Capítulo 55 Capítulo 57
Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad
Capítulo 56
El Experimento de
la Prisión Stanford, Optimización Restringida, Parte 6
Escondiendo a Bellatrix por dinosaurusgede |
Silenciosa, por
fortuna estaba silenciosa, la puerta de metal en el siguiente nivel
inferior. O bien no había alguien detrás de ella, o estaban
sufriendo en silencio, quizá estaban gritando pero su voz ya se
había rendido, o estaban susurrándose a sí mismos en voz baja en
la oscuridad...
No
estoy seguro de que pueda hacer ésto,
Harry pensó, y tampoco pudo culpar a los Dementores por el
pensamiento desesperado. Hubiera sido mejor estar más abajo, era más
seguro estar más abajo, su plan requeriría tiempo para
implementarse y los Aurores probablemente ya estaban en la labor de
bajar. Mas si Harry tenía que pasar más de esas puertas de metal al
mismo tiempo que se quedaba callado y mantenía su respiración
perfecta y regular, se iba a enloquecer; si tenía que dejar un
pedazo de sí mismo detrás de cada una, pronto no habría nada de él
para dejar -
Un gato luminoso
como la luna apareció de la nada y brincó en frente del Patronus de
Harry. Harry casi gritó, lo que no le habría ayudado con su imagen
ante Bellatrix.
"¡Harry!"
dijo la voz de la Profesora McGonagall, sonando más alarmada de lo
que Harry la había llegado a escuchar. "¿Dónde estás? ¿Estás
bien? ¡Éste es mi Patronus, responde!"
Con un esfuerzo
convulsivo, Harry aclaró su garganta, cambió el propósito de su
garganta, forzó la calma, cambió a una personalidad diferente como
si fuera una barrera de Oclumancia. Le tomó un par de segundos y
esperó ansioso que la Profesora McGonagall no notara un problema con
eso gracias a un retraso en la comunicación, al igual que esperaba
con ansias que los Patronus no reportaran nada sobre los alrededores.
Una inocente y joven
voz de niño anunció, "Estoy en el Lugar de Mary, Profesora, en
el Callejón Diagon. Yendo al restaurante de hecho. ¿Qué hay de
malo?"
El gato desapareció
con un salto, y Bellatrix comenzó a carcajear por lo bajo, una
polvorienta risa de apreciación, sin embargo cerró la boca
abruptamente cuando Harry le siseó.
Un
momento después el gato regreso, y habló con la voz de la Profesora
McGonagall, "Voy a recogerte ahora mismo. No vayas a
ningún lado,
si no estás cerca del Profesor de Defensa no regreses con él, no le
hagas ningún comentario a nadie, ¡estaré allí tan pronto como
pueda!"
Y el brillante gato
siguió avanzando hasta volverse borroso y se desvaneció.
Harry bajó la
mirada a su reloj, fijándose en la hora, para que después de sacar
a todos de aquí, y que el Profesor Quirrell anclara el Giratiempo de
nuevo, pudiera regresar y estar en el Lugar de Mary en el momento
apropiado...
Sabes,
intervino la parte de su cerebro que resolvía problemas, hay
un limite a cuántas restricciones puedes añadir a un problema antes
de que sea realmente imposible, ¿sabes eso?
No
debió haber importado, y en verdad no lo hacía, no se comparaba al
sufrimiento de un solo prisionero en Azkaban, y aún así Harry se
halló a sí mismo sintiéndose muy consciente de que si su plan no
acababa con él siendo recogido en el Lugar de Mary como si nunca se
hubiera ido, y el Profesor de Defensa viéndose completamente
inocente de cualquier posible crimen, la Profesora McGonagall iba a
asesinarlo.
***
Mientras su equipo
se preparaba para comer otra mordida del territorio de la espiral C,
escudando y escaneando antes de desencantar el escudo previo en su
retaguardia, Amelia estaba golpeando sus caderas con sus dedos y
preguntándose si debía consultar al experto obvio. Si tan sólo él
no fuera tan -
Amelia escuchó el
familiar crujido de fuego y supo lo que vería antes de voltearse.
Un tercio de sus
Aurores se estaban girando y alzando sus varitas hacia el anciano
mago con gafas de media luna y una larga barba plateada que había
aparecido justo en medio de ellos, con un brillante fénix de color
rojo y dorado sobre su hombro.
"¡No
disparen!" La Poción Multijugos hacía sencillo forjar una
cara, sin embargo falsear el viaje de fénix hubiera sido mucho más
difícil – las protecciones la permitían como una de las formas
rápidas para ingresar a Azkaban, aunque no servía como vía rápida
para salir.
La anciana bruja y
el anciano mago se contemplaron el uno al otro por un largo momento.
(Amelia se
cuestionó, en la parte trasera de su mente, cuál de sus Aurores
había enviado la palabra, había varios antiguos miembros de la
Orden del Fénix con ella; procuró recordar si había visto el
gorrión de Emmeline o el gato de Andy alejarse del conjunto de
criaturas resplandecientes; pero supo que era fútil. Podría no
haber sido ninguno de su propio grupo, pues el viejo entrometido a
veces sabía cosas que no tenía forma de haber conocido.)
Albus Dumbledore
inclinó su cabeza hacia Amelia en señal de cortes gesto. "Espero
ser bienvenido aquí," el anciano declaró con calma. "Estamos
todos en el mismo bando, ¿no es así?"
"Eso
depende," Amelia replicó con dura voz. "¿Estás aquí
para ayudarnos a atrapar criminales, o para protegerlos de las
consecuencias de sus acciones?" ¿Estás
aquí para intentar evitar que la asesina de mi hermano reciba su
bien merecido Beso, viejo entrometido?
De lo que Amelia había escuchado, Dumbledore se había vuelto más
listo al final de la guerra, en especial gracias a los constantes
regaños de Ojo-Loco; mas había regresado a su tonta misericordia en
el instante en que el cuerpo de Voldemort fue encontrado.
Una
docena de pequeños puntos de blanco y plata, reflejos de los
fulgurantes animales, destellaron desde las gafas de media luna del
anciano al hablar. "Aún menos que tú desearía ver yo liberada
a Bellatrix Black," el anciano mago afirmó. "Ella no debe
dejar ésta prisión con vida, Amelia."
Antes de que Amelia
pudiera volver a hablar, aún para expresar su sorprendida
gratificación, el anciano mago hizo un gesto con su larga varita
negra y un brillante fénix plateado brotó en existencia, más
luminoso que todos los otros Patronus puestos juntos. Era la primera
vez que ella había visto ese hechizo lanzado sin palabras. "Ordena
a todos tus Aurores que cancelen su Encantamiento Patronus por diez
segundos," pidió el anciano mago. "Lo que la oscuridad no
pueda encontrar, la luz podría hallar."
Amelia espetó la
orden al oficial de comunicaciones, quien notificaría a todos los
Aurores mediante sus espejos, comandando que la voluntad de
Dumbledore fuera hecha.
Eso
requirió unos momentos, y se volvió una periodo de horrible
silencio, ninguno de los Aurores se había atrevido a hablar,
mientras Amelia intentaba sopesar sus propios pensamientos. Ella
no debía dejar ésta prisión con vida...
Albus Dumbledore no se convertiría en Bartemius Crouch sin una razón
fuerte. Si su intención fuera contarle el por
qué,
ya lo habría hecho; pero ciertamente no era una señal positiva.
Aún así, era bueno
saber que serían capaces de trabajar juntos en éste caso.
"Ahora,"
dijeron un coro de espejos, y el resto de Encantamientos Patronus
parpadearon y desaparecieron excepto por el fulgurante fénix
plateado.
"¿Hay otro
Patronus todavía presente?" el anciano mago le preguntó con
claridad a la resplandeciente criatura.
La brillante
criatura ladeó su cabeza en asentimiento.
"¿Puedes
encontrarla?"
La cabeza plateada
asintió otra vez.
"¿Lo
recordarás, en caso de que se vaya y regrese?"
Una afirmación de
cabeza final de parte del luminoso fénix.
"Está hecho,"
anunció Dumbledore.
"Suficiente,"
ordenaron todos los espejos un momento después, y Amelia alzó su
varita y comenzó a invocar de nuevo su propio Patronus. (Aunque le
tomó algo de concentración extra, con esa sonrisa lobuna ya en su
cara, pensar en la primera vez que Susan había besado su mejilla, en
vez de regodearse en el oscuro destino de Bellatrix Black. Ese otro
Beso era un pensamiento feliz en efecto, pero no del tipo correcto
para el Encantamiento Patronus.)
***
No habían ni
siquiera llegado al final de ese corredor antes de que el Patronus de
Harry alzara su mano, con educación, como si estuviera en un salón
de clases.
Harry pensó con
rapidez. La cuestión era cómo – no, eso también era obvio.
"Parece,"
Harry explicó con una voz divertida y fría, "que alguien ha
instruido éste Patronus para compartir su mensaje únicamente
conmigo." Se rió. "Bien entonces. Perdoname, Bella
querida. Quietus."
De inmediato el
humanoide plateado pronunció con la misma voz de Harry, "Hay
otro Patronus que busca éste Patronus."
"¿Qué?"
exclamó Harry. Y entonces, sin hacer pausa para pensar en lo que
estaba a punto de suceder, "¿Lo puedes bloquear? ¿Evitar que
te encuentre?"
El humanoide
plateado negó con su cabeza.
***
En cuanto Amelia y
los otros Aurores acabaron de relanzar sus Encantamientos Patronus,
entonces -
El fulgurante fénix
plateado salió volando, y el verdadero fénix rojo-dorado lo siguió,
y el anciano mago dio calmados pasos largos detrás de los dos con su
larga varita apretada con fuerza y apuntando hacia abajo.
Los escudos
alrededor de su territorio se abrieron como agua al paso del anciano
mago, y se cerraron detrás de él con apenas y un murmullo.
"¡Albus!"
gritó Amelia. "¿Qué piensas que estás haciendo?"
Pero ella ya lo
sabía.
"No me sigan,"
la voz del anciano mago replicó con severidad. "Puedo
protegerme a mí mismo, no puedo proteger a otros."
La grosería que
Amelia soltó tras él hizo que incluso sus propios Aurores
retrocedieran.
***
¡Ésto no es
justo, no es justo, no es justo! ¡Hay un limite a cuántas
restricciones añadir a un problema antes de que sea realmente
imposible!
Harry
bloqueó los pensamientos inútiles, ignoró la fatiga que sentía, y
forzó su mente a confrontarse con los nuevos requerimientos, tenía
que pensar rápido,
usar la adrenalina para seguir la cadena de lógica con velocidad y
sin titubear, en vez de perder tiempo en la desesperación.
Para que la misión
tuviera éxito,
(1) Harry tendría
que desconvocar a su Patronus.
(2) Bellatrix
necesitaba estar escondida de los Dementores después de que el
Patronus fuera desconvocado.
(3) Harry necesitaba
resistir la absorción de los Dementores después de que su Patronus
fuera desconvocado.
...
Si
resuelvo ésto,
demandó el cerebro de Harry, quiero
una galleta cuando todo acabe, y si tú haces el problema más
difícil de lo que ya es, aun si es nada más un poquito más
difícil, voy a salir trepando de tu cabeza y me iré para Tahití.
Harry y su cerebro
consideraron el problema.
Azkaban
había sido invencible durante siglos, confiando en la imposibilidad
de evadir la mirada de los Dementores. Así que si Harry encontraba
otra
forma de esconder a Bellatrix de los Dementores, iba a confiar en su
conocimiento científico o en que se había dado cuenta que los
Dementores eran Muerte.
El cerebro de Harry
sugirió un camino obvio para detener a los Dementores de ver a
Bellatrix que consistía en evitar que siguiera existiendo, por
ejemplo, asesinándola.
Harry felicitó a su
cerebro por pensar por fuera de lo establecido y le dijo que
continuara buscando.
Asesinarla
y luego traerla de regreso,
llegó la siguiente sugerencia. Usa
Frigideiro para enfriar a Bellatrix hasta el punto en que su
actividad cerebral se detenga, después la calientas usando Thermos,
al igual que las personas que caen dentro de agua muy fría y pueden
ser revividas media hora después sin daño cerebral notable.
Harry
consideró ésto. Bellatrix podría no sobrevivir con su estado tan
débil. Y
podía ser que no evitara que la Muerte la viera. Y
él tendría problemas para llegar lejos cargando a una fría e
inconsciente Bellatrix. Y
Harry no podía recordar la investigación sobre en qué punto exacto
la temperatura corporal era no-fatal pero detenía el cerebro
temporalmente.
Era otra buena idea
por fuera de lo común, sin embargo Harry le pidió a su cerebro que
siguiera pensando en...
...formas de
esconderse de la Muerte...
Una arruga se movió
por el rostro de Harry. Había escuchado algo así, en algún lugar.
Uno
de los requisitos para volverse un mago poderoso es una excelente
memoria,
había dicho el Profesor Quirrell. La
clave para un rompecabezas es con frecuencia algo que leíste veinte
años atrás en un pergamino viejo, o un anillo peculiar que viste en
el dedo de un hombre que nada más conociste una vez...
Harry se enfocó tan
duro como pudo, mas no lo pudo recordar, estaba en la punta de su
lengua; así que le pidió a su subconsciente que procurara
recordarlo, y volvió a enfocar su atención en la otra mitad del
problema.
¿Cómo puedo
protegerme a mí mismo de los Dementores sin un Encantamiento
Patronus?
El Director había
estado expuesto repetidamente a un Dementor a unos cuantos metros de
distancia, una y otra vez a través de todo el día, y sólo había
resultado meramente cansado. ¿Cómo había hecho el Director eso?
¿Podía Harry hacer eso también?
Podía
ser que fuera una cosa azarosa de la genética, en cuyo caso Harry
estaba perdido. Mas asumiendo que el problema tuviera
solución...
Entonces la
respuesta obvia era que Dumbledore no le tenía miedo a la muerte.
Dumbledore
en verdad
no le tenía miedo a la muerte. Dumbledore honestamente, en realidad
creía que la muerte era la siguiente gran aventura. Lo creía desde
el interior, no eran palabras convenientes usadas para suprimir una
disonancia cognitiva, no solamente pretender ser sabio. Dumbledore
había decidido que la muerte era natural y un orden normativo, y
cualquier pequeño miedo restante que quedara dentro de él, había
requerido un largo tiempo y exposición repetida para que el Dementor
lo drenara a través de esa pequeña falla.
Ese camino estaba
cerca de Harry.
Y entonces Harry
consideró el otro lado, la pregunta inversa obvia:
¿Por qué soy
mucho más vulnerable que el promedio? Otros estudiantes no se
desmayaron cuando enfrentaron al Dementor.
Harry
tenía la intención de destruir la Muerte, eliminarla si podía.
Pretendía vivir por siempre, si podía; tenía esperanza de ello, el
pensamiento de la Muerte no le traía una sensación de desesperación
ni creía que fuera inevitable. No estaba atado ciegamente a su
propia vida; de hecho le había tomado esfuerzo no
quemar toda su vida ante la necesitad de proteger a otros de la
Muerte. ¿Por qué las sombras de la Muerte tenían tanto poder sobre
Harry? Él no habría pensado que tenía tanto miedo.
¿Había estado
Harry, desde un principio, haciendo razionalización? ¿Era él quien
en secreto le tenía tanto miedo a la muerte que había estado
retorciendo sus propios pensamientos, como Harry había acusado a
Dumbledore?
Harry consideró
ésto, evitando para sí mismo la opción de huir. Se sentía
incomodo, pero...
Mas...
Sin
embargo los pensamientos incómodos no siempre eran la verdad,
y éste en particular no sonaba exactamente correcto. Como si hubiera
un grano de verdad, pero no se estaba escondiendo donde
se decía que estaba la hipótesis -
Y ahí fue cuando
Harry se dio cuenta.
Oh.
Oh, ya lo
entiendo.
El que tiene
miedo, es...
Harry le preguntó a
su lado oscuro sobre lo que pensaba de la muerte.
Y el Patronus de
Harry parpadeó, se redujo, casi desapareció en un instante, por ese
desesperado, lloroso, terror aullador, un indecible miedo que haría
cualquier cosa para no morir, hacer todo a un lado para no morir, que
no podía pensar con regularidad o sentir con regularidad ante la
presencia del horror absoluto, que no podía mirar dentro del abismo
de la no-existencia al igual que no hubiera podido mirar directo al
Sol, una cegada y terrible cosa que únicamente quería hallar una
esquina oscura y esconderse y no tener que pensar más al respecto -
La figura plateada
se había oscurecido hasta ser una luz de luna, estaba vacilando
como una vela agonizante -
Todo
está bien,
pensó Harry, todo
está bien.
Se visualizó a sí
mismo arrullando a su lado oscuro como si fuera un niño asustado en
sus brazos.
Es correcto y
apropiado estar aterrorizado, porque la muerte es horrible. No tienes
por qué esconder tu horror, no tienes por qué sentir vergüenza por
ello, puedes llevarlo como una medalla de honor, a plena luz del sol.
Era extraño,
sentirse partido en dos así, el rastro de sus pensamientos que daba
confort, el rastro de sus pensamientos que seguía a su lado oscuro
para quien era incomprehensible la forastera forma ordinaria de
pensar de Harry; todas las cosas que su lado oscuro asociaba con su
propio temor de la muerte, la única cosa que nunca se había
imaginado o esperado que podría encontrar, era aceptación y
alabanza y ayuda...
No
tienes que luchar solo,
Harry afirmó en silencio a su lado oscuro. El
resto de mí te apoyará en ésto. No me permitiré morir, y tampoco
dejaré que mis amigos mueran. Ni tú/yo, ni Hermione, ni Mamá o
Papá, ni Neville o Draco ni nadie, ésta es la voluntad para
proteger... Visualizó
alas de luz solar, como las alas del Patronus que tenía que abrir de
par en par, para dar protección a ese asustado niño.
El Patronus brilló
otra vez, ¿el mundo giraba alrededor de Harry o era su propia mente
la que estaba girando?
Toma
mi mano,
Harry pensó y lo visualizó, ven
conmigo, y haremos ésto juntos...
Hubo una vacilación
en la mente de Harry, como si su cerebro hubiera dado un paso a la
izquierda, o el universo hubiera dado un paso a la derecha.
Y en un
resplandeciente corredor de Azkaban, con pequeñas luces de gas que
eran sobrepasadas por la estable e inconmovible luz de un Patronus
con forma humana, un niño invisible estaba de pie con una diminuta y
rara sonrisa en su cara, apenas temblando un poco.
Harry supo, de algún
modo, que acaba de hacer algo significativo, algo que iba más allá
de fortalecer su resistencia a los Dementores.
Y
más que eso, había recordado.
Pensar en la Muerte como una figura antropomórfica había logrado el
truco, bastante irónico. Ahora Harry lo recordaba, qué tenía la
reputación de esconder a alguien de la mirada de la propia Muerte...
***
En un corredor de
Azkaban, un mago que daba largas zancadas se detuvo abruptamente;
porque la luminosa cosa plateada que era su guía, se había detenido
en medio del aire, batiendo sus alas con estrés. El brillante fénix
blanco ladeó su cabeza, viendo hacia atrás y hacia adelante como si
estuviera confundido; y luego se giró hacia su maestro y sacudió su
cabeza en señal de disculpa.
Sin otra palabra, el
anciano mago se volteó y dando pasos largos regresó por donde había
venido.
***
Harry se quedó de
pie recto y erguido, sintiendo que el miedo se desprendía y se caía
de él. Algunas pequeñas partes suyas podrían haber sido corroídas
un poco por las olas de vacío que se habían estrellado
continuamente contra su roca inamovible, sin embargo sus extremidades
no estaban frías, y su magia estaba con él. Con el tiempo esas olas
podrían haberlo corroído y consumido, deslizándose por cualquier
parte diminuta suya que siguiera acobardada ante la Muerte en vez de
usar su miedo para darse energía a sí mismo durante la batalla. Mas
esa destrucción hubiera llevado tiempo, con las sombras de la Muerte
muy lejos y sin preocuparse por él. La debilidad, la fisura, la
linea de fallo que estaba adentro suyo había sido reparada, y las
estrellas resplandecieron luminosas en su mente, vastas y sin temor,
y fulgurantes en medio del frío y la oscuridad.
Para los ojos de
cualquier otra persona, hubiera parecido que el niño estaba de pie y
a solas en un corredor de metal pobremente alumbrado, exhibiendo esa
extraña sonrisa.
Porque Bellatrix
Black y la serpiente enrollada alrededor de sus hombros estaban
ocultas por la Capa de la Invisibilidad, una de las tres Reliquias de
la Muerte y con la reputación de esconder a su usuario de la mirada
de la propia Muerte. El acertijo cuya respuesta había estado
perdida, y que Harry había encontrado de nuevo.
Y
Harry sabía, ahora, que la ocultación de la Capa era más que la
mera transparencia del Desilusionador, que la Capa te mantenía
escondido
y no solamente invisible, imposible de ver como los Thestrals para
los que no conocían la muerte. Y Harry también supo que era sangre
de Thestral lo que pintaba el símbolo de las Reliquias de la Muerte
en el interior de la Capa, atando en la capa esa porción del poder
de la Muerte, permitiendo a la Capa confrontar a los Dementores en su
propio nivel y bloquearlos. Se había sentido como adivinar, y al
mismo tiempo una deducción certera, el conocimiento llegando a él
en el instante de resolver el acertijo.
Bellatrix seguía
transparente dentro de la Capa, sin embargo ya no estaba escondida
para Harry, sabía que ella estaba allí, igual de obvio para él que
un Thestral. Porque Harry nada más había prestado su Capa, no
regalado; y había logrado comprehender y dominar la Reliquia de la
Muerte que había pasado de generación en generación en la linea
Potter.
Harry miró
directamente a la mujer invisible, y preguntó, "¿Pueden
alcanzarte los Dementores, Bella?"
"No,"
respondió la mujer con una suave, curiosa voz. Luego, "Pero mi
Señor... tú..."
"Si pronuncias
alguna tontería, me molestará," Harry la interrumpió con
frialdad. "¿O estás bajo la impresión de que me sacrificaría
por ti?"
"No, mi Señor,"
la sirviente del Señor Oscuro replicó, oyéndose confundida, y
quizá maravillada.
"Sigue,"
habló el helado susurro de Harry.
Y continuaron su
viaje hacia abajo, mientras el Señor Oscuro cogió su monedero, y
tomó una galleta, y se la comió. Si Bellatrix hubiera inquirido,
Harry habría declarado que era por el chocolate, mas ella no lo
interrogó.
***
El anciano mago dio
zancadas largas hasta quedar en medio de los Aurores, el fénix
plateado y el rojo-dorado siguiéndolo de cerca.
"Tú
-" Amelia
empezó a bramar.
"Han
desactivado su Patronus," anunció Dumbledore. El anciano mago
no alzó su voz pero sus palabras calmadas de alguna forma superaron
las de ella. "Ya no puedo encontrarlos."
Amelia
apretó los dientes, y puso un buen numero de mordaces afirmaciones
en espera, y se dirigió al oficial de comunicaciones. "Digan al
cuarto del deber que le pregunten a los Dementores otra
vez
si pueden sentir a Bellatrix Black."
El especialista de
comunicaciones habló con su espejo por un momento, y unos pocos
segundos después, levantó la vista, sorprendido. "No -"
Amelia ya estaba
espetando groserías violentas en su mente.
"- sin embargo
pueden ver a alguien más en los niveles inferiores que no es un
prisionero."
"¡Perfecto!"
exclamó Amelia. "¡Diga a los Dementores que una docena de su
clase están autorizados para entrar a Azkaban y atrapar a
quienquiera que sea y a cualquiera en su compañía! ¡Y si ven a
Bellatrix Black, deben darle el Beso de inmediato!"
Amelia se giró y
fijó sus ojos directo sobre Dumbledore, retándolo a que discutiera;
mas el anciano mago sólo le devolvió una mirada un poco triste, y
se quedó en paz.
***
El Auror McCusker
terminó de hablar con el cadáver que flotaba a la deriva afuera de
la ventana, pasando las ordenes de la Directora.
El cadáver le
otorgó una sonrisa letal que casi le desencajó sus miembros, y
luego descendió flotando.
Poco después, una
docena de Dementores se levantó de donde habían estado divagando en
el centro del foso de Azkaban, y se dirigieron al exterior, hacia las
paredes de la vasta estructura de metal que se erguía sobre ellos.
Entrando a través
de hoyos ubicados en la base de Azkaban, las más oscuras de las
criaturas iniciaron su marcha del horror.
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