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sábado, 30 de mayo de 2020

Memorias de un mago enamorado 12

Capítulo 11              Índice           Capítulo 13

Memorias de un mago enamorado


luces de la ciudad
Foto original por Ali Khalafi

Capítulo 12: Conversando desde el miedo


La Sala de Recepción del Dios Dragón del Fuego había sufrido una remodelación desde la última vez que Jiro había estado allí. Ya no estaba el trono de oro amoblado con una tela roja ni la pantalla gigante led ni el equipo de sonido ni la nevera portátil ni otras comodidades con las que el Dios Dragón solía distraerse. Solamente quedaba la mesa de madera cuadrada para ocho personas, con sus butacas del mismo material.

Las quintillizas ya estaban sentadas. Masaki estaba ubicada en el puesto de honor que el Dios Dragón del Fuego solía conceder a quien se hubiese ganado su favor. Usaba un vestido rojo de volantes que le caía hasta los tobillos, y se había cortado el cabello al estilo pompadour. Nana y Suki estaban en un costado, engalanadas con blusas de tiras y faldas por encima de las rodillas. Frente a ellas, Riku y Mori usaban armadura ligera y remaches de cuero. La cabecera estaba vacía.

Todos los presentes, incluido Jiro, tenían el cabello rubio y los ojos de color carmesí.

—¿Dónde está nuestro amo? —Interrogó Jiro con aprehensión.

—El amo ya no te considera de confianza, hermano, por lo que ha cambiado su localización a un lugar desconocido para ti. —Respondió Nana con una sonrisa cruel sobre su rostro de ángel.

Yo soy la que voy a hacer las preguntas aquí. He sido designada por nuestro amo para hablar en su nombre. Espero que les quede claro a ambos, Nana y Jiro. —Declaró Masaki con tono autoritario.

Jiro tragó saliva. Nana chasqueó la lengua.

—Jiro, segundo hijo del Dios Dragón del Viento, estás acusado de haber traicionado a los Dioses. ¿Cómo te declaras? —Inquirió Masaki poniéndose de pie, haciendo que su copete temblara un poco hacia adelante.

Jiro respiró profundamente antes de contestar. No podía permitirse perder el control, tenía que pretender que no sentía miedo. Una palabra incorrecta, y sería ejecutado por ellas.

—Inocente. —Afirmó Jiro con voz templada.

—Que descaro, ¿cómo se atreve a decir eso tras haber asesinado a nuestro hermano menor? —Comentó Suki, y añadió una carcajada.

—Silencio hermana. Jiro, ¡explica por qué mataste a nuestro hermano Kuro, noveno hijo del Dios Dragón del Viento!

Jiro recordó que Kuro se burlaba de los títulos y fórmulas cada vez que podía. No pudo evitar sonreír.

—Técnicamente, no fui yo quien lo mató, sino la gravedad.

Nana y Suki se partieron de la risa. Mori y Riku no alteraron su expresión seria. Masaki se puso roja de la rabia y palmeó la mesa de madera en repetidas ocasiones.

—¡Silencio! ¡Silencio he dicho! ¡No te hagas el gracioso conmigo, Jiro! Nuestro amo tenía a Kuro en alta estima, era un siervo obediente y leal que nunca rechazó ninguna orden que se le dio, y cumplió con sus obligaciones a cabalidad. Él estaba bajo tus órdenes directas y tú lo mataste, ¿por qué? —Dijo Masaki, ahogada por la furia.

—Tuve que matarlo para proteger mi identidad. Ahora gozo de la confianza del Bastardo del Viento y la Melodía de la Muerte, y de otros cercanos a ellos. Pronto tendré la oportunidad de atacarlos cuando menos se lo esperen, y ambos desaparecerán para siempre. Kuro seguiría con vida si no hubiese organizado un ataque tan imprudente a mis espaldas —Explicó Jiro con serenidad.

Masaki escuchó atentamente. Luego se sentó, y cuando volvió a hablar pareció más calmada.

—Nuestro amo temía que te hubieses enamorado de Melodía de la Muerte.

—No sucedió tal cosa. Sin embargo, el Bastardo del Viento es poderoso e inteligente. No es fácil que baje la guardia. En cuanto a Melodía de la Muerte, Asesina de Dioses, toda discreción es necesaria. Una vez que ella empieza a cantar, la voluntad de luchar desaparece y la única opción es morir. —Argumentó Jiro, con una gota de sudor bajando por su frente.

—Siempre he sido partidaria de un ataque por la espalda. Si le haces explotar la cabeza o le cortas la garganta antes de que pueda reaccionar, ¡pum, problema resuelto! —Propuso Nana con efusión.

—El Bastardo del Viento no permitiría eso. Además, nuestro propio padre intentó eso y no funcionó. ¿Te crees más capaz que un Dios Dragón, hermana? Y eso fue hace cinco años. Ahora se ha hecho más fuerte, pude comprobarlo hace poco. —Cuestionó Jiro.

Nana retrocedió visiblemente dentro de su asiento, y otro tanto hizo Suki. Mori y Riku se adelantaron con expresión curiosa, y Masaki volvió a ponerse de pie con expresión preocupada.

—¿A qué te refieres con que se ha hecho más fuerte? ¡Responde, Jiro!

—Seguramente vieron cómo el Bastardo del Viento se hizo pasar por muerto para engañar a Kuro, ¿verdad? Pues yo estaba ahí, a unos pocos metros. Pude sentir como la magia de Melodía de la Muerte colaboró con la magia de viento para contenerse. Ella sigue teniendo un cierto control sobre su poder, aún si no lo recuerda de modo consciente. En la ola de destrucción que asesinó a nuestro padre, fue la primera ocasión que Melodía de la Muerte se permitió usar su máximo potencial. Eso fue hace cinco años. Hace dos días, el poder que sentí estando ahí, contenido por el esfuerzo de ambos, era el doble de fuerte que hace cinco años. —Afirmó Jiro, y no tuvo que fingir, porque en ese momento estaba diciendo la verdad.

—¡Imposible! —Exclamó Masaki y se quedó con la boca abierta.

—No miento. —Insistió Jiro.

—Eso significa que puede destruir todo ser vivo en un radio de dieciséis kilómetros en todas direcciones. —Habló Mori por primera vez. Su voz tenía reverencia académica más que temor.

—Como mínimo. —Añadió Jiro, satisfecho de su propia prudencia.

Las quintillizas se contemplaron entre sí, para luego reposar sus ojos sobre Masaki. Ella se acomodó el copete y luego contempló a Jiro directamente a sus ojos carmesí.

—Tienes tres días para asesinar a alguno de los dos. —Anunció Masaki con tono irrevocable.

Ahora fue Jiro quien se quedó con la boca colgando.

—¡Pero qué estás diciendo! ¿Cómo voy a lograr semejante hazaña? ¡Eso no tiene sentido! —Protestó Jiro desesperado, la compostura perdida por completo.

—Esta es la voluntad del Dios Dragón del Fuego. Melodía de la Muerte es un problema que se ha dejado vivir por demasiado tiempo. Debe ser eliminada ahora mismo, sobretodo si su poder sigue en aumento. Además, tienes que demostrar tu lealtad. Si tienes éxito, serás perdonado por la muerte de Kuro. Si fracasas, se le pondrá un precio a tu cabeza. Agradece que nuestro amo me ordenó conceder tres días para ti si podías proveer alguna información que fuera útil para su causa. —Sentenció Masaki y volvió a sentarse, indiferente a la cara suplicante de Jiro.

—Tic tac hermano, tic tac. —Se mofó Suki, moviendo el dedo índice de su mano derecha de un lado al otro, como un péndulo al revés.

Nana le sonrió con crueldad. Mori asintió su cabeza con firmeza y Riku lo siguió ignorando.

Jiro sabía que no iba a ganar nada más al quedarse ahí. Resignado, se dio la vuelta y se dirigió al ascensor. Su cerebro ya estaba pensando a toda marcha para encontrar un camino para salir con vida de todo ese embrollo.

...

Melodie dio vueltas en la cama durante dos horas hasta admitir que no podría dormir sin haber conversado en privado con Zeferino. Cogió su celular de su mesa de noche y le envió un mensaje de texto.


"¿Estás despierto, Zefer? Quiero hablar contigo ahora mismo, en persona. ¿Puedes venir a mi casa, sin que nadie se de cuenta de tu presencia?"


Pasaron cinco minutos sin que Zeferino respondiera. Melodie había recibido la notificación de que su mensaje había sido leído. Estaba pensando qué hacer cuando percibió la canción del viento cerca de ella. Se levantó de la cama a toda prisa y se alisó la pijama.

Se aproximó a su ventana y allí vio la figura de Zeferino, esperando afuera. Melodie vivía en el tercer piso de un edificio que a su vez estaba rodeado de otros edificios, por lo que su ventana daba hacia un callejón estrecho. Melodie abrió la ventana con tanto sigilo como le fue posible.

—¿Qué sucede? —Inquirió Zeferino con cautela.

—¿Puedes llevarme a tu casa? Sé que mis padres no nos pueden oír, pero mi hermano sí, y no lo quiero despertar.

Zeferino asintió e introdujo la mitad superior de su cuerpo dentro de la habitación de Melodie, para cargarla entre sus brazos. Él no tenía puesto más que unos calzoncillos tipo boxer de color negro.

—¿Dónde rayos está tu pijama? —Preguntó Melodie, estremecida doblemente por el frío de la noche y el roce de sus brazos con la piel de Zeferino.

—Esta es mi pijama. Vine a toda prisa. Apenas y me acordé de ponerme las gafas. Yo sí estaba durmiendo, ¿sabes? —Contestó Zeferino con una sonrisa.

La ventana se cerró con un suave chasquido detrás de ellos. Melodie volvió a pensar que la manipulación del viento era muy conveniente. Ambos se alzaron por encima de los edificios y estuvieron así, como suspendidos en el tiempo. Debajo de ellos la ciudad dormida a medias, con algunas luces todavía fulgurando, arriba en el cielo algunas pocas estrellas se habían asomado, la luna estaba oculta detrás de las oscuras nubes de lluvias que sólo se quedaban en amenazas.

Ella recostó su mejilla contra el pecho de Zeferino. Su corazón latía igual al de otros seres humanos, quizá un poco más rápido de lo normal. Melodie se sorprendió a sí misma evaluando la complexión de él. Aunque no era un bárbaro musculoso, tenía su figura bien delineada, era un cuerpo atlético, como el de un nadador.

—Hemos llegado. —Anunció Zeferino, carraspeando con la garganta.

Habían llegado al quinto piso de un edificio relativamente cercano al apartamento en que ella vivía.

—No es por quejarme, pero esta no es la mansión que había esperado.

—Esa queda a una hora de distancia. Este es un apartamento que compré porque queda más cerca de ti. Suelo dormir aquí más que en la mansión.

Mientras daba su explicación, Zeferino hizo un gesto con la mano que sostenía la espalda de Melodie, y eso provocó que la ventana de su apartamento se abriera sola, y que a ella le diera otro escalofrío. Entraron y la ventana se cerró tras ellos. Aterrizaron sobre el piso alfombrado y él descargó a Melodie con suavidad, primero ayudándola a bajar con la mano que había sostenido sus piernas.

Para ella había sido un momento íntimo, era la primera vez que la había llevado volando así, sin que sus vidas corrieran peligro. Para Melodie había sido un momento verdaderamente mágico, y se preguntó si había sido igual para él.

—¿Compraste este lugar sólo para vivir cerca de mí?

Zeferino asintió.

—Por favor, siéntate en el sofá. ¿Quieres algo de comer o de beber? Puedo preparar café caliente si lo deseas.

—Eso estaría muy bien. —Respondió ella acomodándose en el mullido sofá blanco.

Unos cuantos minutos después, Zeferino regresó de la cocina con una taza de café humeante. Se había puesto una camisa blanca.

—¿Sólo preparaste para mí? ¿Y tú no vas a tomar?

—No, el café me desvela demasiado. Y no me cae muy bien para el estómago. No soy como tú, no sé cómo le haces para tomar tanto café. —Dijo Zeferino sentándose a su lado.

Melodie sorbió un poco de la taza. Era un café con poca azúcar y bastante negro.

—Hasta sabes cómo me gusta el café. Aún me sigo sorprendiendo por lo mucho que me conoces, hasta en los pequeños detalles. —Melodie habló con un cierto deje de amargura.

—¿Es algo malo? —Inquirió Zeferino.

—No. Pero me hace cuestionarme, ¿por qué estuve dispuesta a olvidarte? ¿Qué pudo ser tan malo como para estar dispuesta a perder lo que había entre nosotros? —Melodie lo miró fijamente con sus ojos de color avellana.

Zeferino tragó saliva.

—Fue lo suficientemente malo, Mel. Tú habías pasado por bastantes cosas antes de conocerme, y tuviste que pasar por otras después. Fue una decisión difícil, y no fue una que hubieses tomado a la ligera.

—¿Estuviste de acuerdo cuando elegí borrar mis recuerdos?

Zeferino negó con la cabeza.

—No. Pero fue tu decisión, y la tuve que respetar. La debo seguir respetando.

Melodie tomó otro sorbo de café. Respiró profundamente y se atrevió a pronunciar la pregunta que no la había dejado dormir.

—Zefer, ¿me amas?

...

Capítulo 11              Índice           Capítulo 13

Nota de autor (30 de Mayo de 2.020)


Ya tengo una idea bastante clara de cómo será el final del primer libro de Memorias de un mago enamorado. Lo siento más como un final de temporada, a lo mejor mi estilo de escritura es demasiado cinematográfico. Esa fue una crítica que mi novia Melathana recibió una vez de parte de un profesor que quería que ella escribiera de un modo más bucólico y rural. Creo que ese profesor buscaba más destruirla como escritora que educarla.

Esta entrada fue posible gracias a Rocio Tou, Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.

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jueves, 28 de mayo de 2020

Memorias de un mago enamorado 11

Capítulo 10              Índice           Capítulo 12

Memorias de un mago enamorado


chica de cabello rojo bajo la nieve
Foto original por Rodolfo Sanches Carvalho

Capítulo 11: Aprobación paterna divina


Hace treinta y cinco años, la bruja conocida como Huracán Lena destruyó algunas ciudades en la zona central de nuestro país durante una semana. Mató a nueve personas y produjo daños por más de un billón de dólares con sus vientos que superaron los doscientos kilómetros por hora. Todo eso porque un hombre ordinario, sin magia, prefirió irse con otra chica que era como él. La mayoría de personas no conocen esta historia pero yo sí, porque ella es mi madre.

Ella tenía veintinueve años cuando fue rechazada por primera vez en su vida. Su autoestima fue destrozada, y se obsesionó con encontrar una manera de no envejecer, de recuperar la belleza de su juventud. Creía que había sido rechazada por las arrugas que empezaban a insinuarse en su rostro, y no porque era una perra.

Durante veinte años investigó por todos lados, en busca del Elixir de la Eterna Juventud, la Piedra Filosofal, el Santo Grial y otros artilugios similares. Todas sus búsquedas fueron en vano, porque todos esos objetos siempre llevaban al Mago Hartwell. Con cincuenta y nueve años, Lena optó por el menor de los males e hizo un trato con el Dios Dragón del Viento: a cambio de una juventud que nunca fuera a marchitarse, ella le daría a su primogénito, nacido de la Unión de ambos.

Al principio Lena se mostró acongojada y reticente, pero finalmente cedió. El Dios Dragón del Viento esperaba mantener atada a Lena, porque lo que en realidad deseaba era poseer el cuerpo de Lena, no carnal sino espiritualmente. Bien es sabido que los Dioses Dragones no comprenden la naturaleza humana ni lo que se oculta en sus corazones, por eso la mayoría prefiere hacer un trato con ellos para sacar ventaja. En cuanto el bebé salió de sus entrañas, Lena desapareció del radar del Dios Dragón, pues ella sabía lo que realmente quería y no le iba a entregar el dominio de su cuerpo.

Sin embargo el Dios Dragón del Viento no se sintió estafado, porque había obtenido un niño que tenía el mismo potencial que Huracán Lena. Durante sus miles de años en este mundo no había engendrado hijos antes. Hay quienes dicen que no quería ataduras emocionales, y otros que afirman que ya lo había intentado en otro mundo y había sido catastrófico. Como fuera, mi nacimiento lo hizo cambiar de parecer radicalmente. Se dedicó a buscar brujas con magias interesantes y tuvo hijos con ellas, a cambio concediendo cualquier deseo que ellas quisieran. Ninguna se resistió a semejante oferta, por lo que terminé con ocho hermanos.

Todos los hijos del Dios Dragón del Viento tenemos el cabello rubio y los ojos carmesí, y un aura angelical, como la describen muchos. Sin embargo, existen varios Fabricantes con la habilidad necesaria para construir objetos que puedan ocultar la verdadera apariencia de alguien, como mi Anillo de Ojos Castaños. Quizá sea más sencillo reconocerlos por sus dones y personalidades.

Después de mi nació Jiro, un año menor que yo, así que tiene trece años como ustedes. Con el poder de manipular a otros como si fueran títeres. Su magia es poderosa, pero lenta. Requiere un buen tiempo dar la serie de órdenes mentales suficientes como para que un individuo haga lo que Jiro desea exactamente. Mi hermano quiere que sus planes se ejecuten a la perfección. A menudo mi padre lo regañó por demorarse tanto. Creo que Jiro siempre envidió que yo fuera el favorito. Cuando el Dios Dragón del Viento estaba vivo, yo era su ejecutor predilecto. Desde los cuatro años me envió a diversas misiones para oponerme a su enemigo número uno, el Mago Hartwell. A Jiro solamente le fue asignada una misión y fracasó de manera bochornosa. Hoy realicé una pequeña investigación, y resulta que una compañera de ustedes desapareció misteriosamente de su casa ayer en la noche. La policía cree que se escapó con su novio o algo por el estilo, pero yo creo que pudo tratarse de Jiro, quien se fue con el rabo entre las piernas tras la muerte de Kuro.

Renzo es tres años menor que yo. Tiene un don bastante peculiar. Cada vez que haya dos personas junto a él, puede escoger que una muera, que otra se enamore y que otra sufra. Lo malo es que tiene que someterse a sí mismo a alguna de esas alternativas. Es una magia inusitada, bien usada podría ser muy peligrosa. Sin embargo Renzo procura usar su magia lo menos posible. Creo que era el único que se oponía abiertamente a nuestro padre cuando estaba vivo, y fue el primero en marcharse con rumbo desconocido. No creo que nos vaya a atacar, pero nunca se sabe. A Renzo le gusta mucho la buena comida y dormir.

Después vinieron las quintillizas. Padre sentía orgullo hacia ellas. Nana, con el don de hacer realidad los deseos más recónditos de las personas y convertirlos en monstruos de carne y hueso. No es el Mago Hartwell, pero se le acerca bastante. Riku, una bruja de tierra con la capacidad de crear ejércitos en un parpadeo. Masaki, especializada en potenciar la magia de otros. Mori, capaz de crear una ilusión de la cual nadie ha podido escapar hasta ahora. Y Suki, que puede hacer que otros se obsesionen con ella al punto de hacerse matar. Las cinco son formidables, y siempre andan en grupo. Su Gremio, Placidus Manibus, está bajo el control directo del Dios Dragón del Fuego.

Reconozco que no conozco realmente a mis hermanos y hermanas. Yo me la pasaba yendo de un lado para el otro haciendo lo que el Dios Dragón del Viento me decía. Para mí lo importante era sobresalir, ser el más digno de su atención, ser su herramienta más útil. En su nombre cometí muchas atrocidades, y habría cometido muchas más, de no ser porque Melodie lo destruyó.


...

Un largo silencio siguió al relato de Zeferino.

—Oye, ¿por qué todos tus hermanos tienen nombres tan extraños? Bueno, tu nombre es extraño, pero al menos no suena como si fuera de otro país. —Inquirió Fernando.

Zeferino sonrió antes de responder, y Melodie sintió que su apariencia angelical era demasiado peligrosa para ella.

—Solamente a mi madre se le permitió darme un nombre. Recuerda que el Dios Dragón del Viento esperaba que ella sintiera amor por mí. Al resto de mis hermanos los nombró mi padre a su antojo. Jiro me dijo varias veces que Renzo, Kuro y él eran los menos favoritos de nuestro padre desde el momento de nacer, que era notorio porque le puso nombres con un significado estúpido.

—De lo que se puede inferir que ese tal Jiro tiene un complejo de inferioridad. —Apuntó Camilo.

—Tal vez, aunque Jiro tenía al menos algo de razón. Incluso desde el vientre, un Dios Dragón puede saber el potencial mágico de una persona. Y nuestro padre era un tarado, eso no se puede negar.

—Zeferino, no te tomes a mal lo que te voy a decir pero, ¿eso es todo? —Cuestionó Persea.

—¿A qué te refieres? —Replicó Zeferino sorprendido.

—Pues, nos has dado datos relevantes, pero son muy sucintos. Hablas de tu familia como si fueran personajes y no como personas. O sea, ¿no hay más que nos puedas decir sobre ellos? Dijiste que no los conocías mucho, sin embargo parece que no los conocías de nada.

Zeferino se quedó mirando los ojos verdes de Persea hasta que ella se sintió incómoda. Luego él se encogió de hombros y suspiró.

—Tienes razón. Nosotros nunca nos relacionamos mucho que digamos. Yo era una persona muy diferente a la que soy ahora, ellos nunca me interesaron más allá de la utilidad de sus habilidades. Lo siento, nunca pensé que eso fuera a morderme en el trasero. Incluso tras abandonar el bando del Dios Dragón del Fuego, no se me ocurrió entrar en contacto con Renzo, el único que podría pensar igual que yo. Espero que no sea demasiado tarde para ello.

—¿Y qué hay del tal Jiro y las quintillizas? ¿No puedes arreglar tu relación con ellos? —Preguntó Melodie, demasiado embelesada en aquellos ojos carmesí.

Zeferino negó con la cabeza.

—Jiro siempre me odio por ser el primogénito, eso nunca me lo va a perdonar. En cuanto a mis hermanas, son el martillo destructor del Dios Dragón del Fuego.

Zeferino jugueteó con el anillo de acero entre sus dedos.

—Lo mejor es que me ponga esto de nuevo, antes de que tu mamá venga y me vea con este aspecto.

—¡Espera un momento! —Espetó Melodie pegando un brinco hacia Zeferino.

Todos se la quedaron mirando. Ella había hablado sin pesar, porque quería verlo así un poco más. Como no podía revelar eso, mintió lo primero que se le ocurrió.

—¿Puedo probarme ese anillo? Quiero saber cómo se ve a mí.

Zeferino sonrió. A Melodie le temblaron las rodillas.

—Dijiste lo mismo la primera vez que te mostré mi verdadera apariencia. Toma, haz la prueba.

Melodie recibió el anillo que Zeferino le ofreció y se paró frente a su espejo que la reflejaba de pies a cabeza. Su cabello negro se hizo más claro y sus ojos se volvieron castaños. No fue un gran cambio en realidad.

—Sutil, me gusta. —Comentó Melodie sobre sí misma.

—¡Ahora yo! —Demandó Fernando.

—¿Yo también puedo? —Pidió Persea interesada.

—Claro. ¿Tú también te apuntas, Cam?

—No. Tengo que memorizar esta reseña que hiciste sobre Moby-Dick. Ustedes dos no deberían perder el tiempo, sobretodo tú Melodie. Y ya te dije que no me llames Cam, Zeferino.

—A lo mejor no tengo necesidad de estudiar. Zefer, ¿puedes soplarme las respuestas durante el examen?

—¿Soplar?

—Ajá. Así como haces tú para obtener calificaciones perfectas. Ya sabes, un poco de trampa a mi favor para mejorar mis notas y que podamos pasar las vacaciones de invierno haciendo cosas divertidas. —La voz de Melodie se había puesto melosa sin que ella se diera cuenta.

—Primero, yo nunca hago trampa en mis exámenes, no necesito hacerlo, yo sí tengo memoria eidética.

—Espera, ¿de verdad? ¡Pensé que eso era una excusa! ¡No es justo! Voy entendiendo por qué tus hermanos te odian tanto. —Bromeó Melodie.

—Segundo, ay dolor, no es mi culpa haber nacido tan perfecto. De hecho, si no fuera tan inteligente no sería ni la mitad de buen mago que soy. Tercero, yo escucho el viento. Nuestra Unión no está al nivel donde lo puedas comprender, aún si lo puedes percibir. Cuarto, si uso mi magia de viento para volverme invisible y estar a tu lado durante el examen, las hojas de los exámenes van a salir volando por todos lados.

—¿Entonces tengo que recuperar mis asignaturas como una persona normal?

—Sí. —Declaró Zeferino con solemnidad.

Melodie saltó a su cama, haciendo brincar los cuadernos de Zeferino y Persea, y con frenética desesperación empezó a auscultar los cuadernos de él.

—¡La magia no sirve para nada! —Estalló Melodie.

—Oye, tú eras la que quería una vida normal. —Se mofó Zeferino, recibiendo el anillo de manos de Persea, volviendo a recuperar su cabello y ojos castaños.

...

Era de noche cuando por fin ser fueron de la casa de Melodie. Zeferino había comprado pizza para todos. Camilo no dejó de notar lo impresionados que estaban los padres de Melodie, a causa del dinero que Zeferino gastaba como si fuera poca cosa. También pudo notar el regocijo de él al causar dicha impresión con su fortuna, y cómo Melodie había contemplado a Zeferino tras quitarse el Anillo de Ojos Castaños.

Había apretado los puños y los dientes más de una vez ese día. Esperaba que ninguno de ellos lo hubiese notado.

Zeferino pagó un taxi para ellos. Camilo dejó a Persea en la puerta de su casa. No habían hablado mucho durante el trayecto. Pensó que ella estaría cansada de tanto estudiar. En cuanto a él, se sentía incapaz de seguir pretendiendo por más tiempo. Sentía que se estaba ahogando en la piel de Camilo.

Por fin llegó a su casa. Saludó a Abdullah, el señor al que llamaba padre.

—Nuestro amo desea verte. —Dijo Abdullah sin preámbulos.

Resignado a lo que era inevitable, Camilo se dirigió al limpio sótano de su falso hogar. Allí empujó una pared corrediza y siguió de largo por el pasillo. Se detuvo momentáneamente en la única habitación que había a lo largo de ese pasillo, la amplia estancia en la que dormía Kuro. Camilo no supo cómo expresar lo que sentía, así que siguió avanzando hasta que llegó a un ascensor.

Tras presionar el botón de bajada, Camilo supo que tenía tres kilómetros para pensar lo que le iba a decir al Dios Dragón del Fuego. No se le ocurrió nada. Lo más que atinó fue pronunciar el conjuro para hacer visible su Anillo de Ojos Negros. Lo removió porque, tal vez, tener el cabello rubio y los ojos carmesí le iba a ganar un ápice de simpatía.

...

Capítulo 10              Índice           Capítulo 12

Nota de autor (28 de Mayo de 2.020)


Ya estoy mejor de la espalda.

El próximo capítulo de Memorias de un mago enamorado lo voy a publicar el Sábado. Pero a partir de la próxima semana, los nuevos capítulos serán publicados los Lunes, Miércoles y Viernes. Creo que así queda más organizado y puedo descansar un poco el Domingo.

Creo que con tres capítulos más ya puedo sacar la primera recopilación en formatos EPUB y PDF, tengo una manía con que mis libros queden alrededor de las cien páginas, un augurio de buena suerte para mí. No estoy seguro de qué subtitulo poner a ese primer libro de la saga. De todos los títulos que he escrito hasta ahora para Memorias de un mago enamorado, mi favorito es La alegre canción del viento, por lo que por ahora ese es el más más probable.

El capítulo de hoy lo dedico a mi pareja Melathana, quien me ha tolerado por tanto tiempo por alguna razón que sólo ella conoce.

De ahora en adelante voy a eliminar el texto de las miniaturas para cada capítulo, creo que queda mejor así.

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martes, 26 de mayo de 2020

Memorias de un mago enamorado 10

Capítulo 9              Índice           Capítulo 11

Memorias de un mago enamorado


hora de estudiar
Foto original por Dan Dimmock

Capítulo 10: Aprobación paterna humana


Faltaban tres semanas para el final de las clases. Eso significaba que los resultados de los exámenes finales en cada asignatura habían sido entregados. Normalmente, Melodie tenía que esforzarse a regañadientes para obtener notas regulares. La última semana ni siquiera había podido hacer ese mínimo esfuerzo, tras haber descubierto que tenía magia y enemigos y una especie de prometido y un ex-novio que no eran tan malo después de todo.

—¡Melodie, estás loca si crees que voy a permitir que tus amigos vengan aquí a perder el tiempo con esas calificaciones tan espantosas! ¡Perdiste seis asignaturas! ¡Seis! ¡Eso es el doble de lo que sueles perder! ¡Tienes tres semanas para recuperarte! ¡Nada de perder el tiempo con tonterías! —La madre de Melodie tenía el rostro hinchado y enrojecido por la ira.

Normalmente, Melodie habría tirado la toalla, se habría resignado. Pero necesitaba hablar de cosas realmente importantes con los demás, no podía esperar tres semanas.

—Camilo es uno de los que va a venir. —Informó Melodie.

La furia en el rostro de la madre de Melodie mermó un poco, se había deshinchado, aunque seguía colorada.

—Además, la razón principal para que nos reunamos es estudiar. Ellos me quieren ayudar. —Mintió Melodie en un rapto de inspiración.

El rostro de la madre de Melodie recuperó su coloración normal.

...

El rostro de la madre de Melodie se puso colorado e hinchado de nuevo en cuanto se presentó el nuevo amigo de su hija.

—Mucho gusto Señora. Mi nombre es Zeferino, encantado de conocerla finalmente.

—¡No puede ser! ¿Tú eres Zeferino? ¡Todos dicen que eres el más fuerte de la escuela! ¡Ni siquiera los de Décimo han podido contigo! —Fernando estrechó la mano de Zeferino con efusión.

La madre de Melodie miró a su hijo como si acabase de lamer una cucaracha.

—Sólo peleó cuando tengo que hacerlo. Y hoy vinimos a estudiar, pequeño Fer. —Dijo Zeferino, acomodándose sus nuevas gafas.

—Dudo mucho que un pandillero pueda ser de ayuda en un grupo de estudio. —Atacó la madre de Melodie con sevicia.

—¡Mamá!

—De hecho, Zeferino es el estudiante con las mejores calificaciones en toda la escuela. —Comentó Camilo.

—¿Qué? —Replicaron Melodie y su madre al mismo tiempo.

—Sí, es verdad. De hecho él tiene memoria eidética, ¿no es así? —Insistió Camilo.

—Algo así. —Respondió Zeferino encogiéndose de hombros.

Entonces Melodie cayó en cuenta que Zeferino escuchaba hablar el viento. A lo mejor así podía saber la respuesta a todos los exámenes. Era una trampa genial e imposible de detectar que Melodie tuvo que envidiar.

—Sé que existen muchos rumores sobre mí, por lo que imaginé que mi reputación me iba a preceder. Así que para demostrar que no soy tan malo, traje un pequeño regalo. —Dijo Zeferino.

Le ofreció a la madre de Melodie un paquete como de treinta centímetros de ancho y longitud, y cincuenta centímetros de alto. Ella lo recibió con cierta desconfianza pero lo abrió. Se le abrieron los ojos cuando desgarró el papel regalo y contempló el contenido en su interior.

—¡Un deshumidificador!

—Melodie me contó que lo único que no le gusta de esta ciudad es que siempre hace calor, así que supuse que con un deshumidificador se sentiría más cómoda en su casa.

—Esta marca, ¡esto cuesta como mil dólares! —Protestó la Señora, dudosa de aceptar el regalo.

—No sé preocupe, eso no es gran cosa para mí, soy rico. Entonces, ¿vamos a estudiar o qué?

...

Persea se había ubicado sobre la cama de Melodie. Tenía una sudadera gris y una blusa azul de manga corta que le dejaba descubierto el ombligo. Su cabello rubio estaba atado por un moño rojo y le caía como una larga cola de caballo hasta los omóplatos. Sus ojos verdes estaban fijos sobre los cuatro cuadernos que había abierto delante de ella: Religión, Matemáticas, Química y Física.

Camilo se sentó delante del escritorio de Melodie. Estaba vestido con una pulcra camisa blanca y pantalones tan negros como sus ojos y cabello. Él había sacado solamente un cuaderno, el de Literatura.

Sentado a un lado de Camilo estaba Zeferino, quien había sacado los cuadernos de todas las asignaturas, exhibiendo sus calificaciones perfectas. Era visible el orgullo en sus ojos castaños, también en la manera en que se pasaba la mano encima de su cabello castaño una y otra vez, con una sonrisa jactanciosa. Tenía una camisa deportiva blanca y una sudadera roja.

En el suelo, en la mitad del pequeño cuarto, estaba sentado Fernando. Devoraba lo que hacían los demás con sus ojos avellana. Él no había perdido ninguna asignatura, así que podía deleitarse en el sufrimiento académico ajeno.

Melodie se rascó su cabello rojo con aire confundido.

—¿Ustedes de verdad creyeron que los invité a estudiar? —Preguntó ella.

Los demás se la quedaron mirando como si estuviera loca.

—Sí. —Afirmó Persea.

—Por supuesto. —Dijo Camilo.

—Melodie, perdiste seis asignaturas, serías muy descarada si piensas jugar videojuegos con nosotros. —Se mofó Zeferino.

—¡Eso no es importante! ¡Ayer tuvimos que luchar contra un niño mago loco y es probable que luego se presenten otros problemas! ¡Ustedes dos ya saben que estaban bajo un control mental, y el responsable fue un sujeto diferente! ¡Resulta que estoy comprometida! ¡Y además descubrí que mi hermano tiene magia! ¡No podemos pretender que nada de eso ocurrió, porque sí ocurrió! ¡Y sigue ocurriendo! —Melodie no alzó mucho la voz para no llamar la atención de su madre, aunque sí habló con apremio.

Los demás intercambiaron miradas entre sí y luego la volvieron a mirar como si estuviera loca.

—Supongo que tienes razón pero, la vida sigue, ¿no? —Comentó Persea.

La rubia se levantó de la cama y cogió los cuadernos de Zeferino que coincidían con las asignaturas que ella había reprobado. Luego volvió a la cama y continuó con su discurso.

—Aún me siento perturbada por haber descubierto que alguien me estaba controlando, sin embargo eso también me produjo cierto alivio. Aunque me sigo sintiendo mal por todo lo que hice, no puedo cambiar el pasado. Estuve pensando mucho sobre lo que Zeferino nos dijo ayer, y decidí que quiero seguir siendo tu amiga, Melodie. Es lo menos que puedo hacer después de todo lo bueno que hiciste por mí, y todo lo malo que yo te hice. Los amigos deben ayudarse entre sí, y este es un buen momento. No creo que sea de mucha ayuda peleando, mi magia sólo me permite hablar con las plantas, nada poderoso en realidad. Pero pasar tiempo juntos y ayudarnos entre nosotros a recuperar estas asignaturas, es algo que sí puedo hacer. —Persea empezó a garabatear en su cuaderno de Química.

—Hablar con las plantas puede ser muy útil. Podrías ser una Fabricante de productos relacionados con la herbología. Sean plantas medicinales o decorativas, suelen venderse bastante bien, Per. —Señaló Zeferino jugando con sus gafas.

—Gracias. Llevaba un par de años trabajando con ese propósito en mente. Pero tendré que comenzar desde cero. Por culpa de ese control mental perdí todo lo que tenía cultivado en mi invernadero. —Persea sonrió y siguió escribiendo.

—Yo me siento como Persea. Quiero compensar el haber sido un mal amigo. Mi magia tampoco es muy útil que digamos. Puedo potenciar temporalmente mi cuerpo, aunque luego yo quedo extenuado y necesito descansar mucho. Aunque mis calificaciones no son tan buenas como las de Zeferino, soy hábil para ayudar a otros a comprender mejor lo que no entienden. —Camilo se había apoderado del cuaderno de Literatura de Zeferino y lo observaba con beneplácito.

—No te preocupes por lo de tu magia Cam, eres muy bueno tocando el piano y con eso no te vas a morir de hambre.

—Zeferino, no me gusta ese apodo, suena más apropiado para una mujer que para un hombre. —Replicó Camilo.

—¡Yo puedo crear una barrera mágica! ¡Antes la llamaba solamente barrera, pero ahora le digo barrera mágica porque antes no sabía que era magia! —Declaró Fernando con una amplia sonrisa y realizando movimientos jocosos con sus brazos.

—Sigo teniendo la sensación que todo lo relacionado con la magia es más urgente que estudiar. —Dijo Melodie con su voz aún más aguda que de costumbre, pues estaba haciendo un puchero sin darse cuenta.

Zeferino se alejó del escritorio y se acercó a Melodie. Los otros tres los vieron de reojo atentamente.

—Mel, aunque lo de ayer fue espantoso, no significa que tengas que regresar a la vida que tanto quisiste dejar atrás. No tienes por qué. Yo voy a lidiar con cualquiera que quiera perturbar la vida normal que tanto deseabas. Soy lo suficientemente fuerte para ello. En cuanto a lo del compromiso, no es algo obligatorio. Muchos magos y brujas hacen la Unión para tener más poder o variedad en su arsenal. No es definitivo hasta que, ya sabes, lo que mencionó Per ayer. —Zeferino volvió a sonrojarse.

Melodie pensó que tal vez los demás tenían la razón, que a lo mejor se estaba enfocando en lo incorrecto. Luego sacudió su cabeza y se aplaudió los cachetes con suficiente fuerza como para que sus manos quedaran marcadas. La reacción de los otros fue de sobresalto.

—¡No, ustedes están mal! Confieso que yo tampoco sé muy bien cómo debe comportarse una ante circunstancias tan bizarras, ¡pero pretender que no tiene importancia y dedicarse a algo más no es la solución! Persea, Camilo, ustedes dos estaban en una relación. Aún si fue instigada por alguien más,¿todos los sentimientos que hubo entre ustedes desaparecieron? ¿Están seguros que no quieren seguir juntos? —Melodie los apuntó a ambos con un dedo acusador.

Persea abrió la boca como para decir algo pero luego la cerró.

—Es complicado. —Dijo Camilo lacónicamente.

—¿Complicado? ¿Y qué hay de disparar contra alguien? Ese tal Kuro era un niño psicópata y asesino serial y definitivamente merecía morir como murió, ¿pero qué hay de ti Camilo? ¡Tú fuiste el que jaló el gatillo! ¡De seguro no te sientes bien por eso! Lo hiciste para salvarme y desde luego no quiero que te sientas mal, ¡sin embargo es probable que te sientas mal! ¡Tienes grandes ojeras, de seguro anoche no pegaste el ojo!

Persea, Zeferino y Fernando voltearon para ver a Camilo, no se habían fijado en ese detalle.

—Tienes razón. Yo nunca le había disparado a nadie, y aunque fuera un loco peligroso, tenía el aspecto de un niño. No me arrepiento, lo volvería hacer para salvarte Melodie. Es algo en lo realmente no quiero pensar, prefiero hacer otra cosa, como estudiar. —Camilo regresó a inspeccionar el cuaderno de Zeferino.

—Melodie, la relación que hubo entre Camilo y yo fue falsa de principio a fin. Estoy segura que ambos lamentamos mucho de lo que hicimos cuando estábamos juntos. Ambos fuimos víctimas, por eso no debe haber rencores ni pretensiones entre nosotros. —Habló Persea con serenidad, sin levantar la vista de sus deberes.

Melodie agitó su cabello rojo al mirar primero a uno y luego a la otra. Luego se dirigió hacia Zeferino.

—Supongo que tú vas a decir algo como que la muerte de tu hermano menor no tiene importancia y que no hay nada de qué preocuparse porque podrás lidiar con los otros hijos del Dios Dragón del Viento, ¿o me equivoco?

Zeferino suspiró.

—No, estás en lo correcto. O sea, con respecto a que sí tiene importancia. Lo del control mental tuvo que haber sido obra de mi hermano Jiro. Y tras la muerte de Kuro, es probable que los demás también entren en acción. Lo mejor es que les cuente todo lo que conozco sobre ellos, en caso de que aparezcan, para que así puedan estar preparados.

Zeferino llevó su mano derecha sobre su mano izquierda, murmuró algo y en un parpadeo un anillo apareció sobre el dedo corazón de su mano izquierda. Parecía ser de acero por su color gris, y tenía inscrito alrededor runas diminutas. Zeferino removió el anillo, y de inmediato su apariencia cambió: su cabello pasó de castaño a rubio, y sus ojos pasaron de castaños a un carmesí brillante.

Melodie se sobresaltó. No había notado las similitudes hasta ahora, pero era como si Zeferino fuera una versión mayor de Kuro. No era solamente el color de los ojos y del cabello, también el rostro angelical estaba ahí.

—Esta es mi verdadera apariencia, que procuro mantener oculta para alejarme del legado de mi padre. Les voy a relatar mi historia y la de mis hermanos, los hijos del Dios Dragón del Viento.

...

Capítulo 9              Índice           Capítulo 11

Nota de autor (26 de Mayo de 2.020)


Cuando me da mucho estrés, me da por limpiar. Empiezo a mover todo y a remover el polvo en los rincones y más. Como consecuencia, suelo lastimar mi espalda por ese ímpetu de limpieza. Adivinen quien tiene una bolsa de agua calienta en la espalda mientras escribe.

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domingo, 24 de mayo de 2020

Memorias de un mago enamorado 9

Capítulo 8              Índice           Capítulo 10

Memorias de un mago enamorado


amor y amistad
Foto original por Kelly Sikkema

Capítulo 9: Sin evidencia


Sobre un colchón invisible de viento, Melodie fue bajada sobre la terraza. Tenía el cabello rojo alborotado. De sus ojos avellana surgían lágrimas de cansancio, alegría y pavor.

En cuanto Melodie estuvo a salvo, tanto Persea como Zeferino cayeron sentados sobre el suelo, apoyándose entre sí para no caer por completo. El cabello rubio de Persea se sostenía por su moño rojo, aunque eso no evitaba que estuviese bastante desarreglado. Sus ojos verdes estaban fijos sobre Melodie.

Zeferino también tenía sus ojos castaños sobre Melodie. Había perdido las gafas nuevamente.

Camilo bajó los brazos y dejó caer la pistola al suelo. El metal contra el cemento produjo un chasquido que llamó la atención de todos: cayeron en cuenta de que todo había terminado. Camilo se limpió el rostro con un brazo, quizá para limpiarse el sudor, o las lágrimas. Sus ojos negros se veían fatigados.

Temblando, Melodie llegó hasta donde estaba Zeferino, se agachó y lo abrazó con toda su fuerza, que fue demasiado para él, por lo que ambos acabaron rodando por el suelo.

—¿Estás vivo? ¿Cómo? —Preguntó Melodie con su voz aguda.

Zeferino sonrió. Se acomodó para abrazarla mejor y poder hablar a pesar de su respiración agitada.

—La Unión entre un mago y una bruja permite que ambos tengan acceso a la magia del otro. Mientras más intenso sea el vínculo que los une, mayor poder del otro pueden controlar. Para ti no ha pasado más que una semana desde que nos conocimos, por lo que en circunstancias normales no habría podido controlar más que un 1% de tu magia de canto. Sin embargo ya habíamos hecho la Unión en el pasado, y aposté todo a que podría reducir el daño de tu magia en un 25% tras renovar nuestra Unión. No te voy a mentir, casi me muero.

—No tenía idea de que ustedes tuvieran tal relación. También me sorprendió descubrir que son Melodía de la Muerte y el Vástago del Viento. Y aún más sorprendente que todo eso, averiguar que fue Melodie quien asesinó al Dios Dragón del Viento. —Dijo Persea, su voz revelaba incredulidad, mientras que sus ojos verdes mostraban envidia al contemplar el abrazo de Melodie y Zeferino.

—Que mala suerte, ahora todos se van a enterar de que eres una Asesina de Dioses. Eso de seguro nos va a complicar la vida bastante. Tendremos que lidiar con fanáticos y opositores locos, más que de costumbre. —Comentó Zeferino, plantando un beso sobre la cabeza de Melodie.

—Eso suena como a problemas que no quiero tener. ¿No podemos guardar el secreto? —Inquirió Melodie con las mejillas coloradas.

—¡Si no quieren no se lo voy a contar a nadie! ¡Lo prometo! —Juró Persea con solemnidad.

Zeferino negó con la cabeza.

—El secreto se ha roto y para estos momentos ya se debe estar enterando todo el mundo. Cuando Melodie destruyó el cuerpo físico del Dios Dragón del Viento, su esencia regresó al lugar de donde provino. Se dice que es un mundo cuyo nombre no debe ser pronunciado. Un Dios Dragón no puede ser destruido realmente, pero su manifestación física. Si su cuerpo es destruido, no puede volver a aparecer, al menos no hasta que aparezca otra vasija apropiada, y para eso pueden pasar cientos o miles de años. Sin embargo, para nuestra mala suerte, una nueva vasija apareció, una apropiada para el Dios Dragón del Fuego, quien de inmediato tomó el control del imperio que su hermano había estado amasando durante miles de años. El Dios Dragón del Fuego sabía lo que le había ocurrido a su hermano, y solamente se los reveló a los hijos que el Dios Dragón del Viento había engendrado. Les hizo prometer que no se lo iban a revelar a nadie, y les ofreció grandes recompensas si podían exterminar a la responsable. Pero este combate fue en un lugar público. De seguro muchos interesados nos vigilaron de cerca y escucharon todos los pormenores. —Para cuando terminó su explicación, Zeferino había logrado sentarse otra vez.

—De seguro estás bien informado. —Comentó Camilo, observando a Zeferino con suspicacia.

—Tú, le dijiste hermano a ese niño. —Acusó Persea.

Zeferino los miró un poco molesto. Luego suspiró, se encogió de hombros y asintió.

—Supongo que no tiene sentido ocultarlo de ustedes. Sí, es verdad, yo soy el primogénito del Dios Dragón del Viento.

—¿Qué? —Dijo Melodie totalmente sorprendida.

—Hace cinco años salí a buscar a la asesina de mi padre. Sabía que yo no era lo suficientemente fuerte, y la verdad no sabía mucho del mundo, así que lo primero que hice fue unirme a un Gremio de Mercenarios para buscar aliados poderosos.

—¿Rumpitur Cordibus Quattuor? —Cuestionó Camilo.

—Eso fue después. Lo importante es que conocí a personas muy buenas que me hicieron comprender la diferencia entre el bien y el mal. Para cuando encontré a Melodie, hace dos años, mi objetivo ya no era luchar contra ella sino conocerla, y protegerla si era una persona decente. Y sí lo era. —Zeferino sonrió.

Los ojos castaños de él no se apartaban de los ojos avellana de Melodie, que parecían más claros al ver a Zeferino.

—No estoy segura de que sea conveniente para Melodie ser tan cercana al hijo de un Dios Dragón, incluso si es uno que en teoría es bueno. —Señaló Persea, acercándose como para interponerse entre ambos.

—Si estuvo dispuesto a matar a su propio hermano, creo que podemos confiar en él, Persea. Por cierto, ¿no deberíamos irnos de aquí? La policía vendrá de un momento a otro, y no creo que Zeferino tenga suficiente magia de viento como para cubrirnos a todos. —Habló Camilo.

—Es cierto, no la tengo. Pero eso no es un problema. Esa pistola y sus balas me fueron entregadas por el Asistente del Mago Hartwell. ¿Vieron que las balas no lo atravesaron? De seguro lo fueron devorando desde que impactaron contra él. No creo que las personas lo pudieran ver, y aún si lo hicieron por un breve momento, de seguro desapareció en un instante. —Informó Zeferino, poniéndose por fin de pie, con ayuda de Melodie.

Tanto Persea como Camilo pusieron expresiones de pánico.

—¿El Mago Hartwell? ¿Es una broma? ¡Por favor dime que es un broma! Esa fue la primera regla que me enseñó mi mamá cuando manifesté mi magia: Nunca te acerques al Primer Fabricante. ¡Y estoy segura que es lo mismo que le enseñan a todos! —Exclamó Persea palideciendo.

—Nunca habría cogido esa pistola de haber sabido que fue fabricada por el Mago Hartwell. Tal vez debería cortarme esta mano.  —Sentenció Camilo, mirando su mano con pavor, como si fuera a cobrar vida propia o a convertirse en un tentáculo.

—¿Por qué le tienen tanto miedo al Mago Hartwell? —Cuestionó Melodie.

—En pocas palabras, él es la bíblica serpiente, ya sabes, la que le dio la manzana a Eva. Luego te doy más detalles. Persea, Camilo, no se preocupen, aún están a tiempo de alejarse de toda esta locura si lo desean. Sin embargo, Mel y yo no tenemos opción. Nunca la tuvimos, desde el momento en que nacimos. —Dijo Zeferino con seriedad.

Camilo y Persea se miraron entre sí, con rostros indecisos.

—Lo pueden meditar por un tiempo. Por ahora vayámonos de aquí. Es improbable, pero aún existe la posibilidad de que alguien elija este momento para atacarnos. Y acabo de recordar el cadáver del vigilante. —Zeferino así se expresó al tiempo que recogió la pistola y la guardó en el bolsillo de su pantalón.

—Deberías ponerte esto. —Dijo Camilo, ofreciendo un tapabocas a Melodie.

—Gracias Camilo. ¿Qué le vamos a decir a todos cuando regresemos así a la escuela?

—Dejemos que ellos o el mundo inventen la mentira que más les guste. Oye, Camilo, ¿me puedes ayudar a caminar? Creo que Mel y Persea pueden  cargar con el pequeño Fer entre las dos. —Solicitó Zeferino.

Melodie se puso el tapabocas y luego siguió a los demás. Formaban una comitiva pintoresca. Todos tenían parches de sudor sobre sus uniformes escolares y los ojos cansados. Por la manera escandalizada en que los miraban, de seguro pensaban que estaban ebrios o drogados a pesar de su edad.

Cuando entraron en el ascensor, Melodie se atrevió a realizar la pregunta que más curiosidad le despertó.

—Zefer, entonces con eso de la Unión, la que hicimos hoy o la que habíamos hecho antes, ¿acaso estamos casados?

Camilo frunció el ceño, al igual que Persea.

—Comprometidos sería el equivalente más exacto. Así como estamos, no podemos llevar nuestra Unión a más de un 50%. Aún falta un requisito para completar la Unión. —Explicó Zeferino, poniéndose colorado súbitamente.

—¿Un requisito? ¿Cuál?

Camilo y Zeferino, quienes tenían sus rostros muy cerca el uno del otro, intercambiaron miradas avergonzadas y no dijeron nada.

—Sexo, se trata de sexo, el paso final para la consumación de la Unión. —Respondió Persea, con una mezcla de burla y alivio en su voz.

Fue entonces Melodie la que se sonrojó y no volvió a pronunciar palabra.

...


Es una lastima que hoy no pudiéramos ir a tu casa a jugar videojuegos, ¿quizá mañana Sábado? También puede ser en la mía, tengo todas las consolas y juegos que han salido al mercado. Camilo y Persea también pueden venir si lo desean. Dime si te dan permiso de venir o para que vayamos. Podemos pasar el fin de semana todos juntos. Nos merecemos un buen descanso, creo yo.


Melodie leyó el mensaje de texto que le había escrito Zeferino. Era de noche y ya tenía puesta una pijama enteriza de color azul, con dibujos de perritos de arriba a abajo. Estaba rendida del cansancio y a pesar de eso no era capaz de dormir. Quizá era por las intensas emociones del día.

La versión oficial había sido que Melodie y algunos de sus amigos habían encontrado a Fernando tras buscarlo por todos lados. Se dijo que Fernando se había dejado llevar por la curiosidad de explorar la ciudad y todo el mundo se dio por contento, excepto los padres de ambos que por primera vez castigaron a Fernando al prohibirle cualquier aparato electrónico para el entretenimiento por una semana, y premiaron a Melodie con una bandeja de helado bastante grande.

Tras dar vueltas en su cama por un rato, Melodie por fin respondió el mensaje.


Mañana temprano le pido permiso a mis padres. Espero que nos podamos divertir mucho. Creo que ya lo sabes, pero estoy muy contenta de que sigas con vida. Sinceramente no sé cómo habría podido seguir viviendo con semejante culpa. Gracias por salvarme a mí y a mi hermano. Te deseo una buena noche, ojalá nos veamos mañana.


Melodie se dispuso a dormir pero alguien tocó la puerta de su cuarto.

—Hermana, ¿estás despierta? —Llamó Fernando desde el otro lado de la puerta.

—Sí, adelante. Está muy tarde Fer, ya deberías estar durmiendo, ¿sigues preocupado por lo que sucedió hoy?

Fernando asintió, luego se sentó en el borde de la cama de Melodie, quien procedió a sobar la cabeza de su hermano con ternura. Él se quedó un rato en silencio, con expresión preocupada, hasta que finalmente se atrevió a hablar.

—Hermana, no sabía que tú tenías un poder como yo.

—Oh. —Replicó Melodie, y no supo qué más decir.

Melodie había asumido que Fernando estaba inconsciente. O que por ser un humano ordinario no se iba a dar cuenta de lo que realmente había sucedido.

—Yo pensaba que era la única persona en el mundo que podía hacer algo así. Me sorprendí mucho al ver que tú y tus amigos son como yo. Eso quiere decir que existen más personas como nosotros, ¿verdad?

Melodie asintió con la cabeza.

—Eso me da alegría. Me hace sentir menos solo. Pensé que nunca iba a encontrar personas con las que pudiera ser completamente sincero. Me quita un peso de encima. Aunque, nunca pensé que de existir otros como yo, pudieran usar su poder para hacer cosas malas. Ese niño, el que me secuestró, era apenas y un poco más grande que yo, y sin embargo era despiadado. Hablaba de otras personas como si fueran insectos, o menos que eso incluso.

—¿Tiene miedo? —Inquirió Melodie.

Fernando se rascó su cabello negro. Sus ojos avellana mostraron ansiedad.

—Creo que sí, un poco. Pero lo que me afectó más es darme cuenta que este mundo es más grande y peligroso de lo que había pensado. Había creído que con mi don, nada ni nadie podría lastimarme, pensé que no tenía que preocuparme de nada en la vida. Me di cuenta que me estaba comportando como un niño ingenuo.

—Bueno, eso no tiene nada de malo. Eres un niño, después de todo.

—Muy graciosa. Quería darte las gracias antes de irme a dormir. Espero no haberte preocupado demasiado. Que descanses bien. —Dijo Fernando saliendo de su habitación.

Melodie nunca había visto a su hermano tan serio. Se tendió en su cama cuan larga era, y sintió algo de añoranza por los tiempos en que su vida era más simple.

...

Capítulo 8               Índice             Capítulo 10

Nota de autor (24 de Mayo de 2.020)


Los Domingos me ponen muy feliz porque es el único día que definitivamente no hago ejercicio.

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viernes, 22 de mayo de 2020

Memorias de un mago enamorado 8

Capítulo 7              Índice             Capítulo 9

Memorias de un mago enamorado


viento
Foto original por engin akyurt

Capítulo 8: Segundo aire


—Torre del Comercio. —Le indicó Melodie al taxista con la voz rota.

El taxista frunció el ceño. Luego fijó su vista hacia adelante y no le dijo ninguna palabra durante el trayecto. Vagamente Melodie notó la falta de cortesía del taxista.

Habían pasado cinco minutos desde que había matado a Zeferino. No tenía deseos de apartarse de su cadáver, pero tenía que ir a rescatar a su hermano. Aunque sus lágrimas ya se habían secado, su mente seguía siendo un lugar turbulento.

Una parte de ella sabía que se dirigía a una nueva trampa. No le importaba morir, siempre y cuando pudiera salvar a Fernando.

En realidad, ella creía que no merecía vivir, no después de lo que acababa de hacer.

...

Kuro lo vio todo mediante una bola de cristal.

Vio a Melodie llevar a Zeferino al séptimo piso como él le había ordenado. Experimento temor cuando vio que iban a realizar una Unión, pero se calmó al comprobar que solamente la hicieron para controlar el daño colateral. De no haberse preocupado por la vida de los inocentes, Kuro no habría tenido oportunidad para vencerlos. Sin embargo se preocupaban por las vidas de otros. Esa había sido la debilidad que Kuro había decidido explotar desde el principio para matarlos a ambos.

La elección de testigos para la Unión lo hizo reírse hasta llorar.

...

Melodie llegó hasta la entrada de la Torre del Comercio. Se quedó ahí parada, esperando, hasta que su celular recibió otro mensaje.


Bien hecho, Melodía de la Muerte. Entra al elevador y sube hasta el piso cuarenta y cuatro. Luego sal al pasillo y ve hacia la derecha hasta el fondo. Sube las escaleras.


De camino al elevador, las personas le dirigieron miradas de desagrado. Por un momento Melodie pensó que todos sabían lo que ella había hecho y la odiaban por eso. Luego se llevó la mano a la cara y lo comprendió: se le había vuelto a caer el tapabocas. Eso le pasaba mucho desde que se juntaba con Zeferino y su magia de viento. Aunque ella siempre había sido torpe y olvidadiza. De hecho el primer día que conoció a Zeferino había dejado su tapabocas en casa y el profesor de Matemáticas le había reñido.

Los recuerdos la hicieron llorar de nuevo. Con la vista borrosa, entró al elevador y apretó el botón con el número cuarenta y cuatro. Una persona que estaba en el elevador se salió de allí cuando Melodie entró, y otros que pensaban entrar decidieron no hacerlo. El personal de limpieza había seguido el rastro de ella y con un spray iban desinfectando por donde ella había pasado.

Cuando la puerta se cerró, Melodie recostó su espalda contra el elevador y se fue deslizando hasta quedar sentada, permitiendo que las lágrimas la desbordaran una última vez, antes de la confrontación final.

El elevador se detuvo en el piso cuarenta y cuatro con suavidad. Ella fue a la derecha en el pasillo. Frente a las escaleras, encontró el cadáver de un guardia de seguridad. No tenía heridas aparentes, aunque sus ojos estaban demasiado abiertos y la lengua le colgaba afuera de modo grotesco. No había duda de que estaba muerto. Melodie no lo quiso tocar, no había nada que ella pudiera hacer por él.

Subió las escaleras lentamente hasta llegar a una puerta entreabierta. La cruzó, y quedó deslumbrada por el sol de la terraza. Nunca había visto la ciudad desde semejante altura. Hubiese disfrutado más el panorama de haber sido otras las circunstancias.

—Bienvenida, Melodía de la Muerte. Mi nombre es Kuro, soy el noveno hijo del Dios Dragón. Para ser honesto, mi plan resultó mejor de lo que esperaba. Pensé que iban a permitir que tu querido hermano terminara muerto, y que iban a venir a pelear muy alterados, propensos a cometer errores, lo que habría facilitado el combate para mí. Sin embargo fueron aún más estúpidos de lo que yo pensaba. ¡El Bastardo del Viento se dejó matar! ¿Quién habría predicho semejante tontería? —Se jactó Kuro, rematando con una carcajada.

Melodie observó al niño de cabello rubio y ojos carmesí. Vestía como cualquier niño de diez años, pero tenía un rostro encantador y angelical que parecía confiable y bueno. Kuro estaba parado, y tenía un pie sobre la espalda de Fernando, quien estaba bocabajo, inconsciente.

—¿Qué le hiciste a mi hermano?

—No mucho, por ahora. He drenado lo suficiente de su magia como para que se desmaye, aunque todavía no sufre un daño permanente. De ti depende lo que va a suceder con tu hermano. —Dijo Kuro, sonriendo con infantil crueldad.

—¿Por qué hiciste todo esto? ¿Por qué nos atacas de este modo? Eres hijo del Dios Dragón, ¿no es así? ¿Acaso es porque rompí el trato que tenía con tu padre? ¿Es por qué las Harpías no nos pudieron matar? —Melodie pudo sentir que su voz aguda se ponía más chillona con cada pregunta y se odiaba a sí misma por tener que hacer tanto esfuerzo para no llorar.

Kuro dejó de sonreír. Quitó el pie de la espalda de Fernando, y luego procedió a darle una fuerte patada en el costado. Fernando se quejó débilmente.

—¡Ya basta! —Chilló Melodie.

—Nunca he entendido el supuesto afecto que tienen los hermanos entre sí. Creo que las personas se engañan a sí mismas diciendo que se preocupan por otras, todo para sentirse mejor consigo mismas, para creer que viven en un lugar mejor. Es una forma de evadir la cruda realidad. Yo tengo ocho hermanos y a la mayoría los odio con todo mi ser. En cuanto a los que no detesto, yo no estaría dispuesto a morir por ellos. Ni siquiera por el que me ha criado como un hijo. —Afirmó Kuro, sus ojos carmesí brillaban fríamente.

Kuro le asestó otra patada a Fernando.

—¡Alto! Si le haces daño a mi hermano, ¡voy a cantar!

Kuro le dedicó una mirada cínica.

—Por favor, eres tan idiota que prefieres morir para salvar a otros. Desde luego, con tu absurdo poder podrías vencerme, si estuvieras dispuesta a pelear. Pero te importan demasiado las vidas ajenas. Eres una tonta. ¿Quieres saber por qué te estoy atacando? Bueno, todo empezó hace cinco años, cuando mataste a mi padre, el Dios Dragón del Viento.

—¿Qué? Pero, ¡si me dijeron que yo hice un trato con el Dios Dragón para borrar mis recuerdos!

—Hiciste un trato con el Dios Dragón del Fuego, niña tonta. Hace cinco años venciste a nuestro padre. Claro, esto no se trata de venganza, yo no soy un bobo sentimental. Sin embargo, como el hijo menor de un Dios Dragón, yo estaba en la cima del mundo. Después de que lo eliminaste, quedé en el rango más bajo de la jerarquía divina. El Dios Dragón del Fuego nos prometió a mis hermanos y a mí que si acabamos contigo, nos adoptaría como hijos. Claro, yo apenas tenía cinco años y lo único que sabía era que de repente me quitaron el delicioso pudin para alimentarme con engrudo.

—Pero, ¿por qué? ¿Por qué acabar conmigo si yo ya había salido de su camino? —Melodie estaba empezando a enojarse realmente. Para ella las acciones de sus enemigos no tenían ni pies ni cabeza.

—Tonta, ¿crees que un Dios Dragón se va a quedar sin hacer nada después de que eliminaste a uno de su especie? No podía confiar en que no ibas a intervenir, con recuerdos o no, en especial cuando sus planes son más radicales que los de mi padre. Como sea, creo que ya hablamos demasiado, es hora de que mueras.

Kuro se fue acercando a Melodie. Ella retrocedió un paso por cada uno que él dio, hasta que llegaron al borde de la terraza.

—Oh, ¿acaso quieres saltar desde aquí? A mi no me importa cómo mueras, siempre y cuando estés muerta. Supongo que sería más poético que terminaras con tu propia vida. Ese fue nuestro plan original, llevarte a la desesperación y empujarte hasta el límite. Un año desperdiciado. Tendría que haber actuado por mi cuenta antes. Entonces, ¿vas a saltar o qué?

Melodie echó un vistazo por encima de la malla de contención de la terraza y sintió vértigo. No era una malla muy alta, le llegaba hasta la cintura.

No, eso ni pensarlo, tenía que vivir, al menos lo suficiente para salvar a su hermano.

Melodie pasó un pie por encima de la malla, sujetándose con una mano. Tenía un pie sobre la cornisa y otro en la terraza.

—No soy capaz de hacerlo yo misma. Vas a tener que matarme con tus propias manos, darme el último empujón. —Declaró Melodie, fingiendo el valor que no sentía.

Kuro le puso una mano en el cuello, sin fuerza, Melodie apenas y sintió el tacto de sus dedos.

—Tienes una piel bastante suave, ¿quién lo habría pensado?

De repente, Melodie abrazó a Kuro. Aunque ella no era una chica fuerte, sabía que podía sobrepasar la fortaleza física de un niño de diez años. Con todo el empeño que pudo, intentó arrojarse para atrás, hacía el vacío, sin dejar ir a su presa.

Nada de eso ocurrió. Su agarre era demasiado débil, de hecho, su cuerpo fue colapsando sobre el de Kuro, quien al final se convirtió en su único punto de apoyo para no caer.

—No era un mal plan, supongo. Sin embargo, no tuviste en cuenta mi magia. ¿No te preguntaste cómo es que yo pude matar a todos esos magos y brujas? Mi magia, o para ser más precisos, mi don divino, me permite comer la magia de los demás con tan solo tocarlos. En el momento en que me pusiste las manos encima, ya habías perdido la batalla.

Melodie se tambaleó, dominada por un cansancio que apenas y le permitía respirar.

—Aún no es demasiado tarde, ¿sabes? Aún puedes cantar y salvarte a ti misma, pero no lo vas a hacer, ¿verdad?

Kuro puso sus pequeñas manos sobre los hombros de Melodie y la empujó. Por un segundo ella sintió el peso de su propio cuerpo sin apoyo alguno, la inminencia del vacío debajo de sí misma, al igual que cuando intentó suicidarse.

Después de ese segundo, pudo escuchar la canción del viento con vigor renovado, y sintió que su cuerpo ya no era atraído por la gravedad, sino que era levantado con suavidad hacia arriba.

Los ojos carmesí se abrieron desorbitados. Y entonces retumbó el estruendo de un disparo.

El brazo izquierdo de Kuro fue perforado por un tiro. La bala no lo atravesó. Kuro se tambaleó, pero alcanzó a mantener el equilibrio para quedar dentro de la terraza, apoyado en la malla.

Tanto Kuro como Melodie miraron para atrás. Allí vieron a Zeferino de pie, con la mano derecha extendida hacia ellos, con el brazo izquierdo por encima de los hombros de Persea. Zeferino tenía mal aspecto, sudaba copiosamente y respiraba con dificultad, parecía apunto de desmayarse. Persea también se veía agotada por el esfuerzo de ayudar a Zeferino a mantenerse en pie. A un lado de ellos dos estaba Camilo, con la pistola apuntada hacia Kuro. Sus brazos temblaban ligeramente, aunque no mucho.

—Yo soy Zeferino, Vástago del Viento y miembro de Rumpitur Cordibus Quattuor. Mi contraataque empieza y termina aquí, hermano. —Dijo Zeferino, con voz desfallecida.

Los ojos carmesí se abrieron tanto que parecieron estar a punto de salirse de sus cuencas.

Kuro se lanzó hacia Melodie alargando su mano derecha, y Camilo apretó el gatillo de nuevo.

La bala impactó en la pierna derecha de Kuro. Esta vez sí perdió el equilibrio, y la misma fuerza que puso en el movimiento para atrapar a Melodie, hizo que pasara por encima de la malla, a un lado de ella, rozando su cabello rojo con sus dedos.

Melodie alcanzó a ver la expresión de terror  en el rostro angelical del niño rubio, las lágrimas surgiendo de los ojos carmesí.

Pudo oír por un largo rato el grito final del niño, hasta que cesó súbitamente.

...

Capítulo 7              Índice            Capítulo 9

Nota de autor (22 de Mayo de 2.020)


Después del tercer capítulo escribir Memorias de un mago enamorado se volvió realmente fácil. El problema es que ahora me cuesta concentrarme en escribir otras cosas.

Esta entrada fue posible gracias a Rocio Tou, Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.

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miércoles, 20 de mayo de 2020

Memorias de un mago enamorado 7

Capítulo 6            Índice             Capítulo 8

Memorias de un mago enamorado


beso
Foto original por Zou Meng

Capítulo 7: La alegre canción del viento


Jiro sintió su celular vibrar. Estaba en la primera clase después del almuerzo. Sabía que podía ser importante, así que lo revisó con disimulo. Era un mensaje de Kuro.


Si quieres vivir, deberías salir lo más pronto posible de esa escuela. La sirena va a cantar en media hora.


Jiro frunció el ceño. La parte de la sirena sólo podía significar que Kuro iba a obligar a Melodie, de alguna manera, a cantar en la escuela. Eso representaba mil estudiantes muertos. Sin haber sumado maestros y las viviendas cercanas a la escuela. ¿De qué método se iba a valer Kuro para obligar a Melodie a cometer semejante masacre? Jiro no lo sabía.

¿Debía escapar ahora mismo? Irse sin razón podría despertar sospechas después, en caso de que el plan de Kuro fuera un fracaso. Debía ser paciente, actuar con cautela, sacar el mayor provecho posible de la situación. El Vástago del Viento estaba alerta, y Jiro no podía ser tan estúpido de revelar su identidad.

Jiro maldijo a Kuro en su interior y pretendió que no sucedía nada, aunque sus ojos estaban atentos a cualquier anomalía.

...

La primera clase después del almuerzo tuvo un inicio fantástico para Melodie. Persea y ella volvieron a compartir un escritorio y estaban cotilleando y divirtiéndose como en los viejos tiempos.

Entonces el director se asomó a la entrada del salón.

—Disculpe la interrupción profesor, necesito que la estudiante Melodie me acompañe.

El profesor asintió y Melodie se incorporó preguntándose qué rayos había hecho Zeferino ahora.

—Melodie, creo que es mejor que traigas todas tus pertenencias contigo. —Le dijo el director con preocupación.

Melodie sintió un vacío en el pecho. Algo malo había pasado, lo supo al fijarse en el director. A toda prisa metió sus cosas en su mochila y salió detrás del director.

—Señorita Melodie, ¿tu hermano Fernando no se ha puesto en contacto contigo? ¿No sabes dónde está? —Preguntó el director mientras caminaban en el pasillo.

Melodie se tropezó consigo misma y se paró en seco para no caer, y también porque estaba asustada.

—¡Mi mamá siempre viene a recogerlo al mediodía!

—Tu mamá vino, pero no lo encontró por ningún lado. Lo llamaron a su celular pero no respondió, y luego ya no hubo timbre sino que se fue directamente al correo de voz. Tus padres están buscando a Fernando ahora mismo con ayuda de algunos profesores y amigos. Me pidieron el favor de llevarte a la casa de tus padres personalmente. Quieren que estés allí en caso de que alguien llame con noticias sobre tu hermano, ¿entiendes? Tu mamá también me dijo que encendieras tu celular. Sé que estás alterada, sin embargo lo más importante ahora es no perder el tiempo ni la calma, ¿me entiendes?

Melodie asintió. Se sintió hueca, como si ya no fuera ella quien controlaba su cuerpo de modo consciente, sino que sus acciones eran parte de un programa de funcionamiento automático. Sin pensar, caminó detrás del director, sacó su celular de su mochila y lo encendió. Estaba tan sonsa que demoró un poco en comprender las notificaciones de su celular. Tenía una llamada perdida de su madre, y un mensaje del celular de su hermano.

El chorro de adrenalina la hizo abrir el mensaje en un parpadeo.


Tengo secuestrado a tu hermano en la Torre del Comercio, a diez kilómetros de tu escuela, seguramente sabes en dónde está. Ni se te ocurra decírselo a alguien más o voy a matar a tu hermano sin dudar. Soy el mismo que ha estado asesinando hechiceros desde hace unos días, por lo que puedo afirmar que soy bastante fuerte, que no te quepa ninguna duda al respecto. Si quieres que deje ir a tu hermano, tienes media hora tras recibir este mensaje para ir al pasillo del séptimo piso acompañada por el Vástago del Viento. Cuando estés ahí, debes usar tu canto asesino para eliminar al Vástago del Viento. Yo lo veré todo con una bola de cristal: tu canto no puede lastimarme a esta distancia, y no me puedes engañar. Una vez que compruebe que él está muerto, puedes venir a recoger a tu hermano.


Fuera cual fuera el mecanismo que la había mantenido en movimiento automático se rompió en ese momento. Melodie se quedó paralizada en donde estaba, asaltada por miles de pensamientos diferentes.

—¿Señorita Melodie? Sé que está alterada pero recuerde, no tenemos tiempo que perder.

El director tenía razón, no podía permitirse no hacer nada. Tenía que hacer algo, pronto.

Melodie salió corriendo y pasó a un lado del director. El director también corrió detrás de ella, aunque sin la juventud ni la delgadez de ella, rápidamente lo dejó atrás.

—¡Señorita Melodie! ¡Señorita Melodie!

Durante la reconciliación que había ocurrido en el almuerzo, Melodie se había enterado de que Zeferino veía clases en el octavo piso, por lo que se dirigió hacia las escaleras y las subió tan velozmente como pudo sin tropezarse.

Para cuando llegó frente al salón de clases de Zeferino, ella estaba sin aliento y veía negro. Lo primero que oyó fue la voz de Zeferino en un tono catedrático que no le conocía hasta ahora.

—En los ejercicios que yo elaboré, para determinar la posición final del proyectil he considerado la fuerza y dirección del viento además de la fuerza de gravedad. Sé que en el libro de texto de Física de este año no se pide que se tenga en cuenta esa variable, pero... —Zeferino dejó de hablar cuando vio a Melodie apunto de desmayarse en la entrada.

Zeferino percibió el pánico en los ojos avellana de Melodie. Salió corriendo hacia ella y la tomó de la mano.

—¡Señor Zeferino, aún no termina su exposición! ¿A dónde cree que va? —Rugió el profesor de Física.

—¡No los dejé ir! —Gritó el director subiendo las escaleras bañado de sudor.

Tanto el profesor de Física como el director creyeron ver a Melodie y Zeferino meterse a un salón de clases, aunque luego no pudieron precisar cuál.

...

—¿Qué sucede? —Preguntó Zeferino esquivando al director en el pasillo.

—Bajemos al séptimo piso y te lo explico todo. —Contestó Melodie, que aún no tenía claro lo que iba a hacer.

Bajaron las escaleras y no dejaron de correr hasta que llegaron frente al salón de clases de Melodie, quien una vez más estaba respirando con dificultad. A su alrededor, los profesores estaban corriendo por todos lados en busca de ellos, y algunos estudiantes se asomaban desde sus salones con expresión confundida.

—Nunca había visto tanto alboroto al escaparme de clases. —Comentó Zeferino viendo el caos alrededor suyo.

Melodie se enderezó, miró a Zeferino directamente a los ojos y se armó de valor para decir la verdad. Pero fue interrumpida en ese mismo momento, porque sus dos recién recuperados amigos se acercaron a ellos.

—Melodie tienes que calmarte. —Dijo Camilo preocupado

—¿Es verdad que tu hermano está desaparecido? —Inquirió Persea bastante pálida.

Zeferino se giró para ver a Melodie consternado. Luego dio un paso adelante y se interpuso entre Melodie y los otros dos.

—¡Ya no pueden negar que son hechiceros! ¡Ninguna persona ordinaria puede vernos en este momento a Melodie y a mí! ¿Acaso le hicieron algo a Fernando? —Zeferino rugió sus palabras, como un león.

Persea y Camilo se miraron entre sí y luego a Zeferino.

—Es cierto. Soy una bruja, ¡sin embargo no tuve nada que ver con la desaparición de Fernando! —Aseveró Persea con voz afligida.

—Yo tampoco he atentado contra Fernando. La verdad sea dicha, ni siquiera sabía que ustedes tres también poseían magia. —Afirmó Camilo.

—No piensen que les voy a creer tan fácilmente. —Declaró Zeferino con dureza.

—¡Yo nunca haría algo para lastimar a Melodie! —Replicó Camilo.

—¿En serio? ¿Y entonces qué has estado haciendo los últimos tres meses? —Recalcó Zeferino con voz afilada.

Los ojos negros y los castaños se midieron fijamente.

—No creo que hayan sido ellos. Es, es la misma persona que ha estado matando magos y brujas en la ciudad. Creo, que es la misma persona que les lavó el cerebro a Camilo y Persea. —Dijo Melodie, llorando.

Ella le mostró a Zeferino el mensaje de texto que había recibido desde el celular de Fernando.

—Tenía mi celular apagado. Sólo, sólo me quedan cinco minutos. No quiero, no quiero hacerlo. Pero no puedo dejar morir a mi hermano. Zefer, lo puedes salvar, tú puedes salvarlo, ¿cierto? —Sollozó Melodie.

Zeferino levantó la mirada de la pantalla del celular para verla a ella. Luego miró a Camilo y a Persea.

—Sólo hay una una solución, Mel. Vas a tener que matarme. —Anunció Zeferino con solemnidad.

Melodie gritó y cayó de rodillas, llorando, al borde de un ataque de histeria.

—¿Qué rayos está pasando? —Preguntó Camilo.

Zeferino se acercó a él y le mostró el mensaje de celular. Luego se lo enseñó a Persea.

—No hay tiempo que perder, así que voy a confiar en ustedes dos. No hay otra alternativa para salvar a Fernando, así que voy a permitir que Melodie me asesine. Sin embargo no pienso permitir que mueran personas inocentes. La magia de Melodie es poderosa, puede matar a todas las personas que estén a ocho kilómetros alrededor de ella. Existe un método para contener su magia y que solamente me mate a mí, pero no puedo hacerlo sin ustedes, ¿está claro? Si quieren salvar la vida de Fernando, hagan lo que les digo sin rechistar. —Explicó Zeferino y se los quedó mirando esperando su respuesta.

A pesar de ser una bruja, Persea jamás había tenido que pasar por algo semejante. Al final, lo que la hizo decidir fue ver a Melodie descompuesta sobre el suelo. Dio un paso adelante y quedó frente a Zeferino. Otro tanto hizo Camilo.

—De acuerdo. Camilo, toma mi mano y repite después de mí: Juro servir como testigo de tu Unión.

Aunque Camilo puso cara de sorpresa, de todos modos asintió y estrechó la mano que Zeferino le ofrecía.

—Juro servir como testigo de tu Unión.

Saltaron chispas multicolores desde adentro de las palmas de las manos de ambos. Camilo retiró su mano confundido, y Zeferino se dirigió a Persea.

—Tú, toma la mano de Melodie y di lo mismo que pronunció Camilo.

Así lo hizo Persea. Tuvo que agacharse a un lado de Melodie, quien había seguido llorando.

—Juro servir como testigo de tu Unión. —Dijo Persea.

Las mismas chispas multicolores surgieron de su estrechón de manos. Melodie abrió los ojos de par en par. No había sido una sensación desagradable ni dolorosa, sino familiar. Por un instante fugaz, recordó a una mujer hermosa, no pudo precisar sus rasgos pero sabía que era hermosa y que había pronunciado esas mismas palabras.

—¿Qué fue eso? —Cuestionó Melodie, mirando su propia mano.

—Es parte del ritual de la Unión. Es como un matrimonio entre un mago y una bruja, y Camilo y yo somos los testigos. —Contestó Persea con un nudo en la garganta, lágrimas silenciosas cayendo por sus bellas mejillas.

—¿Qué? —Espetó Camilo en tono de protesta.

—No hay tiempo de explicaciones. Persea, Camilo, cuando yo esté muerto, deben quedarse aquí con mi cadáver. Deben permitir que Melodie se vaya sola, o de lo contrario yo habré muerto en vano. Ahora aléjense un poco. Lo mínimo que puedo contener el canto de Melodie es un radio de tres metros, voy a crear ese perímetro con mi magia de viento. —Indicó Zeferino sin un ápice de vacilación.

Persea obedeció a Zeferino. De hecho tuvo que acallar a Camilo y empujarlo a una distancia prudencial.

Zeferino se agachó al lado de Melodie y tomó el rostro de ella con sus manos. Melodie pensó que las palmas de Zeferino eran bastante delicadas y finas.

—Juro que ni la muerte podrá romper nuestra Unión. Melodie, necesito que digas eso mismo. Es la única manera de salvar a tu hermano.

Melodie observó los ojos castaños detrás de las gafas redondas y supo que sus palabras eran verdaderas.

—Juro que ni la muerte podrá romper nuestra Unión.

Tras haber dicho eso, Melodie sintió que un cambio se operó dentro de ella. Fue como si hubiese despertado de algún modo, sintió que sus sentidos se habían agudizado, y que el viento con el que Zeferino los había rodeado era casi como un ser vivo que ronroneaba unas palabras que no alcanzaba a comprender aunque sí las podía oír.

Melodie apenas comenzaba a maravillarse con esa nueva sensación, cuando Zeferino la besó en los labios. Fue un beso casto, corto y cariñoso. Lo único que escuchó en ese momento fue la alegre canción del viento.

Cuando se separaron, Melodie abrió los ojos. Zeferino estaba sonriendo.

—Ahora canta. Te prometo que todo va a estar bien, Mel.

Melodie sollozó. Zeferino la abrazó con mucha fuerza.

—Canta, por favor. Para mí, una última vez.

Melodie se tragó sus lágrimas. Respiró profundamente. Se aferró al cuerpo de Zeferino y cerró los ojos.  Las palabras vinieron a su mente, como si siempre hubiesen estado ahí, esperando.


En las lejanas tierras de mi corazón vagabundo,
grita el viento un nombre indecible por estos labios profanos,
que en sello de agonía apagarán mi llanto.


Melodie cantó por primera vez en su vida, que ella pudiera recordar. Su voz le sonó extraña, como si fuera una voz ajena que le pertenecía a alguien más. A medida que su canto fue progresando, pudo sentir como el viento se iba debilitando, mermando en fuerza hasta desaparecer por completo al final de su canción.

El cuerpo de Zeferino se fue relajando en sus brazos, y tuvo que asirlo para ayudarlo a caer sobre el suelo con delicadeza. Él tenía los ojos cerrados, las gafas desajustadas y una expresión de alegría que la muerte no había podido perturbar.

Camilo y Persea se acercaron sin saber qué decir.

Melodie escondió su rostro entre sus manos y gritó.

...

Capítulo 6             Índice              Capítulo 8

Nota de autor (20 de Mayo de 2.020)


La canción de Melodie es parte de un poema escrito por mi novia Melathana y que fue publicado en el blog el año pasado titulado POEMA PARA TI.


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lunes, 18 de mayo de 2020

Memorias de un mago enamorado 6

Capítulo 5               Índice              Capítulo 7

Memorias de un mago enamorado


dibujo niño
Foto original por Annie Spratt

Capítulo 6: Elaboración de trampas


Melodie y su familia estaban comiendo espagueti y viendo un programa nocturno en la televisión cuando su madre la empezó a interrogar.

—Melodie, escuché que hubo una pelea en el séptimo piso de tu escuela hoy. ¿Tú no estuviste involucrada, o sí?

Melodie negó con la cabeza sin pensar, pues usualmente ella no tenía nada que ver con ese tipo de cosas. Luego recordó que había tenido que ver con la pelea en la escuela de esa mañana, y se quedó viendo a su madre con cara de sorpresa.

—¿Y tú cómo te enteraste de eso, mamá?

—Los padres de familia tenemos un grupo para charlar en línea. Me uní a ellos la semana pasada, después de que tuviste esa pelea con ese niño de nombre extraño, Viperino.

—Zeferino, aunque sus amigos le dicen Zefer. —Melodie se preguntó si él tenía más amigos, aparte de ella, que lo llamaran así.

—¿Zefer? Bueno, eso es más fácil de recordar. Me imaginó que él estuvo involucrado en la pelea de hoy. Tiene fama de picapleitos. Pero sus compañeros nunca testifican contra él. Le deben tener mucho miedo.

—No es por miedo. Yo creo que es porque, en el fondo, todos saben que no es una mala persona. Solamente pelea para defender a otros, o al menos cuando él cree que está defendiendo a otros.

Su madre se la quedó viendo por un largo rato, con esa mirada suspicaz que solamente usaba con Melodie.

—Espero que no te vayas a hacer amiga de alguien así. Por cierto, ha pasado tiempo desde la última vez que Camilo vino a estudiar contigo en las noches. ¿Por qué?

Ante esa pregunta de su madre, tanto su padre como su hermano quitaron los ojos del televisor y los pusieron sobre ella. Melodie se sintió enrojecer y agradeció que fuera de noche y que tuvieran las luces del comedor apagadas.

—Él ha estado ocupado últimamente, eso es todo.

—Creo que mi hermana se cansó de su novio aburrido y lo cambió por un rebelde sin causa. —Comentó Fernando con la graciosa insensibilidad propia de un niño de ocho años.

—Melodie no va a tener novios hasta que sea mayor de edad. —Sentenció su padre con expresión torva.

—Yo no tengo novio. —Declaró ella, lanzando una mirada asesina a su hermano menor.

Fernando se volvió a reír y sus ojos avellana volvieron a concentrarse en el programa. Lo mismo hicieron su madre y su padre, aunque este último sin los ojos avellana. Por su parte, Melodie siguió ingiriendo pequeños bocados de mala gana.

¿Iba a regresar a ser novia de Camilo, y amiga de Persea? Se lo preguntaba una y otra vez. Creía que era capaz de perdonar a esos dos considerando que habían sido víctimas del control mental de alguien más. Sin embargo, ¿era correcto permitir que ellos se acercaran a ella? Había un asesino de magos y brujas por ahí suelto, así que estar cerca de Melodie era peligroso para cualquiera. Incluso su familia, de no ser por Zeferino, estarían indefensos. Él ya estaba bastante ocupado como para además pedirle que protegiera a esos dos nada más para que ella se sintiera menos sola.

Se sentía tan inútil, con su poder de destrucción masiva. ¿Qué era aquello que su yo anterior había odiado tanto de sí misma, que era lo que había querido olvidar? ¿Acaso ese odio seguía vivo dentro de ella? ¿Había querido acabar con su propia vida por eso que no recordaba, y no por qué su amiga y su novio la hubiesen traicionado?

Con esfuerzo, Melodie hizo a un lado esos oscuros pensamientos. Debía dejar de pensar en su sufrimiento y pensar en aquellos a quien ella podía ayudar. Camilo y Persea de seguro iban a experimentar mucha culpa y confusión. Aún si no volvían a ser cercanos, debía tener consideración para con ellos. No se podía quitar la vida, eso los afectaría de manera terrible. También a su familia. Y a Zeferino.

Tras meditar un poco, decidió que al día siguiente iba a invitar a Zeferino a jugar videojuegos con ella. Era lo menos que podía hacer por él, intentar ser su amiga.

Su madre probablemente se iba a enfadar, pero ella siempre estaba decepcionada con Melodie, así que al menos le iba a dar una razón para estarlo.

...

—¡Bienvenido, Jiro, segundo hijo del Dios Dragón del Viento! ¡Yo, Kuro, noveno hijo del Dios Dragón del Viento, te saludó! ¡El día de hoy no maté a nadie como me lo pediste, señor sí señor!

Quien así habló era un niño de cabello rubio, de no más de diez años, la piel muy blanca y los ojos de un inusual carmesí. Dijo todo eso haciendo un saludo militar, y luego estalló a carcajadas.

—¿Te crees muy gracioso, no? —Dijo Jiro, dejándose caer en el sofá.

Kuro fue a la nevera y sacó dos helados en envoltorios de plástico. Le ofreció uno a Jiro y empezó a lamer el suyo.

—Vaya, se nota que hoy sí tuviste que trabajar. Es bueno para variar, últimamente he sido yo el que ha estado haciendo todo el trabajo. ¿Crees que es gracioso ir en taxi de un lado para otro, acechando hechiceros? Pues déjame decirte que para mí no. Bueno, disfruto mucho la parte de matarlos, pero no la de andar en taxi. Siempre son reticentes a creer que un niño sabe lo que hace. —Kuro ya llevaba su helado a la mitad a punta de lamidas, era bastante hábil con su lengua, para hablar y comer.

—No seas presumido. Durante meses fui yo el que tuvo que estar cerca de Melodía de la Muerte, creando mi red de control mental para forzarla a acabar con su propia vida.

—Y entonces vino ya sabes quien y lo eliminó todo con una brisa, tu trabajo de casi un año destruido en una semana. Debes sentirte muy inferior a él. —Se burló Kuro, engullendo la última porción de helado con una gran lamida.

—Sólo necesito un poco de tiempo para volver a restablecer la programación más importante. —Jiro por fin había quitado la envoltura de su helado y lo empezó a comer despacio.

—Siempre andas dilatando todo. Por mi parte yo tengo mejores cosas a las que dedicarme. Matar únicamente hechiceros es aburrido, sabes que yo disfruto más cazando monstruos, sobretodo los grandes: esos son un desafío. Ya no voy a seguir esperando.

—¿A qué te refieres? Si vas a hacer algo precipitado no cuentes conmigo.

Kuro se puso de pie sobre una silla y alzó un puño hacia el techo.

—¡Nunca he contado contigo! ¡Eres un cobarde! ¡Prometo que el día de mañana voy a exterminar a Melodía de la Muerte! ¡Y si él se interpone, también lo voy a eliminar! ¡No le tengo miedo a ninguno de los dos, porque yo soy Kuro, noveno hijo del Dios Dragón del Viento! —Tras su discurso, se bajó de la silla y se partió de la risa.

—Eres un inmaduro. —Opinó Jiro lamiendo su helado sin afán.

—Puede que me esté riendo, hermano, pero estoy hablando muy en serio. —Los ojos carmesí resplandecieron ligeramente.

...

Como le era usual, Melodie llegó tarde a clases. Entró jadeando y sudando al salón, y tuvo que parar en la entrada para recuperar el aliento, con la cabeza agachada y las manos sobre sus rodillas. Alguien se acercó a ella cuando estaba en esa posición. Se forzó a levantar la cabeza, imaginando que era  el profesor que la iba a regañar por llegar tarde.

—Buenos días Melodie. —La saludó Camilo sonriendo.

—Melodie, ¿podemos hablar a la hora del almuerzo? ¿Los tres? —Le habló Persea.

—Ah, sí, claro, por supuesto. —Jadeó Melodie.

El profesor entró en ese momento y cada uno tuvo que irse a su respectivo escritorio.

Melodie sufrió con impaciencia las clases. Se fijó mucho en aquellos dos. Camilo recibió muchos cumplidos por haber sido el primero en haber dado un golpe a Zeferino en una pelea. Él rechazó los cumplidos y dijo que eso no era algo para felicitarlo, y no quiso hablar más al respecto. De vez en cuando él volteaba a mirarla y Melodie le rehuía la mirada, sabiendo que tenía los cachetes colorados. Habían pasado tres meses desde que Camilo se había fijado en ella. Los ojos negros de él todavía le hacían palpitar el corazón.

Por su parte, Persea era la que había cambiado más. Se había revertido a la apariencia de cuando recién había entrado a la escuela. Tenía su largo cabello rubio atado con un moño rojo, y su actitud era más tímida. Se sentaba más encorvada y hablaba con la voz más baja. Sus movimientos eran torpes, y tenía ojeras bajo los ojos verdes. Era idéntica a la amiga que había sido desde el principio, totalmente diferente a la chica que se había burlado de ella y maltratado en cada ocasión que había tenido.

Melodie experimentó rabia contra la persona que hubiese jugado con las personalidades de sus amigos, como si fueran títeres. Le costaba mucho enfadarse por lo que le hicieran a ella, siempre había sido así, pero el daño que habían producido en sus seres queridos, eso no lo podía perdonar.

Quizá, sólo contra ese enemigo, se animaría ella a cantar.

...

—Sentémonos en esa mesa. —Propuso Camilo, señalando una mesa vacía.

Melodie se sentó primero. Persea se sentó a su lado y Camilo al frente de ambas. Los tres tenían bandejas con los almuerzos estándares de la escuela.

Camilo iba a abrir la boca para hablar, cuando Zeferino de repente se acercó a la mesa que estaban ocupando los tres. Melodie notó que tenía gafas nuevas, aunque eran redondas al igual que las anteriores. El bullicio usual de la hora del almuerzo cesó, reemplazado por un silencio expectante alimentado por veloces murmullos.

—Oye, córrete un poco para que yo me pueda sentar. —Le ordenó Zeferino a Camilo.

Camilo parpadeó confundido y luego se hizo a un lado, quedando frente a Persea. Zeferino quedó frente a Melodie, quien lo miró con suspicacia, con la misma mirada que su madre reservaba para ella.

—Más te vale no causar problemas. —Le advirtió Melodie a Zeferino.

—Nada más necesito un lugar donde comer. —Declaró Zeferino, poniendo sobre la mesa una caja que contenía el logo de uno de los restaurantes más lujosos y costosos de la ciudad.

—¿Ese es un almuerzo del Restaurante Fonsii? ¿Y a domicilio? ¡Tiene que haber costado como treinta dólares! —Comentó Camilo sorprendido.

—Cuarenta, en realidad. Me gusta mucho el pescado de allí. —Replicó Zeferino, empezando a comer con modales poco elegantes.

—¡Zeferino, eso es una locura! ¿De dónde vas a sacar el dinero para eso? —Dijo Melodie, que sintió que se podía desmayar por un gasto tan grande y tonto.

—Soy rico, ¿acaso no te lo dije?

—¿A qué te refieres con rico? —Inquirió Camilo.

—Rico, millonario, ya saben. —Zeferino siguió tragando como si el asunto no tuviera importancia.

—¡Melodie, necesito disculparme contigo! —Terció Persea levantando la voz. Como los tres se la quedaron viendo, enrojeció y se quedó con la boca cerrada.

—Persea tiene razón. Por eso te pedimos comer con nosotros. La verdad es que no hemos sido nosotros mismos últimamente. —Dijo Camilo con una nota de tristeza.

—¡Está bien! ¡No tienen que preocuparse ni nada por el estilo! ¡Sólo son cosas de la adolescencia! —Lo interrumpió Melodie, procurando sonar convincente.

—Por favor, no seas tan amable, al menos enfádate un poco con nosotros, sólo me haces sentir peor con tu nobleza. —Masculló Persea, quien metió su cara entre sus manos para ocultar sus lágrimas.

—Siempre has sido una muy buena persona, Melodie. No sé qué se nos metió en la cabeza para habernos comportado de ese modo. —Declaró Camilo compungido.

Melodie abrazó a Persea y le acarició el largo cabello rubio.

—Por supuesto que no fue divertido todo lo que me hicieron pasar. Sin embargo entiendo que ambos son jóvenes y que su mal comportamiento no fue más que algo temporal. Créanme cuando les digo que los perdono. —Afirmó Melodie.

Persea sollozó dentro de los brazos de Melodie.

—Pues aún si fue algo temporal, y ahora mismo no están fingiendo, eso de que sean cosas de la juventud me parece una excusa. Creo que tienen un carácter débil, que se dejan influenciar por lo que digan los demás, y que no hay garantía de que no vuelvan a recaer en sus fechorías. —Opinó Zeferino.

Melodie lo miró con el ceño fruncido y él la contempló a ella con seriedad.

—Haremos lo posible por demostrar que estás equivocado, Zeferino. Aunque, déjame aprovechar la ocasión para pedirte disculpas. Nunca antes había estado en una pelea, y no sé qué bicho me picó para creer que podía ganar contra ti. Pero lo cierto es que fuiste el único que defendió a Melodie y te doy las gracias por ello. —Camilo extendió la mano abierta hacia Zeferino.

Zeferino se quedó viendo la mano con desconfianza.

Melodie lo apremió con su expresión ceñuda.

Zeferino suspiró y estrechó la mano de Camilo.

—Más les vale ser buenos con ella. La próxima vez no voy a ser tan blando con ustedes.

—¿Blando? ¡Casi me rompes una costilla! Creo, o al menos así se siente mi cuerpo. De no ser porque necesitaba disculparme con Melodie no habría venido hoy. —Bromeó Camilo.

Después de eso terminaron de almorzar. Varias veces Melodie le aseguró a Persea que no le guardaba rencor, casi tantas veces como las que Camilo intentó establecer una conversación con Zeferino, sin éxito.

El resto de la escuela llegó al consenso de que sólo un desastre podía nacer de ese nuevo grupo.

...

Mientras los otros cuatro almorzaban, los estudiantes del quinto piso para abajo salían de la escuela para encontrarse con sus padres y ser llevados a casa. Fernando estaba buscando el rostro de su madre entre la muchedumbre cuando se topó de frente con un niño de cabello rubio y ojos carmesí.

—Tú eres Fernando, el hermano menos de esa pelirroja que se llama Melodie, ¿verdad?

...

Capítulo 5                               Índice                            Capítulo 7

Nota de autor (18 de Mayo de 2.020)


Definitivamente mi anime favorito actual es el de Bakarina, conocido también como Hamefura. Otome Game no Hametsu Flag Shika Nai Akuyaku Reijō ni Tensei Shiteshimatta... o My Next Life as a Villainess: All Routes Lead to Doom! y Reencarné en un juego otome como villana con solo banderas de destrucción... que agotador es ser preciso.

También estoy disfrutando The 8th Son? Are You Kidding Me? aunque no lo disfrutó por sus elementos isekai sino por los de fantasía. No se centra en los combates, lo que me parece interesante, y en general tiene una vibra que me recuerda Slayers. Creo que es muy realista en su irrealidad, pero puedo entender porque algunos lo odian.

También está Torre de Dios por ahí, sin embargo quiero esperar a que la primera temporada esté completada para hacer maratón. Hay otros animes que quiero ver pero no he tenido tiempo.


Esta entrada fue posible gracias a Rocio Tou, Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.

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