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domingo, 2 de febrero de 2020

Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad Capítulo 102

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Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad


profesor quirrell
Profesor Quirrell por arahneed


Capítulo 102: Preocupación


Junio 3, 1992.

El Profesor Quirrell estaba muy enfermo.

Había parecido mejor por un tiempo, tras haber bebido la sangre de unicornio en Mayo, pero el aire de intenso poder que lo había rodeado después no había durado ni un día. Para los Idus de Mayo, las manos del Profesor Quirrell estaban temblando otra vez, aunque sutilmente. El régimen médico del Profesor de Defensa había sido interrumpido demasiado pronto, aparentemente.

Seis días atrás el Profesor Quirrell había colapsado a la hora de la cena.

Madam Pomfrey había intentado prohibir que el Profesor Quirrell fuera a enseñar sus clases, y el Profesor Quirrell le había gritado a ella en frente de todos. El Profesor de Defensa había gritado que de todos modos se estaba muriendo, y usaría el tiempo que le quedaba como él escogiera.

Así que Madam Pomfrey, pestañeando mucho, le había prohibido al Profesor de Defensa hacer cualquier cosa excepto enseñar sus clases. Había pedido la ayuda de un voluntario para llevar al Profesor Quirrell a un cuarto en la enfermería de Hogwarts. Más de cien estudiantes se habían puesto de pie, únicamente la mitad tenía bordes verdes.

El Profesor de Defensa ya no se sentaba a la Mesa de Profesores durante las comidas. Ya no lanzaba hechizos durante sus lecciones. Los estudiantes de mayor edad que tenía más puntos Quirrell le ayudaban a enseñar, los de séptimo año que ya habían presentado sus E.X.T.A.S.I.S. en Mayo. Tomaban turnos para llevarlo flotando desde su cuarto en la enfermería hasta sus clases, y le traían la comida a las horas correspondientes. El Profesor Quirrell supervisaba sus clases de Batalla Mágica desde una silla, sentado.

Ver morir a Hermione había dolido más que esto, sin embargo había terminado mucho más rápido.

Este es el verdadero Enemigo.

Harry ya había pensado eso, tras la muerte de Hermione. Ser forzado a observar al Profesor Quirrell morir, día tras día, semana tras semana, no había hecho mucho para cambia su opinión.

Este es el verdadero Enemigo que tengo que enfrentar, Harry pensó el Miércoles en clase de Defensa, contemplando al Profesor Quirrell yéndose para un lado de su silla antes de que el asistente de séptimo año lo atrapara. Todo lo demás no son más que sombras y distracciones.

Harry había estado reflexionando sobre la profecía de Trelawney en su mente, preguntándose si quizá el verdadero Señor Oscuro no tenía nada que ver con el Señor Voldemort. Nacido de aquellos que lo desafiaron tres veces parecía evocar fuertemente a los hermanos Peverell y las tres Reliquias de la Muerte - aunque Harry no veía exactamente cómo la Muerte lo podría haber marcado como un igual, lo que parecía implicar algún tipo de acción deliberada por parte de la muerte.

Solamente este es el verdadero Enemigo, Harry pensó. Después vendrá la Profesora McGonagall, Mamá y Papá, incluso Neville a su tiempo, a menos que la herida en el mundo pueda ser sanada antes de eso.

No había nada que Harry pudiera hacer. Madam Pomfrey ya estaba haciendo por el Profesor Quirrell lo que la magia podía hacer, y la magia parecía ser estrictamente superior a las técnicas Muggle cuando se trataba de sanar.

No había nada que Harry pudiera hacer.

Nada que él pudiera hacer.

Nada.

Nada de nada.

...

Harry levantó su mano, y llamó a la puerta, en caso de que la persona allí adentro ya no lo pudiera detectar.

"¿Qué sucede?" surgió una forzada voz desde el cuarto de la enfermería.

"Soy yo."

Hubo una larga pausa. "Adelante," comunicó esa voz.

Harry se deslizó adentro y cerró la puerta detrás suyo, y lanzó el Encantamiento Silenciador. Se quedó de pie tan lejos como pudo del Profesor Quirrell, nada más en caso de que su propia magia estuviera haciendo que el Profesor se sintiera incómodo.

Aunque la sensación de destrucción se estaba desvaneciendo, desvaneciendo con cada día que pasaba.

El Profesor Quirrell estaba acostado en su cama de enfermería, únicamente su cabeza levantada por una almohada. Un cobertor con material de algodón, rojo con bordes negros, cubría su pecho. Un libro flotaba frente a sus ojos, delineado con un pálido resplandor que también rodeaba un cubo negro que yacía sobre la cama. No era la propia magia del Profesor de Defensa, entonces, sino algún tipo de dispositivo.

El libro era Pensando en Física por Epstein, el mismo libro que Harry le había prestado a Draco unos cuantos meses atrás. Harry había dejado de preocuparse por su uso indebido varias semanas atrás.
"Este -" El Profesor Quirrell dijo, y tosió, no se oyó muy bien. "Este es un libro fascinante... de haberme dado cuenta antes..." Una carcajada, mezclada con otra tos. "¿Por qué asumí que las artes Muggles... no debían ser mías? ¿Que no serían... de utilidad para mí? ¿Por qué nunca me molesté en intentar... comprobarlo experimentalmente... como usted lo pronunciaría? ¿En caso... de que mis suposiciones... fueran equivocadas? Parece completamente tonto de mi parte... en retrospectiva..."
Harry estaba teniendo más problemas para hablar que el Profesor Quirrell. Sin palabras, Harry metió la mano en su bolsillo, y depositó un pañuelo sobre el suelo; que luego desdobló para revelar un pequeño guijarro blanco, redondo y liso.

"¿Qué es eso?" inquirió el Profesor de Defensa.

"Es un, es un, Transformado, unicornio."

Harry había revisado los libros, había descubierto que puesto que él era demasiado joven para tener pensamientos sexuales sería capaz de aproximarse a un unicornio sin temor. Los mismos libros no habían informado que los unicornios fueran inteligentes. Harry ya se había dado cuenta que cada especie mágica inteligente era al menos parcialmente humanoide, desde las sirenas hasta los centauros hasta los gigantes, desde los elfos hasta los duendes hasta las veela. Todos tenían emociones esencialmente humanas, muchos eran conocidos por cruzarse con humanos. Harry ya había razonado que la magia no creaba nueva inteligencia sino que cambiaba la apariencia de seres geneticamente humanos. Los unicornios eran equinos, no eran ni siquiera parcialmente humanoides, no hablaban, no usaban herramientas, era casi una certeza que no eran más que caballos mágicos. Si era correcto comer una vaca para alimentarse uno mismo durante un día, entonces tenía que ser correcto beber sangre de unicornio para repeler la muerte durante semanas. No podía ser una cosa sin la otra.

Así que Harry había entrado dentro del Bosque Prohibido usando su Capa. Había buscado la Alameda de los Unicornios hasta que la vio, una orgullosa criatura con un pelaje blanco puro y un cabello violeta, con tres manchas azules sobre su costado. Harry se había acercado, y los ojos de zafiro lo habían contemplado inquisitivos. Harry había golpeado son sus zapatos la secuencia 1-2-3 sobre el suelo varias veces. El unicornio no había dado ninguna señal de respuesta. Harry se había acercado más, cogido su pezuña entre sus manos, y tocado suavemente la misma secuencia con la pezuña del unicornio. El unicornio únicamente se lo había quedado mirando con curiosidad.

Y algo sobre alimentar al unicornio con los cubos de azúcar untados de poción para dormir todavía se había sentido como homicidio.

Esa magia le da a su existencia un peso significativo que ningún otro mero animal puede poseer... asesinar algo inocente para salvarse a uno mismo, ese es un pecado muy grave. Aquellas dos frases, de la Profesora McGonagall, del centauro, ambas habían recorrido la mente de Harry, una y otra vez mientras el unicornio blanco había bostezado, acostado en el suelo, y cerrado sus ojos para la que sería su última vez. La Transformación había tardado una hora, y los ojos de Harry se habían mojado repetidamente durante su trabajo. La muerte del unicornio podría no haber ocurrido entonces, pero vendría pronto, y era impropio de la naturaleza de Harry intentar rehuir de la responsabilidad fuera cual fuera. Harry nada más esperaba que, si no matabas al unicornio para salvarte a ti mismo, si lo hacías para salvar a un amigo, que al final de cuentas fuera aceptable.

Las cejas del Profesor Quirrell treparon hasta lo más alto. Su voz se puso menos suave, con algo de su usual filo, cuando pronunció, "Le prohíbo que vuelva a hacer eso."

"Me imaginé que iba a decir algo así," Harry replicó. Tragó saliva de nuevo. "Sin embargo este unicornio ya está, ya está condenado, así que sería mejor que lo aproveche, Profesor..."

"¿Por qué hizo esto?"

Si el Profesor de Defensa realmente no comprendía eso, era más lento en lo positivo que cualquiera que Harry hubiese conocido. "Seguía pensando que no había nada que yo pudiera hacer," Harry contestó. "Me cansé de pensar eso."

El Profesor Quirrell cerró sus ojos. Su cabeza se dejó caer sobre la almohada. "Tuvo suerte," el Profesor de Defensa explicó con suave voz, "que un unicornio Transformado... no activase las protecciones de Hogwarts, como una criatura extraña... tendré que... salir afuera de los terrenos de la escuela, para poder usarlo... aunque eso se puede arreglar. Les comunicaré que deseo contemplar el lago... A usted le pediré renovar la Transformación antes de irse, y debería durar lo suficiente, tras eso... y con lo que me queda de fuerza, deshacer cual sea la alarma letal que fue puesta sobre la manada... que, al no estar muerto el unicornio todavía, sino solamente Transformado, aún no se habrá activado... usted tuvo mucha suerte, Sr. Potter."

Harry asintió. Empezó a hablar, luego se detuvo otra vez. Las palabras parecían pegarse en su garganta nuevamente.

Ya has calculado las utilidades esperadas, si llega a funcionar, si sale mal. Has asignado probabilidades, has multiplicado, y luego echaste la respuesta a un lado y seguiste tu nuevo instinto, que era el mismo. Así que dilo.

"Conoce usted," Harry preguntó sin firmeza, "¿algún método, por el cual su vida pueda ser salvada?"

Los ojos del Profesor de Defensa se abrieron. "¿Por qué... me preguntas eso, niño?"

"Hay... un hechizo del que escuché, un ritual -"

"Guarda silencio," demandó el Profesor de Defensa.

Un instante después una serpiente yacía sobre la cama.

Incluso los ojos de la serpiente estaban atontados.

No se alzó.

"Ssigue hablando," siseó la serpiente, únicamente su lengua silbante en movimiento.

"Hay... hay un ritual, del cual esscuché por boca del jefe de esscuela, por el cual él cree que el Sseñor Osscuro podría sseguir con vida. Sse llama -" y Harry se detuvo, al darse cuenta que no sabía cómo pronunciar esa palabra en Lengua Parsel. "Horrocrux. Necessita un assessinato, he esscuchado. Ssin embargo ssi ussted esstá muriendo de todoss modoss, ussted podría intentar adaptar el ritual, inclusso ssi implica un mayor riessgo el nuevo hechizo, para que pueda sser hecho con un ssacrificio diferente. Cambiaría el mundo entero, ssi ussted tiene exito - aunque yo no ssé nada ssobre el hechizo - el jefe de esscuela pienssa que dessgarra una parte del alma, aunque no veo cómo esso podría sser verdad -"

La serpiente estaba siseando para carcajearse, una extraña carcajada afilada, casi histérica. "¿Ussted intenta ensseñarme esse hechizo a mí? ¿Yo? Debess aprender máss cautela en el futuro, niño. Pero no importa. Desscubrí el hechizo horrocrux dessde hace mucho tiempo. Ess inssignificante."

"¿Insignificante?" Harry habló en voz alta por la sorpresa.

"Ssería un hechizo ssin ssentido dessde el principio, de exisstir lass almass. ¿Dessgarrar una parte del alma? Esso ess mentira. Dessinformación para essconder verdadero ssecreto. Ssolamente aquel que no crea en las mentirass comuness razonará máss allá, verá bajó la osscuridad, darsse cuenta de cómo lanzar el hechizo. Assessinato no ess necessario en ritual para nada. Muerte repentina a vecess hace fantassma, ssi la magia explota y sse pega en alguna cossa cercana. Hechizo Horrocrux canaliza la explossión de muerte a travéss de quien lo lanza, crea tu propio fantassma en vez del de la víctima, imprime fantassma en disspossitivo esspecial. Ssegunda víctima recoge el disspossitivo horrocrux, disspossitivo imprime tuss memoríass ssobre essa perssona. Ssin embargo ssólo permanecen lass memoríass hassta el momento en que fue fabricado el disspossitivo. ¿Obsservass la falla?"

Había regresado la sensación ardiente en la garganta de Harry. "No hay continuidad de -" no había una palabra serpiente para consciencia "- sser, por lo que podríass penssar que trass hacer el horrocrux, entoncess sser con nuevass memoríass muere y no ess resstaurado -"

"Ssí, lo obsservass. Ademáss el interdicto de Merlín previene que loss hechizoss poderossoss passen a travéss de tal disspossitivo, puessto que no esstá realmente vivo. Loss Magoss Osscuross que regressan assí sson por lo tanto máss débiless, derrotadoss facilmente. Ninguno ha perssisstido mucho por tal medio. Lass perssonalidadess cambian, sse mezclan con lass de la víctima. La muerte no ess verdaderamente ssuperada. El sser real esstá pérdido, como lo expressaríass tú. No ess de mi agrado para miss gusstoss en la actualidad. Admito que lo conssideré, hace mucho tiempo."

Nuevamente un hombre yacía sobre la cama de enfermería. El Profesor de Defensa respiró, luego produjo un retorcido sonido de tos.

"¿Puede darme la receta completa para el hechizo?" Harry solicitó, tras un momento de deliberación. "Podría haber algún modo de mejorar las fallas, con suficiente investigación. Alguna manera para hacerlo con ética y que funcione." Como hacer la transferencia en un cuerpo clonado con un cerebro en blanco, en vez de una víctima inocente, lo que también podría mejorar la fidelidad de la transferencia de personalidad... aunque eso todavía dejaba otros problemas.

El Profesor Quirrell produjo un corto sonido, bajo su aliento, que podría haber sido una risa. "Sabes, niño," el Profesor Quirrell susurró, "Había pensado... enseñarte todo... las semillas de todos los secretos que descubrí... de una mente viva a otra... para que así después, cuando fueras a encontrar los libros correctos, serías capaz de comprender... Habría pasado mi conocimiento sobre ti, mi heredero... habríamos empezado tan pronto como lo hubieses pedido... pero tú nunca me lo pediste."

Incluso el dolor que rodeaba a Harry como agua espesa cedió ante eso, a la tremenda magnitud de la oportunidad perdida. "¿Se suponía que yo - ? ¡Yo no sabía que se suponía que yo - !"

Otra carcajada tosida. "Ah sí... el ignorante hijo de Muggles... en herencia sino en sangre... ese eres tú. Aunque  lo he reflexionado... mejor... usted nunca debería recorrer mi camino... no fue un buen camino, al fin y al cabo."

"¡No es demasiado tarde, Profesor!" Harry exclamó. Una parte de Harry aulló que él estaba siendo egoísta, y luego otra parte gritó más; habría otras personas para ayudar.

"Sí, es demasiado tarde... y usted no podrá... persuadirme de lo contrario... yo lo he... reflexionado mejor... como dije... estoy demasiado lleno... de secretos que estarían mejor olvidados... mírame."

Harry lo miró, casi a pesar de sí mismo.

Vio a una cara todavía sin arrugas, que parecía vieja y dolorida, bajo una cabeza que rápidamente perdía su cabello, incluso las sienes ya se veían peladas; Harry observó un rostro que siempre pensó era afilado, que ahora revelaba ser fino, músculo y grasa yéndose de ese rostro, al igual que de los brazos, que lucían como los de la forma esquelética de Bellatrix Black que había visto en Azkaban -

La cabeza de Harry huyó hacia un lado, sin pensar.

"Usted lo ve," murmuró el Profesor. "Me disgusta sonar como un cliché... Sr. Potter... sin embargo la verdad es que... las Artes llamadas Oscuras... realmente no son buenas para una persona... al final de cuentas."

El Profesor Quirrell inhaló, exhaló. Hubo silencio por un rato en la enfermería, los dos eran vigilados únicamente por los elaborados ornamentos sobre las paredes de piedra.

"¿Queda algo... sin decir entre nosotros?" inquirió el Profesor Quirrell. "No me voy a morir... claro está... no ahora mismo... pero no sé por cuánto más... seré capaz de conversar."

"Hay," Harry dudó, tragó saliva otra vez. "Hay muchas cosas, demasiadas cosas, aunque... podría ser incorrecto que yo elija esta, pero no quiero - que esta pregunta quede sin respuesta - ¿serpiente?"

Una serpiente yacía sobre la cama.

"Aprendí cómo funciona la Maldición Assessina. Requiere odio verdadero para sser lanzada, no demassiado odio, ssino querer al objetivo muerto, esso me dijeron. En la prissión con loss come-vidass, ussted lanzó la Maldición Assessina al guardia - afirmó que no lo quería muerto - ¿fue esso una mentira? Aquí, ahora, a essta distancia - ussted puede decir la verdad - inclusso ssi teme que lo haga quedar mal - no debería tener importancia ahora, maesstro. Desseo ssaber. Debo ssaber. No lo voy a abandonar, ssin importar resspuessta."

Un hombre yacía sobre la cama.

"Escuche con cuidado," el Profesor Quirrell susurró. "Le voy a proponer un enigma... un acertijo sobre un hechizo peligroso... cuando usted conozca la respuesta a ese rompecabezas... también sabrá... la respuesta a su pregunta... ¿está escuchando?"

Harry asintió.

"Hay una limitación... para la Maldición Asesina. Para invocar una vez... en un combate... debe odiar lo suficiente... para querer al otro muerto. Para invocar Avada... Kedavra dos veces... debe odiar lo suficiente como... para matar dos veces... para cortar su garganta con sus propias manos... para verlos morir... y luego volver a hacerlo. Muy pocos... pueden odiar tanto... como para matar a alguien... cinco veces... ellos se... aburrirán." El Profesor de Defensa respiró varias veces, antes de continuar. "Pero si repasa la historia... encontrará algunos Magos Oscuros... que podían lanzar la Maldición Asesina... una y otra vez. Una bruja del siglo diecinueve... quien se llamaba a sí misma Dark Evangel... los Aurores la llamaban A. K. McDowell. Ella podía invocar la Maldición Asesina... una docena de veces... en una misma pelea. Pregúntese a sí mismo... como yo lo hice... ¿cuál es el secreto... que ella conocía? ¿Qué es más letal que el odio... y fluye sin límite?"

Un segundo nivel para el hechizo Avada Kedavra, igual que con el Encantamiento Patronus...

"Realmente no me importa," Harry contestó.

El Profesor de Defensa se carcajeó como un anciano. "Bueno. Ya estás... aprendiendo. Así que ves..." Una pausa de transformación. "No desseaba la muerte del guarda, desspuéss de todo. Invoqué la Maldición Assessina, aunque no con odio." Y luego fue un hombre.

Harry tragó saliva con fuerza. A la vez era mejor, y peor, que lo que Harry había sospechado; y bastante característico del Profesor Quirrell. Un alma rota, seguramente; sin embargo el Profesor Quirrell nunca había clamado no serlo.

"¿Cualquier otro... asunto?" cuestionó el hombre en la cama.

"Está absolutamente seguro," Harry interrogó, "¿de que no hay nada que usted haya escuchado que lo podría salvar, Profesor? ¿En todo su saber secreto? Encontrar y unir las tres Reliquias de la Muerte, un antiguo artefacto que Merlín selló detrás de un acertijo que nadie descubrió? Usted ha visto algo de lo que yo puedo hacer. Que soy bueno para resolver acertijos. Usted sabe que puedo descubrir cosas, a veces, que otros magos no pueden. Yo -" la voz de Harry se rompió. "Yo tengo una fuerte preferencia por su vida, por encima de su muerte, Profesor Quirrell."

Hubo una larga pausa.

"Una cosa," murmuró el Profesor Quirrell. "Una cosa... que lo podría hacer... o podría ser que no... aunque obtenerlo... está más allá de su poder, o el mio..."

Oh, no era más que la introducción para una sub-misión, opinó el Crítico Interno de Harry.

Todas las otras partes le gritaron a esa parte para que se callara. La vida no funcionaba así. Los artefactos antiguos podían ser hallados, pero no en un mes, no cuando no podías salir de Hogwarts y seguías en tu primer año.

El Profesor Quirrell respiró profundamente. Exhaló. "Lo siento... eso salió... demasiado dramático. No se... llene de esperanzas... Sr. Potter. Usted preguntó... por cualquier cosa... sin importar cuán improbable. Hay... un cierto objeto... llamado..."

Una serpiente yacía sobre la cama.

"La Piedra Filossofal," siseó la serpiente.

Si todo este tiempo había existido un medio para crear una inmortalidad segura de modo masivo y a nadie le había importado, Harry iba a perder la cabeza y los iba a matar a todos.

"Leí ssobre ella en un libro," Harry siseó. "Concluí que era obviamente un mito. No hay razón para que el missmo disspossitivo pudiera proveer inmortalidad y oro ssin fin. No a menoss que alguien estuviera inventando hisstoriass felicess. Ssin mencionar, que cada perssona cuerda debería esstar invesstigando manerass de fabricar máss Piedrass, o ssecuesstrar al fabricante para producir máss. Penssé en ussted esspecíficamente, maesstro."

Un siseo de risa fría. "Razonamiento ess ssabio, aunque no lo ssuficiente. Al igual que con el hechizo horrocrux, lo abssurdo essconde el verdadero ssecreto. La verdadera Piedra no ess lo que la leyenda assevera. Verdadero poder no ess lo que lass hisstoriass afirman. Ssupuessto fabricante no fue en realidad quien la fabricó. Quien la possee ahora, no nació con el nombre que ahora ussa. Aún así Piedra ess en verdad un poderosso disspossitivo de ssanación. ¿Sse te ha hablado de ella?"

"Ssolamente en libro."

"Aquel que possee la Piedra ahora ess receptáculo de mucho conocimiento perdido. Le ensseñó muchoss ssecretoss al jefe de esscuela. ¿Jefe de esscuela no ha revelado nada ssobre el posseedor de Piedra, nada ssobre la Piedra? ¿Ninguna pissta?"

"No que yo pueda recordar ahora missmo," Harry replicó honestamente.

"Ah," siseó la serpiente. "Ah, bueno"

"Le podría preguntar al jefe de esscuela -"

"¡No! No le preguntess, niño. Él no recibirá bien ninguna pregunta."

"Pero ssi la Piedra ssolamente ssana -"

"Jefe de esscuela no cree esso, no lo va a creer. Demassiadoss han persseguido la Piedra, o persseguido el conocimiento ssecreto de ssu posseedor. No hagass preguntass. No debess preguntar. No intentess obtener Piedra por tu cuenta. Te lo prohíbo."

Una vez más un hombre yacía sobre la cama. "Estoy en... mi límite..." admitió el Profesor Quirrell. "Debo recuperar... mi fuerza... antes de ir... al bosque... con tu regalo. Vete ahora... sin embargo renueva la Transformación... antes de irte."

Harry se estiró, tocó el guijarro blanco que estaba sobre la servilleta, renovando la Transformación. "Debería durar por una hora y quince minutos más," Harry informó.

"Tus estudios... hazlo bien."

Era más largo que lo que las Transformaciones de Harry habían durado al principio del año escolar. Los hechizos de segundo año ya eran fáciles para él, sin forzarse; lo que no era sorprendente, ya que tendría doce años en menos de dos meses. Harry incluso podría lanzar el Encantamiento de Memoria, de haber sido bueno para alguien olvidar cada memoria relacionada a su brazo izquierdo. Estaba trepando la escalera del poder, lentamente, desde el mismísimo fondo.

Le llegó el pensamiento para una tristeza potencial, un pensamiento sobre una puerta que se abría mientras otra se cerraba; que Harry también rechazó.

...

La puerta a la enfermería se cerró detrás de Harry, mientras el Niño-Que-Vivió caminó rápido y determinado, encogido dentro de su Capa de Invisibilidad al moverse. Pronto, era de presumir, el Profesor Quirrell iba a pedir asistencia; y un trío de estudiantes mayores iba a guiar al Profesor de Defensa hasta algún lugar apacible, quizá el bosque, con la excusa de observar el lago o algo por el estilo. Algún lugar en que el Profesor de Defensa se pudiera comer un unicornio sin ser detectado, después que la Transformación de Harry perdiera efecto.

Y entonces el Profesor Quirrell estaría más saludable, por un tiempo. Su poder regresaría con el mayor esplendor que había llegado a tener, por un periodo de tiempo más corto.

No iba a durar.

Los puños de Harry se apretaron en medio de su caminata, la tensión irradiando de los brazos de sus músculos. Si el régimen de tratamiento del Profesor de Defensa no hubiese sido interrumpido, por Harry y los Aurores que él había traído a Hogwarts...

Era estúpido culparse a sí mismo, Harry lo sabía y de alguna manera su cerebro lo seguía haciendo de todos modos. Como si su cerebro estuviera buscando, hallando cuidadosamente y seleccionando alguna manera de que esto fuera su culpa, sin importar cuán rebuscado fuera.

Como si hacer que las cosas fueran su culpa fuera la única manera en que su cerebro supiera como afligirse.

Un trío de Slytherins de séptimo año pasaron por el pasillo a un lado de la forma invisible de Harry, en dirección hacia la oficina de la sanadora donde el Profesor esperaba, mostrándose profundamente serios y preocupados. ¿Así era como otras personas se dolían?

¿O acaso a ellos, en algún nivel, realmente no les importaba, como pensaba el Profesor Quirrell?

Hay un segundo nivel para la Maldición Asesina.

El cerebro de Harry había resuelto el acertijo en un instante, en cuanto lo escuchó; como si el conocimiento siempre hubiese estado dentro de él, esperando para hacerse a sí mismo conocido.
Harry había leído una vez, en algún lugar, que el opuesto de la felicidad no era la tristeza, sino el aburrimiento; y el autor había dicho que para encontrar la felicidad no tenías que preguntarte qué te hacia feliz, sino qué te emocionaba. Y por el mismo razonamiento, el odio no era el verdadero opuesto del amor. Incluso el odio era un tipo de respeto que le podías dar a la existencia de alguien. Si te importaba alguien lo suficiente como para preferir su muerte, significaba que estabas pensando en ellos.

Había surgido mucho antes, antes del Juicio, en una conversación con Hermione; cuando ella dijo algo sobre la Bretaña mágica siendo Prejuiciosa, lo que recientemente había sido probado de modo considerable. Y Harry había pensado - aunque no en voz alta - que al menos la habían dejado entrar en Hogwarts para ser escupida.

No como ciertas personas viviendo en ciertos países, que eran, en teoría, tan humanos como cualquier otro; quienes en teoría eran seres conscientes, más valiosos que cualquier mero unicornio. Pero a los que a pesar de ello no se les iba a permitir vivir en la Bretaña Muggle. A propósito, hay que reconocer, que ningún Muggle tenía el derecho de ver a un mago a los ojos. La Bretaña mágica podría discriminar contra los hijos de Muggles, pero al menos se les permitía entrar para que pudieran ser escupidos en persona.

¿Qué es más letal que el odio, y fluye sin límite?

"Indiferencia," Harry murmuró en voz alta, el secreto de un hechizo que él nunca sería capaz de lanzar; y siguió avanzando hacia la biblioteca para leer cualquier cosa que pudiera encontrar, fuera lo que fuera, sobre la Piedra Filosofal.

...

Capítulo 101             Capítulo 103


Nota del Traductor (26 de Enero de 2.020)


El próximo capítulo está alrededor de las 2.500 palabras por lo que espero publicarlo el 2 de Febrero en mi Patreon y el 9 de Febrero en mi blog y FFN. El resto del tiempo libre en la semana lo usaré para adelantar el capítulo después de ese, que es bastante largo, y es el comienzo de la última gran batalla de esta historia.

Empieza el hype.

Faltan 20 capítulos para el final de Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad.

Esta entrada fue posible gracias a Rocio Tou, Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp, Richard Nole, y Kbrem.


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Gracias por leer.

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