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lunes, 1 de junio de 2020

Memorias de un mago enamorado 13

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Memorias de un mago enamorado


espiritu del viento
Foto original por Vinicius Wiesehofer

Capítulo 13: Espíritu del Viento


El joven de catorce años conocido como Zeferino desvió sus ojos castaños y los fijó sobre el suelo de su apartamento.

La joven de trece años conocida como Melodie depositó su taza de café sobre una mesa cercana. Luego se acercó a él y tomó su rostro con ambas manos, forzando a Zeferino a verla directamente. No fue un movimiento brusco sino tierno. En los ojos avellana se podía leer una súplica que no se podía rechazar.

—Por favor, Zefer, se honesto conmigo. ¿Me amas?

—Sí. —Respondió él.

Melodie pudo sentir su propio rostro acalorado. Se acercó más a Zeferino, cerró los ojos y entreabrió los labios.

Fue un beso dulce y largo, totalmente diferente al que se habían dado cuando ella creyó que él iba a morir.

En esta ocasión, no fue ella quien lloró mientras se besaban, sino él. Sentir las lágrimas de Zeferino sobre sus mejillas hizo que Melodie abriera los ojos.

—¿Por qué estás llorando?

Zeferino se puso de pie y le dio la espalda. Se limpió el rostro con un brazo y no la volteó a mirar.

—Esto está mal Mel, esto no es lo que tú querías.

Melodie se puso de pie y extendió una mano hacia Zeferino. Cuando la sintió aproximarse, él dio un paso para alejarse de ella, y siguió sin verla. Ella pudo sentir el crujido en su corazón.

—¿Por qué? ¿Por qué te comportas así? —La aguda voz de Melodie se hizo más intensa porque estaba conteniendo las ganas de llorar.

—Yo no soy la persona correcta para ti. Yo nunca podré tener una vida normal. A donde quiera que vaya, aún si intento ocultar mi identidad, seguiré siendo el hijo de un Dios Dragón. Siempre voy a estar involucrado en esta guerra, siempre voy a tener enemigos detrás de mí.

Ella no pudo más y empezó a llorar.

—¿Y acaso es diferente para mí? ¡Me equivoqué al creer que borrar mis recuerdos era la solución a mis problemas! ¡Yo me olvidé de mis problemas, pero mis problemas no se olvidaron de mí! ¿Crees que ser hijo de un Dios es lo peor? ¡Yo soy una bomba ambulante! ¡Yo soy lo más peligroso que has conocido en tu vida y no lo puedes negar! ¡Soy la peor de los monstruos! ¿Es por eso que te quieres mantener alejado de mí?

Zeferino se giró y la abrazó tan repentinamente que la cogió por sorpresa.

—No eres un monstruo, Mel. Tú no pediste ese poder.

Melodie lo abrazó a su vez con toda su fuerza. Hundió su rostro en el pecho de él. Zeferino acarició su cabello rojo con una mano.

—¿Entonces por qué no quieres estar conmigo?

—Por supuesto que lo deseo. Pero no puedo, por tu propio bien. Voy a encargarme de ponerte a salvo, y cuando ese día llegue, me voy a retirar de tu vida. Así podrás estar con alguien que sea más digno de ti, alguien como Cam, por ejemplo.

Melodie se apartó de él con un empellón.

—¿Por qué tienes que mencionar a Camilo? ¡Él no es el que me interesa, eres tú! —Declaró ella, empujándolo con los puños.

—Él era tu novio, y te hacía feliz, ¿no es así? De no ser por Jiro, ustedes dos estarían juntos todavía. ¿Por qué no volver con Cam?

—¡Tonto! ¿Y si esa relación también fue falsa?

—¿A qué te refieres? —La cuestionó Zeferino.

—¿Si el tal Jiro solamente nos manipuló a ambos? Lo pensé cuando Persea afirmó que su relación con Camilo había sido falsa desde el principio, ¿por qué no hacer lo mismo conmigo? Sobretodo si desde el principio había pensado en hacer que me rompieran el corazón. Si lo que él quería era que yo cometiera suicidio, eso es lo que tiene más sentido.

Aunque era la primera vez que Melodie expresaba lo que había pensado con respecto a su relación con Camilo, estuvo aún más segura tras pronunciarlo en voz alta.

Zeferino se volvió a sentar en el sofá. Se acomodo las gafas y tocó su lampiña quijada con la mano derecha.

—Eso suena bastante plausible. Confieso que no se me había ocurrido.

Él levantó la vista y se encontró con los ojos avellana de Melodie, llenos de ansiedad.

—Mel, aún si tienes razón con respecto a tus sentimientos hacia Cam, eso no cambia el hecho de que yo no soy el indicado para ti. Alguien más aparecerá en tu vida, alguien que pueda compartir una vida normal contigo.

Melodie sintió que su corazón era como un vidrio que acababa de romperse en mil pedazos.

—¿Aún sigues con eso? Incluso después de todo lo que te he dicho, ¿aún sigues pensando lo mismo? ¿Qué tengo que hacer para que comprendas cómo me siento?

Ella cayó sobre el suelo, de rodillas. En actitud suplicante, extendió sus brazos hacia él.

—La yo que tienes ante ti, solamente te conoce desde hace una semana. Sé que mis sentimientos son reales. Yo, te amo, Zefer. Y creo que te he seguido amando aún sin poderte recordar. Si lo pienso bien, creo que lo que me atrajo de Camilo era que se parecía a ti. Su bondad, no sé, no estoy segura, pero creo que lo quería porque me recordaba a ti. Quizá eso fue algo que Jiro aprovechó. Así que, Zefer, por favor, no nos separes de nuevo. No quiero que estés de acuerdo con la Melodie del pasado, sino con la que está delante de ti, ahora mismo.

Zeferino no se levantó del sofá. Melodie sintió que los vidrios rotos fueron machacados hasta convertirse en polvo.

Él hizo un gesto con una mano y una esfera de viento cobró forma al lado de ella, hasta convertirse en una silueta humana compuesta exclusivamente de viento, una figura que se podía ver aunque no precisar.

—Creo que es mejor que regreses a tu casa. Este Espíritu del Viento te puede llevar.

Melodie no tenía ánimos para nada. No era capaz de hablar ni de protestar. Sólo se quedó ahí de rodillas, desbordada por las lágrimas, hasta que el Espíritu del Viento la recogió entre sus brazos transparentes y se la llevó volando por la ventana del apartamento.

Zeferino se quedó acostado contra el sofá hasta que salió el sol. No volvió a dormir, acosado por la incertidumbre de si estaba haciendo lo correcto o cometiendo otro estúpido error.

...

Melodie contempló la ciudad nocturna una vez más, con ojos borrosos. Al ser cargada por el Espíritu del Viento, sintió casi la misma sensación que cuando había sido llevada por Zeferino, lo que solamente le produjo más congoja.

—Hemos llegado a tu hogar. ¿Puedes abrir la ventana, por favor? —Dijo la voz de Zeferino, emanando del Espíritu del Viento.

Ella se sobresaltó y apunto estuvo de caer, por fortuna el Espíritu del Viento la tenía cogida con firmeza.

—¿Zefer? ¿Cómo es posible?

—Aunque no soy el que reconoces como "Zefer", él fue mi creador, así que es natural que yo tenga su voz.

—Ah, ya veo. Disculpa, no lo sabía.

—No tienes por qué disculparte. No me voy a ofender, no soy una persona real. —Informó el Espíritu del Viento.

Melodie abrió la ventana y el Espíritu del Viento entró volando en su habitación. Luego la depositó con maña sobre su cama y hasta la arropó con su sabana.

—Estás sana y salva. Mi propósito está cumplido. Se me ordenó vigilarte de lejos hasta desaparecer, así que eso voy a hacer desde el edificio de enfrente.

—¡Espera, no te vayas! —Exclamó Melodie angustiada.

—¿Deseas darme una nueva orden? Los sentimientos de mi creador hacia ti permiten ese parámetro.

—¿Podrías quedarte conmigo? Quiero que te acuestes aquí a mi lado, y que me hables, quiero escuchar tu voz.

—Comprendido. ¿De qué quieres hablar?

Melodie pudo sentir el cuerpo casi invisible acostándose a su lado, boca arriba, con los brazos y piernas extendidos. por encima de la sabana.

—Métete dentro de mi sabana, por favor. Y abrázame.

El Espíritu del Viento hizo exactamente lo que ella ordenó.

—¿Qué es lo que eres? —Inquirió Melodie, ocultando su cara en el pecho invisible.

—Hay varios nombres para las construcciones mágicas y pensantes como yo. Homer Gélem, Materia Prima, Golem, Espíritu sin Alma, Incompleto...

—Ya entendí, no tienes que decir más nombres. —Lo cortó ella.

—Estoy confundido. —Anunció el Espíritu del Viento.

—¿Por qué?

—Tu comando anterior me pidió hablar, sin embargo acabas de decir que no te diga más nombres. ¿Debo inferir que ya no quieres hablar, o que deseas cambiar de tópico?

—Guarda silencio por un momento, por favor.

Melodie lo siguió abrazando. Era como tener un clon de Zeferino a su entera disposición. Se le empezaron a ocurrir ciertos pensamientos que tuvo que desterrar con gran empeño.

—Dijiste que ibas a desaparecer. ¿Cuándo va a ocurrir eso?

—Veintitrés minutos. ¿Deseas que te informe cuánto tiempo de existencia me queda periódicamente? Para mayor satisfacción, por favor dime cada cuánto quieres ser informada.

—No, no quiero tal cosa. Dos horas es muy poco tiempo. ¿Hay alguna manera de hacer que te quedes por más tiempo?

—Desde luego. Si soy imbuido con maná, mi periodo de existencia puede ser extendido.

—¿Maná? Esa palabra aparece en la biblia, y en un montón de juegos de vídeo. Eso es como la energía mágica, ¿verdad?

—Afirmativo.

—No sé cómo hacerlo, lo de imbuir con maná. ¿Sabes cómo hacerlo? ¿Me puedes enseñar?

—El método más sencillo disponible para un mago o bruja inexperto es un beso de boca a boca. —Respondió el Espíritu del Viento, con la voz de Zeferino, pero sin sonar apenado como habría estado él.

Melodie sintió el calor en sus mejillas. Esa era una de las cosas prohibidas que había pensado, y ahora tenía una excusa perfecta para llevarla a cabo.

—Si te beso, ¿cuánto tiempo más puedes quedarte a mi lado?

—No puedo dar un estimado preciso hasta no haber sido imbuido con tu magia directamente. Pero el modelo mental que poseo, heredado de mi creador, estima tu poder mágico como el tercero más grande del mundo, superado únicamente por el Mago Hartwell y su Asistente. Por lo que yo supondría un mínimo de doce horas.

—Eso podría ser suficiente, tal vez.

Melodie levantó su rostro y no pudo encontrar con precisión el del Espíritu del Viento. Con sus manos, fue auscultando la cara difuminada hasta que encontró los labios. Entonces lo besó, primero con suavidad, y luego con pasión, atreviéndose a más de lo que se había atrevido con el propio Zeferino.

El Espíritu del Viento no tuvo reacción alguna.

—¿Funcionó?

—Efectivamente, Mel. No deberíamos hablar, ya es muy tarde y deberías dormir. —Contestó el Espíritu del Viento.

Algo le llamó la atención de las palabras del Espíritu del Viento, pero Melodie no pudo precisar qué era. De repente había recaído sobre ella una fatiga que la adormeció rápidamente. Se sintió abrazada, protegida, y se fue olvidando de sus problemas al quedarse dormida.

...

—¡Melodie! ¡Despierta de una vez! —La llamó su madre.

Ella se sintió sacudida y abrió los ojos, lentamente. Sentía los párpados pesados.

—¡Vamos niña! ¡Tus amigos ya vinieron a estudiar! Bueno, Camilo y Persea. El bueno de Zefer todavía no llega, y menos mal, porque no quiero que te vea así, toda desarreglada y sin bañar.

Melodie se incorporó de la cama y quedó sentada. Pegó un bostezo, se estiró, y echó un vistazo alrededor. Su madre estaba parada bajo el umbral de su puerta entreabierta, viéndola con expresión reprobadora. Acostado a su lado, vio a Zeferino, desnudo, con el cabello rubio y los ojos carmesí. Él le estaba dirigiendo una enorme sonrisa.

Melodie puso casa de acontecimiento y luego giró para ver a su madre, esperando una reacción tremenda.

—¿Pero qué estás esperando Melodie? ¡Anda, ve a arreglarte! —La apremió su madre.

Melodie asintió y se metió al baño. Cuando sintió que su madre había cerrado la puerta, salió del baño corriendo y puso el pestillo interno de la puerta de su cuarto. Luego se giró para encarar a Zeferino.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo? ¡Aún si mi mamá no te puede ver, no es correcto que te metas a mi cama así, sin ropas! —Ella se esforzó por no alzar la voz, lo que mezclado con su tono agudo produjo un efecto más chirriante de lo usual.

—Oye, tú fuiste la que me ordenó quedarme a tu lado, ¿por qué te enfadas conmigo?

—¿Que yo qué? —Dijo Melodie, con una aprehensiva comprensión empezando a organizar sus ideas.

—Personalmente, creo que estamos demasiado jóvenes para hacer este tipo de cosas. Sin embargo, para mí, tus deseos son órdenes, ¡literalmente! —Después de eso, el Espíritu del Viento, que había adquirido la verdadera apariencia de Zeferino, soltó una carcajada demasiado fuerte.

...

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Nota de autor (1 de Junio de 2.020)


Realmente prefiero concentrarme en escribir que pensar en todo lo que sucede en el mundo ahora mismo. Mi escritura se ha convertido en una válvula de escape para no pensar en todo lo que está mal y que no puede ser corregido. A veces me pregunto si eso está mal. Pero me digo a mí mismo que no soy más que un individuo, y que un mundo perfecto no se va a construir por obra y gracia de mi deseo. Además, todo lo que sé es escribir.

Esta entrada fue posible gracias a Rocio Tou, Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.

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