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jueves, 4 de abril de 2019

Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad Capítulo 77

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Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad


hermione contra la sombra
Hermione contra la sombra por Mahasim

Capítulo 77: Auto-Actualización, Conclusiones: Apariencias Superficiales


Conclusión: Albus Dumbledore y -
El mago anciano se sentó a solas en su escritorio, en la nada silenciosa oficina del Director, en medio de los innumerables e ignorados dispositivos; su túnica era de un gentil amarillo, de suave fábrica, no era el tipo de ropa que él usaba normalmente. Su arrugada mano sostenía una pluma que arañaba un pergamino de aspecto oficial. Si de alguna manera hubieras estado ahí para ver su cara arrugada, habrías sido incapaz de deducir algo más sobre el hombre pues era igual de incomprensible que los enigmáticos dispositivos. Podrías haber observado que el rostro se veía un poco triste, un poco cansado, pero claro Albus Dumbledore siempre se veía así cuando estaba a solas.
En el núcleo del Flu sólo había algunas cenizas esparcidas pero sin señal de una flama, una puerta mágica que había sido cerrada tan sólidamente que era igual a que había dejado de existir. En el plano material, la gran puerta de roble de la oficina había estado cerrada y bloqueada; más allá de esa puerta, las Escaleras Sin Fin permanecían sin moverse; en el fondo de esas escaleras, las gárgolas vigilando la entrada no se movían, su supuesta-vida los había abandonado para dejar roca sólida.
Entonces, incluso mientras la pluma estaba en el medio de escribir una palabra, incluso cuando estaba en el medio de rayar una letra -
El mago anciano se puso de pie con una velocidad que habría impresionado a cualquiera que lo viera, abandonando la pluma a la mitad de la letra para que terminara cayendo sobre el pergamino; giró como el rayo hacia la puerta de roble, su túnica amarilla arremolinada a su alrededor y una varita de terrible poder saltando a su mano -
E igual de inesperadamente, el mago anciano se pausó, parando su movimiento cuando agarró la varita.
Un puño aporreó la puerta de roble, llamando tres veces.
Más lentamente, ahora, esa siniestra varita regresó hacia la funda atada por debajo de la manga del anciano mago. El antiguo hombre se adelantó unos cuantos pasos, se acomodó a sí mismo en una postura más formal, compuso su cara. Cerca del escritorio, la pluma se movió a un lado del pergamino, como si hubiera sido puesta ahí cuidadosamente en vez de tirada a toda prisa; y el pergamino se volteó a sí mismo para mostrar el lado en blanco.
Con un movimiento silencioso de su voluntad, la puerta de roble se abrió de par en par.
Tan duros como piedras, los ojos verdes lo miraron fijamente.
"Admito que estoy impresionado, Harry," el mago anciano habló con calma. "Aunque la Capa de Invisibilidad te habría dejado evadir mis medios de visión menores; no sentí que ninguno de mis gárgolas se movieran, ni que las escaleras giraran. ¿Cómo llegaste aquí?"
El chico penetró en la oficina, deliberadamente se hizo a un lado hasta que la puerta se cerró suavemente detrás de él. "Puedo ir a cualquier lugar que elija, con o sin permiso," eso dijo el chico. Su voz parecía calmada; demasiado calmada, quizá. "Estoy en su oficina porque decidí estar aquí, y que se vayan al cuerno las contraseñas. Está grandemente equivocado, Director Dumbledore, si cree que permanezco en esta escuela porque sea un prisionero. Simplemente no he escogido, todavía, irme. Teniendo eso en mente, ¿por qué le ordenó a su agente, el Profesor Snape, romper el acuerdo que hicimos en esta oficina, que él no iba a atormentar a ningún estudiante de cuarto año o menor?"
El mago anciano miró al enojado y joven héroe por un largo momento. Luego, lo suficientemente lento como para no alarmar al chico, aquellos dedos arrugados abrieron uno de los múltiples cajones del escritorio, alzaron una hoja de pergamino, y la posaron sobre el escritorio. "Catorce," el mago anciano explicó. "No es el número de todos los búhos enviados la anoche anterior. Únicamente los búhos enviados a familias con asientos en el Wizengamot, o familias de gran riqueza, o familias ya aliadas con nuestros enemigos. O, en el caso de Robert Jugson, todas tres; pues su padre, el Señor Jugson, es un Mortífago, y su abuelo un Mortífago que murió por la varita de Alastor Moody. Lo que las cartas dicen, no lo sé, sin embargo lo puedo imaginar. ¿Aún no lo entiendes, Harry Potter? Cada vez que Hermione Granger ganó, como lo pusiste, el peligro para ella de parte de Slytherin volvió a crecer, y cada vez más. Pero ahora los Slytherins han triunfado sobre ella, fácil y seguramente, sin violencia o daño permanente. Ellos han vencido, y no necesitan pelear más..." El mago anciano suspiró. "Así lo había planeado. Así lo había esperado. Así habría sido, si el Profesor de Defensa no hubiera intervenido por su cuenta. Ahora la disputa irá al Consejo Escolar, donde Severus parecería conquistar al Profesor de Defensa; sin embargo eso no se sentirá lo mismo para los Slytherins, no habrá terminado y finalizado en un momento, para su satisfacción."
El chico entró aún más en el cuarto, su cabeza adelantada para mirar por encima de los anteojos de media luna; y de alguna manera era como si el chico estuviera mirando al Director desde arriba, en vez desde abajo. "¿Así que este Señor Jugson es un Mortífago?" el chico sentenció suavemente. "Bien. Su vida ya fue comprada y pagada por lo que, entonces, puedo hacer cualquier cosa que desee con él sin ningún problema ético -"
Harry!"
La voz del chico era clara como el hielo, congelada del agua más pura de algún manantial jamás tocado. "Usted parece creer que la Luz debería vivir con temor de la oscuridad. Yo afirmo que debería ser todo lo contrario. Preferiría no asesinar a este Señor Jugson, aún si es un Mortífago. Sin embargo una hora de lluvia de ideas con el Profesor de Defensa sería tiempo más que suficiente para inventar una forma creativa de que caiga en bancarrota financiera, o que salga exiliado de Bretaña mágica. Eso serviría para marcar el punto, me parece."
"Confieso," el mago anciano expuso lentamente, "que el pensamiento de arruinar una Casa con quinientos años de antigüedad, y retar a un Mortífago a una guerra sin cuartel, a causa de una riña en los pasillos de Hogwarts, no se me había ocurrido, Harry." El mago anciano levantó un dedo para subir sus gafas de media luna que se habían deslizado un poco sobre su nariz, durante su movimiento repentino de hace rato. "Me atrevería a argumentar que no se le ocurriría a la Señorita Granger tampoco, ni a la Profesora McGonagall, ni a Fred o George."
El chico se encogió de hombros. "No sería sobre los pasillos," el chico explicó. "Sería justicia por sus crímenes pasados, y únicamente lo haré si Jugson realiza el primer movimiento. Después de todo, no se trata de hacer que las personas me tengan miedo por ser un loco sin control. Es para enseñarles que los neutrales no tienen nada que temer de mí, y que atizarme con un palo es increíblemente peligroso." Aunque el chico sonrió la alegría no le llegó a sus ojos. "Tal vez compraré un anuncio en el Diario el Profeta, informando que cualquiera que quiera tener una disputa conmigo aprenderá el verdadero significado del Caos, pero que cualquiera que no me moleste estará bien."
"No," el mago anciano rechazó. Su voz era más profunda ahora, mostrando algo de su verdadera edad y poder. "No, Harry, eso no debe ser. No has aprendido todavía el significado de combatir, lo que realmente sucede cuando los enemigos se encuentran en batalla. Por lo que sueñas, como suelen hacer los niños pequeños, en enseñar a tus enemigos a tenerte miedo. Me aterra que, a una edad demasiado temprana, tú podrías ya tener suficiente poder como para hacer algunas partes de tu sueño realidad. No hay regreso del camino que lleva a la oscuridad, Harry, ninguno. Esos son los métodos de un Señor Oscuro, ciertamente."
El chico vaciló, entonces, y sus ojos saltaron hacia la plataforma vacía donde a veces Fawkes reposaba sus alas. Aunque era un gesto que pocos habrían captado, el mago anciano lo conocía demasiado bien.
"De acuerdo, olvide la parte sobre enseñarles a temerme," el chico habló entonces. Su voz no era menos dura, sin embargo algo de la frialdad lo había abandonado. "Aún así no creo que usted debería permitir que los niños salgan lastimados por temor ante lo que alguien como el Señor Jugson podría hacer. Protegerlos es la razón entera de su trabajo. Si el Señor Jugson realmente intenta meterse en su camino, entonces haga lo que sea necesario para detenerlo. Deme acceso completo a mi bóveda, y yo me encargaré personalmente de la responsabilidad de lidiar con cualquier repercusión de prohibir a los abusones en Hogwarts, ya sea contra el Señor Jugson o cualquier otro."
Lentamente el mago sacudió su cabeza. "Pareces creer, Harry, que meramente necesito usar todo mi poder, y todos los enemigos serán barridos. Estás equivocado. Lucius Malfoy controla al Ministro Fudge, a través del Diario el Profeta manipula a toda Bretaña, únicamente por un corto margen no controla lo suficiente al Consejo Escolar como para echarme de Hogwarts. Amelia Bones y Bartemius Crouch son aliados, pero incluso ellos se harían a un lado si nos vieran actuando con desenfreno. El mundo que nos rodea es más frágil de lo que pareces creer, y debemos caminar con gran cuidado. La vieja Guerra Mágica nunca terminó, Harry, únicamente continuó de una manera diferente; el rey negro duerme, y Lucius Malfoy movió sus piezas de ajedrez por un tiempo. ¿Crees que Lucius Malfoy permitiría como si nada que le quitaran un peón de su color?"
El chico sonrió, de nuevo con un toque de frialdad. "De acuerdo, descubriré alguna forma de hacer parecer que el Señor Jugson traicionó a su propio bando."
"Harry -"
"Los obstáculos significan que te pones creativo, Director. No que abandonas a los niños que se supones debes proteger. Permita que gane la Luz, y si surgen problemas por eso -" El chico se encogió de hombros. "Permita que la Luz gane de nuevo."
"Así podrían hablar los fénix, si tuvieran palabras," el mago anciano habló. "Sin embargo tú no entiendes el precio del fénix."
Las últimas dos palabras fueron habladas en una voz clara y peculiar que hizo eco alrededor de la oficina, y luego un enorme ruido de vibración pareció provenir de todo el lugar.
Entre el escudo antiguo de la pared y el perchero del Sombrero Seleccionador, las piedras de la pared empezaron a brillar y moverse, derramándose hasta convertirse en dos columnas y revelando un espacio entre ellas, una apertura que mostraba un conjunto de escaleras de piedra que llevaban hacia algún lugar en la oscuridad.
El mago anciano se giró y dio largas zancadas hacia aquellas escaleras, y luego miró de nuevo hacia donde yacía de pie Harry Potter. "¡Ven!" ordenó el mago anciano. Ya no había brillo en esos ojos azules. "Ya que has ido tan lejos como para forzar tu entrada aquí sin invitación, podrías muy bien adentrarte más."

...

No había pasamanos en aquellas escaleras de piedra, y tras los primeros pasos Harry sacó su varita e invocó un Lumos. El Director avanzó directo, no parecía fijarse en donde pisaba, como si hubiera recorrido los escalones tan a menudo que no necesitaba ver dónde pisaba.
El chico sabía que tendría que haber sentido curiosidad, o temor, sin embargo no le quedaba capacidad cerebral de sobra para eso. Estaba requiriendo todo su control no permitir que la furia hirviendo a fuego lento dentro de sí mismo bullera más de lo que ya lo había hecho.
Las escaleras siguieron durante una corta distancia, una elevación recta sin giros o curvas.
En la cima había una puerta de metal sólido, que se veía negra bajo la luz azul lanzada por la varita de Harry, indicando que el metal en sí mismo era negro o quizá rojo.
Albus Dumbledore levantó su larga varita como si estuviera esgrimiendo un símbolo, y otra vez habló con esa extraña voz que pareció hacer eco en los oídos de Harry, como si se estuvieran grabando a fuego en su memoria: "Destino del fénix."
La puerta final se abrió, y Harry siguió a Dumbledore adentro.
El cuarto que estaba más allá parecía estar construido de metal negro idéntico al de la escalera que llevaba allí. Las paredes eran negras, el piso era negro. El techo encima era negro, excepto por un simple globo solitario que colgaba del techo con una cadena blanca, y resplandecía con una fulgurante luz plateada como si hubiera sido invocado en imitación a la luz del Patronus, aunque podías ver que no era la cosa real.
Dentro del cuarto había pedestales de metal negro, cada uno soportando una foto en movimiento, o un cilindro vertical medio lleno con un líquido plateado vagamente iluminado, o un pequeño objeto solitario; un collar plateado quemado, un sombrero aplastado, un anillo de boda dorado sin tocar. Muchos pedestales sostenían los tres, la foto en movimiento y el líquido plateado y el objeto. Parecía haber una buena cantidad de varitas de magos sobre aquellos pedestales, y muchas de aquellas varitas estaban rotas, o quemadas, o se veían como madera que de algún modo se había derretido.
Le requirió tanto así a Harry el darse cuenta de lo que estaba observando, y luego su garganta se cerró repentinamente; fue como si la ira dentro de él hubiera recibido un martillazo, tal vez el martillazo más fuerte de toda su existencia.
"No son todos los que han caído en mis guerras," Albus Dumbledore declaró. Le daba la espalda a Harry, únicamente mostraba su cabello gris y túnica amarillenta. "Ni siquiera la mayoría de ellos. Solamente mis amigos más cercanos, y aquellos que murieron a causa de mis peores decisiones, hay algo de ellos aquí. Aquellos que lamento más de entre todos, este es su lugar."
Harry no podía contar cuántos pedestales había en el cuarto. Podrían haber sido alrededor de unos cien. El cuarto de metal negro no era pequeño, y claramente había más espacio para futuros pedestales.
Albus Dumbledore se giró hacia Harry, los ojos profundamente azules fijos como acero sobre su rostro, sin embargo su voz, cuando habló, fue calmada. "Me parece que no sabes nada del precio del fénix," Albus Dumbledore señaló con calma. "Me parece que no eres una persona malvada, sino muy y terriblemente ignorante, y confiado en tu ignorancia; como yo lo fui alguna vez, hace mucho tiempo. Aún así yo nunca escuché a Fawkes tan claramente como parece que tú lo hiciste, aquel día. Quizá yo ya estaba muy viejo y lleno de culpa, cuando mi fénix llegó a mí. Si hay algo que yo no entienda, sobre cuán preparado debería estar para pelear, entonces dime de esta sabiduría." No había rabia en la voz del mago anciano; el impacto que te quitaba el aliento como si hubieras caído de una escoba estaba en la visión de las varitas quemadas y rotas, resplandeciendo gentilmente en su muerte bajo la luz plateada. "O de otro modo date la vuelta y vete de este lugar, pero en ese caso no deseo escuchar nada más al respecto."
Harry no sabía qué decir. No había algo como esto en su propia vida, y todas las palabras parecían desfallecer. Aunque encontraría algo para pronunciar si lo buscaba, no podía creer, en ese momento, que las palabras fueran a tener significado. No deberías ser capaz de ganar cualquier argumento posible, sólo porque las personas murieran por tus decisiones, y a pesar de saber eso se sentía como si no hubiera nada para decir. Que no había nada que Harry pudiera argumentar.
Y Harry casi se giró y se fue de ese lugar, excepto por la comprensión que le llegó en ese momento: que probablemente había una parte de Albus Dumbledore que siempre estaba de pie en ese lugar, siempre, sin importar dónde estuviera. Y que si te quedabas de pie en un lugar como este podrías hacer cualquier cosa, perder cualquier cosa, si significaba que no tenías que pelear en otra ocasión.
Uno de los pedestales llamó la atención de Harry; la fotografía no se movía, ni sonreía ni saludaba, era una fotografía Muggle de una mujer viendo seriamente a la cámara, su cabello marrón atado en trenzas de un ordinario estilo Muggle que Harry no había visto en ninguna bruja. Aunque había un cilindro de líquido plateado a un lado de la fotografía, no había objetos; ningún anillo derretido o varita rota.
Harry avanzó, lentamente, hasta que estuvo delante del pedestal. "¿Quién era ella?" Harry preguntó, su voz sonando extraña en sus propios oídos.
"Su nombre era Tricia Glasswell," respondió Dumbledore. "Una Muggle que era madre de una bruja, una bruja que fue asesinada por los Mortífagos por ser hija de Muggles. Ella era una detective del gobierno Muggle, y tras la pérdida de su hija entregó información de las autoridades Muggle a la Orden del Fénix, hasta que fue - traicionada - y puesta en manos de Voldemort." Había algo raro en la voz del mago anciano. "No tuvo una buena muerte, Harry."
"¿Ella salvó vidas?" Harry inquirió.
"Sí," el mago contestó en voz baja. "Ella lo hizo."
Harry levantó su mirada del pedestal para observar a Dumbledore. "¿Sería el mundo un mejor lugar si ella no hubiera combatido?"
"No, no lo sería," admitió el mago anciano. Su voz estaba cansada, y llena de lamento. Parecía más bajo ahora, como si estuviera doblándose sobre sí mismo. "Veo que aún no comprendes. Creo que no lo entenderás hasta el día en que tú - oh, Harry. Hace mucho tiempo, cuando no era mucho mayor que tú, aprendí la verdadera cara de la violencia, y su costo. Llenar el aire con maldiciones letales - por cualquier razón - por cualquier razón, Harry - es una cosa enferma, y su naturaleza es corrupta, tan terrible como los rituales más oscuros. La violencia, una vez que empieza, se vuelve como un Lethifold que ataca a cualquier vida cercana. Yo... no quisiera que supieras cómo lo aprendí, Harry."
Harry desvió la mirada de los ojos azules, contempló fijamente el metal negro del suelo. El Director estaba intentando decirle algo importante, eso estaba claro; y tampoco era algo que Harry pensara fuera estúpido.
"Una vez existió un Muggle llamado Mohandas Gandhi," Harry habló al suelo. "Él pensaba que el gobierno de Bretaña Muggle no debía gobernar su país. Y se rehusaba a luchar. Convenció a su país entero de no combatir. En vez de eso le dijo a sus compatriotas caminar hacia los soldados Británicos y permitir que los atacaran, sin resistir, y cuando Bretaña no pudo soportar seguir haciendo eso, nuestro país liberó al suyo. Pensé que era una cosa muy bella, cuando leí al respecto, pensé que era algo más grande que todas las guerras que cualquiera hubiera luchado con pistolas o espadas. Que realmente habían hecho eso, y que de hecho había funcionado." Harry respiró profundamente. "Sólo que luego descubrí que Gandhi le dijo a su gente, durante la Segunda Guerra Mundial, que si los Nazis llegaban a invadir ellos también debían resistir sin violencia contra ellos. Pero los Nazis simplemente habrían disparado contra todos a primera vista. Y quizá Winston Churchill siempre sintió que tendría que haber una mejor manera, alguna forma inteligente de ganar sin tener que herir a nadie; sin embargo nunca la encontró, y por eso tuvo que combatir." Harry levantó la vista hacia el Director, quien lo estaba mirando fijamente. "Winston Churchill fue el que intentó convencer al gobierno Británico para no dar Checoslovaquia a Hitler a cambio de un tratado de paz, que ellos debían luchar de inmediato -"
"Reconozco el nombre, Harry," lo interrumpió Dumbledore. Los labios del mago anciano se curvaron hacia arriba. "Aunque honestamente, es obligatorio reconocer que el estimado Winston nunca fue de los que sentían remordimientos de conciencia, incluso después de una docena de tragos de Whisky de Fuego."
"El punto es," Harry explicó, tras una breve pausa para recordar con quién estaba hablando exactamente, y avasallar el regreso repentino de la sensación de que era un niño ignorante que se había enloquecido por el atrevimiento y que no tenía derecho de estar en este cuarto y ningún derecho de cuestionar a Albus Dumbledore sobre nada, "el punto es, afirmar que la violencia es malvada no es una respuesta. No responde a la pregunta de cuándo pelear y cuándo no. Es una pregunta difícil con la que Gandhi se rehusó a lidiar, y por eso es que perdí algo de mi respeto por él."
"¿Y tu propia respuesta, Harry?" Dumbledore inquirió en voz baja.
"Una respuesta es que no deberías usar la violencia nunca excepto para detener la violencia," Harry expuso. "No deberías arriesgar la vida de nadie excepto para salvar muchas más vidas. Suena bien cuando lo expresas así. Sólo que el problema es que si un oficial de policía ve a un intruso robando una casa, el oficial de policía debería intentar detener al intruso, incluso cuando el intruso podría contraatacar y alguien podría salir lastimado o incluso asesinado. Incluso si el intruso únicamente está intentando robar joyería, que no es más que una cosa. Porque si nadie fuera a ser un inconveniente para los intrusos, habrá más intrusos, y más intrusos. E incluso si solamente robaban cosas en cada ocasión, eso haría que - la fábrica de la sociedad -" Harry se detuvo. Sus pensamientos no eran tan ordenados como pretendían serlo usualmente, a causa de este cuarto. Debería haber sido capaz de dar una exposición perfectamente racional en términos de una teoría de juegos, al menos debería haber sido capaz de verlo en ese modo, sin embargo se le estaba escapando. Halcones y palomas - "Acaso no ve que, si las personas malvadas están dispuestas a arriesgar ser violentos para conseguir lo que quieren, y las personas buenas siempre retroceden porque la violencia es demasiado terrible para arriesgarse, es - ¡no es una buena sociedad para vivir, Director! ¿No se da cuenta de todo lo que este abuso está haciendo a Hogwarts, a la Casa de Slytherin especialmente?"
"La guerra es demasiado terrible para correr riesgos," el mago anciano sentenció. "Y aún así llegará. Voldemort está regresando. Las piezas negras se están reuniendo. Severus es una de las piezas más importantes que nuestro bando posee, durante la guerra. Pero nuestro malvado Maestro de Pociones debe, como reza el dicho, guardar las apariencias. Si Severus puede pagar eso al herir los sentimientos de los niños, únicamente sus sentimientos, Harry," la voz del mago anciano era muy suave, "tendrías que ser terriblemente inocente sobre los caminos de la guerra, para pensar que él ha hecho un mal trato. Las decisiones difíciles no se ven así, Harry. Se ven - como esto." El mago anciano no hizo gesto alguno. Simplemente se quedó ahí de pie donde estaba, entre los pedestales.
"Usted no debería ser Director," Harry acusó a través de la ardiente sensación en su garganta. "Lo siento, lo siento mucho, sin embargo usted no debería intentar dirigir una escuela y liderar una guerra al mismo tiempo. Hogwarts no debería ser parte de esto."
"Los niños sobrevivirán," el mago anciano aseveró con viejos y cansados ojos. "Ellos no podrían sobrevivir a Voldemort. ¿Te has preguntado por qué los niños de Hogwarts no hablan mucho de sus padres, Harry? Es porque siempre hay, al alcance del oído, alguien que ha perdido a su madre o su padre o ambos. Eso es lo que Voldemort dejó detrás, la última vez que vino. Nada vale la pena si provoca que la guerra empiece de nuevo un día antes de lo que debe, o que dure un día más de lo que debe." El mago anciano ahora sí hizo un gesto, como para indicar todas las varitas rotas. "¡No combatimos porque parezca correcto hacerlo así! Luchamos cuando tenemos que hacerlo, cuando no queda otra manera. Esa fue nuestra respuesta."
"¿Es por eso que esperó tanto para confrontar a Grindelwald?"
Harry había proferido la pregunta sin tan siquiera pensarlo -
El tiempo se puso lento mientras los ojos azules lo auscultaron.
"¿Con quién has estado hablando, Harry?" interrogó el mago anciano. "No, no respondas. ya lo sé." Dumbledore suspiró. "Muchos me han hecho esa pregunta, y siempre los he rechazado. Aún así deberás aprender la verdad tarde o temprano. ¿Juras nunca hablar de esto con otra persona, hasta que te de permiso?"
A Harry le habría gustado tener permiso para contarle a Draco, pero - "Lo juro," Harry dijo.
"Grindelwald poseía un antiguo y terrible dispositivo," relató Dumbledore. "Mientras lo sostenía, no podía romper su defensa. En nuestro duelo no podía ganar, únicamente combatirlo durante horas hasta que cayera exhausto; y yo habría muerto después de ello, de no ser por Fawkes. Sin embargo mientras sus aliados Muggle le siguieran haciendo sacrificios de sangre para alimentarlo, Grindelwald no habría caído. Él era, durante ese tiempo, realmente invencible. De ese siniestro dispositivo que Grindelwald poseía, nadie debe saber, nadie debe sospechar, no debe existir ni una sola pista. Y por lo tanto no debes hablar de ello, y no revelaré más por ahora. Eso es todo, Harry. No hay moral en ello, ni sabiduría. Eso es todo lo que hay."
Harry asintió lentamente. No era enteramente imposible, de acuerdo a los estándares de la magia...
"Y luego," la voz de Dumbledore siguió, aún más baja, casi como si estuviera hablando consigo mismo, "ya que fui yo quien lo vencí, me obedecieron cuando dije que él no debía morir, aunque miles gritaron pidiendo su sangre. Por lo que fue aprisionado en Nurmengard, en la prisión que él construyó, y allí mora hasta este día. Fui a ese duelo sin ninguna intención de matarlo, Harry. Porque, verás, había intentado asesinar a Grindelwald una vez en el pasado, hace mucho tiempo, y eso... eso fue... resultó ser... un error, Harry..." El mago anciano estaba mirando fijamente su larga varia gris que sostenía con ambas manos, como si fuera una bola de cristal de fantasía Muggle, un espejo mágico dentro del cual encontrar respuestas. "Y yo pensé, en ese momento... pensé que nunca debía matar. Y entonces apareció Voldemort."
El mago anciano alzó la vista hacia Harry, y pronunció, con voz ronca, "Él no es como Grindelwald, Harry. No le queda nada humano dentro de él. A él debes destruir. No debes vacilar, cuando el tiempo llegue. A él solamente, de todas las criaturas en este mundo, no debes mostrar misericordia; y cuando hayas acabado debes olvidar, olvidar que hiciste semejante cosa, y volver a vivir. Guarda tu furia para eso, y eso solamente."
En esa oficina hubo silencio.
Duró muchos y largos segundos, y finalmente fue roto por una simple pregunta.
"¿Hay Dementores en Nurmengard?"
"¿Qué?" replicó el mago anciano. "¡No! No le habría hecho eso ni siquiera a él -"

...

El mago anciano contempló fijamente al joven niño, quien se había enderezado, y su expresión cambiado.
"En otras palabras," el niño argumentó, como si hablara consigo mismo sin que existieran otras personas presentes en el cuarto, "ya se sabe cómo mantener poderosos Magos Oscuros en prisión, sin usar Dementores. Las personas saben que saben eso."
"¿Harry...?"
"No," el chico lo cortó. El chico levantó la vista, y sus ojos estaban fulgurando como fuego verde. "No acepto su respuesta, Director. Fawkes me dio una misión, y yo sé porque Fawkes me dio esa misión a mí, y no a usted. Usted está dispuesto a aceptar balances de poder donde los tipos malos terminan ganando. Yo no."
"Eso tampoco es una respuesta," el mago anciano dijo; su cara no enseñó nada de su dolor, desde hace mucho había practicado para ocultar su dolor. "Rehusarse a aceptar algo no lo cambia. Me pregunto si es que eres demasiado joven para comprender este asunto, Harry, a pesar de tus aparentes aires; únicamente en las fantasías infantiles pueden ser ganadas todas las batallas, y ningún mal ser tolerado."
"Y por eso es que yo puedo destruir Dementores y usted no," concluyó el niño. "Porque creo que la oscuridad puede ser rota."
El aliento del mago anciano se detuvo en su garganta.
"El precio del fénix no es inevitable," el chico prosiguió. "No es parte de algún profundo balance que está engranado en el universo. Son sólo partes del problema donde aún no has descubierto cómo hacer trampa."
Los labios del mago anciano se abrieron, y ninguna palabra salió.
Luz plateada cayendo de varitas rotas.
"Fawkes me otorgó una misión," el chico repitió, "y cumpliré esa misión incluso si tengo que derrocar el Ministerio entero para hacerlo. Esa es la parte de la respuesta que a usted le falta. Uno no se detiene y dice, oh bueno, supongo que no me es posible hallar una manera de parar el abuso en Hogwarts, y dejarlo así. Uno sólo debe seguir buscando hasta que descubras cómo hacerlo. Si eso requiere destruir la conspiración completa de Lucius Malfoy, de acuerdo."
"¿Y la verdadera pelea, la batalla contra Voldemort?" el mago anciano habló con voz inestable. "¿Qué harás para ganar eso, Harry? ¿Partirás el mundo entero? Incluso si algún día obtienes semejante poder, todavía no estás más allá de los precios, ¡y quizá nunca lo vayas a estar! ¡Porque actuar de este modo ahora no es otra cosa que una locura!"
"Le pregunté al Profesor Quirrell por qué se había reído," el chico dijo con voz neutral, "tras premiar a Hermione con esos cien puntos. Y el Profesor Quirrell respondió, aunque estas no son sus palabras exactas, es prácticamente lo que contestó, que encontraba enormemente divertido que el grande y bueno Albus Dumbledore se había quedado sentado ahí sin hacer nada mientras esta pobre e inocente niña le suplicaba por ayuda, mientras que él había sido el que la había defendido. Y me contó que para cuando las personas buenas y morales hubieran terminado de atarse los cordones, lo que hacían usualmente era nada; o, si actuaban, apenas y podías diferenciarlos de las personas que llamaban malvadas. Mientras que él podía ayudar niñas inocentes en cualquier momento que se le diera la gana, porque no era una buena persona. Y que era mi obligación recordar eso, en cada ocasión en que considerara estar creciendo para ser una buena persona."
El mago anciano no mostró la fuerza del impacto. Únicamente lo delató que sus ojos se ensancharon ligeramente, algo que sólo podrías haber descubierto si lo mirabas muy de cerca.
"No se preocupe, Director," dijo el niño. "No se me han cruzado los cables. Sé que se supone que debo aprender a ser bueno de Hermione y Fawkes, no del Profesor Quirrell y usted. Lo que me lleva a la razón real por la cual vine aquí. El tiempo de Hermione es demasiado valioso para desperdiciarlo en detenciones. El Profesor Snape lo va a revocar, declarando que yo lo chantajeé."
Tras titubear un rato el mago anciano asintió con su cabeza, la barba plateada balanceándose lentamente debajo suyo. "Eso no sería lo mejor para ella, Harry," el mago anciano propuso. "Sin embargo la detención puede ser puesta bajo vigilancia del Profesor Binns, y usted y ella pueden estudiar juntos en ese salón de clases."
"De acuerdo," el niño aceptó. "Creo que ese era todo el asunto que teníamos por tratar, después de todo. Puede esperar que, la próxima vez que usted parezca estar trabajando en el bando de los tipos malos o que les permita ganar, que haré lo que crea que Fawkes me pediría que hiciera, sin importar los problemas que surjan. Espero que a ambos nos quede bastante claro."
Sin otro palabra, el chico se giró y empezó a caminar para salir del cuarto, a través de la puerta abierta de metal negra, las palabras Lumos!" y la luz de su varita siguió un momento después.
El mago anciano se quedó de pie y en silencio, silencioso entre las ruinas de las vidas que su propia vida había dejado atrás. Su arrugada mano se alzó, temblando, para tocar sus anteojos de media luna -
El niño rascó suavemente la parte de atrás de su cabeza. "¿Le importaría hacer girar las escaleras, Director? Preferiría no tener que pasar otra vez por todo el trabajo para salir del mismo modo que tuve que hacer para entrar."
"Vete, Harry Potter," el mago anciano se despidió. "Las escaleras te recibirán."
(Algún tiempo después, una versión más temprana de Harry, que había estado esperando invisible al lado de las gárgolas desde las 9PM, siguió a la Directora Adjunta a través de la apertura que se hizo para ella, se quedó quieto detrás de ella en las escaleras giratorias hasta que llegaron a la cima, y entonces, todavía bajo la Capa, giró su Giratiempo tres veces.)

...

Conclusión: el Profesor Quirrell y -
A la sombra de un claro el Profesor de Defensa esperaba, su espalda apoyada negligentemente contra la áspera corteza gris de una alto árbol de haya todavía deshojado en los días finales de Marzo, por lo que su tronco y coronilla parecían un brazo pálido alzándose del suelo y explotando como una mano con miles de dedos. Alrededor del Profesor de Defensa y sobre él había ramas tan densas que incluso en lo más temprano de primavera, con tan pocos árboles en ciernes, apenas y podías ver el cielo desde el suelo. Los filamentos de la red de madera se cruzaban y terminaban proliferando durante tantas veces que de haber estado sobre una escoba allá arriba, buscando por alguien acá abajo,  habrías descubierto que era más sencillo seguir tus oídos que tus ojos. Ni tampoco habría ayudado que era casi oscuro en medio del Bosque Prohibido, el sol que no podía ser visto casi estaba en el ocaso, por lo que únicamente unos cuantos resplandores de débil luz solar iluminaba la cima de los árboles más altos.
Entonces llegó el más suave sonido de pasos, casi inaudible incluso sobre el suelo del bosque; el modo de andar de un hombre acostumbrado a pasar desapercibido. Ninguna rama se partió, ninguna hoja crujió -
"Buenas tardes," saludó el Profesor Quirrell. El Profesor de Defensa no se tomó la molestia de mover sus ojos, o sus manos que reposaban negligentemente a sus costados.
Una figura envuelta en un manto oscuro apareció en existencia, su cabeza se giró para observar a la izquierda y a la derecha. En la mano derecha de la figura, había una varita de madera tan gris que casi era plateada.
"Desconozco por qué usted quería encontrarse conmigo aquí de todos los lugares posibles," dijo Severus Snape, su voz fría.
"Oh," el Profesor Quirrell replicó ociosamente, como si todo el asunto careciera de la más mínima importancia, "pensé que preferirías la privacidad. Las paredes de Hogwarts tienen oídos, y no querrías que el Director se enterara de tu rol en el problema de ayer, ¿o sí?"
El frío de Marzo pareció recrudecer, la temperatura cayó aún más. "No sé de qué está hablando usted," el Maestro de Pociones habló de forma helada.
"Sabes perfectamente de qué estamos hablando," replicó el Profesor Quirrell con voz divertida. "Realmente, mi buen Profesor, no debería meterse en los negocios de los idiotas a menos de que esté listo para defenderse instantáneamente de su violencia." (Las manos del Profesor de Defensa seguían posando relajadas y abiertas a su lado.) "Y aún así ninguno de esos idiotas parece recordar verlo caer, ni las niñas recuerdan su presencia. Lo que crea la fascinante pregunta de por qué usted iría a extremos tan extraordinarios, me atrevo a afirmar que extremos desesperados, de lanzar cincuenta y dos Encantamientos de Memoria." El Profesor Quirrell inclinó su cabeza. "¿Tiene tanto temor de las opiniones de meros estudiantes? No lo creo. ¿Siente pavor de que este asunto sea conocido por su buen amigo, el Señor Malfoy? Sin embargo aquellos tontos, en cuanto lo vieron, inventaron una excusa bastante satisfactoria para su presencia allí. No, únicamente hay una persona que tiene tanto poder sobre usted, y quien sería el más perturbado al encontrarlo ejecutando cualquier plan sin que él lo supiera. Su verdadero y oculto maestro, Albus Dumbledore."
"¿Qué?" siseó el Maestro de Pociones, la rabia plena sobre su rostro.
"Pero ahora, parece, usted se está moviendo por cuenta propia; por lo que me encuentro muy intrigado sobre lo que posiblemente podría usted estar haciendo, y por qué." El Profesor de Defensa dedicó a la silueta vestida de negro del Maestro de Pociones el escrutinio de un hombre que podría dar un interés excepcional a un bicho, incluso si en últimas no era más que un bicho.
"No soy el sirviente de Dumbledore," declaró fríamente el Maestro de Pociones.
"¿En serio? Que noticias tan asombrosas." El Profesor de Defensa sonrió ligeramente. "Cuénteme todo al respecto."
Hubo una larga pausa. Desde algún árbol ululó un búho, el sonido enorme en medio del silencio; ninguno de los hombres se estremeció ni tambaleó.
"Usted no me quiere como su enemigo, Quirrell," Severus Snape afirmó, su voz muy suave.
"¿No lo quiero?" inquirió el Profesor Quirrell. "¿Cómo lo sabría usted?"
"Por otro lado," el Maestro de Pociones continuó, voz todavía suave, "mis amigos disfrutan muchas ventajas."
El hombre apoyándose contra la corteza del árbol levantó sus cejas. "¿Cómo cuáles?"
"Hay mucho que conozco sobre esta escuela," insinuó el Maestro de Pociones. "Cosas que usted podría no creer que yo sé."
Se produjo una pausa expectante.
"Qué fascinante," dijo el Profesor Quirrell. El hombre estaba examinando sus uñas con una mirada aburrida. "Adelante."
"Sé que usted ha estado... investigando... el corredor del tercer piso -"
"No sabes nada al respecto." La espalda del hombre se enderezó contra el árbol. "No hagas faroles contra mí, Severus Snape; lo encuentro molesto, y no estás en posición de molestarme. Un simple vistazo de cualquier mago competente revelará que el Director ha guarnecido el corredor con una ridícula cantidad de protecciones y redes, disparadores y señales de envío rápido. Y más: hay Encantamientos puestos ahí con antiguo poder, construcciones mágicas de las cuales ni siquiera había escuchado rumores, técnicas que deben haber sido regurgitadas de los conocimientos acumulados por el propio Flamel. Incluso Aquel-Que-No-Debe-Ser-Nombrado tendría problemas para cruzar sin ser notado." El Profesor Quirrell posó suavemente un dedo pensativo sobre su mejilla. "Y en cuanto al supuesto cerrojo, un Colloportus puesto sobre un pomo ordinario, invocado tan débilmente que no habría mantenido por fuera a la Señorita Granger en el primer día que entró a Hogwarts. Nunca antes en mi existencia he encontrado una trampa tan obvia." Ahora el Profesor de Defensa estrechó sus ojos. "No conozco a nadie que viva en este mundo contra el cual tan fantásticas proezas de detección servirían para un propósito útil. Si hay algún mago que posee un saber antiguo, del cual no sé nada, contra el cual esta trampa ha sido puesta - podrías intercambiar esa información por tanto silencio como quieras, mi querido Profesor, y después de eso quedará una buena porción de mi buena voluntad como añadidura."
Podrías haber jurado que el Profesor Quirrell estaba observando a Severus Snape con emocionado interés. Ni el más mínimo rastro de una sonrisa cruzó sus labios.
Hubo otro largo silencio en el claro.
"No sé a quién teme Dumbledore," Snape declaró. "Sin embargo sé cuál es la carnada que él ha puesto, y algo sobre cómo está verdaderamente protegida -"
"En cuanto a eso," lo cortó el Profesor Quirrell, sonando aburrido de nuevo, "ya lo he robado hace meses, y dejé un sustituto falso en su lugar. Pero gracias por tu amable pregunta."
"Usted está mintiendo," acusó Severus Snape tras una pausa.
"Sí, estoy mintiendo." El Profesor Quirrell recostó su espalda contra la madera negra otra vez, sus ojos derivando hacia la densa red de ramas, la noche inminente escasamente visible entre los complejos cruces. "Simplemente deseaba descubrir si me ibas a acusar de ello, ya que estás pretendiendo saber tan poco." El Profesor de Defensa sonrió para sí mismo.
El Maestro de Pociones pareció a punto de ahogarse con su propia furia. "¿Qué es lo que quiere?"
"Nada, realmente," respondió el Profesor de Defensa, con su vista aún fija sobre las copas del bosque. "Únicamente tenía curiosidad. Supongo que nada más tendré que contemplar hasta dónde llega su plan, y mientras tanto no revelaré nada al Director - siempre y cuando estés dispuesto a hacerme un favor de vez en cuando, por supuesto." Una sonrisa seca atravesó la cara. "Por ahora te puedes ir, Severus Snape. Aunque no me importaría tener otra pequeña charla pronto, si estás dispuesto a hablar conmigo honestamente sobre dónde yacen tus lealtades. Y en serio me refiero a honestamente, no las falsas caras que has mostrado el día de hoy. Podrías descubrir que tienes más aliados de los que crees. Tomate un tiempo para considerarlo, mi amigo."


...

Conclusión: Draco Malfoy y -
Un hemisferio de arcoíris, un domo de fuerza sólida con poca gama cromática en sí mismo que reflejaba la luz penetrante en reflejos disidentes, iridiscentes en muchos colores, como si fracturara el brillo de muchos candelabros esplendorosos de la sala común de Slytherin.
Resguardada bajo el hemisferio del arcoíris, la aterrada cara de una joven bruja que nunca había combatido abusones, quien no se había unido a los ejércitos del Profesor Quirrell, quien a lo sumo conseguía calificaciones de Aceptable en su clase de Defensa, quien no podía lanzar una Barrera Prismática ni siquiera para salvar su propia vida.
"Oh, paren ya," dijo Draco Malfoy, haciendo que su voz sonara aburrida a pesar del sudor que le salía bajo su túnica, al tiempo que mantenía su varita apuntada a la barrera que estaba protegiendo a Millicent Bulstrode.
No podía recordar haber tomado la decisión, simplemente había dos chicos grandes apunto de hacer un maleficio sobre Millicent, la sala común contemplando en silencio, y luego la mano de Draco sacó su varita e invocó la barrera, dejando su corazón bombearse a sí mismo hasta llenarse de impactante adrenalina mientras su pobre y triste cerebro se atormentaba a sí mismo en busca de una explicación -
Los dos chicos mayores se enderezaron de donde habían estado amenazando a Millicent, girándose hacia Draco, viéndolo con una mezcla de conmoción e ira. Gregory y Vincent ya estaban a su lado y con sus propias varitas afuera, aunque no las estaban apuntando. Los tres juntos no podrían haber ganado, de todos modos.
Sin embargo los chicos mayores no lo iban a maldecir. Nadie podía ser tan estúpido como para echar un maleficio al siguiente Señor Malfoy.
No era el temor de ser atacado lo que hacía que Draco sudara bajo su túnica, mientras esperaba de manera desesperada que las gotas de sudor sobre su frente no fueran visibles.
Draco estaba sudando por la incipiente y enfermiza certeza de que incluso si se salía con la suya en esta ocasión, si seguía recorriendo este camino, llegaría un momento cuando todo se iba a romper; y entonces él podría no ser ya el próximo Señor Malfoy.
"Sr. Malfoy," habló el chico que se veía mayor. "¿Por qué la está protegiendo?"
"Así que han localizado a la maestra de la conspiración," Draco argumentó con su Cara de Desprecio Número Dos, "y es, déjenme dejarlo claro ahora mismo, una chica de primer año llamada Millicent Bulstrode. Ella no es más que un conducto, ¡cabezas de chorlito!"
"¿Y?" demandó el chico mayor. "¡De todos modos ella es una colaboradora!"
Draco alzó su varita y la Esfera Prismática desapareció. Todavía hablando con voz aburrida, Draco preguntó, "¿Sabías realmente lo que estaba haciendo, Señorita Bulstrode?"
"N-no," Millicent tartamudeó todavía sentada en su escritorio.
"¿Sabía de dónde provenían los mensajes Slytherin que usted les estaba pasando?"
"¡No!" exclamó Millicent.
"Gracias," Draco prosiguió. "Todos ustedes por favor déjenla sola, ella no es más que un peón. Señorita Bulstrode, puede considerar que ese favor que me hizo en Febrero ha quedado saldado." Y Draco se dio la vuelta para regresar a su tarea de Pociones, esperando en nombre de Merlín que Millicent no pronunciara algo increíblemente estúpido como '¿Qué favor?'
"Entonces por qué," una voz inquirió claramente desde el otro lado del cuarto, "¿aquellas brujas fueron donde una nota de Millicent les dijo que fueran?"
Sudando aún más, Draco levantó su cabeza de nuevo para mirar hacia donde Randolph Lee había hablado. "¿Qué estaba escrito exactamente en la nota?" replicó Draco. "¿Era, 'les ordeno que vayan en el nombre de la Dama Oscura Bulstrode' o 'Por favor vengan aquí, sinceramente Millicent?'"
Randolph Lee abrió su boca, vaciló por una fracción de segundo -
"Tal como lo pensé," sentenció Draco. "Esa no fue una prueba muy buena, Sr. Lee, eso - eso puede -" Un frenético, espantoso momento mientras buscaba cómo explicarlo sin usar palabras de Harry como falso positivo. "Puede lograr que las brujas vayan allí si por lo menos una de ellas es amiga de Millicent."
Como si pensara que el asunto había quedado zanjado por completo, Draco devolvió la vista hacia la tarea de Pociones, ignorando (excepto por la sensación de terror en su estómago) los murmullos alrededor del cuarto.
Fue por el rabillo del ojo que descubrió a Gregory observando fijamente.

...

Aunque los ojos de Draco estaban posados sobre su tarea de Astronomía, no podía lograr que su mente se llegara a enfocar allí. Si estabas intentando no pensar sobre las cosas que Harry Potter decía, precisamente la peor cosa posible que podías hacer era mirar los libros con fotos del cielo nocturno, e intentar recordar qué se suponía que no sabías sobre el movimiento de los planetas. Astronomía, una noble y prestigiosa arte, una señal de aprendizaje y conocimiento; únicamente los Muggles poseían los modernos y secretos artefactos que podían hacerlo un millón de billones de veces mejor usando métodos que Harry había intentado explicar y que Draco todavía no podía empezar a entender excepto que aparentemente no se necesitaba magia para hacer que esas cosas hicieran Aritmancia.
Draco contempló las fotos de las constelaciones, y se preguntó si era del mismo modo en otras Casas, si las personas siempre se amenazaban entre sí en Ravenclaw.
Harry Potter le había contado una vez que los soldados en el campo de batalla realmente no combatían por su país. El patriotismo podría llevarlos al campo de batalla en primer lugar, pero una vez que estaban allí, peleaban para protegerse unos a los otros, los amigos con los que habían entrenados que estaban justo en frente de ellos. Y Harry había comentado, y Draco había sabido que era verdad, que no podías usar lealtad hacia un líder para alimentar un Encantamiento Patronus, no era del todo el tipo apropiado de pensamiento cálido y feliz. Sin embargo pensar en proteger a alguien a tu lado -
Eso, Harry Potter había declarado de manera pensativa, era el por qué probablemente los Mortífagos se habían separado en el mismo momento en que el Señor Oscuro ya no estuvo. No habían sido lo suficientemente cálidos entre sí.
Podías reclutar a un grupo que incluyera a Bellatrix Black y Amycus Carrow junto con el Señor Malfoy y el Sr. MacNair, y mantenerlos alineados con la Maldición Cruciatus. Pero en el instante en que el maestro de la Marca Oscura se fue, ya no tenías un ejército, tenías un círculo de conocidos. Ese era el por qué Padre había fallado. Ni siquiera había sido realmente su culpa. No había nada que Padre podría haber hecho, tras heredar Mortífagos quienes realmente no eran amigos entre sí.
E incluso aún cuando se suponía que era la Casa de Slytherin la que él debía defender - la Casa de Slytherin que él y Harry habían formado un pacto para salvar - a veces Draco no podía evitar pensar que era menos agotador cuando estaba liderando las prácticas de su ejército. Cuando estaba trabajando con estudiantes de otras tres Casas que no eran Slytherin. Una vez que veías y nombrabas los problemas, no podías parar de observarlos, simplemente se ponía más molesto cada día.
"¿Sr. Malfoy?" dijo la voz de Gregory Goyle, desde el suelo en el cual yacía al lado del escritorio de Draco, en la pequeña aunque privada habitación; Gregory estaba haciendo su tarea de Transformación, con la cual necesitaba ayuda a menudo.
Cualquier distracción era bienvenida en ese momento. "¿Sí?" respondió Draco.
"Usted realmente no estaba planeando nada en contra de Granger," señaló Gregory. "¿No es así?"
La sensación esparciéndose a través del estómago de Draco se sintió igual que el sonido en la voz de Gregory, enfermo y temeroso.
"Usted en realidad estaba ayudando a Granger, ese día que la ayudó a ponerse de pie," continuó Gregory. "Y antes, esa vez en que evitó que ella cayera del techo. Usted ayudó a una sangre sucia -"
"Sí, claro," replicó Draco sarcásticamente, sin la más mínima duda o demora, volviendo a mirar su tarea de Astronomía como si no estuviera ni un poco nervioso. Todo estaba ocurriendo del modo en que Draco había temido, sin embargo tenía la ventaja de haber repetido esta conversación en su cabeza una y otra vez, habiendo inventado el gambito de apertura correcto. "Vamos, Gregory, has luchado contra la General Granger, sabes cuán fuertes son sus hechizos. ¿Como si un verdadero engendro de Muggle fuera a ser más poderosa que tú, más poderosa que Theodore, más poderosa que cualquier sangre pura del primer año en nuestra escuela excepto yo? ¿De verdad no crees en nada de lo que Padre predica? Ella es adoptada. Sus padres murieron en la guerra y alguien se la zampó a una pareja de Muggles para ocultarla. De ninguna manera la General Granger es una verdadera sangre sucia."
Un lento pulso de silencio atravesó la habitación de Draco. Draco quería saber, necesitaba conocer cuál era la expresión sobre el rostro de Gregory. Sin embargo no podía levantar la vista de su escritorio, no todavía, no hasta que Gregory hablara primero.
Y luego -
"¿Es eso lo que Harry Potter le contó a usted?" preguntó Gregory.
La voz tembló, y se rompió. Cuando Draco alzó la vista de su tarea, vio que las lágrimas se estaban derramando de los ojos de Gregory.
Aparentemente eso no había funcionado.
"No sé qué hacer," Gregory habló en un susurro. "Ahora no sé qué hacer, Sr. Malfoy. Su padre no es - cuando él lo descubra - ¡no le va a gustar, Sr. Malfoy!"
No es tú trabajo decidir lo que a Padre le gusta, Goyle -
Draco podía escuchar las palabras en su cabeza; sonaban con la voz de Padre, con la misma severidad. Era el tipo de cosas que Padre le había dicho que tenía que pronunciar, si Vincent o Gregory alguna vez lo llegaban a cuestionar ; y si eso no funcionaba debía echarles un maleficio. Ellos no eran amigos iguales, Padre había explicado, y nunca debía olvidar que, Draco era quien estaba al mando, ello eran sus sirvientes, y si Draco no podía mantenerlo de ese modo entonces no era digno de heredar la Casa Malfoy...
"Todo está bien, Gregory," Draco habló, tan gentilmente como pudo. "Todo lo que tienes que hacer es preocuparte sobre mi protección. Nadie te va a culpar por seguir mis órdenes, ni mi padre, ni el tuyo." Poniendo toda la calidez que pudo en su voz, como intentando invocar un Encantamiento Patronus. "Y como sea, la siguiente guerra no va a ser la misma que la anterior. La Casa Malfoy existía mucho antes que el Señor Oscuro, y no todos los Señores Malfoy hacen la misma cosa. Padre sabe eso."
"¿Lo sabe?" interrogó Gregory con voz temblorosa. "¿Realmente lo sabe?"
Draco asintió. "El Profesor Quirrell lo sabe también," afirmó Draco. "De eso se tratan los ejércitos. El Profesor de Defensa está en lo correcto, pues cuando sea el momento de la próxima guerra, Padre no será capaz de unir al país por completo, porque recordarán la última guerra. Sin embargo cualquiera que haya combatido en los ejércitos del Profesor Quirrell recordará quienes eran los generales más fuertes, sabrán quienes son dignos de liderarlos. Van a proclamar a Harry Potter como su Señor, y yo seré su mano derecha, y la Casa Malfoy resultará en la cima, como siempre. Las personas incluso podrían ir hacia mí, si Potter no se encuentra ahí, siempre y cuando piensen que soy confiable. Eso es lo que estoy tramando ahora. Padre lo comprenderá."
Gregory se limpió sus lágrimas, bajando otra vez la mirada a tu tarea de Transformación. "De acuerdo," Gregory concedió con voz sacudida. "Si usted lo dice así, Sr. Malfoy."
Draco volvió a asentir, ignorando la sensación hueca dentro de sí a causa de todas las mentiras que acababa de contar a su amigo, y regresó a las estrellas.

...

Conclusión: Hermione Granger y -
Ser invisible debería ser más interesante que esto, los corredores de Hogwarts tendrían que haber estado trazados con colores extraños o algo así. Pero de hecho, Hermione pensó, estar bajo la capa de invisibilidad de Harry era exactamente como no estar bajo una capa invisible, excepto por la parte de la capa. Cuando jalabas el velo de tela suave y negra sobre tu cara, ni siquiera podías verla estirándose en frente de ti, y después de eso no parecía que impidiera tu respiración. Y el mundo se veía igual, excepto que cuando caminabas al lado de cosas de metal, no veías ningún reflejo de ti misma. Los retratos nunca te observaban, únicamente hacían las cosas extrañas que solían hacer cuando estaban a solas. Hermione no habían intentado pararse frente a un espejo todavía, no estaba segura que quisiera hacerlo. Principalmente porque, mientras caminabas ya no había un , ni manos, no pies, solamente un punto de vista cambiante. Era un sentimiento desconcertante, no tanto como ser invisible sino más bien como no existir.
Harry no la había cuestionado para nada, ella nada más pronunció la palabra 'invisibilidad' y luego Harry estaba extrayendo su capa de invisibilidad de su monedero. Ni siquiera le había dado una oportunidad de explicar que iba a tener un encuentro extremadamente secreto con Daphne y Millicent Bulstrode, o que pensaba que iba a ayudar a proteger a las otras chicas, Harry le acababa de entregar lo que probablemente era una Reliquia de la Muerte. Si eras justa, y ella  intentaba ser justa, tenías que admitir que a veces Harry podía ser un muy verdadero, verdadero amigo.
El encuentro secreto en sí mismo había sido un gran fracaso.
Millicent había declarado ser una vidente.
Hermione le había explicado cuidadosamente a Millicent y Daphne extendiéndose considerablemente sobre como no había posibilidad de que eso fuera verdad.
Ella y Harry habían buscado la Adivinación muy temprano en su investigación; Harry había insistido que leyeran todo lo que pudieran hallar sobre profecías que no estuviera en la Sección Prohibida. Como Harry había observado, ahorraría un montón de esfuerzo si simplemente podían encontrar a una vidente que profetizara todo lo que iban a descubrir treinta y cinco años después. (O para ponerlo en términos de Harry, cualquier medio de obtener información transmitido a través del futuro distante era potencialmente una victoria instantánea y global.)
Sin embargo, como Hermione le había explicado a Millicent, profetizar no era controlable, no había manera de pedir una profecía sobre cualquier tema en particular. En vez de eso (los libros informaban) había una especie de presión que se acumulaba en el Tiempo, cuando un gran evento estaba intentando suceder, o intentando no suceder. Y los videntes era como puntos débiles que dejaban escapar la presión, cuando el escuchador correcto estaba cerca. Por lo que las profecías sólo eran sobre grandes, importantes cosas, porque únicamente eso generaba suficiente presión; y casi nunca tenías más que un vidente revelando la misma cosa, porque después de eso la presión se había ido. Y, como Hermione le siguió explicando a Millicent, los propios videntes no recordaban sus profecías, porque el mensaje no era para ellos. Y los mensajes vendrán como acertijos, y solamente alguien que hubiera escuchado la profecía en la voz original del vidente escuchará toda la intención que estaba dentro del acertijo. No había manera posible que Millicent nada más pudiera soltar profecías cualquier vez que ella quisiera, sobre abusones escolares, y que luego la recordara, y de haberla tenido tendría que haber salido como 'el hueso es la clave' y no 'Susan Bones tiene que estar ahí'.
Millicent se veía bastante asustada para este punto, por lo que Hermione había relajado sus puños apretados sobre sus caderas, se calmó a sí misma, y afirmó con voz segura que le alegraba que Millicent las hubiera ayudado, pero a veces ellas habían entrado en trampas siguiendo lo que Millicent había dicho, por lo que Hermione en verdad quería saber de dónde provenían realmente los mensajes.
Y Millicent había murmurado en voz baja:
Pero, pero ella me dijo a que era una vidente...
Hermione le había comentado a Daphne que no la presionara, después de que Millicent se hubiera rehusado a revelar su fuente. No fue solamente porque Hermione se hubiera sentido horrible por la mirada de temor en el rostro de Millicent. Era que Hermione tenía el fuerte presentimiento de que si encontraban a la persona que había estado informando a Millicent, vaya, esa persona nada más iba a estar encontrando notas bajo su almohada en la mañana.
Estaba teniendo la misma sensación de desespero que tuvo en la batalla antes de Navidad, viendo los gráficos de Zabini con todas las lineas coloreadas y cajas y... y apenas acababa de darse cuenta lo que significaba que hubiera sido Zabini el que le mostraba esos gráficos.
Incluso para un Ravenclaw, ella sintió, había un momento en que tu vida se ponía demasiado complicada.
Hermione empezó a ascender una corta escalera de mármol amarillo sobresaliendo de un espinazo central, una escalera no muy "secreta" que de hecho era uno de los caminos más rápidos desde los calabozos de Slytherin hacia la torre de Ravenclaw, y que sin embargo sólo las brujas podían recorrer. (Por qué las chicas en particular necesitaban una manera rápida de moverse desde Ravenclaw a Slytherin y viceversa era algo que Hermione encontraba un poco confuso.) En la cima de las escaleras, ahora que estaba lejos de los lugares de Slytherin y de vuelta en las partes principales de Hogwarts, Hermione se detuvo y se quitó la capa de invisibilidad de Harry.
Después de que el monedero se tragó la capa, Hermione se giró a la derecha y empezó a descender por un corto pasaje, ahora manteniendo automáticamente un ojo en todas las direcciones sin realmente pensar al respecto, y sus ojos escaneando constante y fijamente hacia las sombras de una alcoba -
(desorientación pasajera)
- y luego el chorro de sorpresa y temor la golpeó como un Maleficio Paralizador sobre todo su cuerpo, descubrió que sin ningún pensamiento o decisión consciente su varita había llegado hasta su mano y ya estaba apuntando hacia...
...un manto negro tan ancho y ondulante que era imposible determinar si la figura debajo era masculina o femenina, y sobre la capa un sombrero negro de ala ancha; y una niebla negra parecía reunirse por debajo del sombrero y oscurecer el rostro de quien fuera o lo que fuera que yacía debajo.
"Hola de nuevo, Hermione," murmuró una voz sibilante por debajo del sombrero negro, detrás de la niebla negra.
El corazón de Hermione ya estaba martillando enormemente dentro de su pecho, su túnica de bruja ya empapada de sudor contra su piel, ya había un sabor a temor dentro de su boca; no sabía por qué estaba tan llena de repente con adrenalina pero su mano sujetó con más fuerza su varita. "¿Quién eres tú?" Hermione demandó.
El sombrero se ladeó ligeramente; la susurrante voz, cuando llegó desde la niebla negra, sonó tan seca como el polvo. "El último aliado," habló el murmullo sibilante. "Aquel que finalmente responde, cuando ningún otro te responde. Soy quizá el único amigo verdadero que tienes en todo Hogwarts, Hermione. Pues ahora has visto como los demás han permanecido en silencio cuando tú estabas necesitada -"
"¿Cuál es tu nombre?"
El manto negro giró ligeramente, para atrás y adelante, no se vio si los hombros se encogieron, sino como un movimiento de hombros telegrafiado. "Ese es el acertijo, joven Ravenclaw. Hasta que lo resuelvas, puedes llamarme como quieras."
Pudo sentir la palma de su mano ya sudada y estuvo agradecida por los surcos espirales en su varita que le ayudaban a su mano a mantener un agarre firme sobre la madera. "Bueno, Señor Increíblemente Persona Sospechosa," Hermione dijo, "¿qué quiere usted conmigo?"
"Esa es la pregunta incorrecta," llegó el susurro desde la niebla negra. "Deberías inquirir, mejor aún, qué puedo yo ofrecerte a ti."
"No," la joven chica declaró con mucha firmeza, "No creo que debería estar preguntando eso, de hecho."
Una carcajada aguda provino desde la niebla negra. "Ni poder," susurró la voz, "ni riqueza, te importan poco semejantes cosas, ¿no es así, joven Ravenclaw? Conocimiento. Eso es lo que poseo. Sé lo que se está planeando en esta escuela, todos los planes ocultos y jugadores, las respuestas del acertijo. Sé la verdadera razón para la frialdad que ves en los ojos de Harry Potter. Conozco la verdadera naturaleza de la misteriosa enfermedad del Profesor Quirrell. Sé a quién teme verdaderamente Dumbledore."
"Bien por ti," replicó Hermione Granger. "¿Pero sabes cuántas lamidas se necesitan para llegar al centro de nuez dentro de un huevo de chocolate?"
La niebla negra pareció oscurecerse un poco más, la voz sonó más baja cuando habló, decepcionada. "¿Así que ni siquiera estás curiosa, joven Ravenclaw, sobre las verdades detrás de las mentiras?"
"Ciento ochenta y siete," ella informó. "lo intenté una vez y esa fue la cantidad que obtuve." Su mano casi deslizándose de su varita, había una sensación de fatiga en sus dedos como si hubiera estado sosteniendo la varita durante horas en vez de minutos -
La voz siseó, "El Profesor Snape es un Mortífago encubierto."
Hermione casi dejó caer su varita.
"Ah," la voz susurró satisfecha. "Pensé que eso podría interesarte. Así que, Hermione. ¿Hay algo más que quisieras saber sobre tus enemigos, o aquellos que llamas amigos?"
Ella contempló fijamente la niebla negra que remataba el imponente manto negro, intentando frenéticamente ordenar sus pensamientos. ¿El Profesor Snape era un Mortífago? ¿Quién le diría a ella algo como eso, por qué, qué estaba pasando? "Eso es -" Hermione vaciló. Su voz estaba temblando. "Eso es un asunto extremadamente serio, de ser realmente cierto. ¿Por qué me está contando algo así a mí, y no el Director Dumbledore?"
"Dumbledore no hizo nada para detener a Snape," la niebla negra susurró. "Lo viste, Hermione. La podredumbre de Hogwarts empieza en la cima. Todo lo que está mal con esta escuela, empieza con el Director loco. Sólo tú te atreviste a retarlo - y por lo tanto hablo contigo."
"¿Y también has hablado con Harry Potter, entonces?" Hermoine inquirió, manteniendo su voz tan calmada como pudo. Si este era su amigo fantasma -
La niebla negra se oscureció y se iluminó, como si sacudiera la cabeza. "Tengo miedo de Harry Potter," murmuró. "De la frialdad en sus ojos, de la oscuridad que crece detrás de ellos. Harry Potter es un asesino, y cualquiera que sea un obstáculo perecerá. Incluso tú, Hermione Granger, si verdaderamente te atreves a oponerte a él, la oscuridad detrás de sus ojos te alcanzará y te destruirá. Esto lo sé."
"Entonces no sabes la mitad de lo que pretendes saber," Hermione declaró, su voz un poco más firme. "Tengo miedo de Harry también. Aunque no por lo que él podría hacerme a . Me temo de lo que podría hacer para protegerme -"
"Equivocada." El susurró fue categórico, y duro, como para bloquear cualquier posibilidad de negación. "Harry Potter  se dirigirá contra ti eventualmente, Hermione, cuando la oscuridad lo posea por completo. Él no derramará una lágrima, ni siquiera se dará cuenta, el día en que sus pasos te aplasten debajo suyo."
Doblemente equivocado!" ella acusó elevando la voz, aún cuando había escalofríos bajando por su espina dorsal. Una de las frases de Harry le vino a la mente. "¿Qué es lo que crees que sabes, y cómo crees que lo sabes?"
"Tiempo -" Pareció como si la voz hiciera una pausa. "Tiempo suficiente para que eso suceda. Por ahora, por hoy, en efecto Harry Potter no es tu enemigo. Y aún así te encuentras en el más grave de los peligros."
"No puedo creer eso," rechazó Hermione Granger. Desesperadamente quería cambiar su varita a la otra mano, sentía como si quisiera agarrar su mano derecha nada más para mantenerla arriba, su cabeza dolía como si hubiera estado observando la niebla negra durante días; no sabía por qué se había cansado tanto tan rápidamente.
"Has llamado la atención de Lucius Malfoy, Hermione." El susurró se había elevado, dejando de no tener un tono, pasando a una nota de preocupación audible. "Has humillado la Casa de Slytherin, has derrotado a su hijo en batalla. Incluso antes de eso eras una vergüenza para todos aquellos aliados con los Mortífagos; pues eres una hija de Muggles y aún así posees un poder de hechicería más grande que el de cualquier sangre pura. Y ahora te estás volviendo conocida, los ojos del mundo sobre ti. Lucius Malfoy busca tu destrucción, Hermione, herirte y quizá asesinarte, ¡y él tiene los medios para hacerlo!" El susurro se había vuelto más urgente.
Hubo una pausa.
"¿Nada más?" Hermione replicó. De haber sido el ex-Coronel Zabini o Harry Potter, probablemente estaría realizando preguntas astutas para reunir información; sin embargo su mente se sentía lenta y fatigada. Ella realmente necesitaba salir de aquí y recostarse por un rato.
"No me crees," el susurro dijo, más suave y más triste. "¿Por qué no, Hermione? Yo estoy intentando ayudarte."
Hermione retrocedió un paso, alejándose de las sombras en la alcoba.
"¿Por qué no, Hermione?" demandó la voz, elevándose hasta ser un siseo. "¡Al menos me debes eso! Responde, y luego -" La voz se detuvo, y prosiguió más baja "Y luego puedes irte, supongo. Únicamente dime - por qué -"
Quizá no debió haber respondido; tal vez ella debió girarse y huir, o mejor aún, invocar primero una Pared Prismática y luego gritar con todo lo que dieran sus pulmones sin parar de correr; pero fue la nota de dolor real en la voz lo que la hizo caer, y por eso respondió.
"Porque usted se ve increíblemente oscuro y aterrador y sospechoso," Hermione indicó, manteniendo su voz cortés, y su varita al mismo nivel del alto manto negro y la niebla negra sin rostro.
"¿Nada más eso?" murmuró la voz incrédula. Parecía tener una infusión de tristeza. "Esperaba más de ti, Hermione. Seguramente una Ravenclaw como tú, la más inteligente Ravenclaw en agraciar Hogwarts desde hace una generación, sabe que las apariencias pueden ser engañosas."
"Oh, yo sé eso," argumentó Hermione. Retrocedió otro paso, sus cansados dedos sujetando la varita. "Pero lo que las personas suelen olvidar a veces, es que incluso si las apariencias pueden ser engañosas, usualmente no lo son."
Hubo una pausa.
"Tú eres la que es astuta," admitió la voz, y la niebla negra se evaporó, dejando de oscurecer; vio el rostro que se había ocultado, y el reconocimiento envió un chorro de aterrorizada adrenalina explotando a través de ella -
(desorientación pasajera)
- y luego el chorro de sorpresa y temor la golpeó como un Maleficio Paralizador sobre todo su cuerpo, descubrió que sin ningún pensamiento o decisión consciente su varita había llegado hasta su mano y ya estaba apuntando hacia...

...una dama resplandeciente, su largo vestido blanco ondulando sobre ella como si hubiera vientos invisibles; ni sus manos ni pies eran visibles, su cara oculta por un velo blanco; y ella estaba brillando por todos lados, no como un fantasma, ni transparente, simplemente rodeada por suave luz blanca.
Hermione miró fijamente con la boca abierta a la gentil visión, preguntándose por qué su corazón ya estaba martillando tan fuerte, y por qué se sentía tan aterrada.
"Hola de nuevo, Hermione," el gentil murmullo surgió del brillo blanco tras el velo. "He sido enviada a ayudarte, así que no tengas miedo. Soy tu sirviente para todo; para ti, mi Dama, soy la mensajera del más maravilloso destino -"
...
...
...


Capítulo 76             Capítulo 78


Nota del Traductor


Casi se me olvida escribir una nota. Me rindió muchísimo más de lo esperado con este capítulo, espero que con los que viene sea igual. Se vienen capítulos cada vez más intensos y supongo que eso me emociona a esforzarme más. El apoyo de Rocio Tou, Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp y Richard en Patreon también lo aprecio bastante.

Creo que a cada uno de los tres personajes principales del fanfic se les dio su merecido foco de atención en este capítulo, aunque claro, Hermione fue la que salió perdiendo más.

Pensé que iba a publicar este capítulo la semana pasada, pero la revisión me requirió más tiempo de lo que creía. Eso sí, estoy bastante emocionado por el creciente apoyo en Patreon y me siento bastante animado al máximo con la traducción.

Aún faltan siete capítulos antes de terminar esta parte de HPMOR, que sería el libro 4. Pensé que faltaba menos para el PDF y el EPUB, aunque ya están bastante cerca de todos modos.

Por cierto, estoy volviendo a realizar vídeos para mostrarlos en el blog de Rhaidot, también es una forma de promocionar el Patreon por lo que podría incluir una nueva meta o recompensa próximamente, pero aún no lo he realizado por dar prioridad a la traducción. Ya veremos cómo queda eso.

Muchas gracias por leer, ahora mismo tengo que irme a bañar a toda prisa, ¡feliz y racional día para todos!

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