Capítulo 8 Capítulo 10
HARRY POTTER Y LOS MÉTODOS DE LA RACIONALIDAD
Capítulo 9
Consciencia del Ser, Parte I
HARRY POTTER Y LOS MÉTODOS DE LA RACIONALIDAD
Capítulo 9
Consciencia del Ser, Parte I
Todas tus bases le pertenecen a J.
K. Rowling.
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¡1,000 REVIEWS EN 26 DÍAS WOOHOO
ASOMBROSO PODER! ¡30 DÍAS 1,189 REVIEWS EL COMBO CONTINUA! ¡SÍ!
¡USTEDES SON LOS MEJORES! ¡ESTO ES ESPARTAAAAA!
Carraspeo.
La tercera generación de cuarks
también fueron llamados “verdad” y “belleza” antes de que
“cima” y “fondo” prevalecieran; mi cumpleaños es alrededor
del de Hermione, y cuando tenía once, usaba “verdad” y
“belleza”.
Cuando la Parte I de este capítulo fue
posteada por primera vez, dije que si cualquiera adivinaba de qué
estaba hablando la última frase antes de la siguiente actualización,
les diría todo el resto de la trama.
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Nunca supiste que ese diminuto
evento podría desajustar el curso de tu plan maestro.
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"¡Abbott, Hannah!"
Pausa.
"¡HUFFLEPUFF!"
"¡Bones, Susan!"
Pausa.
"¡HUFFLEPUFF!"
"¡Boot, Terry!"
Pausa.
"¡RAVENCLAW!"
Harry miró por encima brevemente a su
nuevo compañero de Casa, más para obtener un rápido vistazo de su
rostro que cualquier otra cosa. Aún estaba intentando controlarse
por su encuentro con los fantasmas. Lo triste, lo realmente triste,
lo realmente verdaderamente triste era que sí parecía estar
recuperando el control. Se sentía como un ajuste enfermizo. Como que
le debió haber tomado por lo menos un día. Tal vez toda una vida.
Tal vez nunca.
"¡Corner, Michael!"
Larga pausa.
"¡RAVENCLAW!"
Al lado del taburete delante de la Mesa
de Profesores se erguía la Profesora McGonagall, viéndose sagaz y
viendo sagazmente alrededor, mientras llamaba un nombre tras otro,
aunque únicamente había sonreído para Hermione y unos cuantos
otros. Tras ella, en la más alta silla de la mesa – más bien un
trono de oro – se sentaba un arrugado anciano y con gafas, con una
larga barba blanco-plateada que se veía como que llegaría hasta el
suelo si fuera visible, mirando hacia el Sombrero Seleccionador con
una expresión benevolente; tan estereotípico en apariencia como un
Viejo Hombre Sabio podía posiblemente ser, sin ser Oriental claro
está. (Sin embargo Harry había aprendido a ser cauto de las
apariencias estereotípicas desde la primera vez que conoció a la
Profesora McGonagall y pensó que ella estaba obligada a reírse con
malevolencia.) El anciano mago había aplaudido a cada estudiante
Seleccionado, con una sonrisa radiante que de algún modo parecía
exclusivamente encantadora para cada uno.
A la izquierda del trono de oro estaba
un hombre con unos ojos afilados y un rostro austero quien no había
aplaudido a nadie, y quien se las arreglaba en todo momento para
estar mirando a Harry cada vez que Harry lo miraba a él. Más allá
a la izquierda, el hombre de cara pálida que Harry había visto en
el Caldero Chorreante, cuyos ojos lanzaron dardos en todas
direcciones como si tuviera pánico de la multitud que lo rodeaba, y
quien ocasionalmente como que se quejaba y retorcía en su asiento;
por alguna razón Harry se seguía encontrando a si mismo
contemplándolo. A la izquierda de ese hombre, una fila de tres
brujas mayores que no parecían muy interesadas en los estudiantes.
Luego al lado derecho de la alta silla dorada, una bruja de cara
redonda y mediana edad con un sombrero amarillo, quien había
aplaudido a cada estudiante excepto a los Slytherins. Un pequeño
hombre que estaba parado su silla, con una esponjada barba blanca,
quien había aplaudido a cada estudiante, pero sólo se había
sonreído a los Ravenclaws. Y a lo más lejos de la derecha, ocupando
el mismo espacio de tres seres más pequeños, la montañosa entidad
que los saludó a todos después de que desembarcaron del tren,
nombrándose a si mismo Hagrid, Guardián
de las Llaves y Terrenos de Hogwarts.
"¿Es el hombre que está parado
en su silla el Jefe de Casa de Ravenclaw?" Harry susurró hacia
Hermione.
Por una vez Hermione no respondió
instantáneamente; estaba intercambiando constantemente su pie de
apoyo, observando al Sombrero Seleccionador, e inquieta de manera tan
energética que Harry pensó que sus pies podrían no estar tocando
el piso.
"Sí, él es," intervino una
de las prefectos que los había acompañado, una joven mujer que
usaba el azul de Ravenclaw. Señorita Clearwater, si Harry recordaba
correctamente. Su voz era sosegada, pero contenía un ápice de
orgullo. "Ese es el Profesor de Encantamientos de Hogwarts,
Filius Flitwick, el mayor conocedor Maestro de Encantamientos con
vida, y en el pasado Campeón Duelista -"
"¿Por qué es tan bajito?"
chilló un estudiante cuyo nombre Harry no retenía. "¿Es un
mestizo?"
Una fría mirada provino de la joven
prefecta. "El Profesor tiene en efecto ancestros duende -"
"¿Qué?" Harry espetó
involuntariamente, causando que Hermione y otros cuatro estudiantes
lo chitaran.
Ahora Harry estaba recibiendo una
mirada sobresalientemente intimidatoria de parte de la prefecta de
Ravenclaw.
"Me refiero a que -" Harry
susurró. "No que yo tenga un problema con eso – es que
– quiero decir - ¿cómo es posible? ¡No puedes sólo
mezclar dos especies diferentes y obtener una progenie viable!
Debería replegar las instrucciones genéticas para cada órgano que
es diferente entre las dos especies – sería como intentar
construir," ellos no tenían carros por lo que no podía usar
una analogía de proyecto de ingeniería replegado, "un
mitad-carruaje mitad-bote o algo..."
La prefecta de Ravenclaw aún estaba
viendo a Harry severamente. "¿Por qué no puedes tener
un mitad-carruaje mitad-bote?"
"¡Chito!" chitó otro
prefecto, aunque la bruja de Ravenclaw aún había hablado
sosegadamente.
"Me
refiero -" Harry explicó con una voz incluso más baja,
intentando descubrir cómo preguntar si era que los duendes habían
evolucionado desde de los humanos, o evolucionaron de un ancestro
común como el Homo erectus, o si los duendes habían sido
fabricados a partir de humanos de alguna manera - si, digamos, aún
eran genéricamente humanos bajo un encantamiento hereditario cuyo
efecto mágico era diluido si uno de los padres era un 'duende', lo
que explicaría como el cruce de especie era posible, y en cuyo caso
los duendes no serían
un increíblemente valioso segundo punto de datos para cómo la
inteligencia había evolucionado en otras especies además del Homo
sapiens – ahora que Harry lo consideraba, los duendes en
Gringotts no le habían parecido genuinos extraterrestres,
inteligencias no humanas, nada como los Dirdir o los Titerotes
– "Me refiero a que, ¿de dónde provienen los duendes,
a todas estas?" (1)
"Lituania," Hermione susurró
ausente, sus ojos aún fijados firmemente sobre el Sombrero
Seleccionador.
Hermione recibió una sonrisa de la
prefecta.
"No importa," susurró Harry.
Al taburete, la Profesora McGonagall
llamó, "¡Goldstein, Anthony!"
"¡RAVENCLAW!"
Hermione, al lado de Harry, estaba
saltando con tanta fuerza sobre las puntas de sus dedos que sus pies
se separaban del piso en cada salto.
"¡Goyle, Gregory!"
Hubo un largo, tenso momento de
silencio bajo el Sombrero. Casi un minuto.
"¡SLYTHERIN!"
"¡Granger, Hermione!"
Hermione se separó y corrió a toda
hasta llegar al Sombrero Seleccionador, lo cogió e incrustó
rudamente al remendado,
raído y sucio sobre su cabeza, haciendo que Harry
hiciera una mueca. Hermione había sido la que le había explicado a
él sobre el Sombrero Seleccionador, pero ciertamente ella no
lo trató como a un irreemplazable, valiosamente importante,
artefacto de 800 años de antigua magia olvidada que estaba apunto de
ejecutar intrincada telepatía sobre su mente y que no demostraba
estar en muy buena condición física.
"¡RAVENCLAW!"
Y hablando de conclusiones predecibles.
Harry no veía por que Hermione había estado tan tensa al respecto.
¿En qué extraño universo alternativo esa chica no sería
Seleccionada en Ravenclaw? Si Hermione Granger no iba a Ravenclaw
entonces no había una buena razón para que la Casa Ravenclaw
existiera.
Hermione llegó a la mesa de Ravenclaw
y recibió el debido aplauso; Harry se preguntó si el aplauso
hubiera sido más ruidoso, o menor, si hubieran tenido idea de el
nivel de competición que habían recibido en su mesa. Harry sabía
que pi era 3.141592 porque precisión a una parte en un millón era
suficiente para la mayoría de propósitos prácticos. Hermione sabía
cien dígitos de pi porque esa era la cantidad de dígitos que habían
sido impresos en la contraportada de uno de sus libros escolares de
matemáticas.
Neville Longbottom fue a Hufflepuff,
Harry estuvo feliz de ver. Si esa Casa en verdad contenía la lealtad
y la camaradería que se suponía ejemplificar, entonces una Casa
llena de amigos confiables le haría a Neville un montón de bien.
Chicos listos en Ravenclaw, chicos malos en Slytherin, aspirantes a
héroes en Gryffindor, y todos los que en verdad hacen el trabajo en
Hufflepuff.
(Sin embargo Harry había estado
en lo correcto al consultar a la prefecta de Ravenclaw primero. La
joven mujer ni siquiera había levantado la vista de su lectura o
identificado a Harry, sólo apuntó una varita en la dirección de
Neville y murmuró algo. Tras lo cual Neville había adquirido una
expresión ofuscada y tambaleó hasta el quinto vagón desde el
frente y el cuarto compartimiento a la izquierda que en efecto había
contenido su sapo.)
"¡Malfoy, Draco!" fue a
Slytherin, y Harry exhaló un pequeño suspiró de alivio. Parecía
como una cosa segura, pero nunca sabías que diminuto evento podría
desajustar el curso de tu plan maestro.
La Profesora McGonagall llamó "¡Perks,
Sally-Anne!", y de los niños agrupados de separó una pálida y
desvalida chica quien se veía raramente etérea – como si pudiera
desaparecer misteriosamente en el momento en que dejaras de verla, y
nunca fuera vista de nuevo o incluso recordada.
Y luego (con una note trepidante tan
firmemente oculta en su voz y rostro que tendrías que conocerla muy
bien para notarlo) Minerva McGonagall inhaló profundamente, y llamó,
"¡Potter, Harry!"
Hubo un repentino silencio en el
pasillo.
Todas las conversaciones se detuvieron.
Todos los ojos se giraron para
observar.
Por primera vez en toda su vida, Harry
sintió como si estuviera teniendo una oportunidad para experimentar
el pánico escénico.
Harry inmediatamente aplastó este
sentimiento. Un cuarto repleto de personas contemplándolo era algo a
lo que tenía que acostumbrarse, si quería vivir en la Bretaña
mágica, o lo que era lo mismo hacer algo más interesante con su
vida. Arreglando una confiada y falsa sonrisa en su cara, levantó un
pie para avanzar -
"¡Harry Potter!" gritó la
voz ya fuera de Fred o George Weasley, y luego "¡Harry Potter!"
gritó el otro gemelo Weasley, y un momento después toda la mesa de
Gryffindor, y poco después una buena porción de Ravenclaw y
Hufflepuff, se habían unido al griterío.
"¡Harry Potter! ¡Harry
Potter! ¡Harry Potter!"
Y Harry Potter se adelantó. Muy
lentamente, se dio cuenta una vez que comenzó, pero para entonces
era demasiado tarde para alterar su ritmo sin que se viera incómodo.
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"¡Harry Potter! ¡Harry
Potter! ¡HARRY POTTER!"
Con una noción demasiado buena de lo
que vería, Minerva McGonagall se volteó a ver tras ella al resto de
la Mesa de Profesores.
Trelawney abanicándose frenéticamente,
Filius mirando con curiosidad, Hagrid aplaudiendo sin parar, Sprout
mirando con severidad, Vector y Sinistra maravillados, y Quirrell
contemplando vacíamente a la nada. Albus sonriendo con benevolencia.
Y Severus Snape sujetando su copa de vino vacío, nudillos-blancos,
tan fuerte que la plata se estaba deformando lentamente.
Con una gran mueca, girando su cabeza
para saludar a un lado y otro mientras caminaba entre las cuatro
mesas de las Casas, Harry Potter avanzaba a un enormemente mesurado
ritmo, un príncipe heredando su castillo.
"¡Sálvanos de algunos Señores
Oscuros!" aulló uno de los gemelos Weasley, y luego el otro
gemelo Weasley gritó, "¡Especialmente si son Profesores!"
para el deleite de todas las mesas excepto Slytherin.
Los labios de Minerva se quedaron como
una linea blanca. Tendría algunas palabras con los Horrores Weasley
sobre esa última parte, si pensaban que ella estaba atada de manos
porque era el primer día de escuela y Gryffindor no tenía puntos
que perder. Si no se preocupaban por las detenciones entonces ella
encontraría algo más.
Entonces, con un repentino asfixió de
horror, miró hacía la dirección de Severus, seguramente él
se dio cuenta que el chico Potter no debía tener idea de quien
estaban hablando -
El rostro de Severus había ido más
allá de la furia hasta alcanzar alguna clase de placentera
indiferencia. Una desfallecida sonrisa jugaba sobre sus labios.
Estaba viendo en la dirección de Harry Potter, no hacía la mesa de
Gryffindor, y sus manos sostenían los estropeados restos de lo que
antes era una copa de vino.
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Harry Potter avanzó con una sonrisa
arreglada, sintiéndose a gusto por dentro y de algún modo horrendo
al mismo tiempo.
Lo estaban aplaudiendo por un trabajo
que había hecho cuando tenía un año de edad. Un trabajo que él no
había terminado realmente. En algún lugar, de algún modo, el Señor
Oscuro aún estaba vivo. ¿Lo habrían aplaudido tan fuerte, de
haberlo sabido?
Pero el poder del Señor Oscuro había
sido roto una vez.
Y Harry los protegería de nuevo. Si
había en efecto una profecía y eso era lo que decía. Bueno, de
hecho sin importar lo que revelará cualquier condenada profecía.
Todas esas personas creyendo en él y
apoyándolo - Harry no podía soportar permitir que eso fuera falso.
Deslumbrar y desvanecerse como tantos otros niños prodigios. Ser una
decepción. Fallar en vivir al nivel de su reputación como símbolo
de la luz, cómo lo había conseguido no era relevante. Él
absolutamente, positivamente, sin importar cuánto se demorara e
incluso si lo mataba, cumpliría sus expectativas. Y luego seguiría
hasta exceder sus expectativas, para que las personas se
sorprendieran, en retrospectiva, que ellos hubieran pedido tan poco
de él.
"¡HARRY POTTER! ¡HARRY
POTTER! ¡HARRY POTTER!"
Harry dio sus últimos pasos hacía el
Sombrero Seleccionador. Le dedicó una reverencia a la Orden del Caos
en la mesa de Gryffindor, y luego se volteó y le dedicó otra
reverencia al otro lado del salón, y esperó a que el aplauso y las
risas murieran.
(En la parte trasera de su mente, se
preguntó si el Sombrero Seleccionador era efectivamente consciente
en el sentido de estar consciente de su conciencia, y de ser así, si
estaba satisfecho con hablar únicamente a niños de once años una
vez al año. Su canción lo había implicado así: Oh, soy el
Sombrero Seleccionador y estoy bien, duermo todo el año y trabajo un
día...)
Cuando de nuevo hubo silencio en el
cuarto, Harry se sentó en el banquillo y cuidadosamente ubicó
sobre su cabeza el artefacto telepático de 800-años-de-antigua
magia olvidada.
Pensando, tan duro como pudo: ¡No
me Selecciones aún! ¡Tengo preguntas que necesito hacerte! ¿He
sido Desmemorizado? ¿Seleccionaste al Señor Oscuro cuando era un
niño y puedes contarme su debilidad? ¿Puedes decirme por qué
obtuve la varita hermana a la del Señor Oscuro? ¿Está el fantasma
del Señor Oscuro conectado a mi cicatriz y es por eso que me enojo
tanto a veces? Aquellas son las preguntas más importantes, ¿pero si
tienes otro momento puedes contarme cualquier cosa sobre cómo
re-descubrir la magia perdida que te creó?
Dentro del espíritu silencioso de
Harry, donde nunca antes había habido otra voz excepto una, surgió
una segunda y nada familiar voz, sonando claramente preocupada:
"Oh, querido. Esto nunca había
pasado antes..."
Notas del traductor
(1) Como reza Wikipedia, “Los
dirdir son una especie alienígena de ficción que aparece en
los libros del ciclo
de Tschai, creada en 1968 por Jack
Vance.”
Los Titerotes de Pierson
son una raza extraterrestre presente en la serie de novelas Espacio
Conocido de Larry Niven.
¿Creen que puedan con el reto de
Yudkowsky? ¿Adivinar de qué va la
última frase? Bueno, podrían simplemente ir a la versión en
inglés, pero entonces, ¿dónde quedaría la diversión?
Opté por dibujar a Severus Snape cómo ilustración de este capítulo. Originalmente iba a ser Harry, pero mi caprichoso estilo de dibujo me lo impidió, no podía sacarme la furia asesina de este personaje.
Por recomendación de mi editora me
empecé a ver esta semana el dorama coreano “El jardín secreto”. Me enamorado de los personajes y de la banda sonora. Me ha enviciado en el
mejor de los sentidos, reírse tanto debe ser bueno para la salud, lo
malo es que estaba tan emocionado que me golpeé fuertemente el codo
con una pared, y ahora no puedo apoyarme en el brazo izquierdo. Soy
diestro y eso no me ha impedido escribir, ¡pero cómo duele hacerlo!
En su nota de autor más reciente,
Yudkowsky confirma las sospechas de sus lectores sobre su desorden de
sueño, el mismo que tiene el Harry Potter de su historia. Pero por
fortuna, gracias a una organización llamada MetaMed, finalmente ha
logrado encontrar una cura, un tratamiento a base Melatonina. Si
alguien padece un desorden de sueño similar, o alguna enfermedad tan
extraña que parece un caso para House, pueden encontrar más
información en ingles aquí,
si realmente necesitan ayuda para traducir algo de ahí, contáctenme.
Visita HPMOR para encontrar todo sobre
esta historia en inglés.
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