Hace poco terminó el manga de Tokio Ghoul: Re, la secuela a Tokio Ghoul.
Mi relación con Tokio Ghoul fue extraña. El primer anime fue lo que me introdujo a la franquicia. Mi momento favorito fue la tortura que sufrió Kaneki en manos de Jason. La forma en que Kaneki es quebrado y se ve forzado a renacer aferrándose a su odio, se siente muy genuina para alguien que experimentó algo similar.
No quise verme la segunda temporada del anime, Tokio Ghoul √A porque se distanciaba mucho su relato de la fuente original. Decidí saltar al manga en ese punto. Cuando llegó el combate final entre Kaneki y Arima, ese fue el mejor momento del manga para mí. Al principio detesté la derrota de Kaneki y la revelación de la traición de Uta. Tras un tiempo de reflexión me di cuenta que la historia no podría haberse desarrollado de otro modo, que así estaba bien.
Luego llego Tokio Ghoul: Re y decidí seguir el manga para saber más sobre el pobre Kaneki, hasta donde la vida podía seguir pateando al pobre diablo. De ahí tengo dos momentos favoritos: cuando Kaneki se reencuentra con Toka y él llora sin saber por qué (ni siquiera puedo escribir al respecto sin llorar); el segundo momento fue cuando explicaron la razón del Re en Tokio Ghoul: Re.
Sobre el final de Tokio Ghoul: Re, debo decir lo mismo que sobre el final de Tokio Ghoul: no podría haber acabado de otra manera. El final es realista. En la vida real no se alcanza un final perfecto y feliz, eso nunca sucede. No porque muera un villano se va a solucionar todo mágicamente. Es difícil determinar el impacto de nuestras propias acciones, saber si hicimos bien o mal. Lo único que podemos hacer es aprender de nuestros errores y esforzarnos por hacerlo lo mejor posible.
Creo que mi única critica real contra la serie es que al final había demasiados personajes y no me importaba lo que le pasara a muchos de ellos.