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jueves, 22 de septiembre de 2016

Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad Capítulo 51

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Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad


Capítulo 51


El Experimento de la Prisión Stanford, Parte 1

harry potter y quirrell
Fan art hecho por Etherpendant

Sábado.

Harry había tenido problemas para quedarse dormido en la noche del Viernes, lo que él había anticipado podría pasar, así que había decidido tomar por adelantado la obvia precaución de comprar una poción para dormir; y para evitar que eso pudiera constituir un signo visible de que estaba nervioso, había decidido comprarla a Fred y George un par de meses antes. (Estar preparado, esa es la canción de marcha de los Boy Scout...)

Por lo tanto Harry estaba completamente descansado, y su monedero contenía casi todo lo que poseía y era concebible que llegara a necesitar. Harry había, de hecho, alcanzado el limite de volumen del monedero; y teniendo en cuenta que necesitaría guardar una serpiente enorme, y podría llegar a necesitar guardar quién-sabía-qué-más, había removido algunos de los objetos más voluminosos, como la batería de carro. Había llegado al punto en que podía Transformar algo hasta tener el tamaño de la batería de un carro en cuatro minutos exactos, así que no era una gran perdida.

Harry se había quedado las bengalas de emergencia y la antorcha de oxiacetileno y el tanque de gasolina, ya que no podías Transformar cosas que fueran a ser quemadas.

(Estar preparado, mientras vas marchando a lo largo de la vida...)

El Lugar de Mary.

Después de que la mesera había tomado su orden y hacerles una reverencia y salir del cuarto, el Profesor Quirrell había realizado solamente cuatro Encantamientos, y entonces hablaron sobre nada que tuviera vasta consecuencias, nada más la compleja tesis del Profesor Quirrell sobre como la maldición del Señor Oscuro sobre la posición de Defensa había llevado a la declinación del duelo y cómo esto había cambiado las costumbres sociales de la Bretaña mágica. Harry escuchó y asintió y pronunció cosas inteligentes, mientras intentó controlar el palpitar de su corazón.

Entonces la mesera entró de nuevo trayendo su comida, y esta vez, un minuto después de que la mesera se había ido, el Profesor Quirrell le hizo un gesto a la puerta para cerrarla y bloquearla, e inició el relato de los veintinueve Encantamientos de seguridad, esta vez dejando por fuera uno de los que aparecía en la secuencia del Sr. Bester, lo que confundió un poco a Harry.

El Profesor Quirrell finalizó sus Encantamientos -

- se levantó de su silla -

- se difuminó en una serpiente verde, con anillos azules y blancos -

- silbó, "¿Hambriento, niño? Come tu porción velozmente, necessitamoss tanto fuerza como tiempo."


Los ojos de Harry estaban algo abiertos, pero siseó, "Comí bien al dessayuno," y entonces rápidamente comenzó a usar el tenedor para meter fideos en su boca.

La serpiente lo observó por un momento, con aquellos ojos llanos, y entonces silbó, "No desseo explicarlo aquí. Prefiero esstar en otro lugar primero. Necessitamos irnoss ssin sser obsservadoss, ssin sseñal de que alguna vez ssalimoss de esste cuarto."

"Para que assí nadie pueda rasstrearnoss," siseó Harry.

"Ssí. ¿Confíass tanto en mí, niño? Pienssa antess de ressponder. Te haré una importante petición, que requiere confianza; ssi vass a decir no, entoncess debess hacerlo ahora."

Harry dejó caer su mirada de los planos ojos de la serpiente, y volvió a ver sus fideos untados de salsa, y comió otra mordida, luego otra, mientras pensaba.

El Profesor de Defensa... era una figura ambigua, para ponerlo suavemente; Harry consideró que había revelado algunas de sus objetivos, mas otros permanecían misteriosos.

Sin embargo el Profesor Quirrell había derribado doscientas chicas para detener a las que estaban atrayendo a Harry. El Profesor Quirrell había deducido que el Dementor estaba drenando a Harry a través de su varita. El Profesor de Defensa había salvado la vida de Harry, dos veces, en un periodo de dos semanas.

Lo que podía indicar que el Profesor de Defensa nada más estaba salvando a Harry para después, que había motivos ulteriores. En efecto, era cierto que había motivos ulteriores. El Profesor Quirrell no estaba haciendo esto por capricho. Pero entonces el Profesor Quirrell también había supervisado que Harry aprendiera Oclumancia, le había enseñado a Harry cómo perder... si el Profesor de Defensa quería hacer un uso de Harry Potter, era un uso que requería a un fortalecido Harry Potter, no a uno debilitado. Eso era lo que significaba ser usado por un amigo, que querría que el uso te hiciera más fuerte en vez de más débil.

Y si había a veces una fría atmósfera sobre el Profesor de Defensa, amargura en su voz o vacío en su mirada, entonces Harry era el único al cual el Profesor Quirrell le permitía contemplarlo.

Harry no sabía del todo cómo describir en palabras la sensación de camaradería que sentía con el Profesor Quirrell, excepto afirmar que el Profesor de Defensa era la única persona de pensamiento claro que Harry había encontrado en el mundo de los magos. Tarde o temprano todos los demás empezaban a jugar Quidditch, o a no poner escudos protectores sobre sus maquinas del tiempo, o creer que la Muerte era su amigo. No importaban que tan buenas fueran sus intenciones. Tarde o temprano, y usualmente temprano, demostraban que algo en lo profundo de sus cerebros estaba confundido. Todos excepto el Profesor Quirrell. Era un vinculo que iba más allá de las deudas que tenían entre ellos, o incluso algo de gusto personal, que los dos estuvieran solos en el mundo de los magos. Y si el Profesor de Defensa ocasionalmente parecía un poco aterrador o un poco Oscuro, bueno, eso era justo la misma cosa que algunas personas aseveraban sobre Harry.

"Confío en ussted," siseó Harry.

Y la serpiente explicó la primera parte del plan.

...

Harry cogió un tenedor final repleto de fideos, mastico. A su lado, el Profesor Quirrell, de nuevo en forma humana, estaba comiendo su sopa plácidamente, como si nada de interés especial estuviera ocurriendo.

Entonces Harry tragó, y en el mismo momento se levantó de su silla, ya sintiendo su corazón comenzando a martillar con dureza su pecho. Las precauciones de seguridad que estaban tomando eran literalmente las más rigurosas posibles...

"¿Está listo para probarlo, Sr. Potter?" El Profesor Quirrell preguntó con calma.

No era una prueba, mas el Profesor Quirrell no iba a pronunciar eso, no en voz alta en lenguaje humano, incluso en este cuarto protegido hasta el limite que el Profesor Quirrell había asegurado aún con más Encantamientos.

"Ajá," Harry respondió tan casualmente como pudo.

Paso uno.

Harry llamó "Capa" a su monedero, extrajo la Capa de la Invisibilidad, y entonces desatasco el monedero de su cinturón y lo arrojó al otro lado de la mesa.

El Profesor de Defensa se levantó de su propio asiento, sacó su varita, se agachó, y tocó el monedero con su varita, murmurando un silencioso conjuro. El nuevo encantamiento aseguraría que el Profesor Quirrell podía entrar al monedero en su propia forma de serpiente, y salir por voluntad propia, y escuchar lo que ocurría afuera mientras estaba dentro del monedero.

Paso dos.

Cuando el Profesor Quirrell se enderezó para separarse del monedero, y alejó su varita, su varita terminó apuntando en la dirección de Harry, y hubo una breve sensación de arrastramiento sobre el pecho de Harry cerca de donde reposaba el Giratiempo, como si algo horripilante hubiera pasado muy cerca de él sin tocarlo.

Paso tres.

El Profesor de Defensa se convirtió en una serpiente otra vez, y la sensación de destrucción disminuyó; la serpiente se arrastro hacía el monedero y entró allí, la boca del monedero abriéndose para admitir la forma verde, y cuando la boca se cerró detrás de la cola, la sensación de destrucción disminuyó todavía más.

Paso cuatro.

Harry sacó su varita, siendo cuidadoso de no moverse de donde estaba parado mientras lo hacía, para que así el Giratiempo no se moviera de donde el Profesor Quirrell había anclado el reloj de arena dentro del caparazón en su actual orientación. "Wingardium Leviosa," murmuró Harry, y el monedero empezó a flotar hacia él.

Lentamente, lentamente, como lo había instruido el Profesor Quirrell, el monedero comenzó a flotar hacia Harry, quien esperó alerta por alguna señal de que el monedeo se fuera abrir, en cuyo caso Harry debía usar el Encantamiento Levitador para tirarlo lejos de él tan rápido como fuera posible.

Cuando el monedero llegó a un metro de Harry, la sensación de destrucción regresó.

Cuando Harry volvió a atar el monedero a su cinturón, la sensación de destrucción era más fuerte de lo que nunca antes había sido, sin embargo no era aplastante; era tolerable.

Aún con la forma de Animago de Profesor Quirrell yaciendo dentro del espacio extendido del monedero descansando sobre la mismísima cadera de Harry.

Paso cinco.

Harry enfundó su varita. Su otra mano todavía sosteniendo la Capa de la Invisibilidad, y Harry echó la capa sobre sí mismo.

Paso seis.

Y así en ese cuarto escudado de toda forma posible de augurio, que el Profesor Quirrell había asegurado aún más personalmente, no fue hasta después de que Harry estaba vistiendo la verdadera Capa de Invisibilidad que él fue hasta debajo de su camisa y giró el caparazón exterior del Giratiempo una sola vez.

El reloj de arena interior del Giratiempo permaneció anclado y sin moverse, el mecanismo girando alrededor -

La comida se desvaneció de la mesa, las sillas brincaron de nuevo a sus lugares, la puerta abierta de par en par.

El Cuarto de Mary estaba vacío, como debió haber sido, porque antes el Profesor Quirrell había contactado el Lugar de Mary bajo un nombre falso para inquirir si el cuarto estaría disponible a esta hora – no para reservarlo, para que no quedara una reservación cancelada que podría ser notada, solamente una averiguación.

Paso siete.

Permaneciendo bajo la Capa de Invisibilidad, Harry salió a través de la puerta abierta. Navegó los pasillos embaldosados del Lugar de Mary hacia el bien dotado bar que recibía a los que recién entraban, atendido por el propietario, Jake. Había unas pocas personas en el bar, en la mañana antes de que fuera la hora indicada para el almuerzo, y Harry tuvo que esperar invisible cerca de la puerta durante varios minutos, escuchando el murmullo de conversaciones y el gargarear del alcohol, antes de que la puerta se abriera para admitir a un genialmente inmenso Irlandés, y mientras entraba Harry se deslizó hacia afuera silenciosamente.

Paso ocho.

Harry caminó por un rato. Estaba muy lejos del Lugar de Mary cuando el Callejón Diagon se convirtió en un callejón más pequeño, al final del cual había una tienda que estaba oscura, la ventana encantada para oscurecer.

Paso nueve.

"Espada pescado melón amigo," Harry habló la frase para pasar la cerradura, y se abrió con un clic.

Dentro de la tienda también había oscuridad, la luz de la puerta abierta brevemente iluminando para mostrar un enorme, cuarto vacío. La tienda de muebles que una vez había operado aquí había caído en bancarrota unos meses atrás, de acuerdo al Profesor de Defensa, y la tienda había sido embargada, pero todavía no había sido revendida. Las paredes estaban pintadas con un blanco simple, el piso de madera rayado y sin pulir, una sola puerta cerrada ubicada en la pared de atrás; esto había sido una sala de exposición, alguna vez, mas ahora no mostraba nada.

La puerta se cerró detrás de Harry, y entonces la oscuridad era total y completa.

Paso diez.

Harry extrajo su varita y dijo "Lumos," iluminando el cuarto cono luz blanca; cogió su monedero de su cinturón (la sensación de destrucción incrementándose de a poco en cuanto la rozó con sus dedos) y ligeramente lo arrojó al lado opuesto del cuarto (la sensación de destrucción se desvaneció caso por entero). Y entonces empezó a quitarse la Capa de Invisibilidad, al tiempo que su voz siseaba, "Esstá hecho."

Paso once.

Del monedero se asomó una cabeza verde, seguida prontamente por un metro largo de cuerpo verde mientras la serpiente se arrastraba hacía afuera. Un momento después, la serpiente reverberó hasta convertirse en el Profesor Quirrell.

Paso doce.

Harry esperó en silencio mientras el Profesor de Defensa recitó treinta Encantamientos.

"De acuerdo," el Profesor Quirrell expresó con calma, cuando hubo finalizado. "Si alguien nos sigue observando ahora, ya estamos condenados en todo caso, así que hablaré francamente y en forma humana. La lengua Parsel no se me ajusta del todo, me temo, ya que no soy un descendiente de Salazar ni una verdadera serpiente."

Harry asintió.

"Entonces, Sr. Potter," prosiguió el Profesor Quirrell. Su mirada intensa, sus pálidos ojos azules oscurecidos y ensombrecidos por la luz blanca proviniendo de la varita de Harry. "Estamos solos y sin ser observados, y tengo una pregunta importante que hacerte."

"Adelante," comentó Harry, su corazón iniciando un acelerado palpitar.

"¿Cuál es su opinión del gobierno de la Bretaña mágica?"

Eso no era del todo lo que Harry había estado esperando, sin embargo estaba lo suficientemente cerca, así que Harry respondió, "Basado en mi conocimiento limitado, afirmaría que tanto el Ministerio como el Wizengamot parecen ser estúpidos, corruptos, y malvados."

"Correcto," concordó el Profesor Quirrell. "¿Comprende por qué se lo pregunto?"

Harry respiró profundamente, y miró al Profesor Quirrell directo a los ojos, sin apartar la vista. Finalmente Harry había descubierto que la manera de hacer asombrosas deducciones a partir de escasa evidencia era conocer la respuesta de antemano, y él había adivinado ésta respuesta por completo desde hace una semana. Únicamente necesitaba un ligero ajuste...

"Usted está a punto de invitarme a unirme a una organización secreta llena de personas interesantes como usted," expuso Harry, "de las cuales una de las metas es reformar o derrocar al gobierno de la Bretaña mágica, y sí, me voy a unir."

Se produjo una ligera pausa.

"Me temo que no es ahí exactamente a donde quiero dirigir esta conversación," dijo Profesor Quirrell. Las esquinas de sus labios se estaban retorciendo débilmente. "Meramente planeaba pedirle su ayuda para hacer algo extremadamente traicionero e ilegal."

Maldición, pensó Harry. Sin embargo, el Profesor Quirrell no lo había negado del todo... "Prosiga."

"Antes de hacerlo," explicó el Profesor Quirrell. No había levedad en su voz, ahora. "¿Está usted abierto a semejante petición, Sr. Potter? Le reitero que si es probable que diga no a pesar de todo, debe pronunciarse ese no en este momento. Si su curiosidad lo impele a hacer lo contrario, aplaste dicha curiosidad."

"Traición e ilegalidad no me molestan," afirmó Harry. "Los riesgos me molestan y los obstáculos necesitarían ser conmensurados, pero no puedo imaginarlo a usted tomando riesgos de manera frívola."

El Profesor Quirrell asintió. "No lo haría. Es un terrible abuso de mi confianza con usted, y tal confianza que es puesta en mi posición como educador en Hogwarts -"

"Puede saltarse esta parte," Harry interrumpió.

Los labios se curvaron de nuevo, y luego se quedaron rectos. "Entonces me la saltaré. Sr. Potter, a veces usted hace un juego el mentir con verdades, jugar con palabras para ocultar su significado a plena vista. Yo, también, he sido conocido por encontrar eso divertido. Mas con tan sólo contarle lo que espero que hagamos el día de hoy, Sr. Potter, usted mentirá al respecto. Usted mentira de frente, sin titubear, sin juegos de palabras o pistas, a cualquiera que lo interrogue, sean enemigos o amigos cercanos. Le mentirá a Malfoy, a Granger, y a McGonagall. Usted hablara, siempre y sin dudar, en la forma exacta en que hablaría si no supiera nada, sin preocuparse por su honor. Así también es cómo debe ser."

Hubo silencio, entonces, por un tiempo.

Ese era un precio medido en una fracción del alma de Harry.

"Sin revelarlo todavía..." cuestionó Harry. "¿Puede usted informarme si la necesidad es desesperada?"

"Hay alguien que tiene el más terrible deseo de su ayuda," el Profesor Quirrell aclaró con simpleza, "y no hay nadie que pueda ayudarlo aparte de usted."

Hubo otro silencio, pero no por mucho tiempo.

"De acuerdo," Harry declaró con calma. "Dígame la misión."

La túnica oscura del Profesor de Defensa pareció borrarse contra la sombre en la pared, creada por su silueta bloqueando la luz blanca de la varita de Harry. "El Encantamiento Patronus ordinario, Sr. Potter, protege del miedo contra el Dementor. Sin embargo los Dementores aún pueden verte a través de la luz, saben que estás allí. Excepto su Encantamiento Patronus. Los ciega, o incluso más que eso. Lo que yo vi debajo de la capa ni siquiera estaba mirando en nuestra dirección mientras usted lo mataba; como si hubiera olvidado nuestra existencia, aún cuando moría."

Harry asintió. Eso no era una sorpresa, no cuando confrontas un Dementor en el nivel de su verdadera existencia, más allá del antropomorfismo. La muerte podría ser el último enemigo, mas no era un enemigo consciente. Cuando la humanidad había eliminado a la varicela, la varicela no había contraatacado.

"Sr. Potter, la rama principal de Gringotts está resguardada por cada hechizo alto y bajo que los duendes conocen. Aún esas bóvedas han sido robadas exitosamente; porque lo que puede hacer la hechicería, la hechicería puede deshacer. Y a pesar de eso nadie ha escapado jamás de Azkaban. Nadie. Por cada Encantamiento hay un contra-Encantamiento, por cada defensa hay una brecha. ¿Cómo puede ser que nadie haya sido rescatado jamás de Azkaban?"

"Porque Azkaban tiene algo invencible," Harry contestó. "Algo tan terrible que nadie puede derrotarlo."

Esa era la clave de su seguridad perfecta, tenía que ser, nada humano. Era Muerte lo que vigilaba en Azkaban.

"A los Dementores no les gusta que les quiten sus comidas," el Profesor Quirrell espetó. La frialdad había entrado en esa voz, ahora. "Ellos saben si alguien lo intenta. Hay más de cien Dementores allí, y ellos hablan con los guardias también. Es así de simple, Sr. Potter. Si usted es un mago poderoso entonces Azkaban no es difícil de entrar, y no es difícil de salir. Siempre y cuando usted no busque tomar algo que le pertenezca a los Dementores."

"Sin embargo los Dementores no son invencibles," dijo Harry. Podría haber invocado el Encantamiento Patronus con ese pensamiento, en ese mismo momento. "Nunca creas que lo son."

La voz del Profesor Quirrell estaba muy baja. "¿Recuerda lo que sintió cuando estuvo antes el Dementor, la primera vez, cuando falló?"

"Recuerdo."

Y entonces con un repentino y doloroso calambre en su estómago, Harry supo a dónde iba esto; debió haberlo visto antes.

"Hay una persona inocente en Azkaban," el Profesor Quirrell anunció.

Harry asintió, se produjo una quemante sensación en su garganta, pero no lloró.

"Aquel de quien hablo no estaba bajo la Maldición Imperius," explicó el Profesor de Defensa, su túnica oscura silueteada contra una sombra más grande. "Hay formas más seguras de romper la voluntad que el Imperius, si tienes el tiempo para tortura, y Legeremancia, y rituales que no voy a mencionar. No puedo revelar cómo sé esto, cómo sé algo de esto, no puedo darle una pista ni siquiera a usted, tendrá que confiar en mí. Sin embargo hay una persona en Azkaban que ni una sola vez escogió servir al Señor Oscuro, que ha pasado años sufriendo a solas en la más fría y terrible oscuridad imaginable, y nunca mereció ni un minuto de ello."

Harry lo vio con un salto de intuición, su boca corriendo casi por delante de sus pensamientos.

No hubo pista, ni advertencia, todos pensamos -

"Una persona con el nombre de Black," Harry concluyó.

Hubo silencio. Silencio, mientras los pálidos ojos azules lo contemplaron.

"Bueno," reconoció el Profesor Quirrell al cabo de un rato. "Ahí queda lo de no contarle el nombre hasta que hubiera aceptado la misión. Le preguntaría si está leyendo mi mente, mas eso es totalmente imposible."

Harry no dijo nada, pero era lo bastante simple si creías en el proceso de la democracia moderna. La persona más obviamente inocente en Azkaban era aquella que no había recibido un juicio -


"Estoy ciertamente impresionado, Sr. Potter," reconoció el Profesor Quirrell. Su expresión era grave. "Sin embargo este es un asunto serio, y si hay alguna manera en que otros puedan hacer la misma deducción, debo saberlo. Así que dígame, Sr. Potter. ¿Cómo en el nombre de Merlín, de Atlántida, y el vacío entre las estrellas, adivinó usted que yo me refería a Bellatrix?"

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