Capítulo 79 Capítulo 81
Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad
Lucius Malfoy por Tavoriel |
Capítulo 80: Intercambio de Tabúes, Parte 2: El Efecto Halo
El Más Antiguo Tribunal del Wizengamot es frío y oscuro, con medio-círculos concéntricos de piedra elevándose desde lo más bajo del centro, y simples bancos de madera ubicados bajo aquellos elevados medio-círculos. No hay fuente de luz, pero la cámara está bien iluminada, sin ninguna causa o razón aparente; simplemente es un hecho bruto que el salón está bien iluminado. Las paredes al igual que el piso son de piedra, piedra oscura, alguna elegante y misteriosa conjugación de la roca más fina para contemplar, con una suave textura que parece flotar y menear bajo su superficie. Este es el Más Antiguo Tribunal, el lugar más antiguo de la hechicería que había perdurado hasta el presente; cualquier otro lugar de poder fue destruido en una guerra u otra. Este es el Tribunal del Wizengamot, que es el más antiguo porque las guerras terminaron con la construcción de este lugar.
Este es el Tribunal del Wizengamot; hay lugares más viejos, sin embargo están escondidos. La leyenda cuenta que las paredes de piedra oscura fueron conjuradas, creadas, puestas en existencia por la voluntad de Merlín, cuando reunió a los más poderosos magos que quedaban en el mundo y los impresionó hasta que lo aceptaron como su jefe. Y cuando (la leyenda continua) los Videntes siguieron prediciendo que no se había hecho suficiente para prevenir el final del mundo y su magia, entonces (la historia decía) Merlín sacrificó su vida, y su hechicería, y su tiempo, para poner en fuerza el Interdicto de Merlín. No fue un acto sin costo, pues un lugar como este no podía ser alzado de nuevo por ningún poder aún conocido por los hechiceros. Ni aún destruido, pues aquellas paredes de piedra oscura pasarían sin daño, y quizá sin calor, a través del corazón de una explosión nuclear. Es una lastima que ya nadie sepa como hacerlas.
En el más alto de los elevados medio círculos del Wizengamot, en el nivel que era la cima de la piedra oscura, había un podio. En el podio estaba de pie un hombre, con arrugado rostro de preocupación y una barba plateada que caía hasta por debajo de su cintura; este es Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore. Su mano derecha luce una varita de poder, sobre su hombro descansa un ave de fuego. Su mano izquierda sostiene una vara corta, delgada y sin marcas y forjada de la misma piedra oscura de las paredes, y este es la Intacta Línea de Merlín, el dispositivo del Jefe de Magos. Karen Dutton legó la Línea a Albus Dumbledore en el último día de su vida, escasas horas después de regresar medio muerto tras derrotar a Grindelwald con un flamante fénix brillando a su lado. Ella a su vez había recibido la Línea del perfeccionador Nicodemus Capernaum, cada mago pasándolo a su sucesor elegido, hasta retroceder en una cadena intacta hasta el día en que Merlín exhaló su último aliento. Así (si te lo habías preguntado) era cómo el país de la Bretaña Mágica se las arreglaba para elegir a Cornelius Fudge para su Ministerio, y a pesar de eso terminar con Albus Dumbledore como Jefe de Magos. No por la ley (pues la ley escrita puede ser re-escrita) sino por la más antigua tradición, el Wizengamot no escoge al que debe presidir sobre sus locuras. Desde el día del sacrificio de Merlín, el deber más importante de cualquier Jefe de Magos había sido ejercer la más alta de las precauciones en su elección de la persona que fuera tanto buena como capaz de discernir buenos sucesores. Esperarías que esa cadena de luz fallara un paso, en algún momento a través de los siglos; que se fuera a desviar al menos una vez, y luego nunca se fuera a rectificar. Sin embargo no había ocurrido. La Línea de Merlín continúa, intacta.
(O así lo afirmaba la facción de Dumbledore. El Señor Malfoy te contaría algo diferente. Y en Asia te iban a relatar otros cuentos enteramente diferentes, lo que no necesariamente hacía la versión de Bretaña incorrecta.)
Sobre la más baja de las plataformas del Antiguo Tribunal había una silla de espalda alta, con brazos y piernas y sin acolchar, de metal oscuro en vez de piedra oscura, que Merlín no había puesto allí.
La construcción del Ministerio que creció alrededor de este lugar es de paneles de madera y con pintura dorada, resplandeciente e iluminada por fuego, llena con bulliciosas tonterías. Este lugar es diferente. Es el corazón de piedra de la Bretaña mágica, no tiene pintura dorada ni paneles de madera, ni iluminada por fuego ni resplandeciente.
Llenando solemnemente este cuarto están brujas y magos con túnicas de color ciruela cada una con una W de plata bordada. Se mueven con un aire de seriedad demostrando que están muy conscientes de que son terrible, terriblemente importantes. Después de todo, se encuentran en el Tribunal Más Antiguo. Ellos son los Señores y Damas del Wizengamot, y se consideran a sí mismos los más grande representantes del país mágico más grande del mundo. Naciones inferiores han caído ante ellos suplicando de rodillas; son poderosos, son ricos, son nobles; ¿no son grandiosos?
Albus Dumbledore conoce los nombres de todos en este cuarto. Le ha enseñado a muchos de ellos, aunque muy pocos aprendieron. Algunos son sus aliados, algunos sus oponentes, al resto los corteja con la cuidadosa danza de su neutralidad. Todos ellos, para él, son personas.
El actual Profesor de Defensa de Hogwarts, si le pedías su opinión sobre los Señores y las Damas, iba a afirmar que mientras muchos de ellos son ambiciosos, muy pocos tienen alguna ambición. Él haría la observación que el Wizengamot es exactamente donde alguien así terminaría - esa es exactamente la clase de oportunidad que obtendrías, si no tenías nada mejor que hacer. Tales personas rara vez eran interesantes, sin embargo a menudo son piezas útiles; piezas para ser manipuladas, puntos para ser conseguidos, por los verdaderos jugadores del juego.
No entre los medios círculos elevados, sino en medio de un arco levantado para los espectadores, al lado de una bruja con sombrero puntiagudo cuyo rostro está arrugado por la aprehensión, ahí se sienta un chico con la túnica negra más formal que posee. Sus ojos son un hielo verde y abstracción, y apenas le echa una ojeada a los Señores y Damas cuando están yendo y viniendo. Para él no son más que una colección de susurrantes túnicas de color ciruela para decorar los bancos de madera, relleno visual para la escena del Más Antiguo Tribunal. Si hay un enemigo aquí, o algo para ser manipulado, es meramente "el Wizengamot". Aunque las ricas élites de la Bretaña mágica tienen fuerza colectiva, no tienen una agenda individual; sus metas son demasiado extrañas y triviales para que tengan roles individuales en este cuento. Pues ahora, en este tiempo presente, al chico ni le gustan ni le disgustan las túnicas de color ciruela, porque su cerebro no les asigna suficiente personalidad para ser sujetos de juicio moral. Él es un Personaje Jugador, y ellos son decorado en la pared.
Esta perspectiva está apunto de cambiar.