Memorias de un mago enamorado
Foto original por Almos Bechtold |
Capítulo 28: Melodía de la muerte
¿Por qué esta canción sigue viniendo a mí?
―¿Abuela?
Es tan difícil no dejar salir esa canción.
El Dragón del Viento batió sus alas, lanzando diez cuchilladas de aire que destrozaron a la pequeña Melodie en pedazos.
Es una canción tan bella, me pide que la deje salir, para que todos la puedan oír.
De cada trozo cercenado surgieron chorros de sangre y luz que volvieron a unirse para reconstruir a Melodie donde había estado de pie.
Si no fuera por mi abuela, la podría dejar salir.
―¡IMPOSIBLE! ¡AÚN SI ERES SU HIJA, NO PUEDES SER COMO NOSOTROS!
Mi abuela ya no está. Ya no está, al igual que Tom.
El Dragón del Viento se elevó a una distancia prudencial, creo un torbellino a su alrededor y lo siguió alimentando para convertirlo en el huracán más poderoso que pudiera construir sin destruir su vasija.
Yo maté a Tom. El ángel mató a mi abuela.
Melodie percibió que el huracán iba a destruir la casa de su abuela, las casas vecinas, a todas las personas que vivían en la zona, y sobretodo, a su pequeño hermano Fernando, que estaba desmayado junto con los pollos.
No es un ángel, es un demonio.
Ella abrió su boca, rotas las cadenas que la habían estado conteniendo hasta entonces.
Grita tu nombre el viento,
que sopla en los recodos de mi corazón,
grita tu nombre y es suficiente,
para acallar mi dolor.
...
El Mago Hartwell emergió como una mancha negra del suelo, su túnica negra apenas y contenía una delgada figura de cuello alargado, sobre el cual el gorro feo pendía con fragilidad. Vio a Melodie abrazando el cuerpo inerte de su hermano.
Más allá, estaba el cuerpo que había pertenecido al Dragón del Viento. Sus muertos y abiertos ojos carmesí mostraban incredulidad. En cambio la sonrisa en su rostro era de alegría. Había plumas desperdigadas a su alrededor, sobretodo por debajo de su cabello rubio. Hacia ese cadáver caminó el Mago Hartwell. Le puso una mano que en realidad parecía la garra de una pantera, y el hombre se convirtió en cenizas que fueron absorbidas por la túnica negra, aspiradas como si fueran hojas en otoño.
―Ahora puedes descansar. Al menos tu cuerpo no irá a ese horrible lugar. ―Dijo el Mago Hartwell con solemnidad.
Sólo cuando lo escuchó hablar, fue que Melodie notó su presencia. Acostó el cadáver de su hermano con la mayor gentileza que pudo. Se puso de pie y se dirigió hacia el Mago Hartwell, arrastrando los pies. Avanzó hasta aferrar la túnica negra con sus puños de niña, contra la cual escondió su rostro.
―Abuelo. ¿Por qué, abuelo?
―Porque tenía que suceder. ―Respondió Hartwell con tono monótono.
―Abuelo, tú puedes hacer cualquier cosa, lo que sea, la abuela me lo dijo. Por favor, los tienes que salvar, a los dos, por favor. ―Suplicó Melodie, con su voz chillona
El Mago Hartwell negó con la cabeza, fofa y enorme como la de un hipopótamo.
―¡No! ¡No y no! ¡Tú puedes, sé que puedes! ¡Por favor!
―Yo no soy un ser todopoderoso, nieta mía. Yo no soy más que un balanza para medir. Tu abuela está más allá de cualquier cosa que me puedas ofrecer. Sin embargo, es posible revivir a Fernando, si estás dispuesta…
―¡Sí, claro que sí! ―Lo interrumpió Melodie a gritos.
―¿Aún si debes perder...?
―¡No me importa, por favor, sólo hazlo!
―Muy bien.
El Mago Hartwell tomó a Melodie de la mano y caminaron hasta el cadáver de Fernando. Sin soltar a Melodie, puso su otra mano sobre la frente del niño muerto. Sus manos cambiaron de forma varias veces durante ese lapso.
La misma luz que había surgido de Melodie cuando había sido herida, volvió a aparecer, emanando tanto del Mago Hartwell como de ella. La luz se fue transmitiendo de ellos hacia Fernando, quien pronto empezó a respirar con normalidad.
Melodie cayó sentada al suelo, mareada, respirando con dificultad.
―Estás exhausta. Usaste tu poder al máximo de tu capacidad para eliminar al Dragón del Viento. Y acabas de perder la mitad de tu tiempo de vida. No creo que vayas a vivir más allá de los cuarenta años.
El Mago Hartwell se dio cuenta que ella no le había prestado atención. Los ojos avellana de la niña sólo estaban observando a su hermano respirar apaciblemente. Leyó la felicidad en el rostro infantil y decidió que tenía que destruir ese sentimiento de complacencia por el bien del futuro.
―¿Crees que basta con salvar a tu hermano? ¿Qué hay de las tres mil quinientas personas que acabas de matar? ¿No significan nada para ti?
La niña levantó la mirada hacia él, y se lo quedó viendo asombrada.
―¿Qué?
―Así es. Mira a tu alrededor. ¿No ves los pollos muertos? ¿No ves las plantas y flores marchitas? Tu melodía de la muerte se extendió en ocho kilómetros a la redonda. Has cometido una masacre de grandes proporciones. Ahora todos los magos y brujas van a temblar ante la mera mención de tu nombre. Y tu poder sólo ira aumentando, hasta que termines por envolver este mundo bajo tu canción de muerte.
―No, no. No puede ser. ¿Por qué? ¿Por qué abuelo? ¿Por qué no hiciste nada?
El Mago Hartwell no le respondió.
―Es tu culpa. Todo es tu culpa. ¡La abuela murió por tu culpa! ¡Todos murieron por tu culpa!
El Mago Hartwell se fue convirtiendo en una mancha negra que se hundió en el suelo hasta desaparecer sin dejar rastro.
―No quiero volver a verte, ¡nunca! La próxima vez, la próxima vez que te vea, ¡voy a cantar para ti! ¡Lo prometo!
...
La invisible y letal canción se fue esparciendo más allá de Melodie y Celestino, más allá del ejército de Harpías, como la misma sombra de la muerte.
Las tres Medusas de la División Cuatro se quitaron sus lentes oscuros y se petrificaron entre sí, prefiriendo la esperanza de ser liberadas por un golpe de suerte por encima de una muerte certera.
El Capitán Jace y su Escuadrón Dragón de la División Tres se dieron a la fuga de inmediato, azuzando a sus lagartos alados a pesar de saber que era imposible ser más rápidos que la Melodía de la Muerte.
Las hijas del Dios Dragón del Viento activaron una Piedra de Teletransportación. La fanfarronería había abandonado sus caras y había sido reemplazada por un temor absoluto.
La chica rubia de la División Uno, Key, se lanzó a la vanguardia con una explosión de fuego que la arrojó directamente hacia Melodie y Celestino. Un mandoble más largo que ella apareció en sus manos, y Key esgrimió la punta hacia adelante, adivinando por intuición la posición de la canción asesina.
Cuando la punta del mandoble y la canción chocaron, se produjo una retroalimentación acústica. Tanto Melodie como Key fueron arrojadas para atrás. Celestino reaccionó y cogió a Melodie entre sus brazos para que no cayese al suelo. Key en cambio se fue a estrellar contra una casa cercana.
―¡Mel! ¿Estás bien, Mel?
Ella parpadeó confundida, y luego posó sus ojos avellana sobre él.
―¿Cel? ¿Qué acaba de ocurrir?
―No sé cómo, pero esa mujer acaba de bloquear tu canción. Lo pude sentir, esa espada grande pudo destruir tu canción.
―Entonces, ¿nadie murió?
―Nadie, excepto las Harpías, claro.
―¡Qué alivio! ―Las lágrimas se asomaron al rostro de Melodie.
Celestino asintió, aunque por dentro sintió aprehensión ante la oponente que había aparecido de la nada. Fue entonces cuando cayó en cuenta de que Melodie estaba lastimada.
―¡Melodie, tu mano!
Ella miró hacia la misma dirección que él. El dorso de su mano derecha tenía un moretón.
―Ni siquiera hay sangre, no tienes que preocuparte Cel.
Otra explosión los hizo fijarse en la chica rubia, que se detuvo a un par de metros de ellos. Un vistazo le bastó a Celestino para analizarla.
―Usa magia de fuego para levitar, similar a Atahualpa, pero a un nivel mucho más refinado.
Key se sacudió su corto cabello rubio y erizado con su mano derecha. Tanto Celestino como Melodie pudieron ver que tenía un moretón idéntico al que tenía Melodie, del mismo tamaño y en el mismo lugar.
―¡Me decepcionas, Melodía de la Muerte! No puedo negar que tu poder puede compararse con el mio. Sin embargo tu control deja mucho que desear. Creía que eras un monstruo que disfrutaba matando inocentes. Ahora veo que eres algo peor, eres una idiota.
Melodie se separó de Celestino y manipuló el viento para flotar por cuenta propia.
―¿Quién eres tú?
―Mi nombre es Key, una Guerrera Mística. Aunque eso no debe significar nada para ti. Provengo de otra dimensión diferente a esta. El Dragón de Fuego, mi padre, me trajo aquí para combatir fuego con fuego. O sonido con fuego, mejor dicho.
Los ojos azules se midieron con los ojos avellana, y luego se posaron sobre los ojos carmesí.
―Tú por otro lado, clon, tienes un control perfecto sobre el viento, y acabas de hacer un excelente trabajo para amortiguar la expansión del poder de esta tonta. He escuchado grandes cosas de mi primo Zeferino, y tú eres digno de heredar su título. No creas que no me di cuenta que me ayudaste a atemperar la violencia de nuestro choque. ―Congratuló Key.
―Nuestra intención desde un principio era detener a las Harpías. Eso de la extinción humana es un negocio de tu padre, no nuestro. ―Replicó Celestino.
El largo mandoble volvió a aparecer en las manos de Key, y apuntó a Melodie con su arma.
―Oh, ¿en serio? Por lo que he escuchado, si hay alguien capaz de extinguir a la humanidad es esta tonta. ¿Estás seguro de estar en el bando correcto, clon?
Algo iba a replicar Celestino, pero Melodie se le adelantó.
―Él tiene un nombre, se llama Celestino. ¿Qué hay de malo con que sea un clon? Eso no hace de Cel menos persona que tú o yo.
―¡Vaya, así que puedes hablar por ti misma! ¡Eso me gusta más! Si vas a ser la heroína de este mundo, lo menos que puedes hacer es defender a la persona que amas. Tienes toda la razón, a mí tampoco me importa si es un clon o no. Lo que sí me importa es lo siguiente: ¿puedes vencerme, sí o no, nieta del Mago Hartwell?
Celestino contempló a Melodie con preocupación. Ella se dio cuenta e intentó sonreír para tranquilizarlo, aunque su boca sólo compuso una mueca adolorida.
―No te preocupes Cel. Te dije que ya lo había recordado todo. Sé que soy la nieta de ese sujeto, y… Todo lo demás.
―¿Pero qué hay de lo que él no te ha dicho? ¿Acaso piensan quedarse conversando aquí conmigo todo el día, mientras el Dragón del Fuego se come a todos los que viven en esta ciudad? ―Interrogó Key con seriedad.
―¿Qué? ―Espetó Melodie, quien se giró para ver a Celestino de modo inquisitivo.
―Es verdad. El viento me informó que el Dragón de Fuego se ha transformado en, bueno, un Dragón verdadero, y está devorando a cuanta persona se atraviese en su camino. Se encuentra en el centro de la ciudad.
Melodie y Celestino se contemplaron a los ojos, comunicándose sin cruzar palabras.
―Sólo nosotros lo podemos detener. ―Afirmó Melodie.
Se iban a tomar de la mano cuando Key agitó su mandoble en medio de los dos y los obligó a separarse.
―¿Qué crees que estás haciendo, Melodía de la Muerte? ¡Aún no respondes mi pregunta! ¿Puedes vencerme, sí o no?
―¿Por qué te interpones en nuestro camino? Tú no eres como los demás seguidores de los Dragones, ¡tú estás cuerda! ¿Por qué pelear con nosotros? ―Celestino la interpeló con desesperación, pues por un momento creyó que habían hecho una aliada.
En los ojos de Key, tan azules como un mar tranquilo, se traslucía una tristeza insondable.
―Estoy atada a hacer su voluntad, porque hice un pacto. Estoy aquí para combatir a la Melodía de la Muerte, y eso es lo que pienso a hacer.
...
Nota de autor (24 de Agosto de 2.020)
Me retrasé un par de días con este capítulo. Pido disculpas por ello. He estado lidiando con mi depresión jugando The Binding of Isaac como loco. Estoy contento de haber salido de estos capítulos de Flashback y estar de regreso a la historia principal, aunque seguramente habrá otros capítulos donde volveremos al pasado.
Nota de autor (30 de Agosto de 2.020)
Queridos lectores, escribo esta nota para comunicar que Memorias de un mago enamorado va a entrar en hiato por un par de semanas. Muchos creadores de contenido han tenido que tomarse una pausa en sus actividades durante esta pandemia y aunque lo he intentado con todas mis fuerzas, yo tampoco voy a ser la excepción. De hecho he llegado al punto en que me siento quemado, con cero creatividad y motivación. Espero publicar un nuevo capítulo exclusivo para mis Patrocinadores el 12 de Septiembre, que será luego puesto para todos en el blog de Rhaidot el 19 del mismo mes.Aunque tengo que seguir trabajando como vendedor cincuenta horas a la semana porque gracias a eso no me muero de hambre, espero que este lapso de descanso me ayude a recuperar las energías creativas necesarias para seguir escribiendo.
Muchas gracias por su apoyo, paciencia y comprensión.
Esta entrada fue posible gracias a Nkp, Kbrem y Claudio Andres Cayulao Martinez.
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