Feliz por ver ganar a Colombia y perder a Uruguay
Ayer fui invitado a casa de mi abuela paterna para ver el partido de Colombia VS Uruguay. Además de comer una inesperada ración de salmón, y una cantidad inmensurable de galletas dulces, no hice otra cosa que ver hipnotizado la pantalla de televisión.
Tenía el presentimiento de que Colombia iba a ganar. Sin embargo, no es fácil fiarse de estas intuiciones cuando hay sentimientos tan fuertes de por medio. Uruguay no me simpatiza desde hace años, cuando fue quien ejecutó a la Selección Colombia hace unos años en eliminatorias. A diferencia de la mayoría de personas, que tenían presente la Uruguay del Diego Forlán de hace cuatro años, yo nunca he podido olvidar ni perdonar su fútbol tramposo y chapucero.
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Por eso no me sorprendió la mordida de Luis Suárez, que sí me causó mucha indignación, pero sus mordidas y faltas eran cuento viejo. No me extrañó que Uruguay reaccionara a la justa sanción con hipocresía y descaro. Tampoco me sobresalté cuando Uruguay llegó a dar patadas en lugar de mostrar un buen fútbol.
El juego bonito de Colombia, las hazañas individuales y grupales, y la genialidad de su técnico, eran cosas que daba por descontado y que no me defraudaron. Lo que no esperaba era un buen arbitraje, uno de los pocos partidos en éste mundial de Brasil donde no se puede acusar al arbitro del resultado. Me hubiera gustado que dispensara más tarjetas amarillas para Uruguay, aunque reconozco que eso es un deseo personal y parcializado.
Al finalizar el partido, me invitaron a unirme a la caravana en Roldanillo, en el carro de un primo, y en contra de mi acostumbrado sentido asocial, acepté. Fue raro estar en medio de tanto bullicio, una experiencia divertida e inusual que no pienso tomar como habito, mas fue bueno tenerla por lo menos una vez en la vida.
La Selección Colombia tiene una semana para prepararse para enfrentar a Brasil. Una vez más tengo el presentimiento de que Colombia va a ganar, y de nuevo las dudas patrióticas me acosan. Habrá que tener paciencia y seguir acompañando al equipo con la filosofía que Pekerman nos enseñó: un partido a la vez.
Sabías qué:
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