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jueves, 28 de mayo de 2020

Memorias de un mago enamorado 11

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Memorias de un mago enamorado


chica de cabello rojo bajo la nieve
Foto original por Rodolfo Sanches Carvalho

Capítulo 11: Aprobación paterna divina


Hace treinta y cinco años, la bruja conocida como Huracán Lena destruyó algunas ciudades en la zona central de nuestro país durante una semana. Mató a nueve personas y produjo daños por más de un billón de dólares con sus vientos que superaron los doscientos kilómetros por hora. Todo eso porque un hombre ordinario, sin magia, prefirió irse con otra chica que era como él. La mayoría de personas no conocen esta historia pero yo sí, porque ella es mi madre.

Ella tenía veintinueve años cuando fue rechazada por primera vez en su vida. Su autoestima fue destrozada, y se obsesionó con encontrar una manera de no envejecer, de recuperar la belleza de su juventud. Creía que había sido rechazada por las arrugas que empezaban a insinuarse en su rostro, y no porque era una perra.

Durante veinte años investigó por todos lados, en busca del Elixir de la Eterna Juventud, la Piedra Filosofal, el Santo Grial y otros artilugios similares. Todas sus búsquedas fueron en vano, porque todos esos objetos siempre llevaban al Mago Hartwell. Con cincuenta y nueve años, Lena optó por el menor de los males e hizo un trato con el Dios Dragón del Viento: a cambio de una juventud que nunca fuera a marchitarse, ella le daría a su primogénito, nacido de la Unión de ambos.

Al principio Lena se mostró acongojada y reticente, pero finalmente cedió. El Dios Dragón del Viento esperaba mantener atada a Lena, porque lo que en realidad deseaba era poseer el cuerpo de Lena, no carnal sino espiritualmente. Bien es sabido que los Dioses Dragones no comprenden la naturaleza humana ni lo que se oculta en sus corazones, por eso la mayoría prefiere hacer un trato con ellos para sacar ventaja. En cuanto el bebé salió de sus entrañas, Lena desapareció del radar del Dios Dragón, pues ella sabía lo que realmente quería y no le iba a entregar el dominio de su cuerpo.

Sin embargo el Dios Dragón del Viento no se sintió estafado, porque había obtenido un niño que tenía el mismo potencial que Huracán Lena. Durante sus miles de años en este mundo no había engendrado hijos antes. Hay quienes dicen que no quería ataduras emocionales, y otros que afirman que ya lo había intentado en otro mundo y había sido catastrófico. Como fuera, mi nacimiento lo hizo cambiar de parecer radicalmente. Se dedicó a buscar brujas con magias interesantes y tuvo hijos con ellas, a cambio concediendo cualquier deseo que ellas quisieran. Ninguna se resistió a semejante oferta, por lo que terminé con ocho hermanos.

Todos los hijos del Dios Dragón del Viento tenemos el cabello rubio y los ojos carmesí, y un aura angelical, como la describen muchos. Sin embargo, existen varios Fabricantes con la habilidad necesaria para construir objetos que puedan ocultar la verdadera apariencia de alguien, como mi Anillo de Ojos Castaños. Quizá sea más sencillo reconocerlos por sus dones y personalidades.

Después de mi nació Jiro, un año menor que yo, así que tiene trece años como ustedes. Con el poder de manipular a otros como si fueran títeres. Su magia es poderosa, pero lenta. Requiere un buen tiempo dar la serie de órdenes mentales suficientes como para que un individuo haga lo que Jiro desea exactamente. Mi hermano quiere que sus planes se ejecuten a la perfección. A menudo mi padre lo regañó por demorarse tanto. Creo que Jiro siempre envidió que yo fuera el favorito. Cuando el Dios Dragón del Viento estaba vivo, yo era su ejecutor predilecto. Desde los cuatro años me envió a diversas misiones para oponerme a su enemigo número uno, el Mago Hartwell. A Jiro solamente le fue asignada una misión y fracasó de manera bochornosa. Hoy realicé una pequeña investigación, y resulta que una compañera de ustedes desapareció misteriosamente de su casa ayer en la noche. La policía cree que se escapó con su novio o algo por el estilo, pero yo creo que pudo tratarse de Jiro, quien se fue con el rabo entre las piernas tras la muerte de Kuro.

Renzo es tres años menor que yo. Tiene un don bastante peculiar. Cada vez que haya dos personas junto a él, puede escoger que una muera, que otra se enamore y que otra sufra. Lo malo es que tiene que someterse a sí mismo a alguna de esas alternativas. Es una magia inusitada, bien usada podría ser muy peligrosa. Sin embargo Renzo procura usar su magia lo menos posible. Creo que era el único que se oponía abiertamente a nuestro padre cuando estaba vivo, y fue el primero en marcharse con rumbo desconocido. No creo que nos vaya a atacar, pero nunca se sabe. A Renzo le gusta mucho la buena comida y dormir.

Después vinieron las quintillizas. Padre sentía orgullo hacia ellas. Nana, con el don de hacer realidad los deseos más recónditos de las personas y convertirlos en monstruos de carne y hueso. No es el Mago Hartwell, pero se le acerca bastante. Riku, una bruja de tierra con la capacidad de crear ejércitos en un parpadeo. Masaki, especializada en potenciar la magia de otros. Mori, capaz de crear una ilusión de la cual nadie ha podido escapar hasta ahora. Y Suki, que puede hacer que otros se obsesionen con ella al punto de hacerse matar. Las cinco son formidables, y siempre andan en grupo. Su Gremio, Placidus Manibus, está bajo el control directo del Dios Dragón del Fuego.

Reconozco que no conozco realmente a mis hermanos y hermanas. Yo me la pasaba yendo de un lado para el otro haciendo lo que el Dios Dragón del Viento me decía. Para mí lo importante era sobresalir, ser el más digno de su atención, ser su herramienta más útil. En su nombre cometí muchas atrocidades, y habría cometido muchas más, de no ser porque Melodie lo destruyó.


...

Un largo silencio siguió al relato de Zeferino.

—Oye, ¿por qué todos tus hermanos tienen nombres tan extraños? Bueno, tu nombre es extraño, pero al menos no suena como si fuera de otro país. —Inquirió Fernando.

Zeferino sonrió antes de responder, y Melodie sintió que su apariencia angelical era demasiado peligrosa para ella.

—Solamente a mi madre se le permitió darme un nombre. Recuerda que el Dios Dragón del Viento esperaba que ella sintiera amor por mí. Al resto de mis hermanos los nombró mi padre a su antojo. Jiro me dijo varias veces que Renzo, Kuro y él eran los menos favoritos de nuestro padre desde el momento de nacer, que era notorio porque le puso nombres con un significado estúpido.

—De lo que se puede inferir que ese tal Jiro tiene un complejo de inferioridad. —Apuntó Camilo.

—Tal vez, aunque Jiro tenía al menos algo de razón. Incluso desde el vientre, un Dios Dragón puede saber el potencial mágico de una persona. Y nuestro padre era un tarado, eso no se puede negar.

—Zeferino, no te tomes a mal lo que te voy a decir pero, ¿eso es todo? —Cuestionó Persea.

—¿A qué te refieres? —Replicó Zeferino sorprendido.

—Pues, nos has dado datos relevantes, pero son muy sucintos. Hablas de tu familia como si fueran personajes y no como personas. O sea, ¿no hay más que nos puedas decir sobre ellos? Dijiste que no los conocías mucho, sin embargo parece que no los conocías de nada.

Zeferino se quedó mirando los ojos verdes de Persea hasta que ella se sintió incómoda. Luego él se encogió de hombros y suspiró.

—Tienes razón. Nosotros nunca nos relacionamos mucho que digamos. Yo era una persona muy diferente a la que soy ahora, ellos nunca me interesaron más allá de la utilidad de sus habilidades. Lo siento, nunca pensé que eso fuera a morderme en el trasero. Incluso tras abandonar el bando del Dios Dragón del Fuego, no se me ocurrió entrar en contacto con Renzo, el único que podría pensar igual que yo. Espero que no sea demasiado tarde para ello.

—¿Y qué hay del tal Jiro y las quintillizas? ¿No puedes arreglar tu relación con ellos? —Preguntó Melodie, demasiado embelesada en aquellos ojos carmesí.

Zeferino negó con la cabeza.

—Jiro siempre me odio por ser el primogénito, eso nunca me lo va a perdonar. En cuanto a mis hermanas, son el martillo destructor del Dios Dragón del Fuego.

Zeferino jugueteó con el anillo de acero entre sus dedos.

—Lo mejor es que me ponga esto de nuevo, antes de que tu mamá venga y me vea con este aspecto.

—¡Espera un momento! —Espetó Melodie pegando un brinco hacia Zeferino.

Todos se la quedaron mirando. Ella había hablado sin pesar, porque quería verlo así un poco más. Como no podía revelar eso, mintió lo primero que se le ocurrió.

—¿Puedo probarme ese anillo? Quiero saber cómo se ve a mí.

Zeferino sonrió. A Melodie le temblaron las rodillas.

—Dijiste lo mismo la primera vez que te mostré mi verdadera apariencia. Toma, haz la prueba.

Melodie recibió el anillo que Zeferino le ofreció y se paró frente a su espejo que la reflejaba de pies a cabeza. Su cabello negro se hizo más claro y sus ojos se volvieron castaños. No fue un gran cambio en realidad.

—Sutil, me gusta. —Comentó Melodie sobre sí misma.

—¡Ahora yo! —Demandó Fernando.

—¿Yo también puedo? —Pidió Persea interesada.

—Claro. ¿Tú también te apuntas, Cam?

—No. Tengo que memorizar esta reseña que hiciste sobre Moby-Dick. Ustedes dos no deberían perder el tiempo, sobretodo tú Melodie. Y ya te dije que no me llames Cam, Zeferino.

—A lo mejor no tengo necesidad de estudiar. Zefer, ¿puedes soplarme las respuestas durante el examen?

—¿Soplar?

—Ajá. Así como haces tú para obtener calificaciones perfectas. Ya sabes, un poco de trampa a mi favor para mejorar mis notas y que podamos pasar las vacaciones de invierno haciendo cosas divertidas. —La voz de Melodie se había puesto melosa sin que ella se diera cuenta.

—Primero, yo nunca hago trampa en mis exámenes, no necesito hacerlo, yo sí tengo memoria eidética.

—Espera, ¿de verdad? ¡Pensé que eso era una excusa! ¡No es justo! Voy entendiendo por qué tus hermanos te odian tanto. —Bromeó Melodie.

—Segundo, ay dolor, no es mi culpa haber nacido tan perfecto. De hecho, si no fuera tan inteligente no sería ni la mitad de buen mago que soy. Tercero, yo escucho el viento. Nuestra Unión no está al nivel donde lo puedas comprender, aún si lo puedes percibir. Cuarto, si uso mi magia de viento para volverme invisible y estar a tu lado durante el examen, las hojas de los exámenes van a salir volando por todos lados.

—¿Entonces tengo que recuperar mis asignaturas como una persona normal?

—Sí. —Declaró Zeferino con solemnidad.

Melodie saltó a su cama, haciendo brincar los cuadernos de Zeferino y Persea, y con frenética desesperación empezó a auscultar los cuadernos de él.

—¡La magia no sirve para nada! —Estalló Melodie.

—Oye, tú eras la que quería una vida normal. —Se mofó Zeferino, recibiendo el anillo de manos de Persea, volviendo a recuperar su cabello y ojos castaños.

...

Era de noche cuando por fin ser fueron de la casa de Melodie. Zeferino había comprado pizza para todos. Camilo no dejó de notar lo impresionados que estaban los padres de Melodie, a causa del dinero que Zeferino gastaba como si fuera poca cosa. También pudo notar el regocijo de él al causar dicha impresión con su fortuna, y cómo Melodie había contemplado a Zeferino tras quitarse el Anillo de Ojos Castaños.

Había apretado los puños y los dientes más de una vez ese día. Esperaba que ninguno de ellos lo hubiese notado.

Zeferino pagó un taxi para ellos. Camilo dejó a Persea en la puerta de su casa. No habían hablado mucho durante el trayecto. Pensó que ella estaría cansada de tanto estudiar. En cuanto a él, se sentía incapaz de seguir pretendiendo por más tiempo. Sentía que se estaba ahogando en la piel de Camilo.

Por fin llegó a su casa. Saludó a Abdullah, el señor al que llamaba padre.

—Nuestro amo desea verte. —Dijo Abdullah sin preámbulos.

Resignado a lo que era inevitable, Camilo se dirigió al limpio sótano de su falso hogar. Allí empujó una pared corrediza y siguió de largo por el pasillo. Se detuvo momentáneamente en la única habitación que había a lo largo de ese pasillo, la amplia estancia en la que dormía Kuro. Camilo no supo cómo expresar lo que sentía, así que siguió avanzando hasta que llegó a un ascensor.

Tras presionar el botón de bajada, Camilo supo que tenía tres kilómetros para pensar lo que le iba a decir al Dios Dragón del Fuego. No se le ocurrió nada. Lo más que atinó fue pronunciar el conjuro para hacer visible su Anillo de Ojos Negros. Lo removió porque, tal vez, tener el cabello rubio y los ojos carmesí le iba a ganar un ápice de simpatía.

...

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Nota de autor (28 de Mayo de 2.020)


Ya estoy mejor de la espalda.

El próximo capítulo de Memorias de un mago enamorado lo voy a publicar el Sábado. Pero a partir de la próxima semana, los nuevos capítulos serán publicados los Lunes, Miércoles y Viernes. Creo que así queda más organizado y puedo descansar un poco el Domingo.

Creo que con tres capítulos más ya puedo sacar la primera recopilación en formatos EPUB y PDF, tengo una manía con que mis libros queden alrededor de las cien páginas, un augurio de buena suerte para mí. No estoy seguro de qué subtitulo poner a ese primer libro de la saga. De todos los títulos que he escrito hasta ahora para Memorias de un mago enamorado, mi favorito es La alegre canción del viento, por lo que por ahora ese es el más más probable.

El capítulo de hoy lo dedico a mi pareja Melathana, quien me ha tolerado por tanto tiempo por alguna razón que sólo ella conoce.

De ahora en adelante voy a eliminar el texto de las miniaturas para cada capítulo, creo que queda mejor así.

Esta entrada fue posible gracias a Rocio Tou, Sergio Andres Rodriguez Vargas, Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.

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