno para imitar. Aunque en comparación a Celestino hay algo que no encaja, no sé qué es, pero me queda una sensación de que hay algo diferente entre el impostor y Celestino. Por favor dime a qué horas quieres ir mañana al Gremio."


Con un nudo en la garganta, Melodie presionó el botón de reproducción.

La pantalla negra se movió. No fue la rápida sucesión de imágenes a gran velocidad que habría sido lo normal, sino que lo negro de la pantalla se inflamó como una burbuja, y siguió creciendo hasta que un rostro comenzó a formarse.

Celestino le arrebató el celular de las manos y lo arrojó a una esquina de la habitación. Luego se puso delante de Melodie, produciendo una barrera de viento entre ellos dos y el celular.

Ella se había asombrado ante la bizarra aparición en la pantalla del celular, pero sólo experimentó verdadero pánico cuando percibió que a Celestino le temblaban las rodillas, junto con el resto del cuerpo, hasta el punto que sus dientes castañeteaban. Su frente se había perlado de sudor en un parpadeo, y sus ojos carmesí parecían a punto de salirse de sus cuencas de lo desorbitados que estaban.

Por instinto, Melodie lo abrazó por la espalda. Celestino forzó su cuerpo a calmarse.

De la pantalla del celular surgió un tallo negro, y del tallo se levantó una figura humanoide cubierta por una túnica negra, con una cima rematada por un feo gorro bombacho.

―Buenas noches. Soy el Mago Hartwell, y estoy aquí para entregar una advertencia: no mires este vídeo, Melodía de la Muerte. Renuncia a investigar el paradero de Zeferino y Camilo. No puedes encontrar lo que buscas: al final de ese camino no hay más que dolor y enojo. ―Era una voz de penumbra, lejana y peligrosa.

Celestino se vio sobrepasado por un temor irracional. Se desprendió del abrazo de Melodie, gritó como un salvaje, y se convirtió en un torbellino para atacar directamente al Mago Hartwell.

Melodie no estuvo segura de lo que vio en ese momento. Fue como si el torbellino se hubiese hundido sobre la figura aparentemente humana, y luego procediera a rebotar desde ella, como si el Mago Hartwell estuviese constituido de goma. El torbellino de viento se deshizo y Celestino fue a estrellarse contra la ventana del cuarto de Melodie: él siguió derecho hasta chocar con el edificio que estaba al frente. El impacto había sido tan fuerte que el muro se hendió un poco, lo suficiente como para ser visible. Inconsciente, Celestino fue cayendo desde el tercer piso.

Melodie se concentró por un segundo, y condensó suficiente aire debajo de Celestino como para que cayese con la suavidad de una pluma.

―Oh, ¿ya tienes tanto dominio sobre el poder de tu pareja? ¡Impresionante! ―La congratuló el Mago Hartwell.

Melodie necesitó de toda su fuerza de voluntad para contenerse y no atacar en ese momento. Si ella se arriesgaba, y resultaba igual de lastimada, ¿quién iba a socorrer a Celestino?

―¿Por qué has venido hasta aquí? No tenemos ningún pacto contigo. ―Como era usual, su tono se volvió más agudo por estar nerviosa.

―Es cierto. Sin embargo también es cierto que hice un pacto con aquel al que alguna vez amaste.

―¿Zeferino? ¿Estás hablando de Zeferino? Si sabes dónde está, ¡dímelo ahora mismo!

―Aunque te he protegido por cuatro años de tus enemigos, no puedo protegerte de ti misma. Si insistes en seguir adelante, renuncias a los beneficios que el Vástago del Viento adquirió para ti, y yo puedo conservar el pago que me fue dado. Eres quien rompe el trato, Melodía de la Muerte, no yo.

Por su Unión con Celestino, Melodie pudo sentir que él estaba apunto de fallecer. Fuera por eso, o por las palabras del Mago Hartwell, ella no pudo mantener el control por más tiempo.

―¡Nivel cuatro! ―Gritó Melodie.

El celular respondió al comando de voz y reprodujo la canción de Melodie un poco menos distorsionada de lo que la había escuchado Atahualpa.


Grita el viento el nombre que por mi sangre corre,
cual ígneo fuego que devora a su paso, 
mi piel, mis huesos, mi propio existir.


Melodie manipuló su voz, la que salía del celular, con la magia de viento a la que tenía acceso gracias a Celestino. Así la concentró en la figura del Mago Hartwell, cubriendo su ser dentro de un área de dos metros y medio.

El feo sombrero se partió en dos, y el resto del Mago Hartwell se resquebrajó del mismo modo que lo había hecho la ventana rota en la habitación. Los pedazos se convirtieron en polvo negro que se hizo cada vez más diminuto hasta desaparecer por completo.

Melodie respiró agitada, agotada por la tensión emocional, no por el esfuerzo físico. Dio un paso hacia adelante para recoger su celular. Entonces oyó la voz espectral e incorpórea del Mago Hartwell.


Hágase tu voluntad, querida...


Las últimas dos palabras rompieron la mente de Melodie. Su consciencia se dividió en dos voces diferentes.

Melodie A quería procesar y entender lo que el Mago Hartwell acababa de pronunciar, aún si eso significaba perder el conocimiento y dejar morir a Celestino.

Melodie B quería olvidar, hacer de cuenta que nunca había oído las dos últimas palabras del Mago Hartwell y salir corriendo para auxiliar a Celestino.

Melodie cayó de rodillas, con las manos jalando su cabello negro con tanta fuerza como para arrancar algunas hebras. Gritó de dolor como nunca lo había hecho en su vida, ni siquiera cuando se había comido un pimiento llamado Carolina Reaper por accidente y su abuela la había tenido que llevar de urgencia al hospital para un lavado estomacal. Se revolcó por el suelo de su habitación, derribó una lámpara de mesa y un frasco de loción, ambos regalos de Persea.

Tras una fiera batalla interior, Melodie B asesinó a Melodie A.

La Melodie real salió de su cuarto arrastrándose, apoderándose de su celular en el recorrido.

―Melodie, ¿qué está pasando? ―Preguntó Fernando al borde de la histeria.

El hermano menor de Melodie ahora era un adolescente desgarbado de catorce años. La delgadez le sentaba a él mucho mejor que a Melodie, y con sus ojos avellana y sus párpados rasgados, no era muy diferente de un ídolo del k-pop.

La razón para el pánico de Fernando era evidente. Los padres de ambos yacían inconscientes sobre el sofá, mal acomodados.

Los maté por accidente con mi voz. Pensó Melodie. Por un momento se sintió tragada por el vacío.

Luego pudo sentir su aliento danzando en sus bocas, la alegre canción de la vida que únicamente el viento podía transmitir.

―Están con vida. ―Informó ella, con un tono frío evocador del vacío al que acababa de asomarse.

―¿Qué les pasó? ―Interrogó Fernando.

La respuesta llegó del cielo: cincuenta mil gritos perforadores que helaron la sangre de todos en la zona, e hicieron que algunos, como los padres de Melodie, perdieran el conocimiento. El propio Fernando activó una barrera mágica a su alrededor sin percatarse de ello, la adrenalina acelerando su pulso a mil por hora.

La escala de escalofríos de Melodie había sido actualizada tras su encuentro con el Mago Hartwell, por lo que pudo escuchar los furiosos gritos sin miedo, recordando sin dificultad el día de su reencuentro con Zeferino, y a la Harpía que había intentado matarlos ese día.

No. La Harpía perseguía a Zeferino, no a mí. Precisó Melodie para sus adentros.

Tuvo la corazonada de que Celestino era el objetivo de su ataque masivo. No supo por qué lo sintió así, ni tampoco quiso pensar en las implicaciones si eso era cierto. Simplemente lo asumió como la verdad y decidió un curso de acción acorde a esa realidad.

―¡Ayudame a tirarme por la ventana!

―¿Qué? ―Replicó su confundido hermano.

―¡No hay tiempo para perder, sólo ayúdame a llegar a la ventana! ―Aulló Melodie con la autoridad de la hermana mayor.

Fernando la obedeció. Removió la barrera que había levantado sobre sí mismo, y la auxilió pasando uno de los brazos de ella por encima de los hombros de él. Cuando llegaron frente a la ventana rota, Fernando se halló más desconcertado. Por su parte, Melodie volvió a ladrar órdenes como lo hubiese hecho un chihuahua.

―¡Cúbreme con una de tus barreras, ya!

Tras verse protegida por un escudo de maná, Melodie saltó por la ventana rota, dejando atrás a su preocupado hermano.

Estar protegida por la magia de Fernando era una sensación agradable, como tener puesto un abrigo cuando hace frío. En cambio estrellarse contra el suelo y romper la barrera fue como si le hubiesen quebrado un huevo en la cabeza: aunque no se hizo daño, fue desagradable.

Desorientada, buscó a Celestino con la mirada. Estaba recostado contra una pared del callejón, apenas respirando. Tenía una fea herida en la cabeza. No era sangre lo que manaba de allí, sino un plasma que Melodie sólo pudo catalogar como luz líquida.

Ella se tambaleó, tropezó, y cayó de rodillas frente a Celestino. Se arrojó sobre él y lo cobijó en sus brazos. Entonces lo besó con toda la pasión refrenada de esos cuatro años, liberada por un instante de las dudas y temores, dominada únicamente por el deseo de tenerlo a su lado por siempre.

Celestino movió un poco los dedos. Luego su herida se cerró y atrapó a Melodie con un abrazo posesivo que por primera vez ella no rechazó.

Cuando se separaron, se quedaron viendo entre sí: los ojos carmesí llenos de esperanza, los ojos avellana entre la felicidad y el temor.

―¿Mel?

Ella no supo qué responder, pero fue sacada del apuro por un nuevo grito del enjambre de Harpías, ahora más cercano.

―Tenemos un problema grande, Cel.

...

La nueva base secreta de operaciones del Dios Dragón del Fuego estaba en el piso cuarenta y cuatro, el último piso de la Torre del Comercio. Múltiples protecciones impedían que tanto los ojos mágicos como los ordinarios lo pudiesen observar. Su majestuoso trono estaba frente a una mesa de ejecutivos, alrededor de la cual estaban sentados Jace, uno de los capitanes más destacados de la Guardia Dragón, y Abdullah, mago de detección y radar personal del Dios Dragón.

Esos dos eran sus únicos acompañantes en ese momento. Ambos desconocían que uno de ellos estaba a punto de morir.



...

Capítulo 21              Índice           Capítulo 23

Nota de autor (10 de Julio de 2.020)


Cuando comencé a escribir este capítulo, se suponía que el Mago Hartwell haría una aparición breve para amedrentar un poco a nuestros protagonistas. Pero a medida que iba escribiendo la colisión entre los personajes se volvió inevitable, Ahora la historia se ha descarrilado y se ha estrellado y el número de muertos apenas va a comenzar a crecer. El mundo de un Mago Enamorado está a punto de cambiar para siempre.

Me gustó que al inicio y al final del capítulo los protagonistas compartan un beso.

Esta entrada fue posible gracias a Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.

Si te gustó lo que acabas de leer y quieres apoyarme puedes:

  1. Ser un Patrocinador de Rhaidot.
  2. Dejar un comentario
  3. Recomendarme en tus redes sociales

Gracias por leer.

viernes, 10 de julio de 2020

Memorias de un mago enamorado 21

Capítulo 20              Índice           Capítulo 22

Memorias de un mago enamorado


Foto original por Domi Chung
Foto original por Domi Chung

Capítulo 21: Aldea Pielroja


―¡Amigo, es tan locamente imposible que seas un Espíritu que ha vivido cuatro años! Eso es como, ¡locamente imposible! Sólo había escuchado algo semejante en relatos de terror sobre el Mago Hartwell, ¡pero tú no eres como ninguno de sus monstruos! Además, ¡te ganas un beso todas las noches! ¿Entonces ustedes dos son pareja o algo así? ―Dijo Atahualpa, gesticulando con sus musculosos brazos.

―Algo así. ―Respondió Celestino.

―No. ―Intervino Persea con seriedad.

Melodie pretendió que la conversación no versaba sobre ella y miró para otro lado.

Los cuatro estaban sentados en la parte de atrás de un autobús. Persea y Melodie con sus pulcros uniformes escolares. Atahualpa tenía una gabardina negra abierta sobre los hombros, sin meter los brazos dentro.

―Ya veo. Debe ser una relación complicada porque, bueno, si ella no te besa pues desapareces. Además estás modelado a partir del tipo que ella amaba, que podría o no haberse convertido en un villano. Oye, pero después de cuatro años, ¿no eres prácticamente otra persona? Incluso se podría considerar que eres una persona real. Al menos yo no te percibo como un autómata, sino como un hombre de carne y hueso. ―Concluyó Atahualpa asintiendo repetidamente con su calva cabeza.

―Sin embargo las personas ordinarias siguen sin poder verme. ―Comentó Celestino.

―¡Bah! ¿A quién le importa la gente ordinaria? ¡Yo ni me aprendo sus nombres! ―Replicó Atahualpa.

―Eso es grosero. ―Señaló Persea.

―Entonces, mi querida nena. ¿Tienes novio? Porque yo estoy muy disponible. ―Atahualpa le guiñó con uno de sus ojos negros.

Persea se carcajeó.

―Lo siento huevo con músculos, no eres mi tipo.

―Eso es lo que todas dicen. ―Replicó Atahualpa con el orgullo herido.

―Y también al final. ―Remató Persea.

Celestino y Melodie no pudieron contener las risas. Hasta Atahualpa terminó por sumarse a ellos. Luego cayeron en un momento de silencio.

―Espero que tengan razón sobre su amigo. Ustedes me simpatizan, no quisiera tener que pelear contra él. Pero si él fue el que atacó a mi aldea, no lo puedo perdonar.

―Zeferino jamás lastimaría a gente inocente de ese modo. ―Aseveró Melodie con seguridad.

...

La seguridad de Melodie se estremeció un poco cuando llegaron a la Aldea Pielroja. Era una zona devastada de casas derrumbadas, caminos obstaculizados por escombros y gente deambulando por ahí con expresión desamparada. Era como una de esas escenas en los noticieros donde la gente era entrevistada tras haber ocurrido un desastre natural.

La Aldea Pielroja tenía casi cien habitantes. La mayoría de ellos eran de piel morena, de cuerpos atléticos unos y esbeltos otros. Los ojos tristes eran el común denominador, un rasgo milenario que únicamente se veía más acentuado por la reciente catástrofe. No pertenecían a una misma tribu o etnia, sino que eran los rescoldos agrupados de diversas poblaciones que habían querido reunirse para celebrar su condición indígena en el país.

―Entonces, niño viento, ¿sientes que esto fue obra de tu creador o qué? ―Preguntó Atahualpa.

―No soy un niño, y necesito concentrarme un poco más para estar seguro. ―Contestó Celestino con los ojos cerrados.

Una comitiva de diez personas se acercó hacia ellos, iban encabezados por una anciana ataviada con un largo vestido de lana blanca.

―Atahualpa, ¿quienes son estas personas...? ¡Ay! ―Inició la anciana, para luego interrumpirse a sí misma con un grito.

El resto de la comitiva que la acompañaba también se acobardó, retrocediendo un poco.

―Oigan, se que se ve mal, pero no hay nada de qué preocuparse. Cálmese anciana Tehuixtle. Sí, ella es Melodía de la Muerte, es buena persona, no nos va a matar a todos. ―Afirmó Atahualpa.

―¿Por qué me mencionas a mí? ¡Obviamente tienen miedo de Celestino! ―Protestó Melodie.

―¡Cómo se te ocurre traer a estos dos a la Aldea! ¿Acaso no hemos sufrido ya lo suficiente? ―Se lamentó la anciana Tehuixtle.

Melodie sintió amargura. Tanto Celestino como Persea le habían advertido que era mejor que se mantuviera apartada de las comunidades mágicas porque siempre la iban a considerar un arma de destrucción masiva. Bueno, ella era un arma de destrucción masiva, sin embargo era grosero que se lo hubieran restregado tan directamente.

Celestino abrió los ojos. La anciana Tehuixtle y su comitiva temblaron ante esos ojos carmesí.

―¡Buena gente de la Aldea Pielroja, escúchenme! No fui yo quien usó un tornado para atacar su aldea. Esto fue obra de un impostor. Juro que voy a castigar al responsable de manchar mi buen nombre. Por ahora haré lo que está en mi poder para ayudarlos. ¡Lo que el viento ha roto, el viento puede reparar! ―Declaró Celestino.

Tras su discurso, él se elevó en los aires y fuertes vientos fueron surgiendo de su persona. Los habitantes de Pielroja pensaron que estaban bajo un nuevo ataque y empezaron a gritar. Pronto sus gritos fueron de júbilo, pues las casas caídas fueron reconstruyéndose a sí mismas.

Celestino descendió, y de inmediato fue rodeado por manos agradecidas.

―¡Yo sabía que el Vástago del Viento era inocente! ―Celebró uno del montón.

―¡Tienes que darle su merecido a ese impostor! ―Pidió otro.

Otras frases similares fueron pronunciadas por parte de los habitantes de Pielroja.

―¿Qué rayos estás haciendo? ―Increpó Persea.

Celestino hizo un gesto y se llevó a sus amigos aparte.

―Es más fácil convencer a la gente de una mentira que de una verdad. No puedo permitir que el buen nombre de Zeferino sea manchado cuando es inocente.

―Amigo, te agradezco lo de las casas, pero, ¿estás seguro que no fue el? ―Preguntó Atahualpa.

―Sí, estoy seguro. La magia de viento que fue utilizada en esta Aldea es muy parecida a la de Zeferino, sin embargo no es la que pertenece a él. Aunque lo extraño es que los rastros de maná que puedo sentir son muy familiares, a pesar de que me son desconocidos.

―¿A qué te refieres? ¿No lo puedes explicar en términos más simples? ―Insistió Atahualpa.

Celestino se cruzó de brazos y meditó antes de contestar.

―Al ser un Espíritu creado por Zeferino, tengo los mismos recuerdos que él, al menos hasta sus catorce años. Estoy seguro que él nunca conoció a la persona que destruyó esta aldea. Definitivamente es alguien cercano a Zeferino, alguien con vínculos de sangre. Hasta donde sé, ninguno de los hijos del Dios Dragón del Viento posee magia de viento. Aunque existen ciertos métodos arriesgados por los que podrían obtener ese poder. Así que no tengo certeza de quién fue, lo único que sé es que definitivamente no fue Zeferino.

―¿Sólo eso has podido determinar? Eres un clon inútil. ―Sentenció Persea.

―¿Inútil? ¡Cómo te atreves! Vivimos en una sociedad donde existe el control mental, los juramentos inquebrantables, artefactos para ocultar la identidad, hechizos para verificar la verdad y un montón de medios más para engañar y revelar. ¿Sabes qué tan difícil es llegar a un estimado como el que yo acabo de hacer, cuántas personas podrían hacerlo con seguridad? Puede que tus pechos se hayan hecho más grandes, pero sigues siendo la misma niña ingenua a la que Jiro hizo enamorar de un hombre, ¡a pesar de que eres lesbiana! Te lo volveré a repetir, a ver si esta vez sí lo puedes memorizar: la única razón por la que no vivimos bajo la dictadura eterna de un Dios Dragón, es porque el Mago Hartwell se la pasa esparciendo caos por doquier. Además, acabo de reconstruir una condenada Aldea con estilo y garbo, así que cállate Per.

Persea se puso colorada, sus mejillas sobresalieron más a causa de su cabello rubio. Aunque abrió la boca, no se le ocurrió nada para contraatacar.

―¿Eres lesbiana? ―Inquirió Atahualpa, entristecido.

―¡Sí, lo soy! ¿Algún problema con eso? ―Espetó Persea de mal humor.

―No, claro que no, yo nada más preguntaba por curiosidad. ―Dijo Atahualpa con la voz rota. Él ya se había imaginado casado con Persea y acompañado por una caterva de hijos.

―Celestino, ¿cómo hiciste para reconstruir las casas? Nunca pensé que pudieras hacer algo así. ¿Por qué no lo hiciste con el incidente de hace cuatro años, en la zona donde vivía Camilo? ―Indagó Melodie sin poder ocultar su admiración.

Celestino negó con la cabeza.

―Se trata de dos instancias muy diferentes. La Aldea Pielroja tiene mucho maná flotando en el aire, por eso es invisible para la gente ordinaria. Yo puedo manipular ese maná con facilidad. Además, las casas fueron construidas con ayuda de la magia, por lo que volverlas a armar es relativamente sencillo, al menos para un mago de alto nivel con el mismo tipo de magia que se usó para destruirlas en primer lugar. En la batalla de Zeferino contra sus hermanas, el lugar fue destruido principalmente por unos explosivos muy poderosos, aunque para nada mágicos. Tampoco puedo deshacer la magia de tierra de Masaki.

Se quedaron mirando a los casi cien habitantes de la Aldea Pielroja revoloteando de un lado para otro, felices por el milagro de la reconstrucción.

―La persona que hizo esto sigue libre. Probablemente lo vuelva a intentar, haciéndose pasar por Zefer. ―Opinó Melodie.

―Encontrar a esa persona no va a ser fácil. ―Dictaminó Celestino.

―Va a ser peligroso. ―Añadió Persea.

Melodie los vio a ambos y negó con la cabeza.

―Lo siento, esta vez no me voy a quedar cruzada de brazos y sin hacer nada. Tiene que haber una razón por la que esta persona quiere difamar a Zefer. Sus motivos podrían darnos una pista sobre su paradero y el de Camilo.

―También podría ser una trampa para Zeferino. ―Replicó Celestino.

―Si es una trampa para él, yo la voy a confrontar. Necesito averiguar qué sucedió con ellos. Ya no soy la misma de hace cuatro años, puedo defenderme bastante bien por mi cuenta. Ustedes dos no me tienen que acompañar. ―Dijo Melodie con determinación.

―No eres la única que aprendió a defenderse. Ni creas que te voy a dejar sola. ―Declaró Persea.

―Yo literalmente no me puedo apartar de ti. Pero te acompañaría aún si ese no fuera el caso. ―Afirmó Celestino.

―No les importa si me uno a ustedes, ¿verdad? Aún debo obtener justicia para las cuatro personas muertas de la Aldea Pielroja. ―Añadió Atahualpa.

Melodie los miró a los tres. No se le ocurrió un buen argumento para disuadirlos. Además, era probable que estuviera perdida sin ellos.

―De acuerdo. Entonces haremos esto juntos. ¿Alguno de ustedes sabe cuál es el siguiente paso a seguir? ―Preguntó Melodie con su aguda voz.

―Lo mejor es ir al Gremio y recabar información. A no ser que conozcan a un Adivino de confianza. ―Propuso Atahualpa.

―Eso suena lógico. Aunque antes de embarcarnos en una aventura fantástica, ¿podemos ir a nuestra graduación? A los padres de Melodie les puede dar un soponcio si no llegamos. ―Dijo Persea.

Con cara de acontecimiento, Melodie se dirigió apresurada hacia la ruta de autobús. Atahualpa intercambió datos de contacto con ellos y luego se despidió agitando su poderoso brazo. Otros miembros de la Aldea Pielroja los saludaron agradecidos, aunque la mayoría suspiraron aliviados ante su partida.

Celestino consideró ir con el Asistente del Mago Hartwell. Optó por no hacerlo. Era arriesgado para todos, y en especial para él. Sólo lo iba a proponer en caso de emergencia. Era más seguro ir al Gremio primero.

...

Melodie y Persea apenas y llegaron a tiempo de ponerse sus togas y reclamar sus diplomas. Como Persea prácticamente había sido adoptada dentro de la familia de Melodie, sufrió la misma cantidad de regaños por parte de los padres de su amiga. Invisible para todos menos para ellas dos, Celestino se burló sin parar.

Ellas no asistieron al baile de graduación porque no sentían interés por ese tipo de cosas. Además, al día siguiente era el cumpleaños dieciocho de Melodie, por lo que los padres de ella habían organizado una fiesta e invitado a un montón de desconocidos. Contaban con que iba a ser un evento agotador para dos personas tan introvertidas como ellas.

No estaban equivocadas.

...

Capítulo 20              Índice           Capítulo 22

Nota de autor (3 de Julio de 2.020)

Tomé algo de inspiración de un comentario en Twitter de Eliezer Yudkowsky sobre la magia y las dictaduras, expresadas a través de Celestino en este capítulo.

Tras publicar este capítulo en Patreon voy a intentar poner el libro 1 en Google Libros. También quiero que esté disponible gratuitamente en otras plataformas, pero la verdad no conozco muchas, así que tengo que ponerme a investigar. Si me quieren recomendar alguna plataforma lo agradecería mucho..

Esta entrada fue posible gracias a Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.

Si te gustó lo que acabas de leer y quieres apoyarme puedes:

  1. Ser un Patrocinador de Rhaidot.
  2. Dejar un comentario
  3. Recomendarme en tus redes sociales

Gracias por leer.

jueves, 9 de julio de 2020

La gata Tory siempre será mi favorita duela a quien le duela

Recopilación de varias fotos con la gata Tory que esperemos sea inmortal porque no me gusta pensar que alguna vez ya no va a estar


Quédate con una novia que te mire como me mira la gata Tory
Quédate con una novia que te mire como me mira la gata Tory

Tory se ve muy gorda y deliciosa pero en realidad no tiene tanta carne que digamos
Tory se ve muy gorda y deliciosa pero en realidad no tiene tanta carne que digamos

La gata Tory haciendo pose casual de modelo
La gata Tory haciendo pose casual de modelo

La cara que hace Tory cuando un humano sale a la calle sin tapabocas
La cara que hace Tory cuando un humano sale a la calle sin tapabocas

Cuando vales tampoco que ni te mira a los ojos
Cuando vales tampoco que ni te mira a los ojos

Tan cerca pero tan lejos porque camina muy lento
Tan cerca pero tan lejos porque camina muy lento
Esta entrada fue posible gracias a Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.

Si te gustó lo que acabas de leer y quieres apoyarme puedes:

  1. Ser un Patrocinador de Rhaidot.
  2. Dejar un comentario
  3. Recomendarme en tus redes sociales

Gracias por leer.

miércoles, 8 de julio de 2020

Gohan tiene novia pero no las bolas

Manchas la perra que pertenece a nuestros vecinos está en calor y a menudo busca a Gohan el perro de mi familia, pero Gohan ya fue operado y por más que lo intenta no puede cumplir la tarea. Una relación casta y pura.


Perro intentando lo imposible
Perro intentando lo imposible

Perros haciendo poses de JoJo
Perros haciendo poses de JoJo

El perro Gohan oliendo a su novia
El perro Gohan oliendo a su novia
Esta entrada fue posible gracias a Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.

Si te gustó lo que acabas de leer y quieres apoyarme puedes:

  1. Ser un Patrocinador de Rhaidot.
  2. Dejar un comentario
  3. Recomendarme en tus redes sociales

Gracias por leer.

martes, 7 de julio de 2020

A lo mejor tus mascotas no te aman

Algunas fotos de nuestro perro Gohan, la gata Momo y la lora/loro cuyo género desconocemos


Gohan le tiene miedo a este juguete
Gohan le tiene miedo a este juguete

Momo duerme con un ojo abierto por respeto a Gohan
Momo duerme con un ojo abierto por respeto a Gohan

Gohan rascándose hasta alcanzar el nirvana
Gohan rascándose hasta alcanzar el nirvana

La lora/loro sólo reconoce mi existencia cuando le doy galletas
La lora/loro sólo reconoce mi existencia cuando le doy galletas
Esta entrada fue posible gracias a Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.

Si te gustó lo que acabas de leer y quieres apoyarme puedes:

  1. Ser un Patrocinador de Rhaidot.
  2. Dejar un comentario
  3. Recomendarme en tus redes sociales

Gracias por leer.

lunes, 6 de julio de 2020

Más fotos mías que no debería publicar pero eso es lo que hay

¿No les pasa que a veces se toman una foto y se preguntan a sí mismos cómo es posible que su novia los quiera a pesar de ser tan poco atractivos? Me pasa con cada foto.


foto mirando al cielo que me odia
Foto mirando al cielo que me odia

Mi toalla con mi nombre se ve al fondo
Mi toalla con mi nombre se ve al fondo

Necesito comprar nuevas gafas
Necesito comprar nuevas gafas

Miradas que anuncian una paliza
Miradas que anuncian una paliza

Te envié un mensaje privado por favor responde
Te envié un mensaje privado por favor responde

Vade retro coronavirus
Vade retro coronavirus

Esta entrada fue posible gracias a Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.

Si te gustó lo que acabas de leer y quieres apoyarme puedes:

  1. Ser un Patrocinador de Rhaidot.
  2. Dejar un comentario
  3. Recomendarme en tus redes sociales

Gracias por leer.

domingo, 5 de julio de 2020

Tengo que tomar muchas fotos mías para tener una decente

Solamente me gustó la primera foto, pero dejo las otras como referencia de que soy bastante promedio en apariencia y no lo debo olvidar.


colombiano con gafas
Colombiano con gafas
sonrisa incomoda
Sonrisa incómoda

foto con sueño
Foto con sueño

como no tomar una foto selfie
Como no tomar una foto con selfie
Esta entrada fue posible gracias a Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.

Si te gustó lo que acabas de leer y quieres apoyarme puedes:

  1. Ser un Patrocinador de Rhaidot.
  2. Dejar un comentario
  3. Recomendarme en tus redes sociales

Gracias por leer.

sábado, 4 de julio de 2020

Fotos del perro Gohan y su novia Manchas

Gohan es el perro negro que mi hermana adoptó pero que después escogió a mi hermano como su amo.


perro negro
Gohan y sus orejas que siempre se desacomodan.

manchas perra
A menudo Manchas viene a saludar.

perro caminando
Es difícil tomar fotos de Gohan porque se mueve mucho y porque su intenso color negro dificulta las fotos en interiores.
Esta entrada fue posible gracias a Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.

Si te gustó lo que acabas de leer y quieres apoyarme puedes:

  1. Ser un Patrocinador de Rhaidot.
  2. Dejar un comentario
  3. Recomendarme en tus redes sociales

Gracias por leer.