Capítulo 42 Capítulo 44
Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad
Capítulo 43
Humanismo, Parte
1
Imagen tomada de Dragon Ball Wiki |
El gentil sol de
Enero brilló sobre los campos helados a las afueras de Hogwarts.
Para algunos
estudiantes era una hora de estudio, y otros habían sido dejados por
fuera de clase. Los de primer año que se habían apuntado estaban
practicando un cierto hechizo, un hechizo que era mejor aprendido en
el exterior, debajo del sol y un cielo azul y despejado, en vez de
estar confinado dentro de un salón de clases. Galletas y limonada
también eran considerados provechosos.
Los gestos iniciales
del hechizo eran complicados y precisos; girabas tu varita una, dos,
tres, y cuatro veces con pequeñas inclinaciones exactamente en los
ángulos relativos correctos, desplazabas tu dedo índice y pulgar
exactamente a las distancias correctas...
El Ministerio
consideraba que esto significaba que era fútil intentar enseñar a
cualquier el hechizo antes de llegar a quinto año. Habían algunos
casos de niños jóvenes que lo aprendieron, y esto había sido
descartado como "genialidad".
Podría no haber
sido una forma muy amable de ponerlo, pero Harry estaba empezando a
ver por qué el Profesor Quirrell había declarado que el Comité
Curricular del Ministerio hubiera sido de mayor beneficio para los
hechiceros de haber sido usados como relleno sanitario.
Así que los gestos
eran complicados y delicados. Eso no impedía que lo aprendieras
cuando tenías once. Significaba que tenías que ser extra cuidadoso
y practicar cada parte mucho más de lo usual, eso era todo.
La
mayoría de Encantamientos que únicamente podían ser aprendidos por
estudiantes mayores eran de ese modo porque requerían más fuerza
mágica de lo que cualquier estudiante joven podía reunir. Sin
embargo ese no
era
el caso del Encantamiento Patronus, no era difícil porque necesitara
demasiada magia, era difícil porque requería más
que mera magia.
Necesitaba de los
cálidos, felices sentimientos que guardabas cerca de tu corazón,
las memorias amorosas, un tipo diferente de fuerza que no requerías
para los hechizos ordinarios.
Harry giró su
varita una, dos, tres y cuatro veces, movió sus dedos exactamente a
las distancias correctas...
"Buena
suerte en la escuela, Harry. ¿Crees que te compré suficientes
libros?"
"Nunca
puedes tener suficientes libros...mas ciertamente lo intentaste, fue
realmente, realmente, de verdad un buen intento..."
Había traído
lágrimas a sus ojos, la primera vez que Harry lo había recordado e
intentó poner eso dentro del hechizo.
Harry extrajo la
varita y la esgrimió, un gesto que no tenía que ser preciso,
únicamente audaz y desafiante.
"¡Expecto
Patronum!"
gritó Harry.
Nada pasó.
Ni siquiera una
chispa de luz.
Cuando Harry alzó
la vista, Remus Lupin seguía estudiando la varita, una expresión
más bien turbada sobre su cara ligeramente cicatrizada.
Finalmente Remus
sacudió su cabeza. "Lo lamento, Harry," el hombre comentó
con calma. "Tus movimientos de varita fueron exactamente
correctos."
Y no se produjo un
chispazo de luz en ningún otro lugar, tampoco, porque todos los de
primer año que se suponía debían practicar sus Encantamientos de
Patronus en su lugar habían estado fisgoneando de reojo a Harry.
Las lagrimas
amenazaban con regresar a los ojos de Harry, y no eran lágrimas
felices. De todas las cosas, de todas las cosas, Harry nunca había
esperado esto.
Había algo
horriblemente humillante sobre ser informado que no eras lo
suficientemente feliz.
¿Qué tenía
Anthony Goldstein dentro que Harry no, que hacía que la varita de
Anthony brillara con esa luz tan resplandeciente?
¿Acaso Anthony
amaba más a su propio padre?
"¿Qué
pensamiento estabas usando para invocarlo?" inquirió Remus.
"Mi padre,"
Harry dijo, su voz temblando. "Le pedí que me comprara algunos
libros antes de venir a Hogwarts, y lo hizo, y eran costosos, y
entonces me preguntó si eran suficientes -"
Harry no procuró
explicar el lema de la familia Verres.
"Descansa un
poco antes de intentar con un pensamiento diferente, Harry,"
explicó Remus. Hizo un gesto hacia donde estaban sentados algunos
otros estudiantes que estaban sentados sobre el suelo, viéndose
decepcionados o avergonzados o arrepentidos. "No serás capaz de
lanzar un Encantamiento Patronus mientras te sientas avergonzado de
no estar lo suficientemente agradecido." Había gentil compasión
en la voz del Sr. Lupin, y por un momento, Harry sintió deseos de
golpear algo.
En vez de eso Harry
se giró, y se arrastró hacia donde los otros fracasos estaban
sentados. Los otros estudiantes cuyos movimientos de varita también
habían sido proclamados perfectos, y quienes ahora se suponían
debían estar buscando por pensamientos más felices; a juzgar por su
apariencia no estaban haciendo mucho progreso. Había muchas túnicas
con bordes azules, y un puñado de rojas, y una solitaria chica de
Hufflepuff que seguía llorando. Los Slytherins ni siquiera se habían
molestado en aparecer, excepto por Daphne Greengrass y Tracey Davis,
quienes todavía estaban esforzándose por aprender los gestos.
Harry se dejó caer
sobre la muerta y fría hierba del invierno, al lado de la estudiante
cuyo fracaso lo había sorprendido más.
"Así que no
pudiste hacerlo tampoco," Hermione apuntó. Ella había
abandonado el campo al principio, pero había regresado al rato, y
tenías que ver de cerca sus ojos enrojecidos para observar que había
estado llorando.
"Yo,"
Harry titubeó, "yo, probablemente me sentiría mucho peor al
respecto si tú no hubieras fallado, tú eres la más bondadosa,
persona que yo conozco, que jamás conocí, Hermione, y si tú
tampoco puedes hacerlo, significa que yo todavía podría ser, ser
bueno..."
"Debí haber
ido a Gryffindor," Hermione susurró. Parpadeó un par de veces,
pero no se limpió los ojos.
...
El chico y la chica
caminaron juntos, definitivamente no cogidos de las manos, mas cada
uno extrayendo un tipo de fuerza de la presencia del otro, algo que
les permitía ignorar los susurros de sus compañeros de año,
mientras caminaban a través del pasillo aproximándose a las grandes
puertas de Hogwarts.
Harry
no había sido capaz de lanzar el Encantamiento Patronus sin importar
que pensamiento feliz intentara. Las personas no parecieron
sorprendidas por eso, lo que lo hacía mucho peor. Hermione tampoco
había sido capaz de hacerlo. Las personas habían estado muy
sorprendidas por eso, y Harry había visto que ella empezaba a
recibir las mismas miradas de reojo que él. Los otros Ravenclaws que
habían fallado no estaban recibiendo esas miradas. Sin embargo
Hermione era la General Rayo de Sol, y sus fans la estaban tratando
como si les hubiera fallado, de algún modo, como si hubiera roto una
promesa que nunca hizo.
Los
dos habían ido a la biblioteca para investigar el Encantamiento
Patronus, que era la forma de Hermione para lidiar con el estrés,
como también era a veces la de Harry. Estudiar, aprender, procurar
comprender por
qué...
Los
libros habían confirmado lo que el Director le había contado a
Harry; a menudo, magos que no eran capaces de lanzar el Encantamiento
Patronus durante las practicas serían capaces de hacerlo en
presencia de un Dementor real, yendo desde una falla absoluta hasta
lograr un Patronus corpóreo completo. Desafiaba toda la lógica, el
aura de temor del Dementor debería hacer más
complicado
esgrimir un pensamiento feliz; pero así es como eran las cosas.
Así que los dos
iban a darle un último intento, no era posible que ninguno de los
dos lo intentaran una vez más.
Era el día en que
el Dementor fue a Hogwarts.
Antes, Harry había
Transformado la roca de su padre de donde descansaba usualmente sobre
el anillo de su dedo meñique en la forma de un diminuto diamante, y
ubicó la enorme piedra gris de vuelta en su monedero. Nada más en
caso de que la magia de Harry le fallara por completo, cuando
confrontara a las más oscuras de todas las criaturas.
Harry ya había
comenzado a sentirse pesimista, y él ni siquiera estaba en frente de
un Dementor todavía.
"Apuesto que tú
puedes hacerlo y yo no," Harry declaró murmurando. "Apuesto
que eso pasa."
"Se sintió
incorrecto para mí," Hermione anunció, su voz aún más baja
que la de él. "Lo intenté esta mañana y me di cuenta. Cuando
estaba agarrando la varita al final, aún antes de pronunciar las
palabras, se sintió incorrecto."
Harry no replicó
nada. Había sentido lo mismo, desde el inicio, aunque había
necesitado otros cinco intentos usando otros cinco pensamientos
felices antes de que hubiera sido capaz de reconocerlo. Cada vez que
sostenía su varita, se sentía hueco; el hechizo que estaba
procurando aprender no encajaba consigo mismo.
"No quiere
decir que vamos a ser Magos Oscuros," habló Harry. "Muchas
personas que no pueden lanzar el Encantamiento Patronus no son Magos
Oscuros. Godric Gryffindor no era un Mago Oscuro..."
Godric había
vencido Magos Oscuros, luchado para proteger a los comunes de las
Casas Nobles y a los Muggles de los magos. Había tenido muchos
amigos verdaderos, y perdido no menos que la mitad en una buena causa
u otra. Escuchaba los gritos de los heridos, en los ejércitos que
construyó para defender a los inocentes; jóvenes magos de coraje se
habían reunido ante su llamada, y después él los había enterrado.
Hasta que finalmente, cuando su hechicería había empezado a
fallarle a causa d ella avanzada edad, agrupó a los otros tres magos
más poderosos de su era para elevar a Hogwarts desde el suelo
desnudo; el gran logro del nombre de Godric no era sobre la guerra,
cualquier tipo de guerra, sin importar que tan justa. Fue Salazar, y
no Godric, quien enseñó la primera clase de Batalla Mágica en
Hogwarts. Godric había enseñado la primera clase de Herbología en
Hogwarts, la magia de hacer brotar vida verde.
Hasta el final de
sus días él nunca fue capaz de invocar el Encantamiento Patronus.
Godric Gryffindor
había sido un buen hombre, no uno feliz.
Harry no creía en
la angustia, no podía soportar leer sobre héroes llorones, sabía
que un billón de otras personas en el mundo hubieran dado cualquier
cosas para intercambiar lugares con él, y...
Y
en su lecho de muerte, Godric le había contado a Helga (porque
Salazar lo había abandonado, y Rowena murió antes que él) que no
se arrepentía de nada, y no
iba a advertir a nadie de que no siguiera sus pasos, nadie debía
aseverar jamás
que él había pedido que no siguieran sus pasos. Si había sido lo
correcto de hacer para él,
entonces no le diría a nadie que escogiera incorrectamente, ni
siquiera al más joven estudiante en Hogwarts. Y para aquellos que de
todos modos sí
siguieran
sus pasos, esperaba que recordaran que Gryffindor le había explicado
a su Casa que estaba bien para ellos ser más felices que él. Que
rojo y dorado serían colores brillantes y cálidos, de ahora en
adelante.
Y Helga le había
prometido, sollozando, que cuando ella fuera Directora se aseguraría
de ello.
Una vez que Godric
murió, no dejó un fantasma detrás suyo; y Harry había empujado el
libro de vuelta a Hermione y se alejó un poco, para que ella no lo
viera llorar.
No hubieras pensado
que un libro con un título tan inocente como "El Encantamiento
Patronus: Magos Que Podían y No Podían" sería el libro más
triste que Harry había leído jamás.
Harry...
Harry no quería
eso.
Estar en ese libro.
Harry no quería
eso.
El
resto de la escuela parecía pensar que No
Patronus indicaba
Mala
Persona,
directo y simple. De algún modo el hecho de que Godric Gryffindor
tampoco había sido capaz de lanzar el Encantamiento Patronus no
parecía repetirse. Tal vez las personas no hablaban de eso para
respetar su último deseo, Fred y George probablemente no lo sabían
y Harry ciertamente no quería contarles. O tal vez las otras fallas
no lo mencionaban porque era menos vergonzoso, la perdida menor de
orgullo y reputación, que pensaran que eran Oscuro en vez de
infeliz.
Harry vio que
Hermione, a su lado, estaba parpadeando con fuerza; y se preguntó si
ella estaría pensando en Rowena Ravenclaw, quien también amaba los
libros.
"De acuerdo,"
Harry susurró. "Pensamientos más felices. Si lograras hacer un
Patronus totalmente corpóreo, ¿cuál animal crees que sería?"
"Una nutria,"
Hermione dijo en el acto.
"¿Una
nutria?"
Harry murmuró con incredulidad.
"Sí, una
nutria," repitió Hermione. "¿Qué hay de ti?"
"Halcón
peregrino," Harry informó sin titubear. "Puede caer en
picada a más de trescientos kilómetros por hora, es la criatura
viviente más rápida que hay." El halcón peregrino había sido
el animal favorito de Harry desde siempre. Harry estaba determinado a
convertirse en Animago algún día, sólo para conseguir esa forma, y
volar por la fuerza de sus propias alas, y ver la tierra desde arriba
con ojos más finos... "¿Pero por qué una nutria?"
Hermione sonrió,
mas no explicó nada.
Y las vastas puertas
de Hogwarts se abrieron de par en par.
Caminaron por un
rato, los niños, sobre un sendero que llevaba hacia el bosque
prohibido, y continuaron a través del bosque mismo. El Sol estaba
bajando cerca al horizonte, las sombras largas, la luz solar filtrada
por las ramas desnudas de los árboles invernales; porque era Enero,
y los de primer año los últimos en aprender, ese día.
Entonces el camino
serpenteó y cogió una nueva dirección, y todos lo vieron en la
distancia, el claro en el bosque, y el seco suelo invernal,
amarillenta hierba seca emblanquecida por unos cuantos remanentes de
nieve.
Las figuras humanas
todavía pequeñas a la distancia. Los dos puntos de confusa luz
blanca proveniente de los Patronus de los Aurores, y el punto de luz
plateada más brillante del Director, al lado de algo...
Harry entrecerró
los ojos.
Algo...
Debió ser puramente
la imaginación de Harry, porque no podía ser posible para un
Dementor tener alcance más allá de tres Patronus corpóreos, sin
embargo él pensó que podía sentir un toque de vacío cepillando su
mente, cepillando directo el suave centro interior de sí mismo sin
ningún respeto por las barreras de Oclumancia.
...
Seamus Finnigan
estaba pálido y tembloroso cuando se reunió con los estudiantes
nerviosos sobre la mojada, nevada y manchada hierba. El Encantamiento
Patronus de Seamus había sido exitoso, pero estaba ese intervalo
cuando el Director disipaba su propio Patronus y cuando se suponía
que debías lanzar el tuyo propio, cuando encarabas el miedo del
Dementor sin escudo.
Hasta veinte
segundos de exposición a cuatro metros de distancia era ciertamente
seguro, aún para un mago de once años con resistencia débil y un
cerebro todavía en desarrollo. Había mucha variedad en qué tan
duro el poder de un Dementor golpeaba a las personas, lo que era otra
cosa no comprendida del todo; pero veinte segundos era
definitivamente seguro.
Cuarenta
segundos de exposición al Dementor a cuatro metros posiblemente
sería suficiente como para causar daño permanente, aunque
únicamente en los sujetos más sensibles.
Era un entrenamiento
arduo incluso para los estándares de Hogwarts, donde la forma de
aprender a volar sobre un hipogrifo era arrojarte contra uno y que te
ordenaran avanzar. Harry no era un fan de la sobreprotección, y si
te fijabas entre la diferencia de madurez entre un Hogwarts de cuarto
año y un Muggle de catorce años, era claro que los Muggles estaban
mimando a sus niños... sin embargo el propio Harry había comenzado
a preguntarse si esto era pasarse de la raya. No toda herida podía
curarse al final.
Mas
si no podías lanzar el hechizo bajo estas condiciones, significaba
que no podías confiar en usar el Encantamiento Patronus para
defenderte a ti mismo; el exceso de confianza era mucho más
peligroso en los magos que en los Muggles. Los Dementores podían
drenar tu magia y tu vitalidad física, no sólo los pensamientos
felices, lo que indicaba que podrías no
ser capaz de Desaparecer si esperabas demasiado, o si no reconocías
el temor cercano hasta que el Dementor estuviera dentro del rango del
ataque. (Durante su lectura, Harry había descubierto con
considerable horror que algunos libros afirmaban que el Beso del
Dementor devoraría
tu alma
y que esta era la razón para el permanente coma inconsciente en que
quedaban las víctimas. Y que los magos que creían
en esto
habían usado deliberadamente el Beso del Dementor para ejecutar
criminales.
Era cierto que algunos tan llamados criminales eran inocentes, y aún
si no lo fueran, ¿destruir
sus almas?
Si Harry hubiera creído en almas, él habría... pantalla en blanco,
nada más no podía pensar en una respuesta apropiada para eso.)
El
Director estaba tomando la seguridad seriamente, e igualmente lo
hacían los tres Aurores en guardia. Su líder era un hombre de
aspecto Asiático, solemne sin ser siniestro, Auror Komodo, cuya
varita nunca abandonaba su mano. Su Patronus, un orangután de sólida
luz de luna, caminaba de un lado al otro entre el Dementor y los de
primer año aguardando su turno; a un lado del orangután se movía
una resplandeciente pantera blanca del Auror Butnaru, un hombre con
una expresión perforadora, largo cabello negro en cola de caballo, y
una larga barba trenzada de chivo. Aquellos dos Aurores, y sus dos
Patronus, estaban todos contemplando al Dementor. En el lado opuesto
de los estudiantes estaba esperando en descanso el Auror Goryanof,
alto y delgado y pálido sin afeitar, sentado sobre una silla que
había conjurado sin palabra o varita, y manteniendo una cara de
poker de mente ausente mientras escaneaba la escena entera. El
Profesor Quirrell se había presentado no mucho después de que los
de primer año iniciaran sus intentos, y sus ojos nunca se alejaron
demasiado de Harry. El diminuto Profesor Flitwick, quien había sido
un campeón duelista, estaba jugueteando con su varita sin fijarse; y
sus
ojos, asomándose desde adentro de la enorme barba esponjosa que
servía como su cara, permanecían enfocados sobre el Profesor
Quirrell.
Y debió ser la
imaginación de Harry, mas el Profesor Quirrell parecía flaquear
ligeramente cada vez que el Patronus del Director se desvanecía
para probar al siguiente estudiante. Tal vez el Profesor Quirrell
estaba imaginando el mismo efecto placebo que Harry, esa resaca de
una caricia vacía en su mente.
"Anthony
Goldstein," llamó la voz del Director.
Harry caminó con
calma hacia Seamus, al tiempo que Anthony empezó a acercarse al
fénix de brillante plata, y... lo que fuera que estaba debajo de la
capa andrajosa.
"¿Qué viste?"
Harry le preguntó a Seamus en voz baja.
Muchos estudiantes
no le habían respondido a Harry, cuando intentó reunir los datos;
sin embargo Seamus era Finnigan de Caos, uno de los tenientes de
Harry. Quizá no era justo, pero...
"Muerte,"
declaró Seamus con un susurro, "grisácea y resbalosa... muerte
dejada dentro del agua por mucho tiempo... "
Harry asintió. "Eso
es lo que muchas personas ven," Harry afirmó. Proyectaba
confianza, aunque era falsa, porque Seamus la necesitaba. "Ve y
come algo de chocolate, te sentirás mejor."
Seamus asintió y se
arrastró hacia la mesa de dulces sanadores.
"¡Expecto
Patronum!"
chilló la voz de un joven niño.
Hubo gritos de
conmoción, incluso de los propios Aurores.
Harry se giró para
mirar -
Había una brillante
ave plateada ubicada entre Anthony Goldstein y la jaula. El ave
levantó su cabeza y soltó un chillido, y el chillido también era
plateado, tan luminoso y duro y tan bello como el metal.
Y
algo en la parte de atrás de la mente de Harry dijo, si
ese es un halcón peregrino, voy a estrangularlo mientras duerme.
Silencio,
Harry le espetó al pensamiento, ¿quieres
que seamos un Mago Oscuro?
¿Cuál es el
punto? Vas a terminar como uno eventualmente.
Eso... no era algo
que Harry hubiera pensado usualmente...
Es
el efecto placebo,
Harry se repitió a sí mismo. El
Dementor de hecho no puede llegar hasta mí a través de tres
Patronus corpóreos, nada más estoy imaginando lo que yo creo que
es. Cuando en verdad encare al Dementor, se sentirá completamente
diferente, y entonces sabré que yo estaba siendo un tonto antes.
Un
ligero escalofrío descendió por la espina dorsal de Harry, porque
tenía el presentimiento de que sí, sería
completamente diferente, y no en una dirección positiva.
El resplandeciente
fénix de plata se cristalizó de nuevo en existencia desde la varita
del Director, el ave menor desapareció; y Anthony Goldstein empezó
a retroceder.
El Director estaba
acompañando a Anthony en vez de llamar el siguiente nombre, el
Patronus esperando atrás para vigilar al Dementor.
Harry miró hacia
donde Hermione estaba de pie, justo detrás de la luminosa pantera.
El turno de Hermione hubiera sido el siguiente, mas aparentemente
acababa de ser retrasado.
Ella se veía
estresada.
Antes, ella le había
pedido amablemente a Harry que por favor dejara de intentar calmarla.
Dumbledore estaba
sonriendo ligeramente al escoltar a Anthony de regreso con los otros;
únicamente sonriendo ligeramente, porque el Director se veía muy,
muy cansado.
"Increíble,"
dijo Dumbledore con una voz que sonaba mucho más débil que su
acostumbrado tronido. "Un Patronus corpóreo, en su primer año.
Y un asombroso número de éxitos entre otros estudiantes jóvenes.
Quirinus, debo reconocer que has probado tu punto."
El Profesor Quirrell
inclinó su cabeza. "Una deducción lo suficientemente simple,
debo creer. Un Dementor ataca a través del miedo, y los niños son
menos temerosos."
"¿Menos
temerosos?" inquirió el Auror Goryanof desde donde estaba
sentado.
"Eso mismo dije
yo," respondió Dumbledore. "Y el Profesor Quirrell señaló
que los adultos tienen más coraje, no menos para temer; pensamiento
que, confieso, nunca se me había ocurrido antes."
"Esa
no fue mi frase precisamente,"
el Profesor Quirrell corrigió secamente, "pero explica lo
necesario. ¿Y el resto de nuestro acuerdo, Director?"
"Como
acordamos," Dumbledore contestó reluctante. "Admito que no
estaba esperando perder esa apuesta, Quirinus, sin embargo has
demostrado tu sabiduría."
Todos los
estudiantes estaban mirándolos, intrigados; excepto Hermione, quien
estaba contemplando en dirección de la jaula y la alta túnica
decadente; y Harry, quien estaba vigilando a todos, ya que se estaba
imaginando a sí mismo sintiéndose paranoico.
El Profesor Quirrell
explicó, con un tono que no invitaba a más comentarios, "Se me
permite enseñar la Maldición Asesina a los estudiantes que deseen
aprenderlo. Lo que los pondrá considerablemente más a salvo de
Magos Oscuros y otras pestes, y es tonto pensar que de todos modos
ellos no conocerán magias peligrosas." El Profesor Quirrell
hizo una pausa, sus ojos entrecerrados. "Director,
respetuosamente observaré que usted no tiene buen aspecto. Sugiero
que deje el resto de las tareas del día al Profesor Flitwick."
Dumbledore sacudió
su cabeza. "Casi hemos terminado, Quirinus. Yo aguantaré."
Hermione se había
aproximado a Anthony. "Capitán Goldstein," ella pidió, y
su voz tembló nada más un poco, "¿puede darme algún
consejo?"
"No
tengas miedo," Anthony declaró con firmeza. "No pienses
sobre nada que intente hacerte pensar. No sólo estas agarrando la
varita en frente de ti como un escudo contra el miedo, estás
esgrimiendo
una varita para alejar el miedo, así es cómo conviertes un
pensamiento feliz en algo sólido..." Anthony se encogió de
hombros impotente. "O sea, escuché
todo eso antes, mas..."
Otros estudiantes
estaban comenzando a congregarse alrededor de Anthony, con sus
propias preguntas.
"'¿Señorita
Granger?" el Director llamó. Su voz podría haber sido gentil,
o solamente cansina.
Hermione enderezó
sus hombros, y lo siguió.
"¿Qué viste
bajo el manto?" Harry le preguntó a Anthony.
Anthony miró
sorprendido a Harry, sorprendido, y entonces respondió, "Un
hombre muy alto que estaba muerto, o sea, más o menos con la forma y
el color de la muerte... dolía verlo y sabía que eso era el
Dementor intentando llegar a mí."
Harry devolvió la
vista a donde Hermione estaba confrontando la jaula y el manto.
Hermione levantó su
varita en posición para los primeros gestos.
El fénix del
Director parpadeó y dejo de existir.
Y Hermione dio un
pequeño, patético chillido, se tambaleó -
- dio un paso hacia
atrás, Harry pudo ver su varita moviéndose, y entonces ella la
esgrimió y exclamó "¡Expecto Patronum!"
Nada pasó.
Hermione se giró y
corrió.
"¡Expecto
Patronum!"
invocó la voz más profunda del Director, y el fénix de plata
resplandeció de vuelta a la vida.
La joven niña
trastabilló, y siguió corriendo, extraños sonidos empezando a
surgir de su garganta.
"¡Hermione!"
Susan gritó, y Hannah, y Daphne, y Ernie, y todos comenzaron a
correr hacia ella; al igual que Harry, quien siempre estaba pensando
un paso adelante, se giró en sus talones y corrió hacia la mesa
sobre la que había chocolate.
Aún después de que
Harry había incrustado el chocolate dentro de la mente de Hermione y
ella lo masticó y tragó, ella seguía respirando en grandes
bocanadas y llorando, sus ojos todavía sin enfocarse en nada.
Ella
no puede haber sido Dementada permanentemente,
Harry pensó desesperadamente hacia la confusión dentro de él, el
horrible temor y la letal furia empezando a girar el uno sobre el
otro, no
le puede haber pasado, no estuvo expuesta ni siquiera durante diez
segundos mucho menos cuarenta
-
Pero
podía haber sido Dementada temporalmente,
como Harry se dio cuenta en ese momento, no había regla alguna que
estableciera que no podías ser temporalmente
herido por un Dementor en justamente diez segundos si eras lo
suficientemente sensible.
Entonces los ojos de
Hermione parecieron enfocarse, y a buscar a su alrededor, y se
posaron sobre él.
"Harry,"
ella jadeó, y los otros estudiantes guardaron silencio. "Harry,
no. ¡No!"
De
repente Harry tuvo miedo de preguntar qué era lo que no debía
hacer, ¿estaba él
en sus peores memorias, o alguna pesadilla durmiente que ahora ella
estaba viviendo despierta?
"¡No
te acerques a eso!"
suplicó Hermione. Su mano se estiró, lo sujetó por la solapa de la
túnica. "¡No debes ir cerca de eso, Harry! Me
habló, Harry, te conoce, ¡sabe que estás aquí!"
"Que -"
Harry dijo, y entonces se maldijo a sí mismo por preguntar.
"¡El
Dementor!"
clamó Hermione. Su voz se elevó hasta ser un chirrido. "¡El
Profesor Quirrell quiere que te coma!"
En medio del
repentino murmullo, el Profesor Quirrell se acercó unos cuantos
pasos; pero no se aproximó más (Harry estaba allí, después de
todo). "Señorita Granger," él opinó, y su voz era grave,
"Creo que debería comer más chocolate."
"¡Profesor
Flitwick, no deje que Harry lo intenté, ¡hágalo retroceder!"
El Director había
llegado para entonces, y estaba intercambiando miradas preocupadas
con el Profesor Flitwick.
"No escuché al
Dementor hablar," el Director comentó. "Aún así..."
"Sólo
pregunte," intervino el Profesor Quirrell, sonando algo
cauteloso.
"¿El
Dementor te explicó cómo
iba atrapar a Harry?" inquirió el Director.
"Todas sus
partes más deliciosas primero," contestó Hermione, "haría
– se comería -"
Hermione parpadeó.
Algo de cordura parecía haber regresado a sus ojos.
Ahí comenzó a
llorar.
"Fuiste
demasiado valiente, Hermione Granger," el Director señaló. Su
voz era gentil, y claramente audible. "Mucho más valiente de lo
que yo comprendí. Deberías haber dado la espalda y corrido, no
soportarlo y procurar completar tu Encantamiento. Cuando seas mayor y
más fuerte, Señorita Granger, sé que lo va intentar de nuevo, y sé
que tendrá éxito."
"Lo siento,"
Hermione espetó boqueando, "Lo siento, lo siento, lo siento...
Lo siento, Harry, no puedo contarte lo que vi, yo no vi dentro de
eso, no me atreví a verlo, sabía que era demasiado horrible para
ser visto una vez..."
Debió ser Harry,
sin embargo él dudó, porque sus manos estaban todas achocolatadas;
y entonces Ernie y Susan estaban allí, ayudando a Hermione desde
donde había caído en la hierba, llevándola hacia la mesa de los
bocadillos.
Cinco barras de
chocolate después, Hermione parecía estar mejor otra vez, y fue a
disculparse con el Profesor Quirrell; mas ella siempre estaba
observando a Harry, cada vez que él se fijaba en ella. Dio un paso
hacia ella una vez, y se detuvo cuando ella retrocedió el mismo
paso. Con los ojos ella se había disculpado silenciosamente, y
silenciosamente le suplicó que la dejara ser.
...
Neville Longbottom
había visto algo muerto y medio disuelto, rezumando y andando con
una expresión de esponja aplastada.
Era la peor cosa que
cualquiera hubiera visto y descrito. Neville había sido capaz de
producir una pequeña vacilación de luz desde su varita antes, sin
embargo él se había, inteligentemente y con gran presencia de
mente, girado y huido en vez de intentar lanzar su propio
Encantamiento Patronus.
(El
Director no le dijo nada a los otros estudiantes, no le pidió a
nadie ser menos valiente; pero el Profesor Quirrell había observado
con calma que si cometías el error después
de haber sido advertido, ahí era cuando la ignorancia se convertía
en estupidez.)
"¿Profesor
Quirrell?" Harry inquirió en voz baja, habiéndose acercado al
Profesor de Defensa tanto como se atrevía. "¿Qué ve usted
cuando - ?"
"No preguntes."
La voz era muy uniforme.
Harry
asintió respetuosamente. "¿Cuál fue su frase original
para el Director, si puedo indagar?"
Secamente. "Nuestras
peores memorias únicamente pueden crecer peor a medida que
envejecemos."
"Ah,"
Harry comentó. "Lógico."
Algo
extraño titiló en los ojos del Profesor Quirrell, en ese momento,
cuando miró a Harry. "Permitámonos esperar," argumentó
el Profesor Quirrell, "que tenga éxito en este intento, Sr.
Potter. Porque si lo hace, el Director podría enseñarle su truco de
usar un Patronus para enviar un mensaje que no puede ser falsificado
o interceptado, y su importancia militar es imposible de sobrestimar.
Sería una tremenda ventaja para la Legión del Caos, y algún día,
sospecho, para el país entero. Mas si no
lo consigue, Sr. Potter... bueno, yo
lo entenderé."
...
Morag MacDougal
había espetado, con voz temblorosa, "Ouch", y Dumbledore
había vuelto a invocar su Patronus en el acto.
Parvati Patil había
producido un Patronus corpóreo en la forma de un tigre, más grande
que el fénix de Dumbledore, aunque ni de cerca tan brillante. Hubo
un gran estallido de aplausos de parte de todos los observadores, sin
embargo no hubo la misma sorpresa que cuando Anthony lo había hecho.
Y fue el turno de
Harry.
El Director llamó
el nombre de Harry Potter, y Harry tenía miedo.
Harry sabía, sabía
que iba a fallar, y era consciente de que iba a doler.
Sin embargo tenía
que intentarlo; porque a veces, en la presencia de un Dementor, un
mago iba de ni un haz de luz hasta un Patronus completamente
corpóreo, y nadie entendía por qué.
Y
porque si Harry no
podía defenderse
a sí mismo de los Dementores, tenía que ser capaz de reconocer su
acercamiento, reconocer el sentimiento en su mente, y escapar antes
de que fuera demasiado tarde.
¿Cuál es mi
peor memoria...?
Harry había
esperado que el Director le diera una mirada de preocupación, o una
expresión esperanzadora, o un consejo de profunda sabiduría; pero
en vez de eso Albus Dumbledore nada más lo contempló con silenciosa
calma.
Él
cree que voy a fallar, mas no me va a sabotear expresándolo,
pensó Harry, si
tuviera verdaderas palabras de coraje para compartir, las
pronunciaría...
La jaula se acercó.
Ya estaba reseca, pero no oxidada hasta ser nada, no todavía.
El manto se acercó.
Estaba desintegrado y agujereado con hoyos sin coser; había sido
nuevo esta mañana, dijo el Auror Goryanof.
"¿Director?"
Harry interrogó. "¿Qué ve usted?"
La voz del Director
también era calmada. "Los Dementores son criaturas del miedo, y
a medida que tu temor hacia los Dementores disminuye, igualmente lo
hace lo aterrador de su forma. Veo un hombre alto, delgado, desnudo.
No se está pudriendo. No es más que un poco penoso de contemplar.
Eso es todo. ¿Qué ves tú, Harry?"
...Harry no podía
ver debajo del manto.
O
eso no era correcto, era que su mente se rehusaba
a ver lo que estaba debajo del manto...
No,
su mente estaba intentando ver lo equivocado
debajo del manto, Harry podía sentirlo, sus ojos procurando forzar
un error. Sin embargo Harry había hecho lo mejor para entrenarse a
sí mismo para descubrir esa diminuta sensación de confusión, para
brincar automáticamente antes de inventarse cosas; y cada vez que su
mente quería iniciar la invención de una mentira sobre lo que
estaba debajo del manto, ese reflejo era lo suficientemente rápido
como para evitarlo.
Harry miró bajo el
manto y encontró...
Una pregunta
abierta. Harry no permitiría que su mente viera algo falso, así que
no veía nada, como si esa parte de su corteza visual que recibía la
señal nada más dejara de existir. Había un punto ciego bajo el
manto. Harry no podía saber lo que había allí debajo.
Sólo que era mucho
peor que cualquier momia pudriéndose.
El invisible horror
subyacente al manto estaba muy cercano, ahora, mas el destellante ave
compuesto de luz de luna, el fénix blanco, se erguía entre ellos.
Harry quería huir
como algunos de los otros estudiantes. La mitad de los que no habían
tenido suerte con sus Encantamientos Patronus ni siquiera se habían
presentado el día de hoy. De los que sí habían venido, la mitad
había escapado antes de que el Director hubiera tan siquiera
disipado su propio Patronus, y nadie había dicho ni una palabra.
Hubo algunas risas cuando Terry se giró y se alejó antes de que
fuera su turno; y Susan y Hannah, quienes habían ido antes, les
gritaron a todos que se callaran.
Pero Harry era el
Niño-Que-Vivió, y perdería mucho respeto si veían que se rendía
sin tan siquiera intentarlo...
Orgullo y roles
parecían disminuir y desaparecer, en la presencia de lo que fuera
que se escondía debajo del manto.
¿Por qué sigo
aquí?
No era por la
vergüenza de que otros pensaran que él era un cobarde, eso mantenía
los pies de Harry en ese lugar.
No era la esperanza
de reparar su reputación lo que alzó su varita.
No era el deseo de
dominar el Encantamiento Patronus como magia, lo que movió sus dedos
en la posición inicial.
Fue
algo más, algo que tenía
que oponerse a lo que fuera que yaciera por debajo del manto, esta
era la verdadera oscuridad y Harry tenía que descubrir lo que fuera
que estuviera adentro, el poder para alejarlo.
Harry había
planeado intentar una última vez el pensamiento de su compra de
libros salvaje con su padre, pero en lugar de eso, en el minuto
final, encarando al Dementor, se le ocurrió una memoria diferente,
algo que no había intentado antes; un pensamiento que no era cálido
ni feliz en un modo ordinario, mas se sentía más correcto, por
alguna razón.
Y Harry recordó las
estrellas, las recordó ardiendo terriblemente brillantes y sin
parpadear en la Noche Silenciosa; permitió que esa imagen lo
llenara, lo llenara por completo como una barrera de Oclumancia a
través de su mente entera, volviéndose una vez más la consciencia
incorpórea del vacío.
El resplandeciente
fénix de luminosa plata desapareció.
Y el Dementor se
estrelló contra su mente como el puño de Dios.
MIEDO / FRÍO /
OSCURIDAD
Hubo un instante
cuando las dos fuerzas chocaron parejas, cuando la pacifica memoria
de la luz de las estrellas aguantó contra el miedo, al tiempo que
los dedos de Harry comenzaban los movimientos de varita, practicados
hasta ser automáticos. No eran cálidos ni felices, esos puntos
destellantes de luz dentro de la oscuridad perfecta; sin embargo era
una imagen que el Dementor no podía perforar fácilmente. Porque las
silenciosas estrellas ardientes eran vastas y sin temor, y brillar
dentro del frío y la oscuridad era su estado natural.
Pero hubo un punto
débil, una resquebradura, una linea de falla en el objeto inamovible
procurando resistir esa fuerza irresistible. Harry sintió una pizca
de ira hacia el Dementor por querer alimentarse de él, y fue como
resbalarse sobre hielo mojado. La mente de Harry empezó a deslizarse
hacia los lados, dentro de la amargura, la negra furia, el mortal
odio -
La varita de Harry
llegó a la postura final.
Se sintió
incorrecto.
"Expecto
Patronum," su voz habló, las palabras huecas y vacías.
Y Harry cayó dentro
de su lado oscuro, descendió en su oscuridad, más allá y más
rápido y más profundo que nunca antes, abajo abajo abajo mientras
el resbalón aceleraba, al tiempo que el Dementor se aferraba sobre
sus partes expuestas y vulnerables para alimentarse, devorando la
luz. Un tenue reflejo luchó por la calidez, mas incluso cuando una
imagen de Hermione llegó hasta él, o una imagen de Mamá y Papá,
el Dementor las retorció, mostrando a Hermione muerta sobre el
suelo, los cadáveres de su madre y su padre, y entonces eso también
fue absorbido.
Dentro del vació se
alzó la memoria, la peor memoria, algo olvidado hace tanto tiempo
que los patrones neuronales ni siquiera tendrían que haber seguido
existiendo.
"¡Lily,
toma a Harry y vete! ¡Es él!" gritó la voz de un hombre.
"¡Vete! ¡Corre! ¡Yo lo detendré!"
Y Harry no pudo
evitar pensar, dentro del profundo vacío de su lado oscuro, que
excesiva y ridículamente confiado había sido James Potter. ¿Detener
al Señor Voldemort? ¿Con qué?
Entonces la otra
voz habló, aguda como el siseó de una tetera, y era como hielo seco
punzando cada nervio de Harry, como una barra de metal congelado a la
temperatura del helio líquido y puesto sobre cada parte suya. Y la
voz dijo:
"Avadakedavra."
(La varita voló de
los dedos sin nervios al tiempo que su cuerpo comenzó a convulsionar
y caer, los ojos del Director abiertos de par en par por la alarma
mientras iniciaba su propio Encantamiento Patronus.)
"No Harry,
no Harry, ¡por favor no Harry!" gritó la voz de la mujer.
Lo que fuera que
quedara de Harry escuchó con toda su luz drenada de su persona,
dentro del muerto vacío de su corazón, y se preguntó si acaso
pensaba que el Señor Voldemort se detendría porque ella lo pedía
amablemente.
"¡Hazte a
un lado, mujer!" demandó la estridente voz del hielo ardiente.
"No he venido por ti, únicamente por el niño."
"¡No Harry!
Por favor... ten misericordia... ten misericordia..."
Lily Potter,
Harry pensó, parecía no comprender qué tipo de personas se
convertían en Señores Oscuros en primer lugar; y si esta era la
mejor estrategia que podía concebir para salvar la vida de su hijo,
esa era su falla final como madre.
"Te otorgo
esta rara oportunidad para huir," insistió la voz estridente.
"Sin embargo no voy a pasar apuros para reducirte, y tu muerte
aquí no salvará a tu niño. Hazte a un lado, tonta mujer, ¡si es
que tienes por lo menos una pizca de sensatez!"
"A Harry no,
por favor no, tómame a mí, ¡mátame en su lugar!"
La cosa vacía
que era Harry se preguntó si Lily Potter seriamente se imaginaba que
el Señor Voldemort respondería que sí, matarla a ella, y entonces
partir sin lastimar a su hijo.
"Muy bien,"
anunció la voz de la muerte, oyéndose fríamente divertida, "Acepto
el trato. Tú morirás, y el niño vivirá. Ahora baja tu varita para
que pueda asesinarte."
Se produjo un
silencio horroroso.
El Señor
Voldemort empezó a reírse, una risa horrible y desdeñosa.
Y entonces, por
último, la voz de Lily Potter chilló con un odio desesperado,
"Avada ke-"
La voz letal
acabó primero, la maldición rápida y precisa.
"Avadakedavra."
Una llamarada
cegadora de verde marcó el final de Lily Potter.
Y
el niño en la cuna lo vio, los ojos, aquellos dos ojos escarlatas,
pareciendo arrebolar con un rojo brillante, resplandecer como soles
miniaturas, llenando toda la visión de Harry cuando se posaron sobre
él
-
...
Los otros niños
contemplaron a Harry Potter caer, escucharon a Harry Potter gritar,
un fino y agudo chillido que perforó sus oídos como cuchillos.
Hubo
un luminoso rayo de plata en cuanto el Director bramó "¡Expecto
Patronum!"
y el destellante fénix regreso a existir.
Pero los horrible
gritos de Harry Potter siguieron y siguieron y siguieron, aún cuando
el Director cargó al chico en sus brazos y lo jaló lejos del
Dementor, incluso cuando tanto Neville Longbottom como el Profesor
Flitwick fueron por el chocolate al mismo tiempo y -
Hermione lo sabía,
ella lo sabía en cuanto lo veía, sabía que su pesadilla había
sido real, se estaba volviendo verdad, de algún modo se volvía
verdadera.
"¡Denle
chocolate!" demandó la voz del Profesor Quirrell, inútilmente,
porque la diminuta figura del Profesor Flitwick ya estaba yendo como
una bola de cañón hacia donde el Director corría hacia los
estudiantes.
Hermione se estaba
empujando hacia adelante, aunque no sabía que otra cosa se proponía
hacer -
"¡Llamen
Patronus!"
exclamó el Director, cuando trajo a Harry detrás de los Aurores.
"¡Todos
los que puedan! ¡Hay que ponerlos entre Harry y el Dementor!
¡Todavía se alimenta de él!"
Ocurrió un momento
de horror congelado.
"¡Expecto
Patronum!"
rugieron el Profesor Flitwick y el Auror Goryanof, y luego Anthony
Goldstein, pero falló la primera vez, y entonces Parvati Patil,
quien tuvo éxito, y ahí Anthony lo intentó de nuevo y su ave
plateada abrió sus alas y le gritó al Dementor, y Dean Thomas aulló
las palabras como si hubieran sido escritas en letras de fuego y su
varita dio nacimiento a un oso blanco tan alto como una torre; había
ocho Patronus resplandecientes formando una linea entre Harry y el
Dementor, y Harry seguía chillando y chillando cuando el Director lo
posó sobre la hierba seca.
Hermione no podía
lanzar un Encantamiento Patronus, así que corrió hacia donde yacía
Harry. En su mente, se esforzó por adivinar cuánto tiempo había
pasado ya. ¿Eran veinte segundos? ¿Más?
Había una agonía
terrible y desconcierto sobre el rostro de Albus Dumbledore. Su larga
varita negra estaba en su mano, pero no pronunciaba hechizos, nada
más bajó la vista horrorizada hacia el cuerpo convulsionante de
Harry -
Hermione no sabía
qué hacer, ella no sabía qué hacer, no comprendía qué estaba
pasando, y el mago más poderoso del mundo parecía igual de perdido.
"¡Usa
tu fénix!"
exclamó el Profesor Quirrell. "¡Aléjalo
del Dementor!"
Sin una sola palabra
el Director cargó a Harry en sus brazos y desapareció con un
crujido de fuego junto a Fawkes que había aparecido de repente; y el
Patronus del Director se desvaneció con un parpadeó, de donde había
estado vigilando al Dementor.
Horror y confusión
e inesperado balbuceo.
"El Sr. Potter
debería recuperarse," dijo el Profesor Quirrell, levantando su
voz, mas su tono era calmado otra vez, "Creo que apenas fueron
unos veinte segundos."
Entonces el
destellante fénix blanco apareció de nuevo, como si hubiera llegado
volando de algún otro lugar, hacia Hermione Granger llegó la
criatura de luz lunar, y le gritó en la voz de Albus Dumbledore:
"Se sigue
alimentando de él, ¡incluso aquí! ¿Cómo? Si lo sabes, Hermione
Granger, ¡debes contarme! ¡Cuéntamelo!"
El Auror más viejo
si giró para fijar la mirada sobre ella, y así lo hicieron muchos
estudiantes. El Profesor Flitwick no se volteó, ahora estaba alzando
su varita hacia el Profesor Quirrell, quien estaba enseñando sus
manos vacías.
Lo segundos
siguieron pasando, sin ser contados.
Ella no lo podía
recordar, no podía recordar la pesadilla con claridad, no podía
recordar por qué había pensado que era posible, por qué había
tenido tanto miedo -
Hermione se dio
cuenta qué era lo que debía hacer, y fue la decisión más difícil
de su vida.
¿Qué tal si lo que
le había pasado a Harry, también le pasaba a ella?
Todas sus
extremidades tan frías como la muerte, su visión oscurecida, miedo
aplastando todo; ella había visto morir a Harry, a Mamá Y Papá
muriendo, todos sus amigos muriendo, todos muriendo, para que así al
final, cuando ella muriera, estuviera sola. Esa era la pesadilla
secreta que nunca le había revelado a nadie, que le había dado
poder al Dementor sobre ella, la cosa más solitaria era morir sola.
No quería ir de
nuevo a ese lugar, ella, ella no quería, ella no quería quedarse
allí para siempre -
Tienes
suficiente coraje como para Gryffindor,
dijo la voz calmada del Sombrero Seleccionador en su memoria, sin
embargo harás lo que es correcto en cualquier otra Casa que te
ofrezca. Aprenderás, serás fiel a tus amigos, en cualquier Casa que
elijas. Así que no tengas miedo, Hermione Granger, sólo decide a
donde perteneces...
No había tiempo
para decidir, Harry estaba muriendo.
"No lo puedo
recordar ahora," explicó Hermione, su voz desfalleciendo, "pero
espere un poco, iré en frente del Dementor otra vez..."
Empezó a correr
hacia el Dementor.
"¡Señorita
Granger!" chilló el Profesor Flitwick, mas no hizo ningún
movimiento para detenerla, meramente mantuvo su varita sobre el
Profesor Quirrell.
"¡Todos!"
ordenó el Auror Komodo con una voz de comando militar. "¡Quiten
sus Patronus del camino!"
"¡FLITWICK!"
estalló el Profesor Quirrell. "¡INVOQUE
LA VARITA DE POTTER!"
Para
cuando Hermione comprendió, el Profesor Flitwick ya estaba gritando
"¡Accio!"
y ella vio el palo de madera levitando desde donde había estado
yaciendo casi tocando la jaula del Dementor.
...
Los ojos se
abrieron, muertos y secos.
"¡Harry!"
jadeó una voz en el mundo descolorido. "¡Harry!
¡Háblame!"
La cara de Albus
Dumbledore se asomó dentro de su campo de visión, que antes había
estado ocupada por un techo de mármol distante.
"Eres molesto,"
opinó la voz vacía. "Deberías morir."
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