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lunes, 5 de mayo de 2014

Inteligente

ATARDECER

Capítulo 3
Inteligente

Isabella humana
¡Maldita sea!”


Había conocido a más personas de las que podía recordar. Todos querían saber mi opinión sobre el clima, sobre Forks, sobre Phoenix, y combinaciones de los tres. Jessica me invitó a almorzar con ella. Eric, el chico de cabello negro de antes, nos invitó a ambas a sentarnos junto a él. Luego Ángela y Mike se sumaron. No me gustaba recibir tanta atención, pero estaba poniendo mi mejor sonrisa ante la situación, literalmente. Era como si todos en la mesa, excepto Ángela, quisieran hablar de mí, por lo que cuando ella mencionó los rumores sobre un extrañó ruido en clase de Español, salté como un gato sobre un ratón.

¿En serio? Jessica y yo estuvimos en clase de Español en la tercera hora y no escuchamos nada, ¿cierto?”

Dicen que fue a primera hora, algo así como una pequeña explosión.” Agregó Ángela con tono neutral, como si en verdad no le diera importancia a los rumores. Me pregunté si en realidad quería darme un respiro, y se lo agradecí infinitamente fuera cierto o no.

Te apuesto que al menos uno de los Cullen estaba presente.” Insinuó Mike con una mirada conspiradora que yo no capté.

¿Quiénes son los Cullen?” Inquirí ansiosa por hablar de alguien más.

Los Cullen son...” Jessica miró alrededor, luego hizo una mueca de decepción y suspiró. “Edward, Alice y Emmett Cullen, junto con los gemelos Rosalie y Jasper Hale; todos ellos viven con el Doctor Cullen y su esposa. No son sus hijos realmente, todos son adoptados. El Doctor Cullen es joven, no creo que pase de los treinta y dos años, aunque Laura a veces le pone treinta y cinco.”

¿Y son interesantes porque son adoptados?” Mascullé mientras engullía una deliciosa papa frita.

Para empezar es un poco escandaloso que a pesar de vivir juntos hagan parejas entre ellos: Alice y Jasper por un lado, y Emmett y Rosalie por el otro. Edward es el único que está soltero, no le ha llamado la atención ninguna chica de por aquí.”

Suena como si hablaras por experiencia propia.” Me mordí la lengua. Jessica hizo una mueca de disgusto y solté lo primero que se me ocurrió para arreglar mi imprudencia. “Eres muy linda, no puedo creer que ese tal Edward te rechazara.”

Gracias.” Dijo Jessica visiblemente complacida. “La verdad es que son bichos raros. Me refiero a que tienes que verlos para comprender. Todos son tan... lindos. Hay quienes dicen que el Doctor Cullen debe haber inventado alguna dieta alimenticia especial y que por eso son así. De venderla se haría millonario. O a lo mejor ya la vendió y es muy rico pero reservado. Casi nunca vienen a clases, siempre ocupan los mejores puestos y no se relacionan con nadie. Son un montón de fenómenos.”

A pesar de la excesiva ponzoña que podía detectar en la descripción de Jessica, los rasgos de los Cullen me llamaron la atención.

Belleza, inteligencia y dinero. Definitivamente pasa algo extraño en Forks. Me muero por ver que tan especiales son con mis propios ojos.” Exclamé con voz exageradamente soñadora, haciendo que todos en la mesa se rieran, incluso Angela. “¿No sería grandioso resolver el misterio de los Cullen?”

En ese momento un ruido ensordecedor retumbó por toda la escuela. No debieron ser más de unos pocos segundos, que trascurrieron muy lentamente, segundos en los que nadie movió ni un músculo, segundos en los que todos nos miramos con cara de bobos.

Cuando el ruido se repitió, lo reconocí como un rugido. También fue cuando el pánico dominó a maestros y estudiantes por igual: todos salieron corriendo espantados hacia distintas direcciones. Sin saber cómo, terminé separada de mis compañeros de almuerzo, alguien me empujó, caí al suelo y fui pisoteada por una muchedumbre enloquecida por primera vez en mi vida.


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¡Ahgr!” Fue lo primero que pronuncié tras abrir los ojos.

Me levanté para analizar el estado de mis ropas. Había perdido mi chaqueta – a lo mejor se había atorado graciosamente en los pies de alguien – y mi blusa negra de tiras estaba hecha jirones, por lo que la sostuve con una mano para no mostrar mi sostén. Por fortuna, encontré la cafetería vacía.

Respiré profundamente. Necesitaba calmarme y actuar racionalmente.

¿Qué demonios acababa de pasar?

Ruidos extraños.

Ángela había dicho algo sobre un ruido extraño que se escuchó durante la primera hora en la clase de Español. No había oído ese ruido en persona, por lo cual lo archivaría – por ahora – como un evento sin relación. Luego, sonidos de truenos o rugidos habían retumbado a la hora del almuerzo por toda la escuela. Las personas huyeron presas del pánico y me vi arrastrada por la confusión.

¿Cuáles eran las causas posibles para esos ruidos? Cuando los oí por primera vez, se me asemejaron a una explosión, como disparos quizá. Tras escucharlos una segunda vez, me imaginé un oso.

Un oso enorme.

Y hubo algo más; otros sonidos que casi habían quedado escondidos bajo los gritos de la multitud histérica. Golpes y destrozos que provenían de otro lugar que no era la cafetería. Los pude reconocer – había estado en demasiadas peleas como para no hacerlo – eran los jadeos, el bullicio de una confrontación entre iguales. Sin embargo, nunca en mi vida imaginé que consideraría seriamente la posibilidad de que dos osos enormes hubiesen peleado en un salón de clases contiguo a mi.

¿Podría estar equivocada?

Sí. Era posible que el animal estuviera atacando a una o más personas. Aunque también era posible que se tratará, simplemente, del eco de disparos con distintas armas de fuego. En todo caso, no podía confiar cien por ciento en mis percepciones de un evento tan vertiginoso.

¿Qué podía hacer entonces?

Fueran osos monstruosos o armas, podía interponerme entre los agresores y los inocentes. Agradecí al universo por mi incapacidad de sentir miedo, compensada de sobra con mi habilidad para pensar constantemente con cabeza fría. Anudé mi blusa a toda prisa lo mejor que pude y, motivada por la convicción de que aún estaba a tiempo de salvar una vida, salí en dirección al lugar en el que tal vez existía una terrible amenaza.

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Cinco minutos siento atropellada y recuperándome. Cinco minutos encontrando el lugar correcto. Cinco minutos observando en silencio.

¡Isabella! ¡Al fin te encontramos!” Gritó Charlie detrás de mí. Suspiró de alivio en cuanto vio que no estaba herida. “¿Qué le pasó a tu ropa?”

El tiempo de respuesta del departamento de Policia de Forks era de quince minutos. No estaba mal. Detrás de Charlie venían otros dos oficiales de Policía, un hombre y una mujer. Los tres traían sus pistolas desenfundadas.

¿Qué demonios pasó aquí?” Dijo la Oficial con una ligera nota de susto.

He estado preguntándome lo mismo, con parcial éxito.” Comenté pensativa. “Sobre mi ropa, se dañó cuando todos salieron corriendo en estampida.”

Señorita Swan, si quiere contar algo que sepa...” Inició el Oficial, pero no alcanzó a seguir.

¿Estas insinuando que mi hija hizo esto, Jonathan?” Interrumpió Charlie enfadado.

Yo no hice esto.” Negué un poco distraída. “Tal vez tenga información que pueda beneficiarles, mas sólo podré ayudarles en la medida en que no entren a este cuarto todavía.”

Jonathan, Elizabeth, les presento a mi hija Isabella, lectora asidua de novelas de misterio.” Explicó Charlie con un suspiro, procediendo a cubrirme los hombros con su propia chaqueta. “Isabella, te presento a los hermanos Conrad.”

Cuando mi padre mencionó su parentesco caí en cuenta de que estaba más perpleja de lo que yo misma creía. Era obvio que tendrían que estar relacionados, ambos tenían cabello rizado y negro, sólo que Jonathan lo tenía corto. Ambos me miraron con escépticos ojos verdes.

Jefe Swan, no creo que sea bueno incluir a un aspirante a detective en este asunto.” Se quejó Jonathan Conrad.

Respiré profundamente y repliqué: “Asumo por la calma con que dialogamos que ya han revisado el resto del perímetro y han acordonado la zona, pero todo indica que quien fuera el responsable de esto ha escapado, o de tratarse de alguien ajeno al personal del colegio, se ha mezclado con la multitud. De no ser así, sería inexcusable de su parte que no estén aplicando algún tipo de protocolo para operaciones especiales como búsqueda y rescate, por ejemplo, por lo que puedo deducir que yo era la única persona que faltaba por encontrar, ¿o estoy equivocada, Oficial Conrad?”

Cuando el Oficial Conrad se quedo boquiabierto y su hermana se rió a carcajadas, pude notar que ella tenía los dientes más blancos.

Ella es muy buena.” Sonrió Charlie con orgullo; no recordaba haber visto esa expresión en mucho tiempo. “De acuerdo Isabella, ¿de qué se trata?”

En primer lugar, nadie debe entrar a este cuarto hasta que un equipo de forenses recoja la mayor cantidad de evidencia posible. Sí, comprendo que no ha habido ningún asesinato ni desaparición, pero los daños en este cuarto son inconsistentes con una situación normal. Primero déjenme llamar su atención a la puerta, fue tumbada con tanta fuerza que llegó al otro lado del salón. En segundo lugar tenemos los destrozos dentro del cuarto, mesas y sillas no destruidas: pulverizadas. Para hacer este tipo de daños un ser humano necesitaría herramientas y tiempo. En tercer lugar, vean la ventana hecha añicos. El patrón de rompimiento de los vidrios es de adentro hacia afuera. Por lo que se puede formular una solida hipótesis, que sólo el equipo de forenses podrá corroborar, de que el responsable de este 'evento' entró salvajemente por la puerta, destrozó el salón, y salió por la ventana. Y hay otra cosa que quiero agregar, cuando se produjo todo este alboroto yo estaba en la cafetería, como la mayoría del colegio. Reflexionando sobre lo que escuché en ese momento, y a lo mejor otros testimonios lo puedan comprobar, sonaba como si hubiera ocurrido alguna clase de confrontación. Mi conclusión es que este ataque al colegio no fue realizado por ningún individuo ni grupo de seres humanos. Debió tratarse de una manada de animales, muy grandes, probablemente de las montañas. Sería bueno traer a algún rastreador y seguir la pista, aunque sea para confirmar que la manada ha regresado donde pertenecen. Con eso, he terminado.”

Y con eso los había dejado sin palabras.

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Todo transcurrió de acuerdo a mis sugerencias. Charlie reclutó a su amigo Harry Clearwater, de La Push, para que le ayudara a rastrear a la 'manada.' No encontraron nada. Por otra parte, aunque el equipo forense concluyó que mi teoría era plausible, no lograron hallar pruebas que demostraran sin lugar a dudas el tipo de animal que pudo haber irrumpido en la escuela. El colegio de Forks fue cerrado por tres días, durante los cuales solamente hice una cosa: estudiar el extraño fragmento que había encontrado y robado.

Sin los instrumentos apropiados me era difícil determinar la dureza del extraño material o tan si quiera establecer su naturaleza exacta y, sin embargo, algo en su consistencia me resultaba familiar, casi como si lo conociera. Pero, por más que lo intentaba, su nombre escapaba de mi mente dejándolo abortado en la punta de mi lengua. Fuera lo que fuera, de algo estaba segura, no se trataba de una simple roca; su temperatura constantemente fría al tacto; su intenso resplandor cuando la expuse a la luz solar, como si contemplara el diamante más puro; y lo más inusual de todo, la reducción progresiva de su masa, que sucedía sin una razón aparente, haciéndome pensar que terminaría siendo tan sólo un puñado de cenizas o desapareciendo por completo en poco tiempo; eran todas pruebas concluyentes.

Me sentía eufórica. Por primera vez en mi vida tenía en mis manos, literalmente, evidencia de que no estaba sola en este mundo, de que habían 'otros' como yo. En ese pequeño fragmento, que no se parecía a ningún elemento conocido por la ciencia y cuyas características bien podrían ser descritas como sobrenaturales, tal vez se hallaba la clave para entender mi propia rareza.

Ese día, gracias a toda mi palabrería, pude salirme con la mía y quedarme con este objeto tan peculiar sin que Charlie y los otros oficial sospecharan que había hecho algo más que sólo observar la escena.
Resulta asombroso cómo a través de un buen despliegue de inteligencia y una actitud segura y confiada, las personas pueden asumir, casi automáticamente, que eres una especie de Sherlock Holmes – aunque, en lo personal, me gusta más pensar en mi misma como del tipo Samantha Kinsey –. No me sentí mal por haber engañado a Charlie y a los demás oficiales, después de todo fue por una buena causa. Eso sí, me preocupaba que Charlie volviera a entusiasmarse con la idea de que yo me convirtiera en oficial de policía; no quería tener que destruir sus esperanzas nuevamente. Además, por si fuera poco, estaba el hecho de mi repentina notoriedad.

Ahora todos en Forks hablaban sobre mi capacidad intelectual. Los rumores exageraban mis capacidades, desde luego – me bastó una pequeña charla con Jessica para comprobarlo –, y por como estaban las cosas, tenía dos acciones a realizar: aprovechar mi buena reputación para salirme con la mía, y descubrir más sobre el fragmento desconocido.

Como no tenía los equipos apropiados para continuar por mi cuenta la investigación del fragmento, ni tampoco el dinero para comprarlos, la mejor opción era utilizar los equipos del laboratorio de la escuela. El hecho de que el siguiente tema en la clase de Biología II fuese Anatomía Celular facilitaba las cosas. Desde solicitar tiempo extra para terminar los experimentos avanzados hasta argüir mi interés en participar en alguna feria científica relacionada con la biología, haría lo que fuera necesario con tal de acceder a esos equipos.

¿Lista para entrar a clases?” Me preguntó Charlie la mañana de regreso a clases.

Tan ansiosa que podría morir.”

Isabella, hay algo de lo que quisiera hablarte. Sobre esos tatuajes...”

No quiero llegar tarde. Hablaremos cuando regresé del colegio.” Luego de interrumpirlo puse pies en polvorosas hasta refugiarme dentro de mi vieja camioneta. No podría evadir esa conversación con Charlie por mucho tiempo, pero agotaría cada excusa posible primero. Por ahora, me concentraría en el fragmento: sólo podía lidiar con un problema sobrenatural a la vez.

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Jessica me había acribillado a preguntas por celular. Le había dicho que no era tan inteligente como decían, que había tenido suerte de haber leído algo similar en una novela de misterio y que había asistido a un par de campamentos policíacos gracias a mi padre. Me imaginé que insistiría en volver a realizarme las mismas preguntas otra vez, por lo que fue una alegre coincidencia que la amable Ángela compartiera conmigo Biología II, la única clase que me importaba ver; el resto de la mañana me las había arreglado para mantener distancia entre el parloteo de Jessica y mi persona.

Supongo que ya tienes compañero de laboratorio.” Le dije a Ángela.

Ella asintió y agregó. “El único que no tiene compañero es Edward Cullen. Es un buen estudiante, será bueno tenerlo como compañero.”

El nombre Cullen no me informó de nada por unos segundos, hasta que recordé a la familia de la cual Jessica me había dicho tantas cosas. En algún momento de los tres días sin escuela le había preguntado a Charlie por ellos. Él me comentó sobre lo grandioso que era el Doctor Cullen, lo unida que era su familia y de lo mucho que disfrutaban salir a excursiones con regularidad. Me advirtió que no prestara atención a los rumores de los envidiosos y sumando a esto la buena opinión de Ángela – a quien ya tenía en estima – concluí que los Cullen eran una buena familia. Si el tal Edward caía bajo mis encantos de chica nueva, podría aprovechar la clase para analizar el fragmento sin tener que solicitar tiempo extra en el laboratorio. En principio prefería no llamar más la atención.

El salón para esta clase era tal como me lo había imaginado: taburetes y mesas para parejas. Saludé al profesor, y éste amablemente me señaló hacia donde podía sentarme.

Y ahí estaba él, mirándome. Sus ojos eran tan amarillos que parecían dos piedras de ámbar, su piel aún más blanca que la mía, su cabello en puntas podía ser el adorable resultado de no peinarse o un corte de cabello de miles de dolares. Fuera como fuera, era sin duda alguna el hombre más hermoso que había encontrado en mi vida, casi me parecía verlo brillar. En ese momento sonrió, mostrando ligeramente sus dientes iguales a perfecto mármol, y todas mis dudas se disiparon: ¡era posible enamorarse a primera vista! Reaccionando a esta impredecible y milagrosa experiencia de la vida, pronuncié en voz alta las palabras más sabías y más precisas que aparecieron en mi mente y que en mi boca no pude contener.


¡Maldita sea!”

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Nota del Autor

Romance y combate. Es un balance interesante, ¿cierto?


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