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lunes, 25 de agosto de 2014

Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad Capítulo 26

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Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad




Capítulo 26



Dándose cuenta de la Confusión


Tomar el libro o no
Fuente

...

Yakka foob mog. Grug pubbawup zink wattoom gazork. Chumble spuzz J. K. Rowling.

...

Las horas de oficina del Profesor Quirrell eran desde las 11:40 a las 11:55 AM los Martes. Eso era para todos sus estudiantes en todos los años. Nada más llamar a la puerta costaba un punto Quirrell, y si él no consideraba que tu razón mereciera su tiempo, tú perderías otros cincuenta.

Harry llamó a la puerta.

Hubo una pausa. Luego una voz mordaz dijo, "supongo que podría entrar de una vez, Sr. Potter."

Y antes de que Harry pudiera tocar la perilla, la puerta se abrió de par en par, golpeando la pared con un afilado crujido que sonó como si algo hubiera roto la madera, o la piedra, o ambos.

El Profesor Quirrell estaba recostado en el respaldo de su silla y leyendo un libro de apariencia sospechosamente vieja, forrado con un cuero azul-oscuro con runas plateadas en el lomo. Sus ojos no se habían levantado de las páginas. "No estoy de buen humor, Sr. Potter. Y cuando no estoy de buen humor, no soy una persona placentera para tener al lado. Por su propio bien, conduzca su asunto con rapidez y váyase."

Un helado escalofrío recorrió el cuarto, como si hubiera contenido algo que lanzara oscuridad del modo en que las lamparas lanzaban luz, y que no había sido totalmente liberado.

Harry estaba un poco desconcertado. No estar de buen humor es una descripción que se queda corta. ¿Qué podría estar molestando tanto al Profesor Quirrell...?

Bien, tú no te apartabas así nada más cuando tus amigos se sentían decaídos. Harry penetró en el recinto cautelosamente. "Hay algo que pueda hacer para ayudar -"

"No," rechazó el Profesor Quirrell, todavía sin levantar la vista del libro.

"Quiero decir, si ha estado lidiando con idiotas y quiere alguien cuerdo con quien hablar..."

Hubo una pausa inesperadamente larga.

El Profesor Quirrell cerró el libro de un golpe y desapareció con un diminuto susurro. Levantó la vista, entonces, y Harry retrocedió.

"Supongo que una conversación inteligente sería placentera para en este punto," arguyó el Profesor Quirrell en el mismo tono mordaz con que había invitado entrar a Harry. "En cambio es poco probable que lo sea para usted, queda advertido."

Harry respiró profundamente. "Prometo que no me molesta si se desahoga conmigo. ¿Qué sucedió?"

El frío en el cuarto se hizo más intenso. "Un Gryffindor de sexto año lanzó una maldición a uno de mis estudiantes más prometedores, un Slytherin de sexto año."

Harry tragó saliva. "¿Qué... tipo de maldición?"


Y la furia en el rostro del Profesor Quirrell ya no pudo ser contenida. "¿Por qué preocuparse con hacer una pregunta sin importancia como esa, Sr. Potter? ¡Nuestro amigo de Gryffindor de sexto año no pensó que fuera importante!"

"¿En serio? " Harry preguntó antes de poder controlarse.

"No, estoy de un terrible humor el día de hoy sin ninguna razón en particular. ¡Sí, hablo en serio, tonto! Él no lo sabía. En verdad no la conocía. No lo creí hasta que los Aurores lo confirmaron bajo Veritaserum. Está en su sexto año en Hogwarts y lanzó una maldición Oscura de alto nivel desconociendo qué era lo que hacía."

"No será que," Harry propuso, "que él estaba equivocado sobre lo que hacía, que de algún modo leyó la descripción incorrecta del hechizo -"

"Todo lo que sabía era que tenía que ser dirigida a un enemigo. Él sabía que eso era todo lo que sabía."

Y eso había sido suficiente para invocar el hechizo. "No comprendo cómo algo con un cerebro tan pequeño puede caminar de pie."

"En efecto, Sr. Potter," concordó el Profesor Quirrell.

Hubo una pausa. El Profesor Quirrell se reclinó y cogió el tintero de plata de su escritorio, haciéndola girar entre sus manos, contemplándola como si se cuestionara cómo podría lograr torturar el tintero hasta la muerte.

"¿Fue el Slytherin de sexto año herido de gravedad?" indagó Harry.

"Sí."

"¿Fue el Gryffindor de sexto año criado por Muggles?"

"Sí."

"¿Se rehúsa Dumbledore a expulsarlo porque el pobre chico no lo sabía?"

Las manos del Profesor Quirrell apretaron el tintero. "¿Tiene algún punto, Sr. Potter, o sólo está señalando lo obvio? "

"Profesor Quirrell," continuó Harry gravemente, "todos los estudiantes criados por Muggle necesitan una clase de seguridad en la que se les diga las cosas tan ridículamente obvias que ningún hijo de magos tan siquiera pensaría en mencionarlas. No lances maldiciones si no conoces qué es lo que hacen, si descubres algo peligroso no informes al mundo sobre ello, no mezcles pociones de alto nivel sin supervisión en un baño, la razón para que haya leyes mágicas para los menores de edad, todas las cosas básicas."

"¿Por qué?" Cuestionó el Profesor Quirrell. "Deja que los estúpidos mueran antes de aparearse."

"Si no le importa perder a unos cuantos Slytherins de sexto año junto con ellos."

El tintero se prendió en llamas en las manos del Profesor Quirrell y se quemó con una pasmosa lentitud, horrorosas llamas negro-naranjas desgarrando el metal con lo que parecían ser pequeñas mordidas, lo plateado retorciéndose al derretirse, como si estuviera intentando escapar y fracasando. Se oía un pequeño clamor, como si el metal estuviera gritando.

"Supongo que está en lo correcto," el Profesor Quirrell admitió con una sonrisa de resignación. "Tendré que diseñar una clase para asegurarme que los hijos de Muggle quienes son demasiado estúpidos para vivir no se lleven a nadie valioso cuando se vayan."

El tintero siguió gritando y ardiendo en las manos del Profesor Quirrell, diminutas tiras de metal, aún en fuego, ahora caían sobre el escritorio, como si el tintero estuviera llorando.

"Usted no está huyendo," observó el Profesor Quirrell.

Harry abrió su boca -

"Si está apunto de asegurar que no me tiene miedo," lo interrumpió el Profesor Quirrell, "no lo haga."

"Usted es la persona más aterradora que he conocido," Harry afirmó, "y una de las razones más importantes para ello es su control. Simplemente no puedo imaginar llegar a escuchar que usted hirió a alguien a quien no hubiera decidido lastimar deliberadamente."

El fuego en las manos del Profesor Quirrell parpadeó, y con cuidado él ubicó el arruinado tintero sobre su escritorio. "Usted dice las cosas más amables, Sr. Potter. ¿Ha estado tomando lecciones en zalamería? ¿De, quizá, el Sr. Malfoy?"

Harry mantuvo su expresión en blanco, y se dio cuenta un segundo demasiado tarde que lo mismo hubiera dado firmar una confesión. Al Profesor Quirrell no le importaba cómo se veía tu expresión, él se fijaba en cuales eran los estados mentales que la hacían así.

"Ya veo," habló el Profesor Quirrell. "El Sr. Malfoy es un amigo útil de tener, Sr. Potter, y hay mucho que él podría enseñarle, sin embargo espero que usted no haya cometido el error de confiar en él demasiados secretos."

"Él no sabe nada que yo tema sea descubierto," aclaró Harry.

"Bien hecho," elogió el Profesor Quirrell, sonriendo ligeramente. "¿Así que cuál era su asunto original para venir aquí?"

"Creo que he terminado con los ejercicios preliminares en Oclumancia y estoy listo para el tutor."

El Profesor Quirrell asintió. "Lo llevaré a Gringotts este Domingo." Hizo una pausa, mirando a Harry, y sonrió. "Y tal vez incluso podríamos hacer una pequeña excursión, si le place. Acabo de tener una idea agradable."

Harry asintió a su vez, devolviendo la sonrisa.

Mientras Harry abandonaba la oficina, escuchó al Profesor Quirrell murmurando una tonadilla.

Harry estaba feliz de haber podido alegrarlo.

...

Ese Domingo parecía haber un número grande de personas susurrando en los pasillos, al menos cuando Harry Potter caminaba por ellos.

Y muchos dedos apuntando.

Y una gran cantidad de chicas cuchicheando y riéndose.

Había iniciado al desayuno, cuando alguien le había preguntado a Harry que si había escuchado las noticias, y Harry lo había interrumpido velozmente y anunciado que si las noticias habían sido escritas por Rita Skeeter entonces él no quería escuchar sobre ello, él quería leerlo en el periódico por sí mismo.

Entonces había sucedido que no muchos estudiantes de Hogwarts tenían copias de el Diario el Profeta, y que las copias que todavía no habían sido compradas de sus dueños ya estaban circulando alrededor en alguna clase de complicado orden y nadie sabía realmente quien poseía uno en el momento...

Por lo que Harry había usado un Encantamiento Silenciador y se había ido a desayunar, confiando a sus compañeros de asiento la tarea de alejar a los muchos, muchos preguntones, y haciendo su mejor esfuerzo para ignorar la incredulidad, las risas, las sonrisas de felicitación, las miradas de lastima, las expresiones temerosas, y los platos que se cayeron cuando llegaron nuevas personas a desayunar y se enteraron.

Harry se sentía muy curioso, pero realmente no deseaba arruinar el arte al escucharlo de segunda mano.

Había hecho tarea en la seguridad de su baúl por un par de horas, tras pedirle a sus compañeros de dormitorio que lo buscaran si alguien hallaba para él un periódico original.

Harry seguía ignorante a las 10AM, cuando abandonó Hogwarts en un carruaje junto con el Profesor Quirrell, quien estaba al frente al lado derecho, y actualmente tumbado en modo zombi. Harry estaba sentado al otro lado en diagonal, tan apartado como el carruaje lo permitía, en la parte trasera a la izquierda. Aún así, Harry tenía un sentimiento constante de perdición mientras el carruaje cruzaba un pequeño sendero a través de una sección no prohibida de bosque. Hacía algo difícil leer, en especial porque el material era complicado, y Harry de repente deseó haber estado leyendo uno de sus libros de ciencia ficción de la infancia en vez de -

"Estamos afuera de los encantamientos de seguridad, Sr. Potter," anunció la voz del Profesor Quirrell desde el frente. "Hora de irse."

El Profesor Quirrell desembarcó con cuidado del carruaje, aferrándose al tiempo que descendía. Harry, por el otro lado, saltó.

Harry se estaba preguntando cómo iban a llegar allí exactamente cuando el Profesor Quirrell gritó "¡Atrapa!" y le arrojó un Knut de bronce, y Harry lo sujetó sin pensarlo.

Un gancho intangible jaló a Harry de su abdomen y lo arrastró, con fuerza, sólo que sin ningún sentido de aceleración, y un instante después Harry estaba de pie en la mitad del Callejón Diagon.

(Discúlpame, ¿qué? Chilló su cerebro.)

(Nada más nos teletransportamos, explicó Harry.)

(Eso no solía pasar en el ambiente ancestral, se quejó el cerebro de Harry, y lo desorientó.)

Harry se quedó mirando sus pies acomodados en la calle de ladrillo y no sobre el fango en un corredor del bosque que había sido despejado. Se enderezó, todavía mareado, con las bulliciosas brujas y magos que parecían desvanecerse lentamente, y los chillidos de los tenderos que se movían alrededor de su audición, mientras su cerebro intentaba ubicar un mundo en el cual localizarse.

Momentos después, hubo un tipo de explosión seca que se oyó a pocos metros de Harry, y cuando Harry se giró a ver el Profesor Quirrell estaba allí.

"Le importa -" inició Harry, al mismo tiempo que el Profesor Quirrell habló, "Me temo que yo -"

Harry se detuvo, el Profesor Quirrell no.

"- necesito alejarme y poner algo en movimiento, Sr. Potter. Como me ha sido rigurosamente explicado que soy responsable de cualquier cosa que le pase a usted, lo dejaré con -"

"Un puesto de periódico," Harry propuso.

"¿Perdón?"

"O cualquier lugar en que pueda comprar una copia de el Diario el Profeta. Déjeme allí y seré feliz."

Al poco rato, Harry había sido ubicado en una librería, acompañado por ambiguas amenazas, habladas con silenciosa severidad. Y el tendero había obtenido amenazas menos ambiguas, a juzgar por el modo en que se había agazapado, y ahora sus ojos seguían lanzando dardos entre Harry y la entrada.

Si la librería se quemaba hasta los cimientos, Harry se iba a quedar pegado en donde estaba en el medio del fuego hasta que el Profesor Quirrell regresara.

Mientras tanto -

Harry echó un vistazo alrededor.

La librería se veía bastante pequeña y chabacana, con tan sólo cuatro filas de estanterías visibles, y la más cercana a la cual saltaron los ojos de Harry tenía que ver con reducidos, pobremente forrados libros con austeros títulos como La Masacre de Albania en el Siglo Quince.

Las cosas más importantes primeros. Harry se dirigió hacía el mostrador del vendedor.

"Perdóneme," dijo Harry, "Una copia del Diario el Profeta, por favor."

"Cinco Sickles," indicó el vendedor. "Lo siento, chico, únicamente me quedan tres."

Cinco Sickles cayeron sobre el mostrador. Harry tenía el presentimiento de que podría haber reducido un par de puntos, mas a estas alturas realmente le traía sin cuidado.

Los ojos del tendero se abrieron por completo y en verdad era como si hubiera notado a Harry por primera vez. "¡Tú! "

"¡Yo! "

"¿Es verdad? Estas realmente -"

"¡Cállese! Lo siento, he estado esperando todo el día para leer esto en el periódico original y no escucharlo de segunda mano, así que por favor sólo entréguemelo, ¿de acuerdo?"

El tendero observó a Harry por un momento, luego sin palabras alcanzó el mostrador y le pasó una copia doblada del Diario el Profeta.

El titular rezaba:

HARRY POTTER
SECRETAMENTE COMPROMETIDO
CON GINEVRA WEASLEY

Harry lo contempló.

Levantó el periódico del mostrador, suavemente, con reverencia, como si estuviera sujetando una obra de arte original de Escher, y lo desdobló para leer...

...sobre la evidencia que había convencido a Rita Skeeter.

...y algunos muy específicos e interesantes detalles.

...e incluso más evidencia.

Fred y George lo habían aclarado con su hermana primero, ¿seguramente? Sí, por supuesto que lo habían hecho. Había una foto de Ginevra Weasley suspirando con nostalgia por lo que Harry podía ver, viendo de cerca, era una foto de él mismo. Eso tenía que ser arreglado.

¿Pero cómo en la Tierra...?

Harry estaba sentado en una barata silla desmontable, releyendo el periódico por cuarta vez, cuando la puerta susurró suavemente y el Profesor Quirrell regresó a la tienda.

"Mis disculpas por - ¿en el nombre de Merlín qué está leyendo?"

"Aparentemente," contestó Harry, con admiración en su voz, "que un Sr. Arthur Weasley recibió la Maldición Imperius de parte de un Mortífago que mi padre mató, creando así una deuda con la Casa de Potter, que mi padre demandó ser reparada con la mano en matrimonio de la recién nacida Ginevra Weasley. ¿En verdad las personas hacen esa clase de cosas por aquí?"

"¿Cómo es posible que la Señorita Skeeter pudiera ser tan tonta como para creer -"

Y la voz del Profesor Quirrell se cortó.

Harry había estado leyendo el periódico sostenido verticalmente y desdoblado, lo que quería decir que el Profesor Quirrell, desde donde estaba parado, podía ver el texto debajo del titular.

La mirada de sorpresa en el rostro del Profesor Quirrell era una obra de arte casi en par con el mismo periódico.

"No se preocupe," lo tranquilizó Harry animadamente, "todo es falso."

De algún otro lugar en la tienda, se escuchó al tendero jadear con dificultad. Hubo el sonido de una pila de libros cayéndose.

"Sr. Potter..." el Profesor Quirrell habló lentamente, "¿está seguro de eso?"

"Bastante seguro. ¿Deberíamos irnos?"

El Profesor Quirrell asintió, viéndose más bien abstracto, y Harry dobló el periódico de nuevo, y lo siguió hasta la salida.

Por alguna razón era como si Harry no escuchara los ruidos de la calle ahora.

Caminaron en silencio durante treinta segundos antes de que el Profesor Quirrell abriera la boca. "La Señorita Skeeter vio el procedimiento original de la sesión restringida del Wizengamot."

"Sí."

"El procedimiento original del Wizengamot."

"Sí."

"Yo hubiera tenido problemas haciendo eso."

"¿En serio?" interrogó Harry. "Porque si mis sospechas son correctas, esto fue hecho por un estudiante de Hogwarts."

"Eso está más allá de lo imposible," el Profesor Quirrell expresó rotundamente. "Sr. Potter... Lamento informarle que esa jovencita espera casarse con usted."

"Pero eso es improbable," replicó Harry. "Para citar a Douglas Adams, lo imposible con frecuencia tiene una forma de integridad de la cual lo meramente improbable carece."

"Ya veo su punto," el Profesor Quirrell continuó lentamente. "Sin embargo... no, Sr. Potter. Podría ser imposible, aunque puedo imaginar que los procedimientos del Wizengamot sean manipulados. Es inimaginable que el Director General de Gringotts hubiera colocado el sello de su oficina en frente de testigos para falsear un contrato de compromiso de matrimonio, y la Señorita Skeeter verificó el sello personalmente."

"En efecto," concordó Harry, "uno esperaría que el Director General de Gringotts se involucre con tan enorme cantidad de dinero cambiando de manos. Parece ser que el Sr. Weasley estaba muy endeudado, así que demandó un pago adicional de diez mil Galeones -"

"¿Diez mil Galeones por una Weasley? ¡Pudiste haber comprado a la hija de una casa Noble por eso!"

"Disculpe," Harry protestó. "Realmente tengo que preguntar a este punto, en verdad las personas hacen ese tipo de cosas por aquí -"

"Raramente," corrigió el Profesor Quirrell, con el ceño fruncido en su rostro. "Y para nada, sospecho, desde la caída del Señor Oscuro. Supongo que de acuerdo al periódico, ¿su padre pagó sin protestar?"

"No tenía ninguna elección," bromeó Harry. "No si quería cumplir con las condiciones de la profecía."

"Deme eso," demandó el Profesor Quirrell, y el periódico saltó tan rápido de la mano de Harry que le hizo un corte con el papel.

Harry automáticamente se metió el dedo en la boca para chuparlo, sintiéndose harto impactado, y se giró para objetar con el Profesor Quirrell -

El Profesor Quirrell se había detenido en la mitad de la calle, y sus ojos vacilaban velozmente hacia adelante y atrás como si una fuerza invisible mantuviera el periódico suspendido frente a él.

Harry miró, boqueando en pleno asombro, como el periódico se abría para revelar las páginas dos y tres. Y no mucho después, la cuatro y la cinco. Era como si el hombre hubiera abandonado toda pretensión de mortalidad.

Y después de un problemático corto tiempo, el periódico otra vez se dobló a sí mismo limpiamente. El Profesor Quirrell lo jaló del aire y se lo arrojó a Harry, quien lo atrapó por puro reflejo; y luego el Profesor Quirrell empezó a caminar de nuevo, y Harry automáticamente trotó tras él.

"No," dijo el Profesor Quirrell, "esa profecía tampoco no me sonó del todo correcta a mí."

Harry asintió, todavía paralizado.

"Los centauros pudieron haber sido puestos bajo un Imperius," el Profesor Quirrell teorizó, frunciendo el ceño, "eso es comprensible. Lo que la magia puede hacer, la magia puede corromper, y no es impensable que el Gran Sello de Gringotts pueda ser trastocado en la mano de otro. El Inefable pudo haber sido personificado con poción Multijugos, al igual que el vidente Bávaro. Y con suficiente esfuerzo podría ser posible manipular los procedimientos del Wizengamot. ¿Tiene alguna idea de cómo eso fue hecho?"

"No tengo ni una sola hipótesis plausible," respondió Harry. "Sé que fue hecho con un presupuesto total de cuarenta Galeones."

El Profesor Quirrell se detuvo poco después y revoloteó alrededor de Harry. Ahora su expresión era de completa incredulidad. "¡Cuarenta Galeones pagarán a un competente rompe-hechizos para que encuentra un camino en un hogar el cual desees robar! ¡Cuarenta mil Galeones podrían pagar a un equipo de los más grandes criminales profesionales en el mundo para manipular los procedimientos del Wizengamot!"

Harry sacudió los hombros impotente. "Recordaré eso la próxima vez que quiera ahorrar treinta y nueve mil, novecientos sesenta Galeones al hallar el contratante indicado."

"No digo este con frecuencia," confesó el Profesor Quirrell. "Estoy impresionado."

"Igualmente," agregó Harry.

"¿Y quién es éste increíble estudiante de Hogwarts?"

"Me temo que no lo puedo revelar."

Para la sorpresa de Harry, el Profesor Quirrell no hizo objeción ante esto.

Caminaron en dirección al edificio de Gringotts, reflexionando, porque ninguno de los dos era el tipo de persona que se rinde en un problema sin haberlo considerado por lo menos cinco minutos.

"Tengo el presentimiento," Harry espetó finalmente, "que nos estamos acercando a esto desde el angulo incorrecto. Oí un cuento que trataba de unos estudiantes que llegaron a una clase de física, y la profesora les enseñó un gran plato de metal cerca al fuego. Ella les ordenó tocar el plato de metal, y ellos sintieron que la parte de metal más cerca al fuego estaba más fría, y que la parte de metal más lejana era más caliente. Y ella les pidió, escriban sus suposiciones para que pase esto. Así que algunos estudiantes escribieron 'por la forma en que el metal conduce el calor', y otros estudiantes escribieron 'por la forma en que el aire se mueve', y nadie propuso 'esto parece simplemente imposible', y la respuesta real era que antes de que los estudiantes ingresaran al cuarto, la profesora había volteado el plato para el otro lado."

"Interesante," dijo el Profesor Quirrell. "Eso suena similar. ¿Hay una moraleja?"

"Que tu fuerza como un racionalista es tu habilidad para estar más confundido por la ficción que por la realidad," concluyó Harry. "Si eres igualmente bueno para explicar cualquier resultado, tienes cero conocimiento. Los estudiantes pensaron que podían usar palabras como 'a causa de la conducción del calor' para explicar cualquier cosa, incluso un plato de metal que estaba más frío en el lado más cercano al fuego. Así que ellos no se dieron cuenta de cuán confuso estaban, y eso significó que no podían estar más confusos por la falsedad que por la verdad. Si usted asegura que los centauros se encontraban bajo la Maldición Imperius, todavía tengo el presentimiento de que algo no encaja del todo. Noto que sigo confundido aún tras escuchar su explicación."

"Hm," murmuró el Profesor Quirrell.

Siguieron avanzando.

"Supongo que," opinó Harry, "¿no es posible en verdad intercambiar personas con universos paralelos? Por ejemplo, ésta no es nuestra propia Rita Skeeter, o la enviaron temporalmente a otro lugar?"

"Si eso fuera posible," el Profesor Quirrell replicó, con una voz más bien seca, "¿permanecería yo aquí? "

Y cuando ya casi estaban frente a la gigantesca entrada blanca del edificio de Gringotts, el Profesor Quirrell aseveró:

"Ah. Por supuesto. Ahora caigo en cuenta. Déjeme que adivine, ¿los gemelos Weasley?"

"¿Qué?" exclamó Harry, su voz elevando otra aguda octava. "¿Cómo?"

"Me temo que no puedo revelarlo."

"...Eso no es justo."

"Yo creo que es extremadamente justo," contradijo el Profesor Quirrell, y entraron a través de las puertas de bronce.

...

Era antes del mediodía, y Harry y el Profesor Quirrell estaban sentados al pie y a la cabecera de una gran, larga, y plana mesa, en un suntuoso y reservado cuarto privado con cojines rigurosamente mullidos y sillas a lo largo de las paredes, y suaves cortinas colgando por todos lados.

Estaban a punto de comer en el Lugar de María, el cual el Profesor Quirrell había afirmado era por el conocido como uno de los mejores restaurantes en el Callejón Diagon, especialmente para – su voz se había reducido de manera conspiratoria – ciertos propósitos.

Era el restaurante más ameno en el que Harry hubiera estado, y realmente a Harry lo estaba deleitando demasiado que el Profesor Quirrell lo estuviera invitando a almorzar.

La primera parte de la misión, encontrar un instructor de Oclumancia, había sido un éxito. El Profesor Quirrell, sonriendo con diablura, le había pedido a Griphook que recomendara al mejor que conociera, y que no se preocupara por los gastos, puesto que Dumbledore lo iba a pagar; y el duende había sonreído también. Además pudo haber una cierta cantidad de sonrisa de parte de Harry.

La segunda parte del plan había sido un completo fracaso.

A Harry no le permitía sacar dinero de su bóveda sin la presencia de el Director Dumbledore o algún otro miembro oficial del colegio, y al Profesor Quirrell no le había sido dada la llave de la bóveda. Los padres Muggle de Harry no podían autorizarlo porque eran Muggles, y por aquí los Muggles tenían los mismos derechos legales que los niños o los gatitos: eran lindos, así que si los torturabas en público podías ser arrestado, aunque eso no los hacía personas. Alguna provisión reluctante se había hecho para reconocer a los padres de hijos de Muggle como humanos en un sentido limitado, pero los padres adoptivos de Harry no caían dentro de esa categoría legal.

Era como si Harry fuera efectivamente un huérfano a los ojos del mundo mágico. Como tal, el Director de Hogwarts, o quien fuera designado dentro del sistema escolar, eran los guardianes de Harry hasta que se graduara. Harry podía respirar sin el permiso de Dumbledore, siempre y cuando el Director no lo prohibiera específicamente.

Entonces Harry había preguntado si tan sólo podía indicarle a Griphook como diversificar sus inversiones más allá de ser sacos de oro sentándose en su bóveda.

Griphook se lo había quedado viendo con la mirada en blanco y preguntado que quería decir con 'diversificar'.

Los bancos, al parecer, no hacían inversiones. Los bancos guardaban tus monedas de oro en bóvedas seguras a cambio de una comisión anual.

El mundo mágico no manejaba el concepto de capital. O equidad. O corporaciones. Los negocios eran dirigidos por las propias familias y por fuera de sus bóvedas personales.

Los prestamos eran hechos por personas ricas, no por los bancos. Aunque Gringotts presenciaría el contrato, a cambio de una comisión, y se asegurarían de su recolección, a cambio de una comisión todavía más grande.

Las personas buenas y ricas le prestaban a sus amigos dinero y lo regresaban cuando pudieran. Las personas malas y ricas te cobraban intereses.

No había un mercado secundario de prestamos.

Las personas malas y ricas te cargaban un interés anual de al menos un 20%.

Harry se había levantado, alejado, y reposado su cabeza contra la pared.

Harry había indagado si necesitaba el permiso del Director antes de poder iniciar un banco.

El Profesor Quirrell había interrumpido en ese momento, recordando que era tiempo para almorzar, y con ligereza condujo a un malhumorado Harry por fuera de las puertas de Gringotts, a través del Callejón Diagon, hacía un buen restaurante llamado el Lugar de María, donde un cuarto había sido reservado para ellos. El propietario se había mostrado sorprendido al ver al Profesor Quirrell acompañado por Harry Potter, pero los había llevado hacía el cuarto sin queja alguna.

Y el Profesor Quirrell había anunciado con toda deliberación que él pagaría la cuenta, como si disfrutara mucho con la expresión en la cara de Harry.

"No," informó el Profesor Quirrell a la camarera, "no requerimos de los menús. Yo tendré el especial del día acompañado por una botella de Chianti, y el Sr. Potter tendrá la sopa de Diracawl como inicio, seguido por un plato de bolas de Roopo, pudin de melaza como postre."

La camarera, envuelta en una túnica que a la vez se veía severa y formal al mismo tiempo que era mucho más corta de lo usual, hizo una inclinación respetuosa y se alejó, cerrando la puerta tras ella.

El Profesor Quirrell agitó su varita en dirección a la puerta, y un cerrojo se trabó en el acto. "Note el cerrojo interior. Este cuarto, Sr. Potter, es conocido como el Cuarto de María. Sucede que es a prueba de todo tipo de escrutinio, y me refiero a todo; el mismo Dumbledore no podría detectar nada de lo que pasa aquí. El Cuarto de María es usado por dos clases de personas. Las primeras son las que están involucradas en alguna diligencia ilícita. Y las segundas son aquellas que gustan de llevar vidas interesantes."

"En serio," dijo Harry.

El Profesor Quirrell asintió.

Los labios de Harry se separaron en anticipación. "Sería un desperdicio nada más sentarse aquí y almorzar, entonces, sin hacer algo especial."

El Profesor Quirrell hizo una mueca maliciosa, luego extrajo su varita y la sacudió en dirección a la puerta. "Claro que," él añadió, "las personas que llevan vidas interesantes tomarían precauciones más severas que las rutinarias. Acabo de sellarnos adentro. Nada entrara o saldrá de este cuarto – ni siquiera a través de la hendidura bajo la puerta, por ejemplo. Y..."

El Profesor Quirrell habló no menos de cuatro Encantamientos diferentes, ninguno de los cuales Harry reconoció.

"Incluso esto en verdad no basta," explicó el Profesor Quirrell. "Si estuviéramos haciendo algo grande y de suma importancia, sería necesario realizar otras veintitrés revisiones además de aquellas. Si, digamos, Rita Skeeter supiera o dedujera que vendríamos aquí, es posible que ella pudiera estar en este cuarto usando la verdadera Capa de Invisibilidad. O podría ser un Animago con una forma diminuta, quizá. Hay pruebas para descartar esas posibilidades tan raras, pero hacerlas todas sería arduo. Aún así, ¿me preguntó si debería hacerlas de todos modos, para que así no aprenda de mí malos hábitos?" Y el Profesor Quirrell se puso un dedo en la mejilla, luciendo abstraído.

"Está bien," Harry acertó, "Lo comprendo, y lo recordaré." Aunque estaba un poco decepcionado de que no fueran a hacer nada grande y de suma importancia.

"Muy bien," el Profesor Quirrell prosiguió. Se recostó en el espaldar de su silla, sonriendo ampliamente. "Se ha desempeñado bastante bien el día de hoy, Sr. Potter. La noción básica fue suya, estoy seguro, aún si delegó la ejecución. No creo que escuchemos más de Rita Skeeter después de esto. Lucius Malfoy no estará complacido con su fallo. Si es inteligente, escapara del país en el instante en que se de cuenta de que ha sido engañada."

Una sensación de ahogo descendió por el estómago de Harry. "¿Lucius estaba detrás de Rita Skeeter...?"

"Oh, ¿no se había dado cuenta?" cuestionó el Profesor Quirrell.

Harry no había considerado lo que pasaría con Rita Skeeter al terminar todo.

Para nada.

En lo más mínimo.

Sin embargo ella sería despedida de su trabajo, por supuesto que ella sería despedida, ella hasta podría tener hijos en Hogwarts por lo poco que sabía Harry, y ahora era peor, mucho peor -

"¿Lucius va ordenar que la maten?" Harry susurró con una voz apenas audible. En algún lugar de su mente, el Sombrero Seleccionador le estaba gritando.

El Profesor Quirrell sonrió ácidamente. "Si usted no ha lidiado con periodistas antes, créame cuando le prometo que el mundo se vuelve un poco más brillante cada vez que uno muere."

Harry saltó de su silla con un movimiento compulsivo, tenía que hallar a Rita Skeeter y advertirle antes de que fuera demasiado tarde -

"Siéntese," el Profesor Quirrell exigió cortante. "No, Lucius no la asesinará. Mas Lucius hace la vida extremadamente desagradable a aquellos que le sirven mal. La Señorita Skeeter escapará y reiniciará su vida con un nuevo nombre. Siéntese, Sr. Potter; no hay nada que pueda hacer en este punto, y usted tiene una lección que aprender."

Harry se sentó, lentamente. Había una desilusionada, molesta expresión en la cara del Profesor Quirrell que lograba detenerlo con más efectividad que sus palabras.

"Hay ocasiones," el Profesor Quirrell declaró, su voz tajante, "cuando me preocupa que su brillante mente de Slytherin se desperdicie con usted. Repita después de mí. Rita Skeeter era una vil, y asquerosa mujer."

"Rita Skeeter era una vil, y asquerosa mujer," Harry repitió. No se sentía confortable diciéndolo, pero no parecía haber otra posible acción, para nada.

"Rita Skeeter intentó destruir mi reputación, mas yo ejecuté un ingenioso plan y destruí su reputación primero."

"Rita Skeeter me retó. Ella perdió el juego, y yo gané."

"Rita Skeeter era un obstáculo en mis planes futuros. No tuve otra opción excepto enfrentarme a ella si deseaba que esos planes fructificaran."

"Rita Skeeter era mi enemigo."

"No es posible que logre algo en mi vida si no estoy dispuesto a derrotar a mis enemigos."

"He derrotado a uno de mis enemigos el día de hoy."

"Soy un buen chico."

"Merezco una recompensa especial."

"Ah," exclamó el Profesor Quirrell, quien había estado haciendo una benévola y maliciosa sonrisa durante las últimas lineas, "Veo que he tenido éxito en llamar su atención."

Eso era cierto. Y mientras Harry se sentía como si estuviera siendo encaminado hacía algo - no, eso no era una sensación, él había sido encaminado – él no podía negar que recitar esas cosas, y ver al Profesor Quirrell sonreír, hacía que se sintiera mejor.

El Profesor Quirrell introdujo su mano dentro de su túnica, con un gesto lento y deliberadamente significante, y sacó...

...un libro.

Era diferente de cualquier libro que Harry hubiera visto antes, los bordes y esquinas visiblemente maltratados; devastado era la palabra que le venía a la mente, como si hubiera sido arrancado de una mina de libros.

"¿Qué es?" suspiró Harry.

"Un diario," contestó el Profesor Quirrell.

"¿De quién?"

"De una persona famosa." el Profesor Quirrell sonreía con todos los dientes.

"De acuerdo..."

La expresión de el Profesor Quirrell se volvió más sería. "Sr. Potter, uno de los requisitos para convertirse en un mago poderoso es una memoria excelente. La clave para un acertijo es con frecuencia algo que usted leyó veinte años atrás en un antiguo pergamino, o un anillo peculiar que usted vio en el dedo de un hombre que nada más conoció una vez. Menciono esto para explicar cómo me las arregle para recordar este objeto, y la solapa, bastante tiempo después de haberlo conocido a usted. Vera, Sr. Potter, en el transcurso de mi vida, he visto un número de colecciones privadas que le pertenecían a individuos quienes, a lo mejor, no eran del todo merecedores de lo que poseían -"

"¿Usted lo robó?" Harry preguntó con incredulidad.

"Eso es correcto," admitió el Profesor Quirrell. "Muy recientemente, de hecho. Creo que usted apreciara más éste objeto que el vil hombrecillo que lo tenía únicamente con el propósito de impresionar con su rareza a sus igualmente viles amigos."

Harry simplemente se quedó boquiabierto.

"Aunque si siente que mis acciones son incorrectas, Sr. Potter, supongo que no es necesario que acepte este regalo especial. Aún cuando yo no pienso tomarme el problema de regresar lo robado. ¿Entonces qué será lo que sucederá?"

El Profesor Quirrell arrojó el libro de una mano a otra, causando que Harry casi se lanzara a cogerlo involuntariamente con una mirad de desmayo.

"Oh," habló el Profesor Quirrell, "no se preocupe por maniobrar este libro con un poco de rudeza. Usted podría tirar este diario en una chimenea y emergería sin un rasguño. En cualquier caso, aguardo su decisión."

El Profesor Quirrell lanzó el libro despreocupado hacía el aire y lo atrapó de nuevo, sonriendo diabólicamente.

No, respondieron Gryffindor y Hufflepuff.

, respondió Ravenclaw. ¿Qué parte de la palabra 'libro' no comprendieron ustedes dos?

La parte de robar, argumentó Hufflepuff.

Oh, vamos, replicó Ravenclaw, realmente no pueden pedirnos que digamos no y pasar el resto de nuestra vida suponiendo qué es lo que era.

Suena como un positivo neto desde un punto de vista objetivamente utilitario, expuso Slytherin. Piensa en ello como una transacción económica que genera ganancia del intercambio, nada más que sin la parte del intercambio. Además, nosotros no lo robamos y no ayudaría a nadie que el Profesor Quirrell se lo quede.

¡Él está intentando que te vuelvas Oscuro! chilló Gryffindor, y Hufflepuff asintió con firmeza.

No seas un niñato ingenuo, siseó Slytherin, él está intentando enseñarte Slytherin.

Sí, concordó Ravenclaw. Quien fuera que poseyera el libro antes probablemente era un Mortífago o algo por el estilo. Su lugar está a nuestro lado.

La boca de Harry se abrió, entonces se paralizó a la mitad del camino, una agonizada mirada sobre su rostro.

El Profesor Quirrell parecía estar divirtiéndose muchísimo. Tenía el libro balanceado en una de sus esquinas, con un dedo, y lo mantenía bien derecho al tiempo que murmuraba una pequeña tonada.

Entonces hubo un llamado a la puerta.

El libro volvió a desaparecer dentro de la túnica de el Profesor Quirrell, y él se levantó de su silla. El Profesor Quirrell empezó a caminar hacia la puerta -

- y tropezó, inesperadamente tumbándose contra la pared.

"Todo está bien," clamó la voz del Profesor Quirrell, que de un momento a otro sonaba mucho más débil de lo usual. "Siéntese, Sr. Potter, no es más que un mareo temporal. Siéntese."

Los dedos de Harry se aferraron sobre los bordes de su silla, inseguro de qué debería hacer, de qué podría hacer. Harry ni siquiera podía aproximarse demasiado al Profesor Quirrell, no a menos que quisiera desafiar esa sensación de Perdición -

El Profesor Quirrell se enderezó, luego, su respiración se volvió un poco pesada, y abrió la puerta.

La camarera entró, trayendo un platero con comida; y mientras ella distribuía los platos, el Profesor Quirrell se dirigió con lentitud de regreso a la mesa.

Aunque para cuando la camarera estaba haciendo su inclinación de despedida, el Profesor Quirrell ya estaba sentado muy derecho y sonriendo otra vez.

Aún así, el breve episodio de lo-que-fuera-que-fuera había decidido por Harry. Él no podía decir que no, no cuando el Profesor Quirrell había pasado por tantos problemas.

"Sí," Harry aceptó.

El Profesor Quirrell levantó un dedo precavido, luego desenfundo su varita de nuevo, bloqueo la puerta como antes, y repitió los mismos tres Encantamientos de la vez anterior.

Entonces el Profesor Quirrell volvió a sacar el libro de su túnica y lo arrojó a Harry, quien casi lo deja caer en su sopa.

Harry le disparó al Profesor Quirrell una mirada de impotente indignación. No se suponía que hicieras eso con los libros, encantados o no.

Harry abrió el libro con arraigado, instintivo cuidado. Las páginas eran demasiado gruesas, con una textura que no era como el papel Muggle o el pergamino mágico. Y los contenidos estaban...

...¿en blanco?

"Se supone que esté viendo -"

"Vea cerca del inicio," señaló el Profesor Quirrell, y Harry (como siempre con ese impotente, arraigado cuidado) volteó un bloque de páginas hacía atrás.

Las letras eran obviamente manuscritas, y muy difíciles de leer, pero Harry pensó que las palabras podrían estar en Latín.

"¿Qué es esto?" preguntó Harry.

"Eso," respondió el Profesor Quirrell, "es un registro de las investigaciones mágicas de un hijo de Muggles que nunca vino a Hogwarts. Él rehusó su carta, y condujo sus pequeñas investigaciones por cuenta propia, que nunca llegaron muy lejos sin una varita. De la descripción en la solapa, espero que su nombre guarde más significado para usted que para mí. Ese, Harry Potter, es el diario de Roger Bacon."

Harry casi se desmayó.

Aplastado contra la pared, en donde el Profesor Quirrell se había tropezado, brillaban los destrozados restos de un bello escarabajo azul.



Capítulo 25             Capítulo 27



Nota del traductor

Lo de Yakka foob mog. Grug pubbawup zink wattoom gazork. Chumble spuzz J. K. Rowling, es una referencia al comic de Calvin & Hobbes, de Diciembre 31 de 2007, en que a Calvin le piden explicar la Primera Ley del Movimiento de Newton con sus propias palabras, ante lo cual Calvin responde con esa incoherencia, menos el J. K. Rowling, añadiendo: “Amo los vacíos legales.” Así que esa introducción puede ser un chiste en varios niveles, ya sea porque Eliezer Yudkowsky dice que la Primera Ley del Movimiento es para muchos simplemente 'magia' o porque es una forma de explicar que él, con HPMoR, está haciendo una interpretación propia de la obra de Rowling.

En la parte en que el Profesor Quirrell se tambalea y se apoya contra la pared, él le asegura a Harry que no es más que un “dizzy spell” lo que literalmente se traduce como “mareo temporal”, sin embargo, teniendo en cuenta lo que realmente está sucediendo, y como “spell” por sí sólo puede significar “hechizo” a lo mejor indica que en realidad el malestar de el Profesor Quirrell se debió a alguna clase de protección que Rita Skeeter tenía sobre ella para que normalmente no fuera tan fácil de aplastar, y aún con un poder mágico superior, el Profesor Quirrell se vio algo afectado.

Tras leer los dos párrafos anteriores, creo que prestó demasiada atención a los detalles. Y lo que sigue lo acaba de demostrar.

Un Inefable es un mago que trabaja en el Departamento de Misterios del Ministerio de Magia. No se les permite hablar de su trabajo, por lo que es poco lo que se sabe sobre ellos. De acuerdo a Dumbledore, cada Inefable se especializa en el estudio de alguna materia extraña y peligrosa, como se demuestra en La Orden del Fénix, el cuarto en que murió Sirius era La Cámara de la Muerte. Es posible que existan otros cuartos para el Tiempo (de hecho ahí era donde se guardaban los Giratiempos, todos destruidos en la misma batalla que acabo de mencionar), otro para el Amor, etc.

Gracias a RochiiR.C.R que me hizo la corrección con el término de Inefable.

Roger Bacon fue un filósofo, científico, y teólogo escolástico de la orden franciscana, diferenciado de otros por hacer énfasis en el análisis de lo empírico, y es considerado como el primero en sentar las bases de el método científico.

Referencias muy interesante al canon de Harry Potter, como lo del episodio entre el Slytherin y el Gryffindor de sexto año, un guiño a lo que sucedió entre Harry y Draco en su sexto año: ¡Sectumsempra! O al mal comportamiento de Harry, Ron y Hermione en La Cámara de los Secretos.

Hay que tener miedo cada vez que el Profesor Quirrell entone ese murmullo. Tengo la impresión que estaba planeando lo de Skeeter desde que acordó salir el Domingo con Harry, creo que esa en verdad fue su idea placentera.

Definitivamente, esa frase final se me hace magistral, una sorpresa total que ante nuestros ojos se acabara de cometerse un asesinato, revelada de la manera más impactante posible.

En general, este capítulo me causa un poco de malestar, como periodista que soy, de título universitario al menos. Tanto desprecio hacía una de las carreras más comunes para un escritor, duele un poquito en mi frágil corazoncillo. De pronto por eso no tengo madera para periodista sensacionalista al menos. Quiero creer que Quirrell se refería a ese tipo de periodismo en particular, tengo la fe.

Acabo de ver el final del tercer libro de La leyenda de Korra. Devastador, me hizo llorar.

Asegúrense de pasar por mi canal de YouTube y ver los últimos vídeos que he estado haciendo, les prometo que se reirán mucho conmigo.

Mientras siga en lo de la edición de mi libro, pues HPMoR como tal sigue a media máquina, como mínimo les prometo otro capítulo para el mes de Septiembre.

Muchas gracias por leer y por su apoyo con esta humilde traducción.



Rhaidot

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