Memorias de un mago enamorado
Foto original por Thao Le Hoang |
Capítulo 25: Cero distorsión
Cincuenta mil Harpías se desplazaron hasta congregarse sobre la casa de los padres de Melodie: se podían ver desde cualquier parte de la ciudad. Celestino flotó sobre el apartamento e hizo arreciar los vientos para que los monstruos voladores de la venganza se movieran más lento, lo que les dio tiempo para llevar a cabo un plan apresurado.
Melodie subió al apartamento volando, no con tanta gracia como Celestino, aunque al menos era más rápido que subir tres pisos corriendo. Entró a su cuarto por su ventana rota y se encontró que Fernando estaba discutiendo con sus padres, que se encontraban histéricos.
―¿Qué demonios está pasando? ―Gritó su madre varias veces.
―¿Qué son esas cosas? ―Aulló su padre temeroso, apuntando al cielo.
―Melodie, ¡nuestros padres pueden ver a esas chicas lindas con alas! ¡Y también vieron a Celestino y a ti volando por ahí! ¡También pueden ver mi barrera! ¿Esto es bueno o malo? ―Fernando habló a toda prisa y sin pausa.
Ella, que ya tenía mucho en su cabeza y estaba cansada de pensar, aterrizó cerca de su padre y activó un audio en su celular con una mano, mientras que con la otra le asestó a él un golpe en el pecho con la palma abierta.
En las lejanas tierras de mi corazón vagabundo,
grita el viento un nombre indecible por estos labios profanos,
que en sello de agonía apagarán mi llanto.
La canción distorsionada un millón de veces todavía estaba resonando cuando Melodie se giró con fluidez y le asestó otra palmada en la espalda a su madre. Ambos cayeron desmayados sobre el suelo de la habitación. Fernando, quien se había quedado con la boca abierta, por fin reaccionó y se cubrió por completo con una barrera.
Melodie lo miró como si fuera el idiota más grande del mundo, y le habló con igual tono.
―¿Qué estás haciendo? ¡Quita esa barrera y ayúdame a ponerlos sobre la cama para que estén cómodos!
―¿Qué estoy haciendo yo? ¿Qué estás haciendo tú? ¿Por qué atacas a nuestros padres, acaso te volviste loca? ¿O no eres realmente mi hermana? ¿Quién eres? ¿Qué eres? ¿Un cambiaformas? ¿Ilusionista? ¿Doppelgänger? ―Fernando se había vuelto muy bueno para hablar tan veloz como una locomotora.
―¡Soy yo, zopenco! Los dejé inconscientes porque necesito que se queden quietos aquí por su propia seguridad. Tú te vas a quedar aquí y los vas a proteger con tus barreras, y sólo si yo te lo indico te los llevas a otro lugar, ¿está claro?
―¿Y cómo puedo estar seguro de que realmente eres mi hermana?
Melodie se lo quedó mirando como si fuera un insecto desagradable al que estaba a punto de aplastar. Fernando bajó la barrera y juntos levantaron a su madre, él cogió el torso y ella las piernas.
―Bueno, me convenciste, últimamente estás haciendo mucho esa mirada de bruja malévola. ¡Melodie, pudiste matar a nuestros padres con tu magia!
―No fue más que un ataque de nivel tres, necesitaría como diez de esos para matarlos realmente. No quiero que hagan algo tonto como correr por ahí cuando estoy a punto de destruir a esas Harpías.
Depositaron a su madre en la cama de Melodie y luego fueron a por su padre sin hacer pausa.
―Oye, puede que lo tengas muy bajo control, pero ningún hijo debería levantar la mano contra sus padres, sobretodo si es con Judo mágico.
―Es Jiu-jitsu no Judo.
Acomodaron a su padre al lado de su madre. Luego ambos respiraron profundamente.
―Oye, ¿realmente tienes que matar a todas esas linduras? ¿No puedes dejarme una?
―Son ellas o nosotros. Además, sólo son caras lindas con tetas, todo lo demás en ellas es monstruoso.
―Pues son las dos cosas en que yo más me fijo, hermana.
―Asqueroso. ―Dijo Melodie, al tiempo que salió corriendo a toda prisa hacia la ventana rota.
―Oye, ¿por qué nuestros padres pueden ver la magia ahora?
―¡No lo sé y no me importa! ―Gritó Melodie, ascendiendo tan veloz como un pájaro y alejándose de allí.
Sin nada más que hacer, Fernando sacó su celular y empezó a revisar sus redes sociales, Pronto se dio cuenta que había avistamientos de todo tipo en el mundo, como si de repente los ordinarios y los mágicos ya no estuviesen separados por el Velo del cual él había escuchado hablar un poco. Sin embargo, supo que la peor noticia era la de de un Dragón de escamas rojas que estaba devorando a todas las personas en el centro de la ciudad.
,,,
Melodie flotó hasta llegar al lado de Celestino. Intercambiaron una larga mirada y luego se tomaron de la mano.
―¿Lo hacemos ya? ―Preguntó Melodie con temor.
―Es mejor ahora que después. ―Respondió Celestino, apretando con mayor fuerza la mano de ella.
Volvieron a contemplarse: él enamorado de sus ojos avellana, ella enamorado de sus ojos carmesí. Se acercaron y se besaron por menos tiempo del que hubiesen querido, porque sabían que no solamente las Harpías los veían con odio mientras estaban abrazados en el aire.
...
Las Harpías estaban furiosas. El viento les había opuesto resistencia durante un largo rato, dificultando su avance que, de por sí, ya era problemático debido al gran número de ellas. Como emisarios de la venganza, el desplazamiento táctico no era su fuerte. Procurar mantener una distancia de tres metros entre sí fue la mejor idea que se les ocurrió: el resto de sus pensamientos siguieron enfocados en hacer pedazos al Vástago del Viento.
De repente, el viento cambió de dirección y les permitió converger en dirección a su objetivo, flotando en el aire al igual que ellas, aunque sin necesidad de aletear. A su lado había una chica de cabello negro a la que iban a destrozar si intentaban interponerse. Las Harpías se lanzaron sin dudar, por lo que no se dieron cuenta que se estaban introduciendo dentro de un vórtice y que a su alrededor se formaban unos vientos huracanados que no les iban a permitir volar en otra dirección que no fuera hacia Celestino.
...
Desde lejos, se veía como si las Harpías estuviesen creando la figura de un embudo. Ese fue el panorama observado por las Divisiones que formaban el ejército del Dios Dragón del Fuego. Se habían ubicado en las terrazas de varios edificios cercanos a la casa de Melodie. La mayoría confiaba en que Melodía de la Muerte no los iba a despachar en un instante porque había demasiado civiles en el área.
Las Divisiones Cinco, Seis y Siete no se habían presentado.
La División Cuatro eran tres Medusas, mujeres de cuerpo hermoso con serpientes en vez de cabello y lentes oscuros. No querían combatir, pero no se habían atrevido a desobedecer el mandato del Dios Dragón.
La División Tres consistía en el Capitán Jace y su Escuadrón Dragón, los cinco montando sus lagartos alados con la dignidad y el porte de sus armaduras. Con toda su alma esperaban que las Harpías pudieran vencer a sus enemigos, no querían luchar una batalla perdida y morir.
La División Dos estaba compuesta por las hijas del Dios Dragón del Viento, ahora con doce años de edad.
El brazo derecho de Riku había sido reemplazado por un brazo de metal con una runa de color rojo inscrita en su hombro: no desencajaba con el resto de ella, pues tenía puesta una armadura que la cubría de pies a cabeza, y en la cabeza un casco cuya única abertura era una línea a la altura de sus ojos carmesí; además, Riku era la única cargando un ataúd blanco y diminuto sobre su espalda.
Nana tenía la misma prótesis en su brazo derecho, sólo que, por contraste, destacaba más contra su blusa negra de tiras y su corta falda roja: su cabello rubio lo llevaba atado en una cola de caballo.
Suki también tenía la pierna derecha fabricada en el mismo material, con la runa en su rodilla: su estilo de vestimenta era el mismo que el de Nana, aunque su blusa era roja y su falda negra.
Mori, al igual que Riku, tenía una armadura completa, excepto que Mori tenía una máscara de metal moldeada al estilo de los Guerreros de terracota, bajo la cual sobresalía su cabello rubio: no tenía ninguna abertura para los ojos, nariz o boca.
―¡Realmente espero tener la oportunidad de volver a matar a nuestro hermano! ―Declaró Nana con efusividad, la boca abierta y escurriendo baba, las manos sobre sus mejillas con expresión soñadora y anhelante.
―Preferiría conservarlo con vida y poder torturarlo todos los días. Quiero que sea mi perro fiel. ―Afirmó Suki, igual de fervorosa que su hermana.
―No bajen la guardia ni por un segundo, no subestimen a ninguno de los dos. ―Advirtió Riku con seriedad, su voz reverberando dentro de la armadura.
Mori nada dijo, aunque asintió con su máscara.
La División Uno no tenía más que una integrante, una chica llamada Key que no aparentaba más de veinte años, de cabello rubio corto y erizado hacia arriba, casi como un casco con punta. Flotaba en el aire sin un medio aparente. Estaba desnuda y mostraba su cuerpo delgado sin pudor, solo la rodeaba una tenue aura de color naranja. Sus ojos azules contemplaban los movimientos de sus enemigos con curiosidad. Ella era la única que no tenía miedo del canto de Melodie.
...
Habían pasado dos años desde que Melodie había cantado. Ella y Celestino se habían ido a un desierto, al otro lado del país, para poder grabar en su celular la canción que luego iban a distorsionar para graduar el poder de Melodie. Había sido muy útil, y en el fondo ella había creído que nunca más tendría necesidad de cantar en su vida.
Tenía rabia por verse forzada a cantar.
Sentía ira hacia las Harpías. Y también hacia el tonto y supuestamente legendario Mago Hartwell que ella había destruido sin proponérselo. La ira se transformó en pánico cuando sus palabras finales volvieron fugazmente a su consciencia.
Se esforzó por no pensar, por poner su mente en blanco. Pensó en la persona que creía ser, la que no quería vivir porque su novio y su única amiga la había traicionado. Pensó en la persona que se odiaba tanto a sí misma que borró todos sus recuerdos. Pensó en la niña que había perdido a Zeferino a causa de su confusión y debilidad. Pensó en la mujer que era en el presente, la que pretendía no haber escuchado con claridad las palabras que había pronunciado el Mago Hartwell.
―¿Mel? ―La llamó Celestino.
―Estoy bien. Ayúdame a mantener el perímetro, eso es todo.
Melodie respiró profundamente, y cantó:
Grita el viento,
mientras viaja por los desiertos de mi corazón,
tu nombre que es mi verdugo,
plaga que llega y aniquila todo reducto de mi propia razón.
La canción se fue desplazando dentro del vórtice, paralizando a las Harpías que la escuchaban y quedaban embelesadas en la melodía más hermosa, imposible de comprender en su belleza inalcanzable excepto en el segundo antes de morir. Fueron muriendo por miles y miles hasta que el poder de la canción fue superior al poder del viento: el vórtice se rompió y la melodía de la muerte salió disparada en todas direcciones en un radio de doscientos cincuenta y seis kilómetros.
Melodie gritó aterrada.
―¡No te rindas todavía Mel! ¡Aún podemos controlar la onda de la canción! ―Gritó Celestino, a salvo únicamente gracias a su conexión con Melodie, aunque no totalmente indemne.
―¡Es inútil! ¡Lo recuerdo muy bien! ¡Todos van a morir, al igual que hace cinco años! ¡Lo recuerdo todo! ―Aulló Melodie, tapando sus oídos con sus manos.
...
Nota de autor (1 de Agosto de 2.020)
Quiero ser sincero y pedir disculpas. Hace unos días dije, en un arranque de optimismo y buenas intenciones que quería traducir más adelante algún otro fanfic racional, pero creo que no se va a poder. Eso lo dije en un buen día, un día en que estaba muy animado, pero infortunadamente no todos los días son tan buenos.
Sufro de lo que se conoce como depresión altamente funcional, y aparento ser un miembro productivo de la sociedad a pesar de que por dentro me sienta como una mierda. Si tuviera dinero de sobra y solamente tuviera que escribir como mi trabajo, seguramente podría dedicar un rato al noble pasatiempo de la traducción racional, pero esa no es mi realidad.
La verdad es que escribo mejor cuando me concentro en un solo proyecto y que mis energía y ánimo son limitadas. No odio mi trabajo como vendedor, pero tengo un jefe que me la pone difícil casi todos los días. Haré mi mejor esfuerzo para terminar el proyecto de Mago enamorado porque realmente me enamoré de la idea de entregar una novela de fantasía oscura que fuera gratis para todos. Cuando esta historia llegue a su fin, probablemente pasará a otra historia por la que sí espero cobrar.
Mientras tanto agradezco mucho a los Patrocinadores que me han acompañado a través de mis desorganizados sentimientos. Me voy a esforzar por hacer mejor las cosas.
Esta entrada fue posible gracias a Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.
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