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martes, 7 de julio de 2015

Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad Capítulo 43

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Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad


Capítulo 43

Humanismo, Parte 1

dementor
Imagen tomada de Dragon Ball Wiki

El gentil sol de Enero brilló sobre los campos helados a las afueras de Hogwarts.

Para algunos estudiantes era una hora de estudio, y otros habían sido dejados por fuera de clase. Los de primer año que se habían apuntado estaban practicando un cierto hechizo, un hechizo que era mejor aprendido en el exterior, debajo del sol y un cielo azul y despejado, en vez de estar confinado dentro de un salón de clases. Galletas y limonada también eran considerados provechosos.

Los gestos iniciales del hechizo eran complicados y precisos; girabas tu varita una, dos, tres, y cuatro veces con pequeñas inclinaciones exactamente en los ángulos relativos correctos, desplazabas tu dedo índice y pulgar exactamente a las distancias correctas...

El Ministerio consideraba que esto significaba que era fútil intentar enseñar a cualquier el hechizo antes de llegar a quinto año. Habían algunos casos de niños jóvenes que lo aprendieron, y esto había sido descartado como "genialidad".

Podría no haber sido una forma muy amable de ponerlo, pero Harry estaba empezando a ver por qué el Profesor Quirrell había declarado que el Comité Curricular del Ministerio hubiera sido de mayor beneficio para los hechiceros de haber sido usados como relleno sanitario.

Así que los gestos eran complicados y delicados. Eso no impedía que lo aprendieras cuando tenías once. Significaba que tenías que ser extra cuidadoso y practicar cada parte mucho más de lo usual, eso era todo.

La mayoría de Encantamientos que únicamente podían ser aprendidos por estudiantes mayores eran de ese modo porque requerían más fuerza mágica de lo que cualquier estudiante joven podía reunir. Sin embargo ese no era el caso del Encantamiento Patronus, no era difícil porque necesitara demasiada magia, era difícil porque requería más que mera magia.

Necesitaba de los cálidos, felices sentimientos que guardabas cerca de tu corazón, las memorias amorosas, un tipo diferente de fuerza que no requerías para los hechizos ordinarios.

Harry giró su varita una, dos, tres y cuatro veces, movió sus dedos exactamente a las distancias correctas...

"Buena suerte en la escuela, Harry. ¿Crees que te compré suficientes libros?"

"Nunca puedes tener suficientes libros...mas ciertamente lo intentaste, fue realmente, realmente, de verdad un buen intento..."

Había traído lágrimas a sus ojos, la primera vez que Harry lo había recordado e intentó poner eso dentro del hechizo.

Harry extrajo la varita y la esgrimió, un gesto que no tenía que ser preciso, únicamente audaz y desafiante.

"¡Expecto Patronum!" gritó Harry.

Nada pasó.

Ni siquiera una chispa de luz.

Cuando Harry alzó la vista, Remus Lupin seguía estudiando la varita, una expresión más bien turbada sobre su cara ligeramente cicatrizada.

Finalmente Remus sacudió su cabeza. "Lo lamento, Harry," el hombre comentó con calma. "Tus movimientos de varita fueron exactamente correctos."

Y no se produjo un chispazo de luz en ningún otro lugar, tampoco, porque todos los de primer año que se suponía debían practicar sus Encantamientos de Patronus en su lugar habían estado fisgoneando de reojo a Harry.

Las lagrimas amenazaban con regresar a los ojos de Harry, y no eran lágrimas felices. De todas las cosas, de todas las cosas, Harry nunca había esperado esto.

Había algo horriblemente humillante sobre ser informado que no eras lo suficientemente feliz.

¿Qué tenía Anthony Goldstein dentro que Harry no, que hacía que la varita de Anthony brillara con esa luz tan resplandeciente?

¿Acaso Anthony amaba más a su propio padre?

"¿Qué pensamiento estabas usando para invocarlo?" inquirió Remus.

"Mi padre," Harry dijo, su voz temblando. "Le pedí que me comprara algunos libros antes de venir a Hogwarts, y lo hizo, y eran costosos, y entonces me preguntó si eran suficientes -"

Harry no procuró explicar el lema de la familia Verres.

"Descansa un poco antes de intentar con un pensamiento diferente, Harry," explicó Remus. Hizo un gesto hacia donde estaban sentados algunos otros estudiantes que estaban sentados sobre el suelo, viéndose decepcionados o avergonzados o arrepentidos. "No serás capaz de lanzar un Encantamiento Patronus mientras te sientas avergonzado de no estar lo suficientemente agradecido." Había gentil compasión en la voz del Sr. Lupin, y por un momento, Harry sintió deseos de golpear algo.

En vez de eso Harry se giró, y se arrastró hacia donde los otros fracasos estaban sentados. Los otros estudiantes cuyos movimientos de varita también habían sido proclamados perfectos, y quienes ahora se suponían debían estar buscando por pensamientos más felices; a juzgar por su apariencia no estaban haciendo mucho progreso. Había muchas túnicas con bordes azules, y un puñado de rojas, y una solitaria chica de Hufflepuff que seguía llorando. Los Slytherins ni siquiera se habían molestado en aparecer, excepto por Daphne Greengrass y Tracey Davis, quienes todavía estaban esforzándose por aprender los gestos.

Harry se dejó caer sobre la muerta y fría hierba del invierno, al lado de la estudiante cuyo fracaso lo había sorprendido más.

"Así que no pudiste hacerlo tampoco," Hermione apuntó. Ella había abandonado el campo al principio, pero había regresado al rato, y tenías que ver de cerca sus ojos enrojecidos para observar que había estado llorando.

"Yo," Harry titubeó, "yo, probablemente me sentiría mucho peor al respecto si tú no hubieras fallado, tú eres la más bondadosa, persona que yo conozco, que jamás conocí, Hermione, y si tampoco puedes hacerlo, significa que yo todavía podría ser, ser bueno..."

"Debí haber ido a Gryffindor," Hermione susurró. Parpadeó un par de veces, pero no se limpió los ojos.

...

El chico y la chica caminaron juntos, definitivamente no cogidos de las manos, mas cada uno extrayendo un tipo de fuerza de la presencia del otro, algo que les permitía ignorar los susurros de sus compañeros de año, mientras caminaban a través del pasillo aproximándose a las grandes puertas de Hogwarts.

Harry no había sido capaz de lanzar el Encantamiento Patronus sin importar que pensamiento feliz intentara. Las personas no parecieron sorprendidas por eso, lo que lo hacía mucho peor. Hermione tampoco había sido capaz de hacerlo. Las personas habían estado muy sorprendidas por eso, y Harry había visto que ella empezaba a recibir las mismas miradas de reojo que él. Los otros Ravenclaws que habían fallado no estaban recibiendo esas miradas. Sin embargo Hermione era la General Rayo de Sol, y sus fans la estaban tratando como si les hubiera fallado, de algún modo, como si hubiera roto una promesa que nunca hizo.

Los dos habían ido a la biblioteca para investigar el Encantamiento Patronus, que era la forma de Hermione para lidiar con el estrés, como también era a veces la de Harry. Estudiar, aprender, procurar comprender por qué...

Los libros habían confirmado lo que el Director le había contado a Harry; a menudo, magos que no eran capaces de lanzar el Encantamiento Patronus durante las practicas serían capaces de hacerlo en presencia de un Dementor real, yendo desde una falla absoluta hasta lograr un Patronus corpóreo completo. Desafiaba toda la lógica, el aura de temor del Dementor debería hacer más complicado esgrimir un pensamiento feliz; pero así es como eran las cosas.

Así que los dos iban a darle un último intento, no era posible que ninguno de los dos lo intentaran una vez más.

Era el día en que el Dementor fue a Hogwarts.

Antes, Harry había Transformado la roca de su padre de donde descansaba usualmente sobre el anillo de su dedo meñique en la forma de un diminuto diamante, y ubicó la enorme piedra gris de vuelta en su monedero. Nada más en caso de que la magia de Harry le fallara por completo, cuando confrontara a las más oscuras de todas las criaturas.

Harry ya había comenzado a sentirse pesimista, y él ni siquiera estaba en frente de un Dementor todavía.

"Apuesto que tú puedes hacerlo y yo no," Harry declaró murmurando. "Apuesto que eso pasa."

"Se sintió incorrecto para mí," Hermione anunció, su voz aún más baja que la de él. "Lo intenté esta mañana y me di cuenta. Cuando estaba agarrando la varita al final, aún antes de pronunciar las palabras, se sintió incorrecto."

Harry no replicó nada. Había sentido lo mismo, desde el inicio, aunque había necesitado otros cinco intentos usando otros cinco pensamientos felices antes de que hubiera sido capaz de reconocerlo. Cada vez que sostenía su varita, se sentía hueco; el hechizo que estaba procurando aprender no encajaba consigo mismo.

"No quiere decir que vamos a ser Magos Oscuros," habló Harry. "Muchas personas que no pueden lanzar el Encantamiento Patronus no son Magos Oscuros. Godric Gryffindor no era un Mago Oscuro..."

Godric había vencido Magos Oscuros, luchado para proteger a los comunes de las Casas Nobles y a los Muggles de los magos. Había tenido muchos amigos verdaderos, y perdido no menos que la mitad en una buena causa u otra. Escuchaba los gritos de los heridos, en los ejércitos que construyó para defender a los inocentes; jóvenes magos de coraje se habían reunido ante su llamada, y después él los había enterrado. Hasta que finalmente, cuando su hechicería había empezado a fallarle a causa d ella avanzada edad, agrupó a los otros tres magos más poderosos de su era para elevar a Hogwarts desde el suelo desnudo; el gran logro del nombre de Godric no era sobre la guerra, cualquier tipo de guerra, sin importar que tan justa. Fue Salazar, y no Godric, quien enseñó la primera clase de Batalla Mágica en Hogwarts. Godric había enseñado la primera clase de Herbología en Hogwarts, la magia de hacer brotar vida verde.

Hasta el final de sus días él nunca fue capaz de invocar el Encantamiento Patronus.

Godric Gryffindor había sido un buen hombre, no uno feliz.

Harry no creía en la angustia, no podía soportar leer sobre héroes llorones, sabía que un billón de otras personas en el mundo hubieran dado cualquier cosas para intercambiar lugares con él, y...

Y en su lecho de muerte, Godric le había contado a Helga (porque Salazar lo había abandonado, y Rowena murió antes que él) que no se arrepentía de nada, y no iba a advertir a nadie de que no siguiera sus pasos, nadie debía aseverar jamás que él había pedido que no siguieran sus pasos. Si había sido lo correcto de hacer para él, entonces no le diría a nadie que escogiera incorrectamente, ni siquiera al más joven estudiante en Hogwarts. Y para aquellos que de todos modos siguieran sus pasos, esperaba que recordaran que Gryffindor le había explicado a su Casa que estaba bien para ellos ser más felices que él. Que rojo y dorado serían colores brillantes y cálidos, de ahora en adelante.

Y Helga le había prometido, sollozando, que cuando ella fuera Directora se aseguraría de ello.

Una vez que Godric murió, no dejó un fantasma detrás suyo; y Harry había empujado el libro de vuelta a Hermione y se alejó un poco, para que ella no lo viera llorar.

No hubieras pensado que un libro con un título tan inocente como "El Encantamiento Patronus: Magos Que Podían y No Podían" sería el libro más triste que Harry había leído jamás.

Harry...

Harry no quería eso.

Estar en ese libro.

Harry no quería eso.

El resto de la escuela parecía pensar que No Patronus indicaba Mala Persona, directo y simple. De algún modo el hecho de que Godric Gryffindor tampoco había sido capaz de lanzar el Encantamiento Patronus no parecía repetirse. Tal vez las personas no hablaban de eso para respetar su último deseo, Fred y George probablemente no lo sabían y Harry ciertamente no quería contarles. O tal vez las otras fallas no lo mencionaban porque era menos vergonzoso, la perdida menor de orgullo y reputación, que pensaran que eran Oscuro en vez de infeliz.

Harry vio que Hermione, a su lado, estaba parpadeando con fuerza; y se preguntó si ella estaría pensando en Rowena Ravenclaw, quien también amaba los libros.

"De acuerdo," Harry susurró. "Pensamientos más felices. Si lograras hacer un Patronus totalmente corpóreo, ¿cuál animal crees que sería?"

"Una nutria," Hermione dijo en el acto.

"¿Una nutria?" Harry murmuró con incredulidad.

"Sí, una nutria," repitió Hermione. "¿Qué hay de ti?"

"Halcón peregrino," Harry informó sin titubear. "Puede caer en picada a más de trescientos kilómetros por hora, es la criatura viviente más rápida que hay." El halcón peregrino había sido el animal favorito de Harry desde siempre. Harry estaba determinado a convertirse en Animago algún día, sólo para conseguir esa forma, y volar por la fuerza de sus propias alas, y ver la tierra desde arriba con ojos más finos... "¿Pero por qué una nutria?"

Hermione sonrió, mas no explicó nada.

Y las vastas puertas de Hogwarts se abrieron de par en par.

Caminaron por un rato, los niños, sobre un sendero que llevaba hacia el bosque prohibido, y continuaron a través del bosque mismo. El Sol estaba bajando cerca al horizonte, las sombras largas, la luz solar filtrada por las ramas desnudas de los árboles invernales; porque era Enero, y los de primer año los últimos en aprender, ese día.

Entonces el camino serpenteó y cogió una nueva dirección, y todos lo vieron en la distancia, el claro en el bosque, y el seco suelo invernal, amarillenta hierba seca emblanquecida por unos cuantos remanentes de nieve.

Las figuras humanas todavía pequeñas a la distancia. Los dos puntos de confusa luz blanca proveniente de los Patronus de los Aurores, y el punto de luz plateada más brillante del Director, al lado de algo...

Harry entrecerró los ojos.

Algo...

Debió ser puramente la imaginación de Harry, porque no podía ser posible para un Dementor tener alcance más allá de tres Patronus corpóreos, sin embargo él pensó que podía sentir un toque de vacío cepillando su mente, cepillando directo el suave centro interior de sí mismo sin ningún respeto por las barreras de Oclumancia.

...

Seamus Finnigan estaba pálido y tembloroso cuando se reunió con los estudiantes nerviosos sobre la mojada, nevada y manchada hierba. El Encantamiento Patronus de Seamus había sido exitoso, pero estaba ese intervalo cuando el Director disipaba su propio Patronus y cuando se suponía que debías lanzar el tuyo propio, cuando encarabas el miedo del Dementor sin escudo.

Hasta veinte segundos de exposición a cuatro metros de distancia era ciertamente seguro, aún para un mago de once años con resistencia débil y un cerebro todavía en desarrollo. Había mucha variedad en qué tan duro el poder de un Dementor golpeaba a las personas, lo que era otra cosa no comprendida del todo; pero veinte segundos era definitivamente seguro.

Cuarenta segundos de exposición al Dementor a cuatro metros posiblemente sería suficiente como para causar daño permanente, aunque únicamente en los sujetos más sensibles.

Era un entrenamiento arduo incluso para los estándares de Hogwarts, donde la forma de aprender a volar sobre un hipogrifo era arrojarte contra uno y que te ordenaran avanzar. Harry no era un fan de la sobreprotección, y si te fijabas entre la diferencia de madurez entre un Hogwarts de cuarto año y un Muggle de catorce años, era claro que los Muggles estaban mimando a sus niños... sin embargo el propio Harry había comenzado a preguntarse si esto era pasarse de la raya. No toda herida podía curarse al final.

Mas si no podías lanzar el hechizo bajo estas condiciones, significaba que no podías confiar en usar el Encantamiento Patronus para defenderte a ti mismo; el exceso de confianza era mucho más peligroso en los magos que en los Muggles. Los Dementores podían drenar tu magia y tu vitalidad física, no sólo los pensamientos felices, lo que indicaba que podrías no ser capaz de Desaparecer si esperabas demasiado, o si no reconocías el temor cercano hasta que el Dementor estuviera dentro del rango del ataque. (Durante su lectura, Harry había descubierto con considerable horror que algunos libros afirmaban que el Beso del Dementor devoraría tu alma y que esta era la razón para el permanente coma inconsciente en que quedaban las víctimas. Y que los magos que creían en esto habían usado deliberadamente el Beso del Dementor para ejecutar criminales. Era cierto que algunos tan llamados criminales eran inocentes, y aún si no lo fueran, ¿destruir sus almas? Si Harry hubiera creído en almas, él habría... pantalla en blanco, nada más no podía pensar en una respuesta apropiada para eso.)

El Director estaba tomando la seguridad seriamente, e igualmente lo hacían los tres Aurores en guardia. Su líder era un hombre de aspecto Asiático, solemne sin ser siniestro, Auror Komodo, cuya varita nunca abandonaba su mano. Su Patronus, un orangután de sólida luz de luna, caminaba de un lado al otro entre el Dementor y los de primer año aguardando su turno; a un lado del orangután se movía una resplandeciente pantera blanca del Auror Butnaru, un hombre con una expresión perforadora, largo cabello negro en cola de caballo, y una larga barba trenzada de chivo. Aquellos dos Aurores, y sus dos Patronus, estaban todos contemplando al Dementor. En el lado opuesto de los estudiantes estaba esperando en descanso el Auror Goryanof, alto y delgado y pálido sin afeitar, sentado sobre una silla que había conjurado sin palabra o varita, y manteniendo una cara de poker de mente ausente mientras escaneaba la escena entera. El Profesor Quirrell se había presentado no mucho después de que los de primer año iniciaran sus intentos, y sus ojos nunca se alejaron demasiado de Harry. El diminuto Profesor Flitwick, quien había sido un campeón duelista, estaba jugueteando con su varita sin fijarse; y sus ojos, asomándose desde adentro de la enorme barba esponjosa que servía como su cara, permanecían enfocados sobre el Profesor Quirrell.

Y debió ser la imaginación de Harry, mas el Profesor Quirrell parecía flaquear ligeramente cada vez que el Patronus del Director se desvanecía para probar al siguiente estudiante. Tal vez el Profesor Quirrell estaba imaginando el mismo efecto placebo que Harry, esa resaca de una caricia vacía en su mente.

"Anthony Goldstein," llamó la voz del Director.

Harry caminó con calma hacia Seamus, al tiempo que Anthony empezó a acercarse al fénix de brillante plata, y... lo que fuera que estaba debajo de la capa andrajosa.

"¿Qué viste?" Harry le preguntó a Seamus en voz baja.

Muchos estudiantes no le habían respondido a Harry, cuando intentó reunir los datos; sin embargo Seamus era Finnigan de Caos, uno de los tenientes de Harry. Quizá no era justo, pero...

"Muerte," declaró Seamus con un susurro, "grisácea y resbalosa... muerte dejada dentro del agua por mucho tiempo... "

Harry asintió. "Eso es lo que muchas personas ven," Harry afirmó. Proyectaba confianza, aunque era falsa, porque Seamus la necesitaba. "Ve y come algo de chocolate, te sentirás mejor."

Seamus asintió y se arrastró hacia la mesa de dulces sanadores.

"¡Expecto Patronum!" chilló la voz de un joven niño.

Hubo gritos de conmoción, incluso de los propios Aurores.

Harry se giró para mirar -

Había una brillante ave plateada ubicada entre Anthony Goldstein y la jaula. El ave levantó su cabeza y soltó un chillido, y el chillido también era plateado, tan luminoso y duro y tan bello como el metal.

Y algo en la parte de atrás de la mente de Harry dijo, si ese es un halcón peregrino, voy a estrangularlo mientras duerme.

Silencio, Harry le espetó al pensamiento, ¿quieres que seamos un Mago Oscuro?

¿Cuál es el punto? Vas a terminar como uno eventualmente.

Eso... no era algo que Harry hubiera pensado usualmente...

Es el efecto placebo, Harry se repitió a sí mismo. El Dementor de hecho no puede llegar hasta mí a través de tres Patronus corpóreos, nada más estoy imaginando lo que yo creo que es. Cuando en verdad encare al Dementor, se sentirá completamente diferente, y entonces sabré que yo estaba siendo un tonto antes.

Un ligero escalofrío descendió por la espina dorsal de Harry, porque tenía el presentimiento de que sí, sería completamente diferente, y no en una dirección positiva.

El resplandeciente fénix de plata se cristalizó de nuevo en existencia desde la varita del Director, el ave menor desapareció; y Anthony Goldstein empezó a retroceder.

El Director estaba acompañando a Anthony en vez de llamar el siguiente nombre, el Patronus esperando atrás para vigilar al Dementor.

Harry miró hacia donde Hermione estaba de pie, justo detrás de la luminosa pantera. El turno de Hermione hubiera sido el siguiente, mas aparentemente acababa de ser retrasado.

Ella se veía estresada.

Antes, ella le había pedido amablemente a Harry que por favor dejara de intentar calmarla.

Dumbledore estaba sonriendo ligeramente al escoltar a Anthony de regreso con los otros; únicamente sonriendo ligeramente, porque el Director se veía muy, muy cansado.

"Increíble," dijo Dumbledore con una voz que sonaba mucho más débil que su acostumbrado tronido. "Un Patronus corpóreo, en su primer año. Y un asombroso número de éxitos entre otros estudiantes jóvenes. Quirinus, debo reconocer que has probado tu punto."

El Profesor Quirrell inclinó su cabeza. "Una deducción lo suficientemente simple, debo creer. Un Dementor ataca a través del miedo, y los niños son menos temerosos."

"¿Menos temerosos?" inquirió el Auror Goryanof desde donde estaba sentado.

"Eso mismo dije yo," respondió Dumbledore. "Y el Profesor Quirrell señaló que los adultos tienen más coraje, no menos para temer; pensamiento que, confieso, nunca se me había ocurrido antes."

"Esa no fue mi frase precisamente," el Profesor Quirrell corrigió secamente, "pero explica lo necesario. ¿Y el resto de nuestro acuerdo, Director?"

"Como acordamos," Dumbledore contestó reluctante. "Admito que no estaba esperando perder esa apuesta, Quirinus, sin embargo has demostrado tu sabiduría."

Todos los estudiantes estaban mirándolos, intrigados; excepto Hermione, quien estaba contemplando en dirección de la jaula y la alta túnica decadente; y Harry, quien estaba vigilando a todos, ya que se estaba imaginando a sí mismo sintiéndose paranoico.

El Profesor Quirrell explicó, con un tono que no invitaba a más comentarios, "Se me permite enseñar la Maldición Asesina a los estudiantes que deseen aprenderlo. Lo que los pondrá considerablemente más a salvo de Magos Oscuros y otras pestes, y es tonto pensar que de todos modos ellos no conocerán magias peligrosas." El Profesor Quirrell hizo una pausa, sus ojos entrecerrados. "Director, respetuosamente observaré que usted no tiene buen aspecto. Sugiero que deje el resto de las tareas del día al Profesor Flitwick."

Dumbledore sacudió su cabeza. "Casi hemos terminado, Quirinus. Yo aguantaré."

Hermione se había aproximado a Anthony. "Capitán Goldstein," ella pidió, y su voz tembló nada más un poco, "¿puede darme algún consejo?"

"No tengas miedo," Anthony declaró con firmeza. "No pienses sobre nada que intente hacerte pensar. No sólo estas agarrando la varita en frente de ti como un escudo contra el miedo, estás esgrimiendo una varita para alejar el miedo, así es cómo conviertes un pensamiento feliz en algo sólido..." Anthony se encogió de hombros impotente. "O sea, escuché todo eso antes, mas..."

Otros estudiantes estaban comenzando a congregarse alrededor de Anthony, con sus propias preguntas.

"'¿Señorita Granger?" el Director llamó. Su voz podría haber sido gentil, o solamente cansina.

Hermione enderezó sus hombros, y lo siguió.

"¿Qué viste bajo el manto?" Harry le preguntó a Anthony.

Anthony miró sorprendido a Harry, sorprendido, y entonces respondió, "Un hombre muy alto que estaba muerto, o sea, más o menos con la forma y el color de la muerte... dolía verlo y sabía que eso era el Dementor intentando llegar a mí."

Harry devolvió la vista a donde Hermione estaba confrontando la jaula y el manto.

Hermione levantó su varita en posición para los primeros gestos.

El fénix del Director parpadeó y dejo de existir.

Y Hermione dio un pequeño, patético chillido, se tambaleó -

- dio un paso hacia atrás, Harry pudo ver su varita moviéndose, y entonces ella la esgrimió y exclamó "¡Expecto Patronum!"

Nada pasó.

Hermione se giró y corrió.

"¡Expecto Patronum!" invocó la voz más profunda del Director, y el fénix de plata resplandeció de vuelta a la vida.

La joven niña trastabilló, y siguió corriendo, extraños sonidos empezando a surgir de su garganta.

"¡Hermione!" Susan gritó, y Hannah, y Daphne, y Ernie, y todos comenzaron a correr hacia ella; al igual que Harry, quien siempre estaba pensando un paso adelante, se giró en sus talones y corrió hacia la mesa sobre la que había chocolate.

Aún después de que Harry había incrustado el chocolate dentro de la mente de Hermione y ella lo masticó y tragó, ella seguía respirando en grandes bocanadas y llorando, sus ojos todavía sin enfocarse en nada.

Ella no puede haber sido Dementada permanentemente, Harry pensó desesperadamente hacia la confusión dentro de él, el horrible temor y la letal furia empezando a girar el uno sobre el otro, no le puede haber pasado, no estuvo expuesta ni siquiera durante diez segundos mucho menos cuarenta -

Pero podía haber sido Dementada temporalmente, como Harry se dio cuenta en ese momento, no había regla alguna que estableciera que no podías ser temporalmente herido por un Dementor en justamente diez segundos si eras lo suficientemente sensible.

Entonces los ojos de Hermione parecieron enfocarse, y a buscar a su alrededor, y se posaron sobre él.

"Harry," ella jadeó, y los otros estudiantes guardaron silencio. "Harry, no. ¡No!"

De repente Harry tuvo miedo de preguntar qué era lo que no debía hacer, ¿estaba él en sus peores memorias, o alguna pesadilla durmiente que ahora ella estaba viviendo despierta?

"¡No te acerques a eso!" suplicó Hermione. Su mano se estiró, lo sujetó por la solapa de la túnica. "¡No debes ir cerca de eso, Harry! Me habló, Harry, te conoce, ¡sabe que estás aquí!"

"Que -" Harry dijo, y entonces se maldijo a sí mismo por preguntar.

"¡El Dementor!" clamó Hermione. Su voz se elevó hasta ser un chirrido. "¡El Profesor Quirrell quiere que te coma!"

En medio del repentino murmullo, el Profesor Quirrell se acercó unos cuantos pasos; pero no se aproximó más (Harry estaba allí, después de todo). "Señorita Granger," él opinó, y su voz era grave, "Creo que debería comer más chocolate."

"¡Profesor Flitwick, no deje que Harry lo intenté, ¡hágalo retroceder!"

El Director había llegado para entonces, y estaba intercambiando miradas preocupadas con el Profesor Flitwick.

"No escuché al Dementor hablar," el Director comentó. "Aún así..."

"Sólo pregunte," intervino el Profesor Quirrell, sonando algo cauteloso.

"¿El Dementor te explicó cómo iba atrapar a Harry?" inquirió el Director.

"Todas sus partes más deliciosas primero," contestó Hermione, "haría – se comería -"

Hermione parpadeó. Algo de cordura parecía haber regresado a sus ojos.

Ahí comenzó a llorar.

"Fuiste demasiado valiente, Hermione Granger," el Director señaló. Su voz era gentil, y claramente audible. "Mucho más valiente de lo que yo comprendí. Deberías haber dado la espalda y corrido, no soportarlo y procurar completar tu Encantamiento. Cuando seas mayor y más fuerte, Señorita Granger, sé que lo va intentar de nuevo, y sé que tendrá éxito."

"Lo siento," Hermione espetó boqueando, "Lo siento, lo siento, lo siento... Lo siento, Harry, no puedo contarte lo que vi, yo no vi dentro de eso, no me atreví a verlo, sabía que era demasiado horrible para ser visto una vez..."

Debió ser Harry, sin embargo él dudó, porque sus manos estaban todas achocolatadas; y entonces Ernie y Susan estaban allí, ayudando a Hermione desde donde había caído en la hierba, llevándola hacia la mesa de los bocadillos.

Cinco barras de chocolate después, Hermione parecía estar mejor otra vez, y fue a disculparse con el Profesor Quirrell; mas ella siempre estaba observando a Harry, cada vez que él se fijaba en ella. Dio un paso hacia ella una vez, y se detuvo cuando ella retrocedió el mismo paso. Con los ojos ella se había disculpado silenciosamente, y silenciosamente le suplicó que la dejara ser.

...

Neville Longbottom había visto algo muerto y medio disuelto, rezumando y andando con una expresión de esponja aplastada.

Era la peor cosa que cualquiera hubiera visto y descrito. Neville había sido capaz de producir una pequeña vacilación de luz desde su varita antes, sin embargo él se había, inteligentemente y con gran presencia de mente, girado y huido en vez de intentar lanzar su propio Encantamiento Patronus.

(El Director no le dijo nada a los otros estudiantes, no le pidió a nadie ser menos valiente; pero el Profesor Quirrell había observado con calma que si cometías el error después de haber sido advertido, ahí era cuando la ignorancia se convertía en estupidez.)

"¿Profesor Quirrell?" Harry inquirió en voz baja, habiéndose acercado al Profesor de Defensa tanto como se atrevía. "¿Qué ve usted cuando - ?"

"No preguntes." La voz era muy uniforme.

Harry asintió respetuosamente. "¿Cuál fue su frase original para el Director, si puedo indagar?"

Secamente. "Nuestras peores memorias únicamente pueden crecer peor a medida que envejecemos."

"Ah," Harry comentó. "Lógico."

Algo extraño titiló en los ojos del Profesor Quirrell, en ese momento, cuando miró a Harry. "Permitámonos esperar," argumentó el Profesor Quirrell, "que tenga éxito en este intento, Sr. Potter. Porque si lo hace, el Director podría enseñarle su truco de usar un Patronus para enviar un mensaje que no puede ser falsificado o interceptado, y su importancia militar es imposible de sobrestimar. Sería una tremenda ventaja para la Legión del Caos, y algún día, sospecho, para el país entero. Mas si no lo consigue, Sr. Potter... bueno, yo lo entenderé."

...

Morag MacDougal había espetado, con voz temblorosa, "Ouch", y Dumbledore había vuelto a invocar su Patronus en el acto.

Parvati Patil había producido un Patronus corpóreo en la forma de un tigre, más grande que el fénix de Dumbledore, aunque ni de cerca tan brillante. Hubo un gran estallido de aplausos de parte de todos los observadores, sin embargo no hubo la misma sorpresa que cuando Anthony lo había hecho.

Y fue el turno de Harry.

El Director llamó el nombre de Harry Potter, y Harry tenía miedo.

Harry sabía, sabía que iba a fallar, y era consciente de que iba a doler.

Sin embargo tenía que intentarlo; porque a veces, en la presencia de un Dementor, un mago iba de ni un haz de luz hasta un Patronus completamente corpóreo, y nadie entendía por qué.

Y porque si Harry no podía defenderse a sí mismo de los Dementores, tenía que ser capaz de reconocer su acercamiento, reconocer el sentimiento en su mente, y escapar antes de que fuera demasiado tarde.

¿Cuál es mi peor memoria...?

Harry había esperado que el Director le diera una mirada de preocupación, o una expresión esperanzadora, o un consejo de profunda sabiduría; pero en vez de eso Albus Dumbledore nada más lo contempló con silenciosa calma.

Él cree que voy a fallar, mas no me va a sabotear expresándolo, pensó Harry, si tuviera verdaderas palabras de coraje para compartir, las pronunciaría...

La jaula se acercó. Ya estaba reseca, pero no oxidada hasta ser nada, no todavía.

El manto se acercó. Estaba desintegrado y agujereado con hoyos sin coser; había sido nuevo esta mañana, dijo el Auror Goryanof.

"¿Director?" Harry interrogó. "¿Qué ve usted?"

La voz del Director también era calmada. "Los Dementores son criaturas del miedo, y a medida que tu temor hacia los Dementores disminuye, igualmente lo hace lo aterrador de su forma. Veo un hombre alto, delgado, desnudo. No se está pudriendo. No es más que un poco penoso de contemplar. Eso es todo. ¿Qué ves tú, Harry?"

...Harry no podía ver debajo del manto.

O eso no era correcto, era que su mente se rehusaba a ver lo que estaba debajo del manto...

No, su mente estaba intentando ver lo equivocado debajo del manto, Harry podía sentirlo, sus ojos procurando forzar un error. Sin embargo Harry había hecho lo mejor para entrenarse a sí mismo para descubrir esa diminuta sensación de confusión, para brincar automáticamente antes de inventarse cosas; y cada vez que su mente quería iniciar la invención de una mentira sobre lo que estaba debajo del manto, ese reflejo era lo suficientemente rápido como para evitarlo.

Harry miró bajo el manto y encontró...

Una pregunta abierta. Harry no permitiría que su mente viera algo falso, así que no veía nada, como si esa parte de su corteza visual que recibía la señal nada más dejara de existir. Había un punto ciego bajo el manto. Harry no podía saber lo que había allí debajo.

Sólo que era mucho peor que cualquier momia pudriéndose.

El invisible horror subyacente al manto estaba muy cercano, ahora, mas el destellante ave compuesto de luz de luna, el fénix blanco, se erguía entre ellos.

Harry quería huir como algunos de los otros estudiantes. La mitad de los que no habían tenido suerte con sus Encantamientos Patronus ni siquiera se habían presentado el día de hoy. De los que sí habían venido, la mitad había escapado antes de que el Director hubiera tan siquiera disipado su propio Patronus, y nadie había dicho ni una palabra. Hubo algunas risas cuando Terry se giró y se alejó antes de que fuera su turno; y Susan y Hannah, quienes habían ido antes, les gritaron a todos que se callaran.

Pero Harry era el Niño-Que-Vivió, y perdería mucho respeto si veían que se rendía sin tan siquiera intentarlo...

Orgullo y roles parecían disminuir y desaparecer, en la presencia de lo que fuera que se escondía debajo del manto.

¿Por qué sigo aquí?

No era por la vergüenza de que otros pensaran que él era un cobarde, eso mantenía los pies de Harry en ese lugar.

No era la esperanza de reparar su reputación lo que alzó su varita.

No era el deseo de dominar el Encantamiento Patronus como magia, lo que movió sus dedos en la posición inicial.

Fue algo más, algo que tenía que oponerse a lo que fuera que yaciera por debajo del manto, esta era la verdadera oscuridad y Harry tenía que descubrir lo que fuera que estuviera adentro, el poder para alejarlo.

Harry había planeado intentar una última vez el pensamiento de su compra de libros salvaje con su padre, pero en lugar de eso, en el minuto final, encarando al Dementor, se le ocurrió una memoria diferente, algo que no había intentado antes; un pensamiento que no era cálido ni feliz en un modo ordinario, mas se sentía más correcto, por alguna razón.

Y Harry recordó las estrellas, las recordó ardiendo terriblemente brillantes y sin parpadear en la Noche Silenciosa; permitió que esa imagen lo llenara, lo llenara por completo como una barrera de Oclumancia a través de su mente entera, volviéndose una vez más la consciencia incorpórea del vacío.

El resplandeciente fénix de luminosa plata desapareció.

Y el Dementor se estrelló contra su mente como el puño de Dios.

MIEDO / FRÍO / OSCURIDAD

Hubo un instante cuando las dos fuerzas chocaron parejas, cuando la pacifica memoria de la luz de las estrellas aguantó contra el miedo, al tiempo que los dedos de Harry comenzaban los movimientos de varita, practicados hasta ser automáticos. No eran cálidos ni felices, esos puntos destellantes de luz dentro de la oscuridad perfecta; sin embargo era una imagen que el Dementor no podía perforar fácilmente. Porque las silenciosas estrellas ardientes eran vastas y sin temor, y brillar dentro del frío y la oscuridad era su estado natural.

Pero hubo un punto débil, una resquebradura, una linea de falla en el objeto inamovible procurando resistir esa fuerza irresistible. Harry sintió una pizca de ira hacia el Dementor por querer alimentarse de él, y fue como resbalarse sobre hielo mojado. La mente de Harry empezó a deslizarse hacia los lados, dentro de la amargura, la negra furia, el mortal odio -

La varita de Harry llegó a la postura final.

Se sintió incorrecto.

"Expecto Patronum," su voz habló, las palabras huecas y vacías.

Y Harry cayó dentro de su lado oscuro, descendió en su oscuridad, más allá y más rápido y más profundo que nunca antes, abajo abajo abajo mientras el resbalón aceleraba, al tiempo que el Dementor se aferraba sobre sus partes expuestas y vulnerables para alimentarse, devorando la luz. Un tenue reflejo luchó por la calidez, mas incluso cuando una imagen de Hermione llegó hasta él, o una imagen de Mamá y Papá, el Dementor las retorció, mostrando a Hermione muerta sobre el suelo, los cadáveres de su madre y su padre, y entonces eso también fue absorbido.

Dentro del vació se alzó la memoria, la peor memoria, algo olvidado hace tanto tiempo que los patrones neuronales ni siquiera tendrían que haber seguido existiendo.

"¡Lily, toma a Harry y vete! ¡Es él!" gritó la voz de un hombre. "¡Vete! ¡Corre! ¡Yo lo detendré!"

Y Harry no pudo evitar pensar, dentro del profundo vacío de su lado oscuro, que excesiva y ridículamente confiado había sido James Potter. ¿Detener al Señor Voldemort? ¿Con qué?

Entonces la otra voz habló, aguda como el siseó de una tetera, y era como hielo seco punzando cada nervio de Harry, como una barra de metal congelado a la temperatura del helio líquido y puesto sobre cada parte suya. Y la voz dijo:

"Avadakedavra."

(La varita voló de los dedos sin nervios al tiempo que su cuerpo comenzó a convulsionar y caer, los ojos del Director abiertos de par en par por la alarma mientras iniciaba su propio Encantamiento Patronus.)

"No Harry, no Harry, ¡por favor no Harry!" gritó la voz de la mujer.

Lo que fuera que quedara de Harry escuchó con toda su luz drenada de su persona, dentro del muerto vacío de su corazón, y se preguntó si acaso pensaba que el Señor Voldemort se detendría porque ella lo pedía amablemente.

"¡Hazte a un lado, mujer!" demandó la estridente voz del hielo ardiente. "No he venido por ti, únicamente por el niño."

"¡No Harry! Por favor... ten misericordia... ten misericordia..."

Lily Potter, Harry pensó, parecía no comprender qué tipo de personas se convertían en Señores Oscuros en primer lugar; y si esta era la mejor estrategia que podía concebir para salvar la vida de su hijo, esa era su falla final como madre.

"Te otorgo esta rara oportunidad para huir," insistió la voz estridente. "Sin embargo no voy a pasar apuros para reducirte, y tu muerte aquí no salvará a tu niño. Hazte a un lado, tonta mujer, ¡si es que tienes por lo menos una pizca de sensatez!"

"A Harry no, por favor no, tómame a mí, ¡mátame en su lugar!"

La cosa vacía que era Harry se preguntó si Lily Potter seriamente se imaginaba que el Señor Voldemort respondería que sí, matarla a ella, y entonces partir sin lastimar a su hijo.

"Muy bien," anunció la voz de la muerte, oyéndose fríamente divertida, "Acepto el trato. Tú morirás, y el niño vivirá. Ahora baja tu varita para que pueda asesinarte."

Se produjo un silencio horroroso.

El Señor Voldemort empezó a reírse, una risa horrible y desdeñosa.

Y entonces, por último, la voz de Lily Potter chilló con un odio desesperado, "Avada ke-"

La voz letal acabó primero, la maldición rápida y precisa.

"Avadakedavra."

Una llamarada cegadora de verde marcó el final de Lily Potter.

Y el niño en la cuna lo vio, los ojos, aquellos dos ojos escarlatas, pareciendo arrebolar con un rojo brillante, resplandecer como soles miniaturas, llenando toda la visión de Harry cuando se posaron sobre él -

...

Los otros niños contemplaron a Harry Potter caer, escucharon a Harry Potter gritar, un fino y agudo chillido que perforó sus oídos como cuchillos.

Hubo un luminoso rayo de plata en cuanto el Director bramó "¡Expecto Patronum!" y el destellante fénix regreso a existir.

Pero los horrible gritos de Harry Potter siguieron y siguieron y siguieron, aún cuando el Director cargó al chico en sus brazos y lo jaló lejos del Dementor, incluso cuando tanto Neville Longbottom como el Profesor Flitwick fueron por el chocolate al mismo tiempo y -

Hermione lo sabía, ella lo sabía en cuanto lo veía, sabía que su pesadilla había sido real, se estaba volviendo verdad, de algún modo se volvía verdadera.

"¡Denle chocolate!" demandó la voz del Profesor Quirrell, inútilmente, porque la diminuta figura del Profesor Flitwick ya estaba yendo como una bola de cañón hacia donde el Director corría hacia los estudiantes.

Hermione se estaba empujando hacia adelante, aunque no sabía que otra cosa se proponía hacer -

"¡Llamen Patronus!" exclamó el Director, cuando trajo a Harry detrás de los Aurores. "¡Todos los que puedan! ¡Hay que ponerlos entre Harry y el Dementor! ¡Todavía se alimenta de él!"

Ocurrió un momento de horror congelado.

"¡Expecto Patronum!" rugieron el Profesor Flitwick y el Auror Goryanof, y luego Anthony Goldstein, pero falló la primera vez, y entonces Parvati Patil, quien tuvo éxito, y ahí Anthony lo intentó de nuevo y su ave plateada abrió sus alas y le gritó al Dementor, y Dean Thomas aulló las palabras como si hubieran sido escritas en letras de fuego y su varita dio nacimiento a un oso blanco tan alto como una torre; había ocho Patronus resplandecientes formando una linea entre Harry y el Dementor, y Harry seguía chillando y chillando cuando el Director lo posó sobre la hierba seca.

Hermione no podía lanzar un Encantamiento Patronus, así que corrió hacia donde yacía Harry. En su mente, se esforzó por adivinar cuánto tiempo había pasado ya. ¿Eran veinte segundos? ¿Más?

Había una agonía terrible y desconcierto sobre el rostro de Albus Dumbledore. Su larga varita negra estaba en su mano, pero no pronunciaba hechizos, nada más bajó la vista horrorizada hacia el cuerpo convulsionante de Harry -

Hermione no sabía qué hacer, ella no sabía qué hacer, no comprendía qué estaba pasando, y el mago más poderoso del mundo parecía igual de perdido.

"¡Usa tu fénix!" exclamó el Profesor Quirrell. "¡Aléjalo del Dementor!"

Sin una sola palabra el Director cargó a Harry en sus brazos y desapareció con un crujido de fuego junto a Fawkes que había aparecido de repente; y el Patronus del Director se desvaneció con un parpadeó, de donde había estado vigilando al Dementor.

Horror y confusión e inesperado balbuceo.

"El Sr. Potter debería recuperarse," dijo el Profesor Quirrell, levantando su voz, mas su tono era calmado otra vez, "Creo que apenas fueron unos veinte segundos."

Entonces el destellante fénix blanco apareció de nuevo, como si hubiera llegado volando de algún otro lugar, hacia Hermione Granger llegó la criatura de luz lunar, y le gritó en la voz de Albus Dumbledore:

"Se sigue alimentando de él, ¡incluso aquí! ¿Cómo? Si lo sabes, Hermione Granger, ¡debes contarme! ¡Cuéntamelo!"

El Auror más viejo si giró para fijar la mirada sobre ella, y así lo hicieron muchos estudiantes. El Profesor Flitwick no se volteó, ahora estaba alzando su varita hacia el Profesor Quirrell, quien estaba enseñando sus manos vacías.

Lo segundos siguieron pasando, sin ser contados.

Ella no lo podía recordar, no podía recordar la pesadilla con claridad, no podía recordar por qué había pensado que era posible, por qué había tenido tanto miedo -

Hermione se dio cuenta qué era lo que debía hacer, y fue la decisión más difícil de su vida.

¿Qué tal si lo que le había pasado a Harry, también le pasaba a ella?

Todas sus extremidades tan frías como la muerte, su visión oscurecida, miedo aplastando todo; ella había visto morir a Harry, a Mamá Y Papá muriendo, todos sus amigos muriendo, todos muriendo, para que así al final, cuando ella muriera, estuviera sola. Esa era la pesadilla secreta que nunca le había revelado a nadie, que le había dado poder al Dementor sobre ella, la cosa más solitaria era morir sola.

No quería ir de nuevo a ese lugar, ella, ella no quería, ella no quería quedarse allí para siempre -

Tienes suficiente coraje como para Gryffindor, dijo la voz calmada del Sombrero Seleccionador en su memoria, sin embargo harás lo que es correcto en cualquier otra Casa que te ofrezca. Aprenderás, serás fiel a tus amigos, en cualquier Casa que elijas. Así que no tengas miedo, Hermione Granger, sólo decide a donde perteneces...

No había tiempo para decidir, Harry estaba muriendo.

"No lo puedo recordar ahora," explicó Hermione, su voz desfalleciendo, "pero espere un poco, iré en frente del Dementor otra vez..."

Empezó a correr hacia el Dementor.

"¡Señorita Granger!" chilló el Profesor Flitwick, mas no hizo ningún movimiento para detenerla, meramente mantuvo su varita sobre el Profesor Quirrell.

"¡Todos!" ordenó el Auror Komodo con una voz de comando militar. "¡Quiten sus Patronus del camino!"

"¡FLITWICK!" estalló el Profesor Quirrell. "¡INVOQUE LA VARITA DE POTTER!"

Para cuando Hermione comprendió, el Profesor Flitwick ya estaba gritando "¡Accio!" y ella vio el palo de madera levitando desde donde había estado yaciendo casi tocando la jaula del Dementor.

...

Los ojos se abrieron, muertos y secos.

"¡Harry!" jadeó una voz en el mundo descolorido. "¡Harry! ¡Háblame!"

La cara de Albus Dumbledore se asomó dentro de su campo de visión, que antes había estado ocupada por un techo de mármol distante.


"Eres molesto," opinó la voz vacía. "Deberías morir."

Capítulo 42             Capítulo 44


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