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jueves, 4 de abril de 2019

Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad Capítulo 77

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Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad


hermione contra la sombra
Hermione contra la sombra por Mahasim

Capítulo 77: Auto-Actualización, Conclusiones: Apariencias Superficiales


Conclusión: Albus Dumbledore y -
El mago anciano se sentó a solas en su escritorio, en la nada silenciosa oficina del Director, en medio de los innumerables e ignorados dispositivos; su túnica era de un gentil amarillo, de suave fábrica, no era el tipo de ropa que él usaba normalmente. Su arrugada mano sostenía una pluma que arañaba un pergamino de aspecto oficial. Si de alguna manera hubieras estado ahí para ver su cara arrugada, habrías sido incapaz de deducir algo más sobre el hombre pues era igual de incomprensible que los enigmáticos dispositivos. Podrías haber observado que el rostro se veía un poco triste, un poco cansado, pero claro Albus Dumbledore siempre se veía así cuando estaba a solas.
En el núcleo del Flu sólo había algunas cenizas esparcidas pero sin señal de una flama, una puerta mágica que había sido cerrada tan sólidamente que era igual a que había dejado de existir. En el plano material, la gran puerta de roble de la oficina había estado cerrada y bloqueada; más allá de esa puerta, las Escaleras Sin Fin permanecían sin moverse; en el fondo de esas escaleras, las gárgolas vigilando la entrada no se movían, su supuesta-vida los había abandonado para dejar roca sólida.
Entonces, incluso mientras la pluma estaba en el medio de escribir una palabra, incluso cuando estaba en el medio de rayar una letra -
El mago anciano se puso de pie con una velocidad que habría impresionado a cualquiera que lo viera, abandonando la pluma a la mitad de la letra para que terminara cayendo sobre el pergamino; giró como el rayo hacia la puerta de roble, su túnica amarilla arremolinada a su alrededor y una varita de terrible poder saltando a su mano -
E igual de inesperadamente, el mago anciano se pausó, parando su movimiento cuando agarró la varita.
Un puño aporreó la puerta de roble, llamando tres veces.
Más lentamente, ahora, esa siniestra varita regresó hacia la funda atada por debajo de la manga del anciano mago. El antiguo hombre se adelantó unos cuantos pasos, se acomodó a sí mismo en una postura más formal, compuso su cara. Cerca del escritorio, la pluma se movió a un lado del pergamino, como si hubiera sido puesta ahí cuidadosamente en vez de tirada a toda prisa; y el pergamino se volteó a sí mismo para mostrar el lado en blanco.
Con un movimiento silencioso de su voluntad, la puerta de roble se abrió de par en par.
Tan duros como piedras, los ojos verdes lo miraron fijamente.
"Admito que estoy impresionado, Harry," el mago anciano habló con calma. "Aunque la Capa de Invisibilidad te habría dejado evadir mis medios de visión menores; no sentí que ninguno de mis gárgolas se movieran, ni que las escaleras giraran. ¿Cómo llegaste aquí?"
El chico penetró en la oficina, deliberadamente se hizo a un lado hasta que la puerta se cerró suavemente detrás de él. "Puedo ir a cualquier lugar que elija, con o sin permiso," eso dijo el chico. Su voz parecía calmada; demasiado calmada, quizá. "Estoy en su oficina porque decidí estar aquí, y que se vayan al cuerno las contraseñas. Está grandemente equivocado, Director Dumbledore, si cree que permanezco en esta escuela porque sea un prisionero. Simplemente no he escogido, todavía, irme. Teniendo eso en mente, ¿por qué le ordenó a su agente, el Profesor Snape, romper el acuerdo que hicimos en esta oficina, que él no iba a atormentar a ningún estudiante de cuarto año o menor?"