Capítulo 75 Capítulo 77
Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad
Severus y Lily |
Capítulo 76: Interludio con el Confesor: Costos del Naufragio
Rianne Felthorne descendió las escaleras de piedra rugosa y mortero crudo, manteniendo un Lumos encendido a través de la distancia entre los candelabros, sosteniendo su varita en alto al pasar entre los espacios de una luz a otra.
Ella llegó a la caverna de roca vacía perforada por muchas aberturas oscuras, iluminada por una antorcha de estilo antiguo que se encendió cuando ella entró.
No había nadie más ahí, aún, y tras largos minutos de estar nerviosa y de pie, empezó a Transformar un sofá mullido lo suficientemente grande como para que dos personas se sentaran, o quizá incluso para que se acostaran. Un banquillo de madera simple habría sido más fácil, podría haber hecho eso en quince segundos, sin embargo - bueno -
Incluso cuando el sofá fue conjurado completamente, el Profesor Snape no había llegado todavía, y ella se sentó en el lado izquierdo de su sofá con su propio pulso martillando su garganta. De algún modo se estaba poniendo más nerviosa, no menos, mientras el tiempo se alargaba.
Ella sabía que esta era la última vez.
La última vez antes de que todas esas memorias desaparecieran, y Rianne Felthorne se encontrará a sí misma en una caverna misteriosa, preguntándose qué estaba sucediendo.
Los libros decían que una Desmemorización realizada apropiadamente no era dañina, las personas olvidan cosas todo el tiempo. Las personas soñaban, y luego se despertaban sin recordar sus sueños. La Desmemorización ni siquiera involucra tanta discontinuidad, nada más un breve instante de desorientación; era como distraerse por un ruido fuerte y perder el hilo de un pensamiento que después no podías recordar. Eso era lo que los libros explicaban, y por eso los Encantamientos de Memoria estaban aprobados plenamente por el Ministerio para todos los propósitos gubernamentales autorizados.
Pero aún así, aquellos pensamientos, los pensamientos que estaba pensando ahora mismo; pronto nadie los tendría nunca más. Cuando viera hacia adelante en el futuro, no habría nadie para completar los pensamientos que ella no había terminado de pensar. Incluso si se las arreglaba para atar todos los cabos sueltos dentro de su mente en el próximo minuto, no quedaría nada después. ¿No sería exactamente eso lo que llegarías a reflexionar, si fueras a morir durante el siguiente minuto?
Se produjo un sonido de pasos apagados...
Severus Snape emergió dentro de la caverna.
Sus ojos se movieron hacia ella sentada en el sofá, y una extraña expresión cruzó su rostro; extraña porque no era sardónica, o enojada, o fría.
"Gracias, Señorita Felthorne," Snape dijo en voz baja, "eso fue considerado de su parte." El Maestro de Pociones sacó su varita y realizó los Encantamientos de privacidad usuales, y luego se movió hacia ella, y se sentó pesadamente a su lado sobre el sofá Transformado.
Ahora ella podía sentir su propio pulso por otra razón enteramente diferente.
Lentamente se giró para observar al Profesor Snape, y vio que su cabeza estaba descansando contra el sofá, y sus ojos estaban cerrados. Empero, sin dormir. Su cara parecía tensa, preocupada, aguantando dolor.
Ella sabía - tuvo la certeza repentina - de que únicamente se le permitía tener esa visión porque no la recordaría después; y que a nadie más antes que ella se le había permitido verla.
La frenética conversación ocurriendo dentro de la mente de Rianne Felthorne sonaba a algo como esto: Yo me podría acercar y tan sólo besarle, estás completamente demente, sus ojos están cerrados y apuesto que él no podría detenerme a tiempo, apuesto que pasarían años antes de que alguien encuentre tu cuerpo -
Pero el Profesor Snape abrió sus ojos entonces (para su propia decepción y alivio interior), y pronunció, con una voz más normal, "Su pago, Señorita Felthorne." De su túnica extrajo un rubí, cortado al estándar de Gringotts, y se lo ofreció. "Cincuenta caras. No me importa si las cuenta."
Ella alzó una mano temblorosa, esperando que Snape presionará el rubí dentro de sus dedos, que sentiría un toque de su piel viva contra la de ella -
En vez de eso Snape levantó su mano ligeramente y dejó caer el rubí en su mano, entonces se recostó de nuevo sobre el sofá. "Usted recordará hallarlo yaciendo sobre el suelo de esta caverna, donde vino a explorar," explicó Snape. "Y ya que nadie más excepto usted creerá eso, recordará pensar que sería menos problemático si depositara el dinero en una bóveda separada de Gringotts."
Por un rato sólo se escuchó el crujido de la antorcha.
"Por qué -" Rianne Felthorne habló. Él sabe que no lo voy a recordar. "¿Por qué lo hizo usted? O sea - aunque usted me pidió que le contara dónde estarían los abusones, y quienes serían, no quería saber si Granger estaría allí. Y yo sé, por la manera en que funcionan los Giratiempos, que si usted quiere hacer que Granger esté allí, no le pueden contar si ya ha sucedido. Por lo que deduje que éramos nosotros los que le estábamos informando a dónde ir. Éramos nosotros, ¿no es así?"
Snape asintió sin hablar. Él había cerrado sus ojos otra vez.
"Pero," dijo Rianne, "no comprendí por qué usted le estaba ayudando a ella. Y ahora - después de lo que usted le hizo a Granger en el Gran Comedor - simplemente no lo logro entender." Rianne nunca había pensado en sí misma como una persona particularmente buena. Apenas y había notado la controversia sobre la General Rayo de Sol. Sin embargo algo sobre ayudar a Granger a combatir abusones había... bueno, se había acostumbrado a pensar de que ese era el lado de los buenos, y en pensarse a ella misma como formando parte del lado bueno. Y había descubierto que de hecho le gustaba. Era difícil, nada más dejarlo ir. "¿Por qué hizo eso, Profesor Snape?"
Snape sacudió su cabeza, su rostro endurecido.
"Hay -" Rianne habló vacilante. " o sea - mientras estemos aquí - ¿hay algo de lo que usted quiera hablar?" Aunque había algo de lo que ella quería hablar, no lograba que las palabras pudieran pasar por sus labios.
"Se me ocurre un asunto," Snape pronunció tras una pausa. "Si está interesada, Señorita Felthorne."
Los ojos de Snape seguían cerrados, por lo que ella no pudo asentir con la cabeza. Su voz casi estaba rota, cuando se forzó a sí misma a decir "Sí."
"Hay un cierto chico en su clase al que usted le gusta, Señorita Felthorne," Snape explicó sin abrir los ojos. "No revelaré su nombre. Pero él la observa cada vez que usted camina por el salón de clases, cuando cree que usted no está mirando. Aunque sueña sobre usted y la quiere poseer, nunca se a atrevido a pedir ni siquiera un beso."
Su corazón empezó a martillar con mayor fuerza.
"Por favor comparta conmigo la verdad honestamente, Señorita Felthorne. ¿Qué piensa de ese chico?"
"Bueno -" ella respondió. Estaba tropezando con las palabras. "Creo - que nunca pedir un beso - sería -"
Triste.
Demasiado patético.
"Debilidad," ella declaró, su voz temblorosa.
"Estoy de acuerdo," concordó Snape. "Suponga que ese chico le ayudara, entonces. ¿Creería usted que le debe un beso, si él lo pidiera?"
Ella inhaló agudamente -
"O creería usted," Snape continuó, sus ojos todavía cerrados, "¿que él nada más está siendo una molestia?"
Las palabras la acuchillaron como un cuchillo y no pudo evitar jadear en voz alta.
Los ojos de Snape se abrieron, y su mirada encontró la de ella a través del sofá.
Luego el Maestro de Pociones empezó a reír, pequeñas y tristes carcajadas.
"¡No, no usted, Señorita Felthorne!" Snape corrigió. "¡No usted! Realmente estamos hablando de un chico. Uno que atiende su clase de Pociones, de hecho."
"Oh," ella dijo. Procuró recordar lo que Snape había hablado antes, sintiéndose ahora bastante nerviosa ante el pensamiento de que algún chico la observaba, siempre viéndola en silencio. "Bueno, pues, en ese caso. Eso es medio raro, en realidad. ¿Quién es?"
El Maestro de Pociones sacudió su cabeza. "No importa," señaló Snape. "Por curiosidad, ¿qué pensaría si ese chico siguiera enamorado de usted dos años después?"
"Pues," ella dudó, sintiéndose un poco confundida, "¿eso sería totalmente patético?"
La antorcha en la caverna crujió un poco.
"Es extraño," Snape habló con calma. "He tenido dos mentores, durante el curso de mis días. Ambos eran extraordinariamente perceptivos, y ninguno de los dos me contó sobre las cosas que no estaba viendo. Aunque es bastante claro por qué el primero no me dijo nada, sobre el segundo..." El rostro de Snape se endureció. "Supongo que tendría que ser inocente, para cuestionar el por qué permaneció en silencio."
El silencio se estiró, mientras Rianne se esforzó frenéticamente por pensar en algo para dialogar.
"Es una cosa extraña," Snape declaró, su voz aún suave, "mirar hacia atrás tras sólo treinta y dos años, y preguntarse cuándo tu vida fue arruinada más allá de todo rescate. ¿Fue determinado cuando el Sombrero Seleccionador gritó '¡Slytherin!' para mí? Me parece injusto, ya que no me fue ofrecida ninguna elección; el Sombrero Seleccionador habló en el momento que tocó mi cabeza. Aún así no puedo reclamar que su llamado fuera una mentira. Yo nunca aprecié el conocimiento por amor al conocimiento mismo. No fui leal a la única persona que llamé amiga. Nunca fui de los que se dejan llevar por una furia justa, ni entonces ni ahora. ¿Coraje? No hay valentía en arriesgar una vida que ya está arruinada. Mis pequeños miedos siempre me han dominado, y nunca me alejé de los caminos que yo mismo escogí, por causa de esos pequeños miedos. No, el Sombrero Seleccionador nunca podría haberme puesto en su Casa. Quizá mi perdida final fue determinada, incluso entonces. Es eso justo, me pregunto, ¿incluso si el Sombrero Seleccionador habla con la verdad? ¿Es justo que algunos chicos posean más coraje que otros, y por lo tanto la vida de un hombre deba ser juzgada?"
Rianne Felthorne estaba comenzando a darse cuenta de que nunca había tenido ni la más mínima pista de quién era el Maestro de Pociones por dentro, e infortunadamente todas esas oscuras y ocultas profundidades no la estaban ayudando con su problema.
"Pero no," Snape concluyó. "Yo sé dónde salieron las cosas mal la última vez. Puedo apuntar al día y la hora en que perdí mi última oportunidad. Señorita Felthorne, ¿el Sombrero Seleccionador le ofreció Ravenclaw?"
"S-sí," ella respondió sin pensar.
"¿Es buena resolviendo acertijos?"
"Sí," ella repitió de nuevo, porque fuera lo que el Profesor Snape estuviera a punto de decir, no lo iba a escuchar si contestaba que no.
"Yo soy terrible con los acertijos," Snape admitió con voz distante. "Una vez recibí un acertijo para resolver, y no comprendí ni siquiera la parte más simple hasta que fue demasiado tarde. Ni siquiera me di cuenta de que el acertijo estaba destinado para mí hasta que fue demasiado tarde. Pensé que meramente lo había escuchado por casualidad, cuando en verdad fue a mí a quien habían escuchado. Por lo que vendí mi acertijo a otro, y ahí fue cuando el desastre de mi vida pasó más allá de todo regreso." La voz de Snape seguía distante, sonando más abstraída que arrepentida. "E incluso ahora, no entiendo nada de importancia. Dígame, Señorita Felthorne, suponga que un hombre estuviera cargando un cuchillo, y que se tropezara con un bebé y se acuchillara a sí mismo. ¿Aseguraría usted que el bebé tenía," la voz de Snape bajó, como si estuviera imitando una voz aún más profunda, "EL PODER PARA DERROTAR a ese hombre?"
"Pues... ¿no?" ella contestó vacilante.
"¿Entonces qué sí significa tener el poder para derrotar a alguien?"
Rianne consideró el rompecabezas. (Deseando, no por primera vez en su vida, haber escogido Ravenclaw y que la desaprobación de sus padres se la llevaran los vientos; sin embargo el Sombrero Seleccionador nunca le ofreció Gryffindor.) "Bueno..." Rianne dudó. Tenía problemas para poner sus pensamientos en palabras. "Aunque significa que tienes el poder, no tienes que hacerlo. Significa que podrías hacerlo si lo intentas -"
"Elección," el Maestro de Pociones habló con la misma voz lejana, como si ni siquiera estuviera dialogando con ella. "Habrá una elección. Eso es lo que ese acertijo parece implicar. Y que esa elección no es una conclusión anticipada para el que elige, porque el acertijo no afirma que, lo derrotara, sino que el poder para derrotar. ¿Cómo iba un hombre adulto a marcar a un bebé como su igual?"
"¿Qué?" inquirió Rianne. No comprendió eso para nada.
"Marcar un bebé es simple. Cualquier maleficio Oscuro produce una marca permanente. Pero tal cosa podría ser hecha a cualquier bebé. ¿Qué marca implicaría que un bebé es tú igual?"
Respondió con el primer pensamiento que le vino a la mente. "Si firmas un contrato para desposarte, eso significa que ustedes serán iguales algún día, cuando crezcan y se casen."
"Eso..." dijo Snape. "Probablemente no se trata de eso, Señorita Felthorne, pero gracias por intentar." Los largos y delicados dedos, afilados al revolver pociones hasta tolerancias inimaginables, se alzaron y acariciaron las sienes de la frente del hombre. "Basta para volverme loco, agarrarse tanto de palabras tan frágiles. Poder que él no conoce... eso debe ser más que algún hechizo desconocido. No algo que él podría adquirir simplemente por practicar y estudiar. ¿Algún talento innato? Nadie puede aprender a ser un Metamorfomago... y aún así eso difícilmente podría ser un poder que él no conoce. Ni puedo ver cómo cualquiera de los dos podría destruir todo excepto un remanente del otro; aunque puedo verlo en una dirección, no en la dirección contraria..." El Maestro de Pociones suspiró. "Y nada de esto significa algo para usted, ¿o sí, Señorita Felthorne? Las palabras son nada. Las palabras son sombras. Es la entonación de ella lo que carga el significado y eso es algo que nunca he sido capaz de..."
La voz del Maestro de Pociones se fue apagando, mientras Rianne lo miraba fijamente.
"¿Una profecía?" preguntó Rianne con un agudo chillido. "¿Usted escuchó una profecía?" Había tomado Adivinación por un par de meses antes de abandonarla disgustada, y al menos sabía lo suficiente sobre cómo funcionaba eso.
"Voy a intentar una última cosa," anunció Snape. "Algo que no he intentado antes. Señorita Felthorne, escuche el sonido de mi voz, la forma en que lo pronuncio, no las palabras en sí mismas, y dígame cuál cree que sea su significado. ¿Puede hacer eso? Bien," concluyó Snape, mientras ella asintió obedientemente, sin embargo no estaba del todo segura sobre lo que se suponía debía hacer.
Y Severus Snape inhaló profundamente, y entonó, "PUES ESOS DOS COMPONENTES DIFERENTES NO PUEDEN EXISTIR DENTRO DE LA MISMA CONSTRUCCIÓN."
Le envió escalofríos por la espina dorsal, aún peor al saber que las palabras huecas habían sido pronunciadas en imitación de una verdadera profecía. Alterada, espetó la primera cosa que le vino a la mente, que podría haber sido influenciada por su acompañante actual. "¿Esos dos ingredientes diferentes no pueden existir dentro del mismo caldero?"
"¿Pero por qué no, Señorita Felthorne? ¿Cuál es el significado de una frase como esa? ¿Qué es lo que se nos está diciendo?"
"Ah..." ella aventuró. "¿si los dos ingredientes se mezclan, producirán un fuego que quemara el caldero?"
La cara de Snape no cambió de expresión en lo más mínimo.
"Quizá," Snape dijo finalmente, tras haber estado sentados sobre el sofá en un silencio horrendo que pareció durar minutos. "Explicaría la palabra deberá. Gracias, Señorita Felthorne. Una vez más usted ha sido de una gran ayuda."
"Yo -" ella vaciló, "Fue con mucho gusto que -" y las palabras se le atragantaron en su garganta. El Maestro de Pociones le había agradecido con una tonalidad que denotaba finalidad, y sabía que el tiempo de la Rianne Felthorne que recordaba estos momentos estaba llegando a su fin. "¡Quisiera no tener que olvidar esto, Profesor Snape!"
"Yo quisiera," Severus Snape replicó con un susurro tan bajo que ella apenas y lo pudo escuchar, "que todo hubiera sido diferente..."
El Maestro de Pociones se levantó del sofá, el peso de aquella presencia desapareciendo de su lado. Se giró y extrajo su varita de su túnica, apuntándole a ella.
"Espero -" ella pidió. "Antes de eso -"
Por alguna razón era increíblemente difícil dar el primer paso para pasar de la fantasía a la realidad, de la imaginación a la acción. Incluso si no era más que un paso que no fuera a ir más allá. La diferencia se alargaba hasta ser como la distancia entre dos montañas.
El Sombrero Seleccionador nunca le ofreció Gryffindor a ella...
¿...era justo que por lo tanto la vida de una mujer fuera juzgada?
Si no lo puedes decir ahora, cuando ni siquiera lo vas a recordar después - cuando nada continuará a partir de este momento, del mismo modo que si fueras a morir - ¿entonces cuándo lo pedirás de nuevo, a cualquiera?
"¿Puedo antes tener un beso?" demandó Rianne Felthorne.
Los ojos negros de Snape la estudiaron tan intensamente que se puso roja hasta el pecho, y se preguntó si él sabría perfectamente bien que ella seguía siendo débil, y que no era un beso lo que realmente quería.
"Está bien," el Maestro de Pociones habló con calma, y bajó su cabeza hacia el sofá y la besó.
No fue para nada como ella lo había imaginado. En sus fantasías los besos de Snape eran feroces, arrebatados de ella, pero esto fue - simplemente fue incómodo, de hecho. Los labios de Snape presionaron los de ella con demasiada fuerza, forzándolos hasta que tocó sus propios dientes, y el ángulo no fue correcto y sus narices estaban medio dobladas y los labios de él estaban demasiado apretados y -
Únicamente cuando el Maestro de Pociones se enderezó de nuevo, levantando su varita otra vez, ella se dio cuenta.
"Ese no fue -" ella pronunció con voz dudosa, levantando la vista hacia él. "Eso no fue - o sí - su primer -"
Rianne Felthorne parpadeó ante la caverna de piedra que había descubierto, aún sosteniendo el extraordinario rubí que había encontrado incrustado en una sucia esquina. Era una increíble ganancia inesperada, y no sabía por qué mirar el rubí la hacía sentir tan triste, como si hubiera olvidado algo, algo que había sido precioso para ella.
Capítulo 75 Capítulo 77
Nota del Traductor
Una muy necesaria nota de traducción que sabía iba a necesitar escribir sobre la escena del beso. Hay que tener claro que Rianne está en su séptimo año en Hogwarts, y por lo tanto debe tener entre 17 y 18 años de edad. En Inglaterra una persona es considerada adulta a los 17 años, por lo tanto Snape no se está aprovechando de un menor, legalmente hablando. Ahora, lo de un profesor besando a una alumna, eso si no lo puedo defender, y dependerá de la opinión de cada uno el juzgar las circunstancias y el contexto de la situación. En lo personal no veo nada de malo, al menos en comparación con lo que Rianne quería realmente y lo que Snape permitió que sucediera.
Este capítulo fue corto y por fortuna lo terminé pronto. El siguiente es largo, y además es el capítulo final del cuarto libro de HPMOR. No esperen un final feliz.
Agradecimientos a Rocio Tou, Sergio Andres Rodriguez Vargas y Nkp por seguir conmigo en el Patreon.
Sin más que añadir, gracias por leer y les deseo días racionales para todos los niños de buen corazón.
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