¿Cómo conocí a Stephen King?
Como todos los que nacemos pobres pero con un verdadero deseo de leer, la mayoría de libros son prestados. La primera novela que me prestaron fue Ojos de Fuego del viejo Stephen King.
Cuando niño, llamaba libros grandes a las novelas, pues empecé a leerlas antes de que me enseñaran las clasificaciones literarias. Y desarrollé la temprana hipótesis de que los libros grandes debían ser más divertidos. Lo que si bien al final no resultó ser cierto, sí me llevó por el camino correcto.
Ojos de fuego me enseñó muchas lecciones de vida que todavía abrazo con fervor:
- No todos los adultos son de fiar. Algunos sí, mas otros definitivamente no.
- La fe se desperdicia en los políticos y los gobiernos.
- Los padres no siempre pueden proteger a sus hijos.
- Tener poderes o dinero no soluciona los problemas de tu vida.
- Las drogas son malas.
- Hay gente que aparenta ser normal cuando en realidad están más locos que una cabra.
- La peor tortura de todas es que te arranquen las uñas una por una. Después de dos hasta la mejor madre vende a sus hijos.
Alguien podría decir que con menos de diez años estaba demasiado pequeño para leer semejantes cosas. Se equivocan, porque gracias a ése libro y algunos otros, pude perseverar a pesar de las cosas malas que me pasaron antes y después.
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