Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad
Capítulo 84: Intercambio de Tabúes, Conclusión 2
Cuando Hermione Granger despertó, se encontró a sí misma yaciendo sobre una suave, confortable cama de la enfermería de Hogwarts, con un cuadrado de luz solar cayendo sobre su estómago, tibia a través de la delgada manta. La memoria le decía que habría una cortina sobre ella, ya estuviera extendida alrededor de su cama o abierta, y que el resto del dominio de Madam Pomfrey estaría más allá: las otras camas, ocupadas o desocupadas, y brillantes ventanas esculpidas en la piedra de Hogwarts.
Cuando Hermione abrió sus ojos, la primera cosa que vio fue la cara de la Profesora McGonagall, sentada en el lado izquierdo de su cama. El Profesor Flitwick no estaba allí, aunque eso era comprensible, había estado con ella toda la mañana en la celda de detención, su cuervo plateado otorgando protección extra contra el Dementor y su pequeño y severo rostro siempre dirigido hacia los Aurores. El Jefe de Ravenclaw seguramente había pasado ya demasiado tiempo con ella, y probablemente tenía que regresar a enseñar sus clases, en vez de seguir vigilando a una convicta por intento de homicidio.
Se sentía horrible, horriblemente enferma y no creyó que fuera por ninguna de las pociones. Hermione habría empezado a llorar de nuevo, sólo que su garganta dolía, sus ojos aún ardían, y su mente sólo sentía cansancio. No habría sido capaz de sollozar de nuevo, no podía encontrar la fuerza para las lágrimas.
"¿Dónde están mis padres?" Hermione susurró a la Jefe de Casa de Gryffindor. Por alguna razón parecía como la peor cosa en el mundo tener que darles la cara, incluso peor que todo lo demás; y ella aún no quería verlos.
La gentil mirada en el rostro de la Profesora McGonagall se Transformó en algo más triste. "Lo siento, Señorita Granger. Aunque no siempre fue así, hemos hallado en años recientes que es más sabio no informar a los padres Muggle sobre cualquier peligro que sus hijos hayan enfrentado. También le aconsejaría permanecer en silencio, si desea quedarse en Hogwarts sin causarles problemas."
"¿No voy a ser expulsada?" la niña susurró. "¿Por lo que hice?"
"No," contestó la Profesora McGonagall. "Señorita Granger... de seguro usted escuchó... ¿espero que haya escuchado al Sr. Potter, cuando expuso que usted era inocente?"
"Nada más dijo eso," ella respondió débilmente. "Para hacer que me liberaran, creo."
La bruja mayor sacudió su cabeza firmemente. "No, Señorita Granger. el Sr. Potter cree que usted recibió un Encantamiento Desmemorizador, que todo el duelo nunca sucedió. El Director sospecha que incluso magias más Oscuras podrían haber estado involucradas - que tu propia mano podría haber lanzado el hechizo, aunque no por voluntad propia. Incluso el Profesor Snape encuentra todo el asunto completamente increíble, si bien podría no decirlo públicamente. Él estaba considerando si drogas Muggle podrían haber sido usadas contigo."
Los ojos de Hermione se quedaron fijos de modo distante sobre la Profesora de Transformación; sabía que le acababan de revelar algo significante, pero no podía encontrar la energía para propagar ningún cambio a través de su mente.
"¿Seguramente tú no lo crees?" cuestionó la Profesora McGonagall. "Señorita Granger, ¡no puede pensar en sí misma como una asesina!"
"Sin embargo yo -" Su excelente memoria le ayudó a reproducirlo por milésima vez, Draco Malfoy diciendo con una mueca que ella nunca lo derrotaría cuando él no estuviera cansando, y luego procediendo a demostrar eso, danzando como un duelista entre los trofeos protegidos mientras ella se retorcía frenéticamente, y dando el golpe final con un maleficio que la hizo estrellarse contra la pared y derramar sangre de su mejilla - y luego - luego ella -
"Sin embargo recuerdas que lo hiciste," terminó la bruja mayor, quien la estaba contemplando con amable comprensión. "Señorita Granger, no hay necesidad de que una niña de doce años cargue con memorias tan espantosas. Deme permiso y estaré feliz de eliminarlas para usted."
Fue como un vaso de agua caliente arrojado a su rostro. "¿Qué?"
La Profesora McGonagall sacó su varita, un gesto tan practicado y veloz que fue como apuntar un dedo. "Le ofrezco liberarla de las memorias por completo, Señorita Granger," la Profesor de Transformación propuso con su acostumbrada precisión. "Podría haber hechos importantes enterrados ahí. Aunque hay una forma del Encantamiento Desmemorizador que es reversible, y estaré feliz de invocar ese sobre usted."
Hermione observó la varita, sintiendo el principio de la esperanza por primera vez en casi dos días.
Hacer de cuenta que no sucedió... ella había deseado eso una y otra vez, para que las manos del tiempo dieran una vuelta para atrás y borrar la horrible elección que nunca podría, jamás ser deshecha. Y si borrar la memoria no era eso, de todos modos era una especie de liberación...
Volvió a mirar la cara amable de la Profesora McGonagall.
"¿Usted realmente no cree que yo lo hice?" Hermione inquirió, su voz temblando.
"Tengo bastante certeza de que usted nunca haría tal cosa por voluntad propia."
Bajo las cobijas, las manos de Hermione apretaron las sábanas. "¿Harry no cree que yo lo hice?"
"El Sr. Potter es de la opinión de que sus memorias son una total fabricación. Puedo ver muy bien su punto."
Luego los apretados dedos de Hermione dejaron ir las sábanas, y se volvió a desplomar sobre la cama, de la cual se había levantado parcialmente.
No.
Ella no había contado nada.
Ella despertó y recordó lo que había ocurrido la noche anterior, y había sido como - como - ni siquiera en sus propios pensamientos podía hallar las palabras para lo que había sido. Pero ella había sabido que Draco Malfoy ya estaba muerto, y ella no había contado nada, no había ido con el Profesor Flitwick y confesado. Nada más se vistió y fue a desayunar e intentó actuar con normalidad para que nadie la fuera a descubrir, y ella había sabido que estaba mal y Mal y horrible horriblemente MAL y aún así ella había estado tan, tan aterrada -
Incluso si Harry Potter estaba en lo correcto, incluso si el duelo con Draco Malfoy era una mentira, ella había hecho esa decisión por sí misma. Ella no merecía olvidar eso, o ser perdonada por ello.
Y de haber hecho lo correcto, ido directo con el Profesor Flitwick, quizá eso habría - ayudado, de alguna manera, tal vez todos habrían visto que ella lo lamentaba, y Harry no tendría que haber perdido todo su dinero para salvarla -
Hermione cerró sus ojos, los cerró muy apretadamente, no podía soportar empezar a llorar de nuevo. "Soy una persona horrible," ella declaró con voz temblorosa. "soy horrenda, no soy nada heroica -"
La voz de la Profesora McGonagall fue muy afilada, como si Hermione acabara de cometer un error tremendo en su tarea de Transformación. "¡Deje de ser tonta, Señorita Granger! Horrible es quien fuera que le hizo esto a usted. Y en cuanto a ser heroica - bueno, Señorita Granger, ya ha escuchado mi opinión sobre las niñas involucrándose en tales cosas antes de tener catorce, por lo que no la voy a regañar otra vez. Nada más añadiré que usted atravesó una horrenda experiencia, que usted sobrevivió tan bien como cualquier bruja de su edad podría haberlo hecho. Hoy se le permite llorar tanto como quiera. Mañana va a regresar a clases."
Ahí fue cuando Hermione supo que la Profesora McGonagall no la podía ayudar. Ella necesitaba alguien que la regañara, no podía recibir la absolución si no podía ser culpada, y la Profesora McGonagall nunca haría eso por ella, nunca le pediría tanto a una pequeña niña de Ravenclaw.
Era algo con lo que Harry Potter tampoco la iba a ayudar.
Hermione se giró en la cama de la enfermería, abrazándose a sí misma, lejos de la Profesora McGonagall. "Por favor," ella susurró. "Quiero hablar - con el Director -"