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lunes, 29 de julio de 2019

Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad Capítulo 84

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Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad


profesor quirrell dibujo
Profesor Quirrell por LatePenguins

Capítulo 84: Intercambio de Tabúes, Conclusión 2


Cuando Hermione Granger despertó, se encontró a sí misma yaciendo sobre una suave, confortable cama de la enfermería de Hogwarts, con un cuadrado de luz solar cayendo sobre su estómago, tibia a través de la delgada manta. La memoria le decía que habría una cortina sobre ella, ya estuviera extendida alrededor de su cama o abierta, y que el resto del dominio de Madam Pomfrey estaría más allá: las otras camas, ocupadas o desocupadas, y brillantes ventanas esculpidas en la piedra de Hogwarts.
Cuando Hermione  abrió sus ojos, la primera cosa que vio fue la cara de la Profesora McGonagall, sentada en el lado izquierdo de su cama. El Profesor Flitwick no estaba allí, aunque eso era comprensible, había estado con ella toda la mañana en la celda de detención, su cuervo plateado otorgando protección extra contra el Dementor y su pequeño y severo rostro siempre dirigido hacia los Aurores. El Jefe de Ravenclaw seguramente había pasado ya demasiado tiempo con ella, y probablemente tenía que regresar a enseñar sus clases, en vez de seguir vigilando a una convicta por intento de homicidio.
Se sentía horrible, horriblemente enferma y no creyó que fuera por ninguna de las pociones. Hermione habría empezado a llorar de nuevo, sólo que su garganta dolía, sus ojos aún ardían, y su mente sólo sentía cansancio. No habría sido capaz de sollozar de nuevo, no podía encontrar la fuerza para las lágrimas.
"¿Dónde están mis padres?" Hermione susurró a la Jefe de Casa de Gryffindor. Por alguna razón parecía como la peor cosa en el mundo tener que darles la cara, incluso peor que todo lo demás; y ella aún no quería verlos.
La gentil mirada en el rostro de la Profesora McGonagall se Transformó en algo más triste. "Lo siento, Señorita Granger. Aunque no siempre fue así, hemos hallado en años recientes que es más sabio no informar a los padres Muggle sobre cualquier peligro que sus hijos hayan enfrentado. También le aconsejaría permanecer en silencio, si desea quedarse en Hogwarts sin causarles problemas."
"¿No voy a ser expulsada?" la niña susurró. "¿Por lo que hice?"
"No," contestó la Profesora McGonagall. "Señorita Granger... de seguro usted escuchó... ¿espero que haya escuchado al Sr. Potter, cuando expuso que usted era inocente?"
"Nada más dijo eso," ella respondió débilmente. "Para hacer que me liberaran, creo."
La bruja mayor sacudió su cabeza firmemente. "No, Señorita Granger. el Sr. Potter cree que usted recibió un Encantamiento Desmemorizador, que todo el duelo nunca sucedió. El Director sospecha que incluso magias más Oscuras podrían haber estado involucradas - que tu propia mano podría haber lanzado el hechizo, aunque no por voluntad propia. Incluso el Profesor Snape encuentra todo el asunto completamente increíble, si bien podría no decirlo públicamente. Él estaba considerando si drogas Muggle podrían haber sido usadas contigo."
Los ojos de Hermione se quedaron fijos de modo distante sobre la Profesora de Transformación; sabía que le acababan de revelar algo significante, pero no podía encontrar la energía para propagar ningún cambio a través de su mente.
"¿Seguramente  no lo crees?" cuestionó la Profesora McGonagall. "Señorita Granger, ¡no puede pensar en sí misma como una asesina!"
"Sin embargo yo -" Su excelente memoria le ayudó a reproducirlo por milésima vez, Draco Malfoy diciendo con una mueca que ella nunca lo derrotaría cuando él no estuviera cansando, y luego procediendo a demostrar eso, danzando como un duelista entre los trofeos protegidos mientras ella se retorcía frenéticamente, y dando el golpe final con un maleficio que la hizo estrellarse contra la pared y derramar sangre de su mejilla - y luego - luego ella -
"Sin embargo recuerdas que lo hiciste," terminó la bruja mayor, quien la estaba contemplando con amable comprensión. "Señorita Granger, no hay necesidad de que una niña de doce años cargue con memorias tan espantosas. Deme permiso y estaré feliz de eliminarlas para usted."
Fue como un vaso de agua caliente arrojado a su rostro. "¿Qué?"
La Profesora McGonagall sacó su varita, un gesto tan practicado y veloz que fue como apuntar un dedo. "Le ofrezco liberarla de las memorias por completo, Señorita Granger," la Profesor de Transformación propuso con su acostumbrada precisión. "Podría haber hechos importantes enterrados ahí. Aunque hay una forma del Encantamiento Desmemorizador que es reversible, y estaré feliz de invocar ese sobre usted."
Hermione observó la varita, sintiendo el principio de la esperanza por primera vez en casi dos días.
Hacer de cuenta que no sucedió... ella había deseado eso una y otra vez, para que las manos del tiempo dieran una vuelta para atrás y borrar la horrible elección que nunca podría, jamás ser deshecha. Y si borrar la memoria no era eso, de todos modos era una especie de liberación...
Volvió a mirar la cara amable de la Profesora McGonagall.
"¿Usted realmente no cree que yo lo hice?" Hermione inquirió, su voz temblando.
"Tengo bastante certeza de que usted nunca haría tal cosa por voluntad propia."
Bajo las cobijas, las manos de Hermione apretaron las sábanas. "¿Harry no cree que yo lo hice?"
"El Sr. Potter es de la opinión de que sus memorias son una total fabricación. Puedo ver muy bien su punto."
Luego los apretados dedos de Hermione dejaron ir las sábanas, y se volvió a desplomar sobre la cama, de la cual se había levantado parcialmente.
No.
Ella no había contado nada.
Ella despertó y recordó lo que había ocurrido la noche anterior, y había sido como - como - ni siquiera en sus propios pensamientos podía hallar las palabras para lo que había sido. Pero ella había sabido que Draco Malfoy ya estaba muerto, y ella no había contado nada, no había ido con el Profesor Flitwick y confesado. Nada más se vistió y fue a desayunar e intentó actuar con normalidad para que nadie la fuera a descubrir, y ella había sabido que estaba mal y Mal y horrible horriblemente MAL y aún así ella había estado tan, tan aterrada -
Incluso si Harry Potter estaba en lo correcto, incluso si el duelo con Draco Malfoy era una mentira, ella había hecho esa decisión por sí misma. Ella no merecía olvidar eso, o ser perdonada por ello.
Y de haber hecho lo correcto, ido directo con el Profesor Flitwick, quizá eso habría - ayudado, de alguna manera, tal vez todos habrían visto que ella lo lamentaba, y Harry no tendría que haber perdido todo su dinero para salvarla -
Hermione cerró sus ojos, los cerró muy apretadamente, no podía soportar empezar a llorar de nuevo. "Soy una persona horrible," ella declaró con voz temblorosa. "soy horrenda, no soy nada heroica -"
La voz de la Profesora McGonagall fue muy afilada, como si Hermione acabara de cometer un error tremendo en su tarea de Transformación. "¡Deje de ser tonta, Señorita Granger! Horrible es quien fuera que le hizo esto a usted. Y en cuanto a ser heroica - bueno, Señorita Granger, ya ha escuchado mi opinión sobre las niñas involucrándose en tales cosas antes de tener catorce, por lo que no la voy a regañar otra vez. Nada más añadiré que usted atravesó una horrenda experiencia, que usted sobrevivió tan bien como cualquier bruja de su edad podría haberlo hecho. Hoy se le permite llorar tanto como quiera. Mañana va a regresar a clases."
Ahí fue cuando Hermione supo que la Profesora McGonagall no la podía ayudar. Ella necesitaba alguien que la regañara, no podía recibir la absolución si no podía ser culpada, y la Profesora McGonagall nunca haría eso por ella, nunca le pediría tanto a una pequeña niña de Ravenclaw.
Era algo con lo que Harry Potter tampoco la iba a ayudar.
Hermione se giró en la cama de la enfermería, abrazándose a sí misma, lejos de la Profesora McGonagall. "Por favor," ella susurró. "Quiero hablar - con el Director -"



...

"Hermione."
Cuando Hermione Granger abrió sus ojos la segunda vez, ella vio la muy arrugada cara de Albus Dumbledore inclinándose sobre su cama, viéndose casi como si él había estado llorando, aunque eso era imposible; y Hermione sintió otra punzada de culpa por haberlo molestado tanto.
"Minerva me comunicó que deseabas hablar conmigo," el mago anciano dijo.
"Yo -" De repente Hermione no supo qué pronunciar. Su garganta se cerró, y todo lo que pudo hacer fue tartamudear, "yo - yo lo -"
De alguna manera su tono debió transmitir la otra palabra, aquella que ya no era capaz de pronunciar.
"¿Lamentas?" concluyó Dumbledore. "¿Por qué, por qué tendrías que disculparte?"
Tuvo que forzar las palabras por fuera de su garganta. "Usted le estaba diciendo a  Harry - que él no debía pagar - así que yo no debí - haber hecho lo que la Profesora McGonagall me pidió, no debí tocar la varita de él -"
"Querida mía," explicó Dumbledore, "de no haber jurado lealtad a la Casa de Potter, Harry habría atacado Azkaban por sí mismo, y muy posiblemente ganado. Aunque ese niño puede escoger sus palabras cuidadosamente, nunca he sabido que mienta; y en el Niño-Que-Vivió hay poder que el Señor Oscuro nunca conoció. Efectivamente él habría intentado romper Azkaban, incluso al costo de su vida." La voz del mago anciano se volvió más gentil, y amable. "No, Hermione, no tienes nada por lo cual culparte a ti misma."
"Podría haber logrado que él no lo hiciera."
En los ojos de Dumbledore un pequeño destello apareció antes de que se perdiera dentro del cansancio. "¿En serio, Señorita Granger? Quizá usted debería ser Directora en mi lugar, pues yo mismo no poseo semejante poder sobre los niños tercos."
"Harry prometió -" Su voz se detuvo. La terrible verdad era muy difícil de hablar. "Harry Potter me prometió - que nunca me ayudaría - si le decía que no."
Hubo una pausa. Los distantes ruidos de la enfermería que habían acompañado a la Profesora McGonagall ya habían cesado, Hermione se dio cuenta, cuando Dumbledore la despertó. Desde donde estaba ubicada su cama nada más podía ver el techo, y la cima de una de las paredes con ventana, sin embargo nada en su visión se movía, y si había sonidos, ella no los escuchaba.
"Ah," reconoció Dumbledore. El mago anciano suspiró pesadamente. "Supongo que es posible que el niño habría mantenido su promesa."
"Yo debí - yo tendría que haber -"
"¿Ido a Azkaban por voluntad propia?" Dumbledore cuestionó. "Señorita Granger, eso es más de lo que le pediría a cualquier otro."
"Pero -" Hermione tragó saliva. No podía evitar notar los detalles, cualquiera que quisiera atravesar la puerta-retrato del dormitorio de Ravenclaw rápidamente iba a aprende a poner atención a la exactitud de las palabras. "Pero no es más de lo que se exige a usted mismo."
"Hermione -" el mago anciano empezó.
"¿Por qué?" continuó la voz de Hermione, ahora pareció correr sin su mente. "¿Por qué no fui capaz de ser más valiente? Iba a correr en frente del Dementor - para Harry - antes, o sea, en Enero - así que por qué - por qué - por qué no pude yo -" Por qué el pensamiento de ser enviada a Azkaban simplemente la había despegado, por qué había olvidado todo sobre ser Buena -
"Mi querida niña," Dumbledore llamó. Los ojos azules detrás de los anteojos de media luna mostraban una comprensión total de su culpa. "Yo mismo no lo habría hecho mejor, en mi primer año en Hogwarts. Así como puedes ser benigna con otros, se benigna contigo misma"
"Así que hice lo incorrecto." Por alguna razón ella necesitaba afirmar eso, que alguien se lo dijera, incluso si ya lo sabía.
Hubo una pausa.
"Escucha, joven Ravenclaw," el mago anciano declaró, "escúchame bien, pues tendré que contarte una verdad. La mayoría de los que hacen el mal no se ven a sí mismos como malos; en efecto, la mayoría se conciben a sí mismos como los héroes de la historia que relatan. Una vez pensé que el más grande de los males en este mundo era realizado en el nombre de un bien mayor. Estaba equivocado. Terriblemente equivocado. Hay mal en este mundo que sabe que es malvado, y odia lo bueno con toda su fuerza. Desea destruir todo lo que sea noble."
Hermione tuvo escalofríos en su cama, por alguna razón parecía muy real, cuando Dumbledore lo aseveraba.
El mago anciano continuó su exposición. "Tú eres una de las cosas nobles de este mundo, Hermione Granger, y por eso ese mal te odia también. De haber permanecido firme incluso a través de esta prueba, te habría atacado más y más duramente, hasta destrozarte. ¡No creas que los héroes no pueden ser partidos! Nada más somos más difíciles de romper, Hermione." Los ojos del mago anciano se habían vuelto más severos de lo que ella había visto hasta ahora. "Cuando has estado exhausto durante muchas horas, cuando el dolor y la muerte no son un temor pasajero sino una certeza, entonces es más difícil ser un héroe. Si debo hablar con la verdad - entonces el día de hoy, sí, no dudaría en enfrentar Azkaban. Sin embargo cuando era un niño de primer año en Hogwarts - yo habría huido del Dementor que tú sí llegaste a confrontar, pues mi padre había muerto en Azkaban, y les tenía miedo. ¡Conoce esto! El mal que te atacó podría haber roto a cualquiera, incluso a mí. Nada más Harry Potter tiene lo necesario para encarar ese horror, cuando logre dominar su poder por completo."
El cuello de Hermione ya no podía seguir fijo sobre el mago anciano; dejó su cabeza caer para atrás, de vuelta a la almohada, donde alzó la vista hacia el techo, absorbiendo lo que podía.
"¿Por qué?" Su voz tembló otra vez. "¿Por qué alguien sería así de malo? No lo entiendo."
"Yo, también, me lo he preguntado," concordó la voz de Dumbledore, conteniendo una profunda tristeza. "Por tres décadas me lo he preguntado, y aún no lo entiendo. Tú y yo nunca lo entenderemos, Hermione Granger. Pero al menos conozco lo que el verdadero mal respondería por su cuenta, si le pudiéramos hablar y preguntar por qué es malvado. Respondería, ¿Por qué no?"
Una breve flama de indignación ardió dentro de ella. "¡Tiene que haber un millón de razones porque no!"
"En efecto," concordó la voz de Dumbledore. "Un millón de razones y más. Nosotros siempre sabremos aquellas razones, tú y yo. Si insistes en ponerlo de ese modo - entonces sí, Hermione, la prueba de este día te ha roto. Sin embargo lo que sucede después de que te rompes - eso, también, es parte de ser un héroe. Lo que tú eres, Hermione Granger, y siempre lo serás."
Ella levantó su cabeza otra vez, mirándolo fijamente.
El mago anciano se alzó del lado de su cama. Su barba plateada tocó el suelo, cuando Dumbledore le hizo una profunda reverencia, y se fue.
Ella siguió observando hacia donde el mago anciano se había ido.
Tendría que haber significado algo para ella, tendría que haberla tocado. Tendría que haberla hecho sentir mejor por dentro, que Dumbledore, quien había parecido tan reluctante antes, ahora la había reconocido como un héroe.
Ella no sintió nada.
Hermione dejó caer su cabeza de vuelta a la cama, cuando Madam Pomfrey vino y la hizo beber algo que logró chamuscar sus labios como si fuera comida picante, y olía incluso más caliente, y no tenía ningún sabor. No significó nada para ella. Siguió contemplando los azulejos de piedra del techo distante.

...

Minerva estaba esperando, haciendo su mejor esfuerzo para no revolotear, al lado de las puertas dobles de la enfermería de Hogwarts, ella siempre pensó en aquellas puertas como "los portales ominosos" cuando era una niña en Hogwarts, y no podía evitar recordar eso ahora. Demasiadas noticias malas se habían recibido aquí -
Albus salió caminando. El mago anciano no hizo pausa alguna en su salida de la enfermería, nada más siguió caminando hacia la oficina del Profesor Flitwick; y Minerva lo siguió.
La Profesora McGonagall aclaró su garganta. "¿Está hecho, Albus?"
El mago anciano asintió en afirmación. "Si cualquier magia hostil es lanzada sobre ella, o cualquier espíritu la toca, lo sabré, y vendré."
"Hablé con el Sr. Potter tras la clase de Transformación," informó la Profesora McGonagall. "Él es de la opinión que la Señorita Granger debería ir a Beauxbatons, en vez de Hogwarts, desde ahora."
El mago anciano sacudió su cabeza. "No. Si Voldemort verdaderamente desea atacar a la Señorita Granger - él es inmensamente tenaz. Sus sirvientes están regresando con él, no podría rescatar a Bellatrix por sí solo. La propia Azkaban no está a salvo de su malicia, y en cuanto a Beauxbatons - no, Minerva. No creo que Voldemort pueda ejercer tal posesión a menudo, o contra objetivos más fuertes, o este año habría sido muy diferente. Y Harry Potter está aquí, a quien Voldemort debe temer aún si no lo admite. Ahora que la he protegido con encantamientos, la Señorita Granger estará más segura dentro de Hogwarts que por fuera."
"El Sr. Potter parece dudar eso," Minerva insistió. No pudo lograr del todo contener el filo de su voz; había una parte de ella que estaba bastante de acuerdo. "Parece sentir que el sentido común afirma que la Señorita Granger debería continuar su educación en cualquier lugar excepto Hogwarts."
El mago anciano suspiró. "Temo que el chico ha pasado demasiado tiempo entre los Muggles. Siempre buscando seguridad; siempre imaginando que la seguridad puede ser alcanzada. Si la Señorita Granger no está a salvo dentro de nuestra fortaleza, no estará más segura por abandonarla."
"No todos parecen pensar así," replicó la Profesora McGonagall. Casi había sido la primera carta que había visto cuando echó un vistazo a su escritorio; un sobre de la más fina piel de oveja, sellado con la cera plateada más verdosa, presionada contra la imagen de una serpiente que se alzó y la siseó. "He recibido el búho del Señor Malfoy retirando a su hijo de Hogwarts."
El mago anciano asintió, pero no dejó de caminar. "¿Lo sabe Harry?"
"Sí." Su voz falló, por un momento, recordando la expresión de Harry. "Al terminar la clase, el Sr. Potter felicitó el excelente sentido común del Señor Malfoy, y afirmó que iba a escribir a Madam Longbottom para recomendar que hiciera lo mismo con su nieto, en caso de que fuera el próximo objetivo. Ante el evento de que la guardiana del Sr. Longbottom fuera tan negligente como para mantenerlo en Hogwarts, el Sr. Potter quería que le dieran un Giratiempo, una capa de invisibilidad, una escoba, y un monedero en el cual cargar todo; también un anillo para el dedo gordo del pie con un traslador de emergencia para una localización segura, en caso de que alguien secuestre al Sr. Longbottom y lo lleve por fuera de las protecciones de Hogwarts. Le dije al Sr. Potter que no creo que el Ministerio consienta tal uso de nuestros Giratiempos, y él respondió que no teníamos razón para pedir permiso. Supongo que él querrá que la Señorita Granger reciba lo mismo, si se queda. Y para sí mismo el Sr. Potter quiere una escoba de tres personas para cargar en su monedero." Ella no estaba asombrada por la lista de precauciones. Impresionada con la astucia, aunque no asombrada; ella era una Maestra de la Transformación, después de todo. Sin embargo le hizo sentir escalofríos de inquietud, que Harry Potter ahora pensara que Hogwarts era tan peligroso como investigar hechizos.
"El Departamento de Misterios no puede ser desafiado tan a la ligera," declaró Albus. "Aunque para el resto -" El mago anciano pareció encogerse sobre sí mismo ligeramente. "Bien podríamos dar al niño lo que pide. Y también protegeré a Neville con hechizos, y escribiré a Augusta para recomendar que se quede aquí durante las vacaciones."
"Y finalmente," ella añadió, "el Sr. Potter dice - esta es una cita directa, Albus - cualquiera que sea el tipo de magneto para Mago Oscuro que el Director esté manteniendo aquí, necesita sacarlo de esta escuela, ahora." Esta vez no pudo detener el filo en su propia voz.
"Le pedí lo mismo a Flamel," Albus reveló, el dolor era claro en su voz. "Pero el Maestro Flamel ha reconocido - que incluso él ya no puede mantener la Piedra a salvo - que él cree que Voldemort tiene medios para encontrarla en donde sea que esté escondida - y que no consiente que sea protegida en ningún otro lugar excepto Hogwarts. Minerva, lo siento, pero debe ser hecho - ¡debe!"
"Muy bien," dijo la Profesora McGonagall. "En cuanto a mí, creo que el Sr. Potter tiene la razón en cada punto."
El mago anciano la observó, y su voz se apagó cuando habló, "Minerva, me has conocido por largo tiempo, y tan bien como cualquier alma viviente - dime, ¿ya me he perdido en la oscuridad?"
"¿Qué?" espetó la Profesora McGonagall con genuina sorpresa. Luego, "¡Oh, Albus, no!"
Los labios del mago anciano se apretaron fuertemente antes de volver a hablar. "Por el bien mayor. he sacrificado a tantos, por el bien mayor. Hoy casi condené a Hermione Granger a Azkaban por el bien mayor. Y me encuentro a mí mismo - hoy, me he descubierto a mí mismo - empezando a resentir la inocencia que ya no es mía -" La voz del mago anciano se detuvo. "Maldad hecha en el nombre del bien. Maldad hecha en el nombre de la maldad. ¿Cuál es peor?"
"Estás siendo tonto, Albus."
El mago anciano la miró de nuevo, antes de girar sus ojos de vuelta al camino. "Responde, Minerva - ¿te paraste a sopesar las consecuencias, antes de explicar a la Señorita Granger cómo unirse a la familia Potter?"
Ella respiró profunda e involuntariamente cuando comprendió lo que había hecho -
"Así que no lo hiciste." los ojos de Albus estaban tristes. "No, Minerva, no debes disculparte. Está bien. Por lo que has visto de mí el día de hoy - si tu primera lealtad es ahora hacia Harry Potter, y no hacia mí, entonces eso es correcto y apropiado." Aunque ella abrió sus labios para protestar, Albus prosiguió antes de que pudiera pronunciar palabra alguna. "En efecto - en efecto - eso será necesario y más que necesario, si el Señor Oscuro al que Harry debe derrotar con su poder resulta no ser Voldemort al fin y al cabo -"
"¡No esto otra vez!" Minerva exclamó. "Albus, fue Quien-Tú-Sabes, no tú, quien marcó a Harry como su igual. ¡No hay manera posible en que la profecía pudiera estar hablando de ti!"
El mago anciano asintió, pero sus ojos todavía parecían distantes, fijos únicamente en el camino adelante.

...

La celda de detención, muy en el centro del Departamento de Aplicación de la Ley Mágica, había sido nombrada lujosamente; era más una afirmación de lo que los magos adultos daban por sentado, que algún sentimiento especial hacia los prisioneros. Había una silla que se auto-reclinaba, con autobalanceo, de una rica textura de felpa, cojines auto-calentadores. Había una biblioteca conteniendo libros rescatados de un basurero en rebaja, y un estante lleno de revistas antiguas, incluyendo una de 1883. En cuanto a los inodoros, bueno, no era exactamente lujoso, pero había un hechizo en el cuarto que ponía todos esos asuntos en espera; no ibas a ir a ningún lado donde el Auror de turno no te pudiera ver. Aunque aparte de eso, era una pequeña celda bastante placentera. El Profesor de Defensa de Hogwarts no estaba siendo detenido, ni arrestado, ni siquiera intimidado. No había evidencia para condenarlo... excepto que un terrible e inusual crimen había sido cometido en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, y yendo por ocasiones previas había una oportunidad entre cinco que el actual Profesor de Defensa estuviera enredado en ello de algún modo. A esto debía ser añadido el hecho de que nadie en el D.A.L.M. sabía quién era el Profesor de Defensa, y que el hombre había literalmente estornudado todos los intentos de revelar su identidad. Vaya, no, ellos aún no habían liberado a 'Quirinus Quirrell' de vuelta a Hogwarts todavía.
Repitamos estos para hacer énfasis:
El Profesor de Defensa.
Estaba siendo detenido.
En una celda.
El Profesor de Defensa estaba contemplando fijamente al Auror de turno y tarareando.
El Profesor de Defensa no había pronunciado ni una palabra desde que había llegado a esta celda en particular. Únicamente había estado tarareando.
El tarareo empezaba como una simple canción de cuna para niños, aquella que en la Bretaña Muggle empieza con, A dormir, a dormir, a dormir mi bebito...
Esta tonada era tarareada, sin variación, una y otra vez, durante siete minutos, para establecer el patrón subyacente.
Entonces empezaban las elaboraciones sobre el tema. Fraseos tarareadas demasiado bajo, con largas pausas en el medio, para que la mente del oyente espere y espere impaciente la siguiente nota, el siguiente fraseo. Y luego, cuando el siguiente fraseo llegaba, era fuera de clave, tan horrendo e increíblemente fuera de clave, no solamente fuera de clave para los fraseos previos sino cantados con un tono que no corresponden con ninguna clave, que te haría creer que esta persona había pasado horas deliberadamente practicando su tarareo nada más para adquirir un anti-tono tan perfecto.
Tenía la misma semblanza con la música que la fea y muerta voz de un Dementor tenía con el habla humana.
Y este horrible, horrible tarareo es imposible de ignorar. Es similar a una canción de cuna conocida, sin embargo se aleja del patrón de manera impredecible. Impone expectativas y las viola, nunca en ningún patrón que permitiera que el tarareo se desvanezca en el fondo. El cerebro del oyente no puede evitar esperar que los fraseos anti-musicales se completen, ni prevenirse para no notar las sorpresas.
La única explicación posible para cómo esta forma de tarareo llegó a existir es que fue diseñada deliberadamente por algún genio cruel hasta lo innombrable que despertó un día, sintiéndose aburrido con la tortura ordinaria, quien decidió retarse a sí mismo y descubrir cómo podía romper la cordura de alguien solamente con tararear.
El Auror había estado escuchando a este inimaginable y horrendo tarareo durante cuatro horas, mientras era mirado fijamente por una enorme, fría, letal presencia que se sentía igual de horrible sin importar si la confrontaba directamente o la dejaba flotar en la esquina de su visión -
El tarareo se detuvo.
Hubo una larga espera. Tiempo suficiente para que creciera una falsa esperanza, y ser aplastada por la memoria de decepciones previas. Y entonces, mientras el intervalo se extendía, y extendía, esa esperanza creció otra vez de modo imparable -
El tarareo comenzó una vez más.
El Auror se vino abajo.
Desde su cinturón, el Auror cogió un espero, lo tocó una vez, y luego dijo, "Este es el Auror Junior Arjun Altunay, estoy dando un código RJ-L20 en la celda tres."
"¿Código RJ-L20?" el espejo replicó con tono sorprendido. Se produjo el sonido de unas páginas siendo pasadas, luego, "¿Quieres ser reemplazado porque un prisionero está intentando guerra psicológica y triunfando?"
(Amelia Bones realmente es bastante inteligente.)
"¿Cuáles fueron las palabras del prisionero?" interrogó el espejo.
(Esta pregunta no es parte del procedimiento RJ-L20, pero infortunadamente Amelia Bones había fallado al no incluir una instrucción explícita de que el oficial al mando no debía cuestionar eso.)
"Él está -" vaciló el Auror, y volvió a mirar hacia la celda. El Profesor de Defensa ahora estaba recostado sobre su silla, mostrándose bastante relajado. "¡Él me estaba viendo directamente a mí! ¡Y tarareando!"
Hubo una pausa.
El espejo habló de nuevo. "¿Y estás llamando un RJ-L20 a causa de eso? ¿Estás seguro de que no estás intentando escapar de tu turno de vigilancia?"
(Amelia Bones estaba rodeada de idiotas.)
"¡No lo entiendes!" gritó el Auror Altunay. "¡Es un tarareo realmente horrendo!"
El espejo transmitió un sonido de risa ahogada en el fondo, sonando como si proviniera de más de una persona. Luego habló de nuevo. "Sr. Altunay, si no quiere ser degradado a Auror Junior de Segunda Clase, le sugiero que se aguante y regrese al trabajo -"
"Tacha eso," expresó una voz rasposa, sonando ligeramente remota debido a estar alejada del espejo.
(Por esa razón Amelia Bones a menudo se sentaba en el centro de coordinación del D.A.L.M. mientras hacía su papeleo requerido del Ministerio.)
"Auror Altunay," ordenó la rasposa voz, pareciendo acercarse al espejo, "será reemplazado prontamente. Auror Ben Gutierrez, el procedimiento para RJ-L20 no dice que indagué el por qué. Dice que usted reemplaza al Auror que lo pide. Si descubro que los Aurores parecen estar abusando de ello, yo modificaré el procedimiento para prevenir su abuso -" El espejo se cortó de modo abrupto.
El Auror se giró para observar triunfantemente a la silla mullida donde estaba recostado el actual Profesor de Defensa de Hogwarts.
Ese hombre luego pronunció las primeras palabras que salieron de sus labios desde que había entrado en la celda.
"Adiós, Sr. Altunay," se despidió el Profesor de Defensa.
Unos pocos minutos después, la puerta de detención de la celda se abrió, y penetró una mujer de cabello gris, vestida con las túnicas teñidas de escarlata de un Auror sin ninguna señal de rango u otra ornamentación, cargando una carpeta de cuero negro bajo su brazo izquierdo. "Puede retirarse," la mujer anciana declaró en forma abrupta.
Hubo un breve retraso cuando el Auror Altunay intentó explicar qué había estado pasando. Esto fue cortado por un asentimiento de cabeza y un rígido, simple dedo apuntando a la puerta de salida.
"Buenas tardes, Madam Directora," saludó el Profesor de Defensa.
Amelia Bones no reconoció esta afirmación, sino que se sentó bruscamente en la silla vacante. La bruja anciana abrió la carpeta negra y su mirada bajó por el contenido de un pergamino. "Posibles pistas de la identidad del actual Profesor de Defensa de Hogwarts, como fue compilado por el Auror Robards." El pergamino mencionado fue girado, doblado a un lado. "El Profesor de Defensa afirma que fue Seleccionado en Slytherin. Clamó que su familia fue asesinada por Voldemort. Dijo que había estudiado artes marciales en un lugar de Asia Muggle que fue destruido por Voldemort. Una petición enviada al Departamento de Cooperación Mágica Internacional identificó este incidente como el Asunto Oni de 1969." Otra pergamino fue volteado. "También parece que este Profesor de Defensa dio un discurso perturbador a sus estudiantes, justo antes de Navidad, criticando a la generación previa por su desunión contra los Mortífagos." La bruja anciana levantó la vista de la carpeta de cuero. "Madam Longbottom quedó bastante impresionada por el discurso, e insistió para que lo leyera completo. El argumento me resultó familiar, aunque no lo pude ubicar en su momento. Sin embargo, desde luego, había pensado que estabas muerto."
La Jefa del Departamento de Aplicación de la Ley Mágica de la Bretaña Mágica ahora estaba contemplando afilada y fijamente al actual Profesor de Defensa de Hogwarts, a través del cristal de vidrio reforzado con hechizos que los separaba. El hombre en la celda devolvió la mirada con igual intensidad, sin alarma aparente.
"No voy a mencionar ningún nombre," explicó la bruja anciana. "Pero voy a contar una historia, y ver si suena familiar." Amelia Bones bajó los ojos, pasando al siguiente pergamino. "Nacido en 1927, entró en Hogwarts en 1938, Seleccionado en Slytherin, graduado en 1945. Fue en un tour de graduación al exterior y desapareció mientras visitaba Albania. Presumido muerto hasta 1970, cuando regresó a la Bretaña Mágica igual de repentinamente, sin ninguna explicación para sus veinticinco años perdidos. Permaneció apartado de su familia y amigos, viviendo en aislamiento. En 1971, mientras visitaba el Callejón Diagon, repelió un intento de secuestro de la hija del Ministro de Magia liderado por Bellatrix Black, y usó la Maldición Asesina para matar a dos de los tres Mortífagos que la acompañaban. Más allá de esto toda Bretaña conoce la historia; ¿necesito continuar?" La bruja anciana levantó la vista del pergamino otra vez. "Muy bien. Hubo un juicio en el Wizengamot, durante el cual este joven hombre fue exonerado por su uso de la Maldición Asesina, en gran parte por los esfuerzos de su abuela, la Dama de su Casa. Él fue reconciliado con su familia, y organizaron una reunión de Casa para celebrar su regreso. El invitado de honor llegó a la reunión para encontrar a toda su familia asesinada por Mortífagos, incluso los elfos de casa; y que él mismo, de ser el hijo menor, pasó a ser el último heredero de una Más Antigua Casa."
El Profesor de Defensa no había reaccionado ante nada de esto, excepto que sus ojos ahora estaban medio cerrados, como si estuviera cansado.
"El joven tomó el asiento de su familia en el Wizengamot, volviéndose una de las voces más tenaces contra Quien-Tú-Sabes. Muchas veces lideró fuerzas contra los Mortífagos, combatiendo con tácticas hábiles y poder extraordinario. Las personas lo comenzaron a señalar como el próximo Dumbledore, era pensado que podría convertirse en el siguiente Ministro de Magia tras la caída del Señor Oscuro. El tres de Julio, 1973, él no apareció en una votación clave del Wizengamot, y nunca se escuchó nada más sobre él. Asumimos que Quien-Tú-Sabes lo había asesinado. Fue un grave golpe contra todos nosotros, y la situación se puso mucho peor desde ese día." La expresión de la bruja anciana era interrogadora. "Yo misma lloré por ti. ¿Qué sucedió?"
Los hombros del Profesor de Defensa se movieron ligeramente, un pequeño encogimiento. "Estás haciendo muchas suposiciones," el Profesor de Defensa contestó suavemente. "En cuanto a mí, yo creería que ese hombre murió muchos años atrás. Pero si ese hombre estuviera vivo a pesar de todo - entonces está claro que él no desea que ese hecho sea anunciado, y tiene suficientes razones para guardar silencio. Ese hombre te fue de ayuda alguna vez, parece." Los labios del Profesor de Defensa se curvaron en una sonrisa cínica. "Sin embargo ya no me sorprendo cuando la gratitud sale huyendo. ¿Acaso hay algo más que demandaría de él?"
La anciana bruja se retrajo para atrás en la silla del Auror vigilante, mostrándose bastante sobresaltada, quizá incluso herida. "No -" ella respondió tras un momento. Sus dedos tocaron ligeramente la carpeta de cuero; nerviosamente, podrías haber pensado, de haber creído posible que Amelia Bones podía ponerse nerviosa. "Aunque tu Casa - no quedan muchas Casas Antiguas -"
"A este país le importará poco si quedan ocho Casas Antiguas, o siete."
La anciana bruja suspiró. "¿Qué piensa Dumbledore de esto?"
El hombre en la celda de detención sacudió su cabeza. "Él no sabe quién soy yo, y prometió no inquirir."
Las cejas de la anciana bruja se levantaron. "¿Cómo te identificó con las protecciones mágicas de Hogwarts, entonces?"
Una ligera sonrisa. "El Director dibujó un círculo, e informó a Hogwarts que quien estaba adentro era el Profesor de Defensa. Y hablando de ello -" El tono fue bajando, hasta ser halagador. "Me estoy perdiendo mis clases, Directora Bones."
"Parece que tú - descansas, algunas veces, de una manera peculiar. Esto también ha sido reportado. Y parece que estás descansando más y más frecuentemente, a medida que pasa el tiempo." Una vez más los dedos de la bruja anciana tocaron ligeramente la carpeta de cuero. "No recuerdo haber leído sobre tal síntoma, pero cuando escuché tal cosa, me imaginé... Magos Oscuros combatidos, y terribles maldiciones recibidas..."
El Profesor de Defensa permaneció sin expresión alguna.
"¿Requieres la ayuda de un sanador?" preguntó Amelia Bones. Su propia máscara se había caído, mostrando claramente el dolor en sus ojos. "¿Hay algo que se pueda hacer por ti?"
"Accedí enseñar Defensa en Hogwarts," el hombre en la celda declaró categóricamente. "Extraiga sus propias conclusiones, Madam. Y me estoy perdiendo mis clases, de las cuales no quedan muchas. Regresaré a Hogwarts, ahora."

...

Cuando Hermione despertó la tercera vez (aunque se sintió como si únicamente acababa de cerrar los ojos por un momento) el Sol estaba aún más bajo en el cielo, casi totalmente puesto. Se sentía un poco más viva y, extrañamente, aún más exhausta. Esta vez era el Profesor Flitwick quien estaba de pie al lado de su cama y sacudiendo su hombro, una bandeja de comida humeante flotando a su lado. Por alguna razón ella pensó que Harry Potter tendría que haber estado inclinándose sobre su cama, sin embargo él no estaba allí. ¿Lo había soñado? No podía recordar haber soñado.
Ocurrió (de acuerdo al Profesor Flitwick) que Hermione se había perdido la cena en el Gran Comedor, y había sido despertada para comer. Y luego ella tenía que regresar al dormitorio de Ravenclaw, y a su propia cama, para dormir por el resto de la noche.
Ella comió en silencio. Hubo una parte de ella que quería preguntar al Profesor Flitwick si él creía que ella había recibido el Encantamiento Desmemorizador o si había intentado asesinar a Draco Malfoy por voluntad propia -
- como ella recordaba haberlo hecho -
- pero el resto de ella tenía miedo de descubrirlo. Tener miedo de descubrir era una señal de alarma, de acuerdo a Harry Potter y sus libros; sin embargo su mente se sentía cansada, aporreada, y no podía reunir la fuerza para sobrepasar su mente.
Cuando ella y el Profesor Flitwick salieron de la enfermería encontraron a Harry Potter sentándose con las puertas cruzadas afuera de la puerta, leyendo un libro de psicología en silencio.
"La acompañaré desde aquí," anunció el Niño-Que-Vivió. "La Profesora McGonagall dijo que no habría problema."
El Profesor Flitwick pareció aceptar esto, y les dirigió una expresión severa a ambos. Ella no podría imaginar lo que la severa expresión podía significar, a menos que fuera no intentes asesinar más estudiantes.
Los pasos del Profesor Flitwick se fueron desapareciendo, y los dos se quedaron de pie a solas afuera de las puertas de la enfermería.
Ella contempló los ojos verdes del Niño-Que-Vivió, el cabello desarreglado que no ocultaba del todo la cicatriz sobre su frente; ella bajó la mirada por el rostro del niño que entregó todo su dinero para salvarla sin detenerse a pensarlo. Había sentimientos dentro de ella - culpa, vergüenza, bochorno, otras cosas también - aunque no palabras. No había nada que ella supiera cómo expresar.
"Entonces," Harry habló bruscamente, "repasé rápidamente a través de mis libros de psicología para ver qué decían sobre el trastorno de estrés postraumático. Los libros más viejos aseveran que tendrías que contar la experiencia inmediatamente a un consejero. Las investigaciones más recientes aseveran que cuando de hecho realizaron experimentos, resultó que hablar de inmediato sobre ello lo volvía peor. Aparentemente lo que realmente tendrías que hacer es seguir el impulso natural de tu mente para reprimir las memorias y no solamente pensar al respecto por un tiempo."
Era tan normal teniendo en cuenta el modo en que ella y Harry hablaban usualmente que sintió un repentino ardor en su garganta.
No tenemos que hablar de ello. Eso era lo que Harry acababa de decir, más o menos. Se sentía como hacer trampa, quizá incluso como una mentira. Nada era normal. Todo lo malo seguía siendo horriblemente malo, todo lo que se quedaba sin pronunciar aún necesitaba ser pronunciado...
"De acuerdo," concordó Hermione, porque no había nada más para decir, nada más en absoluto.
"Lamento no haber estado esperando a tu lado cuando despertaste," Harry explicó, cuando empezaron a caminar. "Madam Pomfrey no me dejó entrar, por lo que me quedé aquí afuera." Soltó un pequeño, aparentemente triste encogimiento de hombros. "Supongo que debería estar allí afuera haciendo control de daños sobre las relaciones públicas, sin embargo... honestamente nunca he sido bueno en eso, nada más terminaría hablando bruscamente a los demás."
"¿Qué tan malo es?" Ella pensó que su voz tendría que haber salido como un susurro, un crujido, aunque no fue así.
"Bueno -" Harry expuso con obvia vacilación. "Lo que tienes que comprender, Hermione, es que tenías un montón de defensores a la hora del desayuno el día de hoy, pero todos en tu lado estaban... inventando cosas. Que Draco intentó matarte primero, cosas como esas. Era Granger versus Malfoy, así es cómo las personas lo veían, como un sube y baja donde hacer bajar su lado significa que haces subir el tuyo. Les conté que probablemente ambos eran inocentes, que ambos habían recibido el Encantamiento Desmemorizante. No escucharon, ambos bandos me trataron como un traidor intentando jugar en el medio. Y luego las personas oyeron que Draco había testificado bajo Veritaserum que él había estado intentando ayudarte antes de la batalla - deja de hacer esa expresión, Hermione, en realidad no le hiciste nada. Como sea, todas las personas entendieron que la facción pro-Malfoy había estado en lo correcto y la facción pro-Granger se había equivocado." Harry soltó un pequeño suspiró. "Les dije que cuando la verdad saliera a la luz eventualmente iban a estar avergonzados..."
"¿Qué tan malo es?" ella preguntó otra vez. Esta vez su voz sí salió más débil.
"¿Recuerdas el experimento de conformidad de Asch?" Harry inquirió, girando su cabeza para darle una mirada seria.
Su mente fue lenta para recordar durante unos cuantos segundos, lo que la aterró, sin embargo la referencia regresó. En 1951, Solomon Asch había tomado algunos sujetos para un experimento, y cada uno había sido puesto entre un grupo de personas que se veían como ellos, parecían ser otros sujetos del experimento, aunque en realidad eran confederados del experimentador. Les mostraban una línea de referencia en una pantalla, etiquetada X, al lado de otras tres líneas, etiquetadas como A, B, y C. El experimentador había preguntado cuál línea tenía la misma extensión que X. La respuesta obviamente correcta había sido C. Los otros 'sujetos', los confederados, habían contestado uno tras otro que X era de la misma extensión que B. El sujeto real había sido puesto de penúltimo en el grupo, para no levantar sospechas por ser el último. La prueba consistía en ver si el sujeto real se iba a 'conformar' con la respuesta incorrecta estándar de B, o denunciar en voz alta la respuesta obviamente correcta de C.
75% de los sujetos se habían 'conformado' al menos una vez. Un tercio de los sujetos se habían conformado más de la mitad de las veces. Algunos habían reportado después que de hecho creían que X era de la misma extensión de B. Y eso había sido en un caso donde los sujetos no habían conocido a ninguno de los confederados. Si ponías a personas alrededor de otras personas que pertenecían al mismo grupo de ellos, como alguien en una silla de ruedas al lado de otra persona en silla de ruedas, el efecto de conformidad se volvería aún más fuerte...
Hermione tuvo un sentimiento de enfermedad porque intuyó hacia dónde se dirigía esto. "Lo recuerdo," ella murmuró.
"Le di a la Legión Caos entrenamiento de anti-conformidad, ya sabes. Hice que cada Legionario se pusiera de pie en el medio y dijera '¡Dos veces dos es cuatro!' o '¡La hierba es verde!' mientras que todos los demás en la Legión Caos los llamaban idiotas o les hacían mofas - Allen Flint hizo mofas realmente buenas - o incluso sólo les daban miradas vacías y luego se iban caminando. Lo que tienes que recordar es que, únicamente la Legión Caos ha practicado algo como eso. Nadie más en Hogwarts ni siquiera sabe lo que la conformidad es."
"¡Harry!" Su voz estaba tambaleando. "¿Qué tan malo es?"
Harry le dio otro encogimiento de hombros triste. "Todos desde el segundo año en adelante, ya que no te conocen. Todos en el Ejército Dragón. Todos los de Slytherin, por supuesto. Y, bueno, la mayoría del resto de la Bretaña mágica también, creo. Recuerda, Lucius Malfoy controla el Diario el Profeta."
"¿Todos?" ella susurró. Sus extremidades empezaron a sentirse heladas, como si acabara de salir de una piscina sin calefacción.
"Lo que las personas realmente creen no se siente como una creencia, se siente como la manera en que el mundo es. Tú y yo estamos parados en una pequeña burbuja privada del universo donde Hermione Granger recibió el Encantamiento Desmemorizante. Todos los demás están viviendo en el mundo donde Hermione Granger intentó asesinar a Draco Malfoy. Si Ernie Macmillian -"
Su respiración se quedó atrapada en su garganta. Capitán Macmillian -
"- cree que por ética tiene prohibido ser tu amigo de ahora en adelante, bueno, él está intentando hacer lo correcto desde su comprensión, en el mundo que él cree que vive." Los ojos de Harry estaban muy serios. "Hermione, me acusaste muchas veces de que espero muy poco de los demás. Pero si llego a esperar demasiado de ellos - si espero que las personas hagan las cosas correctamente - realmente los terminaría odiando, entonces. Idealismo a un lado, los estudiantes de Hogwarts de hecho no conocen suficiente sobre ciencia cognitiva como para ser responsables sobre la manera en que funciona su mente. No es su culpa que estén locos." La voz de Harry era extrañamente gentil, casi como un adulto. "Sé que va a ser más duro para ti que lo que sería para mí. Sin embargo recuerda, eventualmente el verdadero culpable es atrapado. La verdad sale a la luz, todos los que confiadamente estaban equivocados resultan avergonzados."
"¿Y si el verdadero culpable no es atrapado?" ella cuestionó con voz temblorosa.
¿...o resulta que fui yo después de todo?
"Entonces puedes irte de Hogwarts e ir al Colegio Ilvermorny de Magia y Hechicería en América."
"¿Dejar Hogwarts?" Ella ni siquiera había considerado esa posibilidad excepto como uno de los máximos castigos.
"Yo... Hermione, creo que podrías querer hacer eso de todos modos. Hogwarts no es un castillo, es la locura con muros. Tienes otras opciones."
"Yo voy a..." ella tartamudeó. "Yo tendría que... pensar al respecto..."
Harry asintió. " Al menos nadie va a intentar lanzar un maleficio hacia ti, no después de lo que el Director dijo a la hora de la cena esta noche. Oh, y Ron Weasley se me acercó, mostrándose muy serio, y me dijo que si te veía primero, que debía decirte que lamenta haber pensado mal de ti, y él nunca hablará mal de ti otra vez."
"¿Ron cree que soy inocente?" preguntó Hermione.
"Bueno... él no cree que seas inocente, per se..."

...

Todo el dormitorio de Ravenclaw se puso en silencio cuando los dos entraron.
Mirándolos fijamente.
Mirándola fijamente a ella.
(Había tenido pesadillas como esta.)
Y luego, uno por uno, las personas apartaron sus ojos de ella.
Penelope Clearwater, la prefecta de quinto año a cargo de los de primer año, desvió la mirada lenta y deliberadamente, girando su cabeza para encarar otra dirección.
Su Li y Lisa Turpin y Michael Corner, todos sentados en una mesa juntos, a los tres los había ayudado con su tarea en algún momento u otro, todos desviaron la mirada, sus caras de repente nerviosas, el momento en que intentó hacer contacto con sus ojos.
Una bruja de tercer año llamada Latisha Randle, a quien S.P.H.I.B. había salvado dos veces de abusones de Slytherin, rápidamente se dobló sobre su escritorio y empezó a hacer su trabajo de nuevo.
Mandy Brocklehurst desvió la mirada.
Si Hermione no estalló en lágrimas, ahí mismo, fue únicamente porque ella lo había esperado, lo había reproducido en su mente una y otra vez. Al menos las personas no le estaban gritando o empujando o echando maleficios. Nada más apartaban la mirada -
Hermione caminó muy directo hacia las escaleras que llevaban a los dormitorios de las niñas de primer año. (Ella no vio a Padma Patil o Anthony Goldstein mirándola, aquellas dos cabezas solitarias girando para seguirla mientras se iba.) Atrás de ella, escuchó a Harry Potter diciendo con un tono muy calmado, "Eventualmente la verdad va a salir a la luz, todos ustedes. Así que si tienen tanta confianza de que ella es culpable, ¿les puedo pedir que firmen este papel justo aquí, que dice que si después resulta que ella es inocente, ella les puede expresar 'Así se los dije' y luego restregarlo en su cara por el resto de sus vidas? Den un paso adelante, todo el mundo, no sean cobardes, si realmente creen no tendrían que tener miedo de apostar -"
Ella iba a mitad de las escaleras cuando se dio cuenta que habría otras chicas dentro de su dormitorio, también.

...

Las estrellas no habían salido del todo todavía, únicamente una o dos de las más brillantes visibles a través de la neblina rojiza-púrpura del horizonte visible, aunque el sol finalmente se había hundido en su totalidad.
Las manos de Hermione se contrajeron sobre la áspera piedra del parapeto guardando el pequeño balcón, donde se había ido a agazapar huyendo de la escalera tras darse cuenta que -
ella no podía simplemente regresar a su cama -
- las palabras tendrían que haber resonado y hecho eco en su mente como 'No puedes volver a casa'.
Contempló fijamente los terrenos vacíos, el ocaso desvaneciéndose, los brotes de hierba tan abajo en la lejanía.
Cansada, ella estaba cansada, no podía pensar ahora, ella necesitaba dormir. El Profesor Flitwick le había dicho que necesitaba dormir, y le habían dado otra poción con su cena. Quizá así era como la sociedad de hechiceros trataban los traumas horribles de las inocentes niñas jóvenes, nada más hacerlas dormir mucho.
Debía ir a su cuarto y dormir, pero tenía miedo de ir a algún lugar donde había otras personas. Temor de cómo podrían mirarla, o desviar la mirada.
Fragmentos de pensamiento se persiguieron a sí mismos alrededor de su mente demasiado exhausta para finalizarlos o conectarlos, mientras la noche se posaba por completo.
Por qué -
Por qué tenía que pasar todo esto -
Todo estaba bien una semana atrás -
Por qué -
Por detrás de ella llegó el ruido crujiente de una puerta al abrirse.
Ella giró su cabeza y observó.
El Profesor Quirrell se estaba apoyando contra la puerta que ella había atravesado, su silueta recortada como si estuviera hecha de cartón a causa de la luz de las antorchas de Hogwarts que estaban detrás de él, con la puerta abierta. Ella no podía ver su expresión, aunque la entrada tras él estaba iluminada; sus ojos, su cara, todo lo que podía contemplar desde allí yacía dentro de la sombra de la noche.
El Profesor de Defensa de Hogwarts, número uno en la lista de personas que le podrían haber hecho esto. Ella ni siquiera se había dado cuenta que tenía una lista de sospechosos hasta ese momento.
El hombre se quedó de pie dentro de la entrada, sin pronunciar palabra; y ella no podía ver sus ojos. Para empezar qué estaba haciendo él en aquel lugar -
"¿Está aquí para matarme?" preguntó Hermione Granger.
La cabeza del Profesor Quirrell se ladeó ante eso.
Luego el Profesor de Defensa se empezó a mover hacia ella, la silueta negra alzando una mano lenta y deliberadamente, como si fuera a empujarla desde la torre de Ravenclaw -
Stupefy!"
El chorro de adrenalina superó todo, había sacado su varita sin pensarlo, sus labios formaron la palabra por acuerdo propio, el voltio paralizador surgió de su varita y -
lentamente se quedó quieto frente a la mano alzada del Profesor Quirrell, ondulando a la mitad del aire como si aún estuviera intentando volar y produciendo un ligero sonido de siseo.
El resplandor rojo iluminó la cara del Profesor Quirrell por primera vez, mostrando una extraña sonrisa de afecto.
"Mejor," elogió el Profesor Quirrell. "Señorita Granger, usted todavía es una estudiante en mi Clase de Defensa. Como tal, si me considera una amenaza, no espero que sólo se me quede viendo tristemente y me diga si estoy aquí para matarla. Menos dos puntos Quirrell."
Ella fue enteramente incapaz de formar palabras.
El Profesor de Defensa golpeó casualmente con su dedo índice el voltio paralizador suspendido, enviando el maleficio disparado por encima de su cabeza, muy lejos dentro de la noche, por lo que se quedaron parados otra vez en la oscuridad. Luego el Profesor Quirrell se acercó hacia la puerta, que procedió a cerrar; y una suave luz blanca surgió alrededor de los dos, para que así ella pudiera ver su rostro una vez más, todavía con una extraña sonrisa afectuosa.
"¿Qué está usted - qué está usted haciendo aquí?"
Unos cuantos pasos más tomó el Profesor Quirrell hacia una parte más alta de los terraplenes del balcón, donde dejó descansar sus codos sobre la piedra, y se recostó pesadamente, alzando la vista hacia la noche.
"Vine aquí directamente tras ser liberado por los Aurores, tras haber finalizado mi reporte con el Director," explicó el Profesor Quirrell con voz calmada, "porque soy tu profesor, y tú eres mi estudiante, y soy responsable de ti."
Hermione comprendió, entonces; recordando lo que el Profesor Quirrell le había dicho a Harry en la segunda lección de Defensa del año, sobre controlar su ira. Ella sintió todo el flujo de vergüenza bajando hasta su pecho. Le requirió un momento para que ese conocimiento pudiera sobrepasar la mortificación, para que ella forzara las palabras a salir -
"Yo -" dijo Hermione. "Harry cree - que yo no - perdí mi temperamento, me refiero -"
"Así lo escuché," la cortó el Profesor Quirrell con un tono bastante seco. Sacudió su cabeza, como si hablara con las propias estrellas. "Ese niño es afortunado de que he cruzado la línea de molestia con su auto-destrucción, hacia la pura curiosidad sobre lo que él hará a continuación. Sin embargo estoy de acuerdo con las afirmaciones del Sr. Potter de los hechos. Este homicidio fue bien premeditado para evadir las detecciones de Hogwarts y el ojo oportuno del Director. Naturalmente, con un homicidio tan bien pensado, algún inocente tenía que ser puesto para cargar con la culpa." Una breve, torcida sonrisa cruzó los labios del Profesor de Defensa, aunque no la estaba mirando a ella. "En cuanto a la noción de que usted lo hiciera por cuenta propia - aunque me considero a mí mismo un maestro talentoso, ni siquiera yo podría instruir tal intención asesina sobre una estudiante tan obstinada y sin talento como Hermione Granger."
La parte de su cerebro que espetó ¿Qué? por la indignación no estaba ni remotamente cerca de ser tan fuerte como para alcanzar sus labios.
"No..." continuó el Profesor Quirrell. "No es por eso que estoy aquí. No has hecho esfuerzo por ocultar el disgusto que sientes por mí, Señorita Granger. Te agradezco por esa falta de pretensión, pues prefiero el odio verdadero al amor falso. Aunque aún eres mi estudiante, y tengo algo para contarte, y tú lo vas a escuchar."
Hermione lo miró, todavía combatiendo las secuelas de la adrenalina de antes. El Profesor de Defensa pareció simplemente contemplar las estrellas en el cielo nocturno, en el cual las estrellas comenzaban a volverse visibles.
"Iba a ser un héroe, una vez," reveló el Profesor Quirrell, aún observando hacia arriba. "¿Puede usted creer eso, Señorita Granger?"
"No."
"Gracias otra vez, Señorita Granger. A pesar de todo es verdad. Hace mucho tiempo, mucho antes de su tiempo o el de Harry Potter, hubo un hombre que fue aclamado como un salvador. El heredero destinado, igual al que cualquiera podría reconocer de los cuentos, esgrimiendo justicia y venganza como varitas gemelas contra su terrible némesis." El Profesor Quirrell soltó una suave, amarga carcajada, con la vista alzada hacia el cielo nocturno. "Sabe usted, Señorita Granger, que en ese tiempo pensé que ya era un cínico, y aún así... bueno."
El silencio se alargó, en el frío y la noche.
"Con toda honestidad," prosiguió el Profesor Quirrell, ojos levantados hacia las estrellas, "Aún no lo entiendo. Ellos tendrían que haber sabido que sus vidas dependían del éxito de ese hombre. Y a pesar de eso era como si estuvieran intentando todo lo que podían hacer para hacer su vida lo menos placentera. Arrojar cada obstáculo posible en su camino. Yo no fui ingenuo, Señorita Granger, no esperaba que los que guardianes del poder se fueran a alinear conmigo tan prontamente - no sin que tuvieran algo para ganar. Pero su poder, también, estaba amenazado; por lo que quedé conmocionado por la forma en que se contentaron al retroceder, y dejar a ese hombre todas las cargas de la responsabilidad. Se burlaron de su proceder, remarcando entre ellos cuán mejor lo habrían hecho en su lugar, sin embargo no se dignaron a dar un paso adelante." El Profesor Quirrell sacudió su cabeza como si lo encontrara divertido. "Y fue la más extraña de las cosas - el Mago Oscuro, el terrible némesis de ese hombre - por qué, aquellos que lo servían a él brincaban emocionados para cumplir sus tareas. El Mago Oscuro se volvía más cruel con sus seguidores, y ellos lo seguían aún más. Las personas peleaban por la oportunidad de servirlo a él, mientras que aquellos cuyas vidas dependían del otro hombre le hacían la vida difícil a cada paso... No lo pude entender, Señorita Granger." La cara del Profesor Quirrell estaba en las sombras, mientras tenía la vista levantada. "¿Quizá, al tomar sobre sí mismo el curso de acción, ese hombre la removió de todos los demás? ¿Fue por eso que se sintieron libres de obstaculizar su batalla contra el Mago Oscuro que los podría haber esclavizado a todos ellos? Creer que los hombres actuarían por lo menos para su propio interés no fue cinismo, resultó, sino que era puro optimismo; en realidad los hombres no llegan a estándares tan altos. Por lo que con el tiempo aquel hombre se dio cuenta que le iría mejor combatiendo al Mago Oscuro por su cuenta, que con tales seguidores sobre su espalda."
"Entonces -" la voz de Hermione sonó extraña en la noche. "¿Dejó a sus amigos atrás donde estarían seguros, e intentó atacar al Mago Oscuro por su cuenta?"
"Vaya, no," respondió el Profesor Quirrell. "Dejé de intentar ser un héroe, y me fui a hacer alguna otra cosa que encontrará más placentera."
"¿Qué?" exclamó Hermione sin pensarlo. "¡Eso es horrible!"
El Profesor de Defensa bajó su cabeza del cielo para dirigirse a ella; y ella vio, con la luz de la entrada, que él estaba sonriendo - o al menos la mitad de su rostro estaba sonriendo. "¿Me va a acusar a mí, Señorita Granger, de ser una persona horrenda? Bueno, tal vez lo sea. ¿Sin embargo no serían las personas que ni siquiera intentan ser héroes mucho peor? ¿Si yo nunca llegara a hacer algo, como ellos, habría pensado mejor de mí?"
Hermione abrió la boca y entonces descubrió que, una vez más, no tenía nada para decir. No era correcto huir de ser un héroe, no podías nada más hacer eso, aunque ella no quería decir que todos los que no eran un héroe eran nada, eso era pensamiento-Quirrell...
La sonrisa, o medio sonrisa, había desaparecido. "Fuiste tonta," el Profesor de Defensa señaló con calma, "al esperar cualquier gratitud duradera de aquellos a quienes quisiste intentar proteger, una vez que te nombraste a ti misma heroína. Al igual que esperaste que ese hombre siguiera siendo un héroe, y lo llamaste horrible por detenerse, cuando otros miles nunca movieron ni un dedo. Únicamente era esperado que debías pelear con los abusones. Era un impuesto que tú les debías, y lo aceptaron como príncipes, mofándose ante la tardanza de tu pago. Y ya lo has comprobado, puedo apostar, que su cariño se desvaneció al igual que el polvo en el viento una vez que ya no les fue conveniente asociarse contigo..."
El Profesor de Defensa se enderezó lentamente del balcón, parándose casi derecho, girándose para dirigirse a ella por completo.
"Aunque usted no tiene por qué ser un héroe, Señorita Granger," ofreció el Profesor Quirrell. "Puede detenerse en cualquier momento que lo desee."
Esa idea...
...se le había ocurrido a ella antes, muchas veces durante el curso de los dos últimos días.
Las personas se convierten en lo que se supone que deben ser, Señorita Granger, al hacer lo que es correcto, le había dicho el Director Dumbledore. El problema era que parecía haber dos cosas correctas diferentes por hacer. Había una parte de ella que afirmaba que lo correcto era seguir siendo una heroína, y permanecer en Hogwarts, ella no sabía lo que estaba pasando pero una heroína no iba a salir corriendo así no más.
Y también estaba la voz del sentido común afirmando que los niños jóvenes jamás tendrían que quedarse alrededor del peligro, que para eso estaban los adultos; la voz de cada póster escolar que le había dicho que no debía recibir dulces de los extraños. Eso también era correcto.
Hermione Granger ahí de pie en el balcón, observando la silueta del Profesor Quirrell a causa de las estrellas emergentes; ella no comprendía cómo el Profesor de Defensa la podía contemplar fijamente a ella con ese rostro que mostraba preocupación; ella no comprendía las notas de dolor en la voz del Profesor de Defensa; ella no comprendía por qué le estaban contando esto.
"Yo ni siquiera le agrado, Profesor," declaró Hermione.
Una pequeña sonrisa vaciló sobre la cara del Profesor Quirrell. "Supongo que podría hablar sobre cómo me molesta que este asunto haya tomado mi valioso tiempo e interrumpido mis clases de Defensa. Aunque por encima de todo, Señorita Granger, usted es mi estudiante, y cuales fueran las otras profesiones que yo tuviera en el pasado, creo que he sido un buen maestro en Hogwarts, ¿o no?" De repente los ojos del Profesor Quirrell parecieron muy cansados. "Como su maestro, entonces, le estoy aconsejando que tiene otras opciones de carrera. No me gustaría ver a nadie más descender por mi camino."
Hermione tragó saliva. Era un lado del Profesor Quirrell que ella nunca había visto ni imaginado, y estaba comiéndose sus prejuicios.
El Profesor Quirrell la vigiló por un momento, y luego volvió a apartar la mirada, de vuelta hacia las estrellas allá arriba. Cuando volvió a hablar su voz era más calmada. "Alguien aquí la está atacando, Señorita Granger, y no puedo protegerla como lo hice con el Sr. Malfoy. El Director lo ha evitado, por lo que él clama son buenas razones. Es fácil coger cariño a Hogwarts, lo sé, pues yo también la quiero. Sin embargo en Francia tienen una perspectiva diferente sobre las Casas Antiguas a la de Bretaña; y Beauxbatons no la tratará mal, creo. Lo que sea que usted imagine de mí, juro que si me pide que la ponga a salvo en Beauxbatons, haré todo en mi poder para ponerla allí."
"No puedo simplemente -" Hermione dijo.
"Aunque usted puede, Señorita Granger." Ahora los pálidos ojos azules la contemplaban con intensidad. "Lo que sea que usted desee hacer de su vida, no lo puede alcanzar en Hogwarts, ya no más. Este lugar ha sido arruinado para usted, incluso haciendo el resto de amenazas a un lado. Nada más pida a Harry Potter que le ordene ir a Beauxbatons y vivir su vida en paz. ¡Si permanece aquí, él será su maestro ante los ojos de Bretaña y sus leyes!"
Ella ni siquiera había estado pensado al respecto, palidecía tanto en comparación a ser devorada por los Dementores; había sido importante para ella antes, pero ahora parecía infantil, sin importancia, sin sentido, ¿entonces por qué sus ojos estaban ardiendo?
"Y si eso no la puede conmover, Señorita Granger, considere también que el Sr. Potter, sólo el día de hoy a la hora del almuerzo, amenazó a Lucius Malfoy, Albus Dumbledore, y al Wizengamot entero porque no puede pensar sensatamente cuando algo amenaza con apartarla de su lado. ¿No tiene miedo de lo que él hará a continuación?"
Tenía sentido. Terrible sentido. Tremendo terrible sentido.
Tenía demasiado sentido -
Ella no podría haberlo descrito con palabras, lo que disparó la conclusión, a menos que fuera la pura presión que el Profesor de Defensa estaba ejerciendo sobre ella.
Que si el Profesor de Defensa estaba detrás de todo este asunto - entonces el Profesor Quirrell lo había hecho todo únicamente para hacer que ella saliera del camino de los planes que él tenía para Harry.
Sin ninguna decisión consciente, ella cambió el peso de su cuerpo hacia el otro pie, su cuerpo alejándose del Profesor de Defensa -
"¿Así que usted cree que soy el responsable?" cuestionó el Profesor Quirrell. Su voz sonó un poco triste cuando habló, y el corazón de ella casi se detuvo al escucharlo. "Supongo que no la puedo culpar. Soy el Profesor de Defensa de Hogwarts, después de todo. Sin embargo Señorita Granger, incluso asumiendo que yo sea su enemigo, el sentido común aún tendría que decirle que se aleje de aquí muy rápidamente. Usted no puede usar la Maldición Asesina, por lo que la táctica correcta es hacer Aparición muy lejos. No me importa ser el villano de su imaginación si le pone las cosas más claras. Abandone Hogwarts,y deje que se encarguen de mí aquellos que me pueden manejar. Arreglaré que la transportación sea a través de una familia de buena reputación, y el Sr. Potter sabrá que debe culparme si usted no llega sana y salva."
"Yo -" Ella estaba sintiéndose helada, la brisa de la noche congelando su piel, o quizá era al revés. "Tengo que pensar al respecto -"
El Profesor Quirrell sacudió su cabeza. "No, Señorita Granger. Su partida tomará tiempo para ser organizada, y me queda menos tiempo del que usted cree. Esta decisión podría ser difícil para usted, aunque no debería ser ambigua; mucho peso se balancea en esta balanza, pero no son pesos iguales. Debo conocer esta misma noche su intención de irse."
Y si no -
¿El Profesor de Defensa le estaba dando una advertencia deliberada? ¿Que si no escapaba, atacaría de nuevo?
¿Por qué importaba tanto, qué quería el Profesor Quirrell hacer con Harry?
Hermione Granger, seré menos sutil de lo que es usual para un misterioso mago anciano, y le revelaré sin rodeos que usted no puede imaginar cuán mal saldrían las cosas si los eventos alrededor de Harry Potter cogieran un mal cariz.
El mago más poderoso en el mundo le había dicho eso, cuando estaba explicando cuán importante era que ella no fuera a dejar de ser amiga de Harry.
Hermione tragó saliva, se movió un poco de un pie a otro, sobre el balcón de piedra de un castillo mágico. De repente todo el letal absurdo de la situación pareció levantarse y cogerla por la garganta, que las niñas de doce años no tendrían que estar en peligro, no tendrían que estar pensando sobre tales cosas, que Mamá quería que saliera CORRIENDO y su padre tendría un ataque al corazón si alguna vez se enteraba de que estaba encarando esa pregunta.
Y ella supo, entonces, como Harry y Dumbledore habían intentando advertirle, que todo lo que había pensado sobre ser una heroína estaba equivocado. Que realmente no había tales cosas como ser un héroe, fuera de las historias. Nada más había horribles peligros, y ser arrestada por los Aurores y puesta en una celda al lado de los Dementores, dolor y temor y -
"¿Señorita Granger?" llamó el Profesor de Defensa.
Ella no contestó nada. Todas las palabras estaban bloqueadas en su garganta.
"Necesito una decisión, Señorita Granger."
Mantuvo la mandíbula cerrada, no permitió que ninguna palabra saliera.
Finalmente el Profesor de Defensa suspiró. Lentamente la luz blanca desapareció, y lentamente la puerta detrás de él se abrió de par en par, por lo que una vez más era una silueta negra contra la entrada. "Buenas noches, Señorita Granger," él se despidió, y le dio la espalda, y se fue caminado dentro de Hogwarts.
Le requirió un tiempo el respirar lentamente otra vez. Lo que fuera que había pasado aquí esta noche, no se sentía como algo parecido a la victoria. Ella peleó tan duro nada más para evitar decir un  al encarar la presión del Profesor de Defensa, y ahora ella ni siquiera sabía si había hecho lo correcto.
Cuando caminó de vuelta hacia la luz (después de que el cansancio había superado todo y dormir era nuevamente una posibilidad), ella creyó que había escuchado cuando estaba dentro de la entrada, atrás de ella y por encima de ella, un distante graznido.
Aunque no era para ella, ella lo supo, por lo que empezó a subir las escaleras hacia su dormitorio.
Las otras chicas probablemente deberían estar dormidas para ese momento, y no la iban a mirar, o desviar la mirada -
Ella sintió que las lágrimas empezaron, y esta vez no las detuvo.

Capítulo 83             Capítulo 85


Nota del Traductor (21 de Julio de 2019)


He tenido que correr a toda marcha para terminar este capítulo tan largo, he hecho más allá del deber pero creo que valía la pena. Recuerdo que cuando se reveló esta parte de la historia del Profesor Quirrell me puse muy contento por recibir una pieza tan importante del rompecabezas.

Estoy animado porque ya casi logró reunir 100 dólares para comprar una tablet, lo que en teoría debería incrementar mi rendimiento. Antes pensaba que una tablet decente iba a costar mucho más, pero he visto unas muy buenas por ese precio, así que no es una compra muy lejana.

Esta semana fue de muchas emociones para mí. Por un lado, el ataque a Kyoto Animation me puso muy triste. He disfrutado muchas de sus producciones, en especial A Silent Voice. Las vidas y el talento perdido por mano de un demente es un evento trágico y sin sentido.

No todo fueron cosas malas afortunadamente. Marvel ha revelado las películas para la fase 4 y me siento complacido. En general no soy una persona muy exigente con el entretenimiento, por ejemplo, me gustó Capitana Marvel aunque la mayoría la detesta con pasión. Así que los anuncios fueron agradables para mí.

El anime de Doctor Stone no decepciona, y hace poco se me acaba de ocurrir que a lo mejor la fórmula para petrificar fue un invento científico para curar toda clase de enfermedades y heridas, pero alguien se apoderó de ella para convertirla en arma. Y aún más que eso, siguen usando la fórmula para volverse piedra a diario y siguen con vida, usando su inmortalidad para gobernar en este mundo de piedra. No será una batalla sencilla para Senku, ese tipo o grupo de tipejos no caerán fácilmente.

El próximo capítulo es de 6.000 palabras. No creo que lo pueda publicar el próximo fin de semana porque estaré ocupado con la grabación del audiolibro y la escritura del omake, pero para compensar espero que en dos semanas, además de publicar el capítulo 85, también terminaré la versión EPUB y PDF del libro 4 de HPMOR, Hermione Jean Granger y la Llamada del Fénix. que recopila desde el capítulo 65 al 85.

Con suerte, y sin enfermedades u otros inconvenientes de por medio, cumpliré con todo.

Para los valientes que quieran hacerse una idea de cómo suena el tarareo del Profesor Quirrell.

Esta entrada fue posible gracias a Rocio Tou, Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp, Richard, Kbrem y Javier Cruz Esquivel


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Gracias por leer.

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