Capítulo 50 Capítulo 52
Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad
Capítulo 51
El Experimento de la Prisión Stanford, Parte 1
Fan art hecho por Etherpendant |
Sábado.
Harry
había tenido problemas para quedarse dormido en la noche del
Viernes, lo que él había anticipado podría pasar, así que había
decidido tomar por adelantado la obvia precaución de comprar una
poción para dormir; y para evitar que eso pudiera constituir un
signo visible de que estaba nervioso, había decidido comprarla a
Fred y George un par de meses antes. (Estar
preparado, esa es la canción de marcha de los Boy Scout...)
Por lo tanto Harry
estaba completamente descansado, y su monedero contenía casi todo lo
que poseía y era concebible que llegara a necesitar. Harry había,
de hecho, alcanzado el limite de volumen del monedero; y teniendo en
cuenta que necesitaría guardar una serpiente enorme, y podría
llegar a necesitar guardar quién-sabía-qué-más, había removido
algunos de los objetos más voluminosos, como la batería de carro.
Había llegado al punto en que podía Transformar algo hasta tener el
tamaño de la batería de un carro en cuatro minutos exactos, así
que no era una gran perdida.
Harry
se había
quedado las bengalas de emergencia y la antorcha de oxiacetileno y el
tanque de gasolina, ya que no podías Transformar cosas que fueran a
ser quemadas.
(Estar preparado,
mientras vas marchando a lo largo de la vida...)
El Lugar de Mary.
Después de que la
mesera había tomado su orden y hacerles una reverencia y salir del
cuarto, el Profesor Quirrell había realizado solamente cuatro
Encantamientos, y entonces hablaron sobre nada que tuviera vasta
consecuencias, nada más la compleja tesis del Profesor Quirrell
sobre como la maldición del Señor Oscuro sobre la posición de
Defensa había llevado a la declinación del duelo y cómo esto había
cambiado las costumbres sociales de la Bretaña mágica. Harry
escuchó y asintió y pronunció cosas inteligentes, mientras intentó
controlar el palpitar de su corazón.
Entonces la mesera
entró de nuevo trayendo su comida, y esta vez, un minuto después de
que la mesera se había ido, el Profesor Quirrell le hizo un gesto a
la puerta para cerrarla y bloquearla, e inició el relato de los
veintinueve Encantamientos de seguridad, esta vez dejando por fuera
uno de los que aparecía en la secuencia del Sr. Bester, lo que
confundió un poco a Harry.
El Profesor Quirrell
finalizó sus Encantamientos -
- se levantó de su
silla -
- se difuminó en
una serpiente verde, con anillos azules y blancos -
-
silbó, "¿Hambriento,
niño? Come tu porción velozmente, necessitamoss tanto fuerza como
tiempo."
Los
ojos de Harry estaban algo abiertos, pero siseó, "Comí
bien al dessayuno,"
y entonces rápidamente comenzó a usar el tenedor para meter fideos
en su boca.
La
serpiente lo observó por un momento, con aquellos ojos llanos, y
entonces silbó, "No
desseo explicarlo aquí. Prefiero esstar en otro lugar primero.
Necessitamos irnoss ssin sser obsservadoss, ssin sseñal de que
alguna vez ssalimoss de esste cuarto."
"Para
que assí nadie pueda rasstrearnoss,"
siseó Harry.
"Ssí.
¿Confíass tanto en mí, niño? Pienssa antess de ressponder. Te
haré una importante petición, que requiere confianza; ssi vass a
decir no, entoncess debess hacerlo ahora."
Harry dejó caer su
mirada de los planos ojos de la serpiente, y volvió a ver sus fideos
untados de salsa, y comió otra mordida, luego otra, mientras
pensaba.
El Profesor de
Defensa... era una figura ambigua, para ponerlo suavemente; Harry
consideró que había revelado algunas de sus objetivos, mas otros
permanecían misteriosos.
Sin embargo el
Profesor Quirrell había derribado doscientas chicas para detener a
las que estaban atrayendo a Harry. El Profesor Quirrell había
deducido que el Dementor estaba drenando a Harry a través de su
varita. El Profesor de Defensa había salvado la vida de Harry, dos
veces, en un periodo de dos semanas.
Lo
que podía indicar que el Profesor de Defensa nada más estaba
salvando a Harry para
después,
que había motivos ulteriores. En efecto, era cierto
que había motivos ulteriores. El Profesor Quirrell no estaba
haciendo esto por capricho. Pero entonces el Profesor Quirrell
también había supervisado que Harry aprendiera Oclumancia, le había
enseñado a Harry cómo perder... si el Profesor de Defensa quería
hacer un uso de Harry Potter, era un uso que requería a un
fortalecido Harry Potter, no a uno debilitado. Eso era lo que
significaba ser usado por un amigo, que querría que el uso te
hiciera más fuerte en vez de más débil.
Y si había a veces
una fría atmósfera sobre el Profesor de Defensa, amargura en su voz
o vacío en su mirada, entonces Harry era el único al cual el
Profesor Quirrell le permitía contemplarlo.
Harry
no sabía del todo cómo describir en palabras la sensación de
camaradería que sentía con el Profesor Quirrell, excepto afirmar
que el Profesor de Defensa era la única persona de pensamiento
claro
que Harry había encontrado en el mundo de los magos. Tarde o
temprano todos los demás empezaban a jugar Quidditch, o a no poner
escudos protectores sobre sus maquinas del tiempo, o creer que la
Muerte era su amigo. No importaban que tan buenas fueran sus
intenciones. Tarde o temprano, y usualmente temprano, demostraban que
algo en lo profundo de sus cerebros estaba confundido. Todos excepto
el Profesor Quirrell. Era un vinculo que iba más allá de las deudas
que tenían entre ellos, o incluso algo de gusto personal, que los
dos estuvieran solos en el mundo de los magos. Y si el Profesor de
Defensa ocasionalmente parecía un poco aterrador o un poco Oscuro,
bueno, eso era justo la misma cosa que algunas personas aseveraban
sobre Harry.
"Confío
en ussted,"
siseó Harry.
Y la serpiente
explicó la primera parte del plan.
...
Harry cogió un
tenedor final repleto de fideos, mastico. A su lado, el Profesor
Quirrell, de nuevo en forma humana, estaba comiendo su sopa
plácidamente, como si nada de interés especial estuviera
ocurriendo.
Entonces Harry
tragó, y en el mismo momento se levantó de su silla, ya sintiendo
su corazón comenzando a martillar con dureza su pecho. Las
precauciones de seguridad que estaban tomando eran literalmente las
más rigurosas posibles...
"¿Está listo
para probarlo, Sr. Potter?" El Profesor Quirrell preguntó con
calma.
No
era
una prueba, mas el Profesor Quirrell no iba a pronunciar eso, no en
voz alta en lenguaje humano, incluso en este cuarto protegido hasta
el limite que el Profesor Quirrell había asegurado aún con más
Encantamientos.
"Ajá,"
Harry respondió tan casualmente como pudo.
Paso uno.
Harry llamó "Capa"
a su monedero, extrajo la Capa de la Invisibilidad, y entonces
desatasco el monedero de su cinturón y lo arrojó al otro lado de la
mesa.
El Profesor de
Defensa se levantó de su propio asiento, sacó su varita, se agachó,
y tocó el monedero con su varita, murmurando un silencioso conjuro.
El nuevo encantamiento aseguraría que el Profesor Quirrell podía
entrar al monedero en su propia forma de serpiente, y salir por
voluntad propia, y escuchar lo que ocurría afuera mientras estaba
dentro del monedero.
Paso dos.
Cuando el Profesor
Quirrell se enderezó para separarse del monedero, y alejó su
varita, su varita terminó apuntando en la dirección de Harry, y
hubo una breve sensación de arrastramiento sobre el pecho de Harry
cerca de donde reposaba el Giratiempo, como si algo horripilante
hubiera pasado muy cerca de él sin tocarlo.
Paso tres.
El Profesor de
Defensa se convirtió en una serpiente otra vez, y la sensación de
destrucción disminuyó; la serpiente se arrastro hacía el monedero
y entró allí, la boca del monedero abriéndose para admitir la
forma verde, y cuando la boca se cerró detrás de la cola, la
sensación de destrucción disminuyó todavía más.
Paso cuatro.
Harry
sacó su varita, siendo cuidadoso de no moverse de donde estaba
parado mientras lo hacía, para que así el Giratiempo no se moviera
de donde el Profesor Quirrell había anclado el reloj de arena dentro
del caparazón en su actual orientación. "Wingardium
Leviosa,"
murmuró Harry, y el monedero empezó a flotar hacia él.
Lentamente,
lentamente, como lo había instruido el Profesor Quirrell, el
monedero comenzó a flotar hacia Harry, quien esperó alerta por
alguna señal de que el monedeo se fuera abrir, en cuyo caso Harry
debía usar el Encantamiento Levitador para tirarlo lejos de él tan
rápido como fuera posible.
Cuando el monedero
llegó a un metro de Harry, la sensación de destrucción regresó.
Cuando Harry volvió
a atar el monedero a su cinturón, la sensación de destrucción era
más fuerte de lo que nunca antes había sido, sin embargo no era
aplastante; era tolerable.
Aún con la forma de
Animago de Profesor Quirrell yaciendo dentro del espacio extendido
del monedero descansando sobre la mismísima cadera de Harry.
Paso cinco.
Harry enfundó su
varita. Su otra mano todavía sosteniendo la Capa de la
Invisibilidad, y Harry echó la capa sobre sí mismo.
Paso seis.
Y
así en ese cuarto escudado de toda forma posible de augurio, que el
Profesor Quirrell había asegurado aún más personalmente, no fue
hasta después
de que Harry estaba vistiendo la verdadera Capa de Invisibilidad que
él fue hasta debajo de su camisa y giró el caparazón exterior del
Giratiempo una sola vez.
El reloj de arena
interior del Giratiempo permaneció anclado y sin moverse, el
mecanismo girando alrededor -
La comida se
desvaneció de la mesa, las sillas brincaron de nuevo a sus lugares,
la puerta abierta de par en par.
El Cuarto de Mary
estaba vacío, como debió haber sido, porque antes el Profesor
Quirrell había contactado el Lugar de Mary bajo un nombre falso para
inquirir si el cuarto estaría disponible a esta hora – no para
reservarlo, para que no quedara una reservación cancelada que podría
ser notada, solamente una averiguación.
Paso siete.
Permaneciendo bajo
la Capa de Invisibilidad, Harry salió a través de la puerta
abierta. Navegó los pasillos embaldosados del Lugar de Mary hacia el
bien dotado bar que recibía a los que recién entraban, atendido por
el propietario, Jake. Había unas pocas personas en el bar, en la
mañana antes de que fuera la hora indicada para el almuerzo, y Harry
tuvo que esperar invisible cerca de la puerta durante varios minutos,
escuchando el murmullo de conversaciones y el gargarear del alcohol,
antes de que la puerta se abriera para admitir a un genialmente
inmenso Irlandés, y mientras entraba Harry se deslizó hacia afuera
silenciosamente.
Paso ocho.
Harry caminó por un
rato. Estaba muy lejos del Lugar de Mary cuando el Callejón Diagon
se convirtió en un callejón más pequeño, al final del cual había
una tienda que estaba oscura, la ventana encantada para oscurecer.
Paso nueve.
"Espada pescado
melón amigo," Harry habló la frase para pasar la cerradura, y
se abrió con un clic.
Dentro de la tienda
también había oscuridad, la luz de la puerta abierta brevemente
iluminando para mostrar un enorme, cuarto vacío. La tienda de
muebles que una vez había operado aquí había caído en bancarrota
unos meses atrás, de acuerdo al Profesor de Defensa, y la tienda
había sido embargada, pero todavía no había sido revendida. Las
paredes estaban pintadas con un blanco simple, el piso de madera
rayado y sin pulir, una sola puerta cerrada ubicada en la pared de
atrás; esto había sido una sala de exposición, alguna vez, mas
ahora no mostraba nada.
La puerta se cerró
detrás de Harry, y entonces la oscuridad era total y completa.
Paso diez.
Harry
extrajo su varita y dijo "Lumos,"
iluminando el cuarto cono luz blanca; cogió su monedero de su
cinturón (la sensación de destrucción incrementándose de a poco
en cuanto la rozó con sus dedos) y ligeramente lo arrojó al lado
opuesto del cuarto (la sensación de destrucción se desvaneció caso
por entero). Y entonces empezó a quitarse la Capa de Invisibilidad,
al tiempo que su voz siseaba, "Esstá
hecho."
Paso once.
Del monedero se
asomó una cabeza verde, seguida prontamente por un metro largo de
cuerpo verde mientras la serpiente se arrastraba hacía afuera. Un
momento después, la serpiente reverberó hasta convertirse en el
Profesor Quirrell.
Paso doce.
Harry esperó en
silencio mientras el Profesor de Defensa recitó treinta
Encantamientos.
"De acuerdo,"
el Profesor Quirrell expresó con calma, cuando hubo finalizado. "Si
alguien nos sigue observando ahora, ya estamos condenados en todo
caso, así que hablaré francamente y en forma humana. La lengua
Parsel no se me ajusta del todo, me temo, ya que no soy un
descendiente de Salazar ni una verdadera serpiente."
Harry asintió.
"Entonces, Sr.
Potter," prosiguió el Profesor Quirrell. Su mirada intensa, sus
pálidos ojos azules oscurecidos y ensombrecidos por la luz blanca
proviniendo de la varita de Harry. "Estamos solos y sin ser
observados, y tengo una pregunta importante que hacerte."
"Adelante,"
comentó Harry, su corazón iniciando un acelerado palpitar.
"¿Cuál es su
opinión del gobierno de la Bretaña mágica?"
Eso no era del todo
lo que Harry había estado esperando, sin embargo estaba lo
suficientemente cerca, así que Harry respondió, "Basado en mi
conocimiento limitado, afirmaría que tanto el Ministerio como el
Wizengamot parecen ser estúpidos, corruptos, y malvados."
"Correcto,"
concordó el Profesor Quirrell. "¿Comprende por qué se lo
pregunto?"
Harry respiró
profundamente, y miró al Profesor Quirrell directo a los ojos, sin
apartar la vista. Finalmente Harry había descubierto que la manera
de hacer asombrosas deducciones a partir de escasa evidencia era
conocer la respuesta de antemano, y él había adivinado ésta
respuesta por completo desde hace una semana. Únicamente necesitaba
un ligero ajuste...
"Usted está a
punto de invitarme a unirme a una organización secreta llena de
personas interesantes como usted," expuso Harry, "de las
cuales una de las metas es reformar o derrocar al gobierno de la
Bretaña mágica, y sí, me voy a unir."
Se produjo una
ligera pausa.
"Me temo que no
es ahí exactamente a donde quiero dirigir esta conversación,"
dijo Profesor Quirrell. Las esquinas de sus labios se estaban
retorciendo débilmente. "Meramente planeaba pedirle su ayuda
para hacer algo extremadamente traicionero e ilegal."
Maldición,
pensó Harry. Sin embargo, el Profesor Quirrell no lo había negado
del todo... "Prosiga."
"Antes
de hacerlo," explicó el Profesor Quirrell. No había levedad en
su voz, ahora. "¿Está
usted abierto a semejante petición, Sr. Potter? Le reitero que si es
probable que diga no a pesar de todo, debe pronunciarse ese no en
este momento. Si su curiosidad lo impele a hacer lo contrario,
aplaste dicha curiosidad."
"Traición
e ilegalidad no me molestan," afirmó Harry. "Los riesgos
me molestan y los obstáculos necesitarían ser conmensurados, pero
no puedo imaginarlo a usted
tomando riesgos de manera frívola."
El Profesor Quirrell
asintió. "No lo haría. Es un terrible abuso de mi confianza
con usted, y tal confianza que es puesta en mi posición como
educador en Hogwarts -"
"Puede saltarse
esta parte," Harry interrumpió.
Los
labios se curvaron de nuevo, y luego se quedaron rectos. "Entonces
me la saltaré. Sr. Potter, a veces usted hace un juego el mentir con
verdades, jugar con palabras para ocultar su significado a plena
vista. Yo, también, he sido conocido por encontrar eso divertido.
Mas con tan sólo contarle
lo que espero que hagamos el día de hoy, Sr. Potter, usted mentirá
al respecto. Usted mentira de frente, sin titubear, sin juegos de
palabras o pistas, a cualquiera que lo interrogue, sean enemigos o
amigos cercanos. Le mentirá a Malfoy, a Granger, y a McGonagall.
Usted hablara, siempre y sin dudar, en la forma exacta
en que hablaría si no supiera nada, sin preocuparse por su honor.
Así también es cómo debe ser."
Hubo silencio,
entonces, por un tiempo.
Ese era un precio
medido en una fracción del alma de Harry.
"Sin revelarlo
todavía..." cuestionó Harry. "¿Puede usted informarme si
la necesidad es desesperada?"
"Hay alguien
que tiene el más terrible deseo de su ayuda," el Profesor
Quirrell aclaró con simpleza, "y no hay nadie que pueda
ayudarlo aparte de usted."
Hubo otro silencio,
pero no por mucho tiempo.
"De acuerdo,"
Harry declaró con calma. "Dígame la misión."
La túnica oscura
del Profesor de Defensa pareció borrarse contra la sombre en la
pared, creada por su silueta bloqueando la luz blanca de la varita de
Harry. "El Encantamiento Patronus ordinario, Sr. Potter, protege
del miedo contra el Dementor. Sin embargo los Dementores aún pueden
verte a través de la luz, saben que estás allí. Excepto su
Encantamiento Patronus. Los ciega, o incluso más que eso. Lo que yo
vi debajo de la capa ni siquiera estaba mirando en nuestra dirección
mientras usted lo mataba; como si hubiera olvidado nuestra
existencia, aún cuando moría."
Harry asintió. Eso
no era una sorpresa, no cuando confrontas un Dementor en el nivel de
su verdadera existencia, más allá del antropomorfismo. La muerte
podría ser el último enemigo, mas no era un enemigo consciente.
Cuando la humanidad había eliminado a la varicela, la varicela no
había contraatacado.
"Sr. Potter, la
rama principal de Gringotts está resguardada por cada hechizo alto y
bajo que los duendes conocen. Aún esas bóvedas han sido robadas
exitosamente; porque lo que puede hacer la hechicería, la hechicería
puede deshacer. Y a pesar de eso nadie ha escapado jamás de Azkaban.
Nadie. Por cada Encantamiento hay un contra-Encantamiento, por cada
defensa hay una brecha. ¿Cómo puede ser que nadie haya sido
rescatado jamás de Azkaban?"
"Porque Azkaban
tiene algo invencible," Harry contestó. "Algo tan terrible
que nadie puede derrotarlo."
Esa era la clave de
su seguridad perfecta, tenía que ser, nada humano. Era Muerte lo que
vigilaba en Azkaban.
"A los
Dementores no les gusta que les quiten sus comidas," el Profesor
Quirrell espetó. La frialdad había entrado en esa voz, ahora.
"Ellos saben si alguien lo intenta. Hay más de cien Dementores
allí, y ellos hablan con los guardias también. Es así de simple,
Sr. Potter. Si usted es un mago poderoso entonces Azkaban no es
difícil de entrar, y no es difícil de salir. Siempre y cuando usted
no busque tomar algo que le pertenezca a los Dementores."
"Sin
embargo los Dementores no
son invencibles," dijo Harry. Podría haber invocado el
Encantamiento Patronus con ese pensamiento, en ese mismo momento.
"Nunca creas que lo son."
La voz del Profesor
Quirrell estaba muy baja. "¿Recuerda lo que sintió cuando
estuvo antes el Dementor, la primera vez, cuando falló?"
"Recuerdo."
Y entonces con un
repentino y doloroso calambre en su estómago, Harry supo a dónde
iba esto; debió haberlo visto antes.
"Hay una
persona inocente en Azkaban," el Profesor Quirrell anunció.
Harry asintió, se
produjo una quemante sensación en su garganta, pero no lloró.
"Aquel de quien
hablo no estaba bajo la Maldición Imperius," explicó el
Profesor de Defensa, su túnica oscura silueteada contra una sombra
más grande. "Hay formas más seguras de romper la voluntad que
el Imperius, si tienes el tiempo para tortura, y Legeremancia, y
rituales que no voy a mencionar. No puedo revelar cómo sé esto,
cómo sé algo de esto, no puedo darle una pista ni siquiera a usted,
tendrá que confiar en mí. Sin embargo hay una persona en Azkaban
que ni una sola vez escogió servir al Señor Oscuro, que ha pasado
años sufriendo a solas en la más fría y terrible oscuridad
imaginable, y nunca mereció ni un minuto de ello."
Harry lo vio con un
salto de intuición, su boca corriendo casi por delante de sus
pensamientos.
No
hubo pista, ni advertencia, todos pensamos
-
"Una persona
con el nombre de Black," Harry concluyó.
Hubo silencio.
Silencio, mientras los pálidos ojos azules lo contemplaron.
"Bueno,"
reconoció el Profesor Quirrell al cabo de un rato. "Ahí queda
lo de no contarle el nombre hasta que hubiera aceptado la misión. Le
preguntaría si está leyendo mi
mente, mas eso es totalmente imposible."
Harry
no dijo nada, pero era lo bastante simple si creías
en el proceso de la democracia moderna. La persona más obviamente
inocente en Azkaban era aquella que no había recibido un juicio -
"Estoy
ciertamente
impresionado, Sr. Potter," reconoció el Profesor Quirrell. Su
expresión era grave. "Sin embargo este es un asunto serio, y si
hay alguna manera en que otros puedan hacer la misma deducción, debo
saberlo. Así que dígame, Sr. Potter. ¿Cómo en el nombre de
Merlín, de Atlántida, y el vacío entre las estrellas, adivinó
usted que yo me refería a Bellatrix?"
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