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sábado, 3 de agosto de 2013

Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad Capítulo 4

Capítulo 3                                   Capítulo 5


Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad



Capítulo 4


La Hipótesis de Eficiencia de los Mercados

profesora mcgonagall harry potter
Fan Art por dinosaurusgede

...


Renuncia: J. K. Rowling está mirándote mientras espera, eternamente en el vacío entre los mundos.


...


N/A: Como otros se han dado cuenta, las novelas parecen inconsistentes en el supuesto poder de compra de un Galeón; voy a escoger un valor consistente y apegarme a dicho valor. Cinco libras esterlinas al Galeón no cuadran con siete Galeones por una varita y niños usando varitas usadas.


...


"Dominación mundial es una frase demasiado fea. Prefiero decir optimización mundial."


...


Montones de Galeones de oro. Montículos de Sickles de plata. Pilas de Knuts de bronce.

Harry se quedó ahí, y miró con su boca abierta a la bóveda familiar. Tenía tantas preguntas que no sabía por dónde comenzar.

Desde las afueras de la puerta de la bóveda, la Profesora McGonagall lo miró, aparentaba inclinarse casualmente contra la pared, pero sus ojos estaban fijos. Bien, tenía sentido. Desplomarse en frente de un montón de monedas de oro era una prueba de carácter tan pura que era un arquetipo.

"¿Estas monedas son de metal puro?" dijo Harry finalmente.

"¿Qué?" siseó el duende Griphook, quien estaba esperando cerca a la puerta. "¿Está cuestionando la integridad de Gringotts, Sr. Potter-Evans-Verres?"

"No," dijo Harry ausente, "para nada, me disculpo si lo ofendí, señor. Sólo que no tengo ni idea de cómo funciona su sistema financiero. Estoy preguntando si los Galeones en general están hechos de oro puro."

"Por supuesto," respondió Griphook.

"¿Y cualquiera puede acuñarlas, o son emitidas por un monopolio que de este modo recoge el señoreaje?"

"¿Qué?" intervino la Profesora McGonagall.

Griphook hizo una mueca, mostrando los afilados dientes. "¡Únicamente un tonto confiaría en otra cosa que no fuera la moneda duende!"

"En otras palabras," dijo Harry, "¿no se supone que las monedas valgan más que el metal de las que están hechas?"

Griphook contempló a Harry. La Profesora McGonagall parecía desconcertada.

"Quiero decir, supongan que vengo aquí con una tonelada de plata. ¿Podría conseguir una tonelada de Sickles a partir de ella?"

"Por una cuota, Sr. Potter-Evans-Verres." El duende lo miró con ojos brillantes. "Por una cierta cantidad. ¿Dónde encontrará usted una tonelada de plata, me preguntó?"

"Estaba hablando hipotéticamente," comentó Harry. Por ahora, al menos. "Así que... ¿de cuánto sería la cuota, algo así como una fracción de todo lo que pese?"

Los ojos de Griphook' eran intensos. "Tendría que consultar a mis superiores..."

"Deme un estimado. No responsabilizaré a Gringotts por lo que me diga."

"Una vigésima parte del metal pagaría por la acuñación."

Harry asintió. "Muchas gracias, Sr. Griphook."

Así que no solamente la economía mágica está casi por completo desacoplada de la economía Muggle, nadie aquí ha escuchado jamás del arbitraje. La más grande economía Muggle tenía una tasa de cambio fluctuante entre el oro y la plata, así que cada vez que la proporción de oro-a-plata excedía más del 5% del peso de diecisiete Sickles a un Galeón, o el oro o la plata debería haber desaparecido de la economía mágica hasta que se hiciera imposible mantener el tipo de cambio. Trayendo una tonelada de plata, cambiándola a Sickles (y pagando el 5%), cambiando los Sickles por Galeones, llevando el oro al mundo Muggle, cambiarlo por más plata de la que comenzaste, y repetir.

¿No estaba la proporción del oro a plata Muggle alrededor de cincuenta a uno? Harry no pensaba que fuera diecisiete, de cualquier modo. Y parecía que las monedas de plata eran de hecho más pequeñas que las de oro.

De nuevo, Harry estaba parado en un banco que literalmente guardaba tu dinero en bóvedas llenas de monedas de oro protegidas por dragones, donde tenías que ir y sacar las monedas de tu bóveda siempre que quisieras gastar dinero. Los puntos más finos de las ineficacia del mercado por no tener arbitraje bien podrían perderse en ellos. Estaba tentado a hacer comentarios sarcásticos sobre lo rudimentario de su sistema financiero...

Pero lo más triste es, que probablemente su método es mejor.

Por otro lado, un competente consolidado bien cubierto podría probablemente dominar todo el mundo mágico dentro de una semana. Harry archivó esta noción en caso de que alguna vez se le acabara el dinero, o tuviera una semana libre.

Mientras tanto, los gigantes montones de monedas de oro dentro de la bóveda Potter debería satisfacer sus necesidades a corto plazo.

Harry se apresuró a tomar, y comenzó cogiendo monedas de oro con una mano y arrojándolas dentro de la otra.

Cuando consiguió veinte, la Profesora McGonagall tosió. "Creo que eso será más que suficiente para pagar su equipo escolar, Sr. Potter."

"¿Qué?" murmuró Harry, su mente en otro lugar. "Un momento, estoy haciendo un calculo Fermi."

"¿Un qué?" dijo la Profesora McGonagall, sonando un poco alarmada.

"Es algo matemático. Llamado así por Enrico Fermi. Una forma de conseguir una aproximación numérica rápidamente en tu cabeza..."

Veinte Galeones de oro pesaban un décimo de un kilogramo, ¿quizá? Y el oro era, que, mil libras Británicas a un kilogramo? Entonces un Galeón valdría más o menos cincuenta libras... Los montículos de monedas de oro parecían ser de sesenta monedas de altura y veinte monedas de ancho en cualquier dimensión de la base, y un montículo era piramidal, así que sería alrededor de un tercio de un cubo. Ocho mil Galeones por montículo, aproximadamente, y había alrededor de cinco montículos de ese tamaño, por lo que eran cuarenta mil Galeones o 2 millones de libras esterlinas.

Nada mal. Harry sonrió con una especie de macabra satisfacción. Era una lastima que estaba justo en la mitad de descubrir el sorprendente nuevo mundo de la magia, y no podía tomarse el tiempo de explorar el sorprendente nuevo mundo de ser rico, el cual un rápido estimado de Fermi decía eran aproximadamente un billón de veces menos interesante.

Sin embargo, esta es la última vez que he de cortar el césped por una miserable libra.

Harry dio vueltas alrededor del gigante montón de dinero. "Perdóneme por preguntar, Profesora McGonagall, pero entiendo que mis padres estaban en sus veinte años cuando murieron. ¿Es esta la cantidad de dinero usual para que una pareja joven tenga en su bóveda, en el mundo mágico?" Si era cierto, una taza de te probablemente costaría cinco mil libras. Regla uno de la economía: no puedes comer dinero.

La Profesora McGonagall sacudió su cabeza. "Su padre era el último heredero de una antigua familia, Sr. Potter. También es posible..." La bruja titubeó. "Algo de este dinero puede ser de las recompensas que había por Quien-Tú-Sabes, pagables a su hij- oh, a quien fuera que lo derrotara. O esas recompensas aún no han sido cobradas. No estoy segura."

"Interesante..." dijo Harry lentamente. "Algo de esto es verdaderamente, en un sentido, mio. Quiere decir, ganado por mí. Algo así. Posiblemente. Incluso si no recuerdo la ocasión." Los dedos de Harry bailaron sobre la pierna de su pantalón. "¡Eso me hace sentir menos culpable por gastar una muy pequeña fracción de todo! ¡No se asuste, Profesora McGonagall! "

"¡Sr. Potter! Usted es un menor, y como tal, sólo se le permitirá hacer razonables retiros de -"

"¡Yo soy por sobretodo razonable! ¡Estoy de acuerdo con la prudencia fiscal y el control de los impulsos! Pero yo vi algunas cosas viniendo hacia aquí que constituyen sensibles, compras de adultos..."

Las miradas de Harry y la Profesora McGonagall se encontraron, confrontándose en un silencioso concurso de miradas.

"¿Cómo qué?" dijo finalmente la Profesora McGonagall.

"¿Baúles cuyo interior contienen más que su exterior?"

La cara de la Profesora McGonagall se volvió más severa. "¡Esos son muy caros, Sr. Potter!"

"Sí, pero -" suplicó Harry. "Estoy seguro de que cuando sea un adulto yo querré uno. Y puedo permitirme uno. Lógicamente, tendría más sentido comprarlo en este momento y no después, y poder usarlo desde ahora. Es el mismo dinero de cualquier modo, ¿correcto? Quiero decir, quisiera uno bueno, con muchísimo espacio adentro, lo suficientemente bueno como para que no tenga que comprar uno mejor después..." Harry dio un paso atrás esperanzado.

La fija expresión de la Profesora McGonagall no flaqueó. "¿Y qué guardaría usted en un baúl como ese, Sr. Potter -"

"Libros."

Por supuesto," suspiró la Profesora McGonagall.

"¡Debió decirme mucho antes que esa clase de objeto mágico existía! ¡Y que podía permitirme uno! Ahora mi padre y yo vamos a tener que pasar los siguientes dos días visitando frenéticamente todas las librerías de segunda mano para libros de texto antiguos, para poder tener una librería de ciencia decente conmigo en Hogwarts – y tal vez una pequeña colección de ciencia ficción, si puedo conseguir algo decente del regateo. O mejor aún, haré este trato un poco más dulce para usted, ¿de acuerdo? Déjeme comprarle -"

"¡Sr. Potter! ¿Usted cree que puede sobornarme?"

"¿Qué? ¡No! ¡No decía eso! Me refería, a que Hogwarts puede quedarse con algunos de los libros que yo lleve, si consideran que alguno sería una buena adición a la librería. Voy a conseguirlos baratos, y yo sólo quiero tenerlos en algún lugar u otro. Está bien sobornar a las personas con libros, ¿correcto? Es una -"

"Tradición familiar."

"Sí, exactamente."

El cuerpo de la Profesora McGonagall pareció hundirse, los hombros bajando dentro de su túnica negra. "No puedo negar que sus palabras tienen sentido, aunque desearía poder hacerlo. Le permitiré sacar unos cien Galeones adicionales, Sr. Potter." Ella suspiró de nuevo. "Sé que me arrepentiré de esto, y lo estoy haciendo de todos modos."

"¡Ese es el espíritu! ¿Y un 'Monedero de Piel de Moke' hace lo que creo que hace?"

"No puede guardar tanto como un baúl," la bruja expresó con visible reluctancia, "pero... un Monedero de Piel de Moke con un Encantamiento Convocador y un Encantamiento de Extensión Indetectable puede guardar un número de objetos hasta que son llamados por quién los guardó ahí -"

"¡Sí! ¡Definitivamente necesito uno de esos también! ¡Sería como el súper cinturón máximo de lo asombroso! ¡El cinturón multiusos de Batman! Ya no importa mi cuchillo de la armada suiza, ¡podría cargar todo un set de herramientas ahí! ¡O libros! Podría tener conmigo los tres mejores libros que este leyendo a cada momento, ¡y nada más sacar uno de la nada! ¡Nunca tendré que desperdiciar otro minuto de mi vida! ¿Qué dice, Profesora McGonagall? Es por el bienestar de los niños que leen, la mejor de todas las causas posibles."

"...Supongo que usted podría sumar otros diez Galeones."

Griphook estaba favoreciendo a Harry con una atenta mirada de franco respeto, posiblemente de total admiración.

"Y algo de dinero para gastar, como usted mencionó antes. Creo recordar haber visto una o dos cosas que quisiera guardar en el monedero."

"No presione, Sr. Potter."

"Pero oh, Profesora McGonagall, ¿por qué llueve sobre mi paraíso? Seguramente este es un día feliz, ¡cuando descubro todas las cosas mágicas por primera vez! ¿Por qué actuar la parte de la adulta gruñona cuando en su lugar puede sonreír y recordar su propia inocente infancia, mirar la expresión de deleite sobre mi rostro joven al comprar unos cuantos juguetes usando una insignificante fracción de la herencia que gané al derrotar al mago más terrible que Bretaña ha conocido, no que yo la este acusando de ser desagradecida o algo así, pero aún así, ¿qué son unos pocos juguetes comparado a eso?"

"Usted," rugió la Profesora McGonagall. Había una mirada tan terrible en su cara que Harry aulló y retrocedió, tumbando una pila de monedas de oro con un enorme tintineo y rodando sobre un montón de dinero. Griphook suspiró y puso la palma de su mano sobre su cara. "Le haría un gran servicio a la Bretaña mágica, Sr. Potter, si lo encerrará en esta bóveda y lo dejara aquí."


Y se fueron sin mayor contratiempo.


...

Fin del Capítulo 4

Fanfic escrito por Less Wrong / Eliezer Yudkowsky


Traducido al español por Rhaidot

Capítulo 3                                   Capítulo 5




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