Buscar este blog

jueves, 22 de septiembre de 2016

Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad Capítulo 52

Capítulo 51             Capítulo 53


Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad


Capítulo 52

El Experimento de la Prisión Stanford, Parte 2

experimento prision stanford
Standford Prison Experiment (MoR)

La adrenalina ya estaba fluyendo en las venas de Harry, su corazón ya martillando en su pecho, allí en esa oscurecida tienda en bancarrota. El Profesor Quirrell había acabado de explicar, y en una mano, Harry sostenía una diminuta rama de madera que sería la llave. Este era, este era el día y el momento cuando Harry empezaba a actuar la parte. Su verdadera primera aventura, un calabozo para ser perforado, un gobierno malvado para ser desafiado, una damisela en apuros para ser rescatada. Harry debió haber estado más aterrado, más reluctante, pero en vez de eso sólo sentía que ya era el tiempo y lo había sido desde hace rato para iniciar la conversión hacía las personas sobre las cuales había leído en sus libros; comenzar su viaje hacia lo que el siempre había sabido estaba destinado a ser, un héroe. Tomar el primer paso en el camino que llevaba a Kimball Kinnison y al Capitán Picard y a Liono de Thundera y definitivamente no Raistlin Majere. Hasta donde el cerebro de Harry sabía a partir de observar caricaturas muy temprano en la mañana, cuando tú crecías se suponía que ganabas asombrosos poderes y salvabas el universo, eso era lo que el cerebro de había visto hacer a los adultos y adoptado como su modelo de rol para el proceso de la maduración, y Harry quería empezar a crecer muchísimo.

Y si el patrón de la historia demandaba que el héroe perdiera una parte de su inocencia, como el resultado de su primera aventura; entonces por ahora, al menos, en este momento todavía inocente, parecía tiempo y lo había sido desde hace rato para experimentar el dolor. Como quitarse ropas demasiado pequeñas para él; o como avanzar finalmente al siguiente nivel del juego, tras haber estado atrapado durante once años en el mundo 3, nivel 2 de los Hermanos Super Mario.

Harry había leído suficientes novelas como para sospechar que no se sentiría tan entusiasmado después, así que estaba disfrutándolo mientras durara.

Se produjo un sonido de estallido cuando algo cercano a Harry desapareció, y entonces no hubo más tiempo para melancolías heroicas.

La mano de Harry partió en dos la pequeña rama de madera.

Un gancho jaló sin moverse el abdomen de Harry cuando se activó el traslador, sintiéndose como un jalón más fuerte en ésta ocasión que los pequeños transportes entre los terrenos de Hogwarts y el Callejón Diagon -

- y lo tiró en medio de una enorme sucesión de truenos desvaneciéndose, y un latigazo de fría lluvia azotando su rostro, el agua cubriendo los anteojos de Harry y cegándolo en un instante, volviendo el mundo un borrón incluso antes de iniciar el descenso hacia las furiosas olas del océano muy abajo.

Él había llegado alto, alto, alto sobre el vacío Mar del Norte.

La conmoción de la violencia tormenta casi hizo que Harry dejará ir la escoba que el Profesor Quirrell le había dado, lo que no hubiera sido una buena idea. Casi le tomó un segundo entero a Harry recuperar su compostura y traer su escoba de regreso con un sencillo envión.

"Estoy aquí," dijo una voz nada familiar proviniendo de un parche vacío de aire sobre él; baja y gravillosa, la voz del hombre barbado espigado y cetrino en el cual el Profesor Quirrell se había transformado usando la Poción Multijugos antes de usar el Encantamiento Desilusionador consigo mismo y su escoba.

"Estoy aquí," Harry habló debajo de la Capa de Invisibilidad. Él no había usado la Poción Multijugos en sí mismo. Vestir un cuerpo diferente entorpecía tu magia, y Harry podría necesitar todo lo de su pequeña magia consigo; además el plan requería que Harry permaneciera invisible casi todo el tiempo, en lugar de Transformado.


(Ninguno de ellos había hablado el nombre del otro. Simplemente no usabas tu nombre en ningún momento durante una misión ilegal, aún estando invisible y flotando sobre un pedazo anónimo de agua en el Mar del Norte. Simplemente no lo hacías. Sería estúpido.)

Manteniendo cuidadosamente su agarre sobre la escoba con una mano, mientras la lluvia y el viento aullaban alrededor de él, Harry alzó su varita con un agarre igualmente cuidadoso y uso Impervius en sus anteojos.

Entonces, con los lentes despejados, Harry miró alrededor.

Él estaba rodeado por viento y lluvia, podían ser hasta cinco grados Celsius si es que estaba de suerte; ya tenía un Encantamiento Calentador conjurado sobre sí mismo nada más para protegerse del exterior en Febrero, pero eso no estaba contra las torrenciales y frías gotas. Peor que la nieve, la lluvia mojaba cada superficie expuesta. La Capa de la Invisibilidad te volvía completamente invisible, sin embargo no te cubría a ti en lo absoluto, y eso significaba que no te protegía para nada de la lluvia. La cara de Harry estaba expuesta a la fuerza completa del agua torrencial, y estaba cayendo directo en su cuello y mojando el interior de su camisa, también las mangas de su túnica y las puntas de su pantalón y los bordes de sus zapatos, el agua cogió cada pedazo de ropa como una avenida por la cual colarse.

"Por aquí," dijo la voz Metamorfoseada, y una chispa de luz verde se encendió en frente de la escoba de Harry, y entonces se disparó en una dirección que a Harry le pareció idéntica a cualquier otra dirección.

A través de la cegadora lluvia, Harry la siguió. La perdió a veces, la pequeña chispa verde, y cada vez que lo hizo, Harry gritó, y la chispa volvió a reaparecer en frente de él unos segundos después.

Cuando Harry le cogió el truco a seguir la chispa, ésta aceleró, y Harry pateó la escoba hasta que alcanzó máxima velocidad y la siguió. La lluvia lo azotó más fuerte, sintiendo lo que Harry imaginó sería como sentir un escopetazo de perdigones en el rostro, mas sus gafas permanecieron claras y protegieron sus ojos.

No fue más que unos pocos minutos después, con la escoba a toda velocidad, que Harry tuvo un vistazo de una enorme sombra a través de la lluvia, alzándose muy por encima de las aguas.

Y sintió un distante, hueco eco de vacío irradiando de donde esperaba la Muerte, aguando la mente de Harry y separándose en el acto, como una ola que se rompía sobre una piedra. Ésta vez Harry conocía a su enemigo, y su voluntad era de acero y por completo de luz.

"Ya puedo sentir los Dementores," informó la la voz gravemente Metamorfoseada de Quirrell. "No esperaba esto, no tan pronto."

"Piense en las estrellas," Harry propuso, sobrepasando el retumbo de un trueno distante. "No permita que haya ira dentro de usted, nada negativo,sólo piense en las estrellas, lo que se siente olvidarse de uno mismo y caer incorpóreo a través del espacio. Sostenga ese pensamiento como una barrera de Oclumancia cruzando toda su mente. Los Dementores tendrán problemas para pasar a través de eso."

Hubo silencio por un momento, seguido de un, "Interesante."

La chispa verde se alzó, y Harry inclinó su escoba ligeramente hacia arriba para seguirla, aún cuando se dirigía a un banco de niebla, una nube flotando bajo sobre las aguas.

Pronto estuvieron flotando por encima y ligeramente oblicuos al gran edificio de metal de tres lados, que se cernía muy abajo. El triangulo de acero era hueco, no sólido, era una construcción de tres delgadas paredes sólidas sin centro. Los Aurores en vigilancia se acuartelaban en el nivel superior y en el lado sur del edificio, el Profesor Quirrell había explicado, protegidos por sus Encantamientos Patronus. La entrada legal para Azkaban estaba en el techo de la esquina sureste del edificio. Que ellos dos no iban a usar, por supuesto. En su lugar usarían un corredor que pasaba directamente por debajo de la esquina norte del edificio. El Profesor Quirrell bajaría primero, y perforaría un hoyo en el techo y las protecciones mágicas justo en el extremo norte, dejando atrás una ilusión para cubrir la abertura.

Los prisioneros eran mantenidos en un lado del edificio, en niveles correspondientes a sus crímenes. Y al fondo, en la profundidad más al centro de Azkaban, yacía un nido con más de cien Dementores. Montones de basura eran tirados ocasionalmente para mantener el nivel sin deshacerse, pues la materia directamente expuesta a los Dementores se destruía hasta volverse barro y nada...

"Espera un minuto," pidió la ruda voz, "sígueme velozmente, y cruza con cuidado."

"Lo entiendo," Harry replicó despacio.

La chispa desapareció con un parpadeo, y Harry empezó a contar, mil, dos mil, tres mil...

...sesenta mil, y Harry se zambulló, el viento chillando alrededor mientras descendía, abajo hacia la vasta estructura de metal, abajo hacia donde podía sentir las sombras de la Muerte esperando por él, absorbiendo luz e irradiando vacío, mientras que la estructura de metal se hacía más y más grande. Plana y sin arreglos se cernía la vasta forma gris, solamente una solitaria estructura de caja alzada en la esquina suroeste. La esquina norte era un muro simple, el hoyo del Profesor Quirrell era indetectable.

Harry maniobró finamente al aproximarse a la esquina norte, dándose a sí mismo más margen de seguridad del que se molestaría en tomar en clases de vuelo, mas no demasiado. Tan pronto como pisó el freno, comenzando a bajar lentamente su escoba de nuevo, hacia lo que se veía como el sólido techo de la esquina al extremo norte.

Descender a través del techo ilusorio mientras estaba invisible fue una experiencia extraña, y luego Harry se halló a sí mismo en un corredor de metal iluminado por una luz naranja oscurecida – la cual, Harry se dio cuenta tras un vistazo, provenía de una lampara de gas pasada de moda cubierta por un manto...

...porque la magia fallaría, sería drenada después de un tiempo, en la presencia de los Dementores.

Harry desmontó su escoba.

La atracción del vacío se había vuelto más fuerte, como si se apartara y flotara alrededor de Harry sin tocarlo. Estaban distantes pero eran muchos, las heridas en el mundo; Harry podía señalarlas con sus ojos cerrados.

"Ssaca tu Patronuss," silbó una serpiente desde el suelo, viéndose más descolorida que verde bajo la tenue luz naranja.

La nota de estrés surgió incluso en la Lengua Parsel. Harry estaba sorprendido; el Profesor Quirrell había afirmado que los Animagos en sus formas de Animagos eran mucho menos vulnerables a los Dementores. (Por la misma razón que los Patronus eran animales, Harry asumió.) Si el Profesor Quirrell tenía tantos problemas en su forma de serpiente, ¿qué le había estado pasando mientras estaba en la forma humana que le permitía usar su magia...?

La varita de Harry ya se estaba levantando en su mano.

Este sería el inicio.

Aún si no era más que una persona, sólo una persona que él podía salvar de la oscuridad, aún si no era tan poderoso como para teletransportar a todos los prisioneros de Azkaban para ponerlos a salvo y quemar el triangulo infernal hasta que no quedaran más que fragmentos de rocas...

A pesar de todo era el comienzo, era el principio, era el primer pago por todo lo que Harry se proponía alcanzar con su vida. No más espera, no más esperanzas, no más una mera promesa, todo empezaría aquí. Aquí y ahora.

La varita de Harry con un tajo descendió para apuntar a donde los Dementores lo esperaban muy por debajo.

"¡Expecto Patronum!"

La resplandeciente figura humanoide se iluminó en cuanto apareció. No era la cosa tan-brillante-como-el-sol que había sido antes... probablemente porque Harry no había podido evitar pensar en todos los otros prisioneros en sus celdas, aquellos por los que él no estaba aquí para salvar.

Podía ser lo mejor, sin embargo. Harry necesitaría mantener su Patronus funcional por un buen rato, y podría ser mejor si no era tan brillante.

El Patronus mermó un poco, ante ese pensamiento; y luego mermó de nuevo, pues Harry intentaba poner menos de su fuerza en ello, hasta que finalmente la brillante figura humanoide estaba resplandeciendo sólo con un poco más de luz que el más luminoso de los Patronus animales, y Harry sintió que no podía arriesgarse a disminuirlo más sin arriesgarse a perderle por completo.

Y entonces, "Ess esstable," Harry siseó, y comenzó a alimentar a su monedero con la escoba. Su varita permaneció en su mano, y un ligero, sostenible flujo proveniente de sí mismo remplazó la parte que había perdido de su Patronus.

La serpiente reverberó hasta coger la forma de un larguirucho, cetrino hombre, sosteniendo la varita del Profesor Quirrell en una mano y una escoba en la otra. El hombre larguirucho trastabilló al volver a aparecer, y se tuvo que apoyar contra la pared por un momento.

"Bien hecho, aunque quizás un poco lento," murmuró la gravosa voz. La sequedad del Profesor Quirrell era perceptible, aún cuando no le encajaba a la voz, ni tampoco la grave expresión en el rostro densamente poblado por barba. "No los puedo sentir para nada, ahora."

Un momento después, la escoba se metió dentro de la túnica del hombre y desapareció. Luego el hombre alzó su varita y golpeó suavemente su cabeza, y con un sonido similar al de un cascarón de huevo rompiéndose desapareció otra vez.

En el aire floreció una tenue chispa verde, y Harry, todavía envuelto en la Capa de la Invisibilidad, lo siguió.

Si hubieras estado viendo desde afuera, no habrías visto nada excepto una pequeña chispa verde flotando a través del aire, y un resplandeciente humanoide plateado caminando detrás.

***

Ellos bajaron, y bajaron, y bajaron, pasando lampara de gas tras lampara de gas, y la ocasional puerta de metal enorme, descendiendo dentro de Azkaban con lo que parecía silencio total. El Profesor Quirrell había levantado un tipo de barrera que le permitía a él oír lo que ocurriera cerca, pero ningún sonido saldría hacia afuera, y ningún sonido podía alcanzar a Harry.

Harry no había sido capaz de impedir que su mente se preguntara por el por qué del silencio, o evitar que su mente le diera la respuesta. La respuesta que él ya había conocido en algún nivel de anticipación sin palabras que lo había lanzado a intentar no pensar sobre ello futilmente.

En algún lugar detrás de esas enormes puertas de metal, había personas gritando.

La plateada figura humanoide titubeó, encendiéndose y apagándose, cada vez que Harry pensó al respecto.

A Harry se le había indicado invocar un Encantamiento de Casco-Burbuja sobre sí mismo. Para prevenir que oliera cualquier cosa.

Todo el entusiasmo y heroísmo se habían desvanecido, como Harry había sabido que pasaría, había ocurrido incluso para sus estándares, el proceso se había completado la primera que habían pasado frente a una de aquellas puertas de metal. Cada puerta de metal estaba asegurada con un gran candado, un candado de metal sin magia que no habría detenido a un estudiante de Hogwarts de primer año – si todavía tenías una varita, si aún tenías tu magia, que los prisioneros no tenían. Esas puertas de metal no eran las puertas de celdas individuales, el Profesor Quirrell había informado, cada una abría hacia un corredor en el cual habría un grupo de celdas. De alguna manera eso ayudó un poco, el no considerar que cada puerta correspondía directamente a un prisionero que estaba esperando justo detrás de ella. En vez de eso podría haber más de un prisionero, lo que disminuyo el impacto emocional; al igual que el estudio que mostró que las personas contribuían más cuando les era requerida una cantidad de dinero para salvar la vida de un niño, que cuando se les decía que la misma cantidad se necesitaba para salvar a ocho niños...

Harry estaba encontrando arduo no pensar sobre ello, y cada vez que lo hacía, la luz de su Patronus fluctuaba.

Llegaron al lugar donde el pasillo giraba a la izquierda, a la esquina de la construcción triangular. Una vez más hubo pasos de metal al descender, otro tramo de escaleras; de nuevo volvieron a bajar.

Meros asesinos no eran puestos en las celdas más bajas. Siempre había un lugar más bajo al cual podías ir, e incluso un castigo peor que temer. Sin importar cuán bajo te hubieras hundido, el gobierno de la Bretaña mágica tenía alguna amenaza aguardando contra ti si hacías algo peor.

Sin embargo Bellatrix Black había sido la Mortífaga que inspiró más temor que cualquiera excepto el propio Señor Voldemort en persona, una bella y letal hechicera absolutamente leal a su maestro; ella había sido, si tal cosa era posible, todavía más sádica y malvada que Quien-Tú-Sabes, como si se propusiera superar a su maestro...

...eso era lo que el mundo sabía de ella, lo que el mundo creía de ella.

Mas antes de eso, el Profesor Quirrell le había contado a Harry, antes del debut de la sirviente más terrible del Señor Oscuro, había existido una chica en Slytherin que había sido callada, que casi siempre andaba sola, sin lastimar a nadie. Después hubo historias inventadas sobre ella, memorias cambiadas en retrospectiva (Harry conocía bien la investigación sobre eso). Pero en ese tiempo, mientras ella aún asistía a la escuela, la más talentosa bruja en Hogwarts había sido conocida como una chica gentil (el Profesor Quirrell había aseverado). Sus pocos amigos se sorprendieron cuando ella se unió a los Mortífagos, y habían estado más sorprendidos de que hubiera estado escondiendo tanta oscuridad detrás de esa triste, sabia sonrisa.

Esa era quien Bellatrix había sido una vez, la bruja más prometedora de su propia generación, antes de que el Señor Oscuro la robara y la rompiera, la fragmentara y la reformara, atándola a él en un nivel más profundo y con artes más oscuras que cualquier Imperius.

Diez años había servido Bellatrix al Señor Oscuro, asesinado a quien él señalara para asesinar, torturando a quien el señalara para torturar.

Y entonces el Señor Oscuro finalmente había sido derrotado.

Y la pesadilla de Bellatrix había continuado.

En algún lugar dentro de Bellatrix podría haber algo que seguía gritando, que había estado gritando todo el tiempo, algo que un Sanador psiquiátrico podría traer de regreso; o podría ser que no, el Profesor Quirrell no tenía forma de conocerlo. Mas de cualquier forma, ellos podían...

...ellos podían al menos sacarla de Azkaban...

Bellatrix Black había sido puesto en el nivel más bajo de Azkaban.

Harry estaba teniendo problemas para no imaginar lo que vería cuando llegaran a su celda. Bellatrix no debió tener casi nada de miedo a la muerte, en el principio al menos, si es que todavía seguía con vida.

Descendieron otro tramo de escaleras, acercándose mucho más a la Muerte y a Bellatrix, el cloqueo de sus zapatos invisibles era el único sonido que Harry podía escuchar. Tenue luz naranja proviniendo de las luces de gas, la débil chispa verde vagando por el aire, la luminiscente figura siguiendo con su luz plateada fluctuando de tiempo en tiempo.

***

Tras descender muchas veces, llegaron finalmente a un corredor que no acababa en escaleras, y a una última puerta de metal, y la chispa verde se detuvo allí.

El corazón de Harry se había calmado un poco, a medida que se adentraron más en las profundidades de Azkaban sin que ocurriera nada. Pero de nuevo estaba martillando en su pecho. Estaban en el fondo, y las sombras de la Muerte estaban muy al alcance de la mano.

Un suave clic metálico surgió de la cerradura, así el Profesor Quirrell abrió el camino.

Harry respiró profundamente y recordó todo lo que el Profesor Quirrell le había explicado. La parte difícil no sería lograr la personalidad pretendida exacta para engañar a Bellatrix Black, la parte difícil sería mantener su Patronus funcionando al mismo tiempo...

La chispa verde parpadeó, y un momento después una serpiente de un metro de largo apareció con un resplandor, ya no más invisible.

La puerta de metal se movió con un crujiente y lento sonido al tiempo que Harry la empujó con su mano invisible, la entreabrió un poco, y echó un vistazo.

Observó un corredor recto que terminaba en piedra sólida. No había luz excepto la que se deslizaba del Patronus de Harry. Ese era el brillo suficiente para que pudiera ver los barrotes exteriores de las ocho celdas ubicadas en el corredor, sin embargo él no podía ver el interior; más importante, sin embargo, era que no veía a nadie en el corredor.

"No sse ve nada," siseó Harry.

La serpiente salió disparada hacia adelante, retorciéndose rápidamente a través del suelo.

Tras un momento -

"Ella esstá ssola," silbó la serpiente.

Quedate, Harry le envió el pensamiento a su Patronus, el cual asumió posición a un lado de la puerta, como si la fuera a proteger; y luego Harry empujó la puerta más, y siguió adentrándose.

La primera celda a la que Harry se asomó contenía un cuerpo disecado, piel que se había vuelto gris y jaspeada, carne desgastada en ciertos lugares para exponer el hueso subyacente, sin ojos -

Harry cerró sus ojos. Todavía podía hacer eso, seguía siendo invisible, no estaba traicionando nada al cerrar sus ojos.

Ya sabía, porque lo había leído en la página seis de su libro de Trannsformación, que permanecías en Azkaban hasta que tu condena terminara. Si morías antes de que se cumpliera el tiempo era deber de ellos mantenerte aquí hasta que tu cadáver fuera liberado. Si tu condena era de por vida, dejaban tu cuerpo en la celda hasta que fuera necesitada, punto en el cual tu cuerpo era arrojado al nido de los Dementores. Mas seguía siendo impresionante ver, ese cadáver había sido una persona que había sido abandonada allí sin más -

La luz en el cuarto titubeó.

Calma, pensó Harry en su núcleo. No sería bueno para el Profesor Quirrell si ese Patronus desaparecía a causa de sus pensamientos tristes. Así de cerca de los Dementors el Profesor de Defensa podía caer muerto ahí mismo. Calma, Harry James Potter-Evans-Verres, ¡calma!

Con ese pensamiento, Harry abrió sus ojos otra vez, no había tiempo que perder.

La segunda celda que miró sólo contenía un esqueleto.

Y detrás de los barrotes de la tercera celda vio a Bellatrix Black.

Algo precioso e irreemplazable dentro de Harry se marchitó como hierba seca.

Podías decir que la mujer no era un esqueleto, que su cabeza no era una calavera, porque la textura de la piel seguía siendo diferente de la textura del hueso, sin importar cuán blanca y pálida se había vuelto ella, esperando a solas en la oscuridad. O la estaban alimentando poco, o lo que comía, las sombras de la Muerte se lo drenaban; porque sus ojos parecían hundidos por debajo de parpados, sus labios se mostraban demasiado marchitos para cerrarse por encima de su dentadura. El color parecía haberse filtrado de la ropa negra que había traído a prisión, como si los Dementores hubieran drenado eso también. Se suponían que fueran desafiantes, esa ropa, ahora apenas y yacía sobre un esqueleto, exponiendo piel marchitada.

Estoy aquí para salvarla, estoy aquí para salvarla, estoy aquí para salvarla, Harry pensó para sí mismo, desesperadamente, una y otra vez con un esfuerzo similar al de la Oclumancia, disponiendo su Patronus a no irse, a quedarse y proteger a Bellatrix de los Dementores -

En su corazón, en su núcleo, Harry se sujetó a toda su lastima y compasión, su voluntad para salvarla de la oscuridad; el resplandor plateado que se colaba a través de la puerta abierta se incrementó, al tiempo que pensó lo anterior.

Y otra parte de él, como si estuviera dejando que otra parte de su mente se encargará de un habito sin poner mucha atención a ello...

Una expresión fría cayó sobre la cara de Harry, invisible debajo de la capucha.

"Hola, mi querida Bella," saludó un susurró helado. "¿Me extrañaste?"

Capítulo 51             Capítulo 53


No hay comentarios: