Capítulo 53 Capítulo 55
Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad
Capítulo 54
El Experimento de
la Prisión Stanford, Parte 4
En Azkaban por AndIMoveSmilingly |
Una tenue chispa
verde se adelantó para marcar el ritmo, y detrás suyo la seguía
una brillante figura plateada, las otras entidades invisibles. Habían
atravesado cinco corredores, girado a la derecha cinco veces y subido
cinco tramos de escaleras; y cuando Bellatrix había finalizado su
segunda botella de leche achocolatada, se le habían dado cinco
barras de sólido chocolate para comer.
Fue tras la tercera
barra de chocolate que extraños ruidos comenzaron a provenir de la
garganta de Bellatrix.
Le requirió un
momento a Harry entender, procesar los sonidos, no se oía como algo
que él hubiera escuchado antes; el ritmo era roto, casi
irreconocible, le tomó todo eso darse cuenta que Bellatrix estaba
llorando.
Bellatrix Black
estaba llorando, la más terrible arma del Señor Oscuro estaba
llorando, ella era invisible mas podías oírlo, pequeños sonidos
patéticos que ella intentaba suprimir, incluso ahora.
"¿Es real?"
preguntó Bellatrix. La tonalidad había regresado a su voz, ya no
era más un susurro muerto, se elevó al final para formar la
pregunta. "¿Es real?"
Sí,
pensó la parte de Harry que simulaba ser el Señor Oscuro, ahora
guarda silencio
-
No lograba hacer
pasar esas palabras por sus labios, simplemente no podía.
"Sabía – que
usted – vendría por mí – algún día," la voz de Bellatrix
tembló y se fracturó mientras ella tomó aire para silenciar los
sollozos, "Sabía – que estabas vivo – que regresarías –
a mí – mi Señor..." hubo una larga inhalación como si
estuviera boqueando, "y que aún así – cuando vinieras –
todavía no me amarías - nunca – nunca me amarías como yo te amo
– por eso es que – ellos no pudieron quitar – mi amor por ti –
aún cuando no puedo recordar – no puedo recordar muchas otras
cosas – aunque no sé qué olvidé – pero recuerdo cuánto te
amo, Señor -"
Había un cuchillo
clavado a través del corazón de Harry, nunca había escuchado algo
tan terrible, quería perseguir al Señor Oscuro y matarlo sólo por
ésto...
"¿Todavía –
tiene un uso para mí – mi Señor?"
"No,"
chilló la voz de Harry, sin tan siquiera pensar, parecía estar
operando en automático, "Entré a Azkaban por mero capricho.
¡Por supuesto que tengo uso para ti! No hagas preguntas estúpidas."
"Sin embargo –
soy débil," protestó la voz de Bellatrix, y se le escapó un
sollozo integro, sonó demasiado ruidoso en los corredores de
Azkaban, "No puedo matar para ti, mi Señor, lo siento, se lo
comieron todo, toda me comieron, soy demasiado débil para pelear,
para qué puedo servirte ahora -"
El cerebro de Harry
buscó desesperadamente alguna forma de confortarla, algo que pudiera
salir de los labios de un Señor Oscuro que nunca pronunciaría una
sola palabra de amor.
"Fea,"
declaró Bellatrix. Su voz dijo la palabra como si fuera el clavo
final en su ataúd, la ultima desesperación. "Soy fea, ellos
también se comieron eso, yo soy, ya no soy linda, ni siquiera podrá,
ser capaz, de usar me, como una recompensa, para tus sirvientes –
ni siquiera los Lestranges, no querrán, herirme, ya no más -"
La brillante figura
de plata dejó de caminar.
Porque Harry había
dejado de caminar.
El
Señor Oscuro, él...
La parte del propio Harry que era suave y vulnerable estaba gritando
con incrédulo horror, intentando rechazar la realidad, rehusándose
a comprender, al tiempo que una parte más fría y dura completaba el
patrón: Ella
lo obedeció en eso así como lo obedeció en todas las cosas.
La chispa verde se
agitó con urgencia, lanzándose hacia adelante.
El humanoide
plateado permaneció en su lugar.
Bellatrix estaba
llorando con más fuerza.
"Yo soy, yo no
soy, no puedo ser, útil, ya no más..."
Manos gigantes
estaban estrujando el pecho de Harry, exprimiéndolo como si fuera
ropa mojada, procurando aplastar su corazón.
"Por favor,"
susurró Bellatrix, "sólo mátame..." Su voz pareció
calmarse, una vez que pidió eso. "Por favor Señor, mátame, no
tengo razón para vivir si no soy de uso para ti... Nada más quiero
que se detenga... por favor hiéreme una última vez, mi Señor,
hiéreme hasta que yo pare... Yo te amo..."
Fue la cosa más
triste que Harry había llegado a escuchar.
La resplandeciente
forma plateada del Patronus de Harry titubeó -
Titiló -
Brilló más -
La furia que estaba
alzándose dentro de Harry, su ira contra el Señor Oscuro que había
hecho ésto, la rabia contra los Dementors, contra Azkaban, contra el
mundo que permitía tanto horror, todo pareció estarse derramando
directamente por su brazo y hacia su varita sin que hubiera alguna
forma de bloquearlo, intentó detenerlo por voluntad y nada ocurrió.
"¡Mi Señor!"
susurró la disfrazada voz del Profesor Quirrell. "¡Mi hechizo
está yéndose de control! ¡Ayuda, mi Señor!"
Más brillante el
Patronus, más y más brillante, se estaba aclarando más rápido que
el día que Harry había destruido un Dementor.
"¡Mi Señor!"
la silueta dijo con un murmullo aterrado. "¡Ayuda! Todos lo
sentirán, ¡mi Señor!"
Todos
lo sentirán,
pensó Harry. Su imaginación ya se lo mostraba claramente, los
prisioneros en sus celdas animándose en cuanto el frío y la
oscuridad se desvanecieran, reemplazados por luz sanadora.
Cada superficie
expuesta ahora ardía como un sol blanco donde se pudiera reflejar,
sobre la silueta esquelética de Bellatrix y el muy visible hombre
cetrino dentro del resplandor, el Encantamiento Desilusionador
incapaz de igualarse con el brillo que no era de éste mundo; sólo
la Capa de Invisibilidad que era una Reliquia de la Muerte podía
soportarlo.
"¡Mi
Señor! ¡Debe
pararlo!"
Pero
Harry ya no podía detenerlo, él ya no quería detenerlo. Podía
sentirlo, más y más de las chispas de la vida en Azkaban siendo
escudadas por su Patronus, como
si desdoblara al igual alas de luz solar abiertas de par en par, el
aire convertido en absoluta plata mientras lo pensaba, Harry sabía
lo que tenía que hacer.
"¡Por
favor, mi Señor!"
Las palabras no
fueron escuchadas.
Estaban lejos de
él, los Dementores en su pozo, sin embargo Harry sabía que podía
destruirlos incluso a esa distancia si la luz resplandecía con
suficiente fuerza, sabía que la Muerte misma no podría contra él
si dejaba de contenerse, que si el liberaba los sellos de todas las
compuertas dentro suyo y se hundía en la fuente de su hechizo dentro
de las partes más profundas de su espíritu, toda su mente y toda su
voluntad, y entregaba absolutamente todo al hechizo -
Y en el interior del
Sol, una apenas contorneada sombra se acercó, extendiendo una mano
suplicante.
EQUIVOCADO
NO
La repentina
sensación de destrucción chocó contra la determinación de acero
de Harry, temor e incertidumbre esforzándose contra el fulgurante
propósito, nada más podría haberlo alcanzado excepto eso. La
silueta se acercó un paso y luego otro, la sensación de destrucción
llegando a un punto de terrible catástrofe; y empapado por el agua
helada, Harry lo vio, se dio cuenta de las consecuencias de lo que
estaba haciendo, el peligro y la trampa.
De haber visto
aquello desde el exterior habrías visto el interior del Sol
aumentando y disminuyendo...
Aumentando y
disminuyendo...
...y finalmente
apagándose, desvaneciéndose, reduciéndose hasta ser la luz de luna
ordinaria que encontraste parecía la oscuridad absoluta.
Dentro de la
oscuridad de esa luz de luna estaba de pie un hombre cetrino con su
mano estirada suplicando, y el esqueleto de una mujer, yaciendo sobre
el piso, con una mirada confundida sobre su rostro.
Y Harry, todavía
invisible, cayó sobre sus rodillas. El gran peligro había pasado, y
ahora Harry estaba intentando no colapsar, mantener el hechizo en un
nivel bajo. Algo le había sido drenado, y esperaba no haberlo
perdido – debió haberlo sabido, debió recordarlo, que no era mera
magia lo que alimentaba el Encantamiento Patronus -
"Gracias, mi
Señor," susurró el hombre cetrino.
"Tonto,"
dijo la voz dura de un niño pretendiendo ser un Señor Oscuro. "¿No
te previne que el hechizo resultaría fatal si no lograbas controlar
tus emociones?"
El Profesor Quirrell
no abrió los ojos de más, por supuesto.
"Sí, mi Señor,
entiendo," declaró el sirviente del Señor Oscuro con una voz
temblorosa, y se giró hacia Bellatrix -
Ella ya se estaba
levantando a sí misma del suelo, lentamente, como una anciana, una
anciana mujer. "Que divertido," Bellatrix murmuró, "casi
fuiste asesinado por un Encantamiento Patronus..." Una risilla
que sonó como si estuviera desempolvando su tubería de risillas.
"Podría castigarte, quizá, si mi Señor te congelara allí
donde estás y yo tuviera cuchillos... ¿tal vez pueda ser útil
después de todo? Oh, me siento algo mejor ahora, tan extraño..."
"Guarda
silencio, querida Bella," Harry ordenó con voz helada, "hasta
que te pida que hables."
No hubo replica, lo
que era obediencia.
El sirviente levitó
al esqueleto humano, y la hizo invisible una vez más, seguido
prontamente por su propia desaparición con el sonido de otro huevo
al romperse.
Pasaron a través de
los corredores de Azkaban.
Y Harry supo que al
pasar ellos, los prisioneros se animaban en sus celdas mientras el
miedo se apartaba de ellos por un precioso momento, quizá llegando a
sentir un pequeño toque de sanación cuando su luz pasaba cerca de
ellos, y entonces colapsaban de nuevo cuando el frío y la oscuridad
los aplastaban de nuevo.
Harry estaba
esforzándose mucho para no pensar en ello.
De otro modo su
Patronus se blanquearía hasta quemar a cada Dementor en Azkaban,
resplandeciendo tanto como para destruirlos desde ésta distancia...
De otro modo su
Patronus se blanquearía hasta quemar a cada Dementor en Azkaban ,
tomando toda la vida de Harry como combustible.
***
En los cuarteles de
los Aurores en la cima de Azkaban, un trío de Aurores estaba
roncando en las barracas, un trío de Aurores estaba relajándose en
la sala de descanso, y un trío de Aurores estaba en deber en el
cuarto de comando, manteniendo su vigilancia. El cuarto de comando
era simple pero grande, con tres sillas al fondo donde se sentaban
tres Aurores, sus varitas siempre en mano dando vida a sus tres
Patronus, mientras las brillantes formas blancas caminaban en frente
de la ventana abierta, protegiéndolos por completo del temor a los
Dementores.
Ellos tres
usualmente se quedaban en el fondo, y jugaban poker, y no miraban por
la ventana. Podías ver algo de cielo por ahí, por supuesto, e
incluso una o dos horas donde podías ver algo de sol todos los días,
sin embargo desde esa ventana también podías bajar la vista y ver
el centro del pozo infernal.
No fuera a ser que
flotara un Dementor y hablara contigo.
De
ninguna manera el Auror Li habría accedido cumplir con su deber
aquí, con o sin triple paga, de no ser porque tenía una familia a
la cual alimentar. (Su nombre real era Xiaoguang, en cambio todos lo
llamaban Mike; había nombrado a sus hijos Su y Kao, lo que con
suerte les serviría mucho mejor.) Su único consuelo, además del
dinero, era que al menos sus compañeros jugaban una excelente
partida de Poker Dragón. Aunque sería difícil que no
fuera así, a estas alturas.
Era su juego número
5,366 y Li tenía la que probablemente sería su mejor mano entre
unas 5300. Era un Sábado de Febrero y había tres jugadores, lo que
le permitía cambiar el traje de cualquier carta hueca excepto un
dos, tres, o siete; y eso era suficiente como para permitirle
construir un Cuerpo a Cuerpo con Unicornios, Dragones, y sietes...
Al otro lado de la
mesa, Gerard McCusker desvió la vista de las cartas en dirección a
la ventana, con la mirada fija.
La sensación de
malestar llegó al estómago de Li con velocidad sorprendente.
Si su siete de
corazones era golpeado por un Modificador de Dementor y se convertía
en un seis, quedaba rebajado directamente a dos pares y McCusker
podría vencer eso -
"Mike,"
dijo McCusker, "¿qué le pasa a tu Patronus?"
Li giró su cabeza y
observó.
Su tejón de suave
plata se había alejado de su vigilancia sobre el pozo y estaba
contemplando algo hacia abajo que sólo él podía ver.
Un momento después,
el pato de luz lunar de Bahry y el brillante oso hormiguero de
McCusker lo imitaron, mirada baja y fija en la misma dirección.
Todos intercambiaron
miradas, y entonces suspiraron.
"Yo les
cuento," declaró Bahry. El Protocolo requería que se enviarán
los tres Aurores que no estaban en servicio y sin dormir para
investigar cualquier anomalía. "Tal vez ir en lugar de uno de
ellos y tomar la espiral C, si a ustedes dos no les importa."
Li intercambió una
mirada con McCusker, y ambos asintieron. No era muy complicado
penetrar en Azkaban, si tenías suficiente dinero como para contratar
a un mago poderoso, y lo suficientemente buen intencionado como para
reclutar a alguien que pudiera invocar el Encantamiento Patronus. Las
personas con amigos en Azkaban harían eso, entrar para tan sólo
darle a alguien medio día de tiempo de Patronus, una oportunidad
para que tuvieran algunos sueños de verdad en vez de pesadillas.
Dejarles una provisión de chocolate escondida en su celda, para
incrementar la oportunidad de que vivieran a través de su sentencia.
Y los Aurores en guardia... bueno, aún si te atrapaban,
probablemente podías convencer a los Aurores de que lo dejaran
pasar, a cambio del soborno correcto.
Para Li, el soborno
correcto tendía a estar entre el rango de dos Knuts y un Sickle de
plata. Él odiaba este lugar.
Sin embargo Bahry
Una-Mano tenía una esposa y la esposa tenía las facturas de un
sanador, y si podías permitirte contratar a alguien para que entrara
en Azkaban, entonces podías permitirte engrasar fuertemente la palma
que le quedaba a Bahry, si él era el único que te atrapaba.
Por acuerdo tácito,
ninguno de ellos mostró debilidad alguna al proponer que dejarán la
partida inconclusa, los tres acabaron con su mano de poker primero.
Li ganó, ya que ningún Dementor había aparecido en realidad. Y
para entonces los Patronus ya habían dejado de mirar hacia abajo y
regresaron a su patrulla normal, así que probablemente no era nada,
sin embargo el procedimiento era procedimiento.
Después de que Li
saqueó el botín, Bahry les dirigió a todos saludos de cabeza
formales, y se levantó de la mesa. Las trenzas blancas del anciano
se rozaron contra su fina túnica roja, su túnica roja rozó el piso
de metal del cuarto de comando, mientras Bahry cruzó la puerta que
llevaba hacia los Aurores anteriormente fuera de deber.
Li había sido
Seleccionado en Hufflepuff, y a veces se sentía un poco intranquilo
por éste tipo de negocios. Pero Bahry les había mostrado todas las
fotos, y tenías que dejar a un hombre hacer lo que pudiera por su
pobre y enferma mujer, especialmente cuando estaba apenas de siete
meses de alcanzar su retiro.
***
La débil chispa
verde flotó a través de los corredores de metal, y el humanoide
plateado, viéndose algo disminuido ahora, siguiendo la chispa. A
vece la figura brillante reluciría más, específicamente cuando
pasaban una de las grandes puertas de metal, mas siempre volvía a
apagarse un poco.
Meros ojos no
habrían visto a los otros invisibles: el Niño-Que-Vivió de once
años, y el esqueleto viviente que era Bellatrix Black, y el Profesor
de Defensa de Hogwarts transformado con Poción Multijugos, todos
viajando juntos por Azkaban. Si ese era el principio de un chiste,
Harry no le veía la gracia.
Habían subido
cuatro tramos de escaleras antes de que la ruda voz del Profesor de
Defensa anunciara, simplemente y sin énfasis, "Auror
acercándose."
Le tomó demasiado,
un segundo entero quizá, para Harry comprender, para que el chorro
de adrenalina bombeara por su sangre, y para que recordara lo que el
Profesor Quirrell ya había discutido con él y le ordenó hacer en
éste caso, y entonces Harry giro sobre sus talones y voló de
regreso por donde habían venido.
Harry alcanzó el
tramo de escaleras, y frenéticamente se acostó en el tercer escalón
de la escalera, el frío metal percibido duro a pesar de su capa y
túnica. Intentar alzar su cabeza, para fisgonear por el borde de la
escalera, demostró que no podía ver al Profesor Quirrell; y eso
indicaba que Harry estaba fuera de la linea de cualquier fuego
cruzado.
Su fulgurante
Patronus lo siguió, y se acostó a su lado en el escalón por debajo
del suyo; tampoco debía ser visto.
Se produjo un tenue
sonido de viento o murmullo, y luego el sonido del cuerpo invisible
de Bellatrix llegando a descansar en un escalón aún más bajo, ella
no tenía lugar en ésto excepto -
"Quedate
quieta," comandó con el susurró frío y altisonante, "quedate
en silencio."
Hubo quietud, y
silencio.
Harry presionó su
varita contra un lado del escalón de metal que estaba por encima de
él. De haber sido cualquier otro él habría necesitado sacar un
Knut de su bolsillo... o arrancar un pedazo de tela de su túnica...
o arrancar un pedazo de uña con una mordida... o hallar una porción
de roca tan grande como para que pudiera ver y tan sólida como para
permanecer en un lugar y orientación mientras tocaba su varita. Pero
con el poder todopoderoso de Harry de la Transformación parcial,
ésto no era necesario; él se podía saltar ese paso en particular
de la operación y usar cualquier material a la mano.
Treinta segundos
después Harry era el orgulloso nuevo dueño de un espejo curvado,
y...
"Wingardium
Leviosa,"
Harry susurró tan bajo como pudo.
...lo estaba
levitando justo por encima de las escaleras, y mirando, en esa
superficie curvada, casi todo el corredor donde el invisible Profesor
Quirrell esperaba.
Harry escucho en la
distancia, entonces, el sonido de pisadas.
Y vio la forma (un
poco difícil de ver en el espejo) de una persona dentro de una
túnica roja, descendiendo las escaleras, penetrando el corredor
aparentemente vacío; acompañado por un pequeño Patronus animal que
Harry no pudo descifrar del todo.
El Auror estaba
protegido por un brillo azul, era difícil ver los detalles sin
embargo Harry pudo ver al menos lo siguiente, el Auror ya tenía
escudos levantados y fortalecidos.
Maldición,
pensó Harry. De acuerdo al Profesor de Defensa, el arte esencial del
duelo era intentar alzar defensas que bloquearían cualquier cosa que
fuera probable que alguien te lanzaran, al tiempo que se procuraba
atacar en forma tal que fuera probable atravesar las defensas
actuales del otro. Y de lejos la manera más fácil de ganar
cualquier tipo de pelea real – el Profesor Quirrell había
explicado ésto una y otra vez – era disparar al enemigo antes de
que pudieran levantar un escudo en primer lugar, ya fuera por detrás
o de un rango lo suficientemente cercano como para que no se pudiera
ser esquivado o repelido a tiempo.
Aunque el Profesor
Quirrell todavía podría ser capaz de disparar desde atrás, si -
Mas el Auror se
detuvo tras dar tres pasos en el corredor.
"Buen
Desilusionador," dijo una dura voz masculina que Harry no
reconoció. "Ahora muéstrate, o estarás en problemas serios."
La forma cetrina,
del hombre barbado se volvió visible entonces.
"Y
tú con el Patronus," ordenó la voz dura. "Da la cara.
Ahora."
"No sería
inteligente," replicó la voz gravosa del hombre cetrino. Ya no
era la voz aterrada del sirviente del Señor Oscuro; de repente se
convirtió en la intimidación profesional de un criminal competente.
"No quieres observar al que está detrás de mí. Confía en mí,
no lo quieres. Quinientos Galeones, frío dinero en efectivo por
adelantado, si te giras y te vas. Grandes problemas para tu carrera
si no lo haces."
Se produjo una pausa
larga.
"Mira,
quien quiera que sea," declaró la voz dura. "Pareces estar
confundido sobre cómo funciona ésto. No me importa si el que está
detrás de ti es Lucius Malfoy o Albus sangriento Dumbledore. Todos
ustedes dan la cara, yo los escaneo por completo, y entonces
discutimos cuánto les va a costar ésto -"
"Dos mil
Galeones, oferta final," propuso la gravosa voz, adquiriendo un
subyacente tono de advertencia. "Eso es diez veces más que el
soborno actual y más de lo que harías en un año. Y créeme, si ves
algo que no deberías, vas a lamentar no haber aceptado eso -"
"¡Cierra la
boca!" gruñó la voz dura. "Tienes exactamente cinco
segundos para tirar la varita antes de que yo te haga tirarla. Cinco,
cuatro -"
¿Qué
está haciendo, Profesor Quirrell?
Harry pensó frenético. ¡Ataque
primero! ¡Al menos invoque un escudo!
"-
tres, dos, ¡uno! ¡Stupefy!"
***
Bahry se quedó con
la mirada fija, un escalofrío descendiendo por su espalda.
La
varita del hombre se había movido tan rápido que fue como si
hubiera Aparecido de la nada, y el paralizador de Bahry ahora estaba
chispeando mansamente en su punta, no bloqueado, no contraatacado, no
deflectado, atrapado
como una mosca en miel.
"Mi oferta ha
vuelto a bajar a quinientos Galeones," dijo el hombre con una
fría, y más formal voz. Sonrió secamente, y la sonrisa se veía
incorrecta en ese rostro barbudo. "Y tendrás que aceptar un
Encantamiento de Memoria."
Bahry ya había
alterado las armonías de sus escudos para que su propio paralizador
no le pudiera ser regresado, ya había inclinado su varita en
posición defensiva, ya había levantado su fortalecida mano
artificial en posición de bloquear cualquier cosa que se pudiera
bloquear, y ya estaba pensando encantamientos sin pronunciar para
poner más capas en sus escudos -
El hombre no estaba
mirando a Bahry. En vez de eso estaba tocando con curiosidad el
paralizador de Bahry que seguía ondeando al final de su varita,
extrayendo chispas rojas y sacudiéndolas con sus dedos, desbaratando
lentamente el maleficio como si fuera el cetro rompecabezas de un
niño.
El hombre no había
levantado ningún escudo.
"Cuéntame,"
el hombre habló con voz desinteresada que no parecía encajar del
todo con esa garganta tan rasposa - Multijugos, Bahry habría
concluido, de haber considerado que alguien podía realizar magia tan
delicada estando dentro del cuerpo de alguien más - "¿qué
hiciste en la última guerra? ¿Ponerte en medio del peligro, o
alejarte de los problemas?"
"En medio del
peligro," contestó Bahry. Su voz conservó la calma de hierro
de un Auror con casi cien años completos en la fuerza, a siete meses
del retiro obligatorio, Ojo Loco Moody no podría haberlo expresado
con más dureza.
"¿Luchaste con
algún Mortífago?"
Eso hizo surgir una
sonrisa siniestra en la propia cara de Bahry. "Dos a la vez."
Dos de los propios guerreros asesinos de Quien-Tú-Sabes,
personalmente entrenados por su maestro oscuro. Dos Mortífagos a la
vez contra Bahry sin refuerzos. Había sido la batalla más difícil
en la vida de Bahry, sin embargo él quedó de pie, y se fue de allí
habiendo perdido solamente su mano izquierda.
"¿Los
mataste?" El hombre sonaba vagamente curioso, y continuó
cogiendo hebras de fuego del mucho más disminuido voltio paralizador
todavía cautivo al final de su varita, sus dedos sacudiendo pequeños
patrones de la propia magia de Bahry antes de dispersarlos con un
chasquido.
Nació sudor sobre
la piel de Bahry debajo de su túnica. Su mano de metal descendió
como el rayo, arrancando el espejo de su cinturón - "¡Bahry a
Mike, necesito apoyo!"
Hubo una pausa, y
silencio.
"¡Bahry a
Mike!"
El espejo yació
plano y sin vida dentro de su mano. Lentamente, Bahry lo puso de
regreso en su cinturón.
"Ha pasado
bastante tiempo desde que tuve una pelea seria con un oponente
serio," el hombre afirmó, aún sin levantar la vista hacia
Bahry. "Procura no decepcionarme demasiado. Puedes atacar cuando
sea que estés listo. O puedes irte con quinientos Galeones."
Hubo un largo
silencio.
Entonces el aire
gritó como metal cortando vidrio al tiempo que Bahry azotó su
varita hacia abajo.
***
Harry
apenas y podía verlo, apenas y podía distinguir algo a través de
las luces y los relámpagos, su espejo curvado era perfecto (habían
practicado antes esa táctica en la Legión Caos) pero la escena
seguía siendo demasiado pequeña, y Harry tenía la sensación que
no hubiera sido capaz de comprender incluso de haber observado desde
un metro de distancia, todo estaba pasando demasiado rápido,
explosiones rojas deflectandose desde escudos azules, barras verdes
de luz chocando entre sí, oscuras formas apareciendo y
desvaneciéndose, ni siquiera podía descifrar quién estaba
invocando qué, excepto que el Auror estaba gritando encantamiento
tras encantamiento y esquivando frenéticamente mientras que la forma
del Profesor Quirrell bajo la Poción Multijugos se quedaba de pie en
un mismo lugar y agitaba su varita, mayormente en silencio, sin
embargo pronunciando palabras en lenguajes irreconocibles de vez en
cuando que ponían blanco el espejo por completo y mostraban la mitad
del escudo del Auror partido a la mitad y haciéndolo retroceder.
Harry había visto
duelos de exhibición entre los estudiantes más fuertes de séptimo
año, y ésto estaba tan por encima de aquello que la mente de Harry
se sintió atolondrada, mirando cuánto camino le faltaba por
recorrer. No había ni un solo estudiante de séptimo año que
hubiera podido durar medio minuto contra el Auror, los tres ejércitos
completos de séptimo año juntos podrían no ser capaces de poner un
rasguño sobre el Profesor de Defensa...
El Auror había
caído al suelo, una rodilla y una mano soportando su peso mientras
la otra mano hacía gestos a toda prisa y su boca exclamaba palabras
desesperadas, los pocos encantamientos que Harry reconoció eran
todos hechizos de escudos, y un enjambre de sombras giraban alrededor
del Auror como un tornado de navajas.
Y Harry vio la forma
del Profesor Quirrell bajo la Poción Multijugos deliberadamente
apuntar su varita hacia donde el Auror estaba arrodillado y
combatiendo los últimos momentos de su batalla.
"Rindete,"
exigió la gravosa voz.
El Auror espetó
algo inenarrable.
"En
ese caso," replicó la voz, "Avada
-"
El
tiempo pareció moverse muy lentamente, como si hubiera tiempo para
escuchar las silabas individualmente, Ke,
y Da,
y Vra,
tiempo para ver al Auror empezar a tirarse desesperadamente hacia un
lado; y aunque todo eso estaba pasando tan lentamente, de algún modo
no había tiempo para hacer
algo, no había tiempo para que Harry abriera sus labios y gritara
NO,
no había tiempo para moverse, quizá ni había tiempo para pensar.
Sólo había tiempo
para un deseo desesperado de que un hombre inocente no debiera morir
-
Y una
resplandeciente figura plateada de pie delante del Auror.
Allí de pie justo
una fracción de segundo antes de que la luz verde diera en el
blanco.
***
Bahry estaba girando
desesperado hacia un lado, sin saber si lo iba a lograr -
Sus
ojos estaban enfocados sobre su oponente y su muerte inminente, así
que Bahry únicamente le echó un vistazo breve al trazo de la
brillante silueta, el Patronus más luminoso que cualquier otro que
hubiera visto antes, lo vio apenas el tiempo suficiente como para
reconocer la forma imposible, antes de que la luz verde y plateada
chocaran y ambas luces desaparecieran, ambas
luces desaparecieron, la
Maldición Asesina había sido bloqueada,
y entonces los oídos de Bahry fueron perforados a la vez que observó
a su terrible oponente gritar, gritar, gritar, agarrando su cabeza y
gritando, empezando a caer cuando Bahry ya había estado cayendo -
Bahry golpeó el
suelo, interrumpiendo su propio salto frenético, y su hombro
izquierdo dislocado y su costilla rota chillaron en protesta. Bahry
ignoró el dolor, se las arregló para erguirse temblando sobre sus
rodillas, levantó su varita para paralizar a su oponente, no
entendía lo que estaba pasando pero sabía que ésta era su única
oportunidad.
"¡Stupefy!"
El
voltio rojo salió disparado hacia el cuerpo del hombre que seguía
cayendo, y fue deshecho en la mitad del aire y disipado – y no por
algún escudo. Bahry pudo verlo,
las ondas en el aire que rodearon a su caído y gritador oponente.
Bahry pudo sentirlo
como una presión letal sobre su piel, el flujo de magia acumulándose
y acumulándose y acumulándose hacia algún terrible punto de
quiebre. Sus instintos le gritaron que saliera corriendo antes de que
llegara la explosión, ésto no era un Encantamiento, ni Maldición,
ésto era magia salvaje, sin embargo antes que Bahry pudiera tan
siquiera acabar de ponerse de pie -
El hombre arrojó su
varita lejos de sí mismo (¡él tiró su varita!) y un segundo
después, su forma se desdibujó y desvaneció por completo.
Una serpiente verde
yació inmóvil sobre el suelo, sin moverse aún antes de que el
siguiente hechizo paralizador de Bahry, disparado por puro reflejo,
la golpeara sin resistencia.
Mientras el mortal
flujo y la presión empezaron a disiparse, mientras la hechicería
salvaje fue reduciéndose, la mente aturdida de Bahry notó que el
grito continuaba. Sólo que se oía diferente, como el grito de un
joven niño, proveniente de las escaleras que llevaban al próximo
nivel inferior.
El gritó se ahogó
también, y hubo silencio excepto por la agitada respiración de
Bahry.
Sus
pensamientos eran lentos, confusos, desordenados. Su oponente había
sido locamente
poderoso, eso no había sido un duelo, había sido como su primer año
de Auror en entrenamiento intentando combatir a Madam Tarma. Los
Mortífagos no habían sido ni una décima parte así de buenos, Ojo
Loco Moody no era sí de bueno... ¿y quién, qué, cómo en el
nombre de las bolas de Merlín había alguien bloqueado una Maldición
Asesina?
Bahry se las arregló
para invocar la energía para presionar su varita contra su costilla,
murmurar el hechizo curador, y luego presionar de nuevo contra su
hombro. Tomó más de él de lo que tendría que haber sido, extrajo
demasiado de él, su magia era apenas y un aliento de completo
cansancio; no le quedaba nada para sus raspaduras y cortes menores y
menos para reforzar los rescoldos que le quedaban a su escudo. Eso
era todo lo que podía hacer sin dejar ir a su Patronus.
Bahry respiró
profunda, pesadamente, estabilizó su aliento todo lo que pudo antes
de hablar.
"Tú,"
Bahry dijo. "Quien quiera que seas. Sal afuera."
Hubo silencio, y se
le ocurrió a Bahry quien fuera que fuera podría estar inconsciente.
No entendía lo que acababa de pasar, pero había escuchado el
grito...
Bueno, había una
forma de comprobarlo.
"Sal afuera,"
repitió Bahry, poniendo más dureza en su voz, "o empezaré a
usar maldiciones con área de efecto." Probablemente no podría
lanzar ni una sola de intentarlo.
"Espere,"
pidió la voz de un niño, la voz de un chico joven,
aguda y fina y temblorosa, como alguien que estaba luchando contra
las lagrimas o el cansancio. La voz pareció pasar de cerca a encima
suyo. "Por favor espere. Estoy acercándome -"
"Baja la
invisibilidad," gruñó Bahry. Estaba demasiado exhausto para
molestarse con Encantamientos anti-Desilusionadores.
Un momento después,
el rostro de un joven niño emergió de una desdoblada capa de
invisibilidad, y Bahry vio el cabello negro, los ojos verdes, las
gafas, y la muy roja cicatriz de relámpago.
De haber tenido
menos de veinte años de experiencia bajo su cinturón podría haber
parpadeado. En vez de eso él espetó algo que probablemente no debió
pronunciar en frente de el Niño-Que-Vivió.
"Él, él,"
la voz temblorosa del niño explicó, su joven rostro se veía
asustado y agotado y lágrimas seguían descendiendo por sus
mejillas, "él me secuestró, para hacerme invocar mi
Patronus... él amenazó con matarme si no lo hacía... sólo que no
podía permitir que lo matara a usted..."
La mente de Bahry
seguía atontada, sin embargo las cosas fueron encajando en su lugar
con lentitud.
Harry Potter, el
único mago que había sobrevivido a una Maldición Asesina. Bahry
podría haber sido capaz de esquivar la muerte verde, ciertamente lo
estaba intentando, mas si el asunto llegaba ante el Wizengamot, se
juzgaría que era una deuda de vida hacia una Casa Noble.
"Ya veo,"
Bahry habló con un gruñido mucho más gentil. Empezó a caminar
hacia el niño. "Hijo, lamento por lo que has pasado, pero
necesito que sueltes la capa y también la varita."
El resto de Harry
Potter emergió de la invisibilidad, mostrando la sudada túnica de
Hogwarts con bordes azules, y su mano derecha sujetando una varita de
acebo de once pulgadas con tanta fuerza que sus nudillos estaban
blancos.
"Tu varita,"
Bahry reiteró.
"Lo siento,"
susurró el niño de once años, "aquí," y sostuvo la
varita hacia Bahry.
Bahry
apenas y se contuvo de regañar al traumatizado niño que acaba de
salvar su vida. En vez de eso se sobrepuso al impulso con un suspiro,
y simplemente estiró una mano para coger la varita. "Mira,
hijo, se supone que realmente
no debes apuntar la varita hacia -"
La
punta de la varita giró ligeramente hacia la mano de Bahry justo
cuando el niño susurró, "Somnium."
***
Harry contempló el
cuerpo derribado del Auror, no hubo sentido del triunfo, nada mas una
aplastante sensación de desesperación.
(Aún en ese momento
podría no haber sido demasiado tarde.)
Harry se volteó
para mirar a donde yacía la inmóvil serpiente verde.
"¿Professor?"
siseó Harry. "¿Amigo?
¿Por favor, esstáss vivo?"
Un horrible temor se estaba apoderando del corazón de Harry; en ese
momento se le había olvidad por completo que acababa de ver al
Profesor de Defensa intentar asesinar a un oficial de policía.
Harry
apuntó su varita hacia la serpiente, y sus labios empezaban a formar
la palabra Innervate,
antes de que su cerebro lo alcanzara y le gritara.
No se atrevía a
usar magia sobre el Profesor Quirrell.
Harry
lo había sentido, el ardiente, desgarrador dolor en su cabeza, como
su cerebro estaba apunto de partirse en dos. Lo sintió, su magia y
la magia del Profesor Quirrell, igualadas y anti-armonizadas en un
ciclo de muerte. Esa era la terrible y misteriosa cosa que pasaría
si Harry y el Profesor Quirrell llegaban a acercarse demasiado el uno
con el otro, o si conjuraban magia sobre el otro, o si sus
hechizos llegaban a tocarse alguna vez,
su magia resonaría fuera de control -
Harry contempló a
la serpiente, no podía saber si estaba respirando.
(Los últimos
segundos se fueron yendo.)
Se giró para mirar
al Auror, quien había visto al Niño-Que-Vivió, quien sabía.
La
total magnitud del desastre se hundió dentro de Harry como miles de
cientos de toneladas, se las había arreglado para paralizar al Auror
sin embargo no había nada más por hacer, no había manera de
recuperarse, la misión había fallado, todo había fallado, él
había fallado.
Conmocionado,
consternado, desesperado, no
pensó en ello,
no vio lo obvio, no recordó de dónde provenían los sentimientos
desesperanzados, no se dio cuenta de que todavía necesitaba volver a
conjurar el Encantamiento del Verdadero Patronus.
(Y entonces ya era
demasiado tarde.)
***
El Auror Li y el
Auror McCusker habían vuelto a acomodar sus sillas alrededor de la
mesa, así que ambos vieron al mismo tiempo, el desnudo, esquelético
flaco horror elevándose para flotar por fuera de la ventana, el
dolor de cabeza ya golpeándolos por tan sólo verlo.
Ambos escucharon la
voz, como si un cadáver muerto hace mucho tiempo hubiera pronunciado
palabras que también hubieran envejecido y muerto.
El discurso del
Dementor hirió sus oídos y dijo, "Bellatrix Black está fuera
de su celda."
Se produjo medio
segundo de horrorizado silencio, y luego Li brincó de su silla,
dirigiéndose al comunicador para pedir refuerzos del Ministerio, al
tiempo que McCusker agarró su espejo y empezó frenéticamente a
intentar contactar a los tres Aurores que se habían ido a patrullar.
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