Capítulo 25 Capítulo 27
Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad
Capítulo
26
Dándose
cuenta de la Confusión
Fuente |
...
Yakka
foob mog. Grug pubbawup zink wattoom gazork. Chumble spuzz J. K.
Rowling.
...
Las
horas de oficina del Profesor Quirrell eran desde las 11:40 a las
11:55 AM los Martes. Eso era para todos sus estudiantes en todos los
años. Nada más llamar a la puerta costaba un punto Quirrell, y si
él no consideraba que tu razón mereciera su tiempo, tú perderías
otros cincuenta.
Harry
llamó a la puerta.
Hubo
una pausa. Luego una voz mordaz dijo, "supongo que podría
entrar de una vez, Sr. Potter."
Y
antes de que Harry pudiera tocar la perilla, la puerta se abrió de
par en par, golpeando la pared con un afilado crujido que sonó como
si algo hubiera roto la madera, o la piedra, o ambos.
El
Profesor Quirrell estaba recostado en el respaldo de su silla y
leyendo un libro de apariencia sospechosamente vieja, forrado con un
cuero azul-oscuro con runas plateadas en el lomo. Sus ojos no se
habían levantado de las páginas. "No estoy de buen humor, Sr.
Potter. Y cuando no estoy de buen humor, no soy una persona
placentera para tener al lado. Por su propio bien, conduzca su asunto
con rapidez y váyase."
Un
helado escalofrío recorrió el cuarto, como si hubiera contenido
algo que lanzara oscuridad del modo en que las lamparas lanzaban luz,
y que no había sido totalmente liberado.
Harry
estaba un poco desconcertado. No estar de buen humor es
una descripción que se queda corta. ¿Qué podría estar
molestando tanto al Profesor Quirrell...?
Bien,
tú no te apartabas así nada más cuando tus amigos se sentían
decaídos. Harry penetró en el recinto cautelosamente. "Hay
algo que pueda hacer para ayudar -"
"No,"
rechazó el Profesor Quirrell, todavía sin levantar la vista del
libro.
"Quiero
decir, si ha estado lidiando con idiotas y quiere alguien cuerdo con
quien hablar..."
Hubo
una pausa inesperadamente larga.
El
Profesor Quirrell cerró el libro de un golpe y desapareció con un
diminuto susurro. Levantó la vista, entonces, y Harry retrocedió.
"Supongo
que una conversación inteligente sería placentera para mí
en este punto," arguyó el Profesor Quirrell en el mismo tono
mordaz con que había invitado entrar a Harry. "En cambio es
poco probable que lo sea para usted, queda advertido."
Harry
respiró profundamente. "Prometo que no me molesta si se
desahoga conmigo. ¿Qué sucedió?"
El
frío en el cuarto se hizo más intenso. "Un Gryffindor de sexto
año lanzó una maldición a uno de mis estudiantes más
prometedores, un Slytherin de sexto año."
Harry
tragó saliva. "¿Qué... tipo de maldición?"
Y
la furia en el rostro del Profesor Quirrell ya no pudo ser contenida.
"¿Por qué preocuparse con hacer una pregunta sin importancia
como esa, Sr. Potter? ¡Nuestro amigo de Gryffindor de sexto año no
pensó que fuera importante!"
"¿En
serio? " Harry preguntó antes de poder controlarse.
"No,
estoy de un terrible humor el día de hoy sin ninguna razón en
particular. ¡Sí, hablo en serio, tonto! Él no lo sabía. En
verdad no la conocía. No lo creí hasta que los Aurores lo
confirmaron bajo Veritaserum. Está en su sexto año en Hogwarts y
lanzó una maldición Oscura de alto nivel desconociendo qué era
lo que hacía."
"No
será que," Harry propuso, "que él estaba equivocado
sobre lo que hacía, que de algún modo leyó la descripción
incorrecta del hechizo -"
"Todo
lo que sabía era que tenía que ser dirigida a un enemigo. Él sabía
que eso era todo lo que sabía."
Y
eso había sido suficiente para invocar el hechizo. "No
comprendo cómo algo con un cerebro tan pequeño puede caminar de
pie."
"En
efecto, Sr. Potter," concordó el Profesor Quirrell.
Hubo
una pausa. El Profesor Quirrell se reclinó y cogió el tintero de
plata de su escritorio, haciéndola girar entre sus manos,
contemplándola como si se cuestionara cómo podría lograr torturar
el tintero hasta la muerte.
"¿Fue
el Slytherin de sexto año herido de gravedad?" indagó Harry.
"Sí."
"¿Fue
el Gryffindor de sexto año criado por Muggles?"
"Sí."
"¿Se
rehúsa Dumbledore a expulsarlo porque el pobre chico no lo sabía?"
Las
manos del Profesor Quirrell apretaron el tintero. "¿Tiene
algún punto, Sr. Potter, o sólo está señalando lo obvio? "
"Profesor
Quirrell," continuó Harry gravemente, "todos los
estudiantes criados por Muggle necesitan una clase de seguridad en la
que se les diga las cosas tan ridículamente obvias que ningún hijo
de magos tan siquiera pensaría en mencionarlas. No lances
maldiciones si no conoces qué es lo que hacen, si descubres algo
peligroso no informes al mundo sobre ello, no mezcles pociones de
alto nivel sin supervisión en un baño, la razón para que haya
leyes mágicas para los menores de edad, todas las cosas básicas."
"¿Por
qué?" Cuestionó el Profesor Quirrell. "Deja que los
estúpidos mueran antes de aparearse."
"Si
no le importa perder a unos cuantos Slytherins de sexto año junto
con ellos."
El
tintero se prendió en llamas en las manos del Profesor Quirrell y se
quemó con una pasmosa lentitud, horrorosas llamas negro-naranjas
desgarrando el metal con lo que parecían ser pequeñas mordidas, lo
plateado retorciéndose al derretirse, como si estuviera intentando
escapar y fracasando. Se oía un pequeño clamor, como si el metal
estuviera gritando.
"Supongo
que está en lo correcto," el Profesor Quirrell admitió con una
sonrisa de resignación. "Tendré que diseñar una clase para
asegurarme que los hijos de Muggle quienes son demasiado estúpidos
para vivir no se lleven a nadie valioso cuando se vayan."
El
tintero siguió gritando y ardiendo en las manos del Profesor
Quirrell, diminutas tiras de metal, aún en fuego, ahora caían sobre
el escritorio, como si el tintero estuviera llorando.
"Usted
no está huyendo," observó el Profesor Quirrell.
Harry
abrió su boca -
"Si
está apunto de asegurar que no me tiene miedo," lo interrumpió
el Profesor Quirrell, "no lo haga."
"Usted
es la persona más aterradora que he conocido," Harry afirmó,
"y una de las razones más importantes para ello es su control.
Simplemente no puedo imaginar llegar a escuchar que usted hirió a
alguien a quien no hubiera decidido lastimar deliberadamente."
El
fuego en las manos del Profesor Quirrell parpadeó, y con cuidado él
ubicó el arruinado tintero sobre su escritorio. "Usted dice las
cosas más amables, Sr. Potter. ¿Ha estado tomando lecciones en
zalamería? ¿De, quizá, el Sr. Malfoy?"
Harry
mantuvo su expresión en blanco, y se dio cuenta un segundo demasiado
tarde que lo mismo hubiera dado firmar una confesión. Al Profesor
Quirrell no le importaba cómo se veía tu expresión, él se fijaba
en cuales eran los estados mentales que la hacían así.
"Ya
veo," habló el Profesor Quirrell. "El Sr. Malfoy es un
amigo útil de tener, Sr. Potter, y hay mucho que él podría
enseñarle, sin embargo espero que usted no haya cometido el error de
confiar en él demasiados secretos."
"Él
no sabe nada que yo tema sea descubierto," aclaró Harry.
"Bien
hecho," elogió el Profesor Quirrell, sonriendo ligeramente.
"¿Así que cuál era su asunto original para venir aquí?"
"Creo
que he terminado con los ejercicios preliminares en Oclumancia y
estoy listo para el tutor."
El
Profesor Quirrell asintió. "Lo llevaré a Gringotts este
Domingo." Hizo una pausa, mirando a Harry, y sonrió. "Y
tal vez incluso podríamos hacer una pequeña excursión, si le
place. Acabo de tener una idea agradable."
Harry
asintió a su vez, devolviendo la sonrisa.
Mientras
Harry abandonaba la oficina, escuchó al Profesor Quirrell murmurando
una tonadilla.
Harry
estaba feliz de haber podido alegrarlo.
...
Ese
Domingo parecía haber un número grande de personas susurrando en
los pasillos, al menos cuando Harry Potter caminaba por ellos.
Y
muchos dedos apuntando.
Y
una gran cantidad de chicas cuchicheando y riéndose.
Había
iniciado al desayuno, cuando alguien le había preguntado a Harry que
si había escuchado las noticias, y Harry lo había interrumpido
velozmente y anunciado que si las noticias habían sido escritas por
Rita Skeeter entonces él no quería escuchar sobre ello, él
quería leerlo en el periódico por sí mismo.
Entonces
había sucedido que no muchos estudiantes de Hogwarts tenían copias
de el Diario el Profeta, y que las copias que todavía no
habían sido compradas de sus dueños ya estaban circulando alrededor
en alguna clase de complicado orden y nadie sabía realmente quien
poseía uno en el momento...
Por
lo que Harry había usado un Encantamiento Silenciador y se había
ido a desayunar, confiando a sus compañeros de asiento la tarea de
alejar a los muchos, muchos preguntones, y haciendo su mejor esfuerzo
para ignorar la incredulidad, las risas, las sonrisas de
felicitación, las miradas de lastima, las expresiones temerosas, y
los platos que se cayeron cuando llegaron nuevas personas a desayunar
y se enteraron.
Harry
se sentía muy curioso, pero realmente no deseaba
arruinar el arte al escucharlo de segunda mano.
Había
hecho tarea en la seguridad de su baúl por un par de horas, tras
pedirle a sus compañeros de dormitorio que lo buscaran si alguien
hallaba para él un periódico original.
Harry
seguía ignorante a las 10AM, cuando abandonó Hogwarts en un
carruaje junto con el Profesor Quirrell, quien estaba al frente al
lado derecho, y actualmente tumbado en modo zombi. Harry estaba
sentado al otro lado en diagonal, tan apartado como el carruaje lo
permitía, en la parte trasera a la izquierda. Aún así, Harry tenía
un sentimiento constante de perdición mientras el carruaje cruzaba
un pequeño sendero a través de una sección no prohibida de bosque.
Hacía algo difícil leer, en especial porque el material era
complicado, y Harry de repente deseó haber estado leyendo uno de sus
libros de ciencia ficción de la infancia en vez de -
"Estamos
afuera de los encantamientos de seguridad, Sr. Potter," anunció
la voz del Profesor Quirrell desde el frente. "Hora de irse."
El
Profesor Quirrell desembarcó con cuidado del carruaje, aferrándose
al tiempo que descendía. Harry, por el otro lado, saltó.
Harry
se estaba preguntando cómo iban a llegar allí exactamente cuando el
Profesor Quirrell gritó "¡Atrapa!" y le arrojó un Knut
de bronce, y Harry lo sujetó sin pensarlo.
Un
gancho intangible jaló a Harry de su abdomen y lo arrastró, con
fuerza, sólo que sin ningún sentido de aceleración, y un instante
después Harry estaba de pie en la mitad del Callejón Diagon.
(Discúlpame,
¿qué? Chilló su cerebro.)
(Nada
más nos teletransportamos, explicó Harry.)
(Eso
no solía pasar en el ambiente ancestral, se quejó el cerebro de
Harry, y lo desorientó.)
Harry
se quedó mirando sus pies acomodados en la calle de ladrillo y no
sobre el fango en un corredor del bosque que había sido despejado.
Se enderezó, todavía mareado, con las bulliciosas brujas y magos
que parecían desvanecerse lentamente, y los chillidos de los
tenderos que se movían alrededor de su audición, mientras su
cerebro intentaba ubicar un mundo en el cual localizarse.
Momentos
después, hubo un tipo de explosión seca que se oyó a pocos metros
de Harry, y cuando Harry se giró a ver el Profesor Quirrell estaba
allí.
"Le
importa -" inició Harry, al mismo tiempo que el Profesor
Quirrell habló, "Me temo que yo -"
Harry
se detuvo, el Profesor Quirrell no.
"-
necesito alejarme y poner algo en movimiento, Sr. Potter. Como me ha
sido rigurosamente explicado que soy responsable de cualquier cosa
que le pase a usted, lo dejaré con -"
"Un
puesto de periódico," Harry propuso.
"¿Perdón?"
"O
cualquier lugar en que pueda comprar una copia de el Diario el
Profeta. Déjeme allí y seré feliz."
Al
poco rato, Harry había sido ubicado en una librería, acompañado
por ambiguas amenazas, habladas con silenciosa severidad. Y el
tendero había obtenido amenazas menos ambiguas, a juzgar por
el modo en que se había agazapado, y ahora sus ojos seguían
lanzando dardos entre Harry y la entrada.
Si
la librería se quemaba hasta los cimientos, Harry se iba a quedar
pegado en donde estaba en el medio del fuego hasta que el Profesor
Quirrell regresara.
Mientras
tanto -
Harry
echó un vistazo alrededor.
La
librería se veía bastante pequeña y chabacana, con tan sólo
cuatro filas de estanterías visibles, y la más cercana a la cual
saltaron los ojos de Harry tenía que ver con reducidos, pobremente
forrados libros con austeros títulos como La Masacre de Albania
en el Siglo Quince.
Las
cosas más importantes primeros. Harry se dirigió hacía el
mostrador del vendedor.
"Perdóneme,"
dijo Harry, "Una copia del Diario el Profeta, por favor."
"Cinco
Sickles," indicó el vendedor. "Lo siento, chico,
únicamente me quedan tres."
Cinco
Sickles cayeron sobre el mostrador. Harry tenía el presentimiento de
que podría haber reducido un par de puntos, mas a estas alturas
realmente le traía sin cuidado.
Los
ojos del tendero se abrieron por completo y en verdad era como si
hubiera notado a Harry por primera vez. "¡Tú! "
"¡Yo! "
"¿Es
verdad? Estas realmente -"
"¡Cállese!
Lo siento, he estado esperando todo el día para leer esto en
el periódico original y no escucharlo de segunda mano, así que por
favor sólo entréguemelo, ¿de acuerdo?"
El
tendero observó a Harry por un momento, luego sin palabras alcanzó
el mostrador y le pasó una copia doblada del Diario el Profeta.
El
titular rezaba:
HARRY
POTTER
SECRETAMENTE
COMPROMETIDO
CON
GINEVRA WEASLEY
Harry
lo contempló.
Levantó
el periódico del mostrador, suavemente, con reverencia, como si
estuviera sujetando una obra de arte original de Escher, y lo
desdobló para leer...
...sobre
la evidencia que había convencido a Rita Skeeter.
...y
algunos muy específicos e interesantes detalles.
...e
incluso más evidencia.
Fred
y George lo habían aclarado con su hermana primero, ¿seguramente?
Sí, por supuesto que lo habían hecho. Había una foto de Ginevra
Weasley suspirando con nostalgia por lo que Harry podía ver, viendo
de cerca, era una foto de él mismo. Eso tenía que ser arreglado.
¿Pero
cómo en la Tierra...?
Harry
estaba sentado en una barata silla desmontable, releyendo el
periódico por cuarta vez, cuando la puerta susurró suavemente y el
Profesor Quirrell regresó a la tienda.
"Mis
disculpas por - ¿en el nombre de Merlín qué está leyendo?"
"Aparentemente,"
contestó Harry, con admiración en su voz, "que un Sr. Arthur
Weasley recibió la Maldición Imperius de parte de un Mortífago que
mi padre mató, creando así una deuda con la Casa de Potter, que mi
padre demandó ser reparada con la mano en matrimonio de la recién
nacida Ginevra Weasley. ¿En verdad las personas hacen esa clase de
cosas por aquí?"
"¿Cómo
es posible que la Señorita Skeeter pudiera ser tan tonta como
para creer -"
Y
la voz del Profesor Quirrell se cortó.
Harry
había estado leyendo el periódico sostenido verticalmente y
desdoblado, lo que quería decir que el Profesor Quirrell, desde
donde estaba parado, podía ver el texto debajo del titular.
La
mirada de sorpresa en el rostro del Profesor Quirrell era una obra de
arte casi en par con el mismo periódico.
"No
se preocupe," lo tranquilizó Harry animadamente, "todo es
falso."
De
algún otro lugar en la tienda, se escuchó al tendero jadear con
dificultad. Hubo el sonido de una pila de libros cayéndose.
"Sr.
Potter..." el Profesor Quirrell habló lentamente, "¿está
seguro de eso?"
"Bastante
seguro. ¿Deberíamos irnos?"
El
Profesor Quirrell asintió, viéndose más bien abstracto, y Harry
dobló el periódico de nuevo, y lo siguió hasta la salida.
Por
alguna razón era como si Harry no escuchara los ruidos de la calle
ahora.
Caminaron
en silencio durante treinta segundos antes de que el Profesor
Quirrell abriera la boca. "La Señorita Skeeter vio el
procedimiento original de la sesión restringida del Wizengamot."
"Sí."
"El
procedimiento original del Wizengamot."
"Sí."
"Yo
hubiera tenido problemas haciendo eso."
"¿En
serio?" interrogó Harry. "Porque si mis sospechas son
correctas, esto fue hecho por un estudiante de Hogwarts."
"Eso
está más allá de lo imposible," el Profesor Quirrell expresó
rotundamente. "Sr. Potter... Lamento informarle que esa
jovencita espera casarse con usted."
"Pero
eso es improbable," replicó Harry. "Para citar a
Douglas Adams, lo imposible con frecuencia tiene una forma de
integridad de la cual lo meramente improbable carece."
"Ya
veo su punto," el Profesor Quirrell continuó lentamente. "Sin
embargo... no, Sr. Potter. Podría ser imposible, aunque puedo
imaginar que los procedimientos del Wizengamot sean
manipulados. Es inimaginable que el Director General de
Gringotts hubiera colocado el sello de su oficina en frente de
testigos para falsear un contrato de compromiso de matrimonio, y la
Señorita Skeeter verificó el sello personalmente."
"En
efecto," concordó Harry, "uno esperaría que el Director
General de Gringotts se involucre con tan enorme cantidad de dinero
cambiando de manos. Parece ser que el Sr. Weasley estaba muy
endeudado, así que demandó un pago adicional de diez mil Galeones
-"
"¿Diez
mil Galeones por una Weasley? ¡Pudiste haber comprado a
la hija de una casa Noble por eso!"
"Disculpe,"
Harry protestó. "Realmente tengo que preguntar a este punto, en
verdad las personas hacen ese tipo de cosas por aquí -"
"Raramente,"
corrigió el Profesor Quirrell, con el ceño fruncido en su rostro.
"Y para nada, sospecho, desde la caída del Señor Oscuro.
Supongo que de acuerdo al periódico, ¿su padre pagó sin
protestar?"
"No
tenía ninguna elección," bromeó Harry. "No si quería
cumplir con las condiciones de la profecía."
"Deme
eso," demandó el Profesor Quirrell, y el periódico saltó
tan rápido de la mano de Harry que le hizo un corte con el papel.
Harry
automáticamente se metió el dedo en la boca para chuparlo,
sintiéndose harto impactado, y se giró para objetar con el Profesor
Quirrell -
El
Profesor Quirrell se había detenido en la mitad de la calle, y sus
ojos vacilaban velozmente hacia adelante y atrás como si una fuerza
invisible mantuviera el periódico suspendido frente a él.
Harry
miró, boqueando en pleno asombro, como el periódico se abría para
revelar las páginas dos y tres. Y no mucho después, la cuatro y la
cinco. Era como si el hombre hubiera abandonado toda pretensión de
mortalidad.
Y
después de un problemático corto tiempo, el periódico otra vez se
dobló a sí mismo limpiamente. El Profesor Quirrell lo jaló del
aire y se lo arrojó a Harry, quien lo atrapó por puro reflejo; y
luego el Profesor Quirrell empezó a caminar de nuevo, y Harry
automáticamente trotó tras él.
"No,"
dijo el Profesor Quirrell, "esa profecía tampoco no me sonó
del todo correcta a mí."
Harry
asintió, todavía paralizado.
"Los
centauros pudieron haber sido puestos bajo un Imperius,"
el Profesor Quirrell teorizó, frunciendo el ceño, "eso
es comprensible. Lo que la magia puede hacer, la magia puede
corromper, y no es impensable que el Gran Sello de Gringotts pueda
ser trastocado en la mano de otro. El Inefable pudo haber sido
personificado con poción Multijugos, al igual que el vidente Bávaro.
Y con suficiente esfuerzo podría ser posible manipular los
procedimientos del Wizengamot. ¿Tiene alguna idea de cómo eso fue
hecho?"
"No
tengo ni una sola hipótesis plausible," respondió Harry. "Sé
que fue hecho con un presupuesto total de cuarenta Galeones."
El
Profesor Quirrell se detuvo poco después y revoloteó alrededor de
Harry. Ahora su expresión era de completa incredulidad. "¡Cuarenta
Galeones pagarán a un competente rompe-hechizos para que encuentra
un camino en un hogar el cual desees robar! ¡Cuarenta mil
Galeones podrían pagar a un equipo de los más grandes
criminales profesionales en el mundo para manipular los
procedimientos del Wizengamot!"
Harry
sacudió los hombros impotente. "Recordaré eso la próxima vez
que quiera ahorrar treinta y nueve mil, novecientos sesenta Galeones
al hallar el contratante indicado."
"No
digo este con frecuencia," confesó el Profesor Quirrell. "Estoy
impresionado."
"Igualmente,"
agregó Harry.
"¿Y
quién es éste increíble estudiante de Hogwarts?"
"Me
temo que no lo puedo revelar."
Para
la sorpresa de Harry, el Profesor Quirrell no hizo objeción ante
esto.
Caminaron
en dirección al edificio de Gringotts, reflexionando, porque ninguno
de los dos era el tipo de persona que se rinde en un problema sin
haberlo considerado por lo menos cinco minutos.
"Tengo
el presentimiento," Harry espetó finalmente, "que nos
estamos acercando a esto desde el angulo incorrecto. Oí un cuento
que trataba de unos estudiantes que llegaron a una clase de física,
y la profesora les enseñó un gran plato de metal cerca al fuego.
Ella les ordenó tocar el plato de metal, y ellos sintieron que la
parte de metal más cerca al fuego estaba más fría, y que la parte
de metal más lejana era más caliente. Y ella les pidió, escriban
sus suposiciones para que pase esto. Así que algunos estudiantes
escribieron 'por la forma en que el metal conduce el calor', y otros
estudiantes escribieron 'por la forma en que el aire se mueve', y
nadie propuso 'esto parece simplemente imposible', y la respuesta
real era que antes de que los estudiantes ingresaran al cuarto, la
profesora había volteado el plato para el otro lado."
"Interesante,"
dijo el Profesor Quirrell. "Eso suena similar. ¿Hay una
moraleja?"
"Que
tu fuerza como un racionalista es tu habilidad para estar más
confundido por la ficción que por la realidad," concluyó
Harry. "Si eres igualmente bueno para explicar cualquier
resultado, tienes cero conocimiento. Los estudiantes pensaron que
podían usar palabras como 'a causa de la conducción del calor' para
explicar cualquier cosa, incluso un plato de metal que estaba más
frío en el lado más cercano al fuego. Así que ellos no se dieron
cuenta de cuán confuso estaban, y eso significó que no podían
estar más confusos por la falsedad que por la verdad. Si usted
asegura que los centauros se encontraban bajo la Maldición Imperius,
todavía tengo el presentimiento de que algo no encaja del todo. Noto
que sigo confundido aún tras escuchar su explicación."
"Hm,"
murmuró el Profesor Quirrell.
Siguieron
avanzando.
"Supongo
que," opinó Harry, "¿no es posible en verdad
intercambiar personas con universos paralelos? Por ejemplo, ésta no
es nuestra propia Rita Skeeter, o la enviaron temporalmente a otro
lugar?"
"Si
eso fuera posible," el Profesor Quirrell replicó, con
una voz más bien seca, "¿permanecería yo aquí? "
Y
cuando ya casi estaban frente a la gigantesca entrada blanca del
edificio de Gringotts, el Profesor Quirrell aseveró:
"Ah.
Por supuesto. Ahora caigo en cuenta. Déjeme que
adivine, ¿los gemelos Weasley?"
"¿Qué?"
exclamó Harry, su voz elevando otra aguda octava. "¿Cómo?"
"Me
temo que no puedo revelarlo."
"...Eso
no es justo."
"Yo
creo que es extremadamente justo," contradijo el Profesor
Quirrell, y entraron a través de las puertas de bronce.
...
Era
antes del mediodía, y Harry y el Profesor Quirrell estaban sentados
al pie y a la cabecera de una gran, larga, y plana mesa, en un
suntuoso y reservado cuarto privado con cojines rigurosamente
mullidos y sillas a lo largo de las paredes, y suaves cortinas
colgando por todos lados.
Estaban
a punto de comer en el Lugar de María, el cual el Profesor Quirrell
había afirmado era por el conocido como uno de los mejores
restaurantes en el Callejón Diagon, especialmente para – su voz se
había reducido de manera conspiratoria – ciertos propósitos.
Era
el restaurante más ameno en el que Harry hubiera estado, y realmente
a Harry lo estaba deleitando demasiado que el Profesor Quirrell lo
estuviera invitando a almorzar.
La
primera parte de la misión, encontrar un instructor de Oclumancia,
había sido un éxito. El Profesor Quirrell, sonriendo con diablura,
le había pedido a Griphook que recomendara al mejor que conociera, y
que no se preocupara por los gastos, puesto que Dumbledore lo iba a
pagar; y el duende había sonreído también. Además pudo haber una
cierta cantidad de sonrisa de parte de Harry.
La
segunda parte del plan había sido un completo fracaso.
A
Harry no le permitía sacar dinero de su bóveda sin la presencia de
el Director Dumbledore o algún otro miembro oficial del colegio, y
al Profesor Quirrell no le había sido dada la llave de la bóveda.
Los padres Muggle de Harry no podían autorizarlo porque eran
Muggles, y por aquí los Muggles tenían los mismos derechos legales
que los niños o los gatitos: eran lindos, así que si los torturabas
en público podías ser arrestado, aunque eso no los hacía personas.
Alguna provisión reluctante se había hecho para reconocer a los
padres de hijos de Muggle como humanos en un sentido limitado, pero
los padres adoptivos de Harry no caían dentro de esa categoría
legal.
Era
como si Harry fuera efectivamente un huérfano a los ojos del mundo
mágico. Como tal, el Director de Hogwarts, o quien fuera designado
dentro del sistema escolar, eran los guardianes de Harry hasta
que se graduara. Harry podía respirar sin el permiso de
Dumbledore, siempre y cuando el Director no lo prohibiera
específicamente.
Entonces
Harry había preguntado si tan sólo podía indicarle a
Griphook como diversificar sus inversiones más allá de ser sacos de
oro sentándose en su bóveda.
Griphook
se lo había quedado viendo con la mirada en blanco y preguntado que
quería decir con 'diversificar'.
Los
bancos, al parecer, no hacían inversiones. Los bancos guardaban tus
monedas de oro en bóvedas seguras a cambio de una comisión anual.
El
mundo mágico no manejaba el concepto de capital. O equidad. O
corporaciones. Los negocios eran dirigidos por las propias familias y
por fuera de sus bóvedas personales.
Los
prestamos eran hechos por personas ricas, no por los bancos. Aunque
Gringotts presenciaría el contrato, a cambio de una comisión, y se
asegurarían de su recolección, a cambio de una comisión todavía
más grande.
Las
personas buenas y ricas le prestaban a sus amigos dinero y lo
regresaban cuando pudieran. Las personas malas y ricas te
cobraban intereses.
No
había un mercado secundario de prestamos.
Las
personas malas y ricas te cargaban un interés anual de al menos un
20%.
Harry
se había levantado, alejado, y reposado su cabeza contra la pared.
Harry
había indagado si necesitaba el permiso del Director antes de poder
iniciar un banco.
El
Profesor Quirrell había interrumpido en ese momento, recordando que
era tiempo para almorzar, y con ligereza condujo a un malhumorado
Harry por fuera de las puertas de Gringotts, a través del Callejón
Diagon, hacía un buen restaurante llamado el Lugar de María, donde
un cuarto había sido reservado para ellos. El propietario se había
mostrado sorprendido al ver al Profesor Quirrell acompañado por
Harry Potter, pero los había llevado hacía el cuarto sin queja
alguna.
Y
el Profesor Quirrell había anunciado con toda deliberación que él
pagaría la cuenta, como si disfrutara mucho con la expresión en la
cara de Harry.
"No,"
informó el Profesor Quirrell a la camarera, "no requerimos de
los menús. Yo tendré el especial del día acompañado por una
botella de Chianti, y el Sr. Potter tendrá la sopa de Diracawl como
inicio, seguido por un plato de bolas de Roopo, pudin de melaza como
postre."
La
camarera, envuelta en una túnica que a la vez se veía severa y
formal al mismo tiempo que era mucho más corta de lo usual, hizo una
inclinación respetuosa y se alejó, cerrando la puerta tras ella.
El
Profesor Quirrell agitó su varita en dirección a la puerta, y un
cerrojo se trabó en el acto. "Note el cerrojo interior. Este
cuarto, Sr. Potter, es conocido como el Cuarto de María. Sucede que
es a prueba de todo tipo de escrutinio, y me refiero a todo;
el mismo Dumbledore no podría detectar nada de lo que pasa aquí. El
Cuarto de María es usado por dos clases de personas. Las primeras
son las que están involucradas en alguna diligencia ilícita. Y las
segundas son aquellas que gustan de llevar vidas interesantes."
"En
serio," dijo Harry.
El
Profesor Quirrell asintió.
Los
labios de Harry se separaron en anticipación. "Sería un
desperdicio nada más sentarse aquí y almorzar, entonces, sin hacer
algo especial."
El
Profesor Quirrell hizo una mueca maliciosa, luego extrajo su varita y
la sacudió en dirección a la puerta. "Claro que," él
añadió, "las personas que llevan vidas interesantes tomarían
precauciones más severas que las rutinarias. Acabo de sellarnos
adentro. Nada entrara o saldrá de este cuarto – ni siquiera a
través de la hendidura bajo la puerta, por ejemplo. Y..."
El
Profesor Quirrell habló no menos de cuatro Encantamientos
diferentes, ninguno de los cuales Harry reconoció.
"Incluso
esto en verdad no basta," explicó el Profesor Quirrell.
"Si estuviéramos haciendo algo grande y de suma importancia,
sería necesario realizar otras veintitrés revisiones además de
aquellas. Si, digamos, Rita Skeeter supiera o dedujera que vendríamos
aquí, es posible que ella pudiera estar en este cuarto usando la
verdadera Capa de Invisibilidad. O podría ser un Animago con una
forma diminuta, quizá. Hay pruebas para descartar esas posibilidades
tan raras, pero hacerlas todas sería arduo. Aún así, ¿me preguntó
si debería hacerlas de todos modos, para que así no aprenda de mí
malos hábitos?" Y el Profesor Quirrell se puso un dedo en la
mejilla, luciendo abstraído.
"Está
bien," Harry acertó, "Lo comprendo, y lo recordaré."
Aunque estaba un poco decepcionado de que no fueran a hacer nada
grande y de suma importancia.
"Muy
bien," el Profesor Quirrell prosiguió. Se recostó en el
espaldar de su silla, sonriendo ampliamente. "Se ha desempeñado
bastante bien el día de hoy, Sr. Potter. La noción básica fue
suya, estoy seguro, aún si delegó la ejecución. No creo que
escuchemos más de Rita Skeeter después de esto. Lucius Malfoy no
estará complacido con su fallo. Si es inteligente, escapara del país
en el instante en que se de cuenta de que ha sido engañada."
Una
sensación de ahogo descendió por el estómago de Harry. "¿Lucius
estaba detrás de Rita Skeeter...?"
"Oh,
¿no se había dado cuenta?" cuestionó el Profesor Quirrell.
Harry
no había considerado lo que pasaría con Rita Skeeter al terminar
todo.
Para
nada.
En
lo más mínimo.
Sin
embargo ella sería despedida de su trabajo, por supuesto que
ella sería despedida, ella hasta podría tener hijos en Hogwarts por
lo poco que sabía Harry, y ahora era peor, mucho peor -
"¿Lucius
va ordenar que la maten?" Harry susurró con una voz apenas
audible. En algún lugar de su mente, el Sombrero Seleccionador le
estaba gritando.
El
Profesor Quirrell sonrió ácidamente. "Si usted no ha lidiado
con periodistas antes, créame cuando le prometo que el mundo se
vuelve un poco más brillante cada vez que uno muere."
Harry
saltó de su silla con un movimiento compulsivo, tenía que hallar a
Rita Skeeter y advertirle antes de que fuera demasiado tarde -
"Siéntese,"
el Profesor Quirrell exigió cortante. "No, Lucius no la
asesinará. Mas Lucius hace la vida extremadamente desagradable
a aquellos que le sirven mal. La Señorita Skeeter escapará y
reiniciará su vida con un nuevo nombre. Siéntese, Sr.
Potter; no hay nada que pueda hacer en este punto, y usted tiene una
lección que aprender."
Harry
se sentó, lentamente. Había una desilusionada, molesta expresión
en la cara del Profesor Quirrell que lograba detenerlo con más
efectividad que sus palabras.
"Hay
ocasiones," el Profesor Quirrell declaró, su voz tajante,
"cuando me preocupa que su brillante mente de Slytherin se
desperdicie con usted. Repita después de mí. Rita Skeeter era una
vil, y asquerosa mujer."
"Rita
Skeeter era una vil, y asquerosa mujer," Harry repitió. No se
sentía confortable diciéndolo, pero no parecía haber otra posible
acción, para nada.
"Rita
Skeeter intentó destruir mi reputación, mas yo ejecuté un
ingenioso plan y destruí su reputación primero."
"Rita
Skeeter me retó. Ella perdió el juego, y yo gané."
"Rita
Skeeter era un obstáculo en mis planes futuros. No tuve otra opción
excepto enfrentarme a ella si deseaba que esos planes fructificaran."
"Rita
Skeeter era mi enemigo."
"No
es posible que logre algo en mi vida si no estoy dispuesto a derrotar
a mis enemigos."
"He
derrotado a uno de mis enemigos el día de hoy."
"Soy
un buen chico."
"Merezco
una recompensa especial."
"Ah,"
exclamó el Profesor Quirrell, quien había estado haciendo una
benévola y maliciosa sonrisa durante las últimas lineas, "Veo
que he tenido éxito en llamar su atención."
Eso
era cierto. Y mientras Harry se sentía como si estuviera siendo
encaminado hacía algo - no, eso no era una sensación, él había
sido encaminado – él no podía negar que recitar esas cosas, y ver
al Profesor Quirrell sonreír, sí hacía que se sintiera
mejor.
El
Profesor Quirrell introdujo su mano dentro de su túnica, con un
gesto lento y deliberadamente significante, y sacó...
...un
libro.
Era
diferente de cualquier libro que Harry hubiera visto antes, los
bordes y esquinas visiblemente maltratados; devastado era la
palabra que le venía a la mente, como si hubiera sido arrancado de
una mina de libros.
"¿Qué
es?" suspiró Harry.
"Un
diario," contestó el Profesor Quirrell.
"¿De
quién?"
"De
una persona famosa." el Profesor Quirrell sonreía con todos los
dientes.
"De
acuerdo..."
La
expresión de el Profesor Quirrell se volvió más sería. "Sr.
Potter, uno de los requisitos para convertirse en un mago poderoso es
una memoria excelente. La clave para un acertijo es con frecuencia
algo que usted leyó veinte años atrás en un antiguo pergamino, o
un anillo peculiar que usted vio en el dedo de un hombre que nada más
conoció una vez. Menciono esto para explicar cómo me las arregle
para recordar este objeto, y la solapa, bastante tiempo después de
haberlo conocido a usted. Vera, Sr. Potter, en el transcurso de mi
vida, he visto un número de colecciones privadas que le pertenecían
a individuos quienes, a lo mejor, no eran del todo merecedores de lo
que poseían -"
"¿Usted
lo robó?" Harry preguntó con incredulidad.
"Eso
es correcto," admitió el Profesor Quirrell. "Muy
recientemente, de hecho. Creo que usted apreciara más éste objeto
que el vil hombrecillo que lo tenía únicamente con el propósito de
impresionar con su rareza a sus igualmente viles amigos."
Harry
simplemente se quedó boquiabierto.
"Aunque
si siente que mis acciones son incorrectas, Sr. Potter, supongo que
no es necesario que acepte este regalo especial. Aún cuando yo no
pienso tomarme el problema de regresar lo robado. ¿Entonces
qué será lo que sucederá?"
El
Profesor Quirrell arrojó el libro de una mano a otra, causando que
Harry casi se lanzara a cogerlo involuntariamente con una mirad de
desmayo.
"Oh,"
habló el Profesor Quirrell, "no se preocupe por maniobrar este
libro con un poco de rudeza. Usted podría tirar este diario en una
chimenea y emergería sin un rasguño. En cualquier caso, aguardo su
decisión."
El
Profesor Quirrell lanzó el libro despreocupado hacía el aire y lo
atrapó de nuevo, sonriendo diabólicamente.
No,
respondieron Gryffindor y Hufflepuff.
Sí,
respondió Ravenclaw. ¿Qué parte de la palabra 'libro' no
comprendieron ustedes dos?
La
parte de robar, argumentó Hufflepuff.
Oh,
vamos, replicó Ravenclaw, realmente no pueden pedirnos que
digamos no y pasar el resto de nuestra vida suponiendo qué es lo que
era.
Suena
como un positivo neto desde un punto de vista objetivamente
utilitario, expuso Slytherin. Piensa en ello como una
transacción económica que genera ganancia del intercambio, nada más
que sin la parte del intercambio. Además, nosotros no lo robamos y
no ayudaría a nadie que el Profesor Quirrell se lo quede.
¡Él
está intentando que te vuelvas Oscuro! chilló Gryffindor, y
Hufflepuff asintió con firmeza.
No
seas un niñato ingenuo, siseó Slytherin, él está
intentando enseñarte Slytherin.
Sí,
concordó Ravenclaw. Quien fuera que poseyera el libro antes
probablemente era un Mortífago o algo por el estilo. Su lugar está
a nuestro lado.
La
boca de Harry se abrió, entonces se paralizó a la mitad del camino,
una agonizada mirada sobre su rostro.
El
Profesor Quirrell parecía estar divirtiéndose muchísimo. Tenía el
libro balanceado en una de sus esquinas, con un dedo, y lo mantenía
bien derecho al tiempo que murmuraba una pequeña tonada.
Entonces
hubo un llamado a la puerta.
El
libro volvió a desaparecer dentro de la túnica de el Profesor
Quirrell, y él se levantó de su silla. El Profesor Quirrell empezó
a caminar hacia la puerta -
-
y tropezó, inesperadamente tumbándose contra la pared.
"Todo
está bien," clamó la voz del Profesor Quirrell, que de un
momento a otro sonaba mucho más débil de lo usual. "Siéntese,
Sr. Potter, no es más que un mareo temporal. Siéntese."
Los
dedos de Harry se aferraron sobre los bordes de su silla, inseguro de
qué debería hacer, de qué podría hacer. Harry ni siquiera
podía aproximarse demasiado al Profesor Quirrell, no a menos que
quisiera desafiar esa sensación de Perdición -
El
Profesor Quirrell se enderezó, luego, su respiración se volvió un
poco pesada, y abrió la puerta.
La
camarera entró, trayendo un platero con comida; y mientras ella
distribuía los platos, el Profesor Quirrell se dirigió con lentitud
de regreso a la mesa.
Aunque
para cuando la camarera estaba haciendo su inclinación de despedida,
el Profesor Quirrell ya estaba sentado muy derecho y sonriendo otra
vez.
Aún
así, el breve episodio de lo-que-fuera-que-fuera había decidido por
Harry. Él no podía decir que no, no cuando el Profesor Quirrell
había pasado por tantos problemas.
"Sí,"
Harry aceptó.
El
Profesor Quirrell levantó un dedo precavido, luego desenfundo su
varita de nuevo, bloqueo la puerta como antes, y repitió los mismos
tres Encantamientos de la vez anterior.
Entonces
el Profesor Quirrell volvió a sacar el libro de su túnica y lo
arrojó a Harry, quien casi lo deja caer en su sopa.
Harry
le disparó al Profesor Quirrell una mirada de impotente indignación.
No se suponía que hicieras eso con los libros, encantados o
no.
Harry
abrió el libro con arraigado, instintivo cuidado. Las páginas eran
demasiado gruesas, con una textura que no era como el papel Muggle o
el pergamino mágico. Y los contenidos estaban...
...¿en
blanco?
"Se
supone que esté viendo -"
"Vea
cerca del inicio," señaló el Profesor Quirrell, y Harry (como
siempre con ese impotente, arraigado cuidado) volteó un bloque de
páginas hacía atrás.
Las
letras eran obviamente manuscritas, y muy difíciles de leer, pero
Harry pensó que las palabras podrían estar en Latín.
"¿Qué
es esto?" preguntó Harry.
"Eso,"
respondió el Profesor Quirrell, "es un registro de las
investigaciones mágicas de un hijo de Muggles que nunca vino a
Hogwarts. Él rehusó su carta, y condujo sus pequeñas
investigaciones por cuenta propia, que nunca llegaron muy lejos sin
una varita. De la descripción en la solapa, espero que su nombre
guarde más significado para usted que para mí. Ese, Harry Potter,
es el diario de Roger Bacon."
Harry
casi se desmayó.
Aplastado
contra la pared, en donde el Profesor Quirrell se había tropezado,
brillaban los destrozados restos de un bello escarabajo azul.
Nota
del traductor
Lo
de Yakka
foob mog. Grug pubbawup zink wattoom gazork. Chumble spuzz J. K.
Rowling,
es una referencia al comic de Calvin & Hobbes, de Diciembre 31 de
2007, en que a Calvin le piden explicar la Primera Ley del Movimiento
de Newton con sus propias palabras, ante lo cual Calvin responde con
esa incoherencia, menos el J. K. Rowling, añadiendo: “Amo
los vacíos legales.” Así
que esa introducción puede ser un chiste en varios niveles, ya sea
porque Eliezer Yudkowsky dice que la Primera Ley del Movimiento es
para muchos simplemente 'magia' o porque es una forma de explicar que
él, con HPMoR, está haciendo una interpretación propia de la obra
de Rowling.
En la parte en que
el Profesor Quirrell se tambalea y se apoya contra la pared, él le
asegura a Harry que no es más que un “dizzy spell” lo que
literalmente se traduce como “mareo temporal”, sin
embargo, teniendo en cuenta lo que realmente está sucediendo, y como
“spell” por sí sólo puede significar “hechizo”
a lo mejor indica que en realidad el malestar de el Profesor Quirrell
se debió a alguna clase de protección que Rita Skeeter tenía sobre
ella para que normalmente no fuera tan fácil de aplastar, y aún con
un poder mágico superior, el Profesor Quirrell se vio algo afectado.
Tras leer los dos
párrafos anteriores, creo que prestó demasiada atención a los
detalles. Y lo que sigue lo acaba de demostrar.
Un Inefable es un
mago que trabaja en el Departamento de Misterios del Ministerio de
Magia. No se les permite hablar de su trabajo, por lo que es poco lo
que se sabe sobre ellos. De acuerdo a Dumbledore, cada Inefable se
especializa en el estudio de alguna materia extraña y peligrosa,
como se demuestra en La Orden del Fénix, el cuarto en que
murió Sirius era La Cámara de la Muerte. Es posible que existan
otros cuartos para el Tiempo (de hecho ahí era donde se guardaban
los Giratiempos, todos destruidos en la misma batalla que acabo de
mencionar), otro para el Amor, etc.
Gracias a RochiiR.C.R que me hizo la corrección con el término de Inefable.
Roger Bacon fue un
filósofo, científico, y teólogo escolástico de la orden
franciscana, diferenciado de otros por hacer énfasis en el análisis
de lo empírico, y es considerado como el primero en sentar las bases
de el método científico.
Referencias muy
interesante al canon de Harry Potter, como lo del episodio entre el
Slytherin y el Gryffindor de sexto año, un guiño a lo que sucedió
entre Harry y Draco en su sexto año: ¡Sectumsempra! O al mal
comportamiento de Harry, Ron y Hermione en La Cámara de los
Secretos.
Hay que tener miedo
cada vez que el Profesor Quirrell entone ese murmullo. Tengo la
impresión que estaba planeando lo de Skeeter desde que acordó salir
el Domingo con Harry, creo que esa en verdad fue su idea placentera.
Definitivamente, esa
frase final se me hace magistral, una sorpresa total que ante
nuestros ojos se acabara de cometerse un asesinato, revelada de la
manera más impactante posible.
En general, este
capítulo me causa un poco de malestar, como periodista que soy, de
título universitario al menos. Tanto desprecio hacía una de las
carreras más comunes para un escritor, duele un poquito en mi frágil
corazoncillo. De pronto por eso no tengo madera para periodista
sensacionalista al menos. Quiero creer que Quirrell se refería a ese
tipo de periodismo en particular, tengo la fe.
Acabo
de ver el final del tercer libro de La
leyenda de Korra.
Devastador, me hizo llorar.
Asegúrense de pasar
por mi canal de YouTube y ver los últimos vídeos que he estado
haciendo, les prometo que se reirán mucho conmigo.
Mientras siga en lo
de la edición de mi libro, pues HPMoR como tal sigue a media
máquina, como mínimo les prometo otro capítulo para el mes de
Septiembre.
Muchas gracias por
leer y por su apoyo con esta humilde traducción.
Rhaidot
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